Capitulo 17 parte 2
—Satori.- Semi tocó la puerta del baño.— Te llevo llamando diez minutos. Baja a desayunar.
Apoyó la oreja a la madera de la puerta a la espera de alguna contestación pero no escuchó nada. Frunció el ceño y volvió a tocar la puerta.
—Satori.- insistió.— Voy a entrar. No te quejes luego si te veo en una situación comprometida.
El silencio volvió a ser su respuesta y abrió con lentitud la puerta.
Asomó su cabeza por el hueco que hizo al abrir la puerta y vio al pelirrojo dentro de la bañera con la frente apoyada en sus rodillas. Semi agachó la cabeza y soltó un suspiro. Se enderezó y entró al baño.
Bajó la tapa del váter y se sentó encima.
Alargó la mano y le acarició el pelo húmedo.
—¿Por qué no me contestas? Haces que me preocupe.
Satori no respondió y solo giró su cabeza para mirarle.
Tenía los ojos rojos y algo hinchados y a Semi se le oprimió el corazón. Satori había llorado durante la semana por lo que había pasado con Wakatoshi. Y el muy hijo de su santísima madre ni se había dignado a llamar preguntando como estaba Satori o su futuro hijo.
Él personalmente había ido hasta el gimnasio donde entrenaba con su equipo a reclamarle el dejar de aquella manera a Satori. Se cogió tal cabreo al ver la indiferencia del más alto que casi llega a los golpes con el chico por eso. Si no es por los demás jugadores y los de seguridad del lugar que lo pararon, le habría dejado unos cuantos moratones en aquella perfecta cara.
—Se me rompió la fuente SemiSemi.- murmuró bajito Satori.
—¿Eh?
—Que mi bebé ya viene.
Semi se puso pálido.
—¿Ya? ¿Aquí?- señaló el baño.
—Me duele mucho Semi.- dijo con voz quebrada.
—Oh mierda...- se pasó las manos por el pelo.— Otra vez no.- murmuró.— Voy a... Voy a llamar a Shirabu. Sí. Eso haré. Él sabrá que hacer.
Sacó el teléfono de su pantalón y llamó al castaño.
La llamada acabó en el buzón y lo volvió a intentar.
—¿Qué quieres?- dijo molesto cuando contestó.— Estoy trabajando.
—Es Satori... Está... Está de parto.
—Oh mierda.
—Sí. Lo sé.- dijo empezando a perder los nervios.
—Tranquilízate Eita.- cogiendo aire, hizo un sonido con su garganta dejándole saber al médico que lo estaba intentando.— ¿Donde está Satori?
—Dentro de la bañera.
—Ayúdale a salir. Ponle algo cómodo y tráelo al hospital, le prepararemos el paritorio.
—Bien... ¿Podrías... marcarle a Wakatoshi?
—Date prisa.- fue lo único que recibió a su pregunta antes de que la llamada acabase.
Guardó el teléfono y con nervios buscó una toalla en el mueble del baño y envolvió en esta a Satori cuando salió de la bañera. Lo cargó entre sus brazos y los dejó sentado en la cama de su habitación. Buscó la ropa más grade que tenía y antes de ponérsela lo secó con cuidado y cariño.
Agarrando las llaves del coche y de la casa, volvió a tomar entre sus brazos al pelirrojo y bajó con cuidado las escaleras de su casa.
Dejó a Satori en el asiento del copiloto y el se puso en el del conductor encendiendo el motor del vehículo. Salió a la carretera y a una velocidad moderadamente rápida condujo hacia el hospital escuchando los bajos quejidos del menor.
De verdad... ¿Por qué le pasaban estas cosas a él? ¿Estaría gafado o algo? ¡Por el amor a todo! Ni siquiera esta y la vez anterior eran sus hijos los que vendrían al mundo y aun así se había puesto tan nervioso como si lo fueran. Oh no... Espera. Ya van dos veces... ¿Esto quiere decir que habrá una tercera donde esta vez sí sea su hijo el que venga?
A ver... No era momento de pensar en eso.
Sacudió la cabeza y centró su mirada en la carretera y a lo lejos pudo ver el enorme hospital. Su corazón latió con mucha más fuerza al verlo.
—Tranquilo Satori... Ya estamos llegando.- dijo el cenizo más bien para él que para su acompañante.
