Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 11

¿Saben lo que es la incomodidad?

Ese sentimiento del que quisieras deshacerte a como diese lugar y es casi imposible. A veces suele darse de una conversación por un comentario inapropiado o incluso por no decir nada como ocurre cuando vas en un ascensor acompañado por un extraño.

Pues así se sentían Shouyo y Atsumu rodeados de aquellas personas, pero de diferentes maneras. El pelinaranja se sentía incómodo por las claras preguntas sin hacer de todas aquellas personas que conocían mientras que Atsumu estaba incómodo por las miradas que les daban todas esas personas que no conocía.

Después de que ellos dos hiciesen la entrada al gimnasio habían ido a sentar en la mesa que tenían un cartelito que decía Karasuno. Donde también estaban Suga, Daichi, Asahi, Tsukishima, Yamaguchi y, ¡Oh sorpresa! Kageyama. Luego el resto habían cogido sillas y mesas uniéndolas a la del Karasuno esperando explicaciones como buitres.

Kenma había pasado de todos ellos y se había quedado sentadito en su mesa jugando con su consola. Después de todo sabía cada uno de los detalles de aquella situación. Satori había sido otro que no quiso inmiscuirse en aquello -aunque lo deseaba- así que se quedo comiendo sus ricas salchichas de pulpo junto a su Waka-chan. Semi se sentía emocionalmente inestable y prefería no estar rodeado de tantas parejas. Shirabu por su parte sentía que invadiría la privacidad de su paciente.

Kaori se había llevado de la mano a Seiya y Nao dejando a un lado a los dos niños que no conocía hacia la pequeña mesa que tenían destinado solo para ellos. Por lo que Soichi y Kenji tuvieron que sentarse con sus padres siendo Soichi en las piernas del rubio y Kenji en las del pelinaranja.

Ah claro, y no olvidar que Soichi le mandaba miradas asesinas a Kageyama que no paraba de mirar con el ceño fruncido a Hinata.

—Dime Chibi-chan.- le dijo Oikawa mirándole con los codos apoyados en la mesa y sus manos sosteniendo sus mejillas. —¿Donde conociste a... tu esposo?- le miró de arriba a abajo con la mirada.

—No te importa.- le respondió Soichi.

Oikawa desvió la mirada del rubio al niño en sus piernas y entrecerró los ojos.

—No te pregunté a ti, mocoso.

—No soy un mocoso. Tengo ocho años.- le frunció el ceño al castaño y le tiró una salchicha en forma de pulpo dándole junto en toda la frente.

Soichi sonrió con orgullo al tener tan buena puntería y Atsumu reprimió una carcajada. Shouyo miró a su hijo y a su esposo con el ceño fruncido y les agarró una oreja a cada uno.

—Eso no se hace, Soichi. Y tu no te rías por las cosas que hace tu hijo.

—Perdón mami.- decía el pelinaranja menor intentando alejar la mano de su madre de su lastimada oreja.

—Pero tienes que admitir que fue gracioso.- le dijo el rubio y apretó más fuerte la oreja.— Lo siento, lo siento. Estuvo mal.

Satisfecho por eso, soltó ambas orejas y los afectados se las sobaron intentando mitigar el dolor que aquello les había causado.

Enfurruñado, Soichi empezó a pinchar su comida con el tenedor de plástico y comió sin ganas al haber sido regañado por su madre. Alzó la vista y pudo ver al presumido castaño con una sonrisa victoriosa por lo ocurrido. Dios... cuantas ganas tenía de volverle a lanzar una salchicha en la frente.

—¿Y tu cuantos años tienes?- preguntó Suga a Kenjiro; que estaba justo al lado de Shouyo.

El niño se sonrojó un poco al ver al chico. Era igual de bonito que su mamá. Extendió sus manos y levantó seis dedos. Ante esto, Suga se le derritió el corazón por lo tierno que era el niño.

—¿Has visto mocoso?- volvió a hablar Oikawa hacia Soichi.— Tu hermano es más lindo que tu.

—Tooru.- avisó Iwaizumi.

—¡Es verdad Iwa-chan! ¡¿No viste lo que hizo?! ¡Me tiró una salchicha a la frente!

—Quizás te lo merecías.- habló divertido Kuroo.

