Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 27 parte 2

Suga tarareaba una relajante canción mientras lavaba los platos del desayuno.

Se mordía el labio inferior mientras tarareaba la tranquila melodía y era inevitable que una sonrisa se asomase por sus labios. Sin duda estaba feliz, algo contradictorio con su situación económica en ese momento, pero le restaba importancia.

Después de mucho tiempo, había pasado una agradable velada con Daichi.

El día anterior, después de recoger a su linda princesa del colegio -del que fue despedido, recordemos- la llevó a la casa de los padres de Daichi quienes la recibieron con millones de besos y abrazos. Algo que la niña hizo de vuelta. Almorzaron los cuatro juntos, y a la tarde fue a la estación de policía a buscar a su varonil policía.

Lo que no le gustaba de ir a buscar a Daichi, era Harada Naoto, un compañero de su esposo. Era un policía que lo acosaba sexualmente. Obviamente, él era un hombre que no se dejaba intimidar por nadie y ponía a ese asqueroso en su lugar, pero a veces temía que le hiciese algo cuando Daichi no estuviese cerca. Tuvo que soportar su asquerosa cercanía en lo que llegaba Daichi de su ronda por las calles. Escuchándolo decir lo hermoso que era, y el desperdicio que era estar con alguien tan recto como Daichi.

Sin duda, se contuvo en demasía el propinarle unas buenas cachetas para que dejase de decir tonterías. Tenía que mantener la imagen de buena esposa que tenía para los demás compañeros de Daichi. Y no podía rebajarse de tal manera por un hombre que no valía nada.

Cuando su hombre le vio, le dio un tímido beso y esperó sonriente a que se cambiase para que ambos pudiesen irse de aquel lugar.

Se agarraron de las manos y caminaron hacia su casa hablando del día que ambos habían tenido.

Daichi le contó de la cantidad de papeleo que seguía revisando cada día y como hacía sus rondas por las calles cuando le tocaba, a veces solo, otras con algún compañero, pero que en cada una de ellas tenía en mente a su cariñoso esposo.

Suga por su parte, había desistido en seguir buscando trabajo. No encontraba ninguna escuela que necesitase algún profesor de primaria, ni siquiera de suplente. Todos las solicitudes de profesor eran en la gran ciudad o en lugares también lejanos y él por muy necesitado por encontrar trabajo que estuviese, nunca dejaría atrás a su familia. Por lo que decidió en dar clases particulares. Ya sean en su casa con unos pocos niños o que él fuese a la de los niños. Y lo mejor de todo, era que ya había recibido solicitudes de padres de sus antiguos alumnos. Sin duda les diría que sí a aquellos padres para darle refuerzos a sus hijos, pero tenia que planearlo bien.

Ambos cocinaron juntos una cena con algunos besos de por medio, como siempre.

Prepararon una rica pasta con una salsa boloñesa para acompañarla. Hicieron pequeños panecillos manchándose un poco las caras por la harina; entre risas. Daichi sacó de una pequeña bodega para un par de botellas de vino; una botella de un rico y algo costoso vino francés que había comprado hace un par de semanas solamente para ese momento.

Porque aquel día, ambos celebraban once años de matrimonio.

Nada más graduarse de la preparatoria, quisieron enlazar sus vidas en matrimonio. Quizás fuese algo precipitado para ellos siendo aún muy jóvenes, pero se amaban. Y aún lo seguían estando: tan enamorado del otro como la primera vez que sus ojos hicieron contacto en el gimnasio del Karasuno para entrar en el equipo.

Cada año, se encargaban de hacer una bonita cena para ambos y cuando tuvieron edad para beber, Daichi empezó a comprar algo de vino para acompañar la velada. Al principio, fueron botellas que un sueldo de un trabajo de medio tiempo pudiese costear hasta que entrara al fin en la policía. Cuando Kaori nació, la dejaban con los padres de alguno de los dos estando realmente encantados de tenerla y mimarla.

