Capitulo 27 parte 1
Ya no sabia que hacer.
Estaba seguro que se le pondría las bolas azules sin tener sexo después de casi un mes.
Y eso para Kuroo, era terrible.
Se comportaba como un profesor cabrón con sus pobres estudiantes como los perjudicados de su falta de sexo. Y tener la ayudita de su mano no le gustaba.
¡Pero Kenma era el responsable!
¡Hasta habló con su médico preguntando si se podía intimar! ¡Y dijo que si!
¿Entonces por qué demonios lo tenia en una maldita abstinencia?
Vale, sí, estaba embarazado su pequeño y lindo gatito, pero era seguro. No solo porque el médico del menor se lo había confirmado, sino que hasta Daichi se lo dijo.
Aún puede escuchar la risa de Iwaizumi en la videollamada que hicieron los tres, seguramente restregándole la risa de hiena que le echó cuando le dijo de su numerito en el aeropuerto con divakawa. También agradecía que su Brokuto no estuviese en esa videollamada, porque sino su humillación hubiese sido peor.
¡Pero ese no era el tema!
Daichi le había asegurado que había tenido momentos muy placenteros con Suga-chan. Y parecía que Iwaizumi los empezaba a tener con divakawa. ¿Entonces por qué él era el único que no disfrutaba de tal placer? Bokuto ni siquiera contaba dentro de esa ecuación. Él podía recibir el placer de Akaashi en cualquier momento.
¡Pero no se rendiría!
No señor.
¿Que había probado de todo? Sí. ¿Que se iba a rendir? Ni muerto lo haría. ¿Que Kenma se arrepentiría de lo que le hizo? Por su puesto que lo haría. ¿Que se enfadaría por lo que le haría? Era lo mas probable, y la verdad, temía por ello.
Pero es que de verdad, ya lo había probado todo.
Se había paseado literalmente desnudo por la casa de ambos. Sin resultado. Le había cocinado con un delantal, pero desnudo debajo. Sin resultado. Le había esperado provocativamente en la cama mostrando todo su esplendor. También sin resultado. Luego probó algo menos sutil como unos arrumacos en el sofá viendo una película... ¡Jodidamente sin resultado! Y lo último que se le ocurrió, fue un relajante baño juntos tocando la pequeña barriguita de aproximadamente cuatro meses bajo el agua... ¡Y por la virgen María, también sin resultado!
Kenma le rechazaba. Y Kuroo Tetsuro nunca debería de ser rechazado.
Jugaría su ultimo as en la manga. Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma irá a la montaña. Bien. Pues si Kenma le rechazaba, el tendría que dar el paso. Y el momento más vulnerable del teñido era cuando jugaba.
Suspiró de forma temblorosa y abrió despacio la puerta de la sala de juegos de Kenma. Y ahí estaba, jugando el último juego de zombies que había salido al mercado. Todavía recuerda la precuela de ese juego que le regaló y que se lo pasó en dos días sin dormir nada en nivel supervivencia... Tal vez en este tardaría más debido a su estado, y deseaba que ese bebé en camino no le gustase tanto los juegos como al teñido.
Entró con cuidado al lugar y caminó hasta llegar junto al menor. Se sentó en el sofá que había al lado del sillón individual donde solamente Kenma se sentaba, y le miró de reojo. El chico estaba totalmente concentrado en la pantalla y parecía que no se había enterado de su presencia.
—Kenma...
—Cállate Kuroo.
El pelinegro apretó los labios.
Al menos sabia que el chico lo había escuchado entrar o que al menos sabia que estaba a su lado.
Pero a la mierda todo. No había llegado hasta ahí por nada.
Se deslizó suavemente por el sofá hasta el suelo. Gateó un poco hasta llegar junto a Kenma y tragó duro. No se le ocurrió que el chico tuviese las piernas recogidas encima del sillón impidiéndole hacerle aquella mamada que le haría desconcentrarse y entrar en calor. Pero no podía rendirse. Sobretodo al ver esas piernas lechosas dejando a la vista una gran cantidad de piel.
Sacudió la cabeza y alzó su mano izquierda. Fue acariciando la pierna derecha de Kenma con suavidad, y pudo ver el ceño fruncido del chico ante ello sin quitar su felina mirada de la gran pantalla.
Introdujo su mano por el pantalón, y fue subiendo hasta encontrar el dormido miembro del menor. Lo acarició por encima de la tela y vio como el contrario se removía en su lugar. Movió de nuevo su mano hacia el interior de los bóxer del menor y acarició con suavidad la piel del miembro del chico que parecía empezar a reaccionar a sus caricias. Con su pulgar, tocaba de forma lenta y tortuosa la punta viendo como los dedos de los pies del chico se retorcían.
Su mirada seguía fija en el juego y escuchaba perfectamente los disparos de este, pero el teñido tenia el ceño completamente fruncido y sus mejillas empezaban a tornarse rojas.
Con su derecha bajó como pudo el borde del pantalón y ropa interior dejando a la vista el semi erecto miembro de Kenma; mientras que con su izquierda, tanteó la entrada del chico con algo de dificultad. Se inclinó hacia el frente y capturó en su boca aquel pedazo de carne. Subía y bajaba de forma lenta y movía su lengua por toda la base. Jugaba con la punta con pequeñas lamidas, y bajaba hasta el final teniéndolo completamente dentro de su boca. Rozaba a veces sus dientes y ahuecaba lo mejor que podía sus mejillas para darle el placer que el teñido merecía.
Quizás tuviese las bolas azules, pero su pequeño gatito se merecía el mejor placer del mundo.
Con sus dedos, acariciaba el interior de Kenma. Con suavidad, con lentitud. Le estiraba con delicadeza porque esta vez, Kenma no se podría negar a que le acogiese en su interior.
Escuchó a la perfección como el juego fue pausado y los suspiros de Kenma se volvían bajos gemidos. El mando cayó al suelo con un ruido sordo y las manos del menor se dirigieron a sus cabeza. Agarró con fuerza sus mechones azabaches y le empujaba más hacia abajo. Él, como buen novio, succionó con más fuerza el pene del menor dándole más placer hasta que sintió como explotaba en su boca dejando salir su excitación.
Kenma respiraba con dificultad y tenia los ojos entrecerrados. Kuroo le arrancó las prendas inferiores, y le puso ambas piernas sobre sus hombros. Con sus manos separó las nalgas del teñido y se inclinó hacia el frente hasta hundir su lengua el apretado agujero. Kemna gimió alto y echó la cabeza hacia atrás al sentir como Kuroo movía su lengua en su interior. El sudor ya bajaba por su frente y por mucho que quería maldecir a Kuroo por haberle hecho parar aquel esperado videojuego, el placer que hacia tiempo que no sentía se lo impedía.
Escuchar la forma tan obscena que tenia Kuroo al succionar su intimidad, y como su lengua jugaba simulando pequeñas penetraciones mandándoles descargas de placer a todo su sistema, y como las traviesas manos habían subido para jugar con sus sensibles pezones; todo eso le hacia perder la cabeza y olvidar hasta su nombre.
—K-kuroo... ¡Ah...!- echó la cabeza hacia atrás.— N-no podemos.
El pelinegro se separó y se bajó la cremallera de sus propios pantalones. Liberó a su duro y doloroso miembro que se alzaba orgulloso y se introdujo de una pero con delicadeza en el interior de Kenma.
El chico estaba jodidamente apretado y sentía que se vendría de solo haberlo metido.
—Lo siento gatito.- le dijo saliendo hasta tener solo la punta dentro.— Pero ya no me puedo contener.- se empujó de nuevo hacia adentro escuchando un gemido placentero de Kenma.
—P-pero l-la fiest- ¡Ah!...-
Kuroo se mordía el labio inferior y penetraba sin piedad aquel apretado agujero. Sus pieles chocando y el sudor bajando por ellas. El menor arañaba el cabecero de su sillón individual y el mayor agarraba con fuerza las estrechas caderas impidiendo que se cayese.
Pero aquello no le bastaba, tenia, necesitaba llegar más profundo.
—Tranquilo.- le dijo entre dientes.— Ya está todo listo. Y todavía quedan un par de horas hasta que el resto llegue.
La velocidad de sus embestidas fueron aumentando al igual que los gemidos de Kenma quien era un desastre de suspiros, gemidos y sudor por todo su cuerpo.
Kuroo gruñía preso del placer y apretaba con fuerza las caderas del menor dejando tal vez sus dedos marcados en la blanca piel. Buscaba aquel lugar que hacia que ambos disfrutasen de su unión siendo Kenma gritando ante las sensaciones y el gruñendo al sentir como le apretaba.
El teñido fue el primero en correrse manchando la camiseta que tenia puesta al igual que la de Kuroo; mientras que el mayor fue segundos después quien dejó salir toda su excitación dentro del otro.
Sin salir de él, se dejó caer encima intentando recuperar la respiración. Señor... Aquello había sido fantástico.
—Vas a limpiar este desastre. Que lo sepas.
Kuroo rió cansado.
—Bien...
—Y tampoco lo volveremos a hacer. Esto fue un desliz.
El mayor asintió. Se esperaba algo como eso.
—Y quítate de encima. Quiero seguir matando zombies y humanos.
Y Kuroo lloró internamente al saber que era más importante un trozo de plástico que él, quien le daba todo el amor que tenia en todo su ser.
Shiro colocó el último libro que tenia dentro de las cajas en la estantería que había en su nueva habitación. Se llevó las manos a las caderas y sonrió al ver aquella estantería que tenia desde el suelo hasta el techo llena de libros que había leído y que tenia por leer.
Después de que le diesen el alta en el hospital, Akaashi y Bokuto le habían cambiado de escuela, al igual que a Sora. Sus nuevos compañeros murmuraban seguramente por lo visto en los noticieros, pero otros pocos se le acercaban y hablaban con él a la espera de poder trabar amistad.
Una sincera y sin malas intenciones.
También conoció a los amigos de sus nuevos padres después de dejar la timidez un poco aparcada. Y como no, también conoció a los nuevos amigos de su hermano. Por ende, ha tenido que ser el canguro de cada uno de ellos y sus padres estaban agradecidos por ello. Y también felices.
Porque al fin conocían al hijo mayor del que tanto Bokuto presumía.
Se mudaron del viejo apartamento que tenían, a una casa de cinco habitaciones a un par de cuadras del bro de su padre. No sabia porque necesitaban una casa tan grande, pero no era quien para juzgar.
Al mudarse, compraron más muebles que necesitaban como la cuna para Ryo o una mesa más grande para el comedor. Compraron mucha más ropa y la despensa de la cocina se llenó hasta arriba de comida.
Akaashi volvía a tener su propio despacho y recibía en él a unos cuantos mangakas para revisar sus trabajos. Pero al único que conocía era a Tsukishima Tenma, o como todos conocían: Udai Tenma. Habían veces que el hombre pelinegro llegaba con su hijo de casi doce años, con el pelo de color rubio casi como el trigo y unos profundos ojos color chocolate. Y era casi o más alto que él, y le daba envidia.
Él apenas había cumplido los dieciséis, y un chiquillo cuatro años menor era más alto que él.
Habia días en que lo cuidaba y se preguntaba el porqué debería de hacerlo. Era un pre adolescente que parecía no necesitar el cuidado de los demás, pero para su madre se veía que necesitaba de todos los cuidados habidos y por haber.
—Wooow... ¿Te los has leído todos?
Shiro pegó un bote del susto y se giró hacia su puerta.
Atsuya se encontraba en el umbral de su puerta viendo el gran librero con una sonrisa en sus labios.
Akaashi y Tenma habían conseguido tal grado de confianza como para que Tenma dejase a su preciado y adorado único hijo bajo la tutela de Shiro cuando no podía tener un ojo en el chico, y eso al castaño pues le molestaba.
—No quiero que entres a mi habitación.- le frunció el ceño.
—Eres cruel Shiro-chan.- el menor hizo un puchero y se acercó hasta él.— Con lo que yo te quiero.
El rubio le abrazó rodeando sus caderas y apoyó su cabeza en la suya castaña.
¿Habia mencionado que Atsuya se había enamorado de Shiro? ¿No? Pues sí.
El menor al ver al castaño, le brillaron los ojos y declaró su amor al mayor delante de Tenma y Akaashi. Shiro ante esto se sintió incómodo y le restó importancia al asunto porque a fin de cuentas, Atsuya era solo un niño que no sabia lo que hacia.
Era solo un capricho.
—No digas cosas de las que luego te puedas arrepentir.- intentó quitarse al niño de encima.— Es solo una fase.
El menor jadeó.
—Mi amor por ti no es solo una fase.- se separó para verle.— Te quiero hasta el punto de casarme contigo, Shiro-chan.
Atsuya se inclinó hacia el frente dispuesto a darle un pequeño pico en los labios del más bajo, pero este le puso las manos en estos impidiendo su cometido.
—No puedo creer en tus palabras Atsuya. Aún eres un niño.
El menor se separó del contrario e hizo un puchero con sus labios.
—Pues cuando sea grande te volveré a decir cuanto te quiero y que te cases conmigo.
—Atsuya, eso...-
—Promételo.- le cortó.
—Yo...-
—Promételo.- repitió.
Shiro suspiró y acabó asintiendo.
—Lo prometo.
Después de todo, era solo una promesa sin fundamento, ¿cierto?
Unieron sus meñiques cerrando aquella promesa y Atsuya sonrió amplio mostrando sus dientes algo chuecos que le hacían ver tierno.
—Vete a jugar con Sora. Pronto nos iremos.
El rubio asintió y salió corriendo de su habitación hacia la de enfrente que era la de su hermano. Pudo ver como Sora sonreía amplio y saltaba a abrazar a Atsuya para ponerse a jugar los dos. Shiro suspiró y caminó hacia la habitación de los adultos. Al entrar, pudo ver a Akaashi sentado en la cama leyendo tranquilamente un libro y a su lado se encontraba Ryo haciendo ruiditos raros mientras se removía un poco viendo atento el techo.
Era impresionante como su hermanito mas pequeño ya tenia casi dos meses.
Akaashi le vio y le sonrió. Le devolvió el gesto y cerró la puerta con suavidad para luego acercarse hasta la cama. Se acostó en el lado contrario a donde estaba Ryo, y abrazó con fuerza el estomago de Akaashi apoyando su cabeza en él. El pelinegro le acarició los castaños cabellos y cerró el libro dejando un separador en la página en la que estaba.
—¿Ocurre algo cielo?
—Atsuya lo ha vuelto a hacer.- le dijo con la voz ahogada al tener la boca enterrada en la barriga del mayor.
—¿No te gusta que diga cuanto te quiere?- rió.— Es algo tierno.
—No lo es.- se giró a verle.— Como no le hago caso, me hizo prometerle que le esperaría a cuando fuese mayor.
—¿Y lo harás?
—¿El qué?
—Esperarle.
Shiro bufó y apartó la mirada.— Son cosas de niño, mamá. Se olvidará que ha hecho una promesa tan tonta.
—Aún si es tonta como tu dices, no deberías de decirle esas cosas. Atsuya sigue siendo un niño y tus palabras le pueden herir.
Shiro bufó y miró a Ryo.
El bebé abrió su desdentada boca e hizo ruiditos raros como si le estuviese hablando. Shiro se giró en su sitio y le agarró ambas manos.
—Tu no te vuelvas un niño como Atsuya, ¿vale?
Ryo volvió a hacer ruiditos y Shiro bajó su cabeza derrotado. Akaashi rió y le volvió a acariciar los castaños cabellos.
Después de lo sucedido en el hospital, Shiro era menos tímido y pasaba más tiempo con él. Se dejaba abrazar y le gustaba que siempre le mimasen. A Bokuto le gustaba tenerlos a todos entre sus brazos y sentir su calor.
Shiro, Sora y Ryo eran los hijos que no pudieron tener. Y sinceramente estaba feliz por ello, porque gracias a eso pudo conocerlos, y darle más calidez y amor a su pequeña familia de dos.
—¿Por qué debemos ir a esa fiesta?
—Porque Kuroo-san invitó a tu padre, y Bokuto-san insiste en ir.
—Pero es un babyshower. Se supone que es solo para personas embarazadas.
Akaashi rió.— El babyshower es una fiesta que le hacen a las personas embarazadas. No solo para embarazadas.
Y en parte, eso era cierto.
Kuroo había decidido hacerle a Kenma un babyshower aún si todavía quedaban un par de meses para que su pequeño gatito naciese. Pero ojo, no solo era un babyshower para Kenma.
Oh no, para nada.
Era un babyshower para todas las futuras mamás de su gran grupo de amigos.
Oikawa vendría junto a Hajime desde Sendai para celebrar tal fiesta. También, Daichi y Suga junto a su niña llegarían de Sendai para unirseles a la fiesta, y como buenos anfitriones, les dejarían dormir en la enorme casa de Kenma -porque aunque vivieran juntos, seguía siendo la casa del teñido.
Tsukishima y Tadashi vendrían con Seiya y tal vez se quedarían en la casa del hermano del rubio. Pero quizás preferiría irse junto a Kageyama que soportar a su hermano.
Luego estaba Futakuchi. Al ser otro afortunado futura mamá, la fiesta también era para él y estaba seguro que Oikawa estaría demasiado feliz al tener a su amigo con él.
Luego estaba Shirabu, al decirle la noticia, se negaba a ir a la dichosa fiesta, pero por la insistencia de Semi acabó cediendo aún inconforme de su asistencia. Además tenia varios pacientes que atender y no podía darles la espalda solo por un babyshower.
Luego, la noticia del babyshower, llegó a oídos de Satori, y como persona extrovertida que era él, no podía perderse tal acontecimiento. No tenia nada que ver que él nunca tuvo uno y que de verdad quería que se lo celebraran. Además, quería presumir a su lindo Ryoma delante de todos.
Y por obvia petición de Kenma, Shouyo también había sido invitado junto a su enorme familia. Pero no solo Atsumu y los niños, sino que también Osamu junto a Kita y la pequeña Haruka eran bienvenidos en la casa de Kenma.
Y para cerrar todo eso, Kageyama había sido arrastrado por Kuroo aunque a Kenma eso no le gustase de tener al pelinegro y su mejor amigo en el mismo lugar.
—Pero no deberían de ir los niños. Hay adultos que no saben medir sus palabras. Y por adultos me refiero a Kuroo-san y papá.
—Bueno, para eso estarás tu.- le acarició la mejilla.— Estarás pendiente de que los niños estén lejos de los adultos.
Shiro gimoteó. No le apetecía ir.
—¿No me puedo quedar?
—Dale una oportunidad... Será divertido.
—Estar al cuidado de siete niños, no es divertido mamá.
Akaashi solo pudo sonreírle tembloroso.
Algo dentro suyo le decía... Que quizás seria divertido.
—¿Por qué nos estamos tomando un baño?
—¿Por qué más?- preguntó de vuelta.— Acabamos de tener sexo y estamos todos sudados y con semen por el cuerpo.- acarició su plano vientre.— Y sé que te gusta estar limpio.- le beso el hombro.
El chico suspiró y miró sus manos bajo el agua.
Por más que quisiera, no deberían de tener una relación como esa. Estaba mal.
—Deja de pensar en cosas sin importancia, Kiyoomi.
—¿Pero no tienes miedo?
—¿A qué?
El de los lunares calló por unos segundos.
—A ser descubiertos por nuestros padres. A que nos señalen con el dedo por ser familia...
—Pues no. No tengo miedo.- le abrazó.— Si yo no me preocupo por esas cosas, tu tampoco deberías.
Sakusa se mordió el labio inferior y asintió haciendo que sus rizos se moviesen por el movimiento de su cabeza.
Komori era tan amable. Le tranquilizaba los pensamientos turbios que le invadían la cabeza y que le hiciesen sentir menos de lo que era.
—¿Y por qué sacaste ropa del armario?- le preguntó el de los lunares.— ¿Saldremos a algún lado?
—Sip.- dijo feliz dándole besitos por todo su cuello a la espera de que le diese cosquillas su acción.
—¿Y a donde iremos?
Komori se alejó y le miró divertido.
—¡A un babyshower!
Ha sido un tiempo... ¿casi tres semanas tal vez?
No tengo excusa por no actualizar. Lo único que puedo decir es que he estado escribiendo otras cosas que no debería para que en un futuro vea la luz.
Aún así, les traigo una parte de este alocado babyshower que Kuroo se ha montado y en el que puede haber desmadre (?)
De momento, díganme la siguiente parejita que quieren ver en el siguiente capitulo, porque hasta que todos estén reunidos no podréis elegir ya que todas la parejas aparecerán en un solo capitulo que digo yo sera larguito.
Dejen aquí la parejita que quieren leer.
Espero que les haya gustado.
Nos leemos pronto.
~Zeni13~
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