Capitulo 28
—Dichosos los ojos. Sois los últimos en llegar.- fue lo primero que dijo Kuroo nada más abrir la puerta de su casa.
Bueno la de Kenma... Bueno, la de ambos.
—Lo siento... Hubieron complicaciones.- se excusó.
—Me las puedo imaginar.- dijo divertido guiñando un ojo al más bajo.
Dejaron sus zapatos en el genkan junto al carrito de sus bebés, y caminaron tras el pelinegro por un pasillo hasta una puerta trasera que daba a un gran jardín completamente vallado con vallas de color marrón.
Todos los demás presentes posaron sus ojos en ellos y les saludaron.
—¡Mira mami! ¡Un perrito!- gritó emocionado Kenji.
El de pelo cobre salió corriendo hacia el cachorrito que estaba junto a Nao y le acarició la cabecita totalmente encantado.
Soichi por su parte seguía fieramente agarrado de la mano de su padre, e incluso algo oculto tras una de sus piernas. Esto no era como aquella vez en el enorme gimnasio donde su mami estuvo muy malito, pero era inevitable que le viniesen esos desagradables recuerdos a su cabecita.
Con sus azules ojos miró como todas las mamás estaban juntos. Acariciándose sus grandes barrigas o sosteniendo entre sus brazos a sus bebés. En otra esquina estaban todos los papás con bebidas en sus manos y riendo con fuerza. Por ultimo, Kenji lo había abandonado por Nao -quien también había dejado de hablarle haciéndole sentir solo- y el lindo perrito que había. El niño nuevo, Sora, estaba con otro más alto que nunca había visto y luego Shiro estaba con su teléfono entre sus manos con el niño de gafas a su lado quien leía un enorme libro ajeno al resto.
Y mucho más apartadas del resto, se encontraban Kaori y Yuki jugando con sus muñecas encima de una sábana encima del césped.
Todos parecían tener sus propios grupos y el se sentía desplazado.
—¿Por qué no vas con los demás niños?- le dijo su padre acariciando su cabeza.
—¿No puedo ir contigo?- dijo bajito.
El rubio le sonrió y se agachó con cuidado de no despertar a Takeo de su sueño.
—Claro que puedes. Pero puede que te aburras si estás con nosotros.
—No lo haré.- aseguró con rapidez.
Atsumu rió.— Está bien.- se giró a ver a Shouyo.— El viene conmigo.
—Vale. Ten cuidado.
Vio como sus papás se dieron un corto besito y luego como su mami fue caminando con Ai hacia el resto de mamás que sonrieron al verle llegar con su hermanita.
Su papá le abrió una silla plegable con destreza permitiendo que se sentase y luego el cogió otra para él sentándose cerquita suyo.
—Las mamás están por la zona de allá.- dijo burlón Kuroo.— Esto es la zona de hombres y los niños no están permitidos.
—Oh, que casualidad- dijo Atsumu.— Ellos son mis hombrecitos.
Soichi rió tímido y se escondió en un costado de su padre evitando que los demás adultos mirasen sus sonrojadas mejillas.
—Puedo... ¿Puedo cargarlo?
El pelinaranja giró un poquito su cabeza dejando a la vista uno de sus ojitos viendo al papá besa mamás preguntarle a su papá.
Su ceño se frunció y se cruzó de brazos.
—No puedes.
—No digas eso Soichi.- reprendió el rubio.— Claro, ten.
Atsumu con cuidado le pasó a Kageyama al bebé.
El pelinegro con delicadeza le sostuvo la cabeza y empezó a mecerlo cuando se removió entre sus brazos. Soichi miraba nervioso a su hermanito entre sus brazos temiendo que lo pudiese soltar y caerse.
Por su parte, Kageyama miraba embelesado a la criatura. Tan chiquita y frágil entre sus brazos que le hacían tener recuerdos de sus primeros años con Nao siendo un bebé. Meciéndolo para dormir, dándole suaves golpecitos para que eructase después de sus comidas, acariciando su pequeña nariz... O tan solo viéndolo.
Aunque su madre le ayudó por aquellos años, sin duda disfrutó cada uno de esos momentos que estuvo a solas con Nao. Y puede que si Hoshiumi hubiese sido otro, los dos podrían haber sido grandes padres para Nao. Pero al peliblanco tan solo le importaba su carrera como deportista.
—¿Estás bien Tobio-kun?- preguntó Atsumu.— Te veo algo emocional.
—Sí, es que...- soltó un suspiro tembloroso.— Hace años que no tengo un bebé entre mis brazos y... Son buenos recuerdos.
—¡Te entiendo Kageyama!- llamó la atención Bokuto.— Mi pequeño Ryo... Es tan chiquitito. Y cuando mi Akaaashee lo tiene entre sus brazos son tan lindooos.
—No hermano, no hay nadie mas lindo que mi gatito.- Kuroo se abrazó a si mismo y se retorció de felicidad.— Tan arisco algunas veces y en busca de amor tantas otras.
—Koshi es más lindo que vuestras parejas juntas.- se impuso Daichi.— No tienen la piel como la porcelana como mi Koshi.
Se escuchó un bufido.
Al girar a ver, vieron como Iwaizumi negaba con su cabeza y les miraba retador.
—Si hablamos de piel de porcelana, todos sabemos que divakawa es el que mejor tiene la piel de porcelana.- volvió a bufar.— Aquí sabemos que si hablamos de hermosura, Oikawa es el más hermoso.
Soichi frunció el ceño y con cuidado se puso encima de su silla.
—¡Mentira!- todas las miradas pararon en él.— Mi mamá es el más lindo y hermoso de todo el planeta. ¿A que sí papi?- pidió ayuda.
—Oh, claro.- asintió.— Sabes que solo tengo ojos para tu madre.
Soichi asintió de acuerdo con sus palabras.
—Hace comida rica y me llena se besitos. Él es la mejor mamá del mundo mundial.- hizo gestos con sus manos para enfatizar sus palabras.
— Pero...- intentó decir Bokuto.
—¡Mi mamá es la mejor!
Dio un pisotón a la silla y casi se cae al suelo por hacer esto; y gracias a los rápidos reflejos de Atsumu -y porque Takeo estaba en brazos de Kageyama-, sostuvo entre sus brazos al niño.
—Dijimos que nada de dar pisotones en las sillas. ¿Acaso quieres romperte de nuevo el brazo?
—No quiero papi... Dolió mucho la otra vez.
—Mejor vete con mamá. Estarás más tranquilo.
—Vale...
A regañadientes se fue donde su mamá dejando solos a los adultos.
El rubio se masajeó las cienes y volvió a coger entre sus brazos a su bebé. Le beso la naricita y dejó que sostuviese entre sus diminutos deditos su dedo indice con fuerza, como aquella vez en el hospital.
—¿Como se rompió el brazo?- quiso saber Kageyama.
—Fue en su cumpleaños numero cuatro.- comenzó a decir.— Kenji todavía era muy pequeño y necesitaba de nuestra atención. Y como ahora, Soichi se subió a la silla y dio un pisotón acabando encima de su brazo. Fue un caos.
—Todavía recuerdo lo histérico que te pusiste al escuchar llorar a Soichi.- se burló Osamu.
El rubio le frunció el ceño y le dio una patada que fue exitosamente esquivada por su gemelo.
—Ya te llegará la hora, a todos.- les señaló con el dedo.— Cuando vuestro hijos se rompan algún hueso estaréis igual que yo de histéricos. Deseareis ser vosotros quien quiera tener el hueso roto.
Komori soltó un suspiro frustrado y se deslizó un poco en su silla.
—Todos tenéis un hijo o a punto de tenerlo y yo soy el único que no tiene.- se quejó.— Quiero un hijo.
—Pero los hijos no caen del cielo, créeme.- dijo Bokuto.
Todos le miraron con una ceja alzada mientras que Wakatoshi se llevaba una mano bajo su barbilla y pensaba a fondo lo que dijo el contrario.
Kuroo por su parte rió como hiena y le palmeó la espalda a Bokuto.
—¿No has intentado hablar con tu pareja?- preguntó Asahi.
Komori se revolvió el pelo.— Lo he hecho, pero Kiyoomi se preocupa por el que dirán.
—¿A que te refieres?- quiso saber Semi.
—Oh... Bueno... Somos primos.
Todos quedaron callados. Podían escuchar como las mamás algo más alejadas hablaban alegres. Los ladridos de Akachan también eran audibles como las risitas de Kenji junto con Nao. Incluso, los gorgoteos que empezaban a hacer Takeo los escuchaban.
Atsumu jugó con el labio de su bebé y empezó a hacerle caras raras escuchando lo que parecían ser sus risitas. Le llenaba su carita de besitos y presionaba entre sus labios los diminutos deditos que chocaban contra su cara.
Parecía que él era el único que no estaba incomodo con lo que acababa de decir Komori. O más bien que lo único que le interesaba era hacerle mimitos a su bebé.
—¿Como puedes ser primo de Omi-kun?- preguntó arrugando su nariz hacia Takeo.— No os parecéis.
—Es que en realidad no somos familiares directos.
—No comprendo- dijo Wakatoshi girando a un lado su cabeza confundido.
—Mi madre se casó con su tío cuando teníamos tres.
—Ya decía yo que alguien como Omi-kun no podía ser familia de alguien como Tomoya-kun, ¿a que shiiii?- dijo eso ultimo hacia su bebé haciéndole cosquillitas en el cuello con su nariz.
Takeo hacia gorgoritos mucho más fuertes al sentir las cosquillas de su papá y pateaba con fuerza revolviéndose entre sus brazos.
Osamu le miraba con fastidio pero con una sonrisa en sus labios. Komori se sentía algo celoso de su paternidad y la de los demás pero no podía hacerle nada. Y Kageyama miraba deseoso al bebé. Él quería volver a tener un bebé entre sus brazos, pero siquiera tenia tiempo para cuidar a Nao, ¿como podría cuidar a un bebé? Ni siquiera tenia tiempo de buscar a alguien a quien amar o que le amase.
—Shouyo está embarazado.- soltó de pronto Atsumu aún contemplando el semblante de su niño.
Todos le miraron sorprendido.
—¿Acaso ustedes no saben lo que la palabra 'preservativo' significa?- cuestionó Tsukishima.— Apenas y ha salido de un embarazo y os metéis en otro.
—¿Acaso alguno planeó dejar como balones a sus parejas? ¿No, verdad? Pues se callan.- acusó.
—¡Yo sí!- dijo emocionado Bokuto.
El rubio quiso abrir la boca y decirle "tu no cuentas" pero prefirió reservarselo. El pequeño bache que había pasado Bokuto y Akaashi había quedado como un tema tabú.
Nadie de los allí presentes quería traer los malos recuerdos de su fallida concepción a la estrella de los Black Jackals. Y más cuando hubo aquel fatal accidente con el mayor se sus retoños teniendo que ser hospitalizado.
—Pues felicidades, supongo.- se encogió de hombros Semi.— Aunque Kenjiro no me comentó nada.
Atsumu sonrió de lado.— Es que no me hace falta un medico para saber cuando mi pequeña esposa está esperando.
—¿Y como sabes eso?- preguntó curioso Kageyama.
—En el caso de Shouyo, se vuelve más cariñoso y sus ojitos parecen desprender estrellas. Su sonrisa parece hasta más radiante que nunca...-
—¿No lo estás describiendo como es?- Tsukishima.— Yo creo que estás equivocado y ves cosas donde no las hay.
—No estoy confundido.- le gruñó.— Sus mejillas están más gorditas y sus caderas se han hinchado un poco. Y esta mañana lo pude comprobar.
—No seas cochino.- le empujo Osamu por el hombro.— No hace falta que nos digas lo que hicieron antes de venir.
—Oh por favor, como si no supiese que entre Kita y tu no paso nada.- señaló con su dedo.— Te lo veo en los ojos hermano.
Las mejillas de Osamu se tornaron rojas al recordar como su Shinsuke se había puesto celoso y le había besado declarando su territorio.
Mentiría si dijese que no tuvo problemas en la zona sur cuando fue a la trastienda por sus cosas.
—¡No te metas en donde no te llaman Tsumu!
El rubio rió entre dientes y miró al resto de los chicos.
—Y con solo una mirada a sus parejas puedo adivinar que se divirtieron antes de venir. ¿O me equivoco?
Iwaizumi casi se ahoga con la cerveza que se estaba tomando y Ushijima decidió que mirar la ardilla que subía por el tronco de un árbol era mas interesante. Aone se sonrojo por completo sintiendo como la cara le ardía y Kuroo sonrió de forma gatuna, sin temer el ser descubierto por tan increíble momento.
—¿Y-y no es malo hacerlo durante el embarazo?- habló Aone en todo ese tiempo que había estado callado.
—Es malo si tu medico te dice que lo es.- asintió Atsumu.— Pero en la medida de lo posible es mejor que tu pareja este satisfecha o te atacará.
—¡¿Hinata te ha atacado?!- preguntó asustado Asahi.
—Me coge desprevenido... Sobretodo cuando duermo. Sigo sin saber como se mueve con esa barriga.- dijo pensativo.— Pero dejemos de hablar de embarazos. ¿Tenéis planes para las vacaciones?