Aparcó el coche y prácticamente corrió hacia la entrada del hospital gritando a todo pulmón el nombre de Shirabu.
El castaño se apareció con un par de enfermeras y una camilla en donde recostó al pelirrojo. No vio por ningún lado a Wakatoshi y aquello le enfureció como nunca. Satori le agarraba con fuerza la mano y le miraba con ojos llorosos.
—¿Donde está Waka-chan, SemiSemi?
—No lo sé Satori.- le acarició los rojizos cabellos con cariño.
—Él ya está aquí. Os está esperando.
Semi y Satori miraron al menor. El cenizo se sintió aliviado cuando escuchó aquello y los ojos de Satori volvieron a derramar lágrimas.
Con un movimiento de cabeza, Shirabu se despidió de Semi y este se quedó parado en la entrada viendo como su pareja se llevaba a su amigo. Fue a la sala de espera y se sentó en una de esas asquerosas sillas que te destrozan la espalda y el culo; a esperar a que el nuevo miembro de la familia Ushijima naciese.
Por otro lado, al entrar en el paritorio, ya cambiado a una bata de hospital, Satori vio a su Waka-chan con un gorro, una bata y una mascarilla verde esperándole en una silla. Volvió a llorar porque lo había extrañado. El mayor al verlo, se puso de pie con rapidez y se acercó hacia el. Le agarró una mano entre las suyas y la llevó hasta sus labios para darle un pequeño beso en sus nudillos.
—Waka-chan...- gimió de dolor Satori con la voz rota.
—Shh... No digas nada.- le acarició una mejilla.— Siento mucho lo que pasó. Te prometo que nuestra familia irá antes que el voleibol.
—Yo también tuve la culpa...
—Eso no es verdad. Tu nunca tienes la culpa.
Satori hizo un puchero y gimoteó.
Wakatoshi se agachó y juntó sus labios con los del pelirrojo y al separarse le limpió las lágrimas que caían de sus ojos.
—Satori-san.- llamó Shirabu interrumpiendo el reencuentro de la pareja.— Te vamos a inyectar la anestesia. Necesitamos que estés lo más quieto posible.
El pelirrojo asintió y agarró con fuerza las manos de su Waka-chan. Le acomodaron de lado y su cuerpo se tensó ligeramente al sentir la aguja de la anestesia perforando su piel. Sus ojos rojos no dejaban de ver los marrones del mayor aún cuando la anestesia iba recorriendo su sistema.
Le volvieron a poner de espaldas a la camilla y empezaron a poner una especie de cortina verde en su estomago impidiéndole ver lo que pasaba. Su frente empezaba a formar leves capas de sudor y Wakatoshi le acariciaba con ternura y no le apartaba la mirada de encima.
—Notarás un pequeño pinchazo, pero no debes preocuparte.- anunció Shirabu pero parecía que ninguno de los futuros padres le hacía caso.
Negó con una sonrisa y procedió.
Cogió el bisturí y ejerció presión en la tensa piel del vientre bajo de Satori. Hizo un corte de derecha a izquierda y con la ayuda de las enfermeras, estiró la piel del mayor. Con cuidado metió sus manos y sacó al pequeño bebé. Le dio unas nalgadas los suficientemente fuertes para hacerlo llorar, y cuando lo hizo lloró con fuerza.
—Es un niño.- les dijo Shirabu y ambos padres sonrieron.— ¿Quieres cortarle el cordón umbilical?- le preguntó a Wakatoshi.
El mayor asintió mientras se levantaba, y con las manos temblorosas agarró las tijeras con las que cortar el cordón y cortó donde Shirabu le indicó. Las enfermeras se lo llevaron para limpiarlo y él regresó con Satori.
Shirabu procedió a coser y sonrió al ver las sonrisas que tenían los nuevos padres.
La enfermera le entregó el bebé a Satori que enseguida empezó a derramar lágrimas de alegría junto a Wakatoshi. El pelirrojo pasaba su dedo por la pequeña nariz y el castaño le acariciaba la cabecita que dejaba ver un poco de pelusita de color rojo.
—Hola mi amor.- hablo Satori con voz rota pero feliz.— Soy mamá.
