Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 16

Atsumu ayudaba a guardar las cosas que tenía que llevar Soichi a casa de Kageyama. Kenji se había ido a un campamento con su clase desde el día anterior y llegaría al día siguiente. Tanto él como Shouyo sentían la casa vacía, solitaria y muy callada sin alguno de sus niños, y si ahora Soichi también se quedaría junto a Kageyama, la casa se sentiría más solitaria. Tendrían a sus bebés, pero también querían tener a sus otros dos bebés junto a ellos.

Cerró la cremallera de la mochila y salió de la habitación de su hijo para dirigirse a la suya. Allí se encontró a su pequeña esposa vistiendo a los bebés con ropita para salir.

Dejó la mochila a un lado, se acercó a Shouyo y le abrazó por detrás besando su cabeza.

—¿No podemos raptar a Nao para evitar que Soichi vaya a su casa?- preguntó el rubio restregando su frente en el hombro del pelinaranja.

—Eso sería un delito y no quiero que mi esposo y el padre de mis hijos esté en la cárcel.

—Cierto...- dijo pensativo Atsumu.— No puedo darle el gusto a mi hermano de reírse de mi por ello. Ni a Kageyama. Te llevaría lejos de mi.

Shouyo rió. Giró su cara viendo al mayor y sonrió.

—¿Quien me llevará lejos de ti? Ni todo el oro del mundo podría hacer que me aleje del hombre al que amo.

Atsumu se sonrojó y besó con delicadeza los labios del contrario.

Lo agarró de las caderas girándolo para poder besarlo mejor y masajeó el hueso de la cadera escuchando un suspiro muriendo en sus labios. Con su lengua repasó el labio inferior de Shouyo quien abrió la boca a la espera de la intrusa lengua que con rapidez se enredó con la del menor.

El pelinaranja se puso de puntillas intentando tener más de Atsumu y alargó sus manos hacia su cuello enredando sus dedos entre los mechones rubios. Atsumu bajó sus manos hacia el redondo trasero de Shouyo y lo apretó escuchando un bajo gemido. Lo masajeó sintiendo como cada nalga se amoldaba a la perfección con sus manos y en medio del beso sonrió al saber que era el único en poder tocar aquel lugar.

Se separaron con la respiración agitada pero ninguno de los dos apartó las manos de donde las tenían.

—Deberíamos parar.- sugirió Atsumu sintiendo la excitación recorrerle el cuerpo.— No sabemos cuando podremos tener sexo hasta ir el médico.

—Cariño, lo que tu y yo hacemos no es sexo. Hacemos el amor.

Atsumu rió sonrojándose de nuevo y se inclinó para darle otro beso a su pequeña esposa. Pero el sonido del timbre resonando por toda la casa le hizo gruñir.

—¿Quien demonios es?

—Puede que sea Kita-san. Me acompañará a la escuela de los niños. Además queremos hablar con Satori-san.

Atsumu se revolvió el pelo y asintió.

—Iré a abrirle la puerta.

Salió de la habitación y caminó hacia la entrada.

Al abrir la puerta lo primero que vio fue a su pequeña sobrina. Tan parecida a Ai pero a la vez tan diferente. Pero ero obvio que su niña era mucho más linda que la de Osamu.

Apartó su mirada de la niña y la subió hacia su antiguo capitán. Le sonrió como saludo y el contrario hizo un movimiento de cabeza en respuesta.

—Entra.- le dijo haciéndose a un lado.— Shouyo está en la habitación con los gemelos. Estás en tu casa.

Kita volvió a asentir y cogió entre sus brazos a su bebé dejando de lado el carrito donde iba acostada.

—También...- habló Kita mirando al rubio.— Tienes visita.

Extrañado se giró mirando hacia afuera y a unos cuantos metros lejos de la entrada pudo ver a la inesperada visita.

Alzó una ceja extrañado.

—¿Que haces ahí?

—No tengo porqué darte explicaciones.