—Yo voy a disfrutar sin verle la cara a mis estudiantes.- dijo Kuroo con alegría.— ¿Por qué?
El rubio se encogió de hombros.— Shouyo y yo pensamos irnos durante una semana a la costa. La temporada ha terminado y vamos a pasar más tiempo en familia.
—Shinsuke y yo también vamos a ir.- comentó Osamu mirando a los chicos que parecían interesarse más en la conversación.— Es una villa con varias casas al pie del mar.
—Parece buena idea.- habló Kageyama.— Le diré a Nao, quizás le haga ilusión. Nunca ha visto el mar.
—Eso sería...-
La voz de Komori se apagó al ver como el bebé que estaba con ellos empezaba a removerse y empezar a gimotear.
Atsumu se levantó y empezó a mecerlo entre sus brazos mientras caminaba hacia donde se encontraba Shouyo. Hacía caras raras intentando que Takeo le prestase atención y se olvidase de que su pequeño estómago necesitaba ser alimentado.
A medio camino que separaba a los papás de las mamás, Atsumu paró su andar. Shouyo estaba enfrente de él y le miraba con la misma sonrisa que le regalaba.
Con la destreza que los caracterizaba como papás experimentados, Atsumu cogió entre sus brazos a Ai mientras que Shouyo sostenía a su bonito Takeo. Le entregó un biberón al rubio, y este como respuesta le dio un pequeño beso en los labios.
—Te quiero.- dijo Atsumu.
—Yo también.- le dijo de vuelta Shouyo.
Se dieron una última mirada antes de darse la vuelta y volver a sus lugares.
Atsumu se sentó en su silla y empezó a darle el biberón a su pequeña princesa bajo la atenta mirada de todos.
—¿Esta es tu otra hija?- preguntó curioso Daichi.
El rubio asintió.— Sí. No come si yo no le doy el biberón. Como que siente que Shouyo no soy yo.
—¿No la estás mimando si haces eso?- le dijo Tsukishima.
—Es un precio que estoy dispuesto a pagar por mi pequeña princesa.- le respondió mientras le daba un beso en la frente.
Momentos antes de que Soichi llegase con Shouyo...
—Shouyo... pensé que no vendrías...- dijo Kenma moviéndose a un lado.
El pelinaranja sonrió y se sentó al lado del teñido.
Todas las mamás estaban allí reunidos, sentaditos cómodamente en unos bonitos sillones de exterior y muy mulliditos. En cambio los papás tenían sillas plegables... Se notaba que quien mandaba en esta casa era su amigo teñido.
—Lo siento, Tsumu y yo estábamos haciendo un rapidín en la ducha.
Oikawa y Nishinoya rieron por las descaradas palabras del pelinaranja y otros más tímidos como Yamaguchi, Akaashi y Suga se sonrojaron hasta parecer un tomate maduro. El resto intentaban ignorar aquel comentario muy fuera de lugar.
Aunque no podían negar que algunos habían hecho las mismas cosas que ellos dos.
—No te creí tan descarado Chibi-chan.- Oikawa movió sus cejas de manera sugerente.
—Es algo normal entre las parejas supongo.- se encogió de hombros.
—Eso es una vil mentira.- replicó Oikawa.— Si fuese normal Iwa-chan me comería hasta con esta tripita.
El castaño hizo un puchero y se acarició su barriga.
Estaba feliz de que su Iwa no lo viese gordito y poco atractivo y que por eso mismo debía de controlar sus propios instintos. Pero eso no evitaba que se sintiese poco querido.
Estaba embarazado y necesitaba toda la atención de su corpulento y sexy hombre. Aunque tenga que pasar por un numerito lleno de lagrimas por culpa de las hormonas para conseguir lo que quería.
—Te comprendo.- le dijo Futakuchi abrazando a Oikawa.— Hoy, después de casi dos meses volví a intimar con Aone. Aunque no hubo penetración.- bufó.— Sigo sexualmente frustrado.
—Mi Waka-chan tampoco me tocó durante el embarazo. Decía que podía hacerme daño.- negó con la cabeza el pelirrojo.— Lo que él no sabia es que quería sentir otro tipo de daño, ¿entendéis?- preguntó divertido.
—Pues yo...- dijo Suga removiéndose en su sitio completamente avergonzado.— Yo lo prefiero gentil.- sus mejillas se iban calentando lentamente.— Ayer fue nuestro aniversario y Daichi se portó como si fuera la primera vez: dulce y gentil.
Todos proclamaron un 'aw' colectivo haciendo enrojecer aun más al pobre peligris.
Tampoco se libró de las burlas que le propiciaba Nishinoya haciéndole sentir vergüenza ajena de como Asahi se volvía una fiera en la cama desvelando el lobo interior que tenia bajo esa capa de dulce corderito.
Sinceramente, a Suga no le interesaba eso, pero Hinata había empezado con las insinuaciones sexuales y todos habían comenzado a comentar sus propias preferencias y experiencias.
—¿Y como te trata Osamu-san, Kita-san?- preguntó Yamaguchi.
El de puntas negras bajó la mirada y arrulló a su hija que seguía completamente dormida ajena al debate interno que tenia después de la pequeña pelea que había tenido con la tipa de la tienda de Osamu.
Todavía le hervía la sangre ver como se colgaba de su brazo.
—Es cariñoso conmigo.- se encogió de hombros.— Pero me siento inseguro.
—¿Por qué?
Kita se mordió su labio inferior y miró a todos por debajo de su flequillo.
—¿Soy atractivo?
—¿Por qué piensas esos?- dijo preocupado Shouyo.
El peligris bajó su mirada.— Antes de venir pasé a la tienda a por Samu y... Habia una chica mucho más bonita que yo hablando con él.- su voz comenzaba a temblar.— Tenia curvas mejores que las mías y una delantera que parecían un par de enormes sandias.
—Por favor...- habló Oikawa.— Por favor dime, que le agarraste de los pelos y la sacaste lejos de tu hombre.
Kita parpadeó sorprendido ante la seriedad de las palabras por parte de Oikawa.
—Y-yo...- las mejillas de Kita se sonrojaron.— Le bese de forma muy... Atrevida y le dije que necesitaba a Osamu... De forma sexual.
Con su mano libre, Kita se cubrió la cara completamente avergonzado por decirles los actos tan vergonzosos que había hecho para marcar su territorio.
El tenia confianza en si mismo, y la tenia en Osamu, pero desde que Haruka llegó a su vida se volvió más vulnerable y se sentía que si alguien mucho más bonito que él se ponía enfrente de Osamu, lo elegiría sobre él y no quería.
—¿Te ocurre algo tío Kita?
La vocesita de Soichi le hizo quitar la mano de su cara y ver directamente a los ojitos azules que estaban preocupados.
Le sonrió tembloroso y asintió.
No podía preocupar a un niño con sus problemas amorosos e inseguridades.
—¿Por qué no estás con papá?- inquirió Shouyo.
—Papá me mandó contigo.
—¿Relegando el niño a las mamás?- dijo indignado Oikawa mientras se acariciaba su abultado vientre.— Como si no tuviéramos suficiente.
Shouyo negó y le acarició la cara a su bebé.
—¿Por qué no te sientas con Yamaguchi?- propuso.— Me dijiste que eran amigos.
Soichi asintió y se sentó en las piernas del pecoso. Pero antes de hacerlo le abrazó por el cuello y le dio un besito en una de sus pecosas mejillas.
El chico sonrió y abrazó rodeando la pequeña figura del niño desde atrás y dejó su cabeza en las hebras naranjas.
—Parece que te has vuelto más lindo que la otra vez.- le dijo Oikawa.
Soichi entrecerró sus ojos y sonrió.— Y veo que te has vuelto más gordo que la otra vez.
Al castaño se le sonrojaron las mejillas y Nishinoya volvió a reírse con ganas pero esta vez señalando al mayor.
—T-tengo un bebé. Ten un poco de respeto.
Soichi le sacó la lengua y rió divertido ante los murmullos del castaño.
—Dashi.- el menor llamó la atención del pecoso.— ¿Por qué él...- apuntó a Seiya.— se sienta solo?
Yamaguchi miró triste a su niño que tenia la cabeza centrada en el enorme libro que se había traído ignorando al mundo entero.
Habían llegado junto a Kageyama y Nao a la casa de Kenma siendo los primeros. Él y el teñido habían comenzado a hablar de cosas de madres y cosas relacionadas con el embarazo. Tsukki, Kageyama y Kuroo se habían puesto a hablar de a saber dios que, y Nao corría por todo el jardín siendo perseguido por Akachan.
Seiya lo único que había hecho era buscar un lugar en la sombra y ponerse a leer tranquilamente. Y así había sido mientras los demás iban llegando.
Ignoró a Shiro que se puso a su lado; incluso ignoró a Atsuya cuando llegó gritando su nombre.
—¿Por qué no te sientas con él?- propuso el pecoso.
Soichi negó.— ¿Qué pasa si no me quiere allí?
—Confía en mi.- le guiñó un ojo.
Dubitativo, se bajó del regazo del pecoso y caminó a paso lento hacia el rubio de gafas.
Giró su cabeza hacia atrás viendo como todas las mamás le alzaban los pulgares hacia arriba dándole ánimos y volvió a mirar al niño. Tragó saliva y retomó su andar.
Yamaguchi observó como su niño apartaba su mirada del libro desde que llegaron y juraría ver un brillo en sus ojos al ver al pelinaranja. Hablaron de algo y vio como su bebé se movía a la derecha dejando que Soichi se sentase a su lado. Bajó su libro y con su dedo, le señalaba al contrario algo sobre lo que tenia las paginas.
El pecoso sintió ganas de llorar de alegría al ver a su niño hablar de forma normal con otro niño de su edad.
—Hey... ¿Te encuentras bien?
La voz de Shirabu hizo que todos dejasen de ver al par de niños y la centrasen en Sakusa.
El pelinegro se sostenía la cabeza con una de sus manos y se había bajado su cubre bocas para poder tomar respiraciones cortas de aire fresco.
—Sí... Solo me siento un poco mareado. Es todo.
—Estás algo pálido.- dijo preocupado Suga.
El de lunares negó.— Se me pasará. No suelen durar tanto.
Todos se miraron entre ellos con una ceja alzada.
Las inesperadas quejas de Ai, hizo que Shouyo le prestase atención. La meció entre sus brazos y con ayuda de Kenma, preparó los biberones para sus bebé.
Agarró el que le tendía el teñido y con una sonrisa se levantó de su sitio para ir junto a Atsumu. Al verle sonrió amplió y completamente enamorado recibiendo otra del rubio. Se intercambiaron los bebé y le tendió el biberón para su niña y terminó con un sorpresivo y corto beso en sus labios.
—Te quiero.- le dijo el rubio.
—Yo también.
Dándose una ultima mirada, se giraron y cada quien volvió a su sitio.
Sostuvo con cuidado a Takeo entre sus brazos y le dio su leche.
—¿Cuanto tiempo llevas con los mareos, Omi-kun?- preguntó curioso el pelinaranja.
El de los lunares pensó unos momentos antes de contestar.—N-no lo se... Puede que un par de semanas. ¿Por qué?
De nuevo, todos se miraron entre ellos para luego volver a centrarse en el de pelo negro.
—Bueno... Es un poco obvio.- Kenma se encogió de hombros.
—¿A que te refieres?
—Deberías de venir la próxima semana a mi consulta.- miró a todos y de nuevo al chico.— Quizás tus mareos son debido a... Un embarazo.
Sakusa abrió los ojos de par en par.
No. Imposible. Él se cuidaba muy bien. Komori se cuidaba muy bien. ¡Ambos se cuidaban muy bien!
Era imposible que estuviese en estado. Siempre procuraba tomar su pastilla cuando Tomoya se corría dentro suyo. Y aunque tuviese un condón puesto, se la tomaba igualmente. Los accidentes pasaban y el ya había decidido que no quería niños aunque en el fondo los desease.
¿Esto es a lo que llamaban Karma?
Quería llorar.
Llorar como cuando era un adolescente y le dolía mantener en secreto el amor que le tenia a Tomoya.
—Y, em...- Shouyo se aclaró la garganta.— Hablando de embarazos...
Shirabu jadeo.— Imposible.
El pelinaranja rió nervioso.— Sorpresa...
El castaño quiso jalarse los cabellos.
—¿Sabes lo peligroso que es otro embarazo?- acusó con su dedo al menor?— Hace apenas tres meses que tuviste un aborto pudiendo casi morir por culpa del estrés. Me sorprende que pudieses concebir en las condiciones que quedaste.
Las mejillas de Shouyo se sonrojaron un poquito.— Tsumu y yo somos muy vigorosos.
—No hace falta que lo digas.- le dijo burlón Futakuchi.
Shouyo dejó el biberón ya vació en el césped y acomodó a Takeo en su hombro. Empezó a darle suaves palmaditas en su espalda a la espera de que soltase sus gases y miró a lo chicos.
—Los que ya tienen hijos... ¿No han pensado en tener otro?
—Daichi y yo tenemos demasiados problemas como para pensar en tener más hijos.- Suga se sobó las sienes sintiendo un dolor punzante aparecer al recordar sus facturas.
—Yo creo que Asahi ya tiene suficiente con Yuki y conmigo.- comentó Noya.— Soy consciente de lo cansado que le dejamos.
—La verdad... Yo si quisiera otro hijo.- se notaba la emoción en la voz de Yamaguchi pero que se iba apagando de a poco.— Pero tuvimos muchos problemas cuando nació Seiya. Él doctor nos dijo que era muy peligroso que me volviese a quedar embarazado, ya sea por el bebé o por mi.
El pecoso dio un bote del susto cuando sintió una mano posarse sobre su rodilla. Bajó la mirada y siguió con sus ojos el dueño de esa mano dándose cuenta que era la de Shirabu.
El castaño le sonreía con tranquilidad, tranquilizándolo a él de paso.
—¿Por qué no vienes a hacerte unos estudios en mi consulta? Quizás no todo esté perdido.
Yamaguchi sonrió mostrando todos sus dientes y asintió enérgico a sus palabras.
Quería otro hijo igual amoroso a Seiya. Quería que su niño experimentase lo que era tener un hermano o hermana, no como él que era hijo único. Quizás dejase sus libros de ciencias y le prestase atención a su barriga gestante o lo más probable es que le leyese libros sobre el embarazo.
Conociendo a su hijo como lo conocía seria capaz de hacer eso.
—En mi caso...- se escuchó la voz suave de Akaashi.— Ya sabéis que no podemos tener hijos. Pero no nos ha impedido cumplir nuestro sueño.- habló acariciando la cabecita de Ryo.— Shiro, Sora y Ryo son nuestros pequeños milagros en un momento oscuro de nuestras vidas. La sangre no hace la familia, son los lazos que nosotros formamos.- sonrió.— Bokuto-san y yo estamos muy felices con los lazos que hemos formado.
Oikawa le dio un pequeño empujón por su hombro y Futakuchi apartaba la mirada para que no se diesen cuenta que el discurso del ojiesmeralda lo había puesto sentimental.
—Oye... ¿No crees que va siendo hora de que llames a Bokuto por su nombre?- le dijo Kenma.— Sois una familia. Y su pareja. ¿Acaso piensas llamarle Bokuto-san incluso cuando os caséis?
Las mejillas de Keiji se sonrojaron ante las insinuaciones de Kenma.
—Es demasiado vergonzoso llamarle por su nombre.- negaba con su cabeza.— A-ademas, solo le llamo K-kotaro cuando estamos intimando.
—Oye, que no te de pena. Es algo natural.- le dijo Kita.— Dilo cuando estés preparado.
Lo que ninguno sabia es que Akaashi llevaba demasiado tiempo preparado para que de sus labios saliese el nombre de Kotaro sin que el placer estuviese de por medio.
Pero era demasiado vergonzoso el siquiera pensarlo porque le venían a la mente recuerdos no apto para menores.
—H-hola... ¿Puedo sentarme a tu lado?
Seiya alzó su mirada encontrándose con unos bonitos ojos azules y una cabellera naranja. Tenia las manos jugando con el borde de su camisa y esperaba una respuesta de su parte.
Si por el fuera lo correría a patadas de su lado. Pero extrañamente la presencia de ese niño era menos molesta que la del resto de los niños, y por eso decidió moverse un poquito a un lado y dejar que el pelinaranja se sentase junto a él. Sus piernas cruzadas al estilo indio se rozaban al tener ambos unos pantalones cortos; y también podía sentir como la piel de sus hombros se rozaban.
—¿Qué estás leyendo?
—Es un libro de química.- dijo serio acomodándose sus enormes gafas de culo de botella.
—¿Eso no lo leen los niños grandes como Shiro-chan?
—Pero es que yo soy igual o más listo que los niños grandes.- dijo queriendo parecer seguro de si mismo.
Quería verse bien a los ojos de ese niño con el pelo igual a las mandarinas.
—Wow... Eres increíble.
Seiya sintió comos sus mejillas se calentaban un poquito y empezaba a sentirse tímido.
—¿Que tienes ahí?
—¿D-donde?
—Ahí.- señaló.— Son como pequeñas manchitas.
El de gafas sintió como el dedos indice del pelinaranja se movía despacio por su piel.
Veía como sus ojos azules brillaban viendo sus pecas. Como si fueran algo desconocido. Y eso le hizo entrar en razón. Le estaba viendo aquellas horribles manchas que se había visto en el espejo. Aquellas manchas que aborrecía porque no se veían igual de bonitas que las que tenia su mamá.
Cerró con fuerza su libro y cubrió su cara con él evitando que el contrario viese sus feas manchas.
—¿Por qué hiciste eso?- le frunció el ceño aunque el rubio no podía verle.
—No quiero que me veas.
—¿Por qué no?
—Porque tengo estas horribles manchas
Soichi alzó una deja y se rascó la cabeza sin comprender. ¿Que horribles manchas? Él no había visto ningunas.
—Yo solo vi tus pecas. Como las de Dashi.
Seiya bajó un poquito su libro dejando a la vista sus ojitos verde oliva igual que los de su mami*
—Tus pecas se parecen a las estrellas, ¿lo sabias?
¿Era normal que su pequeño corazón se saltase un latido para luego correr como loco?
—¿E-estrellas?
—¡Sí!- Soichi se acercó mucho más al rubio.— Las estrellas me gustan mucho. Cuando vivía en Brasil íbamos a la playa en verano y nos acostábamos en la arena a ver las estrellas. Eran muy bonitas.
—... Yo nunca he ido a la playa... Y tampoco he visto las estrellas.
—No seas tonto. ¿Como que no has visto las estrellas?- le sonrió amplio.— Yo puedo ver las estrellas, y aun es de día.
Seiya parpadeó confundido.— ¿Donde las ves?
El pelinaranja sonrió cerrando sus ojos y los abrió para dirigir sus dedos a las mejillas del de gafas.— Pues aquí las veo, ¿donde sino?
El rubio jadeo y sintió como se iba sonrojando lentamente. ¿Sus pecas eran estrellas?
Eso le hizo recordar la conversación que tuvo en su casa antes de salir con su mamá.
—Estoy seguro, que alguien te hará ver que tus pecas no son solo un defecto físico. Como tu padre lo hizo conmigo.
—¿Y como sabré quien es la persona indicada?
—Por algún gesto, alguna palabra. Solo... lo sabrás.
¿Esto es a lo que se refería su mamá?
Pero él era muy chiquito para saber lo que significaba lo que era querer a alguien. Solamente sabia que quería a su mamá y a su papá.
¿Qué le hacia creer que en cinco, diez o veinte años ese rápido latir que sentía en su corazón siguiese ahí? ¿Y quien le decía que era ese niño el que seguiría poniendo así su pequeño corazón?
—No digas tonterías.
—No son tonterías. Tus pecas son muy bonitas.
Shiro bloqueó su telefoneo y se levantó de su sitio. Se limpio sus pantalones con su mano y se alejó de allí.
Le iba a dar diabetes si seguía escuchando como Seiya y Soichi se decían cosas tan dulces como esas... El amor infantil era tan inocente. No se daban cuenta que esas palabras tenia mucho mas trasfondo de lo que podrían pensar sus pequeñas mentes aniñadas.
Pero él era un adolescente que se daba cuenta de las cosas y que había pasado desamores. Y un trágico abuso. Y sabia que esos niños se querían, aunque eran muy pequeños para darse cuenta.
Caminó hacia donde estaba Akaashi y se dejó caer de forma dramática al lado de sus pies. Apoyó su cabeza en las piernas del pelinegro y sintió al instante como le daba pequeñas caricias en su cabeza.
Sin duda eso le relajaba.
—¿Que pasó cariño?
—Seiya y Soichi se gustan...- dijo vagamente.
—¿Qué?- dijo Shouyo sin creer lo que escuchaba.
El castaño se enderezó un poco y le miró.
—Los niños normales hablan de juguetes, no de lo bonitas que se ven las pecas del otro y de como parecen estrellas.
Satori rió.— Eso es demasiado tierno.
Shiro bufó y volvió a dejar su cabeza encima de las piernas de su madre. Quería sentirse relajado y sus caricias eran la medicina para ellos.
—¿Qué clase de fiesta es esta mamá?- se giró apenas para verlo.— Estoy aburrido. Para eso me habría quedado en casa.
—Oh... Yo me estoy divirtiendo.
El ojiverde gruñó y restregó su frente en una de las rodillas del mayor.
—Tu eres una mamá y estás entre mamás, es normal que estés divirtiéndote. Y papá entre papás y bebiendo cerveza. Los niños están con los niños. Soichi y Seiya están formando su futuro sin saberlo y yo estoy aburrido.
—¿Quieres quedarte y hablar de como tu bebé te patea las costillas?- dijo Oikawa de forma irónica.
Shiro hizo un puchero y miró a Akaashi.
—¿No puedo irme a casa?
—Viniste con nosotros, te vas con nosotros.
El castaño volvió a bufar pero no se movió de su sitio. Quería seguir sintiendo los mimitos de parte de su mami.
No había chicos de su edad en esa casa y su mami estaba más al pendiente de la charla que tenía con las otras mamás. Tampoco podía divertirse con su papá porque estaba con los papás hablando de cosas de como su masculinidad estaba presente en las abultadas barriguitas de los amigos de su mamá.
Sora parecía que se divertía más con Atsuya que con él. Y él cariñoso de Nao tenía un nuevo amigo canino con el cual pasar su tiempo.
Tampoco le hacía gracia pasar su tiempo con las niñas, más si jugaban con muñecas.
—Shiro.
El nombrado giró su cabeza hacia Kenma.
—Encima de la nevera hay una caja de cereales. Dentro hay un motón de globos que están lejos de las afiladas garras de Kuroo.
—¿Que quieres decirme con eso?
—Que vayas y los cojas.- le dijo.— Te divertirás.
—¿Y para que quieres que tenga un puñados de globos? No necesitan mi aliento en ellos.
—No es completamente necesario que tenga aire dentro. ¿Comprendes?- Nishinoya sonrió amplió.
El castaño parpadeó confundido por unos largos, laaaargos segundos hasta que entendió lo que Nishinoya quería decir. Se irguió en el suelo y sonrió de la misma manera que el contrario.
Giró casi por completo su cabeza hacia atrás como hacen los búhos; para mirar a Akaashi por su aprobación. Estaría aburrido y desesperado en busca de entretenimiento, pero su madre era su madre y no podía desobedecerlo.
Le puso los mejores ojos de cachorrito que había puesto en su vida y pudo ver como el pelinegro tenia un debate interno con dejarle ir. Al final, escuchó como suspiró y asentía con su cabeza. Se levantó feliz y le dio un sonoro beso en su mejilla escuchando como reía bajo y salió corriendo hacia el interior de la casa.
Tendría dieciséis años, pero antes no pudo divertirse por estar al pendiente de Sora.
Se limpió los pies descalzos de los restos de tierra y hierba que pudiese tener en una alfombra y fue hacia la cocina dando pequeños saltitos sin poder contener su emoción. Desde el umbral de la puerta de la cocina pudo ver la caja de cereales que Kenma le había dicho y con mucha más emoción se acercó hasta la nevera. Se alzó en las puntas de sus pies y estiró su brazo para coger la caja y apenas y pudo rozar con sus dedos el cartón. Bufó y miró indignado el alto de la nevera.
—Maldita altura.
Volvió a alzarse en la punta de sus pies pensando que tendría éxito aun si se estiraba al máximo; pero fracasó en en el intento.
—¿Qué haces?
Shiro se estremeció y sintió la piel de su nuca erizarse al sentir como el aliento ajeno chocaba contra aquel lugar.
Se giró dejando su espalda contra la puerta de la nevera viendo como Atsuya le sonreía de lado y apoyaba uno de sus brazos por encima de su cabeza quedando peligrosamente cerca de su cara.
Maldito mocoso pre-puberto.
—¿Qué demonios haces aquí?
—Vi como entrabas y no quise dejarte solo.
El castaño frunció el ceño.
—Pues estuve solo desde que llegamos porque estuviste con Sora.
—¿Acaso estás celoso, Shiro-chan?- con su mano libre agarró su barbilla entre su pulgar e indice.
—¿Quién? ¿De ti?- bufo.— No seas tonto.- le dio un manotazo a la mano que le sostenía la barbilla.— Y no me toques.
Atsuya se alejó alzando sus manos sonrió mostrando sus dientes chuecos.
Mierda, por muy molesto que fuese, Shiro seguía creyendo que ese aspecto de Atsuya era demasiado lindo.
Se alejó del rubio y caminó hasta la pequeña mesa que había en el lugar. Cogió una de las sillas y la llevó hasta la nevera colocando el respaldo pegado a la puerta de esta. Se subió con cuidado y pudo ver con más facilidad un par de cajas de cereales de bombas de azúcar y una sola de cereales integrales. Aquello hizo que se le encendiese una bombillita en su cabeza: esa debía de ser la caja.
—¿Necesitas ayuda?- cuestionó Atsuya.
—No.- dijo seco.
Alargó su mano con más comodidad esta vez y cogió el cartón.
Lo abrió descubriendo infinidad de globos dentro de ella y un par de cosas típicas que pondrías en una fiesta.
—Bingo.
—¿Tienes lo que querías?
—Sí.- dijo feliz.
Shiro soltó un grito ahogado al sentir como era atrapado en los brazos de Atsuya. Abrazó con fuerza la caja de cereales aplastándola de paso y se quedó tieso en sus brazos.
—¡¿Que jodidos haces?!
—No quería que te cayeses.
—¡No me iba a caer!- replicó.— ¡Ahora bájame! ¡Soy muy pesado para tus bracitos de espagueti de pre-adolescente!
—Para nada.- Atsuya apretó el agarre.—En realidad eres ligero Shiro-chan. Puedo sentir lo delgada que es tu cintura entre mis manos.
Shiro sintió sus mejillas enrojecer.
Desde el... Incidente, se había acomplejado de su cuerpo. Sentía que aquellos malnacidos le habían dejado marcado de la peor de las maneras. Y sin contar de la nueva cicatriz que tenia en su vientre bajo debido a su aborto.
Akaashi lo había cuidado aplicándole una cremita para evitar que le quedase una cicatriz mucho más fea de la que tenia y le había llenado de mimitos. Perdió la vergüenza y dejó que le bañase en uno de sus momentos más vulnerables. Habían dormido juntitos junto a Ryo dejando a Bokuto solo con Sora; y a día de hoy iban juntos a un psicólogo que le ayudaba a sobrellevar el trauma que le habían dejado.
Akaashi era un salvavidas en su vida, a parte de ser su nueva, amorosa y gran mamá.
—¡D-deja de decir tonterías y bájame!
El rubio le dejó con suavidad en el suelo y Shiro se alejó con rapidez de su lado para llegar hasta estar donde el fregadero y dejar a un lado la caja.
Sacó un par de globos, los suficientes como para llenar un cubo y volvió a cerrar la caja.
—Si vas a estar aquí haz algo útil.- le dijo girándose a verle.— Pon esto en su sitio y busca un cubo, bien grande.
Atsuya tomó la caja y la dejó en su sitio esquivando la silla mal colocada.— ¿Donde busco el cubo?
—Yo que voy a saber. Solo búscalo.
El castaño ignoró al menor y empezó a llenar los globos con agua. Les hacia un nudo dejándolos dentro del fregadero y cogía otro para hacer lo mismo.
Cuando el rubio llegó con el cubo, tuvo mucho cuidado dejando los globos dentro y siguió inflando los globos con agua hasta que el cubo estuviese a rebosar de ellos. Los que le sobraron sin rellenar los metió dentro su bolsillo; y con fuerza y cuidado agarró el cubo.
—Bien...
—¿Para que quieres globos de agua?
Shiro alzó una ceja.
—Para regar las plantas.
—¿En serio?
—¿Acaso eres tonto o te haces?- preguntó el mayor.— Pienso lanzarlos.
—¿A quien?
—Aish, deja de preguntar. Es molesto.
Atsuya torció los labios y se adelantó sosteniendo el cubo entre sus manos.
Le sonrió al mayor y le dio un rápido beso en la nariz.
—Al menos déjame llevar el cubo.
El castaño paró de caminar y se cubrió la nariz mientras sus mejillas se iban sonrojando con velocidad hasta estar como un par de manzanas rojas.
—No hagas eso... Mocoso.- susurró.
Salió al jardín de nuevo intentando tapar sus mejillas con sus mechones castaños algo largos y llegó junto a Atsuya que estaba junto a todas las mamás.
—Ya están los globos..- informó Shiro.—... ¿A quien se los lanzo?
—Como uno de esos globos llenos de agua toque mi piel, tus padres pueden ir olvidándose de que tuvieron un hijo llamado Shiro.- amenazó Oikawa.
—Si señor.- respondió bajito.
—Y eso va para ti también.- señaló a Atsuya quien se encogió en el lugar.
—Quiero que vayas allí y le revientes uno de esos globos a Kuroo.- dijo sin emoción Kenma.— Es un pequeño castigo por atacarme.
Shiro asintió, y caminó hacia Atsuya -ignorándolo- cogiendo entre sus manos el cubo y yendo con paso firme hacia los padres.
También podía escuchar como el rubio le seguía a escasos pasos detrás suyo.
—Oh, pero antes...- el castaño paró de andar al escuchar la voz de Shouyo.— ¿Pueden decirle a Atsumu que venga? No quiero que la niña se moje y coja un resfriado.
—¿Que te hace creer que el poco cerebro que tienen en ese melón que tienen por cabeza no les hará venir a mojarnos?- preguntó Sakusa con su cubre bocas ya de nuevo en su sitio.
—Por el bien de sus joyas de la corona que ni se les ocurra.- dijo tranquilo Kita meciendo a Hikari.
—En ese caso, ¿podrían decirle a Semi que venga también? Si su guitarra se moja no me lo perdonará en la vida.
Tanto Shiro como Atsuya asintieron a lo dicho por los mayores y volvieron a tomar camino hacia su destino.
El castaño caminaba reteniendo la respiración por llevar el cubo lleno de globos y sus delgaduchos dedos empezaban a dolerle. Nunca creyó que algo como un cubo con globos de agua pesase tanto.
Sintió una caricia en su muñeca, y al girar a ver, Atsuya ya estaba agarrando como si nada el cubo. ¿Que pasaba con él? Era un chiquillo de doce años. Aparte de ser más alto que él siendo cuatro años menor, ¿también era más fuerte? La genética y naturaleza parecía que no estaban de su lado en esta vida.
Al llegar, sintió la mirada de todos haciendo sentir intimidado, por lo que como un niño asustado corrió hacia los brazos de su padre quien le abrazó de forma alegre.
—¡Ah, mi Shiro!- decía Bokuto restregando su cara en el estómago de su niño.— ¡¿A que es el bebé más lindo del mundo?!
—N-no soy un bebé papá...
—Aww, ¡pero si te estás sonrojando como uno!- rió Kuroo.
El castaño le fulminó con la mirada.
Sin duda disfrutaría mojando esa cresta de gallo estúpida que tenía por peinado con el globo de agua más grande que tenía.
—Shouyo-san dijo que quería hablar contigo.- dijo de forma inocente Shiro hacia Atsumu.
—¿Ocurrió algo?- preguntó preocupado.— ¿Es Takeo? ¿Soichi? ¿Kenji? ¿ÉL? ¡Dime Shiro!
—Si cerraras la boca podría explicarse.- rodó los ojos Tsukishima.
—No nos dijo los motivos.- habló esta vez Atsuya.— También Shirabu-san dijo que te necesitaba Semi-san.
Ambos adultos se levantaron y caminaron hacia donde estaban sus adorables parejas, sin olvidar que Semi llevó su guitarra en su estuche.
El rubio, caminó hacia donde estaba Tsukishima y dejando el cubo detrás de su silla, le abrazó con fuerza por el cuello.
—¡Tío Tsukki~! ¿Como has estado?
—Tranquilo hasta que llegaste.
—No eres divertido.
—Nunca lo ha sido.- rió Kageyama.
El rubio mayor le fulminó con la mirada.
—Bueno, en realidad yo...-
—Nosotros.- corrigió Atsuya.
—Nosotros...- gruñó el castaño.— Vinimos por otros motivos.
Shiro se soltó del cálido abrazo de su papá y caminó hacia el cubo lleno de globos.
Se agachó cogiendo el más grande de todos y se giró. Cuando dijo que ese se rompería de Kuroo no era mentira.
Con él en sus manos sonrió de manera inocente y caminó hasta quedar enfrente del pelinegro. El mayor le miró con una ceja alzada y con una cara de 'ni se te ocurra', pero él no podía desobedecer sus propios instintos de hacerle pagar por haberle llamado bebé; y porque Kenma hablando sin emoción le daba más miedo que Kuroo.
Por eso, alzó sus manos y apretando un poco sus dedos, dejó que el globo se reventase estropeando el peinado de Kuroo.
Un bufido divertido salió de sus labios al ver al mayor completamente empapado y parpadeando como un tonto para que el agua no entrase en sus ojos. Se escuchó la estruendosa risa de Bokuto por todo el lugar siendo seguida por unas más disimuladas como las de Iwaizumi y Komori.
Wakatoshi por su parte parpadeaba procesando lo que acababa de pasar.
Otros como Asahi y Tsukishima pensaban no acabar como Kuroo de empapado.
Y luego estaba Kageyama que no tenía reacción alguna.
—Dice Kenma-san que te lo mereces por atacarlo.- dijo Atsuya.
Shiro le miró con mala cara y diciéndole con la mirada 'que no añadiese más leña al fuego'
El pelinegro se levantó asustando al castaño que corrió de nuevo a protegerse en los brazos de su papá; y vio como iba hacia el cubo y cogía entre sus manos un globo. Se giró caminando directo hacia donde el teñido se encontraba y ambos empezaron a hablar.
Aquello terminó con Kuroo auto-mojándose con el globo.
Shiro podía intuir que Kenma le habría dicho con tranquilidad algo como 'si me mojas no vuelves a ver la luz del sol'. Era algo sin duda divertido.
—¡¿Qué demonios pasa contigo?!- gritó Shiro.
Se separó de su padre quien estaba igual de mojado que él y se miraba desorientado; y fulminó con la mirada a Atsuya quien se hacía el inocente.
—Uy... Creo que se resbalaron de mi mano.
—No te vas a librar de mi mocoso.
Corrió a por un globo de agua y apuntó al rubio.
Y sin duda habría estado fenomenal si le hubiese dado al rubio indicado.
Atsuya se había ocultado detrás de Tsukishima, y Shiro pensando que daría al mocoso que le mojó lanzó el globo creyendo que llegaría y se estamparía contra su aniñada cara. Pero el resultado fue un enorme splash contra la cara del rubio mayor quien se quedó tieso en su lugar.
Las risas de Kageyama no se hicieron esperar. Reía con tal fuerza que todos le miraban. Se agarraba el estómago y daba patadas a la hierba.
—Trae para acá eso.- gruñó Tsukishima cogiendo el cubo con los globos.
El rubio agarró uno de los globos y se limpió los cristales de sus mojadas gafas, y con todas sus ganas le lanzó el globo al pelinegro que no paraba de reírse.
Tsukishima soltó aire por su nariz y alzó la barbilla orgulloso de que su objetivo dio en la diana.
El de ojos azules frunció el ceño y miró mal al de gafas. Se levantó yendo a por el cubo y tener entre sus manos uno de los tantos otros globos con agua y se lo lanzó a Tsukishima impactando esta vez en Iwaizumi.
—Kageyama...- dijo con voz ronca el moreno.
A partir de ese momento, los globos comenzaron a escasear y todos empezaron a mojar sus ropas. Incluidos los niños, y el pobre Akachan.
Los únicos que se salvaron de ser remojados fueron las mamás, Atsumu y Semi.
Sin embargo para Shiro, el aburrimiento ya había desaparecido.
—¿Te gusta este?
—¿Por qué necesitas todo esto?
—Ya te lo dije.- frunció el ceño.— Quiero que mi bebé lo tenga todo para cuando llegue el momento de su nacimiento.
—Pero...-
—Dijiste que me apoyarías en esto Hirugami.- torció su cabeza hacia un lado y abrió los ojos por completo.— ¿Por qué no me estás apoyando Hirugami? Tienes que entender que solo estaba contigo para pasa el rato y que este niño que crece en mi interior es el verdadero amor que nos tenemos Kageyama y yo.
—No digas tonterías Hoshiumi.- el castaño dijo dolido.— Kageyama no te quiere, y ese niño...-
—Si no estás en esto conmigo vete.- le dijo serio, sin rastro de emoción.
El castaño tragó saliva y acabó asintiendo a las palabras del peliblanco. No aprobaba esto, y sabía que esto era algo tóxico, pero no podía abandonar al más bajo en estos momentos.
No cuando sabía la verdad de todo.
—No, tranquilo... Te apoyo.
*No se muy bien de que color son los ojos de Yamaguchi, pero siempre he pensado que son como verde oliva. Si no es así, haganmelo saber para corregirlo.
Sin duda es el capitulo más largo que creo que he escrito. Mas de 8K palabras. Pensé que lo terminaría rápido ¡pero no! Incluso hoy que me dije 'hoy lo acabas' el Internet empezó a fallar y me quería morir. ¡Pero lo acabé! No se si tiene fallos pero me disculpo si los hay. Hay muchas palabras que revisar y #pereza.
Siento que en este capitulo hay mucho dialogo y poco desarrollo y me hace sentir algo incómoda, pero aún así estoy satisfecha porque se deja entre ver las intenciones que quiero que tome la recta final de la historia.
También caí en cuenta que estamos en septiembre -aún no me entero en el mes en que estamos- y que estamos a un mes de que Haikyuu vuelva e.e Voy a gritar como perra loca cuando lo vuelva a ver. Uf.
En fin.
Espero que les haya gustado este capitulo aunque no haya reflejado muy bien el babyshower. Sinceramente yo nunca he asistido a ninguno y tampoco se lo que hacen y ni me informé. Aún así espero que lo hayan disfrutado.
Díganme aquí las parejitas que quieren ver en el siguiente capitulo →
Nos leemos pronto.
~Zeni13~
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