Capitulo 22
—¡Ya estoy en casa!- gritó nada más entrar a su departamento.
Dejó sus zapatos en el genkan y pudo escuchar rápidos pero cortos pasitos correr hacia él. Una enorme sonrisa apareció en su cara que hasta le dolieron los músculos de ella.
Pudo ver un manojo de cabellos azabaches correr por el pequeño pasillo que al verle saltó hacia él atrapándolo al vuelo. Le dio infinidad de besos por toda su cara y cuello escuchando la infantil risa.
—Bienvenido a casa papi.
—Estoy en casa Sora.- le dijo de vuelta.— ¿Donde está mamá?
—Mamá Keiji le está dando de comer a Ryo.- respondió.
Caminó con el niño hacia la sala donde suponía estaba el ojiesmeralda. Al abrir la puerta que separa la sala y cocina con el pasillo, su corazón se estremeció ante tal escena. Una escena que llevaba presenciando durante una semana.
Su Akaashi le estaba dando el biberón con leche al más pequeño de sus hijos. Sabía que el pelinegro sería una buena madre, pero esto sobrepasaba sus expectativas. Se veía tan lindo que siempre se le escapaba un suspiro de enamorado al verlo. Cada vez que alimentaba al menor, una sonrisa que nunca antes había visto aparecía en sus labios y sus ojos brillaban de una forma especial que no sabría como describir.
Lo mismo ocurría con su hijo mediano, Sora. A veces se daban un baño juntos o ayudaba con la comida con tareas sencillas comos alcanzar algunos vegetales y lavarlos. Pedía ayuda con sus deberes y a la hora de dormir, suplicaba con sus ojitos tan marrones como el chocolate que le leyesen algún cuento. El problema era que no tenían cuentos infantiles y se los tenían que inventar.
Pero el mayor reto para ambos era su hijo adolescente de quince años, Shiro.
No es lo mismo alegrar a un niño de seis que a uno de quince. Cuando comían juntos apenas hablaba y era Sora quien mantenía conversación para que aquello no se tornase incómodo. Se encerraba en la habitación que le habían dado y prácticamente ni le veían en algún rincón de la casa. Tanto Akaashi como él intentaban acercarse hacia el adolescente, pero este siempre los evadía.
—Estoy en casa Akaashi.- le dijo el albino mientras se inclinaba a darle un pequeño beso en sus labios.
Sora rió bajito ante la acción.
—¿Que tal el entrenamiento?
—¡Increíble!- dijo emocionado mientras se sentaba a su lado con Sora sobre sus piernas.— Tsumu-Tsumu estaba en su mejor forma. Daba colocaciones como ¡fuawh! o ¡guawh! o ¡bawh!- decía mientras gesticulaba con sus manos.— Y Omi-Omi remataba haciendo sonidos como ¡pawh! o ¡bam! ¡¿entiendes?!
Akaashi rió mientras dejaba el biberón en la pequeña mesita de madera frente a él, y acomodaba a Ryo en su hombro con cuidado para darle pequeñas palmaditas en la espalda.
—Creo que entiendo.
—Pero ellos no eran mejor que yo. Después de todo soy la estrella. Una normal y corriente.- dijo orgulloso.
—¡¿Eres una estrella papi?!- dijo asombrado Sora dando brinquitos encima de las piernas del mayor.— ¡Eso es súper guay! ¡¿A que sí mami Keiji?!
—Claro que lo es.- le dio la razón al niño.
—¿Y donde está Shiro?- preguntó Bokuto buscando a su hijo mayor por el lugar.
Los ánimos que tenia Sora cayeron en picado al oír el nombre de su hermano.
—Shiro-nii está en su habitación.- murmuró.— Cuando quise entrar me sacó a empujones.
Ambos mayores intercambiaron una mirada preocupada al escuchar el tono triste del niño.
—¿Por qué no te quedas con mami? Yo iré a hablar con Shiro. ¿Te parece?
El niño asintió con rapidez y Bokuto lo dejó al lado del pelinegro mayor.
Con pasos vacilantes llegó al pasillo y caminó por él hasta estar frente a la puerta que era la habitación del adolescente.