—Estás en mi casa. Yo creo que si las necesito, Omi-kun.

El pelinegro apretó los labios aunque no se veía por la mascarilla que llevaba puesta.

Atsumu se apoyó en el marco de la puerta y se cruzó de brazos.

—¿Por qué no llamaste al timbre?

—No gracias. Quien sabe la cantidad de gérmenes que hay en ese diminuto botón. Seguro que no lo limpias como se debe.

—No me voy a morir por no limpiar un botón Omi-omi.

—No estés tan seguro.- entrecerró los ojos.— Podría haber un virus letal por ahí suelto y no lo sabríamos hasta que lo peor pase. Te aconsejaría que limpiaras todo con alcohol. Eso mata las bacterias.

Atsumu suspiró cansado por escuchar la paranoia que tenia Sakusa con los gérmenes. Era demasiado extremo.

Se frotó el puente de la nariz y le miró algo fastidiado.

—¿Por qué estás aquí?

—Para ir al entrenamiento.- dijo seguro.— El entrenador quiere asegurarse que vas a ir y que no hizo mal el haberte reclutado.

—Dije que iría. No hacía falta que me mandaran una niñera.

—Créeme. Yo tampoco quería venir. No sabes la cantidad de personas que habían en la calle. A saber la cantidad de bacterias se me habrán pegado a la ropa.

—Ahora vengo.- dijo Atsumu girándose y alejándose de la entrada dejando solo a Sakusa con sus gérmenes.

Primero, tenía que soportar a Bokuto y su personalidad de niño pequeño cuando debería de comportarse como el adulto de veintisiete años que es. Y ahora, tenía que aguantarse a Sakusa y su extravagante personalidad anti-bacterias.

No sabía quien de los dos era peor.

Cerca de su habitación escuchó la risa de Shouyo y el mal humor que le había dejado Sakusa desaparecía por segundos. Al entrar pudo verlo sentado en la cama junto a Kita que miraban encantados a los tres bebés en la cama.

—Tsumu ven.- llamó Shouyo.

Se acercó a la cama y miró a las dos bebés agarradas de las manos.

—¿Sabes quien es nuestra hija?

Atsumu se puso pálido. Miró a las pequeñas y acercó su cara para verlas bien. Su hermano y él tenían la misma cara, por lo que sus hijos se tendrían que parecerse en algo. Pero los rasgos de Shouyo y Kita también estaban presentes en ellas

No quería cometer un error y decir que su hija era la de Osamu. Estaba seguro que si se llega a equivocar Shouyo se enfadaría y no le dejaría dormir abrazado a él durante las noches. Quizás hasta algo más extremo que ignora.

Pero a ver. Él tenía que conocer a sus hijos, ¿no? Sería normal si Takeo fuese una niña y le costase diferenciarlo de Ai. Pero estamos hablando de Haruka, ella obviamente tendría la misma cara de Osamu. Y estaba claro que entre Osamu y él, él era el más guapo de los dos. Por eso Shouyo lo había elegido y se habían casado juntos.

—Ella es Ai.- señaló a la bebé más cercana a Kita.— Y ella es Haruka.

—¿Estás seguro?- preguntó Kita con su semblante serio.

Atsumu dudo unos segundos pero acabó asintiendo.

—Lo estoy. Ella tiene la nariz y la boca de Shouyo.

—Eso no es cierto.- dijo avergonzado el menor.

—Claro que lo es. Ella es tan linda como tu.- se acercó y le dio un beso en la cabeza.— Venía a por mi bolso. Omi-kun hizo un esfuerzo contra los gérmenes para venir hasta aquí.- Shouyo rió por aquello.— ¿Te dejo las llaves del coche?

El pelinaranja negó.— Kita-san y yo iremos caminando.

—Está bien. Cuídate.- besó sus labios y sacudió su mano en dirección de Kita. 

Agarró su bolso de entrenamiento y caminó hacía la puerta.

—Te amo.- le dijo Shouyo antes de que saliese.

Atsumu se giró y le sonrió.

—Yo también.

El pelinaranja soltó un suspiró de enamorado y al girar su cabeza hacia Kita, le vio una diminuta sonrisa en sus labios haciéndole enrojecer.

Por escasos segundos se había olvidado de él y se había metido en su burbuja con Atsumu.

—S-será mejor que nos vayamos también.

Kita soltó una pequeña risa por la actitud tímida que tuvo el menor y asintió.

Dejando a los bebés seguros con una barrera de almohadas a su alrededor en la cama, ayudó a Shouyo con el carrito doble de los gemelos. 

El día anterior Soichi y Atsumu habían ido al centro comercial para comprar aquel carrito doble. Era negro y gris pero a sus ojos era bonito porque había sido su hijo quien lo había elegido. Cuando llegaron a la casa, Soichi emocionado lo guió al patio trasero para que pudiese ver lo que habían comprado su padre y él.

Luego Soichi obligó a Atsumu a que montara el carrito para que su madre pudiese ver como era. Y el rubio entre quejas por no saber como montarlo y por no venir un libro de instrucciones, montó con éxito el carrito. Luego tuvo que cerrarlo y guardarlo en el pequeño trastero que tenían en el jardín.

Kita y Shouyo dejaron a los gemelos en el carrito y el mayor regresó a por su niña y la dejó en su propio carrito. El pelinaranja cogió la mochila con las cosas de su niño para dárselo a Kageyama y salieron de la casa.

Caminaron a paso tranquilo entre algunas risas y hablando de cosas triviales. Comparando a Atsumu y Osamu. Las cosas que tenían en común o en lo que se diferenciaban. Y concordando que tanto Shouyo amaba a Atsumu como Kita a Osamu.

Un momento vergonzoso para ambos, pero que quisieron compartir con el otro. Después de todo son familia.

Al llegar a la escuela, Shouyo pudo ver a lo lejos a Kageyama apoyado en la pared mirando hacia su teléfono. Tomó aire por la nariz y lo soltó de manera lenta por la boca. Estaría bien. Kita estaba a su lado.

Al estar más cerca el pelinegro se percató de su presencia y guardó su teléfono en el bolsillo de sus vaqueros y le miró con aquellos ojos azules como los de su bebé.

—Hinata...

—Hola Kageyama.- dijo incómodo.— Y es Miya.

—Lo siento, pero no puedo llamarte de otra manera.- No puedo llamarte por el apellido de alguien más, pensó.

Kita miraba entre los dos y podía ver claramente a su pequeño cuñado incómodo por estar cerca del pelinegro.

—¿Qué... haces aquí?- preguntó Kageyama.

—Para darte esto.- agarrando la mochila que había llevado, alargó su brazo para dársela al pelinegro.—Son las cosas de Soichi. T-tiene un pijama y ropa limpia. T-también te hice una lista de sus alergias. No puede tomar canela, nueces y es intolerante a la lactosa, a-así que es mejor que compres leche sin lactosa.

—Hinata, ¿por qué lloras?- le dijo Kageyama acercándose al mayor para quitarle las lágrimas que salían de sus ojos pero éste se alejó y el pelinegro retiró su mano.— No me voy a llevar a Soichi a ningún lado. 

Shouyo asintió.

Aunque muy en el fondo el pensaba en el día que Kageyama se diese cuenta de la verdad. No quería que de repente le llegase una carta judicial o algo parecido con claras intenciones de tener un juicio para la custodia de su bebé.

No quería pasar por eso. No quería que Atsumu pasara por eso. Y sobretodo, no quería que Soichi pasara por eso.

Esperaron un par de minutos más hasta que los estudiantes empezaron a salir de la escuela. Shouyo miró a su niño de lejos con la cabeza gacha y se preocupó por ello. ¿Habría pasado algo en la escuela? Nao que iba a su lado no parecía estar igual que Soichi, al contrario, se le veía una enorme sonrisa en la cara que cuando vio a su papá se amplió mucho más y corrió hacia él tirándose a sus brazos y siendo capturado al vuelo por el pelinegro.

Shouyo se agachó y acogió entre sus brazos a su bebé.

—¿Ocurrió algo Soichi?

El niño negó pero no levantó su cabeza.

—¿Estás enfermo?- preguntó esta vez Kita apoyando las manos en sus rodillas; y el niño volvió a negar.

Soichi alzó la mirada y centró sus ojos en su mamá.

—Tengo que hacer un trabajo sobre papá.

—¿Y eso es malo?- dijo dudoso Shouyo.

—Él tiene que ayudarme, pero no voy a estar con él. También tiene que venir el lunes a la escuela para presentarlo.

—Pero volverás a casa el domingo. Podrás hacerlo cuando llegues.- propuso Kita con una sonrisa intentando convencer al niño.

—No lo entiendes tío Kita.- infló sus mejillas mirando al mayor.— Papá dice que siempre hay que hacer la tarea el mismo día que la manda el profesor. No puedo dejarlo para el domingo.

Shouyo soltó un suspiro aliviado. Pensó que sería algo mucho más grave, pero se daba cuenta que Soichi aplicaba las enseñanzas que Atsumu le había enseñado desde que era pequeño. Era por ello que tenía la cabeza gacha.

Estaba teniendo un debate mental con ocho años.

—Si quieres, yo te puedo ayudar.- se escuchó la voz de Kageyama.

Soichi miró a Kageyama a los ojos y le frunció el ceño.

—No quiero.- le dijo.— Tu no eres mi padre.

Shouyo tragó duro y miró como Kageyama suspiraba enfadado por la actitud de Soichi.

A veces pensaba que si le dijese la verdad a Soichi quizás, tendría una actitud diferente con Kageyama y no lo odiaría. Porque Shouyo está seguro que lo odia desde aquel partido donde le besó.

Suspiró bajo y se puso de pie.

Miró a Kageyama y algo dudoso habló.

—¿Sabes si... Satori-san podrá atendernos?

—¿No lo sabes?- preguntó sorprendido el pelinegro.

—¿Saber qué?

—Satori-san no ha venido a la escuela esta semana.

Soichi escuchaba en silencio como Nao hablaba con su papá.

Toda la semana había estado emocionado por querer ir a dormir a la casa de Nao, pero ahora que era el día, estaban de camino a su casa y aquella emoción que había sentido parecía ir desapareciendo. Quizás fuese por el trabajo que tenia que hacer con su papá y que él no estuviese fuese el causante de su desanimo.

Aunque su mamá le dijo que intentase hacer el trabajo solito hasta que llegase a casa y su papá le ayudase en lo que no había podido hacer el solo.

Sacudió su cabeza y se dijo que el ya no era un niño y que podía hacer esto.

Se había despedido de su mami y del tío Kita. También lo había hecho con sus hermanitos dándoles un besito en sus regordetas mejillas y diciéndoles que se portaran bien con sus papás. También se había se despedido de Haruka y con la personalidad igual de retorcida que la de Atsumu, le dijo que no dejase dormir a su tío Samu durante las noches.

Si su padre hubiese estado ahí seguro habría estado orgulloso de él.

De repente, pararon de caminar y al alzar la mirada pudo ver a un chico de la misma estatura que su mamá de pelo blanco al igual que el de Nao. ¿Él sería la mamá de Nao?

Alzó su mirada y pudo ver que el papá de Nao tenía el ceño fruncido. Volvió a mirar al frente y entendió que aquel chico ponía de mal humor al mayor. Miró a Nao quien se ocultaba detrás de la pierna de su padre mientras que él seguía de su mano importándole poco que el otro le viese.

—¿Qué haces aquí Hoshiumi?

—Necesito hablar contigo.