Comieron en tranquilidad con sus manos entrelazadas y viéndose con amor. Después lavaron ambos los platos sucios y los guardaron para dirigirse al baño para darse un relajante baño de espuma en la bañera que habían dejado de llenar porque Kaori decía que eso era malgastar agua que necesitaban los árboles y plantas más que ella.

Daichi masajeó sus tensos hombros y le proporcionaba relajantes caricias. Luego, fue Suga quien le hizo al moreno un masaje igual de relajante que el que le había hecho a él. Se secaron con una toalla mutuamente y Daichi alzó entre sus brazos al del lunar. Este rodeó con sus brazos su cuello y se dejó llevar hasta la habitación que compartían.

Lo dejó con suavidad en ella y el contrario le proporcionó besos en cada una de las partes de su cuerpo. Él era un completo flan por cada uno de sus roces haciendo que de sus labios saliesen innumerables suspiros. Las caricias llenas de amor que le hacían erizar toda la piel sintiendo el placer en ellas haciéndole poner los ojos en blanco. Los envistes suaves pero certeros en su punto dulce hacían que enterrase con fuerza sus cortas uñas en la musculada espalda del policía. Sus piernas se habían enrollado alrededor de las caderas contrarias sintiendo cada movimiento más profundo, más placentero.

Ambos terminaron en un gemido lleno de placer con el cuerpo temblando ante las sensaciones que les recorrían.

El moreno se dejó caer encima del peligris sin llegar a hacerle daño y repartió infinidad de besos en su hombro desnudo escuchando los bajos suspiros satisfechos por su parte.

Después de aquel intimo y romántico momento, las cosas se salieron de control siendo una noche dominada por el placer y las ganas de sentir aún más el cuerpo del contrario.

—Estás tarareando.- susurró Daichi en el oído del peligris sorprendiéndolo; mientras rodeaba la cintura del más bajo.— ¿Pasó algo bueno?

Suga giró su cara y sonrió pícaro.

—Tu fuiste lo bueno que me pasó.

—¿En serio?- sonrió ladino.

El del lunar asintió.— Me demostraste el amor que me tienes, como yo el que te tengo.

—Siempre te demuestro cuanto te amo. No solo en la cama.

Suga rió.— Lo sé. Pero cada vez que me tocas, es como la primera vez. Me siento amado y cuidado por ti.

Daichi no pudo evitar sonrojarse por ello.

—Sabes que iría hasta el infierno por ti, Ko.

—Lo sé.

Suga se inclinó al frente capturando los labios contrarios en un simple beso saboreando la menta de la pasta de dientes en él.

—Tenemos que buscar a Kaori de la casa de tus padres.- comentó el del lunar volviendo a lavar los platos.— Tenemos que llegar a buena hora a Tokio.

Daichi suspiró.

—No entiendo porque Kuroo hizo esto del babyshower.- se frotó la cara.— Puede que la abstinencia le esté afectando.

—Al menos no pensó solo en Kenma.- apuntó Suga.— Oikawa, Shirabu y Futakuchi estarán felices también de esta fiesta... Aunque creo que Oikawa habría preferido una para él solo.

—Eso lo entiendo. Pero mi cartera no opina lo mismo al tener que comprar cuatro regalos.

Suga cerró el grifo y se secó las manos en un paño.

Se quitó su delantal de rayas rosas, blancas y amarillas cortesía de su niña; dejándolo colgado en su lugar y se encaminó hasta Daichi sentándose encima de sus piernas.

—No hacía falta que compraras tanto. Con uno habría bastado.

—No es correcto regalarle solo un regalo a una persona, Suga.

—Kenma y Shirabu habrían entendido el que no les dieses nada. Futakuchi... Pues no lo sé. Pero Oikawa si o si tendría que recibir un regalo. No quisiera estar escuchando sus quejas de que no ha recibido nada en toda la fiesta.- rodó los ojos.

Daichi rió.

—Pensé que ya os llevabais mejor.

Suga entrecerró los ojos en su dirección.— Que tu e Iwaizumi habléis de quien es el macho alfa pecho peludo y os llevéis bien, no significa que yo me tenga que llevar bien con Oikawa y sus aires de diva.

—Yo no hablo de eso con Iwaizumi.

