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Capitulo 42: El final

You are the only one I'll ever love
Yeah, you, if it's not you, it's not anyone
[...]
Lookin' back on my life
You're the only good I've ever done

Anyone - Justin Bieber

En aquel pasillo de al menos ocho metros ancho, habían dos hileras de sillas a cada lado de la pared que se iban extendiendo hasta ambos extremos del pasillo.

A él siempre le gustó de cierta forma el olor a antiséptico de los hospitales. Al igual que ver todo de blanco a excepción de las incómodas sillas que dependiendo al hospital que fueras podrían cambiar de color.

Pero le había gustado solo por el hecho de que lo que le iban a decir eran buenas noticias. La llegada de un bebé era sin duda algo que celebrar, y lo deprimente de un hospital no se lo iba a quitar por nada del mundo.

Y en este momento, donde estaban todos sentados en esas malditas e incómodas sillas esperando por noticias de Kageyama, no le gustaba.

Entre sus brazos tenía a Shouyo quien tenía la cabeza apoyada en su hombro. Sus ojos estaban hinchados de llorar ya sea por lo de Soichi o por lo de Kageyama, pero lo que sí sabía era que estaba destrozado. Pudo ver el momento en el que el pelinaranja se quedó en shock al ver como la ambulancia se llevaba el cuerpo inconsciente del pelinegro y como después empezaba a llorar.

Podía entender el porqué se ponía así. Kageyama fue alguien muy importante para su pequeña esposa. Ya fuese por la amistad que tenían o por la relación que mantuvieron. Él también estaba con un terrible dolor en su corazón por todos los acontecimientos.

En las sillas frete a las suyas estaban Bokuto y Akaashi en la misma posición que ellos. Akaashi como el pelinaranja, tenía los ojos bastante hinchados por llorar mientras que Bokuto los tenía ligeramente rojos. Intuía que él también podría tenerlos como el mayor.

Los cuatro seguían con las ropas manchadas de sangre cuando Shiro y Soichi les abrazaron. No lo pensaron dos veces cuando la ambulancia partió hacia el hospital y ellos les siguieron detrás.

Dejaron a los menores junto al psicólogo del hospital y un policía que les tomaría la declaración del secuestro; y Hayato se quedó también con ellos como una cara amiga.

Por último, Daichi estaba de pie apoyado en una pared con los brazos cruzados sobre su pecho. Sus manos todavía tenían los restos de la sangre de Kageyama que no habían podido ser retirados en el momento que se las lavó. Su gesto era serio, y se veía que tenía apretado los dientes por lo tensa que tenía la mandíbula.

Hoshiumi también se encontraba en ese mismo hospital para que le sacaran la bala que había impactado contra su pie siendo custodiado por varios policías. Se le leerían sus derechos y se esperaría por un juicio donde se decidiría su futuro. También, los médicos se aseguraron que la niña que crecía en su interior estuviese a salvo.

Y lo sentía sinceramente por Hirugami.

Daichi les había contado lo que el castaño había hecho al ir a la comisaría y confesar que Hoshiumi era el culpable del secuestro. También, que llamase esa mañana justo cuando el peliblanco había salido por la puerta, porque sin eso, este final podría haber sido peor.

Se puso de pie alertando a todos cuando vio aparecer a un médico completamente manchado de sangre.

—¿Como está Tobio-kun?- fue lo primero que preguntó.

—¿Son familiares del paciente?- preguntó a cambio.

—Su h-hermana...- habló Shouyo pasándose una mano por la frente de forma temblorosa y con la voz pastosa por culpa del llanto.— Su hermana vive en Miyagi. Todavía tardará un par de horas en estar aquí.

El médico suspiró.

—Logramos extraerle las dos balas y está en observación. Si puede superar esta noche puede que no vuelva a jugar más. La bala de la pierna llegó a tocar un nervio. Aunque también podría depender de la rehabilitación.

El jadeo ante la noticia fue colectivo.

Eso había sido como una dura bofetada para todos.

—Le hemos quitado la anestesia general y está consciente.- volvió a hablar el médico llamando la atención de todos.— Pide hablar con Miya Atsumu y Miya Shouyo... ¿Se encuentran aquí?

Daichi, Bokuto y Akaashi miraron al matrimonio que se estrujaron sus manos unidas y dieron un paso al frente para que el hombre de uniforme supiera que eran ellos. 

Con un movimiento de cabeza, les dijo que le siguieran.

Giraron por pasillos, caminaron por otros más largos, cogieron el ascensor y llegaron hasta la puerta donde tenía un cartel donde decía Kageyama Tobio.

—Pide hablar con Atsumu-san primero.-informó.— Por favor, no se tarden mucho, el paciente necesita descansar pero insistió en hablar con ustedes.

El rubio se colocó un traje desechable junto a una mascarilla. Se desinfectó las manos y entró hacia el interior de la habitación cerrando tras de él la puerta.

Kageyama yacía en la cama con millones de cables conectados a él y la molestosa máquina que indicaba sus constantes. Una mascarilla de oxígeno cubría parte de su cara y su pelo negro como el carbón resaltaba en su frente al tener su piel terriblemente pálida.

Se acercó hasta la cama y le tocó con delicadeza la mano logrando que abriese sus ojos y le viese.

—Tobio-kun...- susurró.

—Hola... ¿Como está Nao?— preguntó, con su voz siendo amortiguada por la mascarilla de oxígeno.

—Nao-kun está bien. Está con el psicólogo del hospital y Shiro, su novio y Soichi están con él.

—Todavía...- cogió aire.— Todavía puedo escuchar... Su voz llamándome.

Él también podía escuchar la desesperada voz del niño gritar por su padre. Y de como incluso cuando llegaron al hospital no queria despegarse de Shiro.

—Por cierto... Lo siento.

Atsumu frunció el ceño extrañado.

—¿Por qué?

—Hoshiumi... Hoshiumi le dijo a tu hijo que... Soy su padre.

El rubio negó con la cabeza.— No te preocupes por eso ahora. En lo que debes de enfocarte es en ponerte bien. Nao necesita que estés bien. Hazlo por Nao.- vio a Kageyama mover su cabeza y quiso creer que aquello había sido una afirmación.— No puedo quedarme mucho. Le diré a Shouyo que entre, ¿vale?

—Vale...

Atsumu pasó saliva y le dio unas suaves palmaditas a la mano del pelinegro.

La soltó con suavidad y caminó hacia la puerta.

—Miya-san.- llamó.

—Dime.

—Tu y yo... Tenemos una promesa.

Un terrible nudo se formó en la garganta del rubio y sus ojos se llenaron de lágrimas que se negó a dejar caer.

—Espero que no se cumpla.- le dijo.— Llamaré a Shouyo.

Esta vez, pudo abrir la puerta y salir sin que se lo impidiesen. El pelinaranja tenía el traje desechable puesta junto a la mascarilla. Con un simple movimiento de cabeza le dijo que podía entrar cuando vio que se desinfectó las manos.

Cuando la puerta se cerró, se quitó la mascarilla con rabia junto al traje y los tiró a la basura. Se pegó a la pared y empezó a deslizarse por ella hasta al suelo mientras lloraba amargamente.

En el interior de la habitación, Shouyo se acercó hasta la cama viendo a Kageyama con los ojos cerrados.

Le agarró la mano con delicadeza entre la suya que llevó a sus labios tras la mascarilla cuando abrió los ojos. Su otra mano le acarició los mechones negros de su cabeza y le sonrió aunque no se viese.

—Te ves terrible.- quiso bromear.

—Tu... te ves tan guapo como siempre.

—¿Estás intentando coquetear conmigo? Que sepas que estoy casado y amo mucho a mi marido.- traviesas lágrimas ya rodaban por sus mejillas.

—Lo sé... Y me hace feliz que tu lo seas. Y quiero que... Que me perdones... Por todo lo que te dije. Tenías derecho de amar a otro.

—Shh...- le acarició la frente.— No hay nada que perdonar. No fui justo contigo. Me fui sin decirle a nadie salvo Kenma. Estabas en tu derecho de decirme todo lo que me dijiste.

—Pero...-

—También...- le interrumpió.— Hay algo que quiero decirte. Soichi... Es tu hijo. Nuestro... Y de Atsumu.

El sonido que hizo Kageyama se asemejó a una risa.

Cogió aire antes de hablar— Lo sé. Me lo confesó Miya-san.- le pareció divertido ver como el pelinaranja parpadeaba completamente divertido.— Casi... Casi me da un golpe por aquella vez... En el parque. En la que le dejaste de hablarle.

—Después de lo que me dijiste, pensé que no tenía el derecho de estar con él. Asumí cosas que no eran... Pero no hablemos de eso ¿si? Solo piensa en recuperarte para que salgas de aquí. Nao desea verte.

Kageyama volvió a tomar aire.

—A ti puedo decírtelo.

—¿Decirme qué?

—Yo... Lo siento.

—¿S-sentir qué?

—Mi vida.- dijo.— Se apaga.

Shouyo rió para no llorar más.

—No bromees con eso. No es bonito bakayama.

—No... No lo hago.- se soltó del agarre delicado que tenía con el pelinaranja y llevó su mano hasta el pequeño bulto que era su estómago.— Mi vida... Se la doy.

—N-no digas e-eso. Él y tu... Lo dos estaréis aquí. Os conoceréis. No digas... N-no digas estas cosas.

Kageyama alejó su mano y la dejó en la cama.

—¿Puedo pedirte... una cosa antes de que salgas?

—Claro. Dime.- sorbió sus mocos.

¿Podrías... besarme una última vez?

Shouyo no le respondió, pero al bajarse su mascarilla le dio la respuesta.

Le quitó con cuidado la mascarilla de oxígeno dejándola a un lado y se inclinó al frente.

Unió sus labios con los contrarios en un suave toque con los ojos cerrados. Las lágrimas del pelinaranja caían en la piel del menor en los segundos que sus labios estaban pegados a los contrarios.

Le volvió a poner la mascarilla de oxígeno y pegó la frente con la del pelinegro cerrando de nuevo los ojos.

—Shouyo...

—Aquí estoy Tobio.

—Siempre fuiste tu.

El pelinaranja sonrió.

Se alejó del contrario y la sonrisa se borró de sus labios cuando la máquina a su lado empezó a emitir el típico sonido de cuando alguien ya...

—Tobio... Oye Tobio.

No respondía a sus llamados.

—Bakayama. Oi... Responde. ¡Tobio!

Sus gritos empezaron a hacerse más fuertes y desesperados. Los médicos comenzaron a entrar de forma rápida y miraban cada aparato conectado al chico.

Atsumu quien había escuchado los gritos desde fuera, entró en la habitación y agarró por los hombros al pelinaranja sacándolo prácticamente a la fuerza de allí. Lo resguardó en su pecho y ambos lloraron temiéndose lo peor.

Aquel día había amanecido lluvioso. Tal vez el cielo sabía como se sentían todos.

Las pequeñas gotas de agua impactaban contra los paraguas abiertos en el lugar siendo hasta cierto punto relajante; siendo estos los únicos con colores vivos y alegres de la imagen que se podía observar.

Para ser verano, tiempo de sol y calor, parecía un día de otoño con frió y lluvia donde preferirías estar dentro de tu cálida casa en vez de la calle. Pero en esta ocasión, estar en casa seria como estar ahogándose ya que sus propios pensamientos no podrían dejarlos tranquilos.

Todo aquel teatro donde algunos había ido por interés, ya se había acabado y solo quedaban ellos, los más cercanos mirando el mismo punto en común. Una piedra lisa con letras perfectamente grabadas en ella.

'KAGEYAMA TOBIO'
'AMADO COMPAÑERO, AMIGO, PERO SOBRETODO, UN ESTUPENDO PADRE'

El momento cuando los médicos les dijeron que el pelinegro no había podido resistir aquel paro en su corazón, había sido como si ellos lo hubiesen sentido también.

De los cinco que estaban en el hospital, fue Shouyo quien gritó lleno de dolor y amargas lágrimas rodaban por sus mejillas. Se negaba a creer que Kageyama había muerto. Ni si quiera los brazos de Atsumu podían calmar el dolor que comenzaba a atacar a su corazón.

Se agarraba su pequeño vientre y se negaba a creer que lo que le había dicho fuese cierto. Que la vida de su bebé en camino, había sido concedida por la de Kageyama.

Los doctores les habían informado que la muerte se produjo a parte de la pérdida de sangre significativa que había tenido por culpa de las heridas de bala, sino que también porque había estado dos semanas con falta de alimentos en su sistema. Todo para que los más pequeños a su cargo en aquel espantoso secuestro no sufrieran de inanición al ser todavía pequeños.

Eso hablaba muy bien de Kageyama.

¿Pero por qué tenía que morir una persona como Kageyama?

No se lo merecía.

En los tres días que habían tardado en preparar aquel entierro, Nao no dejaba de preguntar por su padre. 

Shouyo tan solo se quebraba sin poder decirla nada al niño, y era Atsumu quien le decía con palabras lo más dulces posibles que Kageyama había partido a un largo viaje. El rubio intuía que Nao sabía de lo que le estaba hablando porque todos lloraban cada vez que se mencionaba al pelinegro o evadían responderle si sabían de él.

Pero le preocupaba que el niño no hubiese derramado una sola lágrima si entendía lo que pasaba.

Miwa, la hermana de Kageyama, había intentado cuidar del pequeño, pero él se negaba a estar con ella. En su lugar, no se despegaba de Shiro siendo el adolescente junto a Bokuto y Akaashi los que cuidaban del peliblanco.

Hoshiumi había pasado a disposición judicial con los cargos de secuestro y de asesinato en primer grado. El abogado que había conseguido haría lo posible para dejarlo libre o que al menos se le tratase como un enfermo mental para que pudiese ser internado y tratado en un psiquiátrico. Aunque al peliblanco no le hacía mucha gracia eso último.

Y todo sería después de que se le practicase una cesárea programada para traer al mundo a la niña que crecía en su vientre y estuviese en los brazos de su padre.

—Chicos...- llamó Daichi la atención de Shouyo y Atsumu. Él, junto a resto de sus amigos y compañeros de equipo se veían desechos por la noticia de Kageyama.— El abogado... El abogado de Kageyama llamó a la comisaría y pidió hablar conmigo. Dijo que los espera en su oficina. ¿Sabéis la dirección?

—Sí. Esta bien. Gracias, Daichi.- agradeció Atsumu con la voz ronca.— ¿Podríais quedaros con los niños?

—Claro. Id con cuidado.

Dieron una última mirada a la lápida de Kageyama, y salieron del cementerio a paso lento.

Le abrió la puerta al menor para que entrara y él dio la vuelta al coche para abrir la puerta del lado del conductor. Cerró el paraguas y lo sacudió un poco para quitar el exceso de agua y lo dejó a los pies del la parte trasera y se sentó en el sillón.

Se abrochó el cinturón y encendió el vehículo.

Salieron del estacionamiento y condujo por las calles inexplicablemente vacías hasta el lugar de reunión.

Tuvo que dar un par de vueltas hasta que encontró un sitio donde poder aparcar y agradeció que la lluvia había parado. Sostuvo la mano de Shouyo contra la suya y caminaron por las mojadas calles hasta el edificio del bufete de abogados.

—Disculpe, buscamos a Yamato Akiro. ¿Sabe donde podemos encontrarlo?- preguntó Atsumu al llegar a la recepción.

—¿Me podría decir sus nombres?

—Miya Atsumu y Miya Shouyo.

—Oh, les están esperando. Por aquí por favor.

El matrimonio se dejó guiar por la mujer de la recepción hasta el ascensor. Cuando las puertas se abrieron en el quinto piso, caminaron por una largo pasillo hasta lo que parecía ser una sala con enormes cristales a los que les tenían las persianas bajadas.

La mujer les hizo una reverencia y se marchó por donde habían venido.

El rubio soltó aire y tocó la puerta la cual abrió cuando escuchó un 'adelante' proveniente del interior.

Al entrar, ambos se sorprendieron al ver a Miwa allí también. No la habían visto salir del cementerio en el tiempo que ellos estuvieron allí. ¿Había incluso ido?

La mesa que había allí dentro era rectangular con sillas por todos los lados. El abogado estaba a la cabeza de esta y Miwa estaba sentada a la izquierda del hombre. Ellos decidieron sentarse al otro lado de la mesa encarando a la pelinegra.

—¿Qué hacen ellos aquí?- preguntó.

—Kageyama-san dejó muy claro que el día en que él ya no estuviera con nosotros, tanto usted como ellos debían de estar presentes.

—Hasta muerto, mi hermano piensa en ti.- apuntó con su dedo a Shouyo.— Tobio no dejó de buscarte cuando te largaste y mira como acabó. Muerto. Por culpa de una persona obsesionada con él. Pero lo más divertido es que se muere sin saber que los dos tenían un hijo. Mi sobrino.

—Lo sabía.- intervino Atsumu.— Yo le dije que Soichi era- es su hijo. Y Shouyo también se lo dijo.

—... Aún así no pudo pasar tiempo de calidad con él.

—No porque no quisiera. Hubieron bastante veces que intenté unirlos pero Tobio-kun se negaba.

—Me imagino porqué.- miró al pelinaranja.

—¿Han dejado ya de atacarse?- dijo harto el abogado.— Aunque Kageyama-san esté muerto, todavía hay algo que quiere que nosotros los vivos cumplamos por él.

Nadie dijo nada y el abogado lo tomo por algo bueno.

Abrió el folder que tenía frente suyo y sacó un papel junto a una carta aún cerrada.

Se aclaró la garganta y comenzó a leer.

—'Yo, Kageyama Tobio, en pleno uso de mis facultades, dejo como responsable de mi hijo Kageyama Nao a Miya Atsumu-san en caso de que en algún futuro llegue a pasarme algo que me impida seguir cuidado de mi hijo.

>>Así mismo, la casa en la que vivo actualmente, será heredaba para Nao a la edad de dieciocho años. También, la casa que mi difunta madre me heredó, pasará a ser de Nao, junto a la cuenta de ahorros en la que he estado invirtiendo durante mi tiempo en vida.

>>Ambas propiedades y dinero, serán administradas por Miya Atsumu-san. En caso que dicha persona sufriera algún accidente, sería su esposo Miya Shouyo el administrador'

Atsumu cerró lentamente los ojos y dejó que silenciosas lágrimas rodasen por sus mejillas.

—... ¿Qué?- preguntó Shouyo tembloroso y sorprendido.— ¿Tu sabías de esto?- le inquirió al rubio con voz aguda.

—Claro que lo sabía.- dijo el abogado.— Kageyama-san me pidió los papeles donde especificaba que en caso de muerte u otro accidente, sería Miya Atsumu-san quien tuviese la custodia del niño. El mismo día que se los di, me los trajo con la firma de su esposo.

—¡¿Y yo estoy pintada o qué?! ¡Yo era su hermana! ¿No pensó que podría cuidar de Nao?

—Para eso, está esto.- levantó la carta.

Rompió con cuidado el sobre y sacó el papel doblado.

—'Hola a todos. Si están leyendo esto es porque quizás esté muerto. Estoy seguro que Yamato-san ya les leyó mi 'testamento' y eres tu, Miwa, la que exige explicaciones tras mis decisiones. Y déjame decirte que no me arrepiento de ellas. Yamato-san me advirtió que ellas involucrarían a varias personas, pero eso me daba igual.

Lo único en lo que pensé cuando las tomé era en Nao, mi pequeño bebé.

Hermana... Si no dejo a Nao a tu cuidado... Es porque temo que lo descuides como lo hiciste conmigo. Nuestro abuelo siempre nos cuido cuando nuestros padres no pudieron y cuando él murió, tuve que crecer solo porque tu no estabas ahí.

Y yo no quiero eso para mi hijo.

Le agradezco a mi madre que me ayudó a cuidar de Nao en sus primeros años. Años en los que te dedicabas a discutir con ella. Es por eso que sé, que no eres la persona indicada para cuidar de la luz de mis ojos.

En cambio, la familia de Miya-san, fue la primera en poner una sonrisa a los labios Nao.

Sé que con ellos nunca les faltará el amor que muchas veces no pude darle y que tanto Atsumu-san y Shouyo sabrán ser unos fantásticos padres para mi pequeño. Lo amaran como yo lo haría, y le enseñaran cosas que yo no podré.

Harán de Nao un hombre del que me sentiré orgulloso.

Es por eso, que me puedo ir tranquilo de este mundo sabiendo que dejo a mi mayor orgullo en la mejores manos.

En las de Atsumu-san y Shouyo.

Se despide:

Kageyama Tobio.'

El hombre dobló de nuevo el papel y lo guardó de vuelta al sobre. Miró a la pareja y a la mujer con expresiones completamente opuestas.

Ella, irradiaba ira. Lo más seguro porque su hermano no la había tomado en cuenta para nada.

Mientras que ellos, eran la personificación de dolor y la tristeza. Sus caras rojas por aguantar el llanto que retenían en sus gargantas, y brillantes mejillas por culpa de las lágrimas que bajaban de sus ojos.

Y sus manos sobre la mesa, unidas y fuertemente apretadas entre ellas.

Pero lo todos tenían en claro era que la última voluntad de Kageyama era que Nao estuviese bajo el amoroso cuidado de la familia Miya.

—¿Por qué estás sentado aquí?

—Todos están tristes dentro. Y no me gusta.

—¿Y por qué están tristes?

—... Ellos dicen que están tristes porque ya no estás aquí. Pero yo te puedo ver.

—Eso es porque tu eres especial Nao. Y solo tu puedes verme.

—Pero yo también quiero que te vean papi. Así dejarían de estar tristes.

—Mira, ¿te acuerdas lo que le pasó a la abuela?

—Sí... Se fue al cielo porque cumplió sus tareas aquí y se convirtió en un ángel.

—Exacto.- sonrió.— Yo también estoy a punto de ser un ángel, pero como no he cumplido mi tarea aún no puedo irme.

—P-pero no quiero que te vayas.

—Tengo que hacerlo, mi amor. Desde el cielo te estaré cuidando.

—¿Y quien me cuidará aquí si tu no estás?

—La familia de Miya-san te cuidará. Shouyo podrá ser la mamá que siempre quisiste y Miya-san puede ser tu otro papá... ¿Me prometes que serás un buen niño el tiempo que estés con ellos?

—L-lo haré papi.- sorbió sus moquitos.— Te quiero.

—Yo también, mi amor.

·

·

Cuando Nao abrió su ojos y se encontró acostado en la madera que daba al patio exterior de la casa de la familia Miya, miró alrededor, a cada lugar. A cada esquina.

Buscando a su padre.

Pero ya no podía verlo.

Su labio inferior temblaba y sus ojos se llenaban de lágrimas. Su padre había cumplido su tarea y ahora era un ángel que lo cuidaría desde el cielo.

Sin más, rompió en un doloroso llanto que estuvo reteniendo durante tres largos días.

Días en los que había estado bien porque su padre seguía a su lado a cualquiera parte que fuese. Pero ya no estaba con él.

Sintió los cálidos brazos de Atsumu y Shouyo envolverle con delicadeza y le dejaban que llorase hasta que ya no le quedasen lágrimas en los ojos que derramar. Debía fuerte aunque pareciese imposible.

Porque había hecho una promesa con su padre, la cual iba a cumplir.

¡ESO ES TODO AMIGOS!

Levanten la manito quien haya llorado durante este capitulo. Yo soy una de ellas.

Cuando escribo, siempre lo hago escuchando música, y da la casualidad que hoy me salieron todas las más sad o lentas que tengo en mi playlist haciendo que mis ojos sudasen más de una vez.

Para aquellos que han pedido que haga una segunda parte de 'Siempre fuiste tu'... NO, NO LA HARÉ.

Personalmente, no me gustan las segundas partes. Creo que deberían de ser mejor que la primera porque sino será una mierda y no quiero que eso pase con esta historia. No importa si escribo bien o no. NO HABRÁ SEGUNDA PARTE.

Pero antes de que me lancen los cuchillos que me tienen guardados, quiero dejar en claro que haré unos extras sobre las parejas que han salido en toda la historia y en los que se contarán lo que ha pasado con los más peques.

Y por si no nos acordamos de cuales eran -ya que hay muchas-, aquí se las dejo:

—BokuAka

—IwaOi

—KuroKen

—TsukiYama

—DaiSuga

—Ushiten

—SemiShira

—AsaNoya

—OsaKita

—SakuKomo/KomoSaku

—AoFuta

Se que el AtsuHina no está en las parejas que he puesto y eso es porque ellos serán la última pareja por aparecer.

Por eso, quiero que me digan, de las parejas anteriores, cual quieren que sea la primera en aparecer como uno de los capítulos extras →

Después de que se publique el último extra, les adelanto que habrá un final alternativo. Ya ustedes se imaginan como será.

El tiempo de actualización de los extras no se si será seguido o tarde tiempo en subirlo: el primero lo podría subir mañana y el segundo tardarme un mes. Por lo que no se esperen regularidad.

Sin más que decir, espero que les haya gustado este final super sad.

Nos leemos en el primer capitulo extra.

~Zeni13~

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