Wakatoshi miraba la escena feliz y la emoción bullía dentro de él. Besó las frentes de sus pelirrojos y apoyó su mejilla en la cabeza de Satori.
Había sido un completo estúpido el haberlo dejado solo durante la semana. Su cama se había sentido demasiado grande y vacía, al igual que el resto de su casa. Su padre le había regañado cual niño y él no podría estar más avergonzado por ello.
Pero su orgullo le impedía ir en su búsqueda. Ni siquiera cuando Semi le había ido a buscar. Pero cuando Shirabu le llamó sintió que el alma se le caía al piso y sin pensárselo dos veces salió de su casa y vino directo al hospital.
Lo que ambos pasaron le sirvió de lección para darse cuenta que Wakatoshi no podía vivir sin Satori.
Suspiró triste mirando el frente de la mesa con la comida del desayuno intacta y eso hizo que su apetito se esfumase enseguida dejando de lado lo poco que le quedaba por acabar de comer su propio desayuno.
La noticia que le dieron el día anterior había sido devastadora tanto para él como para Akaashi, pero sentía que él era el más culpable de todo.
El día anterior por la mañana habían ido a ver los resultados de los análisis que se habían hecho ambos. Llevaban casi dos meses intentando tener un hijo y parecía no haber resultado alguno. Cada vez que lo hacían procuraban que nada de su semilla saliese de Akaashi e incluso lo hacían varias veces en la noche. Sus vecinos ya les habían reclamado por el ruido que hacían.
Incluso estaban emocionados porque Akaashi había mostrado síntomas de un posible embarazo al tener alguno mareo y algo de asco con algunas comidas. Pero eso se vio destrozado en mil pedazos al enterarse de sus resultados.
Akaashi lo que tenía era una infección estomacal, por lo que dio negativo en embarazo. Y lo peor fue cuando les dijeron que sus posibilidades de tener hijos eran bajas. Más bien nulas.
Akaashi era estéril y él tenía los espermatozoides tontos.
Su pelinegro lloró en su camino al apartamento y cuando tuvo la práctica en la tarde... fue la peor práctica de su vida. No podía concentrarse y su mente solo tenía a Keiji en ella. Acabó siendo regañado por su entrenador y lo echó de la práctica. Cuando llegó a su casa escuchó los sollozos de Keiji en su habitación y se acostó a su lado abrazándolo dejando que llorase en su pecho.
Se levantó de su silla y caminó hacia la habitación. Abrió la puerta de forma lenta y su corazón se volvía a romper al ver a Akaashi en manera fetal en la cama mientras abrazaba su vientre.
Se mordió el labio inferior que había empezado a temblar de manera involuntaria y caminó hasta la cama. Se acostó detrás del pelinegro y le abrazó escondiendo su cara en el hueco de su cuello.
—Tienes que comer algo... No has comido desde el desayuno de ayer.
—No tengo hambre.- dijo con la voz rota y pastosa.
Bokuto suspiró triste y restregó la cabeza donde la tenía apoyada.
—Lo siento...- volvió a hablar Keiji con la voz aún más rota.
—¿Por qué?
—Porque no soy capaz de darte un hijo.
Kotaro frunció el ceño y se puso encima del menor a quien le dio la vuelta para que lo mirase.
—No vuelvas a decir eso. Nunca. Me oíste.
—P-pero...
—Un hijo no demuestra el amor que nos tenemos, Keiji.- le acarició una mejilla limpiando sus lágrimas.— Todavía podemos adoptar.- le dijo.— Podríamos darle un hogar a un niño que lo necesite. Puede que no ahora, pero quizás más adelante.
Akaashi le abrazó y lloró con fuerza.
Él quería un bebé. Sentir lo que era que tu pequeño te patease cada vez que iba creciendo en tu interior. Sentir los nervios a la hora de verlo por primera vez. Ver como crecía mediante las ecografías y escuchar su corazoncito cuando se las hacían. Quería experimentar todo esto con el hombre que amaba pero se veía opacado porque era estéril.
Aún así...
Kotaro tenía razón. Habían niños en los orfanatos a la espera de unos amorosos padres que los acogiese en su casa y les brindase todo el amor que les hace falta en aquellas paredes.
—Sigo diciendo que deberíamos de haberle avisado de que íbamos.
—¿De qué te preocupas? Nunca está en casa, y por una vez que está, ¿debemos de avisarle? pff.
—Deberías dejar de ser tan buena persona mamá. Después te llegan los problemas y papá tiene que arreglarlos.
Tadashi miró por el retrovisor a su hijo que le miraba con indiferencia y entrecerró los ojos.
Había sido regañado por su propio hijo. Increíble. Ese niño se parecía a Tsukishima en literalmente casi todo. Desde el pelo rubio y las gafas, hasta esa lengua viperina que tanto caracteriza al rubio. Muy pocas veces deja ver su lado tímido.
Aunque se volvía en otra persona cuando se encontraba con Nao. ¡Se disfrazaba de una persona diferente!
Y Tsukishima a veces no ayudaba. Aunque con su silencioso regaño y una simple mirad acallaba a Seiya.
Aún así, amaba a su niño tal y como era. Después de todo se había enamorado de su padre. Alguien algún día amaría a Seiya como él lo seguía haciendo de Tsukishima.
También sabía las limitaciones que ambos le ponían a Seiya.
Era más listo que los niños de su edad, y después de hacerle una prueba de reconocimiento supieron que Seiya tenía un coeficiente intelectual mucho mayor para la edad que tenía. Y lo único que podrían hacer es avanzar al niño de curso pero aquello no cambiaría nada.
Los dos querían poder tener más dinero para poder mudarse a Tokio e inscribir a Seiya en un colegio especial para él. O al menos con clases avanzadas para niños como él. Y sabía por Kageyama que el colegio que dirigía Satori tenía estas clases avanzadas.
—¿Saben qué?- dijo con una bonita sonrisa haciendo notar sus pecas.— Llamaré a Akiteru para que venga a pasar unos días en casa. Seguro que a Tenma-san y a Atsuya les gustará la idea.
Tanto padre como hijo gimieron bajo ante aquello.
Tsukishima por mucho que quisiera a su hermano, no lo soportaba. Y Seiya no aguantaba a su primo de doce años.
Aquello era terrible.
—A la próxima se lo piensan dos veces antes soltar veneno por sus bocas.- les volvió a decir el pecoso mirando por la ventana pero con su sonrisa aún en sus labios.
—¿Eso quiere decir que no los llamarás?- preguntó Seiya esperanzado.
—Más quisieras cariño.
El resto del camino se mantuvieron en silencio y Seiya estuvo haciendo pucheros los cuales Tadashi ignoró. Tampoco le hacía caso a las preguntas de Kei y este empezaba a enfadarse.
Ya les había echo varias veces la ley de hielo al par de rubios. Deberían de estar acostumbrados a que los ignorase por pasarse de listos.
Cuando llegaron a la casa de Kageyama era casi la hora del almuerzo. Aparcó a un par de calles y fuero caminando hasta su destino. Tocaron la puerta y esperaron alrededor de un minuto hasta que Kageyama les abrió con la camisa totalmente manchada y la cara llena de harina.
Seiya y Kei se aguantaron las ganas de reírse de lo patético que se veía y Yamaguchi solo pudo arquear una ceja en una muda pregunta del porqué del desatrae andante que era.
—¿Por qué intentas cocinar si sabes que eres malo en eso?- dijo Tsukishima.— Eso solo lo hacen los plebeyos como nosotros, rey.
—¿Que hacen aquí?- preguntó haciéndose a un lado para que pasaran.
—Necesitamos hablar contigo.
—Podríais haber llamado.- les dijo mientras caminaban a la cocina.
Al entrar, los tres invitados vieron con horror el desastre que había.
El fregadero estaba completamente lleno boles, sartenes y alguna que otra cuchara. También habían tres pequeños tazones en los que se podían ver restos de cereales con leche en ellos. En el ambiente se sentía el olor a quemado en el aire que no se apreciaba desde la entrada y a Tadashi le iba a dar un síncope al ver en el suelo liquido, harina y huevos.
Las encimeras estaban completamente sucias y aquello en vez de ser una cocina parecía un campo de batalla.
Pasaron sus miradas a las otras dos figuras en la cocina, viendo a Nao y al hijo de Hinata. Y sinceramente no sabían que pensar. Nao estaba de la misma forma que Kageyama. Totalmente sucio y desaliñado. Con harina en la cara y su pijama favorito. Sin embargo...
El pelinaranja estaba perfectamente limpio. Sin ninguna mancha encima. Aunque llevaba el delantal, este estaba completamente limpio. No había harina en su pelo o cara, y entre sus manos tenía una espátula y una sartén al lado de los fogones encima de un taburete.
—Kageyama... ¿Qué es todo este desastre?- preguntó horrorizado Tadashi.
—Em... quisimos hacer pancakes para el desayuno... Pero no se pudo. Al final tomamos cereales con leche.
—¿Y que hace el niño de Hinata aquí?- volvió a preguntar alterado.— ¡Y al lado del fuego!
—Tranquilo. Lo estoy vigilando.
—Querrás decir que yo te vigilo.- dijo el pelinaranja.— No pudiste hacer algo tan simple como esto ni con las indicaciones de mi padre. Eres un desastre.- le dio la vuelta al pancake que tenía en la sartén.— Y me llamo Soichiro.- dijo mirando al chico de pecas.
Tadashi se pasó las manos por la frente y miró a Kageyama por explicaciones y este solo se encogió de hombros.
Se giró a ver a Kei para que ayudase en algo pero este solo se cruzó de brazos. Seguía enfadado por aplicarle la ley de hielo.
Volvió a mirar a Kageyama con el ceño fruncido.
—Aún no has dicho porqué... Soichiro está aquí.
—Me quedé a dormir. Es algo obvio.
—¿Y tus padres?- preguntó esta vez Kei.
—En casa.- vertió un poco de líquido en la sartén listo para hacer otro pancake.
Kei y Tadashi miraron a Kageyama por más explicaciones. Este solo los miraba. ¿Que iba a decir? El niño ya lo había dicho todo.
—Por ahora... creo que deberías bañarte. Y Nao también.- dijo el pecoso.— Dais pena.
Obedeciendo al chico, padre e hijo se alejaron de la cocina y caminaron hacia el baño para darse un buen baño.
Por su parte, Tadashi se remangó las mangas del suéter que llevaba puesto y con cara de desagrado se dispuso a limpiar el desastre que había en la cocina para poder hacer el almuerzo. Por dios... Él había venido de visita, no a ponerse a trabajar.
Ah, no nos olvidemos que ambos rubios en vez de ayudar, se quedaron sentados en la mesa mirando como el pecoso limpiaba y el pelinaranja seguía cocinando lo que alguna vez iba a ser el desayuno.
—¿Quién te enseñó a cocinar?- preguntó el pecoso mientras enjabonaba los trastes sucios.— Parece que no tienes miedo de quemarte.
Soichi miró de reojo al mayor y volvió a centrar su mirada en lo que hacía.
—Mamá. Lo ayudo en lo que puedo.- le dijo.— Él le enseñó a papá a hacer algunas cosas también y se turnan para hacer la comida cuando papá no tiene práctica.
Tadashi asintió y siguió enjabonando. Aunque le daba la impresión de que no iba a acabar nunca. Había demasiado por enjabonar y fregar.
Giró la mirada hacia su esposo e hijo pero estos les miraban a él y a Soichi sin expresión alguna y con uno de sus codos apoyados en la mesa y su cabeza encima de su mano mientras que una de sus piernas estaba cruzada por encima de la otra.
—Podríais ayudar un poco.
Los rubios no dijeron nada y se encogieron de hombros. Soichi al ver esto frunció el ceño y apagó el fuego. Dejó los pancakes a un lado y puso la sartén, la espátula y el bol que estaba usando a otro y movió su taburete a la izquierda del pecoso.
—Yo te ayudo. Ya acabé.
Tadashi miró sorprendido al niño que empezaba a quitar el jabón de lo ya enjabonado y lo dejaba secar.
—¿Como te llamas?- preguntó Soichi.
Aún sorprendido contestó.— Soy Tadashi.
—Es un bonito nombre.- asintió el pelinaranja.— Me gustan tus pecas.
Ante esto el pecoso se sonrojó por la sinceridad del niño. Él siempre las odió y le molestaban por ello. Kei siempre las besaba al igual que su niño, pero nunca le decían que les gustase.
Sus pecas era algo que siempre quiso eliminar de su físico, pero ahora con las palabras de este niño, se sintió extrañamente bien y feliz.
—Gracias...
—Puedes llamarme Soichi.
—Tu puedes llamarme Dashi.- le dijo con una sonrisa.
A lo lejos los dos rubios fulminaban con su mirada al pequeño pelinaranja. Tadashi nunca había dejado a Kei llamarle Dashi. Ni si quiera después de que se casasen. Y Seiya sentía que aquel niño se quería robar a su mamá. Y no podía hacer eso.
Porque era su mamá.
Y ambos sabían que los estaba provocando por las miraditas que les mandaba de soslayo. Aunque Soichi lo hacía para fastidiarlos, Tadashi le recordaba a su mamá. Parecía delicado pero que en realidad era fuerte. Y notaba que el pecoso era una persona amorosa como su mamá.
—¿Me ayudarías a hacer la comida?- preguntó con una sonrisa.
Seiya se puso de pie mientras daba un golpe en la mesa.
—Y-yo te ayudo mami. N-no se lo tienes que pedir a él.- le dijo con las mejillas ligeramente ruborizadas mientras se acomodaba las gafas.
Soichi se giró a mirarlo y alzó una de sus cejas.
—¿Sabrás usar un cuchillo sin cortarte?
—A-aunque no sepa, no es muy difícil.- se volvió a acomodar las gafas.
—Mmm... ya.
—He l-leído infinidad de libros donde explican los métodos de como utilizar correctamente un cuchillo en la cocina. Hay técnicas que ni siquiera sabrías utilizar que solo un cocinero experto sabe.- se acomoda de nuevo sus gafas.
Soichi rió con una sonrisa de lado.— Eres divertido. Usando palabras difíciles y acomodándote de esa forma las gafas.- imitó al niño para volver a reír.— Me gusta.
Seiya se sonrojó y apartó la mirada apenado.
Miró al piso y se agarró el borde de su camisa. Los demás niños de su clase le hacían de lado por decir palabras que ellos no saben. Pero no es su culpa que ellos sean tontos. Si leyesen más como él, sabrían muchas cosas. Y no lo hacen.
Y venía este... niño y le decía que le gustaba que usase palabras difíciles.
—No bromees conmigo.
—No lo hago.- respondió volviendo a mirar lo que lavaba.— Seamos amigos.
Pasaron minutos en silencio hasta que Seiya murmuró un bajo y quedo sí. Soichi sonrió feliz y siguió a lo suyo.
En cambio, ambos padres miraban de su niño al pequeño pelinaranja. Kei sorprendido por lo que dijo el más bajo y como Seiya acabó aceptando una amistad que no fuese la de Nao. Y Tadashi estaba feliz porque el rubio menor dejaba de lado su frío comportamiento.
Y sobretodo, le recordaba como Hinata y él se habían hecho amigos. Él, alguien tímido había trabado amistad con alguien extrovertido como lo era Hinata.
Y ver a su hijo igual de tímido que él pero que lo escondía para no salir herido; y a Soichi que tenía la misma personalidad burbujeante que Hinata, le recordaba la manera en la que ambos entablaron amistad.
Bueenoo... ¿Por donde empezar?
1. Kageyama no es apto para que esté en la cocina. Recemos por Nao. No tenía planeado algo como el en la cocina, pero la idea me vino porque me puse a ver MasterChef en la noche y me vino a la mente a Kageyama poniéndolo todo perdido y quemando las cosas. Y este fue el resultado.
2. Tanto el UshiTen y el IwaOi se reconciliaron. Uno con más problemas que otro.
3. ¿Tienen más dudas sobre lo que hay entre Semi y Shirabu o sabes lo que les llegó a pasar? Aún así esto no lo sabrán todavía. Jé 🌚.
4. El BokuAka está suffering por el tema del bebé. Esto tampoco estaba planeado pero salió de repente en mi mente y lo tuve que poner.
5. Y se viene drama entre Osamu y Kita.
Por último, vi necesario partir el capitulo en dos porque quería escribir en el ''mismo día'' varias parejas y no quería que fuese tan largo uno solo.
Pero bueno.
Espero les haya gustado estos dos capítulos.
También voy a hacer algo de spam y les digo que el domingo publiqué otro OS AtsuHina que se llama ''Hasta que la muerte nos separe''.
Nos leemos pronto.
~Zeni13~
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