—¿Entonces de que habláis?

El moreno abrió la boca, y la volvió a cerrar. Era mejor que Suga no se enterase de las cosas que hablaba él con Iwaizumi.

Era mejor así.

—Tranquilo, son cosas de hombres.

Suga arqueó una ceja.— ¿Y yo no soy uno?

—No quise decir eso. Tu eres... Un tipo de hombre diferente.

—¿Disculpa?- preguntó ofendido.

—Lo que quiero decir es... Que eres más delicado. ¿Entiendes? Te sonrojas rápido, y tiemblas cada vez que estás debajo mio.

—Eso es sexista.- se levantó de las piernas del otro y le frunció el ceño.— Y estoy seguro que si fuese yo el que te embistiese con fuerza como tu lo hiciste anoche conmigo, estarías sonrojado y temblado debajo mio.

Se dio la vuelta rumbo a las escaleras sin percatarse que había dejado en la cocina a un Daichi completamente sonrojado y con una creciente erección en sus pantalones.

—Dios... Eso fue caliente.

Oikawa se encontraba sentando en el suelo del baño del pequeño apartamento que compartía con Iwaizumi abrazando su enorme vientre de casi siete meses, llorando de manera dramática.

Pero llorando de todas maneras.

Iwaizumi por su parte, se encontraba al otro lado con la frente pegada a la madera lamentándose por pararle los pies a Oikawa.

—¡Confiésalo!- gritó Oikawa.— ¡Estoy gordo y no te caliento! ¡Ya no soy atractivo para ti!

—Tooru... Eso no es cierto.- seguía diciendo el moreno intentando persuadir al castaño.

—¡Eres un mentiroso Iwa-chan!- dijo con un grito ahogado.— ¡Estoy gordo! ¡Por eso no me haces el amor! ¡T-te he dejado de parecer atractivo!

—No seas tontokawa. Aún...- suspiró apenado.— Aún me pones cachondo.

Escuchó perfectamente el sonido del seguro ser quitado y apartó la frente de la puerta. Se abrió un poco dejando ver los ojos enrojecidos de Oikawa y como se sorbía los mocos.

—¿L-lo dices en serio? ¿A-aún te mueres por mi?

—Cada día.- afirmó.

La puerta se abrió por completo y pudo ver una amplia sonrisa aparecer por los labios del castaño.

Aliviado, le sonrió de la misma manera y estiró sus brazos para alojar al contrario en ellos y en el momento sintió como la redonda barriguita donde estaba su creciente bebé chocaba contra su abdomen.

—¿Entonces me harías el amor?

—Ya te dije que no.

Sintió como era empujado hacia atrás y la puerta del baño volvía a ser cerrada con fuerza y Oikawa empezaba a llorar de nuevo.

—¡Iwa-chan es un mentiroso!

Iwaizumi volvió a suspirar con pesadez.

¿Qué había hecho él para merecer esto?

Cuando despertó esa mañana, estaba inusualmente excitado.

Había tenido un sueño húmedo a su edad con Oikawa y sin duda eso le hizo estar duro como una piedra.

Al girar la cabeza al abrir los ojos, vio al castaño durmiendo boca arriba porque decía que si dormía de lado, la piel de su vientre quedaba tirante y le dolía. Estaban casi en julio y el calor ya se hacia notar, por lo que Oikawa dormía con tan solo unos cortos pantaloncillos dejando ver sus marcadas y largas piernas; y estirado cual estrella de mar.

Podía ver sus pequeños pezones tranquilos que si les soplaba estaba seguro que se endurecerían. Su niño parecía igual de dormido que su madre, y no se movía para no molestarlo.

Pero, volvía a bajar su mirada a esos muslos que le encantaba besar y morder que hacia que su ya dolorosa entrepierna doliese aún más. Y quería enterrarse con delicadeza en el apretado agujero de divakawa, pero se contenía.

Al estar en el quinto mes, disfrutó el sexo con el castaño. Si ya de por si cuando disfrutaban el cuerpo del otro era intenso y placentero, ahora embarazado parecía ser el triple de intenso y placentero. Oikawa tomaba el mando la mayoría de veces cabalgándolo de manera lenta pero exquisita, haciéndole perder la cabeza al sentir como lo apretaba.

Y fueron días intensos hasta que estuvieron casi entrando a los siete meses. Creía que lo mejor era no seguir intimando con Oikawa aún si se la tenia que jalar para descargarse; pensando que podría lastimar a su prometido. Pero el problema de hacer esto, era los estados emocionales del castaño.

Si antes era algo insufrible, ahora lo era más por culpa de las hormonas. Y lo único que podía hacer era intentar complacerle de cualquier manera. Pero nunca se le pasó por la mente, que el rechazo de hacer el amor fuese a llegar a este punto. Si lo había rechazado con delicadeza, no con la brutalidad que le caracterizaba.

—Iwa-chan.- recuerda que le llamó con la voz ronca por haber despertado.— Estás duro.

Eso sin duda le hizo tensar su cuerpo. Había procurado no estar excitado alrededor del castaño para que no pasasen cosas como estas.

—Tranquilo... Ya pasará.

—No seas tímido, Iwa-chan.- sonrió coqueto.— Yo puedo ayudarte.

Le acarició por encima de su ropa y le fue inevitable jadear.

—Oikawa, no hace falta.

—No digas eso cuando este chico está totalmente despierto.- hizo más presión en su entrepierna.

—No hace falta que te fuerces. Ya se pasará.

El castaño había quitado su mano del lugar y con dificultad se había puesto de pie. Se había agarrado su abultado vientre con sus manos dándole caricias y pudo ver como su labio inferior temblaba.

Eso fue el indicio del inminente caos.

—E-es por mi barriga, ¿cierto?- le dijo.— Peso mucho y por eso no me sostienes.

—Eso no es...-

—He dejado de ser atractivo para ti.- sorbió sus mocos.— He perdido mis curvas y me he vuelto gordo.

—Tooru, eso...-

—¡No niegues la verdad!

Acabó diciendo para encerrarse en el baño dejándolo sentado en el futón de la habitación.

Después con rapidez se levantó del lugar caminando hacia el baño y lo escuchó llorar.

Y así había sido hasta ahora. Pensó que había conquistado la cima de la montaña cuando vio como abría la puerta y se dejaba envolver en sus brazos. Pero nunca se espero que volviese a sacar el tema de intimar juntos y que se volviese a encerrar y llorar como una drama queen por decirle que no. Además, debían de darse prisa. Había quedado con Daichi de que le pasaría a buscar a Oikawa y a él después de recoger a su hija de la casa de sus padres para ir los cinco a Tokio y poder comer la rica barbacoa que supuestamente Kuroo prepararía para todos por el motivo del babyshower.

Pero no. Ahí se encontraba. Sentado en el suelo frente a la puerta del baño sin haber desayunado, intentando convencer a la diva que tenia por prometido de que no debían de hacer el amor.

Seria sencillo si le decía que si a la primera. Pero era por un tema de principios por lo que no lo hacia.

Alguien debía de entenderlo.

—Tooru... Por favor. Yo te amo.

—Eso lo dices para que salga de aquí.- le dijo con voz temblorosa.

Y la verdad es que no era mentira.

—¿Que tengo que hacer para que salgas de ahí?

—... Cogerme duro.

—No puedo hacer eso, Oikawa.

—E-es porque e-estoy gordo. L-lo sé.

Su voz lastimera le partió el corazón en millones de trocitos.

Podría ser una vil manipulación de su parte, pero estaba siendo demasiado vulnerable. Oikawa podría ser todo lo perra que quisiera, pero nunca se comportaba así. Tal vez las hormonas del embarazo ayudasen a su comportamiento actual, pero eso solo lo hacia sentir aún más culpable.

—Estás bien como estas Tooru. Eres jodidamente adorable así.- confesó.— Pero no quiero hacerte daño.

Se volvió a escuchar como el seguro era quitado y la puerta era abierta dejando ver a Oikawa con los ojos y nariz enrojecidos.

—¿S-soy adorable?

Iwaizumi asintió con las mejillas algo sonrojadas de admitir aquello delante del castaño.

Oikawa gateó hasta el moreno y se sentó en sus rodillas.

—Quiero que me ames Iwa-chan.

El moreno carraspeó.— Siempre lo hago.

—No emocionalmente, sino físicamente.- aclaró.

—Yo... No quiero hacerte daño.

Oikawa agarró sus mejillas y se las acarició.—Tu nunca me haces daño Iwa-chan.- sonrió.

Con las manos temblando, las dirigió hacia las caderas del castaño y lo atrajo para darle un tranquilo beso.

Se sentía como cuando lo hicieron por primera vez y eran unos completos inexpertos en el tema.

Con agilidad lo cogió entre sus brazos y se reservó para sus adentros, que el castaño pesaba un poquito. Lo dejó con suavidad en el futón y alzó una de sus piernas para empezar a besarla desde el tobillo.

Movía sus labios de forma lenta y daba besos que hacían suspirar al otro. En el muslo interior daba suaves mordidas por toda la piel que intercalaba con besos. En la pierna contraria realizó el mismo recorrido con sus besos y mordidas hasta que llegó donde el pequeño pantaloncillo cubría la única parte del cuerpo del chico. Se lo retiró de forma lenta y sensual mirando siempre a los ojos marrones; viendo como su erecto miembro chocaba contra su abultado vientre.

Besó el hueso de sus caderas y prosiguió con su vientre empezando por su ombligo que había salido hacia afuera por el embarazo; seguido de los costados hacia arriba y acariciando cada lugar. Sus dedos ya se habían introducido dentro del contrario y le estiraba con cuidado. Su boca fue al encuentro de sus erectos pezones y les dio leves mordiscos sintiendo el diminuto botón entre sus dientes.

—Iwa-chan...- suspiraba el castaño.

El moreno movía su lengua por aquel botón rosado escuchando su nombre salir en suspiros de la boca de Oikawa.

Dejó de lado el que tenia para pasar al otro y hacer la misma acción que estaba haciendo con el contrario, pero esta vez succionando con más fuerza.

—Hajime...- gimió de nuevo Oikawa arqueando esta vez la espalda.

El nombrado se alejó del pezón del otro y retiró sus dedos de su interior.

Miró con lujuria al castaño y dirigió sus dedos hacia su boca probando en ellos al chico. Oikawa gimió al ver tal imagen y como pudo acercó a Iwaizumi hasta él y devoró con gula sus labios probándose a él también. Sus lenguas se enredaban y el castaño se dejaba dominar por el mayor. Con desespero jaló la camisa sin mangas del castaño hasta que no estuvo en su cuerpo. Paseó sus manos por su ancha espalda sintiendo como sus músculos se contraían. Al poco tiempo sus pantalones y ropa interior también habían desaparecido y ambos miembros se rozaban entre si.

—Hajime...- dijo Oikawa al romper el beso.— Te amo demasiado.

Gruñó.— Sabes que no me van los sentimentalismos.

—Se dice ¡Ah~!...- gimió al sentir como el mayor se introducía lentamente en él.—... Yo también.- completó su frase al sentir como aquel pedazo de carne se había introducido por completo en él.

—¿No te basta...- dio una lenta pero certera estocada.—... con que te haya dicho...- otra más.—... lo adorable que eres?

—A mi~...- jadeaba en busca de aire y arañaba con fuerza la espalda de su chico.—... Me gustaría... Que lo dijeses.

Hajime apretó los dientes y volvió a atrapar los labios contrarios en los suyos. Los devoraba como si no hubiese un mañana y sus embestidas aunque eran lentas, daban en aquel lugar que hacia gimotear al castaño por más.

El placer recorría su sistema y no se quería dejar llevar por él. No quería exteriorizarlo, pero el adoraba a Oikawa y no quería hacerle daño. Puede que el único daño que ambos tuvieron fue cuando rompió con él por mensaje sin piedad alguna; cometiendo el mayor error de su vida.

Y por eso se prometió atesorar a Oikawa de todas las maneras posibles aunque le sacase de sus casillas.

—M-mas rápido I-iwa-chan.

Hajime gruñó y aunque no quisiese, aumentó la velocidad de sus embestidas. Jadeaba en cada embiste y Oikawa clavaba sus uñas en su espalda.

Su abdomen plano rozaba con el abultado del menor sin llegar a causarle daño alguno. Sintió como era apretado con más fuerza haciéndole saber que el otro ya estaba cerca del orgasmo.

Sus manos fueron tocadas por las contrarias y no dudó ni un segundo en entrelazar sus dedos con los de Oikawa en el momento justo cuando ambos llegaron al éxtasis. El castaño con un agudo gemido mientras arqueaba su espalda y Hajime con un ronco gruñido mientras apretaba con más fuerza la unión de sus manos.

Salió del cálido interior, y se dejó caer a su izquierda atrayendo al otro hacia su pecho acariciando su vientre. Le sonrió cansado regalándole otra sonrisa más grande y luminosa de vuelta y se inclinó para darle un casto beso.

—Te amo, tontokawa.

Hajime lo escuchó reír bajo mientras que un bonito brillo se apoderaba de sus ojos.

Kaori iba hablando de lo que había hecho en la casa de sus abuelos en el asiento central de los de la parte de atrás del vehículo.

Daichi iba con una sonrisa al volante, e Iwaizumi que iba a su lado en el asiento del copiloto cubría su sonrisa con su puño mientras miraba por la ventana.

Suga iba en el asiento detrás de Daichi, y miraba a los demás vehículos pasar por la carretera con la misma sonrisa que llevaba su esposo tirando de sus labios.

Oikawa por su parte veía feliz como la niña no paraba de gesticular con sus pequeños brazitos lo sucedido el día anterior y le preguntaba cada mínimo detalle encantado de escuchar su infantil voz.

Apartó un segundo la mirada de la niña para acariciarse la barriga que estaba siendo pateada por su niño. Oikawa quería creer que estaba celoso de que hablase con la pequeña en vez de acariciarle sobre la piel y hablar de tonterías aunque no tuviese respuesta más que movimientos involuntarios.

Aunque decían que los bebés recocían la voz de su madre.

—¿Por qué estás así tío Oikawa? ¿Comiste mucha pizza?- preguntó con inocencia la niña.— Antes no estabas así.

—Es el bebé. Se mueve mucho.- explicó.

—¿Tienes un bebé en la barriga?- se llevó sus manitas a la boca sorprendida.— ¿Y como llegó allí? ¿Te lo comiste?

Suga quiso largarse a reír por las ocurrencias de su niña.

—Iwa-chan lo dejó ahí.

Los ojitos marrones de Kaori se dirigieron esta vez al frente.

—Eres increíble Iwa-chan. ¿Como lo hiciste?

El moreno fulminó con su mirada a Oikawa a través del espejo y este solo se encogió de hombros.

—Cuando dos personas se aman mucho, mucho, mucho, mucho, y quieren un bebé tan linda como tu...- tocó la punta de su nariz con su dedo haciendo reír a la niña.— lo dejan en la barriga de la mamá.

—¿Entonces Iwa-chan te ama mucho, mucho, mucho, mucho, tío Oikawa?

El castaño miró por el retrovisor a Hajime quien tenia las mejillas sonrojadas.

—Sí, Iwa-chan me ama. Mucho, mucho, mucho, mucho.

Me ha costado escribir este capitulo no por inspiración, sino por calor.

Hacia tanto calor que lo único que quería era estar tumbada en el suelo y no hacer nada. Pero después de tres días viviendo el infierno, pude escribir con comodidad.

También... ¿Quien esta llorando porque el manga de Haikyuu está a un suspiro de decir adiós?

Al menos, podemos esperar el anime que en teoría la segunda mitad de la cuarta temporada se estrena en octubre.

Aun así duele.

Díganme aquí a la parejita que quieren ver en el siguiente capitulo.

Se que querían ver al AtsuHina en este, pero quería hilar el IwaOi con el DaiSuga y aquí está. Con un poco de sobredosis de amor.

Nos leemos pronto.

~Zeni13~

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro