Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Epílogo

Natalia

Unos empujones sobre mis hombros lograron despertarme, con la visión borrosa y los parpados pesándome, busqué al culpable de mi despertar. El brillante resplandor de las albinas bombillas me obligó a cerrar los ojos, acostumbrándome al poderoso destello, mis pupilas volvieron a ver con claridad. Unos débiles movimientos debajo de mis brazos, usados como almohadas, me sobresaltaron. Giré mi rostro al sentir una mano apoyada sobre mi hombro, Cata sonreía con la vista puesta sobre la cabecera de la camilla.

—Mira quien despertó— Soltó la rubia.

En milésimas de segundos mi vista ya estaba puesta sobre él, con las lágrimas amenazándome por salir, sonreí como hace alrededor de dos semanas ya no lo hacía —Bienvenido, hermanito—Hablé dejando que la alegría me invadiera.

Con una expresión de desconcierto, Nick nos observó junto con la habitación —¿Qué pasó?, ¿Dónde estamos?— Falló al intentar sentarse, mirándose a si mismo se sorprendió —¡¿Qué carajo?!— Con una facción de horror, su mirada se enfocó en mí —¡¿Qué demonios hago en el hospital?!

Intercambiando una mirada con mi amiga, no pudimos aguantar la risa ante su falta de memoria —Estás en el hospital— Comencé, pero la voz de mi hermano me interrumpió.

—No me jodas, ¿En serio?— Se burló con sarcasmo.

—¡Genial!— Suspiré pesadamente a la vez que ponía los ojos en blanco —Ni hace cinco minutos que despertarse y ya quiero que te vueltas a dormir— Continué con su sarcasmo.

Riendo a la par de Catalina, Nicholas consiguió sentarse —¿Cuánto dormí?

—No mucho, casi dos semanas— Contestó la rubia por mí, hincándose de hombros.

—Un nuevo récord— Bufoneó echando a reír.

Tirándome sobre él, lo abracé —Tarado, te extrañé.

En cuanto los brazos de mi compañero de sangre me rodearon, la rubia acotó —Los dejo solos, voy por algo de comer— Señalando hacia la puerta, tomó sus cosas y salió.

Cambiando su ánimo, mi hermano susurró —Perdóname.

Trayendo los dolorosos recuerdos de esa noche, mi pecho volvió a sentir él vació que quedó en mí —Eres un idiota por no contarme, tendrías que haber confiado en mí.

Aún escondido sobre mi hombro, se explicó —Ann no quería decirlo, el único que lo sabía era el abuelo. Se lo conté unos instantes antes de dejarnos— Su rostro volvía a posicionarse frente al mío, sus iris azules brillaban sobre lo rojizo del ardor que las lágrimas retenidas provocaban. Acaricié su mejilla y sonreí junto con él —Estaba asustado, pero él me dijo que sería un gran papá.

Sintiendo una gota resbalar por mi cara, asentí —Lo serás Nicky.

Secando su propio llanto, carraspeó recuperando su humor —¿Mamá está enojada?, ¿Y Ann?

Tomando su mano me senté junto a él —Ella estuvo triste, muy nerviosa por tus vacaciones en el hospital, pero sobre el futuro bodoque estaba contenta. Ann vino a verte todos los días, es más, de seguro llegará en un rato. Mamá le trajo la cena varias veces y parece una demente hablándole a la diminuta panza de tu novia— Volver a escuchar su carcajada alivió mi alma —Será una abuela pegajosa— Bromeé uniéndome a las risas de mi hermano.

—Me alegro— Relamiendo sus labios, se perdió en sus pensamientos.

Nicholas me contó todo sobre su futuro bebé, como se había enterado, la promesa que le hizo a nuestro abuelo y el avance en las ecografías, todavía no sabían el sexo del bebé, ya que no se dejaba ver. Cuando Nicky hablaba sobre su hijo, la felicidad le rebalsaba por los poros, su rostro se iluminaba y sus azulados ojos brillaban. Estaba feliz con esto, y obviamente, yo estaba feliz por él. No podía creer que mi hermanito iba a ser padre dentro de unos meses, jamás pensé que el día llegaría, aun era muy chico para una responsabilidad tan grande, pero sé que él podrá con esto, así como nuestro antecesor confió en él, yo también lo hago.

El rechinido de la puerta abriéndose captó nuestra atención, Cata la traspasaba con unas cuentas bolsas de cartón amarronadas sobre sus brazos —Llegó la comida— Anunció cerrando la puerta de madera blanca, detrás de ella.

—Al fin— Saltando de la cama llegué a su lado, abriendo las bolsas saqué las papas fritas y las hamburguesas —¿Sin condimentos, cierto?

—Como a ti te gustan— Respondió poniendo los ojos en blanco.

—¡Yo quiero!— Exclamó mi hermano desde su camilla.

—No, estás en el hospital, ¿Recuerdas?— Respondí con rapidez para poder empezar a comer.

—Estoy por...— Haciendo una pausa elevó una de sus cejas —No sé porque, pero sé que por comida no es, así que dame una— Llevándome una dorada y salina fritura a la boca, negué con la cabeza.

—Extrañaba verlos pelear— Confesó la rubia tirándole una hamburguesa envuelta a Nicholas.

Acomodamos la comida sobre una mesa movible, y la acercamos hasta la cama. Después de unos cuantos sándwiches de carne, cheddar y panceta, con Cata nos echamos en los sillones que ocupábamos hace dos semanas y dejamos a Nicholas cenar tranquilo. La rubia había estado conmigo desde aquella noche, aunque, no había tocado el tema ni una vez, respetando mi silencio y mis pocas ganas de revivir aquella ruptura.

—Eres un maldito barril sin fondo— Me burlé mientras veía a mi hermano comer.

Abriendo su boca para que pueda ver los restos de su comida, agradeció —Gracias— Y sonrió.

—Y un cerdo— Concluí con una sonrisa forzada.

Limpiando las comisuras de sus labios, Nicholas hizo aquella pregunta que esperaba no hiciera —¿Cómo llegué aquí?

Bajando mi vista al suelo, dejé que Catalina contestara —¿Qué es lo último que recuerdas?

Haciendo memoria, Nicky cerró sus ojos —Haber discutido con Lucas— Abrió uno esperando que sus recuerdos eran certeros.

—De acuerdo— La rubia se acercó a él, con paciencia le contó lo sucedido —Dejaste que Lucas te pegara, cuando quisiste contraatacar ya era tarde, sus golpes te habían afectado— Desviando mi mirada de ellos, la paseé por el resto del cuarto, batallando contra el llanto que imploraba por nacer —Un fuerte golpe consiguió desestabilizarte, caíste y te desmayaste instantáneamente.

—Voy a matarlo— Sentenció con ira, a la vez que tanteaba la parte trasera de su cabeza con sus manos en busca de aquel golpe.

—No es necesario— Rio Catalina.

—¿Cómo qué no?— Cuestionó arqueando una de sus cejas.

—Matt...— Cata hizo una pausa por mí, no había escuchado su nombre hace ya dos semanas, volver a oírlo provocó un fuerte choque eléctrico en mi espalda, un revoltijo, parecido a un huracán, se produjo en el interior de mi vientre —Se encargó de él.

—¿Ah sí?— Cuestionó mi pariente con una sonrisa burlona sobre su boca.

—Es más, tu cuñado está en el cuarto de al lado— La rubia comenzó a reír acompañada de él.

—¿Está bien?— Hincándose de hombros le restó importancia a su pregunta —Igual, lo tiene merecido.

—Estuvo inconsciente unas horas, tenía la clavícula corrida y una costilla rota— Relamiendo mis labios recordé como el castaño lo había castigado.

—¡Wow!— Exclamó Nicholas con euforia —Cuando lo vea le pediré que me enseñe a golpear así— Bromeó, sin embargo, él fue el único que rio —Hay más, ¿Cierto?— Interrogó alternando su mirada entre mi mejor amiga y yo.

—Tu hermana lo dejó— Reclamó la rubia.

Volteé a verla, abrí mi boca ofendida y fruncí mi ceño ante su comentario —¡Oye! Se supone que tú eres mi amiga—Reproché.

Los ojos de mi hermano no tardaron en posarse sobre mí —¿Por qué has hecho eso?

—¿Tú también?— Me quejé cruzándome de brazos.

La mirada incriminadora de Nicky sobre mí, logró incomodarme —Me defendió, ¿O me equivoco?

—¡Tú confiaste más en él que en mí!— Levantándome del sillón individual comencé a caminar en círculos dentro del pequeño espacio —¡Él me mintió, y casi mata a Lucas!

—¿Estás defendiendo a Lucas?— Cuestionó de forma indignada.

—¡Casi mata a una persona!, de no haber sido por Zac, no sabríamos sí lo hubiese soltado.

—Dime que es una broma— Los ojos de Nicholas estaban puestos en mí, remojé mis labios y chillé frustrada —Esa persona casi me mata, y me dejó durmiendo dos semanas, ¿Te parece poco?

—Lo sé— Apoyé mis dedos sobre mis cienes intentando calmarme —De todas formas, me ocultó...

La voz de mi hermano me interrumpió —Mantuvo su palabra conmigo.

Cerré mis ojos y suspiré —Y no te detuvo.

—No tenía porque hacerlo, son mis problemas, él no es mi niñero— Por su tono de voz, mi hermano ya estaba enojado —Es mi hijo, mi secreto, y Lucas mi problema— Desviando sus pupilas hacia la ventana suspiró con pesadez —Eres una idiota, Matt te amaba.

Haciendo lo mismo que él, pero en el lado inverso de la habitación, la ira comenzaba a desaparecer dándole lugar a la tristeza, alejarme de Matt me rompió el corazón, y no saber de él desgarraba lentamente mi alma. Lo necesitaba, mi hermano tenía razón, fui una completa idiota, pero el orgullo podía más.

—Tu hermano tiene razón, él lo defendió sin importarle las consecuencias, lo hizo por él, y por ti.

—¿De qué maldito lado estás, Catalina?

—Nata, te amo, eres mi amiga, mi hermana y todo lo que quieras— Con un tono tranquilo se levantó —Pero te confundiste al dejarlo ir, no te he dicho nada por la situación de Nicholas, pero ya que despertó y concuerda conmigo, creo que es hora de que vayas a buscarlo.

—¿Y Zac?— Preguntó el único masculino en la habitación.

—Desde esa noche Matt vino a verte, pagó todos tus estudios y los de Lucas, Zac vino con él. Luego de eso, no volvimos a verlos. Zac cada tanto nos manda un mensaje o nos llama para saber cómo sigues— Contestó la rubia.

Matt apareció a la mañana siguiente, recuerdo sus verdes ojos apagados, hinchados y enrojecidos, sus manos destruidas y su cabello desaliñado, Zac lo acompañaba. Con el mariscal no cruzamos palabra, una sola vez nuestras miradas se cruzaron, pero cuando sentí la necesidad de correr a él, volteé, negándole y negándome mis sentimientos, dejándolo ir, o mejor dicho, echándolo. Matt pagó lo necesario para que ambos tuvieran los mejores cuidados, lo escuché hablar con la rubia sobre el pago, el de Nicholas lo había hecho porque lo consideraba un buen amigo, y el de Lucas por simple culpa. Zac llegó y se fue con él, sin hablar del tema, vino para acompañar a su amigo en la incómoda situación.

—En realidad Zac vendrá hoy— Comenté y pasé un mechón de pelo tras mi oreja.

—Cierto— Acotó Catalina.

—Son unos idiotas, no deberían hacerle caso a esta bruta.

Nicholas estaba herido, los apreciaba a ambos, en especial a Matt. Cerré mis ojos otra vez al sentí una presión en el corazón.

—Ve a buscarlo antes de que se haga tarde.

—Eso ya pasó, Nicholas— Excusé mi cobardía con el poco tiempo que pasó, hundiéndome más en mí misma.

Unos golpes en la puerta interrumpieron nuestra conversación, unos segundos después el "click" del picaporte se robó toda la atención.

—Hablando de roma— Comentó la rubia, con una sonrisa.

—¡Hey!, bienvenido bello durmiente— Bromeó el oji-amarillo.

Como era costumbre en él, con su sola presencia, Zac logró hacernos sonreír a todos. Dejando un ramo de flores sobre el modular, se acercó a cada uno de nosotros para saludarnos, cuando llegó a mi hermano lo abrazó.

—Creí que no te volvería a ver, enano— Se burló sentándose a su lado.

—Antes que nada, no soy enano, y después, ¿qué haces aquí?

—Vine a verte, ¿Te parece mal?, por cierto...— El morocho se acercó a su oído, pero no susurró, ya que pude escucharlo —Matt te envía saludos, dice que lo siente y que puedas perdonarlo, que no dudes en llamarlo cualquier cosa que necesites.

Tragué fuertemente al escuchar aquello, Matt seguía siendo esa persona de la que me había enamorado, me senté con pesadez sobre el negro sofá de tela y observé a mi amigo actuar.

Reían con mi hermano y se burlaban de la paliza que Lucas había recibido, Zac le preguntó sobre el bebé, y Cata no dudó en unirse a su conversación. Cruzada de brazos y piernas, los miraba desde una pequeña distancia.

—Me alegro que estés mejor, no olvides llamarme cuando nazca la niña— Comentó Zac mientras se ponía de pie.

Arqueé una ceja confundida, ¿Por qué se despedía?, Cata agachó su cabeza y relamió sus labios, eso no era una buena señal.

—¿Dónde vas?— Cuestioné parándome a su lado.

—En unos días me iré, por la universidad.

—¿No habían obtenido una beca para una de aquí cerca?

—Sí, pero Matt la rechazó hace unos días— Rotando su cuerpo hacia mí, me explicó —Se irá a la universidad que sus padres le recomendaron, ya sabes, la mejor para su estatus y estudios. Él se había negado por ti, traté de convencerlo, pero no hubo caso, por lo que se irá, y siendo el único al que escuchará, me iré con él.

—¡No te vayas!— Pedí abrazándolo.

—Bonita, lo último que quisiera es irme— Confesó correspondiendo mi acto —Pero...— Tomándome por los hombros, me alejó lo suficiente para que pudiera verlo a los ojos —Él me necesita, y no lo dejaré solo.

—¡Ve a buscarlo, Natalia!— Sugirió Catalina sonriendo —Has como en las películas, ve a buscarlo y dile que lo sientes.

—Eh...Yo...— Balbuceé nerviosa —¿Tú...Tú crees que me aceptará?

Con una débil sonrisa ladeada, los ojos de Zac se conectaron con los míos —Está muy destruido bonita, no prometo nada.

Un golpe de la rubia sobre mi mejor amigo lo obligó a voltear —Inténtalo— Sugirió ella mientras él rodeaba su cintura —No te emociones lobito— Bromeó Cata guiñándole un ojo a Zac.

—No soy un puto lobo— Comentó histérico provocando carcajadas.

Tomé mis cosas y me acerqué a mi hermano —Perdóname, volveré pronto— Me despedí dejándole un beso sobre su frente.

—Si no lo recuperas no serás la madrina.

—¡Hey!, ¿Y eso por qué?— Fruncí mi ceño sin dejar de sonreí.

—Ambos iban a ser los padrinos.

—¿Si no lo recupera puedo ser yo?— Jugó Cata volviendo a sentarse.

—Por supuesto, y tú el padrino— Siguió su juego señalando al morocho.

Asintiendo, Zac afirmó —Un placer, aunque sea por descarte— Se burló ocasionando más carcajadas—Anda, vamos.

[...]

En cuanto llegamos a su casa, bajé de la colorada bestia de Zac de un salto, removí el casco y se lo entregué. Colocándome la capucha ya que había comenzado a llover comencé a caminar.

—Buena suerte bonita— Soltó sonriendo mientras me dirigía hacia la entrada.

Estiré las mangas de mi campera, y sequé los restos de agua sobre mi rostro, toqué la puerta usando mis nudillos y volví a resguardarlos dentro de las azules mangas del abrigo para cruzarme de brazos resistiéndome al frío.

Los pasos se oyeron del otro lado, el corazón comenzaba a latirme con desesperación, los nervios no tardaron en apoderarse de mí. Inhalé y exhalé una y otra vez, cuando el sonido de las llaves llegó a mis oídos, giré sobre mí para quedar de frente a la puerta. Un millón de cosas pasaban por mi cabeza, mil ideas de lo que diría, y cientos de formas de actuar.

Cuando el fulgor del interior comenzó a vencer a las sombras de una recién caída noche, mi corazón se aceleró un cincuenta por ciento más. Carraspeé con el propósito de que mi voz no fallara, el blanquecino destello pronto iluminó mi rostro, ocultándome la brillante luz una figura se hizo presente.

—¿Natalia?

Tragando todas aquellas palabras que casi salen de mi boca, me enderecé y saludé al padre de Matt —Hola Alex, bue... buenas noches— Tartamudeando gracias a mi nerviosismo, intenté ir al punto —¿Está Matt?

—¿Ustedes no...?— El señor Bolton sacudió su cabeza de un lado al otro —Discúlpame— Apretando el puente de su nariz, contestó mi pregunta —No, Matt no está— Mirándome con angustia, preguntó —¿Quieres pasar?

—¿Él volverá?— Cuestioné jugando con mis dedos, temiendo la respuesta.

—No, lo lamento— Negando con su cabeza ladeada, continuó —Se fue hace dos días, no le avisó a Zac para que no lo detuviera. Si lo ves dile que Matt lo espera allá— Con una mano apoyada en la puerta, me invitó a pasar, pero negué con un gesto —Siento mucho lo de ustedes, perdónalo si se dejó llevar, luchó mucho tiempo para controlarse, y cuando te conoció lo logró, pero tarde o temprano, todos explotamos. No es un mal chico, y él te ama, de seguro tú a él, por eso has venido hasta aquí— Apoyándose entre el marco de la puerta y esta, finalizó —Espero que él entre en razón y vuelva, ojalá lo de ustedes se arreglé. Sin embargo, siempre serás bienvenida en la residencia Bolton, Natalia.

No pude formular palabra, con una falsa sonrisa asentí e inconscientemente retrocedí. Alexander cerró la puerta llevándose la luz con él, dejándome a merced de las sombras. Mis latidos se desaceleraron y la tristeza pronto me colmó. Las lágrimas brotaban de mis ojos, saturándolos, respirar se volvió complicado, mis manos temblaban y mi nariz aspiraba desesperadamente por oxígeno.

Volteé para volver donde mi amigo me esperaba, cada paso era una tortura, la lluvia pronto dejó de importarme, empapada bajo aquellas dulces gotas de agua llegué a él. Zac volteó a verme, la sonrisa de su rostro se borró en el instante en el que me vio. Corriendo llegó hasta mí, cuando sentí a sus brazos rodearme me dejé caer sobre su pecho, mis piernas flaqueaban y las dejé descansar. Arrodillados en el piso, me acurruqué aun más en él, queriendo escapar.

—¿Qué sucedió?— Cuestionó elevando la voz para que pudiera escucharlo, ya que la tranquila llovizna comenzaba a transformarse en tormenta.

—Se fue— Dije entre jadeos —Lo perdí, Zac, lo perdí.

—Sh— Acarició mi cabeza mientras nos mecía —Tranquila.

—Todo es mi culpa— Confesé mirándolo a los ojos —Fui una idiota con él, tiene razón al irse.

—Nata, escucha— Tomando mi rostro entre sus manos, fijó sus ojos en los míos —Te ama, ¿De acuerdo?— Asentí a sus palabras mientras me esforzaba por respirar —Está dolido, hay que entenderlo. De todas formas, yo sé, que algún día volverán a estar juntos, puedo apostar lo que sea, a que así será.

Abrazándome de nuevo, me dejé guiar por sus manos, cada momento que pasé con Matt, mi cerebro lo revivió, cada risa, cada beso, cada caricia. Me lastimaba a mi misma con aquellos recuerdos, la persona más hermosa que había conocido, la perdí, eso era lo que más me dolía.

Entre los brazos de mi mejor amigo, me desahogué, dejé salir todo mi dolor, con la lluvia de compañía, dejé ir lo mejor que tuve en mi vida.

[...]

4 meses después.

—¿Dónde está la mujer a punto de explotar y mi ojitos azules?— Interrogó Cata mientras me abrazaba.

—Al fin llegaron, están en el patio.

—Pasé a buscar a la barbie hace dos horas, pero supongo, ya la conoces— Acotó Zac poniendo los ojos en blanco. Riendo ante el golpe que la rubia le había regalado, observé detrás de ellos —No, lo siento— Entendiendo mi accionar, mi mejor amigo me contestó.

Sonreí ocultando la decepción que sentí al no verlo, me hinqué de hombros y me hice a un lado para que pudieran pasar.

—¿Qué hace él aquí?— Cuestionó Zac tensando su cuerpo.

—Hicieron las paces con Nicky, además es el tío— Frunciendo mis labios, empujé al morocho para que siguiera caminando.

—¿Ya saben que es?— Cuestionó el oji-amarillo a los futuros padres, mientras se sentaba.

—No quisieron saberlo, tendremos que esperar— Alcanzándole una bebida me senté con los chicos.

—Tomen— Acercándose a ellos les entregó dos bolsas —Una es mía y la otra...— Dudó un segundo antes de terminar la oración, desviando mi vista, él continuó —De Matt— Soltó suspirando.

—¿Por qué no vino?— Preguntó mi hermano, obligando a tocar el tema.

—No...No está listo para volver— Intentando evadir las intenciones de mi pariente, acotó —La universidad está robándonos mucho tiempo, y él será un hombre ocupado.

—Entiendo— Respondió Nicholas, la mano de mi amiga sobre mi hombro me animó, levantándome con ella nos hicimos unos pasos para atrás para poder fumar sin molestar a Ann —¿Y tus estudios?

—Estupendo, no es tan complicado como la prepa— Contestó haciéndonos reír.

El sol se escondía, dejándole al cielo un hermoso anaranjado. Los invitados a la reunión en honor a mi futuro sobrino, comenzaron a retirarse. Zac fue el último, tenía que volver a la ciudad ya que en dos días tendría un examen.

—Gracias por invitarme, Nick, avísame cuando nazca— Sacándole la cadena a la moto se despidió.

—Seguro, espero que él pueda venir.

—Trataré de convencerlo— Con una sonrisa, se acercó a mi pariente.

Luego de un abrazo de despedida, mi hermano se metió a la casa, dándome unos minutos con mi mejor amigo.

—¿Está bien?— Cuestioné, de Matt no sabía nada, en las redes sociales había desaparecido, se había desconectado de todo.

—Lo intenta— Apoyándose sobre su moto se prendió un cigarrillo.

—¿Por qué no vuelve?

—No quiere volver a sufrir, tiene miedo, bonita— Invitándome a refugiarme entre sus brazos, continuó —No te preocupes, sigue tu vida, Naty.

—Lo extraño— Confesé sobre su pecho.

—Lo sé, y yo, también.

—¿Tú también?

—Olvídalo— Con una sonrisa aumentó la fuerza de su abrazo, separándome de él lo despedí con un beso sobre su mejilla —Nos vemos pronto bonita.

Subiéndose a su motocicleta se colocó el casco, luego de una sonrisa de mi parte, prendió le motor y se marchó.

Hoy sería mi única oportunidad de verlo y pedirle perdón, sentía que necesitaba hablar con él, pero tal vez, Matt necesitaba su espacio, su tiempo, o simplemente él ya no quería verme. Capaz su vida había cambiado, había conocido a alguien más y Zac no quería decírmelo.

Elevé la vista al cielo, con una sonrisa de nostalgia —Si pudieras escucharme, o por lo menos leyeras unos de mis mensajes. Quiero que sepas, que espero, puedas ser feliz.

—¿Sabes que no está muerto, cierto?— Jugó Catalina acercándose a mí.

Sintiendo a la rubia a mi lado, apoyé mi cabeza en ella a la vez que veíamos a Zac alejarse.

Todavía con una sonrisa la miré —Solo necesitaba decirlo, tarada— Guiando mis ojos hacia la carretera, confesé —Fue hermoso mientras duró— Solté al aire.

—Salgamos, necesitas conocer personas— Bromeó pasando su brazo alrededor de mi cuello.

—¿Tú crees?

—Ya es hora—Bromeó, riendo giramos sobre nosotras, volvimos al interior de la casa.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro