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Extra 5: KuroKen

Kenma no es que fuese insensible ni mucho menos. Tampoco es que la muerte de Kageyama fuese algo con lo que no sentirse triste y deprimido, pero él no tuvo ese mismo sentimiento de tristeza y melancolía que tuvo la mayoría.

Para él le parecía mucho más triste el no poder pasar el nivel de un juego.

Aún así puede que haya derramado alguna lagrimita tal vez por empatía al ver a su mejor amigo destrozado por la muerte de quien fue su gran amor antes de la llegada de su verdadero amor.

Kuroo en su lugar tuvo un aura depresiva durante un tiempo y se parecía a un gato huraño el cual no quiere a nadie cerca.

Digamos que él fue una excepción, pero el pelinegro ni cerca de Bokuto quería estar. Los momentos que pasó con Kageyama -aunque no fueron muchos, pero si los suficientes como para extrañarlos- habían sido especiales para Kuroo.

Pero repito.

Kenma no es que fuese insensible, pero tenia otro asunto por el que preocuparse que por la muerte de Kageyama.

Y eso era su inminente boda.

¿Por qué le dijo que se casaría con él cuando Bokuto y Akaashi se casasen?

Era obvio que Akaashi le diría un sí tan grande como un templo a Bokuto. Los había visto desde su primer año cuando hacían los entrenamientos conjuntos entre escuelas. Los ojos de Bokuto ya brillaban por Akaashi, y el pelinegro no le eran tan indiferente.

No fue hasta el segundo año de preparatoria cuando se enteró de que ya no eran solo amigos.

Pero esto no es de ellos, sino de él.

Su ''soltería'' estaba pendiendo de un hilo por culpa de esos dos.

¿Por qué tuvo que decir que sí directamente?

Le gustaba como era su vida. El matrimonio solo era un pedazo de papel donde decía que estabas con esa persona. Era una simple celebración para hacerle entender a todo el mundo que ellos dos se amaban.

¿Acaso no se amaban siendo solo la pareja de novios que son? Son algo oficial.

Además que tenían un bebé juntos. ¿Para qué más? Si lo que el pelinegro le importaba era tener una familia, ellos ya eran una sin la necesidad de tener que casarse.

Pero no.

Pudo ver, pudo sentir, como Kuroo gritaba en silencio que se quería casar cuando vio la ceremonia que Oikawa y Futakuchi le prepararon a la pareja de búhos. Y sin duda, lo mejor de aquella boda fue cuando su mejor amigo empezó a gritar de pánico y dolor cuando Akaashi y Bokuto dijeron si quiero.

Había aguantado diez largos minutos después de que se le rompiera la fuente.

—El matrimonio no es lo mio Shouyo.- le dijo al pelinaranja viendo como cuidaba al pequeño Tobio.

Él mismo se sentía torpe cuidando de su pequeño Kai.

¿Pero quien mejor que Shouyo para aprender a cuidar de un niño?

—¿Por qué? El matrimonio es algo maravilloso.

Kenma se pasó un mechón de pelo tras su oreja y apretó los labios mientras veía entre sus brazos a su pequeño pelinegro dormir con sus manitos hechas puños.

—Eso es porque tienes a un hombre que piensa que eres una especie de octava maravilla.- rodó los ojos.— Te ama tal cual eres.

—¿Y Kuroo-san no te ama tal cual eres?

—¿Que ve de bueno en mi? Soy alguien del montón.

—... Puede que esté contigo por el dinero. Tienes mucho.

—¿Crees... eso?- dijo con sus ojos empezando a acumular lágrimas.

Él mismo no sabía porque las acumulaba.

—¡N-no! ¡E-era una broma Kenma!- respondió empezando a ponerse nervioso.

Quiso hacerle una broma al castaño y le salió mal. Se sentía terrible.

Suspiró y apoyó su mano en la rodilla del mayor con una sonrisa.

—¿Por qué no te dejas llevar?- propuso.—Atsumu no es el único que me ve como una octava maravilla. Estoy seguro que Kuroo-san te ve a ti como su octava maravilla.

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Vale...

Él... él podía hacerlo.

Había dicho que sí. No era momento para acobardarse.

Lo había hecho algunas veces, incluso había escapado cuando estuvo en preparatoria.

Pero ese día no podía hacer eso.

No cuando vestía un esmoquin blanco junto a un estúpido velo que Oikawa le obligó a llevar porque seguía sin gustarle la idea de que fuese de esmoquin.

¿Todavía tenía tiempo de tirarse por la ventana?

Estaba seguro que Kuroo cuidaría de maravilla de Kai.

—¿Estás nervioso KenKen?

El castaño dio un bote del susto y miró a Soichi parado frente al sillón donde estaba sentado lamentándose.

—¿Qué haces aquí?

—Me estás respondiendo con otra pregunta KenKen.- se cruzó de brazo.— ¿Estás nervioso?

—Sí... No... ¿Tal vez?- bufó y apoyó la espalda en los cojines.— Cuando seas grande puede que lo entiendas.

—Yo también estaría nervioso si es Oikawa quien hace mi boda.

A Kenma se le hizo difícil no reírse de eso.

—Te traje esto.- el niño le enseñó la consola con la que siempre jugaba sentándose a su lado.— Pensé que la podrías querer.

Veía bien, ¿o ese pequeñín era un ángel?

Agarró la consola que el pelinaranja le extendía y la encendió para ponerse a jugar con ella a ver si con eso se olvidaba un poco de los nervios que le estaban atacando.

Puede que hubiese vomitado encima del costoso traje que Oikawa le obligó a comprar.

—¿Por qué te casas con el tipo de risa de hiena?

—Mmm... Porque lo quiero supongo.

—¿No deberías de estar seguro?

—Lo conozco desde que eramos niños... Puede que me haya acostumbrado a estar con él.- decía mientras sus dedos se movían sobre los botones.— No es un mal tipo después de todo.

Soichi entrecerró sus ojos y se bajó de sillón mientras caminaba con sus manos tras la cabeza hacia la puerta.

—Si KenKen es feliz está bien... Pero que sepas que ese tipo no me gusta. Sobretodo su risa.

—A mi tampoco, pero sabes que es él cuando está cerca. Es como si fuese un gato con un cascabel.

El niño paró de andar y se echó hacia atrás antes de que la puerta que estaba siendo abierta en esos momentos se estrellase contra su cara.

Bajó su consola y vio entrar a Atsumu con un traje sastre de tres piezas de color azul marino. Sino fuese porque Kuroo era especial para él y porque Shouyo era su mejor amigo, no se lo pensaría dos veces en convertir a Atsumu en su persona especial.

—¿Qué haces aquí?- preguntó con su ceño fruncido pero con una sonrisa el rubio revolviendo el pelo del niño.— Deberías de estar con tu madre.

Soichi apartó la mano y se acomodó el pelo que su tío Kita se había molestado en peinar.

—Mamá me pidió darle algo a KenKen. Ya me iba... Por cierto, estás muy guapo, papi.- alzó sus pulgares y salió corriendo de la habitación.

Atsumu entrecerró sus ojos y sacudió la cabeza con la sonrisa todavía en sus labios.

—Nunca ha sabido mentir... Además que ya suponía que estaba aquí. Acabo de estar con Shouyo.

Kenma alzó una ceja, escondiendo la consola que le podría quitar.

—Hace tres meses nació Tobio, no dejes a Shouyo preñado de nuevo.- le juzgó con la mirada.— Y estoy seguro que el exceso de perfume que llevas es para disimular el olor a sexo que habría tenido con mi amigo en alguna habitación vacía.

Atsumu sonrió de medio lado dejando que sus mejillas empezasen a coger un color escarlata al haber sido descubierto.

¿Pero quien podía culparlo? Él no podía resistirse a su pequeña esposa.

—¿Y qué haces aquí?

—¿Tu que crees?- extendió una mano hacia el contrario.— Vengo a llevarte al altar. Seguro que si tu padre hubiese estado aquí te habría gustado que te llevase, aunque probablemente habría peleado con él por llevarte.- dijo mientras caminaban por los pasillos hasta el jardín de aquel hotel que habían alquilado.— Aún recuerdo como fuiste tu quien llevó a Shouyo en Brasil, y su radiante sonrisa.

—Shouyo me confesó que estaba muy emocionado por casarse contigo... Incluso ahora puedo ver lo emocionado que está por seguir a tu lado.

—Él es el amor de mi vida.

—... Y tu eres el suyo.

Atsumu carraspeó su garganta y se limpió los ojos con su mano libre.

Se estaba emocionando demasiado.

—Voy a llorar antes de tiempo. Tengo que estar bien para poder lanzar las flores después de la ceremonia con cara seria, como tu y Samu hicieron en mi boda.

Kenma rió suavemente apretando el brazo del más alto.

Sus nervios no hicieron más que aumentar al estar frente a las puertas que le llevarían hasta el jardín, y casi le da un ataque al escuchar la marcha nupcial sonar y las puertas se fueron abriendo demasiado lento para su gusto.

Atsumu empezó a caminar y él solo le pudo seguir sintiendo que daría algún mal paso y se caería contra el suelo.

Todos sus amigos estaban allí emocionados, y podía ver a Shouyo llorar de lo que él creía era de felicidad al verle esa deslumbrante sonrisa que le caracterizaba.

Al llegar al final del largo pasillo, Atsumu le dio un abrazo logrando que él se quedase tenso sin saber que hacer. Miró a Kuroo y le dio un par de palmadas en su hombro con una sonrisa que no le gustó.

—Si le haces algo a Kenma, te aseguró que lo que te haré sufrir no se compara a lo que te hará Shouyo.

Vio a Kuroo tragar saliva y agarró sus manos con una sonrisa nerviosa: tal vez por lo que le había dicho Atsumu, tal vez porque estaban a punto de decir el 'sí quiero'.

El mayor iba con un esmoquin como el suyo pero de color negro. Y debía de admitir que estaba realmente guapo con él. Habia visto de reojo que su pequeño Kai de ocho meses en brazos de Shouyo, también tenia un lindo y pequeño esmoquin del mismo color de su traje, pero con su pequeña pajarita de color negra como el traje de Kuroo.

Su niño daba palmadas y se reía de todo y nada a la vez.

Puede que el matrimonio no fuese lo suyo ya que es un trozo de papel con su firma y la de Kuroo donde decía que se pertenecía al otro, pero puede que le gustase aquello.

Eran las seis de la tarde, y Kenma estaba con los ojos completamente abiertos y algo rojos al haber pasado un día son dormir por pasar un juego en su gran sala de cine.

Movía sus dedos por el mando de su consola y movía los ojos por todos lados de la pantalla. Este era otro juego que había comenzado hacia unos minutos y debía de hacerlo rápido. Una empresa importante de creación de videojuegos le hizo llegar una caja con diferentes juegos -los cuales no había tenido la oportunidad de comprar- para que los probase y en uno de los vídeos que publicaba le hiciese publicidad.

De los cinco que había probado, dos no le habían gustado y solo uno le había llevado un par de días lograr pasar.

Y estaba claro, que en sus vídeos iba a decir la verdad. Si a la compañía no le gustaba que dijese que su juego era malo y querían demandarlo y/o no pagarle, no era su problema. Ellos tenían mucho más que perder que él.

Él nadaba en billetes.

Produce sus propios videojuegos y obviamente en un jugador profesional. Es un youtuber mundialmente conocido. Es corredor de bolsa y es miembro de la junta directiva de Bouncing Ball Corp.

Ni todos esos ejecutivos juntos tendrían el capital que el tiene.

Si la vida te da limones, haz limonada, ¿no?

Aunque el seguía viviendo en su modesta casa de alquiler y seguía vistiendo las mismas ropa de hace diez años.

La cuestión es ser rico, no aparentarlo.

Le dio pausa a su juego cuando escuchó la puerta de su casa ser abierta y un claro alboroto en ella. Echó su cabeza hacia atrás en su sillón individual y tamborileó sus dedos en una de sus piernas.

Rápidos pasos resonaron por el pasillo y la puerta corredera de su sala de cine fue abierta con cuidado. Pasitos cuidadosos se acercaron hasta él para luego poder ver un par de ojos marrones que se volvían dorados dependiendo de la luz; y una cabellera azabache asomar por un lateral de su sillón.

Sonrió -algo que hace a menudo solo con él y Shouyo- y estiró sus brazos cuando se acomodó a un lado dejando en el suelo el mando de su consola.

—He vuelto mami.

—Bienvenido Kai.- beso la cabeza de su niño sintiendo como restregaba su cabeza contra su pecho.— ¿Como fue el partido?

—... Metí un gol. Y papá no dejaba de gritar. Me dio mucha vergüenza.

—Pero ganasteis.- aseguró.

—Claro, sino papá no habría gritado.

Kenma sonrió más amplio.

Su precioso bebé hacia poco que había cumplido cinco años. Estaba creciendo como un niño amoroso, algo que sin duda tendría que haber heredado de Kuroo, como también la irritable pero atenta personalidad que el pelinegro mayor tenia. Sin embargo, con él no era tan irritable. Le abrazaba, le hablaba con dulzura y le pedía un millón de besitos.

Algo que sin duda le daba porque era su bebé.

Amaba jugar videojuegos con él, y era fuente de inspiración para crear juegos adaptados para niños de su edad.

Y otra cosa que amaba de su niño, era como sacaba de quicio a Kuroo. Sobretodo cuando le dijo que quería ser inscrito en el club de fútbol de la escuela que en el de voleibol.

Kuroo le había mirado con unos claros ojos diciendo "dile al niño que no porque te hace más caso a ti que a mi" pero él no había tenido compasión.

—Claro que puedes entrar al equipo de fútbol, Kai.

El pelinegro mayor estuvo a punto de jalarse los pelos por su consentimiento, pero se calmó al ver la radiante sonrisa que puso su bebé cuando le dijeron que sí.

Kai era un buen jugador para su corta edad, y era Kuroo quien le llevaba a cada uno de sus entrenamientos y partidos avergonzando al pequeño porque se ponía a gritar lleno de orgullo lo buen jugador que era su niño.

—Papi, quiero que dejes de venir a mis partidos... Me da mucha vergüenza la forma en que gritas y mueves tus brazos cada vez que tengo el balón.

Kuroo le dijo que seguiría yendo aunque lo avergonzase.

El trabajo de un padre era avergonzar a sus hijos.

Aún así, tuvo piedad y en la intimidad de su habitación había consolado a Kuroo con suaves caricias en la espalda por las palabras que le había dicho el pelinegro menor.

Él por su parte, prefería no ir a esos lugares llenos de gente. Y su niño entendía eso. Aunque habían momentos en los que iba a ver a su pequeño jugar viendo como se lucia en los escasos juegos que había visto.

—¿Te has vuelto a quedar despierto?- Kenma giró su cara para ver entrar a Kuroo con ropa casual.— El desayuno que te preparé sigue en la mesa.

—... Pero no tengo hambre.

El pelinegro suspiró y se inclinó para darle un beso de bienvenida al castaño que ya tenia sus labios fruncidos para aquel beso.

En esos cinco años, Kenma se había abierto un poco a las demostraciones de afecto con Kuroo, y aunque no eran muy seguidas, aceptaba y daba pequeños besos como esos.

—Tienes que comer mami... Eso no es bueno para el nuevo bebé.

—Escucha a Kai.- acarició Kuroo su mejilla.— Estás en la recta final, y la fecha de la cesárea está programada. Deberías de cuidarte un poco más.

—... Pero me siento bien.

Kuroo volvió a suspirar.— De acuerdo, pero no te sobre esfuerces, ¿vale?

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kodzuken ha iniciado un vídeo en directo

—Hola chicos, ¿como están hoy?

-kodzukenmihusbando: oh dios mio! No me lo esperaba

-soytodotuyo: estoy en mi trabajo pero no importa

-dil'o's: KODZUKEN CASATE CONMIGO

-americanstyle: my god! A new direct!

-anabohueles: otro directo de juegos?

-anabohueles: o uno de maternidad?

-lordkodzuken: se me acaba la bateria y no se donde esta mi cargador

Kenma leía estos y muchos otros comentarios que iban saliendo en el directo que había planeado hacer ese día.

Le hacía gracia ver como comentaban cosas sin significado alguno o como le agradecían por alegrarles el día con ese directo que no duraba mucho.

Él podría ser alguien muy famoso, pero eso de estar reportándose en redes sociales no le gustaba. Solía subir stories de gatitos para que sus seguidores supiesen que estaba con vida o incluso recomendaba juegos que jugo años antes de que su nombre 'artístico', Kodzuken, fuese conocido.

Habían otra veces, que hacia una ronda de preguntas para interactuar con las personas que le apoyaban y habían otras donde hacia vídeos en directo como el que estaba haciendo si previo aviso.

Sus amigos solían verle, sobretodo cuando cuando empezó a no solo a hacer vídeo de él jugando, sino que también hablando del embarazo y de como le fue después de él. Algo que también hizo en este embarazo.

Incluso, llegó a hacer un vídeo sobre su experiencia de su boda, haciéndole publicidad de paso al negocio de Oikawa y la floristería de Kita. Puede que el numero de ventas haya incrementado por ese patrocinio del cual no ha visto ni un centavo.

—Hoy no ha vídeo, lo siento... Quise hablar un poco. Me siento desanimado.

-dil'o's: BB NO TE PREOCUPES

-dil'o's: QUE YO TE CUIDO

-susanadistacia: estas enfermo?!

-lordkodzuken: SE ME MUERE EL TWLEFONO

-nolose____parecefalso: si quieres yo te animo e.e

—Desde que mi marido se fue con nuestro hijo a su partido, me he sentido raro

>>—Pero me siento bien. Esta vez dormí un día entero y comí bien.

-atuladovoy: cuida de ti mismo

-cuerposanomentesana: recuerda que no eres solo tu!

-lordkodzuken: ENCONTRE MI CARGADOR!! ヽ('▽`)/

-takoyakisupremacy: come takoyaki!

Kenma frunció el ceño y se removió incomodo.

Algo... No iba bien.

Miró hacia abajo y pudo ver su chándal gris con una enorme mancha de lo que él quería creer era orina... Pero sabia bien que no lo era por el dolor que empezaba a sentir.

Volvió a centrar su mirada en la pantalla de su teléfono viendo los comentarios llegar y llegar.

—¿Qué hago? Mi bebé ya viene. Y estoy solo.

-dil'o's: MAYDAY MAYDAY NUESTRO HIJO YA VIENE

-lordkodzuken: NO

-lordkodzuken: MI CARGADOR NO FUNCIONA

-soychi: LA AYUDA VA EN CAMINO

-elmotevigilamientrasduermes: LLAMEN A LOS BOMBEROS

-elmotevigilamientrasduermes: A LA POLICIA

-elmotevigilamientrasduermes: A UNA AMBULANCIA

-takoyakisupremacy: vamo' a calmarnos ∪ˍ∪

-soytodotuyo: mis compañeros de trabajo me miran raro porque estoy entrando en crisis

Kenma quería llorar.

¿Puede?

Se agarraba su barriga viendo como los comentarios seguían llegando y él solo podía aguantar sus ganas de llorar de dolor.

Estaba solo en casa porque Kuroo había llevado a Kai a otro de sus partidos. Pensó que ese día iba a ser tranquilo, ¡pero no! Su bebé decidió que ese día era el idóneo para llegar al mundo.

¡Si es que para su cesárea programada todavía faltaban cinco días!

¿El mundo que tenia contra él?

¿Era acaso por ser extremadamente rico?

—¡KenKen!

El castaño miró a la puerta corrediza de su sala de cine al escuchar la voz de Soichi en el genkan.

Sus apurados pasos se fueron escuchando con más claridad hasta que la puerta finalmente se abrió de golpe dejando ver al adolescente pelinaranja con su uniforme escolar jadeante y con su cara llena de preocupación.

—Tranquilo KenKen, ya estoy aquí. Aniki te llevará al hospital.

—Soichi...- dijo en un murmullo.— ¿Como...?

—Veo tus vídeos KenKen.- sonrió para tranquilizarlo.— Estaba con aniki cuando pasó todo. ¿Puedes ponerte en pie?- Kenma negó.— Espera, ¿si? Traeré a aniki.

El castaño pudo ver como el adolescente volvía a salir corriendo dejándole solo lleno de miedo.

Para lo que Soichi fueron escasos segundos, para Kenma fueron eternos minutos cuando lo volvió a ver en compañía de Hayato.

El castaño lo alzó con cuidado y lo cargó hasta el coche siendo seguido por Soichi que se sentó junto a él en los asientos traseros del coche de Hayato.

—Lo siento, pero hasta aquí el vídeo de hoy.- dijo Soichi.

kodzuken ha dejado de transmitir.

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—¡Kenma!

—¡Mami!

Fue lo primero que gritaron ambos pelinegros al entrar por la puerta de la habitación de hospital del castaño.

Kuroo había estado tan concentrado en el partido de su hijo que no se había dado cuenta que su teléfono no dejaba de recibir llamadas por parte de Soichi. No fue hasta que el partido acabó, que vio la infinidad de llamadas perdidas y obviamente preocupado llamó enterándose de la noticia.

Cargó a su hijo cual saco de papas y se rumbo al hospital sin pensárselo dos veces.

—Shh... El bebé está durmiendo.

Con la emoción a flor de piel, Kuroo subió a su hijo en la cama donde Kenma estaba sentado cargando al nuevo miembro de su familia. Pasó un brazo por los hombros de Kenma y le besó la cabeza.

Su bebé tenia pelusita marrón en su cabeza y tenia un nariz chiquita e igualita a la de Kenma.

—¿Como se llama?- preguntó Kuroo.

Habían acordado que el día del nacimiento de su segundo hijo ambos decidirían como llamarlo, pero dada la situación, estaba claro que Kenma ya habría decidido uno por su cuenta.

—Natsuki.

Era un bonito nombre.

—Gracias por traerlo, Hayato.

—No es nada.- negó el chico.— Deberías de agradecerle a Soichi. Él estaba viendo el vídeo de Kenma-san cuando me dijo de ir a por él.

—En ese caso gracias, Soichi.

El pelinaranja miró a otro lado con el ceño fruncido y sus brazos cruzados sobre su pecho.

—Entonces... ¿Ya soy un hermano mayor?- se señaló Kai a si mismo.

—Claro que su mi amor.- dijo Kenma besando su cabeza.

—Pero no se como ser un buen hermano mayor.

—¿Por qué no le pides ayuda a Soichi?- dijo Hayato con una sonrisa.— Es un buen hermano mayor. Todos le quieren.

—¡A-aniki!- gritó en un susurro empezando a sonrojarse.

Hayato solo pudo reír.

Kuroo se restregó las manos por la cara pasándolas por debajo de sus gafas de lectura y suspiró mientras se echaba hacia atrás en su silla giratoria del estudio de su casa. Giró su cabeza y el reloj que tenia encima de la mesa marcaba las dos y media de la madrugada.

Odiaba la época de exámenes finales. Debía de corregirlos cuanto antes para que sus alumnos supiesen que los volvería a ver en la misma asignatura o quizás lo verían en otra asignatura -de las tres que imparte él- el siguiente año.

Era un buen profesor, algo estricto, pero muy querido por todos sus alumnos. Siempre hay un profesor como él. Él lo tuvo.

Pero, ¿por qué ser docente? Esto era simplemente agotador. Corregir exámenes, mandar tareas y proyectos individuales o en grupo, cambiar de aula cada que tiene una nueva clase... Al menos este año su sueño había aumentado aunque sea un poco gracias a que ahora era uno de los jueces de los trabajos de fin de grado de los de ultimo curso.

Saber que en sus manos depende que aprueben o suspenda esa persona... Era emocionante. Pero su conciencia no estaría tranquila si esa persona llegase a fallar.

Se quitó las gafas y las lanzó encima de los exámenes que estaba corrigiendo. ¿Podía lanzarse por la ventana? Ah, verdad. Aunque lo hiciera su casa de una sola planta no cumpliría su propósito de querer desaparecer al ver esos exámenes.

Sacudió la cabeza y se puso en pie. Lo mejor seria irse a dormir. En menos de cinco horas debía de volver a estar despierto para impartir clases y trasnochar no era bueno. ¿Que sus alumnos seguirían a la espera de los exámenes que todavía no acababa de corregir? Pues estaba claro.

Salió del estudio y caminó arrastrando los pies. Quería acostarse en su cama y dormir abrazado junto a su gatito.

Cerró los ojos un instante imaginando tan maravilloso momento con una gran sonrisa en los labios, y los volvió a abrir cuando escuchó un 'tsk' seguido de un mierda.

Frunció el ceño y miró a la sala de cine.

¿Era acaso una broma?

Abrió la puerta y su ceño se frunció más.

—¿Se puede saber que haces despierto a estas horas?

—Es una pregunta con una respuesta muy obvia.

—Vete a dormir, mañana tienes clases.

—Acabo de madrugar, déjame tranquilo.

Kuroo no podía creer lo que escuchaba.

Estaba claro que su hijo estaba haciendo lo mismo que hizo Kenma cuando tendría más o menos su edad.

Acostarse puede que entre las nueve y las diez y luego poner una alarma para despertarse en plena madrugada para poder jugar. Eso le hacía preguntarse seriamente desde cuando su hijo estaba haciendo eso.

—Hora de dormir Kai.- dijo con tono serio parándose frente la gran pantalla.

—Papá, ¡no veo!

—Apaga la consola o la apago yo y no te dejo guardar lo que has conseguido.

El niño pelinegro empezó a murmurar, y bajo la atenta mirada de su padre empezó a guardar todo su progreso.

Demonios...

Apenas llevaba tres horas jugando, no había hecho casi nada.

Le tendió el mando a su padre que tenía una ceja alzada, y bufó molesto.

No era justo. Su madre se quedaba un día entero sin despegar sus ojos de la pantalla. Puede que más. Pero él tenía que irse a dormir.

—De mayor voy a ser como mamá. Es por eso que no debería de estudiar.

—No digas tonterías.- le dio un suave golpe en la cabeza.— Precisamente tu madre es  lo que es porque estudió.

—Para jugar no se necesitan estudios.- murmuró de nuevo con un puchero.

—Solo tienes diez años y no sabes nada. Cuando crezcas lo entenderás.

—Ya soy mayor.

—Empezar a dormir en una habitación diferente a la de tus hermanos, no te hace mayor.- le revolvió el pelo.— Ahora a dormir. Y ni se te ocurra volver a jugar a estas horas. Lo sabré si lo haces.

El niño rodó los ojos y entró en su habitación deslizando con cuidado la puerta.

Kuroo suspiró de nuevo y esta vez se giró a la puerta frente a la de su hijo para ver a sus otros dos hijos dormir con tranquilidad.

Natsuki, de seis años, dormía cual estrella de mar en su cama con las mantas tiradas por el suelo. Negó con la cabeza y entró para taparlo para que no le diese frío y le besó la frente viendo como al instante ponía una sonrisa en sus labios.

Miró al otro lado de la habitación viendo a la otra cara de la moneda de Natsuki.

Tetsuo, el menor de sus tres hijos, dormía hecho una bolita completamente tapado hasta la cabeza. Con tan solo cuatro años, era muy listo. Cuando se enteraron de que estaba en camino, se puso tan feliz como cuando se enteró de los otros dos embarazos.

Y pudo ver, una pequeña sonrisa en su cara. La misma que hace cada vez que estaba con la pequeña mandarina.

Besó lo que pudo de su descubierta frente y salió sin hacer ruido.

Caminó hasta su propia habitación y se fue quitando toda su molestosa ropa de trabajo hasta quedar en ropa interior. Buscó un par de bóxer nuevos y fue al baño para darse una rápida ducha de agua caliente para relajar sus tensos músculos.

Lo que él creía que serían cinco horas de sueño se convertirían en cuatro.

Se secó con una toalla cuando salió de la ducha y se puso la nueva ropa interior. Caminó descalzo hasta la cama y se metió entre las sábanas sintiendo como su pequeño gatito se pegaba enseguida a su cuerpo.

—Pensé que no vendrías.- murmuró adormilado el castaño.

—Lo siento... ¿ Te desperté?

—No... No podía dormir bien.

Kuroo besó su cabeza y lo abrazó.

Amaba a su pequeño gatito. Se había vuelto tan cariñoso durante el paso de todos esos años que era como estar en la gloria.

Es una pena que no pudiese aprovechar todos esos maravillosos momentos por culpa del trabajo. 

¿Podía renunciar y dejar que Kenma los mantuviese?

Prácticamente era lo que hacía. El menor ganaba puede que el triple que él. Incluso más. Él trabajaba porque le gustaba lo que hacía, pero su sueldo se sentía humillado al ver la cantidad de ceros que tenía la cuenta de Kenma.

—Los finales están a punto de terminar. Dentro de poco podremos descansar juntos.

—Mmm... Eso... ya lo hacemos.

—Descasaremos mejor.

Kenma suspiró cayendo poco a poco en el mundo de los sueños.— Si.. tu lo... dices.

Kuroo sonrió y besó rápidamente sus labios para cerrar sus propios ojos y poder dormir.

—Buenas noches, gatito.

—¡Si no salimos ya se nos hará tarde!- gritó Kuroo desde la entrada de su casa.

Guardó las manos en los bolsillos de su abrigo y esperó paciente a que familia se dignase a aparecer.

El primero en hacerlo, fue Tetsuo. Iba perfectamente abrigado con un gorro en su cabeza, bufanda y guantes a juego; y un abrigo de lana. De su hombro colgaba un bolso que llevaría a las prácticas que tenía en la escuela.

Todos sus hijos habían habían nacido con esa pasión por el deporte como la suya. Lástima que a ninguno les interesase el voleibol. Aunque también les encantaba jugar videojuegos como Kenma, pero no con ese entusiasmo como el mayor.

Kai, dejó el fútbol a los catorce cuando tuvo una lesión. Podía volver a jugar, pero prefirió dejarlo y centrar en su nueva relación con Keita. A Natsuki le interesó el judo, y estaba a punto de conseguir el cinturón azul. Estaba a poco de ganarse el negro.

Por último, estaba Tetsuo. Puede que haya sido por un descuido suyo cuando lo dejó en el canal de deportes cuando el pequeño castaño tenía seis años, pero su pequeño había proclamado querer jugar baloncesto.

De momento no es que tuviese una gran altura a sus doce, pero iba por buen camino. Además que se veía que amaba el deporte.

—Me dejarás en casa de tontokawa, ¿verdad? Quiero ver a Kazuo.- dijo apareciendo Natsuki por el pasillo.

—Lo ves todos los días en la escuela.

—En la escuela no puedo hacer esto.- con su dedo índice y pulgar de su izquierda formó un círculo mientras que con su índice derecho lo metía y lo sacaba del círculo.

Kuroo entrecerró los ojos y apretó los labios.

—¿Qué es lo que vas a hacer?- preguntó inocente Tetsuo.

Natsuki soltó su risa de hiena encantado de la inocencia de su hermanito.

—¿Quieres parar de hacer esas cosas delante de tu hermano?

—Ya no es un niño papá, debe de aprender.- se encogió de hombros.

—Pues los niños no deberían de tener niños si no te cuidas.- empujó con su hombro Kai pasando por un lado de su hermano.

Kuroo suspiró. ¿Su alma seguía con él?

Durante quince años millones de pedacitos de su alma se le habían escapada en cada uno de sus suspiros.

Sus hijos solo le daban dolores de cabeza.

Kai, con la misma personalidad que la de Kenma, pero un poco más manejable. Natsuki con la misma retorcida personalidad que la suya dándose cuenta que fue como un dolor en el trasero en su adolescencia. Y Tetsuo, tan inocente que ni parecía hijo de Kenma y suyo.

Pero sabiendo como eran ellos dos cuando eran unos críos, podía entenderlo.

—¡Kenma! ¡Si no te das prisa me voy a ir sin ti!

—Si quieres seguir vivo no lo harás.- le dijo el castaño a su lado.

Todos se pusieron sus zapatos y salieron de su casa para encontrarse con la blanca nieve de ese veintidós de diciembre.

Ese día de estos veinte años, eran como una pequeña punzada para el corazón del pelinegro al recordar, que ese día, Kageyama habría cumplido años si siguiese vivo.

Ahora, contaban los años que tenía, pero desde que había muerto.

—Bien. Primero dejaremos a Tetsuo. Luego dejamos a Kenma y el último es Natsuki.- comentó Kuroo arrancando el coche.

—¿Por qué tengo que ser el último?- se quejó el castaño.

—Para que no hagas cosas que solo los adultos harían.- comentó Kenma mirando su teléfono.— Pero si las haces, Oikawa guarda una caja de lo que tu ya sabes, en el tercer cajón derecho del mueble del baño.

El pelinegro mayor le dio una mirada indignada al castaño por incitarlo a que tuviese relaciones.

¡¿Donde estaba el apoyo de su esposo en esos casos?!

En vez de gritar lleno de frustración, prefirió conducir en silencio hasta la escuela donde dejaron a Tetsuo para sus prácticas de ese día; donde algunos compañeros de equipo lo esperaban fuera.

Cambiando el rumbo, condujo por las calles hasta llegar a la casa de Shouyo donde dejaría a Kenma como había estado haciendo durante todos esos años en ese día.

Por último, condujo en dirección a la casa de Tsukishima donde dejaría a Kai y él estaría de visita para molestar quizás a Tsukki.

—¿Crees que Tsukishima-san me de la mano de Keita?

Kuroo sonrió.— Puede. Al menos tu si preguntarías por la mano de uno de sus hijos.

—... ¿No te sorprende que quiera casarme con Keita? ¿Ni te opones?

—¿Por qué debería?- se encogió de hombros mirando la carretera.— Si amas a Keita, me parece bien que lo hagas. 

Su sonrisa se hizo más grande cuando escuchó un bajo gracias viniendo de su hijo y siguió hacia la casa de Tsukishima.

Si había amor, daba igual todo lo demás.

Y él lo sabía mejor que nadie después de llevar más de dos décadas al lado de su pequeño gatito adicto a los videojuegos.

¿Como están?

Esta vez tocó el KuroKen.

Como me pasó con el extra anterior, estaba un poco con la mente en blanco. Aunque en el anterior, había tantas cosas que quería contar de divakawa que no conté ni la mitad. Pero bueno.

Me encantó escribir el directo de Kenma. Fue una de las pocas ideas claras que tenía de este extra. Si ven palabras escritas mal, están así a propósito.

También, no se si notaron que Soichi llama a Hayato 'Aniki'. Quiero dejar claro que Hayato fue alguien importante para Soichi y pues que obviamente tras su muerte estaría mal. Esto es algo que contaré en el extra del AtsuHina.

Pero hay tantas cosas que quiero contar, aclarar, y añadir en ese extra que ni se por donde empezar. 

En fin...

Aquí abajo ↓ les dejo como quedaría la familia del KuroKen.

Para acabar, ¿que pareja prefieren leer ahora?

DaiSuga

SemiShira

AsaNoya

OsaKita

AoFuta

SakuKomo/KomoSaku

Díganme aquí → el extra de la siguiente pareja que quieren ver.

Si hay alguna que falta díganme porque se me puede olvidar de tantas que hay.

Perdón si hay fallos pero no los revisé.

Espero que les haya gustado el extra.

Nos leemos pronto.

~Zeni13~

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