—Cierra el hocico estúpido gato.- le dijo el castaño.

Intentó lanzarle la salchicha que se había estrellado en su perfecta frente, pero la mirada de Iwaizumi le impidió aquello. Por lo que se cruzó de brazos indignado y giró su cabeza.

—¿Por qué no van a junto a KenKen?- les dijo el rubio a sus hijos.

Estos miraron hacia Kenma que seguía con su mirada en su consola y se encogieron de hombros. Les gustaba ver al tío KenKen jugar. Soichi se bajó de las piernas de su padre y ayudó a su hermano a bajar de las de su madre. Le agarró la mano que no estaba lastimada y caminaron bajo la atenta mirada de los adultos hasta donde se encontraba el chico.

Llamaron la atención del castaño de puntas rubias y este dejó su consola encima de la mesa para darles una bonita sonrisa. Les abrazó con fuerza y ellos le dieron un beso en la mejilla. Se pusieron a su lado y le vieron jugar con tranquilidad.

Kuroo tenía la boca completamente abierta. ¡Kenma había dejado de lado su consola por unos segundos! ¡Y a él siempre lo ignoraba!

Volvió a mirar al pelinaranja y señaló hacia donde estaba Kenma con los niños.

—¿Que fue eso chibi-chan?

Shouyo tanteó bajo la mesa buscando la mano de Atsumu, y al encontrarla la apretó con fuerza. El rubio le devolvió el apretón de manera suave y fue el quien habló.

—Los niños adoran a Kenma.- dijo simple.

—¿Qué?- dijo incrédulo.

—Siempre les ha llevado los videojuegos que ha creado.

—¿Kozume-san... sabía donde estabas?- fue esta vez Kageyama quién habló llamando la atención de todos.

Shouyo solo asintió ante la pregunta del pelinegro. Este solo apretó los puños sobre la mesa y Atsumu vio su reacción. Kuroo, todavía sorprendido se levantó de su sitió y se fue donde el menor exigiendo explicaciones y este solo lo ignoraba.

—¡Hinata!- llamó Bokuto.

—Miya.- le corrigió el pelinaranja.— Miya Shouyo.

El ambiente volvió a ser incómodo por aquello pero a Bokuto parecía no importarle.

—¡Hinata!- volvió a decir importándole poco lo que le había dicho antes.— ¡¿Tsumu-Tsumu es bueno en la cama?!

—N-no deberías d-de decir a-algo como eso B-bokuto-san.- dijo Akaashi sonrojado.

Cualquiera pensaría que era debido a la vergüenza por lo que acababa de decir el albino, pero solo él y Bokuto sabían que era por otra cosa.

—Creo que no deberías preguntar lo obvio.- dijo con una sonrisa arrogante Atsumu señalándose su propio cuello donde se podía ver un pequeño chupetón que su pequeña esposa había dejado el día anterior.

Shouyo se sonrojó por eso. ¿Tenía que mostrar aquello?

Cuando los tres niños se habían quedado profundamente dormidos, ellos aprovecharon para ir a las aguas termales que tenía la posada y disfrutaron de un momento a solas. Claramente tuvieron que darse prisa, no querían encontrarse a uno de los niños llorando por su ausencia.

—¡Que atrevido Chibi-chan!

—No se de que te quejas.- le dijo Futakuchi con una sonrisa burlona en su cara señalándose el cuello.

A Oikawa se le subieron los colores. Pensó que se había aplicado bien el maquillaje para ocultar lo que había hecho Iwaizumi el día anterior, pero se ve que no lo había hecho bien.

—Parece que no somos los únicos que nos divertimos.- le dijo Atsumu mientras mordía una salchicha y masticaba lentamente mirando a Oikawa quien volvía a sonrojarse ante la mirada del rubio.

Iwaizumi frunció el ceño y atrajo al castaño hacia el y miraba de manera retadora al rubio.

—Ni te le acerques.

—Tranquilo.- alzó sus manos.— Solo tengo ojos para mi pequeña esposa.

Shouyo suspiró. Ahí volvía la personalidad coqueta de Atsumu. Sabía lo que estaba haciendo, y era solo para ponerlo celoso. Era un truco viejo y barato pero que siempre le funcionaba.

De repente empezó a sonar un teléfono con el tono de Barbie Girl por todo el gimnasio. Todos miraron al rubio sacar su teléfono con una ceja alzada por aquel tono de llamada.

Al mirar el identificador, puso una cara de asco.

—Es Samu.- le dijo a Shouyo.— Salgo un momento para...-

—No.- se apresuró a decir y carraspeó.— Quédate.

Asintiendo y bajo la mirada de todos contestó.

—¿Qué quieres?

—¿Donde estás?

—¿Acaso me escuchas cuando te hablo?- le dijo fastidiado.

—Bueno da igual.- le resto importancia el castaño.— Estoy en el hospital.

—¿Qué?- preguntó extrañado.— ¿Al final se te cayó encima el techo de esa tienducha tuya?- se burló.

Shouyo le dio un codazo por eso y Atsumu rió bajo. Los demás le miraban de manera extraña.

—Shinsuke entró en labor.- le dijo.— Es una niña.

—¿Qué...? Imposible.- no podía creérselo.

—Muérete de la envidia.

El teléfono le vibró en la mano y activó el altavoz mientras miraba la foto que su hermano le mandó y se la enseñó a Shouyo. Se veía a Kita sosteniendo a una pequeña niña de cabellos castaños claros y ojos de un bonito marrón casi dorado. Era sin duda muy linda pero nunca lo admitiría.

—Uwah... Tiene la misma cara fea que la tuya.

—Tenemos la misma cara. Entonces tus hijos también son feos.

—¿Pero que dices? Mis hijos son los más lindos de todo el mundo.

—No le hagas caso Osamu.- le dijo Shouyo.—Es una niña muy linda.

—¿Por qué no le haces caso a Shouyo-kun? 

—No te escucho. Lalalalalalala.- acabó diciendo y le colgó la llamada.

Guardó su teléfono de nuevo en el bolsillo de sus pantalones mientras murmuraba palabras en contra de su hermano. Shouyo se rió por aquello y le acarició la cabeza. El rubio se apoyó en su hombro y se dejó acariciar.

—Qué infantil.- dijo Kageyama.

Shouyo lo miró y frunció el ceño.

—¿Tienes algún problema con eso?

—Tiene veintisiete años. Debería comportarse acorde a su edad, no como un niño de cinco años.

—¿Acaso el rey está celoso de que le hayan quitado a su reina?- dijo burlón Tsukishima.

Kageyama le fulminó con la mirada y Atsumu se enderezó mirando también al rubio con el ceño fruncido. Yamaguchi miró asustado al rubio. Se le había ido la mano en este último comentario.

—Kei...

Suspirando, el rubio se acomodó las gafas y se cruzó de brazos. Sería mejor no echar más leña al fuego.

—N-no deberíamos habernos ido.- le dijo Akaashi removiéndose en el asiento del coche.

—No notarán que nos hemos ido.- el pelinegro dudaba aquello.— Además... no te sentías bien, ¿verdad?

Las mejillas de Akaashi se sonrojaron mucho más y bajó la mirada apenado.

Bokuto había aprovechado la presencia de Atsumu y Hinata para escaparse hacia su hotel con su lindo novio. Le había pedido las llaves del coche a Kuroo y este sintiéndose ignorado por Kenma se las dio. Agarró el brazo de Akaashi y salieron a paso veloz hacia el coche en el que habían venido.

Dejó estacionado el coche en el aparcamiento del hotel y con más rapidez que antes caminaron hacia el interior del lugar en dirección del ascensor. Akaashi se sentía avergonzado y se bajaba la camisa intentando cubrirse la erección que era demasiado notoria.

Al llegar a su planta, salieron tranquilos al bajar con un par de personas más y al estar al fin dentro de su habitación, Bokuto estrelló al pelinegro contra la puerta y empezaron a darse un hambriento beso. El albino lo tomó por los muslos y le hizo enredar sus piernas a su alrededor. Aquello hizo que sus erecciones se tocaran y que Akaashi rompiese el beso y dejase salir un sonoro gemido. Estaba tan sensible que el mínimo toque le hacía sentir el mayor de los placeres.

Empezaron a desprenderse de sus camisas de camino a la cama matrimonial perfectamente echa y al estar cerca, Bokuto dejó al pelinegro de forma delicada. Repartió húmedos besos por su cuello dejando claras marcas que serían visibles al día siguiente. Siguió su camino hasta llegar a los pezones y empezó a lamerlos con gula. Los mordisqueaba y succionaba viendo las expresiones de placer que hacía.

Le retiró los pantalones junto a la ropa interior y los calcetines y vio como el pene de Keiji rebotaba al ser liberado y se alzaba orgulloso.

Se repaso los labios con la lengua. Se deshizo de las prendas restantes que tenía aún puestas y se agachó hacia la erección del menor.

—¿Como te sientes?- le preguntó acariciando con el dorso de su dedo índice el sensible pene.

—Quiero correrme.- rogó.

—Ya... Eso no será posible.

Pasó la lengua por la cabeza y Akaashi se estremeció soltando un gemido. Movía la lengua en círculos por toda la cabeza. El pelinegro retorcía los dedos de sus pies y arrugaba las sábanas entre sus manos. Su agujero se apretaba y solo podía sentir el estúpido tapón anal, y él necesitaba algo mucho más grande llenándolo.

—Bokuto-san...

—¿Sí, Keiji?- preguntó besando el interior de sus muslos.

—Quiero correrme, Bokuto-san.

El albino fue subiendo por sus muslos dando pequeñas mordidas enloqueciendo a Keiji quien tenía los ojos cerrados disfrutando cada una de las caricias, besos y mordidas que le daba el mayor.

Lo sintió alejarse de él y escuchó el sonido de la anilla de lo que tenía enterrado en el pene. Abrió los ojos y alzó la cabeza para ver que era lo que ocurría y pudo ver como Bokuto le devolvía la dorada mirada y empezó a sacar de manera tortuosamente lenta la varilla. Gimió alto al sentir como la retiraba, y al estar completamente fuera se corrió con fuerza gimiendo el nombre de su amante.

—¡Kotaro!

Su respiración era irregular y se sentía cansado y sensible. Su cuerpo tenía pequeños espamos y sentía como su pene volvía a endurecerse aún si sentía que no podía más. Bokuto le dio la vuelta y le alzó el trasero. Llevó su mano hacía aquel tapón y lo retiró con cuidado viendo como su propia esencia salía.

Tiro aquello a lejos y agarró a Akaashi de los brazos enderezándolo y entró en él de una estocada.

—Ah~- gimió el pelinegro.

Lágrimas de placer rodaban por sus mejillas y el sudor perlaba el cuerpo de ambos. Bokuto se movía con rapidez haciendo que sus testículos chocase contra las nalgas del menor y fuese demasiado erótico los sonidos.

—K-kotaro... Más lento. S-siento que algo va a salir.

Bokuto no lo escuchó y siguió moviéndose con fuerza. Akaashi no paraba de gemir y su cuerpo temblaba a cada segundo. El albino besaba el cuello del menor y daba mordidas a su hombro.

—Más l-lento...

El pelinegro gimió con fuerza al sentir que tocaba aquel lugar y fue inevitable que acabase corriéndose.

Sin embargo, lo que manchó las sábanas no fue semen. Había expulsado orina. Al percatarse de esto se dio cuenta de que también había tenido un orgasmo seco.

A su vez, Bokuto se acabó corriendo en su interior con fuerza. Cayeron rendidos en la cama y el mayor abrazó al contrario.

—¿Qué fue lo de antes?- preguntó con una pequeña risa.— Me apretaste como nunca.

—Preferiría no hablar de ello.- le dijo escondiéndose en su pecho.

Se sentía lo suficientemente avergonzado para confesarle lo que había pasado.

Todos habían vuelto a sus mesas y Shouyo y Atsumu se quedaron en la mesa del Karasuno sin los demás curiosos.

Aún así, los dos podían sentir las miraditas que le mandaba Oikawa y Futakuchi desde su mesa.

—Papi.- la voz de Soichi llamó la atención de todos los presentes en la mesa. Iba junto a Kenji quien le agarraba el borde de su camisa.

Las corbatas que tenían ambos habían desaparecido por algún lado y sus camisas por fuera del pantalón.

—¿Qué ocurre campeón?

—Estamos aburridos.- dijo Kenjiro.

—KenKen nos empezó a ignorar y el tipo de pelo negro no para de hablar.

—¿Y por qué no vais con Nao?- preguntó Shouyo.

—El cuatro ojos parece chicle con él.- respondió Soichi.— Y no me gustan las niñas. Son escandalosas.

Suga rió por aquello.

Atsumu miró dudoso a su pequeña esposa. Con un suspiro resignado asintió.

El rubio le dio un corto beso en los labios y se soltó la corbata para amarrársela en la cabeza. Se quitó la americana y amarró las mangas alrededor de su cuello haciendo que pareciese una capa. Miró divertido a su niños y sonrió amplio.

—En guardia, pequeños príncipes. ¡El mago Tsumu ha regresado!

Con gritos divertidos los niños salieron corriendo por todo el gimnasio siendo perseguidos por Atsumu.

Al escuchar el obvio alboroto todos giraron a ver como los niños corrían por todos lados y Atsumu les seguía el juego. Kageyama desde su sitio vio como a Nao le brillaban los ojos viendo como los otros se divertían. Y por primera vez, lo vio ponerse de pie dejando a un lado a Seiya y dirigirse hacia Atsumu quien estaba agachado recuperando el aliento.

Le jaló de la camisa, y el rubio le miró.

—¿Pu... puedo jugar?

Sin responderle, Atsumu le agarró y lo apretó entre sus brazos.

—¡En guardia príncipe Nao!

Soichi se giró a verle y frunció el ceño.

—Suéltalo.- ordenó.

—¡Jamás!- dijo para reír como desquiciado.

Soichi miró por todos lados algo con lo que pudiese atacar a su padre sin éxito. Sin embargo Kenji encontró un balón de voley tirado en una esquina. Alzó su mirada hacia su hermano y le enseñó el balón. Apuntó hacia un lado de la cabeza de su padre y alzó el balón hacia arriba.

Todos miraban aquello menos el propio rubio. Kageyama estaba internamente feliz de que el mayor recibiría un balonazo.

—¡Bola de fuego a tus espaldas!- avisó Shouyo. No iba a permitir que sus niños se pasasen de la raya mientras jugaban.

Atsumu giró su cabeza justo cuando su hijo le daba el golpe al balón. Aquel sin duda era un buen saque. Esquivó el balón y dejó libre a Nao quien corrió junto a Kenji.

—¡Eso es trampa!- se quejó el rubio. —Las bolas de fuego están prohibidas.

Ignorándolo, Soichi empezó a correr tras su padre con el balón de voley seguido de Nao quien tenía su mano unida a la de Kenji.

—¿Qué es eso de el mago Tsumu?- preguntó Yamaguchi hacia Shouyo.

Internamente, agradeció que no le hiciese preguntas sobre su desaparición.

Dirigió su mirada hacia su rubio esposo que estaba tirado en el piso y era atacado por los tres niños quienes le hacían cosquillas y él reía sin parar. Disimuladamente miró a Kageyama que en ningún momento apartó la mirada de Nao y si su vista no le engañaba, tenía una diminuta sonrisa tirando de sus labios.

—Tsumu dice que, ellos son los príncipes del reino, o sea, nuestra casa.- rió ante el recuerdo de cuando se inventaron aquel juego.—Y yo soy la reina.

—Al final fuiste la reina de alguien.- dijo Tsukishima.

El de pecas le dio un codazo por eso y Kageyama despegó la mirada de su hijo para volver a matar con ella al rubio.

Shouyo se mordió la lengua para evitar decir un comentario hiriente. Al menos él podía tener un poco de madurez en su infantil familia y prefirió ahorrarse cada uno de sus comentarios. Se acarició la barriga sintiendo como sus bebés se movían con fuerza.

Vio a Kenji correr justo al lado de su mesa mientras que Atsumu tenía entre sus brazos a Nao y le daba vueltas.

—Oh.- dijo Kenji.— Mami, te hiciste pipí.

—No seas idiota.-reprendió Soichi— El pipí no es rojo.

Aquello hizo eco en todo el lugar.

La sonrisa de Atsumu se borró de su cara y dejó lentamente a Nao en el suelo mirando a Shouyo. El pelinaranja bajó la mirada y vio sus pantalones blancos totalmente manchados de rojo. Estaba sangrando.

Asustado alzó la mirada hacia Atsumu en busca de ayuda. El rubio se quitó la corbata de la cabeza y la chaqueta y corrió con prisa hacia Shouyo.

—¡S-shirabu!- gritó intentando no parecer desesperado.

El castaño llegó corriendo a su lado al igual que el resto. Los del Karasuno también se levantaban para mirar preocupados lo que pasaba. Suga había cogido en sus brazos a Kaori y Yamaguchi abrazaba a Seiya. Nao, junto a Soichi y Kenji miraban preocupados lo que ocurría.

—Está teniendo un aborto. Tenemos que llevarlo a un hospital.

Shouyo empezaba a llorar preocupado y Atsumu no sabía que hacer. Esto no se comparaba a lo que había vivido con Soichiro.

—Tsumu... mis bebés.

El rubio tomó aire por la boca y con cuidado alzó a Shouyo entre sus brazos sin preocuparse que su ropa se manchase. Miró a sus niños que tenían lágrimas en sus ojos sin derramar e intentó sonreírles.

—Quedaos con KenKen, ¿vale?

—¿Que le pasa a mamá?- preguntó Kenji.

—Mamá no se encuentra bien. Por favor, quedaos con KenKen.- les rogó.

—Tenemos que darnos prisa.- apuró Shirabu.

El rubio asintió y se dispuso a caminar con prisa hacia los aparcamientos de la escuela.

—Yo os llevo.

La voz de Kageyama le hizo girar a mirarle. 

—Gracias.

Volvieron a retomar su camino dejando a todos los demás atrás mientras ellos se subían al coche del pelinegro. Conducía con prisa hacia el hospital del pueblo y Atsumu miraba preocupado la palidez que empezaba a hacerse presente en el rostro de Shouyo.

—Está perdiendo mucha sangre.- comentó Shirabu viendo como el pelinaranja se esforzaba por mantener los ojos abiertos.

Kageyama piso el acelerador al escuchar las palabras del castaño y en cuestión de segundos llegaron al hospital. Bajaron con rapidez del vehículo y en voz alta pidieron por ayuda. Un par de enfermeras y un médico llegaron corriendo junto a una camilla.

Atsumu deposito con cuidado al menor y dejó que el médico le revisara.

—Está teniendo un aborto. Tiene veintiséis semanas de embarazo.- les explicaba el castaño.— Yo soy su médico.

Con asentimiento del médico a cargo, empezaron a caminar con prisa hacia el quirófano seguidos de Atsumu y Kageyama siendo el rubio el que iba en cabeza. Shirabu se giró para verlo y le puso una mano en el pecho.

—Tienes que quedarte aquí.

—Pero...- intentó replicar.

—Todo estará bien.- le dijo.

Atsumu lo vio traspasar aquellas puertas y sentía que un pedazo de su corazón se iba junto a Shouyo.

Caminó hacia las sillas de espera que habían fuera de la sala y se dejó caer en una de ellas y se agarró la cabeza con ambas manos. Kageyama lo miró y abrió la boca para intentar decirle alguna palabra reconfortante, pero nada salió de ella.

Se apoyó en la pared que tenía detrás y se puso a esperar junto al rubio.

¡Chan chan! Nuestro querido Shouyo está sufriendo un aborto y nuestro pequeño Tsumu intenta ser fuerte.

¡Y hubo otra escena BokuAka! Quienes hayan leído BJ Alex habrán visto pequeñas referencias como en el capitulo anterior.

En el capitulo anterior me morí de vergüenza al escribir mal Tooru y quise arreglarlo desde el teléfono. ¿Que pasó? Que nuestro gran amigo Wattpad me estuvo troleando. Si quería corregirlo, de repente las imágenes que tenia no estaban y jajan't, además de que los guiones pasaron de grandes a pequeños y jajan't x2. Lo intenté al día siguiente -esta vez con éxito- y las consecuencias fueron que algunos de sus comentarios se eliminaron y jajan't x3.

Así que, si veis errores, mil disculpas.

Nos leemos pronto.

~Zeni13~

Pd: dependiendo de las ganas que tenga de haceros sufrir con el siguiente capitulo, me tardaré más en actualizar o no. 😁😁

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro