Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 37

Se limpió las manos sudorosas ya sea por culpa del calor o de los nervios; por quitan vez.

También miró el letrero de aquella casa indicándole que estaba en el lugar correcto por otro minuto más de los cuarenta y cinco minutos que ya llevaba allí parado bajo el sol sin poder dar un solo paso hacia el frente.

Se había arreglado el pelo más veces de las que podía contar y aunque no llevase una ropa demasiado formal, la había estado alisando con sus manos... Sentir este tipo de sentimientos era lo peor.

Armándose de valor, caminó hasta la gran casa Bokuto-Akaashi y tocó el timbre. Esperó largos segundos parado frente a la puerta, hasta que fue abierta dejándole ver a un chico pelinegro de ojos verdes.

Era sin duda hermoso, y supo de inmediato que era la madre de Shiro. Es como el castaño lo había descrito.

—¿Puedo ayudarte en algo?- preguntó amable.

—Y-yo... Soy Chiba Hayato. ¿S-se encuentra Shiro?

—¡Oh! Hayato-kun, pasa por favor.- se hizo a un lado dejándole entrar.— ¡Shiro, tu amigo ya llegó!- gritó alegre.

El adolescente sonrió nervioso.

Esa mirada que le daba el pelinegro le hacia estar más nervioso que antes de entrar a la casa.

Le miraba con detenimiento y en cierto modo le incomodaba. Es como si estuviese buscando algún defecto que ni él sabía que tenia.

Rápidas pisadas le hicieron alzar la vista viendo como el castaño que esperaba bajaba con prisas hasta pararse frente suyo con la respiración acelerada y las mejillas ligeramente sonrojadas. Llevaba puestos unos pantalones cortos hasta las rodillas donde estaban doblados hacia afuera y una camisa básica holgada.

Se sonrieron, él apreciando los ojos esmeralda y Shiro aquellos ojos grises como el acero.

—Ve con cuidado.- dijo Akaashi interponiéndose entre ambos chicos. Agarró las mejillas de su niño y le besó la frente.— No vengas tarde.

Las mejillas de Shiro se pintaron de un rojo mucho más intenso haciéndole sentir mucho más avergonzado de lo que ya estaba.

Besando con rapidez la mejilla de su madre, agarró la mano de Hayato y salieron disparados por la puerta para afuera tras haberse puesto los zapatos. Aparte de huir de la vergüenza que le provocó su madre, tenia que aprovechar que su padre no se encontraba en la casa para poder salir sin que sometiese a un intenso interrogatorio al pobre Hayato.

Ambos caminaron en completo silencio sumidos en sus propios pensamientos sin darse cuenta que sus manos aún estaban unidas. Y habrían seguido así sino fuera porque en su camino hacia la librería del centro comercial, pararon en un semáforo que se encontraba rojo para los peatones que se dieron cuenta de sus extremidades unidas.

Con movimientos torpes soltaron sus manos y giraron sus cabezas a otro lado evitando los ojos contrarios.

—¿C-como estuvo la costa?

—... Mm... Bien. Aunque, ¿te acuerdas de Atsuya?- el más alto asintió.— Se escapó de casa para ir a verme. No me canso de decirle que se aleje de mi pero insiste.

—Puede que como eres lindo no se te despega.

Shiro se sonrojó y miró al de hebras azabaches que le miró con los ojos completamente sorprendido al darse cuenta de lo que su boca había soltado sin haber sido procesado por su cerebro antes de hablar.

Haciendo movimiento con sus brazos totalmente nervioso, intentó arreglar lo que dijo.

—Q-quiero decir, como es un niño quizás se vaya a por las cosas bonitas.- jadeó al ver que volvió a decir lo que no debía.— D-digo, n-no eres bonito, bueno s-sí lo eres p-pero ¿no de esa forma?

Completamente abochornado, Hayato bajó la mirada y se mordió el labio por ser tan torpe al hablar cuando tenia a Shiro delante suyo.

¡Decir estas cosas eran más fáciles mediante mensaje!

—Gracias... Tu también eres lindo.

¡Ah! ¡Podría morir ahora mismo por ese bajo murmullo!

Siguieron caminando en completo silencio que en momentos se volvía incómodo y agobiante, pero que en otros era agradable y tranquilo. El dorso de sus manos se llegaban a rozar enviando corrientes eléctricas a sus cuerpos; durante todo el camino. Y ninguno de los dos apartó la mano disfrutando de esos pequeños segundos donde se tocaban.

Tomaron las escaleras mecánicas para ir al segundo piso cuando llegaron al centro comercial.

La campana de la puerta de la biblioteca sonó cuando entraron al establecimiento, y el típico olor a libros y un tranquilo silencio invadieron sus sentidos. Aquel lugar era completamente diferente a cualquier otro establecimiento del enorme centro comercial. Empezando por la puerta.

La mayoría de las tiendas que allí habían, tenían puertas de cristal automáticas que se abrían al sentir gente delante o grandes rejas que se alzaban al abrir la tienda. En cambio, aquella biblioteca tenia una puerta normal y corriente con una campanita encima de esta para anunciar la persona que entraba por ella.

Un lugar con un número generoso de estanterías llenas de libros. Suelos de madera que hacían sonar los pasos de las personas al caminar. Y el único establecimiento de aquel lugar que tenía ventanas en sus paredes dejando entrar luz natural del exterior.

—¿En que sección está el libro que quieres?- preguntó el castaño mirando alrededor.

—En la de misterio. Es una novela policíaca.

Hayato se sonrojó al escuchar la risa de Shiro y verle inclinarse hacia adelante para verle con esos grandes ojos verdes.

—Te gustan mucho ese tipo de libros, ¿eh? Siempre los lees.

—Al graduarme me gustaría aplicar para policía. Quisiera ser detective.

—Wow... Qué genial.

—¿V-vamos?- se apresuró.

No quería que viera como sus mejillas eran un par de tomates producto de la vergüenza.

Había sido mala idea invitar solo a Shiro.

Estaba siendo torpe con sus palabras y no paraba de sonrojarse por casa cosa que salía de los labios del más bajo.

Llegaron hasta las novelas de misterio y él fue directamente a donde estaban colocados los libros nuevos del libro que quería. Lo cogió entre sus manos y sonrió pequeño al sentir la tapa dura que le rodeaba. Amaba ese tipo de libros. Duraban más y no se estropeaban tanto como los que eran de tapa blanda.

Leyó la sinopsis de la contraportada asegurándose de que era el libro correcto, y asintió feliz de que lo era.

—Ya tengo lo que...-

Sus palabras quedaron atascadas en su garganta al ver la imagen frente a él.

La enorme ventana que allí había dejaba entrar la luz del sol iluminando el lugar. Y no solo eso.

Los rayos que atravesaban la ventana caían en los mechones marrones de Shiro haciéndole ver sus cabellos igual al chocolate. Y al verle girar la cara, sus ojos brillaban igual o más que las esmeraldas.

Dejó el libro que tenía en sus manos en el lugar de donde lo había cogido y por mero impulso se acercó hasta Shiro agarrándolo de los hombros y estampándolo contra la pared.

—¿Hayato? ¿Q-que haces?- su voz temblaba. Malos recuerdos empezaban a invadir su mente.— M-me estás asustando.

Haciéndole caso a la poca cordura que aún tenía, invirtió posiciones quedando él con la espalda contra la pared, y con Shiro con espacio por si quería correr lejos de él.

Abandonó los hombros del contrario y las subió hasta ponerlas en las mejillas del otro con delicadeza. Sintió el pequeño bote que tuvo ante su tacto pero no se apartó de su lado. Teniendo la confianza que no había tenido durante el día, se inclinó hacia adelante dejando sus labios encima de los del más bajo en un beso totalmente inexperto.

Fue un toque de al menos cinco segundos. Cinco segundos en los que recapacitó y se regañó por haber sido tan impulsivo.

Se alejó de él con rapidez y levantó sus manos en el aire como si hubiese cometido el peor crimen de la historia.

—¿Q-qué...?

Vio a Shiro llevarse los dedos hacia sus labios tocándolos suavemente y como sus mejillas se sonrojaban con gran velocidad.

—Y-yo... L-lo siento. E-es que...- su lengua volvía a trabarse y sus mejillas las sentía a punto de explotar de lo calientes que estaban. Cogió una bocanada de aire e intentó tener valor.— Me gustas Shiro.

—¿Qué...?- murmuró en tono agudo y bajo.

—L-lo de hoy... Era una excusa para verte. Quería pedirte una cita... P-pero no sabía como.

—... ¿Por qué te gusto?- bajó la mirada y se abrazó el estomago... Lugar donde podría haber creciendo un bebé si no hubiese tenido aquel aborto.— ¿Es por el padre que tengo?

—¡No!

—¿Es porque me veo muy fácil?

—¡No! ¡Yo...!- se revolvió el pelo frustrado.— Es porque eres tu Shiro.

El castaño alzó la mirada dejándole ver a Hayato lo cristalino que estaban sus ojos producto de las lágrimas retenidas en ellos.

—E-estoy sucio... Y tengo una fea cicatriz en mi vientre.- apretó los labios.— ¿Te sigo gustando después de todo eso?

Con temor y duda, el pelinegro alzó sus manos que no dejaban de temblar hasta las mejillas de Shiro.

Con sus pulgares retiró las lágrimas que salían involuntarias de sus ojos y le sonrió de lado.

—Tu no estás sucio. Lo que te pasó debió ser aterrador y doloroso. No fue tu culpa. Y tu cicatriz es una medalla de guerra al pasar un momento difícil.- repasó cada una de sus facciones con la mirada.— Eres hermoso Shiro.

Shiro hipó por culpa del llanto retenido.

—Tu también me gustas.

Hayato sonrió grande mostrando sus dientes y abrazó con cariño al más bajo dejando que llenase su camisa de las lágrimas que salían de sus ojos.

Suga apretó los labios al escuchar por al menos vigésima vez a Nishinoya suspirar.

Su amigo en vez de estar feliz, saltarín, gritón, etc.; como siempre es... Se había pasado toda la semana suspirando a cada rato y él había aguantado cada uno de ellos.

Creía fielmente que un pedacito del alma de su amigo se escapaba en cada suspiro. Aunque se enorgullecía porque se aguantaba cada uno de ellos cuando estaba con su pequeña.

Y todo eso ¿por qué? Porque Asahi lo había dejado allí. Solo en Miyagi. Con Yuki.

La antigua deidad guardiana de Karasuno fue felizmente -mentira- hasta Miyagi con Asahi y su pequeña niña a pasar sus calurosas vacaciones de verano con Daichi y con él, en vez de estar acostado en la blandita, suave, y dorada arena de la playa; y dándose un chapuzón en el agua del mar.

Él por su parte se sintió un poco culpable en que Nishinoya no hubiese podido ir a la costa. Se veía tan ilusionado cuando Shouyo les había comentado de sus planes para esas vacaciones, que en serio podía ver salir estrellas de los ojos del castaño de pura emoción.

Pero él no podía irse y dejar solo a Daichi en Miyagi.

Y todo por el cochino dinero.

¿Por qué ser adulto era tan duro? Solo traía dolores de cabeza.

Él no podía comenzar a impartir clases particulares hasta que se acabasen las vacaciones. Aunque podía dar clases de refuerzo... su pequeña casa no era el lugar más indicado en una estación tan calurosa como esa.

Es por eso que se habían quedado allí. Daichi trabajaba todos los días y a veces hacía turnos dobles para conseguir todo el dinero que pudiese, no para él, sino para su pequeña Kaori.

Y estaba seguro que habría hablado con Asahi diciéndole que no pensaban ir a la costa con el resto como habían acordado. Y con el buen corazón que tenía el de barba, quiso tener un poco de empatía quedándose en Miyagi con ellos.

Quizás... Solo quizás si Asahi no se hubiese tenido que ir, Nishinoya habría estado un poco más animado y no parecería una pobre flor marchita como lo era ahora.

—Vamos Noya... Deja de suspirar. Asahi vendrá en dos días.

El antiguo libero le miró mal, a él, y le bufó, antes de intentar ser uno con la silla mientras se seguía deprimiendo.

—Eso lo dices porque Daichi está aquí contigo... No en un maldito desfile en Nueva York.- dijo con resentimiento.

—Sabes que es por trabajo, Noya.

—Parece que la semana de la moda en la otra punta del mundo es mejor que dejarme tirado aquí con este asqueroso calor.

—Oye... Que yo también estoy aquí.

Nishinoya se re-acomodó en la silla y le miró pretendiendo ser serio.

—Suga-san... No es lo mismo.- se apoyó en la mesa con sus codos.— Yo, aunque Asahi no estuviese aquí, podría haber ido a la costa con los chicos. Tu en cambio, preferiste quedarte aquí porque Daichi-san no fue. Y como Asahi es un poco paranoico, no estará tranquilo si no me quedo aquí... Ni que fuera un niño.

—¿Ahora es mi culpa?- se señaló indignado.— Nadie te obligó a quedarte Noya.

—Ya lo se~...- se quejó estirándose sobre la mesa.— Pero me fastidia ver como Oikawa no para de mandarme fotos de él y los demás en la playa. ¡Encima ya tuvo a su bebé!

El peligris alzó una ceja.— ¿Y se puede saber porqué tienes agendado a Oikawa en tu teléfono?

—¿Qué pregunta es esa Suga-san? Obvio que por el chisme. Él siempre se entera de todo, por ende, yo también quiero enterarme.

—¿Acaso sabes que significa ''por ende''?- hundió los hombros.

—¡No! Pero siento que lo he usado correctamente.- sonrió despreocupado.

Suga soltó un suspiro cansado. ¿Lo peor? Que en efecto, Nishinoya había usado correctamente aquella palabra.

¿Como había podido incluso el haberse graduado de preparatoria? Su vena educativa estaba muy a flote y era ahora donde podía entender a sus profesores de aquella época, no, incluso a los de ahora, el sufrimiento por estos pobres alumnos que no atinan ni una pero aprueban aunque sea raspando el suspenso.

Eran unos tontos con suerte.

Llamarles inútiles sería como un insulto para ellos.

Y a él no le gustaría que le llamasen así.

Pero él había escuchado cosas peores en la escuela antes de ser despedido; por los profesores que impartían clase a los de último curso en primaria.

¿Como podían ser así de crueles con unos pobres niños a punto de entrar en la secundaría? No a todos se le daban bien los estudios. A unos les costaba un poco más que a otros. Eso no quería decir que no se esforzasen.

—Shouyo me llamó ayer.- comentó Noya con su alegría de siempre.

—¿En qué momento que no me enteré? Me habría gustado hablar con él.- dijo con una sonrisa nostálgica.

Tenía la necesidad de envolverlo en sus brazos y no soltarlo nunca.

—Me dijo que Atsumu-san pensaba llevar a los niños al parque de atracciones que abre el viernes. Bokuto-san y Kageyama también irán. Me preguntó si me apetecía ir.

—¿Y...? ¿Irás?

—¿Después de ser abandonado por Asahi una semana? Ni en broma. Tengo que vengarme por haberme dejado en abstinencia tanto tiempo.- las mejillas de Suga se sonrojaron.— Lo ataré a la cama si es necesario para que aprenda a no dejarme atrás.

El del lunar miró a todos lados y a ninguna parte a la vez sin poder ver a su amigo.

¿Qué necesidad hay en que él deba saber eso? ¡La vida privada es privada por algo!

—¿Te apetece ir?

—¡¿A-a donde?!- preguntó alterado y sonrojado.

—¿A donde más Suga-san? Al parque de atracciones.

—Oh...- se sentó rectó y aclaró su garganta antes de hablar.— No lo creo... Pero hablaré con Daichi.

El castaño asintió y no dijo nada más dando por acabada la conversación.

Al llegar a su casa, se giró a unos metros de la puerta de la entrada de esta y se mordió el labio inferior intentando ocultar la gran sonrisa que se abría paso por ellos sin mucho éxito.

Apretó la mano que estaba enlazada con la suya e intentó tranquilizar su alocado corazón que no había dejado de latir así de rápido durante todo él día. Al igual que sus mejillas que en ningún momento habían dejado de sentirse calientes al estar avergonzado.

Al menos, no era el único que se sentía de esa forma.

Hayato estaba igual de sonrojado que él, y le parecía adorable la cantidad de veces que intentó robarle un beso y eran sus frentes o sus narices la que acababan chocando en vez de sus labios.

Pero lo que hizo latir mucho más su corazón de profundo amor, fueron las palabras que le dedicó diciéndole que irían a su ritmo. No avanzaría más allá de un tranquilo beso hasta que él no se lo permitiera.

Le alegraba saber... que Hayato entendía a la perfección que después de lo que vivió, sería cuidadoso con cada uno de sus actos. Y se pudo percatar de ello cuando lo arrinconó contra la pared en la biblioteca y después fue el más alto quien era el que estaba apoyado en la pared dejándole a él libertad completa de correr si quería.

Eso sin duda... Había tocado su corazón.

—Gracias por... la cita.- murmuró apenado mirándole a los ojos.— Y por acompañarme a casa.

—No fue nada.

—Me divertí mucho hoy, de verdad.

—Te creo.- sonrió mostrando una hilera de perfectos dientes como la de los comerciales de dentífricos.— Yo también me divertí mucho.

El de ojos grises se inclinó hacia el frente girando un poco su cabeza hacia la izquierda y dejó sus labios encima de los del más bajo siendo un simple toque que fue correspondido.

Al separarse ambos apretaron sus labios completamente abochornados y con una sonrisa que ninguno podía disimular.

—Te mando un mensaje cuando llegue a casa.

—Claro... Cuídate.

—Tu también.

Soltaron sus manos sin querer hacerlo, y se giraron al mismo tiempo para ir cada uno a sus casas.

Sabían que si no lo hacían, no se podrían separar.

Entró sin hacer ruido y se quitó sus zapatos viendo que habían muchos más en el genkan haciéndole alzar una ceja.

—¡Estoy en casa!

Caminó hasta la sala de estar viendo que su padre estaba en el sillón individual con su madre encima notablemente apenado por ello; mientras le acariciaba la rodilla con la punta de sus dedos al menor.

En el otro sillón individual existente estaba Tenma sin rastro de Atsuya con una tranquila sonrisa.

Y en el sillón grande estaba Atsumu y Shouyo, con el brazo del mayor rodeando los hombros del pelinaranja. Y por los ruidos en el piso de arriba, apostaría lo que fuera a que Kenji estaba con Sora.

No había rastro de los bebés del matrimonio, ni del más pequeño de sus hermanos dando por hecho que los tres estarían en la habitación de sus padres durmiendo.

Pero lo que más le disgustaba era esa rara sonrisa que tenía Atsumu colgando de sus labios en su dirección.

—Hola ma.- saludo Shiro al pelinegro con un beso en la mejilla.— Hola pa.- hizo lo mismo con Bokuto.

Ambos adultos le besaron en la mejilla como saludo.

—Shiro-kun, ¿quien era el chico de la entrada?

Todos los músculos de su cuerpo se tensaron al escuchar la pregunta de Atsumu.

Se giró con los ojos bien abiertos viendo la sonrisa burlona del rubio, que por respeto a Shouyo, no le borraba de un buen golpe que se merecía.

—Es Hayato-kun, un amigo.- respondió Akaashi por él.

—¿A sí?- oh, mierda. Usó él tono. Ese tono que haces cuando crees no saber la verdad.— En mis tiempos no besábamos a los amigos en la boca. ¡Vaya con los jóvenes de ahora!

Sus mejillas se incendiaron y escuchó claramente el jadeo dramático de su padre.

—¡Akaaaaaasheeeee! ¡¿Has visto?! Por eso quería venir temprano. Para evitar que ese niño robe la inocencia de mi bebé... ¡Pero ya lo hizo!

—N-no sea exagerado papá.- murmuró avergonzado.

Agradecía que su madre estuviese encima de sus piernas. Veía el claro intento de querer levantarse y asfixiarlo con uno de sus abrazos de oso.

—¡No exagero! ¡Mírate! ¡Sonrojado por un beso!- dramatizó.— ¡¿Por qué a mi?! ¡¿Qué voy a hacer Akaaaashi?! ¡El chico malo se llevará a mi bebé!

—Ko-kotaro-san... Por favor tranquilícese.- intentó calmar el de ojos esmeraldas.

Shiro dio un paso hacia atrás y luego otro y otro hasta desaparecer de la sala y subir por las escaleras hacia su cuarto cuando vio las claras señales de su madre para que desapareciera de la vista de su padre.

Y como buen hijo, no desobedeció a su madre.

Cerró la puerta soltando un suspiró mientras se apoyaba en ella cerrando los ojos. Estaba a salvo.

—¿Quien era el chico de antes?

El castaño pegó un bote del susto y alzó la vista viendo a Atsuya apoyado de lado viendo por la ventana.

¿Era él o se veía mucho más alto que hace dos días?

¿Y que era esa repentina seriedad en su voz borrando cualquier rastro alegría en ella?

—¿Qué haces aquí? Te he dicho que no entres aquí.

Atsuya se giró a mirarle y caminó hacia él con las manos en los bolsillos y le dejó completamente arrinconado contra la puerta.

Se dijo que no debía de tener ningún tipo de miedo de Atsuya después de tan lindo día con Hayato siendo tan amable y dulce con él. Pero la increíble altura del rubio le hacía pensar lo contrario.

Era un niño, al menos para él, pero hasta los niños son malos con otros.

—¿Quién era él, Shiro?

—Eso no te incumbe.

Atsuya suspiró y apoyó la cabeza en el hombro contrario sin notar el repentino tensar del cuerpo más pequeño.

—Es mi novio.- sentía la necesidad de explicarse.

Sintió al menor alejarse con el ceño fruncido; pero eso no le hizo destensar su cuerpo.

—Dijiste que estarías conmigo cuando fuese mayor.

—Eres un niño.

—Aún así, rompiste nuestra promesa.

Shiro apretó los labios.

Quería dejar de estar arrinconado contra la puerta. Sentía que a cada segundo que pasaba la respiración le faltaba.

—Por favor, apártate.- el rubio apoyó su brazo en la puerta por encima de su cabeza aprovechándose de su altura. Su otra mano la acercó a su mejilla y aunque no era un sentimiento muy fuerte, el terror estaba presente.— Atsuya. Por favor, apártate.- le vio inclinarse hacia él y su estómago se apretó.— A-astuya, t-te juro que gritaré si haces algo q-que no debes.

El menor no le hizo caso y siguió inclinando su cabeza hacia el frente.

Shiro intentaba alejar su propia cabeza lejos de la que se iba acercando hacia él, pero la madera de la puerta se lo impedía.

Podía sentir incluso la respiración del otro mezclarse con la suya, haciendo que su estómago se apretase más de lo que ya estaba.

Horribles recuerdos de como fue apresado contra el suelo terroso de su antigua escuela empezaban a anclarse en su mente. De como aquellas asquerosas manos se paseaban por su cuerpo tembloroso de terror y como su oído escuchaba los jadeos y respiraciones entrecortadas que soltaban.

Con manos temblorosas y con las pocas fuerzas que tenía, apartó de un empujón a Atsuya y huyó por el pasillo sin notar la mirada dolida del menor.

Bajó con prisas las escaleras tropezando con el último escalón, y al llegar hasta la sala de estar que era su objetivo, se lanzó a los brazos de su madre que seguía sentado encima de su padre.

Akaashi rodeó con algo de sorpresa a Shiro con sus brazos, y se preocupó de sobremanera al sentirlo como su cuerpo no dejaba de temblar. Miró a Bokuto viendo que él también había notado que algo pasaba con su niño.

—¿Estás bien Shiro?

El adolescente apretó con más fuerza la camisa de Akaashi entre sus puños y negó con su cabeza.

—Mamá...- la voz de Atsuya tensó el cuerpo del castaño, algo que no pasó desapercibido por Akaashi.— ¿Podemos irnos?

El pelinegro parpadeó sorprendido al escuchar a su hijo que no hacía más que mirar al suelo.

Giró su cabeza hacia Akaashi en busca de una respuesta. Hacía poco que habían llegado y no habían podido hablar nada acerca del nuevo manga que pensaba publicar ya que Atsumu y Shouyo habían llegado mucho antes que él, y no quería ser descortés.

—Te llamo para vernos otro día.- fue lo único que le dijo.

Tenma asintió y se levantó del sillón individual hacia la entrada junto a Atsuya para ponerse sus zapatos.

Cerraron la puerta al salir y empezaron a caminar por las calurosas calles en completo silencio. Algo realmente inusual en su hijo. Era alguien alegre y muy hablador. La mezcla perfecta entre Akiteru y él.

Pero ahora se mantenía en silencio y parecía algo serio.

Pensó en preguntarle algo al respecto de su cambio de actitud tan repentino pero le dejó mudo al escucharle hablar.

—Creo que... Aceptaré esa beca de deportes para ir a estudiar a Estados Unidos.

—Papi... ¿Estás enfadado?

Kageyama se alejó un poco del abrazo que tenía con Nao para mirarlo.

—¿Por qué preguntas eso?

El niño dudó un poco antes de responder.

—Has tenido las cejas juntas desde que Miya-san y Shouyo-san vinieron a casa. Y seguimos acostados en la cama... A ti no te gusta que estemos todo el día en la cama.

Kageyama quiso cerrar los ojos y soltar un suspiro pesado ante los recuerdos pero no lo hizo.

El día anterior cuando se fue como una bala de la casa de alquiler de la costa, lo único que pasaba por su cabeza era que debía de alejarse de aquel lugar cuanto antes.

Las pesadillas que había estado teniendo durante esa noche no le dejaba tranquilo. Eran demasiado reales para su gusto.

Creía que llegando a su casa, la angustia que había sentido al no tener a Nao al despertar ese día podría desaparecer, pero no lo fue. En su lugar, se sentía mucho peor. Tenía la sensación de que era observado desde algún lugar pero revisó bien las ventanas y puertas viendo que todo estaba como lo había dejado.

Incluso las cosas estaban en el sitio que iban. No faltaba ni había nada demás.

Al menos cuando se puso a dormir, las pesadillas no vinieron a él y pudo dormir tranquilo esa noche.

Pero no se esperó que esa mañana en el desayuno, la puerta de su casa sonase, y que nada más ir a abrirla, los culpables de sus pesadillas fuesen los que llamasen.

—¡Hola Tobio-kun! ¿Podemos pasar?

¿La verdad? Quería decirles que no.

Pero puede que su corazón se ablandase al ver a los pequeños bebés en sus capazos moviendo con entusiasmo sus diminutas manos.

Les dejó pasar y regresó a la cocina con ellos a su espalda.

—¿Puedo saber porqué están aquí?- preguntó mientras seguía comiendo de mala gana sus cereales con leche.

¿Que había sonado algo borde? Tal vez un poco. 

—Quería hablar contigo sobre nuestros planes del viernes.

—¿Vas a salir el viernes con Miya-san papá?

El pelinegro miró a su niño con su labio superior completamente manchado de leche por haberla bebido directamente de la taza.

Cogió un trozo de papel limpiándole la evidencia de su cara viendo como sus pequeñas mejillas se sonrojaban, pero que al final acababa con una gran sonrisa en su dirección.

—¿Por qué no le pides a Hinata que te enseñe los bebés?- acarició la mejilla del peliblanco.— Yo mientras hablaré con Miya-san.

Recibiendo un asentimiento por parte del niño, agarró del codo a Atsumu y lo jaló hasta el inicio de las escaleras.

—Eso duele Tobio-kun.

—No voy a ir con ustedes.

—¿Qué?- dijo con indignación.— Nos prometiste ir. Fue tu idea, te recuerdo.

—Pues lo siento, pero no voy.

—¿A ti que te pasa?- le preguntó. Ganas de darle un empujón tras haberle preguntado no le faltaban.— Desde ayer estás raro y Shouyo no entiende esta actitud tuya, y yo tampoco.- le frunció el ceño.— Arregla los problemas que tengas, pero vas a ir el viernes con nosotros. Como su tengo que venir y sacarte a rastras de tu casa. Además.- clavó su índice en el pecho del menor hasta cierto punto siendo doloroso.— No me hagas perder la paciencia. Todo esto lo hago para que estés más tiempo con Soichi, pero parece que no te importa en los más mínimo.

Después de eso el matrimonio se fue tras media hora en la que Shouyo y Atsumu hablaban con Nao de manera alegre y él solo los miraba como si sobrase en aquella escena.

La visita le había vuelto a generar ansiedad, y era por eso que volvieron a acostarse en la cama para que la horrible opresión que tenía en su pecho desapareciese.

—El viernes van a abrir un parque de atracciones ¿te apetece ir?

Nao se sentó de golpe en la cama y viendo su carita completamente iluminada le dejaba en claro que aquello era un gran sí.

—¡Sí y mil veces sí papi!- daba pequeños botes en la cama para no alterar a Akachan que estaba en los pies de esta.— ¿Solo iremos tu y yo?

—Bokuto-san también irá. Y Atsumu-san.

Si Kageyama notó que la comisura de los labios de su hijo tembló un poco al decirle que Atsumu iría con ellos, no lo mencionó.

—Te prometo que nos divertiremos.- le sonrió a su niño.— Dejaré que comas todo el algodón de azúcar que quieras y las manzanas caramelizadas que tanto amas.

—¡¿Y me comprarás un peluche de uno de los puestos?!

—Claro... Te conseguiré todos los que quieras.

Nao se abalanzó contra él para darle un gran abrazo, y como respuestas él le devolvió un millón de besos en sus mejillas.

—Tan lindo Kageyama...- decía mirando el vídeo a través de su cámara.— Disfrútalo todo lo que puedas. Porque pronto, te alejarás de él.

Con su dedo, cambió de vídeo y sonrisa era mayor.

—Y tu... también lo dejarás de ver.

Siento que estoy poniendo demasiado tóxico a Atsuya aún siendo demasiado pequeño, y la verdad no es mi intención. En mi mente está planteado como un niño con sentido de la posesión muy grande en el sentido de que no quiere dar su juguete favorito a nadie. Esto no quiere decir que Atsuya piensa que Shiro es un juguete y no lo estoy poniendo así ni nada. No se si me explico.

Estoy intentando que se vea como la perspectiva de un niño de doce años.

En fin... Me costó horrores escribir este capitulo. No veía en qué momento sacar tiempo, pero el pasado 26 pude terminar. Aunque no es hasta hoy cuando actualizo.

Espero que les haya gustado el capitulo.

Creo que se va notando un poco que ya queda menos.

Díganme aquí la parejita que quieren ver en el siguiente capitulo →

He revisado bien -creo- y no veo errores. Si los hay me disculpo.

También, quiero desearles un feliz año e intentemos olvidar un poco este 2020, aunque es imposible. Espero que este nuevo año venga con cosas más positivas para todos y dejemos la negatividad en el 2020.

Nos leemos pronto.

~Zeni13~

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro