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CAPITULO 41

JONG HYUN

Un largo vuelo nos trajo hasta Argentina, el país natal de mi esposa. Ansiaba venir a conocer el lugar donde la pasó tan bien junto a sus amigas hace más de un año.

Al planificar nuestra luna de miel se lo propuse como primera opción. Comprendía mejor que nadie su intención de regresar, y yo necesitaba entender por qué era tan importante para ella.

Ahora que estamos aquí puedo comprenderlo todo: familia.

Las fotos de sus padres ocupan unos cuantos cuadros dentro de la sala. Los muebles lucen pequeños portarretratos de una hermosa niña, hoy una mujer preciosa.

Cuando éramos pequeños ella solía venir con Franco y Amelia a pasar las fiestas navideñas. A su regreso me llevaba un regalo, autitos de colección o alguna camiseta con mi personaje favorito de aquella época. Yo también la esperaba con alguna muñeca o uno de esos vestidos que tanto le gustaban, mi madre era mi ayudante secreta.

—¿Te gusta la casa? Puedes recorrerla, estamos solos y es grande.

—Me gusta esta niña de vestido verde agua —señalo uno de los portarretratos —. ¿Qué edad tiene ahora? Me gustaría conocerla.

—Ah, esa niña... creo que se casó hace poco. Dicen que su esposo es un poco tonto —comenta entre risas caminando hacia la cocina.

—No hay que juzgar, quizás sea un buen muchacho.

Hace más de dos años que somos novios, sin contar los meses que nuestra relación era una incógnita, y todavía seguimos tratándonos irrespetuosos por momentos.
He amado molestarla, nuestras discusiones no duraban mucho; pero después de esa disputa que nos separó por casi dos meses, nunca más peleamos grave. Todo lo hablamos cuando tiene connotación importante.

—¿Estás cansado? Preparo algo rápido de comer y dormimos, ¿está bien? 

—No estoy cansado, dormí en el avión —La abrazo por la espalda—. Tengo mucha energía en este momento.

—Me doy cuenta. Pero primero quiero que comas, luego que te bañes y...

—¡Cambio de planes, señora Jeong! —La cargo sobre mi hombro para ir al dormitorio —. Primero una ducha juntos, después una sesión de besos y, finalmente, haremos la cena. Usted me debe un festejo por dos goles que le dediqué en mi último partido de la universidad.

—¿Cuántas veces vas a decirme lo mismo? ¡Ya lo hemos festejado en 20 oportunidades! Busca otra excusa, Jong Hyun.

—¡Un festejo más! ¡Vamos!

Es la primera vez que estoy en esta casa, ella debe indicarme hacia donde ir; no obstante, no puedo equivocarme en un momento como este. Abro la puerta color madera encontrándome con una cama matrimonial, lo que me da la posibilidad de dejarla caer sobre ella. Me recuesto a su lado para mirar al techo solo por un momento, porque es imposible aburrirme de nuestras pláticas reflexivas o jugar con los dedos de su mano.

—Jeong, si nos quedamos en la cama me voy a dormir—dice casi en un susurro.

—No, no te duermas. Voy por nuestras valijas, tú ve a bañarte, ya te alcanzo.

—¿Seguro?

—Quítate la ropa, D'angelo—ríe—. No pierdas tiempo.

Me apresuro al ir por nuestros bolsos a la sala. En cuanto regreso a la habitación, escucho el agua caer desde la ducha. Debato entre dejarla en paz o molestarla, y la segunda opción es como mi fuente de los deseos.

—Erika...

—¿Qué pasa?

—¿Puedo bañarme contigo o no?

—Sí, Jeong, ven. ¿No era eso lo que querías?

—Pero tú no me lo confirmaste.

Mis prendas caen dentro del baño. Mi bella esposa sonríe a causa de mis ocurrencias.

Los dos estamos mojados y no puedo contenerme, sus labios me tientan. Es un beso romántico como si nos encontráramos bajo la lluvia, pero este es incómodo porque el espacio es reducido.

D'angelo cierra sus ojos; sin embargo, yo observo a mi alrededor. Tomo la botella de shampoo que se encuentra a mi derecha y coloco un poco en mi mano para luego masajear su cabello. Jamás he hecho esto, las veces anteriores bañarnos juntos implicaba tener sexo de manera ocurrente, pero ahora quiero disfrutarla a base de caricias.

—Esto es super cursi, Jeong —ríe.

—Ya lo sé, tú me convertiste en esto. ¿Sabes qué es lo peor? Que me gusta.

—Desde que te conozco eres así de tierno.

—Cuando salgamos de aquí vuelvo a ser yo... pero en la cama.

—Ya empezaste.

—Insistes en arruinar el momento, no es mi culpa.

La espuma desaparece por completo y su cabello queda con un rico aroma. Intenta hacer lo mismo conmigo; no obstante, la diferencia de altura se lo impide, debo inclinarme un poco. Río involuntariamente al cerrar mis ojos y permanecer en silencio, temo que mi esposa me juegue una pésima broma y me haga tragar espuma.

Me gusta cuando sus pequeñas manos acarician mi cabello, aunque es la primera vez que lava mi cabeza. Aun así, logra relajarme.

Tras enjuagarnos estamos listos para salir de la ducha. Con la toalla en la cintura voy hacia el dormitorio mientras ella seca su pelo. Quiero estar preparado para esperar a D'angelo y que todo lo que tengo planeado se lleve a cabo paso por paso.


ERIKA

Salgo de la cama y me visto rápido para preparar el desayuno. Hoy quiero que Jeong conozca la ciudad y también la empresa. Preparo café, abro un paquete de galletitas de chocolate que compramos en el aeropuerto, y cuando estoy a punto de subir a despertarlo, escucho unos pasos acercarse a la cocina.

Tal vez nunca entienda por qué es tan lindo cuando despierta. Apenas abre los ojos y su cabello luce despeinado por completo, ya no está corto, tampoco largo, es el punto intermedio que me gusta. Se ha colocado un pantalón deportivo negro con una camiseta gris oversize.

¡Qué hermoso hombre con el que me casé!

Jeong apoya el mentón sobre mi cabeza sin decir una palabra, solo me abraza por detrás como acostumbra.

—Toma café y come galletitas. ¿Tienes algún plan en mente para hoy?

—Erika, hay algo que quiero hacer hoy mismo y antes de irnos.

—¿Qué cosa? Vas a salir con una ocurrencia rara—Giro para quedar enfrentados.

—Quiero que compremos las golosinas que me regalaba tu papá —Sonríe tierno—. Por favor.

—Claro, iremos por muchos dulces para ti. ¿Algo más?

—Una camiseta de Argentina, de Messi.

Es un aficionado del fútbol, no podía esperar menos.

Santiago viene a saludarnos junto a Luisa, logro verlos desde la ventana. Los invito a pasar y les ofrezco una taza de café que aceptan al instante. Es el momento para presentarles a mi flamante esposo y, aunque no entiendan nada, poder ocupar el rol de traductora.

Luisa dice que Jeong es muy apuesto, insinúa que se parece a un actor de una serie que ha visto recientemente. Es obvio que no sabe su nombre, pero al buscarlo en internet nos damos cuenta de que se refiere nada más ni nada menos que a Nam Joo Hyuk. Y no, no creo que se le parezca.

—Dile que soy más atractivo y romántico—murmura en tanto se arregla el cabello.

—Él dice que le agradece el compararlo con alguien tan apuesto—digo yo.

—Es buen mozo —sonríe Luisa—. Como lo describiste.

—Luisa dice que tú eres un galán.

Jong Hyun agradece, las cosas salen bien para él. No hay nada que contradecir, es guapo en demasía.

Don Santiago nos aconseja visitar ciertos puntos turísticos. Ahora que tengo mi licencia puedo conducir yo misma. Agradezco a Florencia y a su padre por eso. En cuanto terminemos nuestro café tendremos mucho por recorrer.


Una enorme tienda de golosinas conocida en el país es nuestra primera parada. Jeong gastará todo su dinero aquí, me preocupa. Han pasado muchos años desde la última vez que comió estos dulces, por eso su ansiedad.

Parece un pequeño niño perdido en una juguetería. Sus ojos oscuros brillan al analizar el empaque sin saber qué hay dentro, solo lo toma por el color o imagen que llama su atención.

—¿Qué es esto, D'angelo?

—Son gomitas de frutos rojos.

—¡Me las llevo! —contesta entusiasmado y las agrega al canasto de compras.

—¡Pensé que solo veníamos por esto! —digo al encontrar sus alfajores favoritos.

—¿Son los que me gustan? —Se aproxima—. ¡Llevemos más!

Tengo que sacarlo de aquí antes de que quedemos en bancarrota en nuestra luna de miel.

—Jong Hyun, dijiste que antes de regresar a Corea del Sur volveríamos, ¿no? Entonces no compres todo ahora.

—Deja de quejarte que después te comes mis cosas.

—¿Me estás llamando gorda?

—No, pero no voy a compartir.

—Eres el peor novio esposo de todos.

—Tú eres la peor amiga novia esposa, ¿por qué te olvidas de que somos mejores amigos?

—También eres mi hermano —Bromeo y camino hacia la caja.

—No soy tu hermano. Tú eres la hermana de mis hermanos —dice molesto—. Odio que lo menciones.

Agradezco que la chica de la caja no pueda entender, pensaría lo peor.

Tenemos una gran bolsa de golosinas. Me quejo, aunque sé que voy a comerlas apenas lleguemos a casa. Sin duda volveremos a comprar más para llevar de regalo.

Él está feliz. Trae una sonrisa de oreja a oreja mientras come un alfajor y baila con la música que se escucha de una emisora de radio. No entiende la letra, tampoco voy a decírsela, pero al menos no es vulgar.

Ahora vamos a la empresa, quiero que conozca a Rost y Bech, ya que solo los ha visto por videollamada en algunas ocasiones.

Jong Hyun ha estado al tanto de todo, es un hombre inteligente y el comercio exterior le apasiona. Se ha involucrado en esto por mí, luego de arduas consultas e investigaciones. Por mi parte, trabajo en lo que puedo a la distancia, las grandes cuestiones se las dejo a Bech, pero de a poco me incorporo en este mundo.

Rost habla 5 idiomas, y eso es una enorme ventaja, porque le permitirá a Jeong participar de forma activa.

Nuestra visita será rápida, lo que menos quiero es trabajar en nuestro viaje; no obstante, es importante que mi esposo conozca la empresa desde el primer día para establecer un vínculo de confianza. Él hará un gran trabajo, ya lo hace al ayudarme en pequeñas cuestiones, pero preferiría que se encargue en su totalidad.

Mi papá estaría reclamándome. Seguro diría que el conocimiento debe empaparnos a los dos, que nada se aprende sin equivocarse. Pese a ello, por más esfuerzo que pongo, no termina de atraparme por completo.

Una vez en la oficina los abogados nos felicitan por nuestro reciente matrimonio. Repiten otra vez el parecido con mi madre y puedo ver como Jeong asiente para confirmarlo. Mamá era hermosa, me hace bien escuchar que me parezco y no solo en el físico.

Ejercer la profesión en un momento como este es fastidioso, pero necesitamos actualizarnos.

—Tomen asiento—dice Rost—. Hablemos un poco.

Aquí vamos.


Nos encontramos debajo del enorme árbol que tantos recuerdos me trae; no solo porque estuve con las chicas, sino porque los almuerzos o cenas importantes con mi familia las hacíamos aquí mismo.

Mi abuela cuidaba mucho el jardín, decoraba este árbol para las fiestas navideñas, pese a que no es un pino, y quedaba muy bien. A unos metros colocó un columpio, allí pasaba gran parte de mi tarde cuando era niña. Venir a la casa de la abu era un privilegio al vivir en la otra punta del mundo.

Amo esta casa, tiene el aroma a la abuela, aunque no esté presente. Es raro de explicar. A veces pienso que puedo encontrarla en la cocina o en el patio. Su imagen aparece en mi mente sin motivo, su voz la tengo grabada. Desafortunadamente no viví con ella en sus últimos años, hasta el día de hoy me carcome la culpa. Sé que no fue su decisión dejarme con los Jeong,pero duele.

¿Qué hubiese sido de mí si venía a Argentina y me quedaba sola después? Todo pasa por algo, quizás una energía mayor, mis padres desde el cielo, el destino que es muy sabio, no lo sé. Lo cierto es que mi vida está en Corea del Sur, al lado de la familia que me abrió las puertas de su hogar, la familia de mi esposo. 

Qué loco es decirlo... ¡Jeong Jong Hyun es mi esposo! El hecho de estar con él ahora es casi una ilusión, mi sueño hecho realidad.

—¿Qué pasa? ¿Estás bien? —Pregunta al verme distraída.

—No sabes la cantidad de veces que he pensado en ti debajo de este árbol —Sonrío y extiende su brazo sobre mis hombros.

—Me gusta mucho la casa, tiene un jardín enorme y es una zona tranquila. Podemos venir de vacaciones más seguido —Hace una leve pausa—. O podemos vivir aquí si tú quieres...Yo...

—No, Jeong, nuestra vida está en Corea, al lado de nuestros padres y hermanos.

—Y Dak Ho, es más importante que Jin ahora—Bromea para molestarme.

—¿Sabes algo acerca de Hwan? —cambio el tema de conversación.

—No sé nada de él, pero parece que ya no nos traerá regalos y no somos importantes. Ahora somos un matrimonio.

—Qué loco, ¿no? Estamos casados.

—Lo sé—asiente—. Igual me quejaré con mamá sobre ti.

—Lo mismo digo.

Tengo la cabeza afirmada sobre su hombro, él me abraza por la cintura. Hablamos mirando hacia el frente, hacia la puerta trasera de la casa. Se siente bien tener a Jong Hyun aquí conmigo y saber que permanecerá a mi lado toda la vida. Su presencia me fortalece, me da seguridad. Y no sé si resulte egoísta o inapropiado pedirle más que eso en nuestro viaje, pero hay algo en mi interior que ya no puede esperar.

—Jeong, ¿puedo pedirte algo?

—Sí, mi amor, lo que quieras.


JONG HYUN

D'angelo visitará la tumba de sus padres después de 9 años. El viaje con sus amigas no fue propicio o, más bien, no tuvo el valor para afrontarlo.

Ahora está nerviosa, puedo percibirlo mientras conduce. Hoy cerrará esa etapa y voy a estar ahí para cerciorarme de que todo salga bien.

El matrimonio vecino nos dio indicaciones de cómo llegar al cementerio. Se ofrecieron a acompañarnos, pero ella prefirió que no. Gracias al GPS y su seguridad estamos aquí.

Caminamos por un extenso parquizado hasta encontrar las lápidas con sus nombres: Franco D'angelo y Amelia Russo.

Erika se arrodilla a dejar las flores y limpia las fotos en la losa. Una lágrima recorre su mejilla, se está conteniendo. Sé que quiere llorarlos una vez más, sé que necesita llorar a sus padres después de tanto tiempo.

Me agacho para quedar a su lado, también quiero llorar ahora, porque los he extrañado mucho, y porque le hice una promesa a Franco la última vez que lo vi.

El silencio se apodera de ambos, hasta que escucho sus sollozos. Esta vez no me importa verme vulnerable y rompo en llanto, porque el sufrimiento de Erika siempre ha sido el mío. Tampoco quiero ser fuerte por ella, quiero acompañarla de igual a igual, como acostumbramos a hacerlo.

Me duele saber que han pasado años para que pueda despedirse, años sin dejarles flores, sin saber qué foto habían elegido para sus lápidas. Ni siquiera sabía el nombre del cementerio dónde se encontraban. Quiso obviar esos temas y hoy le está haciendo frente a fin de cerrar esa última parte del duelo.

—Nos casamos, papá —dice mirando la foto—. Me casé con el tarado de Jong Hyun.

—Ya la escuchó, señora Amelia—Prosigo—. Erika me está peleando.

—Es mentira, lo trato bien—Sonríe y deja un beso en mi mejilla—. Y él me cuida mucho.

—Prometo que siempre será así —Susurro.

Nos ponemos de pie sin quitar la mirada de aquellas fotos. Parece que fue ayer cuando los vimos por última vez antes de que fueran al aeropuerto. Les pedimos golosinas, las mismas de siempre, ellos aceptaron sin problema.

Sus partidas fueron repentinas y dolorosas, pero puedo asegurar que están felices por nosotros. Franco sabe que he cuidado de su princesa como nadie y que, a pesar de mis errores, lo seguiré haciendo, porque quiero que se sienta orgulloso de mi.

Ser un hombre de familia como me ha inculcado mi madre y ser para Erika el compañero que ha añorado es mi gran motivación. Me encantaría que la señora Amelia reafirmara mi caballerosidad y me defienda de los ataques de histeria de mi bella esposa.

—Te amo, D'angelo, ya no llores.

—No lloro de tristeza, es nostalgia o deseo. Me encantaría que pudieran hablar con nosotros, que mamá me rete por insultarte o papá te moleste como acostumbraba —expresa con lágrimas en los ojos.

—Los dos sabemos muy bien lo que tu padre me estaría diciendo —Ironizo—. Ahora es una gran verdad, sería incómodo asumirlo. Lo siento, señor.

—¡Jeong! —Me golpea.

—¿Qué? Ya le pedí disculpas.

—Vamos a casa.

—Espera que acomode las flores. Estas son para la abuela—Le entrego el ramo.

—¿También trajiste flores para ella? —pregunta asombrada.

—Sí, la señora Luisa te dijo que eran las favoritas de tu abuela Alfonsina, y pensé en que estaría bien traerlas. Le debía un regalo.

—Qué lindo eres, Jeong—Me habla con una voz tierna—. ¿Pero cómo sabes que me dijo eso?

—Hay algunas palabras en español que identifico. Lo deduje.

—Ah, ¿sí? Dime esas palabras.

Ella se divierte conmigo, sabe que me equivoco la gran mayoría de las veces. Aun así, me esfuerzo por aprender el idioma.

—Flor, abuela, amarila, gusta, vaso, mesa—digo en español.

Por su cara parece que algo no cuadra en lo que dije.

—Luisa dijo que le gustaban esas flores amarillas y las ponía en la mesa—Aclaro dudoso.

—Así es—asiente con una sonrisa—. Y usa un vaso como florero.

—¿Lo ves? Soy bilingüe.

—Pero las flores amarillas son las favoritas de Luisa, a mi abuela le gustaban las blancas.

—¡Mentira! ¡No dijo eso! —reímos—. No juegues conmigo.

—Amo tu español, Jeong.

—Y yo te amo a ti.

DÍAS DESPUÉS

Es hora de regresar a nuestra vida en Corea del Sur, pero estoy considerando vacacionar en Argentina. Además de la casa, la empresa y allegados, hay muchas golosinas imprescindibles para mi vida. Erika insiste en que me caerán mal. Compré demasiadas con la excusa de que las compartiré con mis hermanos, aunque no sucederá.

Por otra parte, es probable que me tome algunos días antes de regresar al trabajo. La compañía de mi padre no guarda relación con el comercio exterior sino con las comunicaciones, algo que no me apasiona tanto. Lo único positivo es que podemos trabajar desde casa. Erika lo hace más seguido, se organiza con ambas empresas y permanece frente a la computadora por más tiempo; yo prefiero viajar a Busan y encargarme de eso personalmente.

Ahora que estamos casados vamos a vivir con nuestros padres unos días hasta que consigamos un nuevo departamento. D'angelo se niega a dejar el que tenemos en Seúl, insiste en permanecer allí y trabajar a distancia, pero yo no quiero eso. A diferencia de ella, ir a la empresa me gusta, me hace sentir que separo el empleo del hogar. Se enojó conmigo; sin embargo, no puede pretender que vivamos en distintas ciudades. Terminó por darme la razón.

Mis padres nos reciben con un fuerte abrazo. Mamá nos hace un interrogatorio general en tanto papá se preocupa por nuestro equipaje y la documentación como si fuésemos niños que pierden las cosas.

—Sí, papá, no te preocupes, tenemos todo—dice Erika.

—Estás más bronceada—dice mamá—. Cada vez que llegas de Argentina tu piel toma un lindo color.

—¿Lo crees? —pregunta observando sus brazos—. Me veo igual.

—Tú también estás bronceado, Jong Hyun—continúa—. A ti no te queda tan bien, hijo.

—Ah, pero Jong Jin llegó de Francia y decías que se veía apuesto. En cambio, llego de mi luna de miel y me dices que soy feo.

—Feo y todo te queremos—Bromea mi padre.

—Jong Hyuk, no hagas esos chistes.

—¿Cuál chiste?

Alguien se encuentra de buen humor, ahora encontró un motivo para fastidiarme.

Subimos al auto y platicamos acerca de nuestro viaje, los lugares que visitamos y las personas a las que conocí. Papá conoce a Rost y Bech; pero yo había interactuado con ellos de manera virtual. Los dos resultaron ser excelentes profesionales, se tomaron el tiempo de explicarme a detalle algunos aspectos de la empresa, como así también pidieron que poco a poco ayudara a D'angelo con sus labores hasta adaptarnos por completo.

Mamá habla de mis hermanos y de su niño preferido: Jeong Dak Ho. A diferencia de Jong Jin, él tiene encanto natural. Ojalá que no se contagie de la vanidad de su padre y sea genial como yo, su tío.

—¿Tienen sueño? —Pregunta papá.

—Sí, fueron muchas horas de vuelo.

—Y dos escalas —Acota Erika.

—Vayan a su casa a descansar, es lo mejor.

D'angelo me mira de reojo, no estaba en mis planes conducir hasta el departamento a esta hora.

—¡No voy a conducir tan tarde hasta Seúl!

—¿Por qué nos quieres correr? —pregunta mi esposa.

—¡Ya se casaron, no tengo la obligación de mantenerlos! —exclama divertido.

—Será por esta noche, mañana podemos ir a Seúl hasta que consigamos un nuevo departamento en Busan.

—Quiero que me escuchen, tengo algo muy importante que decirles antes de que bajen del auto.

Papá estaciona en la puerta de casa, los dos permanecemos en el coche dispuestos a escucharlo. Por el tono de su voz pareciera que se trata de algo serio, quizás no quiso preocuparnos mientras estábamos de viaje.

—No les hice un regalo de bodas.

—Papá, no hace falta.

—Claro que sí.

Cuando Franco y Amelia fallecieron, mi padre compró la casa y la rentó. Dos familias pasaron por allí en los últimos 8 años, pero el contrato de alquiler finalizó antes de nuestra boda. Lo suficiente para pintarla y amueblarla antes de nuestra llegada.

—Ya pueden ir a descansar.

Erika recibe las llaves de nuestra casa. De su casa.

—¿De verdad? —Indaga sorprendida ante el gesto—. ¿Podemos vivir ahí?

—Sí, cariño—Interrumpe mamá—. Es su nuevo hogar.

—Pero no tendremos que pagarte alquiler, ¿verdad? —pregunto sarcástico.

—Solo paga los gastos, Jong Hyun —Resopla—. Ahora desaparezcan de mi vista.

Jeong Jong Hyuk tiene una forma peculiar para decir las cosas. Es sarcástico pero serio al manifestarse, por eso me gusta discutir con él.

Tomamos nuestras valijas y cruzamos la calle.

Un momento, ¿voy a vivir frente a mi madre? ¡No,no puede ser!

Erika está feliz, recorre cada parte de la casa como si no la conociera. Todavía se percibe el olor a la pintura, por lo que decidimos abrir las ventanas un rato. Algunos muebles pertenecen a los D'angelo, puedo recordarlos con claridad. ¿Dónde estaban guardados? Mamá tiene que darme explicaciones.

—Quiero acomodar todo como antes —Me pide.

—¿Cómo antes? No entiendo—La miro confundido.

—¿Recuerdas cómo tenía la casa mi mamá? Quiero que sea como antes, por lo menos la sala y la cocina. Por favor, Jeong, hagamos que quede como antes.

—Mi amor, ordenaremos como tú quieras, pero mañana, ¿sí?

—Ya lo sé, idiota. No voy a mover los muebles a las diez de la noche.

—Ahora por tarada no te ayudo a mover ni una taza de la estantería.

—¡Sí lo harás!

—No.

—Me pondré triste si no lo haces—Hace puchero.

—Lo haré, pero...tendré que hacerte cos-qui-llas.

—¡No, Jong Hyun! ¡No!

Corre escaleras arriba, ella odia que la persiga, se desespera. Apago las luces de la sala y voy a cumplir con mi palabra antes de dormir. Las cosquillas son la mejor parte de nuestra amistad.


...

¿Qué les pareció este capítulo?  Tuvo sus partes tristes y otras más divertidas. 

No quiero alarmarlas, pero... QUEDAN 3 CAPÍTULOS Y SE TERMINA LA HISTORIA. ¿Están preparadas?

Recuerden comentar y dejar sus votos, eso me ayuda mucho.

Les mando un besote. Se portan bien. 

GRACIAS POR TANTO AMOR

JK. 💜

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