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Capitulo 40

Con duda, abrió la puerta de su habitación y sacó la cabeza viendo el pasillo completamente vacío y en silencio. Giró hacia atrás su cabeza viendo que sus bebes dormían plácidamente en la cunita a un lado de su cama y volvió a mirar al pasillo.

Tenia una ligera idea de que podrían estar en la cocina por el olor a comida en el aire. Desde que le enseñó a cocinar, las comidas que hacia Atsumu eran sin duda sabrosas. Aunque ahora no tenían sabor desde... Desde que hace una semana le gritó aquellas horribles palabras.

En verdad no lo sentía así. Reconocía a Atsumu como el padre de Soichi, pero el que su bebé no estuviese y Kageyama tampoco, le hacia creer que el pelinegro supo la verdad de todo y por eso se lo llevó. Podría ser un secuestro, como también Kageyama podría haber planeado este secuestro.

Suspiró tembloroso y salió de la habitación dejando la puerta abierta. Caminó de forma lenta y con pies descalzos por el pasillo sin llegar a hacer ruido. Asomó un poco su cabeza por el umbral de la cocina viendo a Kenji juguetear con lo que parecían huevos revueltos en su plato mientras que Atsumu le daba la espalda cocinando algo en la cocinilla.

Le daba miedo entrar. Ni el rubio ni el habían tenido una conversación decente. Apenas le dirigía la palabra y cada noche le daba la espalda y él tan solo podía verla con una mano estirada a la espera de que se gire y se la agarre y poder decirle que sentía lo que había dicho. Pero se lo merecía, ¿no? Por decirle aquello.

—Mi amor, ¿que ocurre?- su corazón latió con fuerza al escuchar su dulce voz, pero se regañó por eso porque el rubio se dirigía al niño.— Apenas has tocado tu desayuno.

—E-es que...- su labio temblaba.— ¿Cuando volverá Soichi? Lo echo de menos. Quiero que vuelva para jugar con él.

Atsumu apagó el fuego y se acercó hasta el de pelo cobre y se arrodilló frente a él cogiendo sus manos entre las propias.

—Soichi volverá pronto. Te lo prometo. Ayer hablé con Tobio-kun y dijo que todo estaba bien. Él, junto a Soichi, Nao y Shiro. Los cuatro están bien y se están divirtiendo junto.

—Yo quería ir con ellos. ¿Por qué no me llevaron?

—Porque creyeron que no te gustaría estar tanto tiempo separado de nosotros.

—... Pero podrían haberme preguntado.

Atsumu intentó sonreír y tragó con fuerza el nudo que se le estaba formando en la garganta.

—Cuando regresen, les diremos que cuando vuelvan a irse de ese modo, nos vayamos todos juntos, ¿sí? Anda, acábate tu desayuno y prepárate para salir.

—No tengo hambre papá... ¿Me puedo levantar?

El rubio le acarició una mejilla y le asintió.

Dejó que Kenjiro se levantara de su silla y que se alejara de la cocina. Él por su parte suspiró y se sentó en la silla que antes ocupaba el menor y apoyó su cabeza entre sus manos.

Cada día era mucho más difícil mentir. Su hijo no era ningún tonto y sabía que algo pasaba no solo con la ausencia de Soichi, sino que también en la relación con Shouyo. Siempre deseó que sus niños conservasen su infantil inocencia por muchos años y que no crecieran tan abruptamente...

Pero con los acontecimientos que se están dando durante estas dos desgarradoras semanas, solo hacía todo demasiado complicado.

Ya no solo los días se le hacían eternos, sino que las noches también. Sus ojeras eran enormes del cansancio en general que cargaba, y no quería echarle la culpa a Shouyo, pero apenas le ayudaba. Él se encargaba de los gemelos, se encargaba de que Kenji no sospechase nada, se encargaba de que la casa no se volviese un basurero, se encargaba de tener noticias sobre el paradero de su... De Soichi.

Mientras que Shouyo... Él solo se seguía hundiendo en el dolor de no tener a su hijo con él.

¿Y él cuando podía hundirse en el dolor? Desde la desaparición del pelinaranja menor, no había vuelto a derramar una sola lágrima hasta que Shouyo le dijo aquella verdad que nunca había querido ver y las volvió a dejar salir. Pero después, las había estado aguantando, delante de su hijo, delante de su hermano, delante de todos.

Y ya estaba cansado.

—B-buenos días.

Levantó la cabeza al escuchar al pelinaranja, y... Mierda. ¿Por qué era tan hermoso? Lo amaba con el alma, daría la vida por él. Le importaba poco lo que le había dicho, pero no podía olvidar sus palabras de todas formas.

Shouyo tenía que entender que un 'lo siento' no puede arreglar el daño que le causo. Fuesen verdad o no esas palabras, le habían herido.

Se levantó de la silla y cogió el plato de Kenji llevándolo hasta la encimera para poder ponerle papel film por encima.

—Buenos días.

—H-huele bien.

—Ahora te sirvo el desayuno antes de irme.

—¿N-no vas a acompañarme?

Atsumu paró de hacer cualquier tipo de movimiento y le miró apoyándose en el borde de la encimera.

—Si estuvieras más tiempo con nosotros, sabrías que desayuno con Kenji.

—Pero Kenji no desayunó...- murmuró.

—Porque no tenía hambre, al igual que yo.

Shouyo cayó y jugueteó con sus manos. Su relación con Atsumu... ¿Sería así a partir de ahora?

—¿Estamos mal?

Atsumu miró al pelirrojo cabizbajo.

—No lo sé, Shouyo. Dímelo tu.- le puso un plato con la comida enfrente.— Estoy cansado de todo. Soy el único que se ocupa de todo mientras tu estás todo el día acostado en la cama mirando a la nada.

El menor apretó las manos en puños y se mordió el labio inferior con fuerza.

—Tu no sabes como me siento Shouyo. Cada día, desde que nuestro... Desde que Soichi fue llevado lejos, me recrimino el porqué tuve que ir a comprar esas estúpidas manzanas. Y estoy seguro que Bokuto siente lo mismo que yo. Así que si quieres dejar de sentirte como una mierda, deja de hundirte en ella.- se giró dispuesto a marcharse.— Voy a dejar a nuestros hijos en casa de Kenma antes de ir a la comisaria. Todos quedamos para vernos.

—¿Piensan quedar para verse en una situación como esta?

—Shouyo, llevas evadiendo a todos desde hace dos semanas. Quieren verte. Por favor...- pidió.— Por favor, deja de mirar lo que te ocurre y mira lo que ocurre a tu alrededor. No estás solo.

Cuando Bokuto abrió la puerta de su casa sonrió triste al chico al otro lado de ella.

Con ojeras, algo más delgado, decaído... Era el reflejo del dolor y desesperación, como el suyo, como el de Atsumu, como el de Shouyo, como el de Akaashi.

—Hola de nuevo, Hayato. Pasa.

—Perdón por la intromisión.- le dijo mientras se quitaba los zapatos.— ¿Tiene alguna noticia?

—Eso creo...- cerró la puerta.— Me llamaron de la comisaría. Lograron atrapar al hombre que quiso llevarse a los niños en el restaurante. Van a interrogarlo cuanto antes para ver si sabe algo del paradero de Shiro y los demás.

—Es bueno escuchar eso.- dijo con sinceridad.— Y... ¿Como se encuentra Akaashi-san?

Bokuto miró hacia las escaleras y suspiró tembloroso.

El día que llegó con la terrible noticia de que Shiro había sido secuestrado, su bello chico de ojos de esmeraldas se desmayó frente a él. Cuando despertó y se ubicó un poco, preguntó si aquello que había escuchado había sido una mentira, y cuando le dijo que era las cruel verdad, Akaashi rompió en un desgarrador llanto lleno de puro dolor.

Al día siguiente, el pelinegro parecía vivir en un universo alterno. Estaba ido, fuera de sí. 

Se quedaba minutos, horas mirando a la nada y a veces por la ventana mirando a la calle por si de repente Shiro llegase a aparecer por la puerta de casa diciendo 'estoy en casa'.  Pero habían pasado dos semanas y Shiro no había vuelto y Akaashi parecía cada vez peor.

Pero el que Hayato viniese, era como, todavía, el cable a tierra de su amado Keiji.

El chico había llorado de dolor al saber lo que le había pasado a Shiro cuando había ido dos días después de su desaparición preguntando por él porque no respondía ni a sus mensajes ni a sus llamadas. Más hizo de tripas corazón, y se limpió cualquier rastro de lágrimas que tuviese para poder ser un soporte para la familia.

Akaashi se quedaba abrazado a Hayato quien le daba caricias a su cabeza logrando que se durmiese y descansase por lo menos un poco algo que en el fondo, Bokuto agradecía. Les ayudaba a cuidar de Ryo, y lograba distraer a Sora diciendo que Shiro estaba en un viaje con Kageyama, Nao y Soichi en lugar de decir que estaba desaparecido.

—En una hora, ¿podrías llevarlos a esta dirección?- le tendió un trozo de papel con la dirección escrita.

—Claro, sin problema.

—Tienes dinero para tomar un taxi en el primer cajón de la mesilla de noche de Akaashi.

—Gracias, te los encargo.

Hayato aceptó el abrazo que le dio Bokuto y se quedó parado en el escalón del genkan viendo como el mayor se ponía sus propios zapatos, cogía las llaves de la casa y las del coche y se iba despidiéndose de la mano.

Se desinfló cuando la puerta hizo un clic y se agachó con sus manos entrelazadas detrás del cuello.

Al saber lo que sentía por Shiro, no se lo pensó dos veces en querer enamorarlo. Cuando finalmente sus sentimientos fueron correspondidos deseó con todas sus fuerzas ser aceptado y querido por la familia de su novio.

Pero de todas las cosas, nunca se imaginó que acabaría siendo aceptado por culpa del secuestro del castaño. Le alegraba que Bokuto confiase lo suficiente en él para encargarle cuidar a su familia, pero le habría gustado que fuese de otra forma en la que confiasen en él.

—Por favor... Dios, buda o quien sea. Por favor, cuida de Shiro y de los demás. Por favor...

Se limpió las traviesas lágrimas que salieron de sus ojos y se puso de nuevo en pie. No podía dejar que Akaashi le viese así. Debía de estar fuerte para el pelinegro. Para que así, para cuando Shiro regresara pudiese ver a su madre tan fuerte y entero como siempre lo ha sido.

Porque Shiro iba a volver. Su corazón lo sabía.

Soltó aire y subió por las escaleras.

La puerta de la habitación de Sora estaba abierta, y cuando se asomó por ella vio al niño jugando con sus cochitos en el suelo.

Tocó la madera con su puño cerrado y el pequeño alzó su vista e inmediatamente puso una sonrisa en sus labios y se levantó corriendo para abrazarle con fuerza. Ese gesto, que repetía cada vez que iba a esa casa, solo hacía que sus esperanzas por la llegada de Shiro siguiesen vivas y fuertes.

—¡Hayato! ¿Hoy también has venido a jugar conmigo?- preguntó sacando su cabeza del estómago del adolescente.

—Mmm... Vine a jugar contigo, pero no aquí. Tenemos que ir a un sitio con tu mamá por orden de tu papá. Así que lleva en tu mochila los juguetes con los que jugarás.

—Bien~

Revolvió los mechones negros del niño y dejó que guardase lo que se llevaría mientras que él se dirigió a la habitación de Akaashi y tocó la puerta.

Como iba pasando durante todos esos días, no hubo respuesta al otro lado, por lo que la abrió despacio encontrando a Akaashi acostado en la cama acariciando con su índice el pequeño puente de la nariz de Ryo.

—Akaashi-san.- susurró.

El pelinegro alzó la mirada notando al adolescente y le sonrió.

Con un movimiento de la cabeza, le dijo que se acercase y se acostase al otro lado del bebé.

—Me alegra verte, Hayato-kun.

—A mi también. Hoy se ve... Diferente.

—Eso es porque... He decidido que no me puedo dejar vencer por el dolor. Te agradezco por todo lo que has hecho por mi, Hayato-kun. Has sido de ayuda en estos días, para mi y para Bokuto-san.

—No tiene que agradecerme nada, Akaashi-san.

—Claro que sí. Has suprimido tu propio dolor para ayudarme con el mio.- le acarició la mejilla.— Mi hijo es afortunado de tener un muchacho como tu en su vida. Algo, dentro mio me dice que pronto estará con nosotros.

·

·

·

—Atsumu, hola.- saludó Bokuto cuando el rubio entró por la puerta de la sala tras el cristal de la sala de interrogatorios.— Pensé que ya no vendrías.

—Tuve que dejar a los niños en casa de Kenma. No podía dejar que vinieran.

—Claro. Yo le dije a Hayato que llevase a Akaashi y los niños después.- le dijo.— Y... ¿Shouyo? ¿Piensa ir?

Atsumu suspiró mientras se revolvía el pelo.

—No lo sé.- miró al cristal notando a Daichi sentado a espaldas de ellos y al hombre que había intentado llevarse a los niños en el restaurante sentado frente al mayor.— No hablemos de Shouyo.- apuntó al cristal con su cabeza.— ¿Ha dicho algo?

—Aún nada.- negó con la cabeza.— Daichi ha sido amable con él. Luego se ha cabreado y le ha intentado hablar a la fuerza y por último se ha rendido. Lleva los últimos veinte minutos mirándole a los ojos.

—¿Le ha dicho algo del restaurante?

—No lo ha hecho, pero creo que Daichi sospecha que el tipo sabe porqué está aquí.

El rubio se acercó al cristal y apoyó las manos en él sintiendo la rabia correr por su sistema.

Quería entrar ahí dentro y darle un buen golpe a ese tipo que intentó llevarse a Soichi y que probablemente podría saber quien se lo llevó o donde lo podrían tener retenido.

¿Por qué Daichi no presionaba un poco más a ese malnacido? 

Giró a su izquierda al sentir los toques de Bokuto en su brazo viendo que le hacía señas con la cabeza hacia el frente notando que el castaño se había levantado de su silla y se había acercado hacia el cristal y apoyado la espalda en este con los brazos cruzados sobre su pecho.

—Bueno, creo que es hora de romper este silencio, ¿no cree?- el otro no habló.— Está bien. Parece que volverá a ser un monólogo.- otra vez sin respuesta.— Bueno, si no está dispuesto a hablar, me escuchará. Cuanto más tiempo esté aquí y sin que me diga lo que quiero saber, va a ser peor para usted. Se le imputará un intento de secuestro a menores gracias a los testigos que tenemos y las cámaras de seguridad del lugar que lo comprueban y esperará a la orden de un juez para ser procesado. Pero para que un juez le de un vistazo pasarán años... Años en los que usted permanecerá en la cárcel hasta el día de su juicio.

Daichi se alejó del cristal y esta vez apoyó las caderas en la mesa de metal dándole la espalda al hombre.

—Pero si está dispuesto a cooperar, puedo hablar con el fiscal para que su estadía no se tan larga como lo planeado.

—... ¿Qué quiere saber?- dijo al final con voz ronca.

El castaño se mordió el labio inferior para evitar que una sonrisa de satisfacción apareciera por sus labios.

¿Como demonios seguía de patrullaje en Miyagi cuando podía resolver crímenes de este tipo?

—¿Quién le ordenó ir a por los niños del restaurante?

—No lo sé.

—¿Quiere que me crea eso?

—Le digo la verdad.- se acomodó mejor en su silla.— Un día cuando llegué a mi casa, me encontré con un sobre donde habían unas instrucciones que decían lo que tenía que hacer y cuando. Me pagarían bien cuando el plan estuviese completado.

—Y dices que no sabes quien te mando.- el hombre negó.— ¿Sabes lo ocurrido en el parque de atracciones?

Asintió.— Esa semana me llegó otro sobre con otras instrucciones y un arma, pero yo me negué a ello.

—No pensó reportar esto a la policía cuando se enteró.

—Si lo hacía quizás no creerían y me arrestarían por posesión se armas.

—... ¿Aún tienes el arma y el sobre?- movió la cabeza de forma afirmativa.— Necesitaré la dirección de tu casa. Tenemos que buscar en el arma y en el sobre algún rastro de huellas que no sean las tuyas.

—¿L-le hablará al fiscal de mi?

Daichi se giró a mirarlo antes de salir de la sala de interrogatorios.

—Claro. Yo cumplo lo que digo.

La puerta de metal se abrió y todos se colocaron tras de él para intentar protegerse. Por su parte, se mantuvo en guardia a la espera de lo que vendría.

—Es hora de comer, venga.

Les lanzó un par de panes al suelo pero no se movieron ni un solo centímetro hasta que la puerta fue cerrada con seguro, cerciorándose de que estaban solos de nuevo.

Con prisa, se alejó de los menores y agarró entre sus manos los cuatro pequeños panes que les habían arrojado como si fueran unos perros, y regresó de nuevo con ellos. Le dio uno a cada uno y luego el que sería para él, lo partió en cuatro trozos quedándose él con uno y los otros tres para cada uno de los menores.

Era lo que había estado haciendo durante todo ese tiempo.

—Cómalo usted, Kageyama-san. Siempre hace lo mismo.- le dijo con los ojos anegados en lágrimas Shiro.

—Y siempre te digo lo mismo. Prefiero que seáis vosotros los que comáis. No tengo problema.

Cogió las manos del castaño entre las suyas y puso el pedazo de pan en ellas. Era su deber como adulto, el velar por ellos.

Había perdido la cuenta de cuantos días llevaban metidos en aquel lugar.

Parecía que estaban en un pequeño cuarto dentro de una gran nave industrial abandonada. Había una diminuta ventana que dejaba entrar la claridad y les dejaba saber si era de día o de noche pero de la que apenas podían ver hacia el exterior.

Un colchón no demasiado grande y viejo, era donde dormían durante las noches siendo él quien más al exterior se quedaba dándole la espalda a la puerta pero con todos sus sentidos alertas por lo que pudiese pasar. Las mantas que tenían para taparse, prefería dejar que los niños fuesen quienes las usasen, y solo por las palabras de Shiro, se tapaba algunas veces.

Nunca creyó que el día de su salida al parque de atracciones acabaría en un secuestro. Podía recordar perfectamente que cuando Atsumu y Bokuto se giraron y les dieron la espalda, sentir como lo que parecía ser una pistola se colocaba en la parte trasera de su cabeza.

—No se les ocurra gritar o hacer el tonto. Se van a levantar de forma tranquila y nos seguirán si no quieren que alguien salga herido.

Al girar a ver a Shiro, la cara de terror que tenía era muy evidente. Lo único que podía hacer era mantener la calma y hacer lo que les decían.

Agarró la mano de Shiro y acomodó mejor a Nao entre sus brazos al que sentía temblar como una hoja al viento. Les guiaron por todo el lugar sin que nadie se diese cuenta que estaban siendo llevados contra su voluntad y les metieron dentro de un coche. Les cubrieron los ojos con vendas y arrojaron sus teléfonos a cualquier parte cuando empezaron a sonar.

Seguramente con las llamadas de Atsumu y Bokuto para saber donde estaban.

Cuando les quitaron las vendas de los ojos, estaban en aquella pequeña habitación.

Les traían comida dos veces al día, todos los días. Pero apenas podían matar el hambre con lo que les traían. Aunque, le quedaba claro que la persona que planeó esto los quiere, de momento, con vida o sino les darían menos de lo que recibían.

Puede que se sintiese más débil de lo normal, pero tenía que dejar que Nao, Shiro y Soichi comiesen. Sobretodo los más pequeños. Eran tan solo dos niños que no se merecían lo que les estaba pasando.

La puerta volvió a sonar alertándolos, y él le dio la espalda a los menores para poder protegerlos.

Más toda la tensión que había adquirido su cuerpo desapareció para que fuese sustituida por pura sorpresa al ver a la persona entrar por aquella puerta junto a los tipos que les traían la comida.

—¿Hoshiumi?

—Hola Kageyama.- saludó con una sonrisa.

—¿Qué...? ¿Qué haces aquí?

—¿Acaso no te lo imaginas? Pensé que eras más listo.

—¿Tú... planeaste todo esto?

—¡Ding ding ding ding ding! ¡Y el premio es para el caballero de pelo negro!- aplaudió el peliblanco.

Kageyama negó con la cabeza mientras se revolvía el pelo completamente confuso.

—¿Pero, por qué? ¿Por qué haces esto? ¡Si me querías a mi! ¡¿Por qué meter en esto a unos críos como ellos?!

Hoshiumi puso borró de su cara la sonrisa que tenía y caminó con cara seria hasta unos metros del pelinegro y se arrodilló en el piso.

—Yo solo te quise a ti. Pero tuvo que llegar el estorbo de Nao a nuestras vidas solo para arruinarlas.

—Nao no es un estorbo. Por dios, es tu hijo. Nuestro hijo.

—Engáñate todo lo que quieras, pero los dos sabemos que Nao solo es un sustituto de tu verdadero hijo.

Kageyama pudo escuchar perfectamente un jadeo proveniente de su pequeño peliblanco y solo pudo imaginarse lo peor.

—Nao es mi verdadero hijo.

—No creas que no se lo que estás haciendo.- se llevó una mano a la boca tapando su malévola sonrisa.— Estás olvidándote del niño que tuviste con... Ese maldito.

—Yo solo tengo a un niño, y ese es Nao.

—Vamos, dilo como es. Di que el hijo que tuviste con Hinata Shouyo es tu verdadero hijo. Vamos. Gírate y dile a Nao que no lo quieres y que en su lugar, quieres al niño pelinaranja a su lado. Porque sabemos que es el resultado de tu relación con Hinata Shouyo.

—¿Qué quiere decir?

El pelinegro apretó los puños llenos de rabia y fulminó con la mirada a Hoshiumi quien disfrutaba cada vez más aquel momento; cuando escuchó la infantil voz de Soichi a sus espaldas.

Por su mente pasaban las palabras de Atsumu y de como quería decirle a Soichi que no era su padre biológico pero que aún así lo amaba... Ahora aquello parecía a años luz de que sucediese.

—¿Es que acaso tu mamá no te ha contado? Que mamá más mala y mentirosa tienes.

—Hoshiumi, cállate.

—No puedo hacer eso cuando el niño está interesado. Debe saber.

—No. No debe.

—¿Qué es lo que no me quieres decir, Kageyama-san?

—No le preguntes a él, porque no te dirá.- rió Hoshiumi.— Lo que te oculta él, tu querida mamá y tu papá... Es que no eres hijo de tu papá. Sino de Kageyama. ¡¿A que no es fantástico?!

—... No... Mi papá es mi papá. Kageyama no es mi papá. Mi papá...

Hoshiumi volvió a reír de forma desquiciada y se secó una lagrimita que le salia de un ojo.

—Tu papá es Kageyama aunque lo odies.- siguió riéndose.— ¿Es que nunca te preguntaste porque no te parecías a tu papá? ¡Eso es porque Miya Atsumu no es tu verdadero padre!

—No...- seguía negando Soichi con su cabeza sin poder entender lo que la madre loca de Nao le decía.

Kageyama no podía ser su padre.

Su padre era Atsumu. Era quien jugaba con él y su hermano. Quien le daba infinidad de besitos a su mamá cuando creía que no los veía. Quien jugaba voley con él. Quien le ayudaba en sus tareas de la escuela y le contaba un cuento antes de dormir todas las noches.

Kageyama no hacia esas cosas con él. Por eso no era su papá.

—No lo niegues más niño. La prueba más fiable son esos bonitos ojos azules que tienes... Igualitos a los de Nao... Igualitos a los de Kageyama.

Con la respiración agitada, miró a Nao quien ni siquiera le devolvía la mirada. Luego miró a Kageyama quien fruncía el ceño igual como él hacia, y con la mirada herida brillando en sus ojos azules como...

Como los suyos.

Sus ojos se llenaron de lágrimas que se negaba a soltar y seguía sacudiendo su cabeza de forma negativa sin querer creerse que la persona a la que pateo meses atrás por besar a su mamá fuese su verdadero papá.

Su papá era Atsumu. ¿P-podía cambiarse los ojos? Quizás si lo hacia, su papá lo querría más.

Le llenaría la cara de besos y le haría un millón de cosquillas en la barriga.

Le ayudaría a cuidar se sus pequeños hermanitos, y haría ricas galletas para su mamá.

Sí... Eso haría cuando... Cuando viese de nuevo a su papá Atsumu. Porque...

Lo volvería a ver, ¿cierto?

—¿Por qué haces esto?- preguntó Kageyama.

—Porque te odio.- se puso de pie con dificultad.— Porque odio que hayas elegido a ese mocoso que engendré en vez de a mi. Porque nunca dejaste de buscar al estúpido de Hinata y cuando llega, no haces otra cosa que estar revoloteando a su alrededor. ¿Por qué no se quedó al otro lado del océano? Si lo hubiese hecho, no estaríamos así.

—¡¿Y que culpa tienen los niños en todo esto?! ¡Si te querías deshacer de mi, haberlos dejado tranquilos!

—Creo que sigues sin entender Kageyama.- se giró caminando a la puerta para salir de allí.— Quiero que sufran todos. Que sufras tu. Que sufra Nao... Pero quien mas quiero que sufra es Hinata Shouyo y ese niño es mi medio para conseguirlo.- señaló a Soichi en los brazos de Shiro.— El otro, solo fue un efecto colateral de mi plan. Pero no podía dejarlo ir así como si nada.- abrió la puerta y le miró por encima del hombro.— Cuenta los días que pasarás aquí... Porque no serán muchos hasta que me aburra de vosotros.

Nunca creyó que ir a la casa de su mejor amigo se sentiría de esta manera.

Sería un poco exagerado que se cagara por culpa de los nervios, pero no seria exagerado decir que su estómago no dejaba de retorcerse. Prefería culpar a su futuro bebé de esos retortijones.

Alzó su puño para llamar a la puerta pero quedó con él en alto. Luego lo dirigió un dedo para llamar al timbre pero se quedó con el dedo a centímetros del botón y en cambio apretó los a sus costados.

¿Y si probaba con abrir la puerta?

Kenma solía ser algo despistado y la dejaba abierta.

Giró el manillar y escuchó el chasquido al ser abierta. Negó con su cabeza y se dijo que luego regañaría a su amigo teñido por esto. No podía ser tan descuidado. ¿Y Kuroo? ¿No podía decirle algo por esto?

Entró pidiendo perdón por adentrarse en casa ajena de tal manera y se quitó sus zapatos dejándolos al lado de los demás. Caminó de forma lenta por el pasillo que le dirigía hacia el jardín de la parte de atrás escuchando en el piso de arriba rápidas pisadas. Tal vez de su niño, tal vez del de Akaashi.

Abrió la puerta corredera y miró hacia los sillones que Kenma tenia allí viéndolos a todos sentados, pero echando en falta la presencia de Atsumu. ¿Acaso no querría verle allí?

—Shouyo...- dijo sorprendido Kenma.

Les intentó sonreír pero aquello más bien pareció una mueca que una sonrisa.

Vio a Kita levantarse de su lugar y acercarse hacia él tras dejar a la pequeña Haruka en los brazos de su papá. Pero lo que nunca creyó fue que el callado y siempre calmado Kita Shinsuke levantase su mano para darle una fuerte bofetada girándole la cara.

Escuchó a unos cuantos jadear por la sorpresa y él tan solo pudo llevarse una mano temblorosa al lugar golpeado y parpadear de forma constante procesando lo que estaba pasando.

—Da gracias... Da gracias que solo fue una bofetada. Porque te mereces mucho más.

Shouyo se giró a verle con los labios apretados y sin saber que decir.

La mejilla le dolía.

—¿A que vienes? ¿A gritarnos por saber como lo estas pasando? ¿O tal vez vienes a decirnos que no tenemos derecho de preocuparnos por Soichi porque no estamos emparentados con él como lo estaria Kageyama?

—Eso estuvo fuera de lugar, Kita-san.

La voz de Atsumu le hizo voltear a verle.

No le devolvía la mirada.

—Si no se lo dices se lo digo yo. Ese hombre...- le dijo a Shouyo apuntando al rubio— Ese hombre ha cuidado a tu hijo durante ocho años como suyo. Ha sufrido y tenido felicidad por él. Pero solo unas palabras hiciste que eso no valiese nada. ¡Date cuenta...! ¡D-date cuenta que no eres el único sufriendo! ¡Él! ¡Atsumu! ¡Va todos los días a la comisaria a buscar información de Soichi mientras tu te quedas llorando en tu cama! ¡Es él quien busca desesperadamente a su hijo! ¡Pero a ti no te importa una mierda lo que él haga por Soichi porque para ti él no es su padre!

—Shin... Shinsuke, cálmate.- susurró Osamu en el oído de su chico cuando se empezó a alzar la voz.

—¡No puedo...! ¡N-no puedo c-cuando él se queda c-callado aguantándolo todo!- estalló en llanto señalando a Atsumu.

—Yo creo que será mejor que nos retiremos. Perdón por no poder quedarnos más tiempo.

Shouyo miró al rubio entrar de nuevo al interior de la casa y él miró a todos antes de entrar para esperar al mayor en la entrada.

Sus manos no dejaban de temblar y su vista era borrosa por culpa de las estúpidas lágrimas. La mejilla le ardía y dolía, pero lo que mas le dolía eran las palabras de Kita. Que te digan las verdades a tu cara duelen.

Y más si es alguien a quien aprecias.

Atsumu apareció cargando a Takeo mientras que Ai era cargada por Hayato. Kenji venía corriendo delante; que al verle sonrió no tan amplio como siempre hacia.

Recibió a su pequeña de los brazos del adolescente y salieron de la casa de Kenma hasta el coche aparcado fuera. Colocaron a los bebes en sus lugares al igual que Kenji y pusieron rumbo hasta su casa.

Al llegar, hicieron lo mismo cargando a los bebés y dejaron que Kenjiro fuera delante e hiciese lo que quisiera.

Dejaron a los gemelos en la cuna de su habitación y él se sentó en el borde de la cama mirando hacia sus bebés.

—Te he dicho que no retengas lo que sientes. Es malo para el bebé.

Las tranquilas palabras de Atsumu fueron como el detonante de su llanto.

Se llevó la mano a su boca intentando pararlo pero era imposible. Incluso se intensificó cuando fue atraído hacia el duro pecho del mayor que tanto había extrañado en esa larga semana.

—M-me sentí tan h-humillado. N-no sabia que hacer o q-que decir. P-pero en el fondo, sabia que m-me lo merecía.

—No es verdad, Shouyo.

—Claro que lo es.- lloró más. ¿Por qué era tan amable con él?— Te herí con mis palabras. De verdad... De verdad que no creo en ellas.

—Lo sé.

—¡No lo haces!- se separó de su pecho y le miró borroso por culpa de sus lágrimas.— ¡Tu, y solamente tu eres el padre de Soichiro! ¡Nuestro hijo! No hay mejor padre en la tierra que tu Atsumu. Kageyama solo ayudó para que nuestro hijo, tuyo y mio, llegase a este mundo a llenar nuestras vidas de color, vida y amor.

—L-lo s-sé...- le dijo tembloroso.

—Soichi te ama. Aunque le digamos la verdad, eres su único y verdadero padre.- le acarició la cara quitando las traviesas lágrimas que rodaban por sus mejillas.— Perdóname por lo que te dije.

Atsumu negó.— Está en el pasado. Tus palabras me hicieron daño, pero tu lo dijiste: soy el papá de Soichi. Eso es lo que importa.

Paró de caminar al escuchar al chico hablar por el teléfono y se quedó tras una pared sin querer escuchar a propósito.

—Vete preparando todo. Mañana no los quiero aquí.

>— Me da igual que hayan agarrado a tu amigo, no es mi asunto.

>— Aunque hable no puede relacionarme con el secuestro de ese estúpido y los críos.

Hirugami se llevó un mano a la boca reteniendo el jadeo que amenazo con salir de ella.

—Iré mañana por la tarde. Yo personalmente me encargaré de que dejen de respirar el mismo aire que yo.

BUENO BUENO BUENO

ADIVINEN QUIEN REGRESO

Son las 2am aquí en España -por lo que si notan fallos ignórenlos. Mis ojos a estas horas no son los de siempre- pero es un pequeño esfuerzo que hago por actualizar después de un mes  ╮(╯▽╰)╭

PERO...

Por fin... Por fin acabe con la AtsuHina Week de este año que ya me estaba sacando canas verdes. No pensé que me llevaría dos meses acabarla.

En fin... LA HIPOTENUSA

Aquí les traje otro de los últimos caps. Y no quiero decir es definitivo pero... Creo que es definitivo que el capitulo 42 es el fin.

El que Soichi se enterara de esta forma que Kags es su papi, pos no tengo con que defenderme porque soy así de mala persona y quise que se enterase de la peor de las maneras. También quise poner otra cosa mucho más heavy que le pasaría a Shiro y nuestro valiente Kags lo impediría, pero al final me dije que mejor no.

Un secuestro ya es suficiente traumante para nuestro pobre Shiro y su lista de traumas.

Luego, la cachetada a Shouyo fue algo que se me vino estos días y quería que fuese Kita quien se la diese. Aunque quería ponerlo mas dramático pero no me quedó :/

Como dije en el capitulo anterior, no se si podre poner alguna parejita. Aún así, digan aquí la que quieren ver en el próximo capitulo →

Espero que les haya gustado este capitulo.

Nos leemos pronto.

~Zeni13~


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