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Capítulo 37

Poco a poco el beso volvió a saturarse de fuego. Sus manos volvieron a recorrer mi cuerpo buscando despojar cada prenda que este vestía. Pronto mi remera fue un estorbo que él no tardó en apartar, ahora mí torso casi desnudo rozaba con el suyo ocasionando que más calor nos envolviera. En un rápido movimiento y sin dejar de besarnos Matt me alzó para recostarme sobre las sábanas que cubrían la cama. Utilizando solo su mano izquierda inmovilizó mis dos brazos sobre mí cabeza, con la yema de sus dedos derechos acarició todo el lateral izquierdo de mi cuerpo. Pronto sus dedos dejaron de frotarse contra mi piel para todos juntos acentuarse en mi muslo y presionarlo, inmediatamente sus labios abandonaron los míos para recorrer mi cuello una vez más.

Al tener mis brazos esposados bajo uno de los suyos no podía evitar retorcerme cada vez que su boca tocaba mi piel, sus besos llegaron hasta el centro de mi pecho donde pausaron su trayecto. Con un movimiento sagaz desabrochó mi corpiño, mi cuerpo no tardó en sentir aquella liberación y reaccionar ante esta, un gemido salió de mi boca cuando mis pechos saborearon aquella libertad. Con una notoria ansiedad su boca atrapó uno de ellos mientras que su extremidad libre acariciaba a su gemelo. Mis piernas estaban atrapadas bajo las suyas, sin embargo, no dejaban de moverse inquietantemente. Liberando mis senos de su tortuoso placer Matt se hizo a un lado.

Mis ojos en seguida siguieron su cuerpo, con brusquedad liberó a su miembro de la presión que sus jeans le producía, acto seguido despojó a los míos acompañados por mi ropa interior. Sin dudarlo me quité el sostén que aún descansaba sobre mí. Antes de volver a situarse sobre mí terminó por quitarse la última prenda que reprimía su virilidad y la atrapó nuevamente en una cárcel de látex.

Ya sobre mí de una manera sensual aprisionó mi labio inferior con sus dientes. Elevé mis caderas para poder rodear su cintura con mis piernas. En cuanto sintió estar listo se adentró en mí y comenzó a moverse de una manera lenta, entrando y saliendo de mi cuerpo, acostumbrándolo a él. Si bien al momento de hacer contacto fue algo molesto luego de unas pocas embestidas sentí disfrutarlo, no dolía, no molestaba, comencé a gozarlo, a encontrarle el gusto.

Produje más fuerza con mis piernas y marqué una estela de presión en su espalda con el vigor de mis dedos -Hazlo- Musité entre una extraña mezcla de suspiros y jadeos. Instantáneamente sus ojos hicieron contacto directo con los míos, su expresión era una extraña combinación de excitación y concentración que me dio ternura por demás. No tardó en sonreírme y arquear una de sus cejas -Rápido- Concluí divertida.

Haciendo un gesto de diversión y luego de reír pesadamente por falta de oxígeno, susurró -Creo que eres una prodigio en esta materia sonrisitas.

Cumpliendo mi petición incrementó la velocidad de sus embestidas, pronto mis uñas dejaron marcas en su amplia espalda sacándole gruñidos. Una vez más atrapó uno de mis pechos con su boca, arqueé mi espalda ante las lamidas que sus expertos labios me brindaban. Meneé mis caderas en busca de más, enredé mis dedos con su cabello y dejé caer mi cuello. No paso mucho tiempo cuando sentí un cosquilleo en mi zona baja, gracias a un fuerte e inconsciente gemido de mi parte él se dio cuenta. Enderezó mi cuello con una de sus manos para poder vernos a los ojos.

-Te amo- Susurró regalándome una sonrisa.

Juntó nuestros labios y aumentó aún más la fuerza de las embestidas, poco después nuestros cuerpos vibraron al mismo tiempo, se contrajeron unos instantes para luego relajarse por completo.

Con cuidado salió de mí y se deshizo del preservativo para recostarse a mi lado, invitándome a descansar sobre su pecho.

-Yo también- Dije mientras que con mi dedo índice jugaba sobre su pecho. Sentí sus ojos puestos en mí. Sonreí y relamí mis labios -Yo también te amo- Levanté la cabeza para mirarlo y en su rostro una sonrisa perfecta resaltaba.

Cuando nuestras respiraciones volvieron a la normalidad Matt se levantó de la cama, no pude evitar echarle un ojo a su trasero y morder mi labio inferior. Como si supiera que lo observaba giró la mitad de su cuerpo -¿Te gusta lo que ves? - Arqueó una ceja divertido.

-Me encanta- Respondí sin apartar mi vista de la parte más clara de su cuerpo -Podría verlo todas las mañanas sin problema- Con un tono de voz provocador lo miré a los ojos haciéndolo, por primera vez, sonrojarse.

-De acuerdo pervertida- Riendo volvió a ponerse su bóxer y eché a reír. Se acercó a mí para dejarme un beso sobre los labios y luego volvió alejarse. Cubrí mi desnudez con las sábanas mientras lo veía acercarse al baño. Con una toalla rodeando su cintura se frenó junto a la puerta -Iré a buscar algo para tomar.

Salté de la cama y con rápidos pasos llegué hasta él. Le arrebaté la toalla que lo cubría sonriendo y arqueando una ceja. Sonrió mientras me veía alejarme con ella para dejarla caer y levantar del suelo la remera que antes él traía -Iré yo, tú prepara un buen baño- Sugerí introduciéndome en su camiseta y acercándome a la puerta.

-Me gusta esta nueva faceta tuya sonrisitas- Dijo tomándome por la cintura y sonriendo -Prepararé el baño pero ponte algo debajo, recuerda que no estamos solos.

Asentí y lo besé. Mientras el castaño tomaba la toalla que dejé sobre la cama y se dirigía al baño, saqué de entre mis cosas un short repleto de rosquillas y me lo puse en vano ya que la remera lo cubría.

A hurtadillas pasé por la puerta de la habitación de mi hermano, bajé con cuidado de que las escaleras no rechinen y me dirigí a la cocina, de la heladera tomé cuatro latas de cerveza y unas cuantas porciones de pizza. Ya habiendo subido las escaleras intenté volver a traspasar el pasillo sin hacer ruido, pero con las cosas que cargaba era una tarea difícil, ya a mitad de caminó escuché como una de las puertas a mis espaldas se abrió. Por el temor de que sea mi hermano eché a correr haciendo todo el ruido que podría hacer, antes de que cerrara la puerta de un buen portazo alguien susurró algo. Suspiré y me largué a reír.

-¿Qué ah ocurrido? - La figura de Matt se asomó desde el baño.

-Creí que mi hermano me había visto- Volví a reír contagiándolo mientras regresaba al baño.

Dejé las cosas sobre la mesa de luz y volví a despojarme de mis ropas quedando completamente desnuda una vez más. Tomé mi caja de cigarros, la de mi novio, los víveres y caminé hasta el baño.

-Me encanta poder tenerte así sonrisitas- Susurró en mi oído a mis espaldas provocándome un sobresalto que pronto se transformó en una sonrisa.

-Aquí me tienes- Respondí girando sobre mis pies para darle un corto beso -Me gusta tu idea de velas y espuma- Comenté sobre sus labios mirando de reojo su obra.

-Y a mi la tuya de cerveza y pizza- Hice un ademán con la cabeza agradeciendo su cumplido haciéndonos reír.

Ya dentro de la bañera, la sensación de agua caliente era una sensación super relajante. Nuestros cuerpos eran tapados por la espuma que colmaba la gran bañadera en la que estábamos. Mientras hablábamos de cosas triviales como el colegio, nuestros amigos, y el juego, comíamos y bebíamos.

Luego de habernos sacudido las manos a un costado de la tina las migas de la masa y terminar la primera lata de alcohol, me acerqué a él para quedar entre sus piernas y brazos. Apoyé mi cabeza sobre su pecho mientras que él rodeaba mi cintura con una de sus manos bajo el agua, tomé un filtro blanquecino y me lo llevé a la boca, tomé uno de él y lo dejé en sus labios, prendí ambos y sumergí un poco más mi cuerpo dejando únicamente la mano que cargaba el cigarro y mis ojos fuera del agua. Frente a mi solo había agua rodeada de espuma y a la distancia nuestros pies apoyados contra el final del mármol.

-Cuéntame algo de ti- Pedí mientras jugaba haciendo burbujas con la boca.

-¿Qué quieres saber sonrisitas?

-Todo- Lo escuché reír y me enderecé haciendo que el filo del agua llegue hasta mis pechos, me apoyé sobre su hombro y le di una pitada al cancerígeno filtro de tabaco -Es decir, no sé nada de tu pasado- Solté el humo y noté lo tenso de su pecho en mi espalda. La mano que rodeaba mi cintura ahora estaba sujeta a uno de los lados de la bañera. Volteé mi rostro para ver sus ojos, pero su cabeza apuntaba a un costado, impidiéndome el poder verlo -No es necesario que me digas nada Matt, fue una estupidez de mi parte- Dije intentando enmendar mi falta de tacto.

Después de un carraspeo y un suspiro. Giró a verme con una falsa sonrisa y unos ojos dilatados llenos de el brillo que las lágrimas ocasionaban -No te preocupes- Musitó y le dio una larga bocanada a su cigarrillo terminándolo. Soltó el humo mientras se acercaba a mi y me abrazaba con todo su cuerpo, aferrándose -¿Por dónde puedo empezar? - Interrogó con una falsa diversión.

-Tus padres, nunca los eh visto- Comenté frunciendo mi ceño al recordarlo.

Matt

-Bien- Sonreí de nuevo sin ganas y apoyé mi mentón sobre su hombro -Ellos son personas de negocios, ya sabes, son dueños de una empresa por lo que están siempre de viaje. Los vi pocas veces en mi vida, nunca tuve una navidad en familia ni cumpleaños con ellos. Durante mi infancia una señora llamada Gladys cuidaba de mi- Sonreí recordando a la mujer que fue como mi madre -Ella siempre estaba a mi lado. Me ayudaba con mi tarea, llamaba al médico cuando me sentía mal, pasaba mis cumpleaños conmigo, me llevaba a jugar con su hijo. Ella fue una madre para mí- Una lágrima resbaló por mi rostro fusionándose con el agua caliente de la bañera -Cuando cumplí los quince años mis padres la corrieron con la excusa de que yo ya era lo suficiente mayor para una niñera, la dejaron sin trabajo sin importarles su vida. Una vez por mes le envío dinero, para navidad y su cumpleaños le envío un poco más, además de unos detalles -Otra lágrima brotaba. Natalia giró sobre sí quedando acostada de lado abrazando mi brazo, sonreí ante su gesto y apoyé mi cabeza sobre la suya.

-Parece una excelente mujer- Susurró con miedo a hablar, acaricié su mejilla con mi pulgar y asentí.

-Luego de que Gladys se fue y mis padres volvieron a viajar la tristeza me invadió- Esbocé una sarcástica sonrisa ladeada con la llegada de aquellos enterrados recuerdos -Hice cosas que no debía solo para llamar la atención, la cual nunca recibí. Haciendo las mierdas a un lado me metí en las típicas peleas ilegales al no conseguir lo que buscaba, peleaba para desquitarme, imaginando que cada contrincante era mi padre.

-¿Peleas ilegales? Me cuesta creerlo, jamás te vi agresivo- Musitó mirándome a los ojos. Besé sus labios en busca de ánimos.

-Entendí que aquello no me serviría y me alejé. Pero creerme, era bastante loco- Reí atormentado por los fantasmas del pasado -Por eso mi único amigo era Zac, aunque era un año mayor, en el colegio siempre me peleaba con alguien y a causa de mis reacciones todos me tenían miedo. Pero él se acercó a mí y me dio una oportunidad, nuestra amistad creció y él se convirtió en todo lo que tenía, por eso el problema con Denis no me importó en lo más mínimo, prefería seguir teniendo a mi hermano que perderlo por ella -Natalia volvió a girar esta vez quedando frente a mí, pasando sus piernas por mis costados y abrazándome por el cuello mientras me miraba fijamente -Cuando perdí a Zac volví a decaer, volví aquel lugar, pero no lograba desquitarme, no lograba saciarme -Pausé y acaricié su rostro con ambas manos -Hasta que te vi, y me juré que si lograba conquistarte, lo dejaría -Sonreí al igual que ella -Motivo por el cual te amé con tanta rapidez.

-¿Y Mike?

-Mike- Reí -Lo aprecio un montón, pero Zac estuvo cuando mis padres no, incluso cuando Gladys enfermó. Zac es mi hermano.

-¿Y cuándo yo y Zac...? - No dejé que acabara la pregunta.

-Pensé en volver, pero pude controlarme. Cuando Zac me perdonó por mi antigua hipocresía y egoísmo supe que no las necesitaba. Pero sin embargo me faltabas tú, lo más lindo que había tenido, lo único que amaba y me negaba a sufrir por perderlo. Razón por la cual apareció Jazmín, intenté olvidar mis sentimientos en sus besos, pero no lo logré, y cuando me enteré que me amabas mi mundo volvió a girar.

Una lágrima caía por su rostro y sonreí ante ello, la sequé y la abracé.

-Perdóname- Susurró mientras que otra gota del líquido de sus ojos se derramaba por mi pecho.

-No tienes que pedirme perdón por sentir Natalia.

-Si, porque si yo hubiera sabido lo que me sucedía contigo tú no hubieses vuelto a sufrir.

-Tal vez, pero no me arrepiento de ello- Dije sosteniendo su rostro obligándola a mirarme -De no haber sido por eso, nunca hubiese recuperado a mi mejor amigo. Gracias a ti soy feliz de nuevo sonrisitas.

-¿Sabes? Tengo ganas de conocer a Gladys- Murmuró mientras se envolvía el cuerpo con una toalla y yo la imitaba.

-Ella quiere conocerte- Sonreí mientras sacaba el tapón dejando ir el agua ahora fría.

-¿Ya sabe de mí? - Interrogó mientras sus mejillas tomaban un color rosado, sonriendo me acerqué a ella para levantarla en mis brazos.

-Te dije que era como mi madre.

Dejé a Natalia sobre la cama y fui hasta la chimenea para prenderla, por suerte el piso de la habitación era de alfombra por lo que el frío no podría congelar nuestros pies. Cuando las llamas estaban en su mejor momento volteé y vi atreves de la ventana que nevaba. Me acerqué a Natalia y le estiré mi mano, sin dudarlo la tomó, con lentos pasos la llevé hasta la ventana. La abracé por la espalda mientras ella se deleitaba con el paisaje.

-Gracias- Susurré mientras veíamos los pequeños copos blancos caer y el ruido del fuego tocaba para nosotros.

-¿Por qué?

-Por hacerme feliz- Besé su mejilla, girando lentamente sobre si misma unió sus manos en mi nuca y me besó.

Las toallas no tardaron en caer, abrí mis ojos para mirarla y vi su sonrisa bajo mis labios y unas cejas inquietas sobre sus ojos. Sonreí y la alcé para recostarla sobre la cama, con el resplandor cálido que la fogata nos regalaba la miré fijamente. En sus ojos verdes lo había encontrado todo, mientras todo nuestro lado derecho era envuelto en aquel destello naranja, y nuestros labios se unían. Sentí tenerlo todo, y no estaba dispuesto a perderlo. De una manera suave y llena de sentimientos que intercambiamos volví hacerla mía.

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