—Pues yo no tengo nada que hablar nada contigo.- le dijo intentando avanzar hacia su casa pero el de ojos dorados se lo impidió.

—Me llamó tu abogado para contarme lo que hiciste.- Kageyama apretó los labios.— ¿El que hayas faltado a los entrenamientos tiene algo que ver con eso?

—Te equivocas.

Korai le miró con los ojos entrecerrados y pasó sus ojos de Nao a Soichi y soltó una risa. Ya entendía. Lo había encontrado y por eso hizo aquello.

Se agachó en su sitio y puso su mejor sonrisa y miró a Nao.

—Hola Nao. ¿Por qué no saludas a mamá?

Nao no dijo nada y se escondió más detrás de Kageyama.

Soichi miró a Nao y se soltó de la mano de Kageyama y caminó hacia el peliblanco mayor quedando cara a cara. Soichi le miró con el ceño fruncido y Korai se sentía incómodo por aquel chiquillo.

—¿Eres la madre de Nao?

—Eh... Sí. ¿Y tu quien eres?

—Miya Soichiro.- le dijo serio.— Mi papá me enseñó a ser educado, pero no puedo serlo contigo.- alargó sus manos y empujo por los hombros a Hoshiumi quien cayó de culo al suelo y miraba entre asombrado y enfadado a aquel mocoso.— No te acerques a Nao.- le dijo mirándole con el ceño fruncido.— Y quita del camino que estorbas.

Se giró y caminó de nuevo hacia Kageyama y le agarró con fuerza la mano. Se había hecho el valiente pero por dentro estaba temblando del miedo y aquello el pelinegro lo notó.

Le apretó la mano y miró a Hoshiumi quien seguía tirado en el suelo.

—Es mejor que te vayas y que cumplas con la orden de alejamiento que tienes.

Sin decir nada más, pasaron por un lado del peliblanco y entraron a la casa.

Hoshiumi los miró con rabia y sintió pasos acercarse hacia él. Le ayudaron a ponerse de pie y miró a Hirugami Sachiro, su amigo desde la preparatoria y amante cuando quería.

—¿Estás bien?

—Pensé que me había librado de él hace nueve años, pero vuelve de esta manera.- decía con rabia Hoshiumi.— Es tan desagradable como él. Hinata Shouyo.

—¿Qué quieres hacer?

Hoshiumi lo miró y sonrió.

—Lo quiero fuera del mapa.

—¿Mami?- preguntó la niña de cabellos castaños.

—Pronto llegará cariño.- le respondió besando su cabeza.

Asahi miraba el panel donde decía los aviones que habían llegado y los que iban con retraso. Fue algo inesperado que Yuu le llamase diciéndole que regresaría antes de tiempo a Japón, pero en realidad no le importaba. Tanto él como su pequeña Yuki extrañaban al menor.

Sobre todo Yuki que no paraba de hablar cuando su mamá llegaría a casa.

Miró una vez más la hora en su teléfono, algo innecesario teniendo un enorme reloj entre las pantallas que indicaban los vuelos de llegada.

Eran casi las seis de la tarde y el vuelo del castaño menor se había retrasado casi una hora. Suspiró cansado. Ya le dolía la espalda y el trasero de estar sentado en aquellas sillas del aeropuerto. Eran incómodas, como las de los hospitales o las de cualquier sitio de espera.

—¡Mami! ¡Mami!

El grito de Yuki lo sacó de sus pensamientos y no pudo pararla cuando saltó de sus piernas y salió corriendo.

—¡Mi copo de nieve!- gritó de igual manera Yuu al ver a su niña.

La llenó de besos mientras giraba con ella en brazos, y la pequeña no paraba de reír a carcajadas al igual que él.

Asahi sonrió leve, y a paso lento se acercó hacia su esposo. Alargó sus brazos hacia el más bajo y lo rodeó con ellos junto a su hija. Besó su cabeza y enterró su nariz en ella oliendo su característico aroma.

—¿Qué es ese beso Asahi? ¡Se más atrevido!

Sin recibir respuesta, agarró del cuello al más alto con uno de sus brazos y le dio un beso metiendo su lengua en la boca contraria.

Al sentir aquello Asahi se sonrojó y se separó con rapidez empezando a mirar a todos lados asegurándose que nadie había visto aquello.

—Y-yuu, n-no podemos ha-hacer esto aquí.

—¿Por qué no?- preguntó con una sonrisa.— Eres mi chico. Quiero hacer miles de cosas contigo.

Asahi se sonrojó aún más y escuchó la risa escandalosa del menor.

—¡Yuki también beso! ¡Beso!- dijo la niña elevando sus brazos hacia arriba.

—¡Claro que sí!- le respondió Yuu.

Empezó a besar de nuevo toda la cara de la niña y esta reía feliz sintiendo cosquillas que le hacía su mamá cada vez que la besaba.

Asahi suspiró derrotado pero con una sonrisa al saber a su familia finalmente reunida. Caminaron hacia los ascensores que los llevarían hacia el parking subterráneo donde había dejado aparcado el coche.

Metió el ticket de llegada en una máquina teniendo que pagar por el tiempo que había tenido que esperar a que Yuu llegase; dándole otro para poder salir del parking.

Acomodaron a la niña en su sillita y los dos se subieron en los asientos delanteros.  Asahi puso el coche en marcha y salieron hacia la carretera dejando atrás el aeropuerto.

—¿Como fue la reunión de escuelas?- preguntó interesado Yuu.— Me habría gustado ir. 

—Fue... movida.- dijo algo incómodo.

Si Yuu notó aquella respuesta extraña no lo dejó saber.

—Dejé a Yuki con mis padres. Les alegró tenerla en casa.

—Quisiera verlos. Les echo de menos.

—Ellos a ti también.

Asahi lo miró de reojo y le regaló una media sonrisa. Volvió a mirar al frente y se mordió el labio. ¿Como sacaba el tema? Quizás se volviese como loco cuando se lo dijese y quisiese ir a reclamarle por aquello.

Miró a través del retrovisor hacia su pequeña que miraba la ventana entretenida viendo los demás vehículos pasar.

Suspiró y volvió a centrar la mirada en la carretera.

—Di lo que tengas que decir.

—¿Qué?- preguntó Asahi confundido.

—Algo te está molestando. Así que dilo.

Apretó los labios junto a las manos alrededor del volante y volvió a soltar aire lentamente.

—Es sobre Hinata.- el menor no dijo nada.— Vino a la reunión. Al... Al parecer está casado con Miya Atsumu, uno de los gemelos Miya.

Yuu siguió callado y Asahi estaba empezando a preocuparse por ello. Él y Hinata habían sido buenos amigos durante la preparatoria y su repentina desaparición le afectó. 

A todos les afectó, pero a unos más que a otros.

—Lo se.- dijo finalmente.

—¿Qué dijiste?

—Que lo se.- repitió.— ¿Te acuerdas aquel viaje que hice a Brasil hace tres años?- preguntó para enseguida volver a hablar sin darle tiempo a responder.— Los encontré en la playa jugando voley playa.- rió bajo.— Sus hijos tenían entre cuatro y cinco años. Tanto él como yo nos sorprendimos al vernos de nuevo.

—¿Si sabías donde estaba por qué no dijiste nada?- preguntó algo confundido Asahi.— Kageyama lo buscó durante años y cuando lo vio el otro día ni siquiera reaccionó.

—Se lo prometí a Shouyo.- bajó la mirada a sus manos.— Me pidió que no dijese que lo había visto. Desde entonces hemos estado en contacto.

Asahi volvió a apretar los labios en una fina linea.

Todo el mundo estaba preocupado por el paradero de Hinata. Lo creían muerto pero aún así no se dieron por vencidos pensado que estaría en algún lado con la esperanza de que volvería algún día de regreso a casa.

Pero la sorpresa fue verlo llegar con Miya Atsumu y cuatro hijos.

¿Como le habría sentado a Kageyama saber aquello?

Él mismo pudo ver el par de anillos dorados que amos llevaban en sus dedos, un claro signo de que estaban casados. Él y Yuu también los tenían, como Suga y Daichi. ¿Pero porque el cambiar su apellido?

En serio no entendía nada.

—¿No crees que si le hubieses dicho a Kageyama podría haber evitado lo que intentó hacer hace dos años?

—¿De qué habría servido?- dijo.— Es bastante evidente que Shouyo olvidó a Kageyama y que está completamente enamorado de Atsumu-san. Decirle a Kageyama donde se encontraba Shouyo no habría cambiado lo que hizo Kageyama.

—Lo que hice era lo que tenía que hacer, ¿verdad?- decía Iwaizumi arrastrando las palabras totalmente borracho.— Tooru siempre es así, pero desde que llegó estaba raro. ¿Por qué irse a cualquier parte en vez de hablarlo conmigo? Conozco a tontokawa desde que teníamos pañales. ¿Por qué ser una maldita perra justo ahora? ¡¿No creéis que necesito algo mejor?!- gritó mirando a sus acompañantes en frente a él.

Daichi y Tsukishima miraban como después de la cuarta cerveza, Iwaizumi empezaba a decir cosas sin sentido. A la séptima estaba totalmente borracho y no hacía mas que hablar de Oikawa y de como lo había dejado por mensaje.

Hajime había llamado a Daichi para beber los dos juntos y el policía aceptó al no estar de servicio. Habían ido a un bar famoso del pueblo y habían empezado a comer algo de carne, verduras y un poco de ramen. Eran ellos dos hablando de cualquier cosa hasta que vieron a Tsukishima entrar por la puerta con su uniforme de los Sendai Frogs, su equipo de voleibol.

El rubio cuando se percató de los otros dos fue demasiado tarde como para huir.

Lo habían atrapado allí y lo habían obligado a comer y beber junto a ellos. Él era un efecto colateral en aquella mesa. Lo mejor sería irse, pero no podía.

—¿Por qué tengo que estar aquí?- dijo fastidiado Tsukishima mientras bebía de la jarra de su segunda cerveza. Cerveza a la que se negó, pero que le obligaron a beber.

Tanto él como Daichi no estaban tan ebrios como Iwaizumi.

—No seas amargado Tsukishima.- le palmeó la espalda Daichi.

—Me dais envidia.- habló Hajime interrumpiéndolos.— Daichi. Tu tienes a Suga.- le dijo asintiendo.— Te confieso que cuando lo vi en la preparatoria, pensé que era súper sexy. Me puso súper cachondo cuando lo vi jugar en la semifinal para ir a las nacionales.- soltó una risa de borracho y Daichi empezaba a notársele una vena en la frente por lo que decía.— Si no fuera porque amo a Tooru habría intentado algo con él.- volvió a reír.— Pero voy y me entero que está contigo amigo jajaja.- se rió de sus propias palabras.

Daichi suspiró intentando tranquilizarse. Solo eran desvaríos de borracho. Pero eso no quitaba que estaba hablando de su Suga. ¿No era que los borrachos decían la verdad? Pues le hervía la sangre que Hajime dijese que se había puesto cachondo en medio de un partido por Suga.

—Y tu.- le dijo esta vez a Tsukishima quien levantó una ceja.— Tienes a Yamaguchi. ¿Cuando tienes sexo con él tiembla igual que en los partidos de la preparatoria?- rió.— Aunque es lindo, sobretodo con esas pecas, la belleza de Suga lo supera con aquel lunar tan sexy.- suspiró y se bebió de golpe lo que le quedaba de cerveza y pidió otra.— Pero la belleza de Suga es opacada por la de tontokawa.- bebió de su nueva cerveza.— Ese estúpido con su brillante personalidad. Su cálida sonrisa y siempre llamándome Iwa-chan, Iwa-chan... Tan molesto.

—¿Pero por qué se queja, Iwaizumi-san? Dice amar a Oikawa-san pero rompió con él y ahora está ahogando sus penas en el alcohol y nosotros tenemos que aguantar sus desvaríos de borracho desdichado.

—Tsukishima...- susurró Daichi.

—¡Es que tu no lo entiendes!- golpeó sus manos en la mesa y rió. Algo de cerveza se había derramado en la mesa por su golpe.— Estáis casados con la persona que más amáis. Tenéis hijos realmente lindos. Y vuestra única preocupación es mantener a vuestra familia. Mientras yo...- de repente empezó a llorar y le importaba poco que los otros dos le viesen en aquel estado. Estaba demasiado ebrio como para preocuparse por eso.— Yo sufro porque Tooru no está a mi lado y rompí con el porque pensé que era lo mejor. Quería una familia con él. Envejecer juntos. Ver a nuestros hijos crecer. Tener muchos nietos que malcriar. ¿Y que obtengo? Lágrimas por no tener a tontokawa a mi lado.- alargó su mano hacia su abrigo y la metió en el bolsillo. Cogió lo que había llevado durante días y lo dejó encima de la mesa sorprendiendo a los otros dos.— Iba a pedirle matrimonio el sábado. En frente de todos.

—¿Llevas ese anillo en el bolsillo desde el sábado?- preguntó Tsukishima sin salir de su asombro.

—Sí... Y ahora cogerá polvo en algún lugar de mi armario porque ya no tiene dueño.- sus lágrimas seguían cayendo por sus mejillas.— Incluso pensé en decírselo el domingo, pero lo único que recibo es pollo frito y la noticia de su vuelta a Argentina.

Daichi le miró con el ceño levemente fruncido. Se puso de pie y alargó su mano hacia Iwaizumi y le dio un golpe con su dedo medio en la frente parando el llanto que soltaba el contrario.

Hajime le miró sobándose la frente y parpadeó para que las lagrimas no le impidiesen ver a Daichi.

—¿Te piensas quedar ahí sentado lamentándote el haber roto con Oikawa en vez de ir tras él?- Hajime le miró sin entender y Daichi se aguantó las ganas de golpearse la frente.— Si te vas ahora, podrás ver a Oikawa.

—Daichi... ¿qué?

—Lo que te quiere decir es que cojas un vuelo hasta Argentina y le pidas matrimonio a Oikawa-san.- le dijo fastidiado Tsukishima.

Hajime les miró sorprendido, y las pocas neuronas que le quedaban sin que estuviesen aturdidas por el alcohol procesaron la información.

Tardó unos minutos en los que Tsukishima y Daichi comían tranquilamente hasta que Hajime se puso de pie y recogió todas sus cosas listo para irse.

—¿A donde vas?- preguntó Daichi para asegurarse.

Hajime se giró y sonrió.— A Argentina.

¡Iwa-chan fue a en busca de nuestra diva favorita! Me encantó escribir la borrachera de Iwaizumi. No estaba planeada pero me dije why not.

A Hoshiumi no es que lo odie aunque tampoco me gusta, es como neutro, pero en esta historia es como si el papel de malo le va como anillo al dedo. ¿Creen que haga algo contra Shouyo?

¿Que fue lo que hizo Kageyama hace dos años? Me encantaría saber sus teorías, algunas me inspiran.

También sentía que les debía un momento AsaNoya como era debido y aquí está.

Igualmente, quiero a partir de ahora que ustedes me digan que parejas quieren ver el los próximos capítulos. Puede que escoja la primera pareja que comenten o si hay variadas haga un recuento y escoja la que mas votos tiene.

Gracias por todos sus votos y comentarios, ya casi son 10K lecturas y estoy como wow.

Nos leemos pronto.

~Zeni13~

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro