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Extra 6: AsaNoya

—Mami...- decía Yuki con su voz bajita.— ¿J-jugamos?

La niña no recibió respuesta y salió de la habitación de sus padres con la cabeza gacha y sus manitas apretando con fuerza el borde de su vestido.

Asahi suspiró con el ceño fruncido y entró a su habitación. El menor se estaba pasando con su actitud y el ignorar a su hija era la gota que colmaba el vaso.

—Yuu... Oye, Yuu. Tienes que levantarte.- dijo.— Llevas ahí metido dos meses. No puedes seguir ignorando a Yuki.- no obtuvo respuesta.— La muerte de Kageyama también me dolió, pero hay que seguir adelante, y tu deberías de hacerlo.

Asahi fue respondido de vuelta con el silencio del menor haciéndole colmar la paciencia.

Se acercó hasta la cama y agarro las sabanas haciéndolas hacia atrás con fuerza dejando a la vista el menudo cuerpo que se encogió mas cuando las sabanas fueron retiradas.

El de barba las lanzó a cualquier lado y se subió encima de la cama.

Giró al más bajo por uno de sus hombros logrando que quedase con la espalda pegada al colchón. Agarró con sus manos los brazos contrarios a la altura de las muñecas y las presionó de igual forma contra el colchón.

Su mirada castaña escaneó el rostro lloroso fruncido en enfado totalmente dirigido hacia él.

Su ceño fruncido al igual que su boca, y podía asegurar que Nishinoya quería atravesarle mil dagas con su mirada.

Pero él había dejado de ser tan asustadizo cuando de Nishinoya se trataba.

—¡Reacciona Yuu! Kageyama está muerto. ¡Supéralo!

—¡No puedo!- hizo sus manos puños.— ¡Era importante para mi!

—¡Para mi también! ¡Pero no puedo llorar su muerte para siempre!

Noya apretó los dientes pero relajó sus brazos mientras un sollozo lastimero saliese de su garganta.

—¿Acaso... no te duele?

Asahi suspiró.

Lo soltó acostándose a su lado y atraiéndolo hacia sus brazos.

—Yuu... Todos nos tenemos que marchar un día.

—Pero Kageyama no merecía irse tan pronto. Es injusto.

—La vida está llena de injusticias que escapan de nuestras manos.

El menor enterró más la cara contra el pecho contrario y se desahogó como lo había estado haciendo todos esos días durante dos mese.

Puede que lo suyo fuese insignificante en comparación a lo que tendría que estar pasando Shouyo o lo que tendría que estar pasando Nao.

Pero no podía evitarlo.

Kageyama fue su serio kohai. Fueron juntos con todo el Karasuno a las nacionales, y pudo ver como se abrió con todos cuando perdieron contra Kamomedai donde les confesaba cuanto habría deseado seguir jugando con todos.

Recuerda que ese día lloró.

Tanto por el partido perdido, el por la fiebre e impotencia de Shouyo y por las palabras de Kageyama.

—¿Por qué no te vas de viaje con Yuki?- propuso Asahi cuando el contrario se había calmado un poco.

—¿Qué hay de ti?- sorbió sus mocos mirándole.

—Estaré bien.- sonrió.— Tengo prendas que hacer, así que estaré ocupado.

—... Bueno... Pero si pasa algo, no te lo guardes y me lo dices. Vendré con nuestro copito de nieve en el primer vuelo.

Asahi rió dejando un beso en sus labios.— Cuento con ello.

—Tengo algo que pediros.- dijo serio Nishinoya al resto de los chicos en aquella reunión de solo mamis.

Habían quedado como hacían frecuentemente, esta vez en la casa de Kita.

Había algo de privacidad y podían disfrutar de las delicias que les preparaba Osamu. Sobretodo cuando más de uno de los de allí presentes estaban con una bonita barriguita a punto de explotar o en crecimiento.

Sakusa -después de sus negativas y sus quejas por las que pasó en su primer embarazo al respecto de los gérmenes que podrían haber- se embarcó en otro embarazo donde esta vez sería una niña la que vendría.

El pequeño Riku era tan parecido físicamente a su madre: con su pelo rizado y ligeramente largo; pero con la alegría que caracterizaba a Komori.

Luego estaba Shirabu.

Había quedado embarazado, y después de cuatro meses, la pareja ya sabía que el nuevo miembro de la familia sería otra niña. Semi no parecía disgustado porque otra pequeña princesa llenase de alegría sus vidas, pero estaba seguro que quería un niño con el que poder jugar como los demás hacían.

Asahi y él tuvieron que vivir una época de tomar té con peluches junto a su pequeña Yuki.

Por último, estaba el propio anfitrión.

Hacía poco había traído al mundo a un pequeño de cabellos castaños. Parecía que ellos no eran como Atsumu y Shouyo: trayendo al mundo a un par de gemelos.

—¿En qué podemos ayudarte?- preguntó Suga.

—Asahi-san... Él...- suspiró y apoyó sus codos en sus rodillas mientras entrelazaba sus manos y ponía su barbilla encima de estas.— Creo que ya no le excito.

Hubo un momento de silencio que al cabo de unos segundos fue roto por las risas de Satori y Oikawa.

Nishinoya ni se molestó en mirarles mal por ello.

Su problema era mucho más grave que preocuparse por sus risas.

—¿Por qué dices eso?- indagó Akaashi ignorando al par que se seguía riendo.

—Hace...- empezó con los dedos pero bufó y se echó hacia atrás apoyándose en los cojines del sofá.— Puede que hayan pasado meses desde que tuvimos sexo desenfrenado.

—Puede que sea el cansancio. O estrés.- dijo Shouyo.

—¿Le ha pasado a Atsumu?- preguntó el castaño.

El pelinaranja bufó mientras se llevaba una fresa bañada en chocolate a la boca.

—¿Que pregunta es esa, Noya-san? Atsumu-chan siempre está dispuesto para mi.

—Nadie preguntó por tu vida íntima.- escupió Sakusa.

—Yo no fui quien empezó.- se encogió de hombros.— Quizás Asahi-san se volvió impotente.- dijo comiéndose otra fresa.

—¡Eso es lo peor!- se revolvió el pelo en frustración Nishinoya.— Cada mañana noto como ese gran pedazo de carne hace presión contra mi culo. ¡Pero Asahi-san no hace nada!

—Bueno... Tu sabes...- dijo tímido Yamaguchi.— Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma irá a la montaña.

·

·

·

Nishinoya miró por no sabe que vez el reloj de su mesilla de noche y se limpió las manos sobre sus muslos por -otra vez- no sabe que vez.

No había estado tan nervioso por sexo en la vida. Ni en su primera vez fue así. El nervioso había sido Asahi que luego se volvió una bestia salvaje.

—¿Por qué no dejas a Yuki-chan mañana con nosotros?- le había dicho Suga.

Y eso había hecho.

Había ido a la escuela de su copo de nieve con una mochila con las cosas que podría necesitar en la casa de Suga, y se despidió de ella con un beso en la frente.

—Tu y yo iremos de compras.- le había sonreído pícaro Oikawa.

Y en vez de tener miedo, solo le emocionaba.

Había caminado hasta el centro comercial donde se había quedado de ver con el castaño mayor, encontrándose de paso con el travieso Shouyo con el mayor.

Tanto Oikawa como Shouyo entraron a la tienda de lencería como si no fuera nada, mientras que él sentía la cara estallar al tenerla completamente roja. Intuía que su sonrojo le llegaba hasta el cuello.

Se probó infinidad de conjuntos que Oikawa le daba pensando que podría encender un poco la llama de la pasión que parecía que se estaba apagando entre Asahi y él, mientras que Shouyo se probaba otros que el mismo pelinaranja elegía y esperaban la aprobación del mayor.

Al final, acabó comprando algo que nunca pensó que se llegaría a poner en la vida.

Una camisa de encaje negra abierta por el pecho, que le daba un poco por encima del ombligo. Unas medias del mismo color hasta la mitad del muslo. Y lo que le daba mucha más vergüenza: un tanga, también de encaje y del mismo color, abierto por la zona del pene.

Su misión era clara esa noche: seducir a Asahi.

Quería que le cogiese hasta dejarlo seco.

Y esa noche, era la noche.

Había dejado a un lado eso de una cena romántica o un baño bajo la tenue luz de las velas alrededor.

Él quería ir directo al punto.

¡Pero Asahi se estaba tardando!

¿Qué le tomaba tanto tiempo en llegar a casa?

Hasta donde él sabía, no tenía ningún desfile para el que prepararse a la vista. Y también dudaba que hubiesen encargos urgentes que le hiciesen llegar tarde a su cálido hogar.

Además, en ese último año, había desistido de ir de viaje por el mundo para poder pasar más tiempo de calidad con su familia, y en su lugar había estado haciendo un libro de viajes para la empresa editorial donde Akaashi trabajaba.

Cabe destacar que fue el pelinegro en recomendarle para cuando buscaban a un viajero para que les ayudase con tal encargo.

—¿Y-yuu...?

Escuchó como el maletín que el mayor se llevaba con todos los bocetos de nuevos diseños caía al suelo sacándolo de sus pensamientos.

Tragó saliva y se puso de pie.

La mirada que le daba el otro le hacía calentar, y podía ser notable en como su pene se iba endureciendo.

—Qué... ¿Qué haces así?

El menor no quise decirle nada. En su lugar, se apresuró a acercarse al otro y jalarle de las solapas de su chaqueta y empezar a devorar su boca en un apasionado beso.

Gimió de gusto cuando sintió sus nalgas ser masajeadas por las grandes manos del de barba. Introdujo su lengua en la boca contraria sintiendo sus dientes chocar ante la brusquedad de sus movimientos.

Se estiraba todo lo que la punta de sus pies se lo permitían y jalaba de la larga melena para que sus oídos pudiesen deleitarse de los gruñidos que salían de la garganta del mayor.

Jadeó en el momento que un travieso dedo se introdujo dentro suyo a la vez que era alzado entre los fornidos brazos de Asahi. Sus pies enredados en las anchas caderas, se apretaban con fuerza sintiendo como eran ahora dos dedos los que se embestían en su apretado agujero.

Sus labios dejaban escapar sinfín de gemidos y suspiros al aire mientras que su cuello no paraba de ser succionado con fuerza. Sus hombros también eran mordidos dejando notables marcas al estar descubiertos. Y él no podría estar más que encantado.

La chaqueta que el de barba llevaba había sido lanzada a algún lugar de la habitación y la camisa blanca que llevaba estaba siendo desabotonada tan lentamente que parecía una tortura para él que estaba acostado en el centro de la cama.

—Date prisa.- exigió Noya.— Fóllame.

—No desesperes...- mandó a volar la camisa dejando a la vista su trabajado torso.— Preparaste todo esto para mi, ¿cierto? Déjame disfrutar.

—Ah~...

Sus duros pezones fueron jalados con algo de brusquedad pero solo logró encenderle mas.

Puede que fuese algo masoquista. O que le gustase duro.

Ya ni lo sabia. Solo quería que Asahi volviese a cogerlo como lo hacia antes.

Su entrada volvió a ser penetrada por los dedos del contrario mientras que uno de sus pezones era mordido por encima de la lencería y el otro era cruelmente jalado. Su cuerpo no dejaba de estremecerse y estaba a punto de llegar al éxtasis sin que le hubiese penetrado por el duro pene del mayor.

—¿Acaso piensas correrte con solo mis dedos?- preguntó Asahi.

Pero no hizo falta.

La sola imagen de ver al mayor con una mano sosteniendo sus largos mechones, su duro pecho perlado en sudor al igual que su frente y su pantalón desabotonado con su pene por fuera masturbándose frente a sus ojos, hizo que Yuu se corriese con un bajo gemido manchando su estomago y parte de la lencería.

—Eso fue rápido... Ni siquiera me esperaste.- le susurró al oído.

Nishinoya se estremeció al escuchar la profunda voz en su oído.

Sus caderas fueron sostenidas y pudo sentir como la punta de la erección del mayor se alineaba con su apretada entrada al hacer a un lado la algo incomoda tanga. Alzó la cabeza con rapidez y vio directo a los ojos nublados en lujuria de Asahi.

—¡E-espera! ¡A-acabo de...! ¡Ngh...!

Su cabeza se echó hacia atrás, sus ojos se abrieron por completo y de las comisuras de su boca salían pequeños caminos de saliva.

Asahi le había agarrado de los antebrazos y le había penetrado de tal manera que había llegado hasta lo más profundo de su interior. Si es que no más allá de eso si era posible.

¿Desde cuando el sexo se sentía tan bien? Estaba en la gloria.

El de barba empezó a moverse con rudeza chocando sus caderas con las propias dejándole oír el chapoteo que producían. Aquel pedazo de carne duro y caliente golpeaba una y otra vez aquel punto que le hacia poner los ojos en blanco, y puede que hasta algo bizcos.

Su cuerpo no paraba de temblar, y de su boca no paraban de salir altos gemidos que probablemente los vecinos ya se imaginaban en la faena que estaban.

Un último golpe le hizo volver a correrse esta vez en un gemido entremezclado con un grito lleno de placer. Respiraba agitado y solo pensaba en el siguiente asalto que estaba por venir.

Porque Asahi seguía duro como una piedra en su interior.

Nishinoya se encontraba en la sala de su casa pintando algunos dibujos en el libro de pinturas de su pequeña Midori.

La llegada de su segunda hija fue algo obvia después de su alocada noche de seducción a Asahi. Por su mente no pasó ni un solo segundo que debían de cuidarse si no querían quedar embarazados de nuevo y el mayor tampoco tuvo tiempo de pensar en ello al haber estado toda la noche dándole como cajón que no cierra.

Lo divertido de todo ello fue cuando a la mañana siguiente regresaba a sus cinco sentidos después de que la bruma del placer dejase de nublarle.

—¡O-o-o-oh! ¡L-l-l-lo siento mucho Yuu!- decía preocupado.— ¡M-m-mira como te deje!

Y Noya solo podía reír.

Su cuerpo había acabado completamente agotado de tanto sexo durante toda la noche. Si había pensado en dejar seco a Asahi, había sido el propio Asahi en dejarle seco pero a él. Puede que incluso se haya llegado a desmayar brevemente y recobrar el sentido con el de barba entrando y saliendo de forma suave en su interior.

Y los chupetones y mordidas que adornaban su piel tampoco se hicieron esperar.

No había dejado ni un solo en su cuerpo que los apasionados labios de Asahi no tocasen. Habían recorrido todo su cuerpo. Todo.

Cuando pudo moverse sin que su cuerpo se quejase por tan agitada noche, fue cuando pudo sentir como el semen de Asahi recorría sus piernas.

Y nos es por presumir, pero él era sin duda alguien fertil. Aunque si hablamos de fertilidad, todos allí sabían que Shouyo era la persona más fértil.

La primera vez que tuvieron sexo, fue la misma donde encargaron a la adorable Yuki. No seria de extrañar que en este otro descuido quedase preñado de nuevo. Al fin y al cabo nunca se descuidaban.

Pudo escuchar la puerta de su casa ser abierta y cerrada, y de como suaves pasos iban hacia la escalera sin aparecer por donde él estaba.

—Midori.- la niña le miro con sus hermosos ojos chocolate y una gran sonrisa en sus labios.— Mami puede dejarte sola un momento, ¿verdad?

Sipi.- asintió.— Midori es una buena niña.

Noya podría morir de sobredosis de ternura.

—Claro que lo eres, mi niña.

Besó su cabeza y se puso de pie yendo hacia las escaleras.

Las subió despacio y llegó hasta el pasillo. Caminó hacia la izquierda y se paró frente a la única puerta de color negro de toda la casa. Hacia dos años su copito de nieve había pedido que su puerta fuese pintada de negro. Ella no dio explicaciones y ellos tampoco las pidieron.

Ambos pensaron que era una etapa y que les volvería pedir que regresaran la puerta a su color original.

Pero se ve que no era una etapa.

Tocó la puerta sin recibir nada, por lo que acabó entrando siendo recibido por oscuridad. No literalmente.

El brillante cuarto de paredes rosa pastel, habían sido reemplazadas por oscuras paredes de negro. El bonito armario de flores donde guardaba preciosos vestidos hasta que tenia doce, fue sustituido por uno donde era solo blanco con montones de faldas y pantalones rotos, medias de rejilla y camisas con significados que ni lograba entender.

No le extrañaría que su adorado copo de nieve tuviese algún tatuaje del cual no sabia su existencia o un pircing que también tendría tan dudosa procedencia como el tatuaje.

—Cuando llegas a casa deberías de decir al menos hola.

Yuki le miró con el chicle que estaba mascando y lo infló hasta que lo estalló en su boca.

—Hola.

—No así Yuki.

—Pero saludé.

—¿No piensas saludar a tu hermana? Ha estado preguntando por ti.

—... Estoy cansada. Cierra la puerta cuando salgas.

Le dio la espalda, y esa fue la señal de Noya para que saliese.

·

·

·

—¿Qué ocurre, Noya?- preguntó Suga.— Es raro que pidas una reunión de emergencia.

—Y solo nosotros cuatro.- siguió Yamaguchi.

—Es porque sé que vosotros podréis ayudarme.

Nishinoya había pedido que Shouyo, Yamaguchi y Suga se reuniesen con él en la casa del mayor de los cuatro.

Reunirse en su no estaba en sus planes ni de lejos. Mas cuando el motivo de su reunión estaba en su casa.

En la casa de Shouyo era otro no rotundo. Habían demasiados niños correteando por todos lados y habían tres adolescentes que eran mejor que no escuchasen de lo que tenían que hablar. Sobretodo cuando con uno de ellos las cosas estaban tensa.

Y la casa del tierno Tadashi era un poco más de lo mismo que en la casa de Shouyo. Habia un adolescente, pero uno demasiado inteligente.

En cambio, la casa del amable Suga era perfecta.

Aunque Kaori estuviese allí, respetaba la intimidad de sus padres. Aquella chica había sacado lo bueno de ambos padres siendo una estudiante ejemplar y una bella modelo.

Hacia dos años la chica había ayudado a Asahi en uno de sus desfiles para ropa infantil, y la única en cooperar fue Kaori -ya que Yuki se había negado. La chica dejó tal impresión, que ha modelado más veces logrando hacerse un pequeño hueco en la moda y el modelaje.

—¿Qué sucede?- preguntó Shouyo.

—Puede que no me entendáis porque vuestros hijos son chicos... Y aunque Suga-san tenga una chica, ellas son como el agua y el aceite.

—¿A que te refieres?- cuestionó el del lunar.

Noya se desinfló.

—¿Qué puedo hacer con una adolescente? Mi pequeña pasó de ser una dulce princesita a una rebelde matona.- suspiró.— Asahi-san y yo no sabemos que hacer. Apenas está en casa, y cuando lo hace no quiere hablar con nosotros. Pensamos que podría ser una etapa de la adolescencia, pero una etapa no dura dos años.

—Quizás no es una etapa.- dijo Shouyo.— Puede que esté mostrando como es en verdad.

—Pero Asahi-san ni yo somo así.

—... Ni Kageyama ni yo eras muy inteligente que digamos, pero Soichi es alguien muy listo.

—Eso es porque tiene a Seiya a su lado.- apuntó Suga.

—Si, bueno, tan listo que os negasteis costearle la universidad. Ninguno de los dos.- señaló el castaño a Yamaguchi y Shouyo.

El ambiente se tornó ligeramente incómodo al haber sacado el tema de la universidad.

Era algo que todos había acordado no mencionar.

El tema había salido por primera vez en un almuerzo de los que ellos suelen hacer. Había sido Osamu quien sacó el tema de forma inocente. Y fue cuando el caos tan solo comenzó.

—¿Habéis pensado a que universidad entrar?

—Yo estoy pensando en la de Tokio. Mamá y Atsumu-san están de acuerdo.- había comentado Nao con timidez.

—¿Y tu Soichi?

El pelinaranja había mirado a su tío, luego a sus padres y por último al resto de los presentes para regresar a su plato lleno de comida.

—Kyushu... Iré con Seiya. Pero a diferencia de mi hermano, nuestros padres no ven con buenos ojos nuestra elección de universidad.- había dicho como si nada aún fija en su plato.— Que si dinero... Que si distancia... Que si un amor pasajero...- alzó su mirada zafiro para ver a Osamu con una sonrisa sincera.— Pero tranquilo tío Samu, vendré de visita cada vez que pueda.

Después de eso, con ver las expresiones de Atsumu, Shouyo, Tsukishima y Tadashi, hubo un pacto mudo de que el tema de las universidades no volverían a salir a colación en ninguna de sus conversaciones.

Pero esto era algo que Noya no podía evitar.

—¿P-por qué mejor no dejas que el tiempo lo resuelva?- rompió el momento incómodo el peligris.— Yuki tendrá sus motivos para comportarse de esa manera. Sólo déjala ser. Cuando esté preparada irá hasta ti.

Él espero hasta que Yuki decidiese hablar con él. Pero ese momento nunca llegó.

Noya daba pequeños saltitos para poder ver en el aeropuerto entre toda esa gente a ver si podía encontrar a Yuki.

Nunca antes había odiado su altura como ahora.

Ni siquiera cuando no podía subir en las atracciones de los parque de atracciones.

Y mucho menos cuando fue libero.

Pero ahora mismo, desearía poder ser un poco más alto para poder encontrar a su pequeña.

Cuando había cumplido los dieciocho, había decido irse a recorrer mundo como él lo había hecho al acabar la preparatoria. Pero en el caso de ella, había estado estudiando a distancia durante esos siete años en los que había estado fuera del país.

Sus looks oscuros siguieron en los años siguientes, pero tanto Asahi como él vieron que eso era parte de su niña y no era una etapa rebelde por la que estaba atravesando ni nada parecido.

El de barba había vuelto a coser para ella ropa de su gusto logrando ver de nuevo esa sonrisa que solo Asahi ponía cuando hacía ropa para sus niñas.

Vio una cabellera castaña ondear a lo lejos, al saltar un poco más alto pudo ver a su pequeña, ya no tan pequeña, caminar hacia él.

—Hola ma.- le abrazó al tenerlo en frente.

—Mi copito de nieve.- le abrazó como más fuerza. Se alejó.— Pero mira como has crecido. Y lo guapa que estás. Esta belleza tiene que ser de tu padre.

Yuki rió.

—Tu también estás bien mamá. No has cambiado.

—Tonterías.- negó.— Me pongo las mismas cosas en la cara que Oikawa pero me siguen saliendo arrugas.

Yuki entrecerró los ojos al frente mientras ambos caminaban hacia el estacionamiento del aeropuerto.

—Puede que Oikawa haya hecho un pacto con el diablo y es por eso que parece así de joven.

Yuu rió con ganas y abrazó por un costado a su niña.

Guardaron la maleta en el maletero y se subieron al coche. Tomó la autopista y condujo con tranquilidad con la radio a un volumen bajo.

—¿Pudiste ver la presentación de Midori?

—Mhm... Veo que ha mejorado mucho. Si sigue así podría llegar a protagonizar el lago de los cisnes.

—Eso es algo complicado para una principiante en el ballet como ella.

—Mamá, Midori lleva casi diez años en ballet. No es ninguna principiante.

El castaño suspiró.

Su hija menor había insistido en practicar ballet solo porque Hiromi -la segunda hija de Shouyo- estaba en ballet también.

Midori solo quiso practicar porque la pelinaranja lo hacía, y que lo dejaría cuando la chica cumplió los once. Pero no. Su niña, con doce, descubrió que el ballet era algo que le gustaba, y ahora con quince, era algo que amaba.

Y todo gracias a Hiromi, su novia.

—... ¿No ibas a venir acompañada?- preguntó.— ¿Donde está esa persona que nos querías presentar?

—Le dije que era mejor que no viniese.

—¿Por qué?

—Me gusta mucho este chico, pero estoy segura que si os lo presento lo asustaríais y correría lejos. Puede que espere a amarrarlo bien para que así si os conoce, no huya del miedo.

Yuu volvió a reír y siguió conduciendo hacia su casa.

Donde les esperaban Asahi y Midori para la llegada de Yuki.

Extra seis con AsaNoya como pareja ganadora.

Me ha costado horrores escribir este extra. Aunque lo escribí todo hoy, no tenía ideas para el extra. Ideas que fueron surgiendo a medida que escribía.

Debo confesar, que el AsaNoya es una pareja que no se porqué me cuesta demasiado visualizarla. Puede que sea la única pareja de todo Haikyuu que veo como solo amigos en vez de algo romántico. También me cuesta un poco demasiado ver a Noya con alguien. Es como ''Es Noya. Está bien como está''.

Pero cuando fui a escribir esta historia, era un poco obvio que el AsaNoya estaría presente. Aparte que en las historias que he leído, hay AsaNoya. Es por eso que no hay muchos momentos AsaNoya a lo largo de toda la historia porque me cuesta escribir de ellos dos.

SIN EMBARGO.

No me pasó eso cuando emparejé a Noya con Kageyama en 'Yo en Karasuno'.

En fin, puede que tenga gustos raros.

Aquí abajo ↓ les dejo como quedaría la familia del AsaNoya.

Para acabar, ¿que pareja prefieren leer ahora?

DaiSuga

SemiShira

OsaKita

AoFuta

SakuKomo/KomoSaku

Díganme aquí → el extra de la siguiente pareja que quieren ver.

Si hay alguna que falta díganme porque se me puede olvidar de tantas que hay.

Perdón si hay fallos pero no los revisé.

Espero que les haya gustado el extra.

Nos leemos pronto.

~Zeni13~

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