Acomodar a su nueva familia en el pequeño departamento de tres habitaciones había sido difícil. Podría parecer que con esas habitaciones no fuese un lugar pequeño pero necesitaban más. Shiro era un adolescente que necesitaba privacidad, por lo que tuvieron que acomodar lo que había sido el despacho de Keiji para corregir los manuscritos de los autores que le correspondían; por una habitación digna para un adolescente. La que iba a ser la habitación para el niño que iban a adoptar en un principio, fue destinada para Sora con leves cambios. Y por la falta de habitaciones, de momento Ryo dormía con ellos en su habitación. Literalmente dormía con ellos porque no tenían ni siquiera una cuna donde ponerlo a dormir cómodamente.
Uf... Tenía casi treinta años y un chiquillo con la mitad de sus años le ponía realmente nervioso. Soltó el aire por la boca y tocó dos veces la puerta con su puño cerrado.
No hubo respuesta y pegó la oreja a la puerta sin escuchar nada. Volvió a tocar y obtuvo el mismo resultado de antes.
—¿Shiro? Soy pa- soy Bokuto.- corrigió.
Y es que el chico no se refería a ellos como mamá y papá sino como Akaashi y Bokuto. ¿Que si dolía aquel trato? Por supuesto. Pero ambos esperaban que en un futuro se refiriera a ellos como sus padres.
Entendían que durante quince años había habido una mujer que había sido su madre. Pero tampoco sabían las circunstancias en las que había vivido el chico.
Suspiró y con determinación abrió la puerta... Aunque de forma teatralmente lenta.
Asomó primero su cabeza y pudo ver al chico sentado en el pequeño banco que había debajo de la ventana. Su pelo castaño se movía lentamente por el aire que entraba de la pequeña abertura que tenia la ventana.
Bokuto parpadeó varias veces extrañado. ¿Si lo había escuchado por qué no le había dicho algo? Entró en la habitación y cerró la puerta lo suficientemente fuerte para que lo escuchase.
Quiso saltar de alegría cuando logró su cometido al ver como su cabeza se giraba.
—Sora me ha dicho que le echaste cuando quiso entrar.
El chico volvió a mirar a la ventana y se encogió sobre su lugar.
Bokuto se aguantó un suspiro que amenazaba con salir desde lo muy profundo de su ser y se acercó al adolescente. Se sentó en la silla giratoria que estaba junto al escritorio y se acercó moviendo sus pies sobre el suelo hasta estar completamente a su lado.
Miró por la ventana el cielo completamente azul y algunas nubes adornándolo. Mentiría si dijera que algunas de ellas parecían balones y redes de voleibol.
Y confirmamos que él a sus casi treinta años sigue buscando formas en las nubes cuando mira el cielo. Pero no le importa. Él dice que lo primero que madura es lo primero que se pudre. Por eso no le importaba ser infantil a esa edad. Lo era, pero con algo de madurez.
—¿Te ocurre algo?- el chico negó.— ¿Por qué echaste a tu hermano? Estaba algo triste.
Se encogió de hombros.— Quería estar solo.
—Bueno, siempre estás aquí encerrado por lo que siempre estas solo.
El silencio incómodo que vino después de sus palabras se podía cortar con unas tijeras.
Bokuto se removió incómodo en la silla y Shiro no le devolvía la mirada. ¿Él había sido así en la adolescencia? No recuerda algo como eso. Sus senpais siempre huían de él cada vez que pedía seguir jugando con ellos después de las practicas y cuando Akaashi llegó fue él quien estuvo a su lado.
Le daba ánimos cuando se deprimía y sabía muy bien que cada vez que se bloqueaba durante un partido, el pelinegro y sus compañeros siempre le decían cualquier tontería que le hiciese subir los ánimos.
—¿Te... desagrada estar aquí?
Los ojos verdes del chico le miraron con intensidad.
Cualquier persona que nos los conociese pensaría que ellos igualmente son sus hijos biológicos. Shiro de cabello castaño y ojos igual de verdes que los de Akaashi, Sora con de cabello azabache como el de Akaashi y ojos chocolate, y el pequeño Ryo con los cabellos también azabaches como los de Akaashi y ojos de color ámbar casi parecidos a los dorados suyos que había escasas veces.
—No es eso.- habló y volvió a mirar por la ventana.— Agradezco que nos hayáis sacado a mis hermanos y a mi de aquel lugar, pero lo que siento no lo entenderías.
Bokuto bajó la mirada al piso y empezó a jugar con sus manos. ¿Qué debería hacer? Nunca pensó que ser padre seria tan difícil. El pensaba ir paso a paso. Primero el cortejo, algo que había hecho desde la preparatoria. Luego el noviazgo que fue satisfactorio para Akaashi y él una vez fuera de la preparatoria. Después el mudarse a vivir juntos cuando el menor tenia veintidós y el veintitrés. Y por ultimo el sexo. Eso fue realmente lamentable la primera vez pero a medida que iba pasando el tiempo supieron disfrutar de él. Y cuando se sintiesen más seguros, ampliarían su familia e irían aprendiendo a ser padres a medida que sus retoños creciesen.
Pero nunca contaron con la infertilidad de Keiji y sus espermatozoides vagos.
Y ahora que habían sido padres por partida triple, no sabían que hacer. Al menos, uno había venido bastante crecidito.
—Bueno, yo soy algo tonto por lo que si no me dicen las cosas no me entero.
Bokuto abrió los ojos sorprendido porque estaba seguro que había escuchado al adolescente reírse.
—¿Como puedes ser la estrella de los Black Jackals si te consideras tonto?
El albino jadeó de la sorpresa.
—¡¿Me conoces?!
Al adolescente se le encendieron las mejillas al verse descubierto.
—Bu-bueno. S-sigo la liga profesional de voleibol... Y-y tu e-eres mi favorito.
Los ojos de Bokuto brillaban de emoción. Saltó de la silla y abrazó con fuerza al tímido adolescente y restregó su mejilla contra la cabeza del otro.
—¡Yo también te quiero Shiro!
Se volvió a separar con una gran sonrisa que se amplió más al ver las mejillas totalmente rojas del chico y que evadía su mirada.
Se enderezó y puso ambas manos en sus caderas.
—Prepárate, vamos a salir.
—¿A donde?- preguntó aun evadiendo su dorada mirada.
—Al centro comercial. Necesitáis ciertas cosas. Y mi cuenta bancaria tiene más dinero del que podría imaginar y que nunca gasto.
Dicho esto, el mayor salió de la habitación dejando al chico solo.
Ayudó a Akaashi a guardar las pocas cosas que tenia de Ryo en un bolso al igual que el biberón con leche dentro de unos calentadores para que no se enfriasen. Él se quitó su uniforme de práctica por unos vaqueros y una camiseta de cuello en v. Agarró las llaves del nuevo coche que se había comprado para llevar a su nueva familia y fueron al aparcamiento del edificio.
Acomodaron a Sora y Ryo en las sillitas que les habían comprado detrás de los asientos del piloto y del copiloto. Shiro quedó en medio de sus hermanos menores y ambos mayores en la parte delantera siendo el albino quien iba al volante.
Sora no paraba de hablar con Bokuto sobre lo que había hecho el día anterior en la escuela y de las tareas que habían hecho él y Akaashi mientras estaba en su entrenamiento. Akaashi miraba por el retrovisor como el niño movía sus manos sin parar e intercalaba su mirada al adolescente a su lado que le daba miradas de reojo.
Al llegar al aparcamiento del centro comercial, el pelinegro cogió entre sus brazos a Ryo y tuvo que tranquilizar la hiperactividad de Bokuto y Sora. A veces pensaba que tenia que ponerle una correa al mayor.
A la primera tienda que entraron fue una donde vendían ropa para niños entre cero y cinco años. Akaashi iba mirando cada prenda de ropa pensando que la quería toda por lo linda que se veía. Shiro estaba a su lado y Bokuto tenia en sus hombros a Sora, ambos con una cara de aburrimiento.
—Akaaaasheeee... Nos aburrimos.
—No entiendo porqué. Fue tu idea venir a comprar.- le dijo mirando un lindo mameluco con orejitas de oso panda.
—Pero Akaaasheeeeeeee...
El pelinegro se giró y vio los ojos de Sora y Bokuto suplicantes de ir a otro lado más divertido.
—Por fi, mami Keiji.- suplicó Sora con una voz demasiado tierna e infantil derribando las barreras de Akaashi.
Suspiró y asintió.— Pueden ir SOLO al área recreativa.- les dijo y les apuntó con un dedo mientras fruncía las cejas.— Y como me entere que han salido de allí, no querrás verme enfadado, Bokuto Kotaro.
El albino asintió con efusividad y salió corriendo con el niño riendo a cada paso.
Akaashi volvió suspirar y se giró para seguir mirando la ropita que compraría para su bebé. Bueno, para uno de sus tres bebés.
—¿Está bien dejarlo ir así?- escuchó la voz preocupada de Shiro.
—Sí, tranquilo. Bokuto-san puede ser infantil por fuera, pero por dentro es alguien serio y responsable.
Shiro asintió y siguió detrás del pelinegro.
Pensaba en Keiji como alguien recto y serio pero también alguien muy amable y cariñoso. Era bastante alto y delgado, y era también bastante apuesto. Él en cambio... Tenia quince años y media un metro sesenta y cinco. Habia chicos en su clase mucho más altos que él, e incluso más agraciados que él. Su verdadera madre no era mucho más alta que él y nunca llegó a conocer a la otra persona que ayudó en su creación.
Su madre era alguien amable y realmente bella para ser una prostituta. Agradecía que no se rindiera cuando se enteró que él estaba en camino. Tampoco cuando diez años después Sora también se unió a su rota familia. Y pocos meses atrás con Ryo. Ella hacia todo lo que podía con el asqueroso trabajo que tenia, pero era lo único que podía hacer sin haber acabado siquiera la secundaria.
Él estudiaba gracias a becas por su esfuerzo en la escuela, e intentaba que Sora mantuviese su inocencia lo máximo que pudiese, no como él que tuvo que crecer antes.
Pero ahora, que una familia los había acogido, todo parecía diferente. Sora es más feliz que nunca y Ryo apenas tiene un par de días de nacido, quizás una semana. Y él... Siente demasiada incomodidad recibiendo todo el amor que nunca tuvo, ni que se preocupasen de aquella manera de él.
Pero creía que tal vez, lo que les estaba ocultando podría hacer que le mirasen de manera diferente. Aún así, debía decirlo.
—K-keiji-san.- el pelinegro se giró a verle.— ¿P-podría hablar contigo?
El mayor asintió y caminaron hacia una banca que había en el lugar. Se sentaron y el pelinegro acomodó mejor al bebé entre sus brazos cuidando no interrumpir su sueño.
Sin duda necesita un carrito.
—¿Ocurre algo?
—No. Bueno, sí. ¿T-tal vez?
Akaashi sonrió y puso una mano sobre su pierna y le dio un leve apretón transmitiéndole confianza.
—Yo... P-podría estar embarazado.
Akaashi abrió los ojos como platos. Uf, nunca se esperó que se saltasen la tan famosa charla para saber esto.
Sus ojos se empañaron. ¿Su bebé más grande dejaba de serlo? Pero aquello era una locura. Era demasiado joven para criar a un niño. Y él también era demasiado joven para ser abuelo.
—¿P-pero no usas protección con tu novio? S-sois demasiado jóvenes.
—L-lo se... Y l-lo siento mucho.- dijo con voz quebrada.— Pero no tengo novio. Ni siquiera se si me gustan las chicas o los chicos.
Akaashi se tensó. No quería pensar lo peor.
—¿Que q-quieres decir Shiro?
—A-abusaron de mí.- confesó con lágrimas cayendo por sus mejillas.
—¿C-como...?
—Hace un mes... D-después de clases unos chicos me llevaron a l-la parte trasera de la escuela y abusaron d-de mi.- susurraba totalmente roto.— Taparon mi boca e h-hicieron lo que q-quisieron.
Akaashi estaba totalmente deshecho como el chico y quería ser un pulpo para poder abrazar con todos sus brazos al indefenso adolescente.
—¿Se lo dijiste a alguien?
—¿Quien iba a creer al hijo de una prostituta?
Akaashi no lo pudo aguantar más y abrazó con todas sus fuerzas con su único brazo libre al castaño apretándolo en su pecho dejando que mojase su camisa con sus lagrimas, y procurando que Ryo estuviese a salvo en su otro brazo.
—Shiro, mírame.- pidió el pelinegro pero el otro negó.— Por favor.- volvió a pedir. Cuando sintió que se separaba, le agarró con cariño una mejilla y se la acarició.— No le diremos nada a Bokuto-san. Estoy seguro que iría hasta tu escuela y se pondría a darse golpes con unos adolescentes por lo que te hicieron.- ambos rieron por ello entre las lágrimas.— Te cambiaremos de escuela. No puedes seguir en ese lugar.
—P-pero...-
—Nada de peros.- dijo serio. Shiro asintió. Igualmente no tenia amigos en aquel lugar.— Tendremos que ir al médico para asegurarnos si estás o no embarazado. Y por ultimo, aunque no te guste, tenemos que denunciar lo que te hicieron.
Shiro negó ante lo último.
—No. Lo negaran todo.
—Tenemos que hacerlo Shiro. Y si tenemos que ir a un juicio lo haremos.
—P-pero sus padres s-son personas muy importantes.- dijo asustado.— T-tendrán a los m-mejores abogados.
—Pero yo conozco al mejor. Y estoy seguro que hará hasta lo imposible para que esos tipos paguen por lo que te hicieron.
El castaño le miró y se apartó las lágrimas que quedaron en sus mejillas. Debería de verse lamentable, en cambio Akaashi se veía algo sonrojado pero lindo.
—¿Por qué hace esto por mi, Keiji-san?
Akaashi le sonrió cálido.
—Ahora eres mi hijo, Shiro. Y la familia siempre se apoya.
Shiro le sonrió tembloroso y bajó la mirada tímido. Dubitativo, apoyó la frente en el hombro del mayor sintiendo las caricia que le daba en la cabeza.
—... Gracias.
Shouyo jugaba con sus manos de manera nerviosa mientras miraba a lo lejos a Atsumu jugar en el enorme arenero junto a Soichi, Kenji y Nao. Él se encontraba sentado en una banca con el carrito de sus bebé a su izquierda, mientras que a su derecha algo alejado de él se encontraba Kageyama mirando al frente igual que él.
Atsumu enserio estaba loco. ¿Como se le ocurría decir que le dijese a Kageyama que Soichi también era su hijo?
Era de locos.
El solo pensar en lo que dirá el pelinegro o las repercusiones que podría tener contra él... Sin duda le asustaba.
Pero había acordado que el ojiazul pasase más tiempo junto a Soichi aunque fuese algo de manera indirecta. Y lo más sorprendente es el cambio que ha tenido Kageyama desde que sufrió aquel aborto en Sendai. Parecía más concienciado de pasar más tiempo con Nao y ser un mejor padre.
—Gracias... por invitarnos.- habló Kageyama.
El pelinaranja dio un bote ante el repentino comentario e hizo un sonido con su garganta de forma afirmativa.
—De... De nada.
—¿Fue idea de Miya-san?
—¿Qué?- dijo en un tono demasiado agudo.— Pff no.
Kageyama giró su cabeza para verle y alzó una ceja de forma interrogativa y una sonrisa ladeada apareció en sus labios.
Se habría sonrojado como una colegiala al ver lo sexy que se veía de aquella manera aunque fuese de perfil si no fuese porque él se sonrojaba con otra persona y por otras cosas.
—Vale, sí. Fue su idea
—No se te ha dado bien mentir. Ni siquiera cuando... Ya sabes. Aquel día.
—Ah... Sí.
Un silencio incómodo les envolvió y rogaba porque Atsumu volviera a él y lo salvase del infierno que estaba siendo ese intercambio de palabras.
Pero el rubio había intercambiado miradas con el varias veces y le hacia movimientos con la cabeza para que hablase con Kageyama. Le habían dado ganas de bufar por ello.
Que intentase él tener una conversación con tu ex después de años sin verle. Era simplemente incómodo.
—¿Vienen mucho a este parque?
—Oh... Am... Lo descubrimos poco después de llegar. Está cerca del centro comercial y a veces vamos a comer allí.- asintió.— Intentamos venir todo lo que podemos.
—Ya veo.- fue lo único que dijo antes de que el ambiente volviese a ser incómodo.
Ugh, de verdad. Esto no iba con él. ¿Por qué tuvo que hacerle caso a su esposo? Ah, es cierto. Aceptó cuando el rubio le proporcionaba placer de una manera inigualable y no sabia lo que hacia. Eso era manipulación.
Atsumu era un zorro demasiado astuto y él era un pobre cuervo indefenso. Eso era una clara desventaja.
—¿No crees... Que esto es incómodo?
—No lo se. Dímelo tu Hinata.- dijo en tono algo más serio después de unos segundos.— Esto no seria incómodo si nunca te hubieses ido.
—¿Ahora es mi culpa?
—Sí, lo es.- se giró a mirarle con su usual ceño fruncido.— Te fuiste sin decirle nada a nadie. Y ahora regresas nueve años después con una familia. ¿Como crees que me siento?
—Tu también hiciste tu propia familia.- reprochó el pelinaranja.
—Lo intenté para olvidarte, pero nunca lo conseguí.- apretó los puños.— Nao es lo único bueno que salió con lo mio junto a Hoshiumi.
Shouyo abrió la boca totalmente sorprendido y ligeramente indignado.
—¿Te... acostaste con Hoshiumi?- soltó un bufido irónico.— Y decías que no tenias nada con él.
—¡Y no lo tenía!- alzó la voz.— Solo estabas tu. Siempre fuiste tu. Pero por lo visto yo no fui el único para ti.
—Eso no es verdad.- habló entre dientes el pelinaranja.— Te querían reclutar a nivel nacional. No podía interponerme en tu camino.
—¿Y tu mejor decisión fue dejarme a un lado?- dijo irónico.— Te fuiste Hinata, y me dejaste a un lado. Nadie sabia de ti y yo estaba destrozado. Sigo destrozado
—¿Y tu te crees que fue fácil para mi?- sus ojos empezaban a nublarse por lagrimas llenas de rabia.— Me fui a otro país completamente solo. Y si no fuera por Atsumu lo seguiría estando.
Kageyama volvió a reír de forma irónica y echó la cabeza hacia atrás. No quería que el pelinaranja le viese las lagrimas que se negaba a dejar caer.
—Claro. Atsumu. Por favor, no seas hipócrita.- suspiró pesado.— Seguro que nada más verlo te lanzaste a sus brazos y os fundisteis en una noche llena de placer que dio como resultado a... Soichi.
—Eso no es verdad.- le dijo tembloroso y con rabia.
—Permíteme el beneficio de la duda.- rodó los ojos.
—Me encontré a Atsumu de casualidad después de saber que yo...- calló.
Kageyama volvió a poner su mirada sobre él y le hizo ponerse más nervioso.
—¿Qué tu qué?- el otro no respondió.—¿Después de saber qué Hinata?- insistió.
—Después de saber que yo estaba completamente solo.
—Hinata... Te pido que no me mientas. Es lo menos que puedes hacer.
—No es tan sencillo, Kageyama.- se cruzó de brazos.
El pelinegro volvió a suspirar y miró al frente, más específicamente a Atsumu.
—Pues no te pareció tan sencillo irte de Japón para luego revolcarte con Atsumu.- escupió las palabras.
Shouyo apretó los puños y se levantó de golpe. Sus ojos llenos de lágrimas de rabia, las dejaban salir y le importaba muy poco que los demás le viesen.
—Sabía que era mejor no hacer esto.- murmuró sin saber que Kageyama le escuchaba.— Pero tu insististe en que hablase. Pero como siempre no me haces caso.- apretó los dientes con fuerza y empezaba a quitarle el seguro del carrito para poder moverlo.— Espero te hagas responsable de esto, Miya Atsumu.
Se giró con el carrito hacia el arenero y cuando el rubio le vio acercarse la sonrisa que tenia se borró de golpe. Pero antes de llegar, se volvió a girar a ver a Kageyama.
—Separarme de ti, fue lo más duro que pude haber hecho.- le habló con voz rota.— Pero Atsumu me ayudó a sobrellevar tu pérdida, y no de la manera que crees.
Se giró de nuevo y volvió a retomar su andar.
Kageyama esta vez lo veía alejarse de él, pero su orgullo le impedía levantarse y disculparse por el último comentario que le dijo.
Porque sabia que Hinata era cualquier cosa, menos un cualquiera que se acuesta con el primero que se encontrase.
Aún así, se negaba a creer que lo que pensó y dijo no fuese mentira.
¡Buaaaaah!
Me ha encantado escribir este capitulo.
El BokuAka fue la pareja mas votada y aquí la tienen. Aunque no salen del drama. ¿Quien será el misterioso abogado que Akaashi conoce?
También nuestro momento KageHina, algo tensito. Que por cierto, hice mención al nombre de la historia sin quererlo y me emocioné yo sola porque en ningún momento pensaba hacerlo y solo salió.
Escribiría un poquito más rápido si lo hiciese en el portátil (porque ahora mismo lo hago en el móvil), pero la batería se descarga muy rápido y no se carga bien si no esta en suspensión. ¡Pero bueno! Lo uso para la corrección de las posibles faltas.
Para acabar, díganme la parejita que quieren ver en el próximo capitulo.
Nos leemos pronto.
~Zeni13~
Pd: ¿Quien más no acepta que se posponga la segunda mitad de la cuarta temporada de Haikyuu? Porque yo no lo hago 😤👊
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro