CAPÍTULO 1
ERIKA D'ANGELO
Escribo un informe para la universidad. Es un alivio estar sola, logro trabajar tranquila sin ningún tipo de distracción. Y cuando digo distracción me refiero a mi compañero de piso: Jeong Jong Hyun.
Es mi mejor amigo. Tuvimos la dicha de conocernos a los cinco años cuando nuestras madres comenzaron a frecuentarse. Crecimos juntos y, con el tiempo, al decidir qué Economía sería una excelente carrera, alquilamos un departamento
Él es un chico habilidoso para los deportes. Es alto, de piel blanca y con buen físico. Tiene rasgos coreanos muy marcados, claro, nació en Busan; pero posee un estilo americano que lo hace lucir atractivo ante mujeres extranjeras. Sin embargo, yo no llego a cubrir los estándares de belleza en Corea del Sur. No tengo el físico promedio de cualquier coreana de por aquí por una simple razón: nací en Argentina.
Mis rasgos son distintos. A veces me miran como a un bicho raro hasta que entablan una conversación conmigo y se sorprenden al escucharme con el acento característico. Para ellos es increíble, para mí fastidioso.
Sé que las personas no comprenden mi relación con Jeong. Crecimos juntos a causa del destino; por razones desafortunadas, o porque nos encaprichamos, eso suelen decir. La realidad es que en un viaje de negocios mis padres murieron y la familia Jeong se hizo cargo de mí. Me vieron crecer como a una hija más, jamás hicieron diferencia. Con el tiempo Yang Ji An y Jeong Jong Hyuk se volvieron mis padres, me incorporaron a una hermosa familia, y me convirtieron en la consentida de la casa en determinados momentos. Pese a todo eso, no considero a Jong Hyun como a un hermano en lo absoluto.
El golpe desde la puerta interrumpe mi concentración, me veo obligada a dejar los apuntes de lado solo para saber de quién se trata. Aunque no tengo duda.
—¿Olvidaste tus llaves de nuevo? —pregunto antes de llegar a la puerta.
—Hola, Erika ¿cómo estás? —Saluda irónico una vez que me tiene frente a él—. Yo bien, gracias.
Ignoro su presencia y doy media vuelta para ir hacia mi habitación.
—Hey —Me toma del brazo—. ¿Qué tienes el día de hoy?
—Tengo que estudiar y terminar un informe. Deberías hacer lo mismo, ¿no?
—Ya lo hice —Sonríe victorioso.
—¿Qué? ¿En qué momento?
—¿Quieres que te ayude? Me sobra algo de tiempo.
—Ya quisieras que dejara mi trabajo en tus manos—Ironizo—. No, gracias.
¿Acaso cree que va a engañarme? ¿En qué momento pudo hacer el informe si nunca está en casa? Se la pasa de fiesta en fiesta saliendo con amigos. Salvo que su informe se trate de cómo conquistar al sexo opuesto, no creo que se encuentre listo realmente.
Lo observo, señalo la mesa ratona de la sala donde ha dejado sus llaves, y le advierto que la próxima dormirá fuera. Una pícara sonrisa se dibuja en sus labios, acompañada de un movimiento leve de cabeza. No obstante, tanto él como yo sabemos que se repetirá, porque Jong Hyun nunca aprende.
—En lugar de regañarme, ¿por qué no nos sentamos a comer esta riquísima pizza?
Toma lugar en el sofá, dando pequeñas palmaditas al costado para que lo acompañe. Supongo que su forma de reivindicarse conmigo es comprando comida que me gusta.
—Por favor, no me digas que no tienes hambre—dice en tanto mira la hora.
—Solo comeré una porción. Sabes que estoy a dieta.
—¿Dieta? —Interroga sorprendido—. Déjate de tonterías, D'angelo, estás muy bien así.
—¿Crees que no me doy cuenta cuando me tiras indirectas? —Replico seria—. Lo haces todo el tiempo. En gran o menor medida, ¡pero lo haces!
—¿Qué indirectas? —Muerde una porción de pizza—. Nunca te he dicho nada.
—Siempre llegas y me cuentas sobre tus aventuras, de lo perfectas que son tus chicas y sus espléndidas figuras ¡Me estás diciendo gorda!
—Erika, jamás te lo he dicho con esa intención—Se excusa bajo un tono preocupado—. Tienes buen cuerpo, estás saludable, no necesitas dieta.
Nuestra pequeña discusión se ve interrumpida a causa de una llamada a mi teléfono celular. Por la hora, es Yang Ji An, nuestra madre.
—¡Hola, mamá! ¿Cómo estás?
—Bien, mi amor, solo llamaba para avisarles que mañana los esperamos para cenar en casa.
—¿Mañana? —Miro a Jeong y este comienza a limpiar sus manos—. Está bien, ahí estaremos.
Jong Hyun se levanta del sofá, ludiendo su mano sobre el pantalón deportivo. A él le molesta esta clase de invitaciones de un día para otro, ni siquiera está pensando en su ropa.
Me quita el teléfono de inmediato. Sus ojos se clavan en mí como si se tratara de una advertencia o me necesitara para dejar constancia.
—Mamá, mañana no iremos a casa porque tenemos planes—dice a regañadientes, en un tono muy grosero—. Está bien, ahí estaremos —expresa segundos después—. Adiós.
¡Odio cuando hace eso! ¿En verdad no puede dejar de salir un solo día para viajar a Busan y ver a su familia? ¿Qué tan idiota tiene que ser?
—Termina de comer solo. —Recrimino sin haber probado bocado—. Me voy a dormir.
—No, espera... Lo siento, no quise gritarle a mamá.
—No sabes la suerte que tienes de tener a toda tu familia.
—Tú eres mi familia —Sonríe—. Sabes que te quiero, ¿verdad? Mañana iremos a casa y hablaré con ella, lo prometo. Ahora quédate a cenar conmigo, por favor, D'angelo.
Puedo reconocer por su mirada que sí está arrepentido. No suele reaccionar de esa manera; sin embargo, últimamente ha cambiado.
—Ya no sé si creerte—Niego con la cabeza—. Mamá quiere saber de ti, ella te extrañó mucho y sigue haciéndolo.
—También los extrañé—Suspira—. Lo prometo, le pediré perdón.
—Está bien, eso espero, porque odio que seas así, Jeong.
—Mamá te extraña a ti. Todos lo hacemos cuando estás lejos.
Me entusiasma la idea de ver a nuestra familia por la noche, han pasado varios meses sin ir a visitarlos y, a pesar de que mamá se mantiene comunicada conmigo casi en forma permanente, extraño nuestras charlas con café de por medio.
—No me quedaré a la última clase, iré al departamento a preparar mi bolso —Le comento a Jong Hyun en tanto él conduce.
—¿Quieres que vaya contigo?
—Si ya tienes tus cosas listas, no hace falta. Puedes quedarte hasta que terminen las clases y luego vas puntual por mí.
—Sí, señora, lo que usted ordene —responde llevando su mano derecha con los dedos juntos a la sien.
—Jeong, tienes que ser puntual porque...
—Estaré puntual, D'angelo. No tienes que repetirme las cosas como a un niño.
Tan solo llegar a la universidad tomamos rumbos diferentes. Estamos en la misma clase, estudiamos la misma carrera, pero tenemos grupos distintos. Si bien todos saben que nos conocemos, y que compartimos departamento, nadie entiende nuestra relación de amistad distante.
—Alumnos, dejen los informes sobre mi escritorio —Ordena el profesor desde un costado de la puerta—. En cinco minutos comenzaré la clase.
Dae Ki me habla como todas las mañanas. Al parecer no le fue muy bien con el trabajo; aunque es imposible, tiene facilidad para solucionar problemas.
—Te aseguro que lo has hecho bien —sostengo para animarlo.
—Esta vez no estoy tan convencido. Necesito aprobar o no llegaré con el promedio —menciona preocupado—. No he tenido mucho tiempo desde que comenzaron las prácticas.
—Descuida, todo saldrá bien. Podemos trabajar juntos la próxima, ¿te parece?
—¡Gracias, Erika-ssi, vas a salvarme!
Kim Dae Ki es mi amigo cercano en el salón. Es obvio que me hablo con otras personas; no obstante, él es con quien siempre puedo contar. Un chico de gentileza galante, honesto y encantador. Erguido en estatura, su cabello castaño corona su cabeza, y su voz grave resuena con eco varonil. Siendo de los más populares, y al igual que Jeong, integrante del equipo de fútbol, es humilde y sencillo en demasía. Podría estar con todas las chicas que quisiera, aun así, no es su estilo.
En los estudios es muy aplicado; de hecho, varias veces me lo encontré en la biblioteca estudiando solo. Gracias a eso fuimos construyendo nuestra amistad.
Dae se sienta a mi lado en los pupitres de adelante, una gran diferencia con el resto de engreídos que se ubica al final.
A Jong Hyun le irrita nuestra cercanía. A decir verdad, desde que tengo memoria nunca le ha gustado que me relacione con nadie del género masculino. Creo que es su forma de protegerme, y lo acepto, porque a veces necesito de él. Pese a ello, con Dae Ki es diferente, por más que insista no me voy a alejar. Me agrada, me acompaña, y es caballero. Sus intenciones no pasan de lo académico.
En este último año me he vuelto muy cercana a Dae Ki, tanto que los secretos y las anécdotas son como el pan de cada día. Sin embargo, la historia de mi vida fue relatada en partes, no la conoce en su totalidad. Me siento mal por ocultarle detalles, pero son tan dolorosos que el recuerdo también me lastima. Solo trato de quedarme con lo bueno.
—¿Estás bien?
—Sí, Dae, no te preocupes—sonrío.
—¿Otra vez te quedaste despierta hasta tarde? No te presiones tanto, eres la mejor en esto.
—Tú también lo eres, ese trabajo se encuentra impecable y sin errores.
—Cuando trabajemos juntos será perfecto. ¡Me esforzaré, Erika-yah!
—Dime Erika, ya te lo he dicho—reímos.
JEONG JONG HYUN
Veo al idiota de Kim Dae Ki hablando con Erika. Ninguno de ellos nota mi presencia cuando me detengo con descaro a centímetros de sus bancos a dejar mi trabajo sobre el escritorio del profesor.
¡No lo soporto! ¿Acaso soy invisible cuando él está cerca?
Regreso a mi pupitre sin dejar de prestar atención a la escena. Él haciéndose el desamparado, rogando por ayuda para sus próximos trabajos; ella, completamente ingenua al caer en ese juego.
D'angelo es como mi hermana, y no dejaré que nadie quiera sobrepasarse ni utilizarla. Eso de querer obtener buenas calificaciones es una mera excusa, mucho más si viene del idiota de Dae Ki.
—Jong Hyun, ¿pasa algo? —pregunta Min Wook.
—No.
—¿Vendrás a la fiesta esta noche?
—No puedo —respondo sin dejar de observar a la distancia—. Viajaré a Busan a casa de mis padres.
—Entiendo...—titubea—. ¿Erika se quedará sola y eso te preocupa?
—¿Qué? —Volteo a verlo—. ¡No se quedará sola, ella irá conmigo!
—¿Entonces por qué la estás acechando?
Su mirada parece juzgarme. No sé si quiere leerme la mente o hacer el rol de psicólogo, pero sus brazos se apoyan en el banco a la espera de una respuesta normal y sin incoherencias de por medio.
—No estoy mirándola. —Dejo de hacerlo para buscar mis apuntes en la mochila.
—Si no te conociera, diría que estás enamorado de ella, aunque sería extraño viniendo de ti.
—¡No estoy enamorado, te lo he dicho muchas veces! No es el tipo de chica con la que saldría.
—Lo sé, y al parecer tú tampoco eres su tipo —Bromea al ver a Dae Ki—. Bien por D'angelo que se lo tiene escondido.
—Mejor guarda silencio.
Choi Min Wook es mi amigo y compañero. Al tiempo que llegué a Seúl lo conocí llenando unos formularios en la mesa de entrada de la Universidad. Entablamos una conversación y coincidíamos en la carrera, desde allí nos frecuentamos. Somos muy parecidos, a ambos nos gusta salir de fiesta, conocer chicas, distraernos sin compromisos de por medio; pero sin descuidar los estudios.
Él sabe que Erika vive conmigo. Al principio le pareció rara la idea de que alguien como yo tuviera una amiga con la cual nunca se involucrara sexualmente. Jamás le conté que alguna vez sentí algo por D'angelo, solo sabe de nuestra amistad e historia juntos como hermanos. Esa es la razón por la cual nunca se le acerca con otro tipo de intenciones. Por respeto y códigos, porque de lo contrario no tendría problemas en acostarse con ella, más de una vez lo comentó entre risas.
Confío en Min Wook, es excelente persona, sé que no le hará daño a mi mejor amiga. Tenerlo en el salón es tener un par de ojos extra para alejar a posibles pretendientes que no merecen acercarse a Erika.
Es difícil comprender por qué la cuido tanto. Sin embargo, hice promesas, me siento responsable y, muy en el fondo, culpable por cosas que no realicé en su momento.
Me gusta pasar tiempo a su lado. A la vez, necesito cerciorarme de que todo se encuentra en orden, que nadie la moleste o tenga intenciones de lastimarla. Erika es la persona más importante para mí. Tengo el deber de cuidarla.
Hace un par de días que se encuentra distante conmigo, no sé si se debe a que me olvido las llaves al salir o se trata de algo más. Solíamos ser unidos, nos contábamos secretos y estudiábamos juntos, mas todo cambió de un momento a otro.
Dudo mucho que las cosas vuelvan a ser como antes, pero al menos quiero que su impresión sobre mí sea la misma que tuvo al verme por primera vez; que a pesar del tiempo sepa que nada ha cambiado entre nosotros.
ERIKA
Queda una clase más antes de ir al departamento. Hay días que se hacen eternos; aunque esta vez es mi ansiedad la que me juega en contra. Quiero armar la valija e ir a Busan lo antes posible.
Reviso mi celular para hacer tiempo, deslizo las fotos del inicio de Instagram y luego voy a Facebook para hacer lo mismo. Casi sin pensarlo, una notificación de mi hermano mayor aparece en pantalla.
Jin—¡Hola! Esta noche vas a casa de mamá, ¿verdad?
¡Necesito verte! Tengo algo que contarte y es muy importante.
✔✔
Erika— Claro que iré, los extraño demasiado a ti y a Hwan-ssi.
Tengo muchas cosas para contarles.
Ahora estoy en la universidad, apenas salga de aquí iremos con Jong Hyun
✔✔
Jin—¿Él vendrá sin dar pretextos?
Eso es raro.
✔✔
Jong Jin es el mayor de los Jeong, se recibió hace unos años en Economía y está trabajando en la empresa familiar. Jong Hwan es el segundo hijo, si bien también estudió y trabaja junto a papá, ahora está viviendo en Estados Unidos y maneja algunos negocios a la distancia.
Ser la única mujer en la familia me ha dado beneficios, pero también me ha generado muchas complicaciones. Cuando comencé a quedarme con la familia Jeong a mis 15 años Jong Hyun tenía la misma edad y eso hizo más fácil la convivencia, ya que éramos amigos desde antes. No obstante, los tres me protegían en exceso. Nunca pude tener citas, entre otras cosas, ellos ahuyentaban a todos los chicos que se me acercaban. Fue peor cuando Jong Hyun fue al servicio militar.
Acostumbrada a que lo hicieran, para retrucar, les hacía lo mismo con sus novias o amiguitas, en especial a Jong Jin. Sí, lo sé, estaba mal, aunque se consideraba justo en aquel entonces.
—Erika, ¿por qué no saliste al receso? ¿Te encuentras bien? — pregunta Dae Ki sacándome de mis pensamientos.
—Sí, me quedé hablando con mi hermano un rato.
—¿Con cuál de los dos? Perdón, no recuerdo sus nombres.
—Con Jin, el mayor. Iré a Busan a cenar con ellos hoy.
—¿Viajarás sola a Busan? Debes tener cuidado.
—No va sola, va conmigo —espeta Jong Hyun desde la puerta, con una voz ruda y masticando chicle—. Erika, necesitamos hablar. Ahora.
—Discúlpame, Dae... ya regreso.
Comienza el interrogatorio. Su semblante grave se sostiene, parece que cada pregunta se va a escuchar más tosca. Estoy acostumbrada a esto, he aceptado planteos tontos en gran parte de mi adolescencia, pero a él es al que menos caso le hago. Tenemos la misma edad, no entiendo por qué debería darle algún tipo de explicación.
—¿Qué haces hablando con él? ¿Por qué están solos en el salón?
—Estaba aquí y él entró a buscarme... ¡A ti que te importa! ¡No sé por qué te estoy dando explicaciones!
—¿Por qué no salías? —Se afirma contra la pared a un lado de la puerta.
—Estaba hablando con Jin. Me preguntó acerca de la cena de esta noche en casa de mamá.
—¿Algo más o solo eso?
—Jong Hyun, ¿qué te pasa? ¿Por qué me tratas así?
—¿Así cómo? No me gusta que estés hablando con Dae Ki. ¿Por qué le dijiste que irías a Busan? ¡A él que le importa! —Objeta de forma impulsiva.
—Estaba preguntándome por mis hermanos —respondo con fastidio—. Le dije que esta noche los vería en Busan ¿Cuál es el problema? ¿Tengo que pedirte permiso?
—Le dijiste que tenías 2 hermanos —Reprocha serio.
—¿Y eso qué tiene que ver?
—¿Y yo? ¿Acaso te olvidas de que somos 4 en total? A mí nunca me tienes en cuenta.
—Aish, pero tú no cuentas, te veo todos los días.
—¿No soy tu hermano acaso? ¡Soy quien se ocupa de ti en Seúl!
—¡Yo me ocupo de ti, tú no haces nada! ¿Sabes qué? Esta noche se lo diré a mamá.
—¡No, D'angelo! —Toma mi mano con el fin de retenerme—. Debes decirle a mamá que yo hago los quehaceres de la casa y que te trato como a una reina.
Reímos ante una de sus estúpidas ocurrencias. Es un hábito común en cada discusión, logra hacerme enojar y reír de un segundo a otro.
—Mejor cállate, ahí viene el profesor—señalo—. Apenas termine esta clase me iré al departamento a hacer mi equipaje. No llegues tarde, Jong Hyun.
Regreso a mi pupitre con la mirada de Dae sobre mí. Él se pone nervioso cuando estas cosas suceden, sobre todo cuando Jeong camina hacia su banco y desde atrás lo observa con el rostro ceñudo.
—¿Qué le ocurre ahora? —susurra—. Él me odia.
—Está celoso, cree que lo cambiaré por ti. —Volteo para verlo al final del aula—. No le des importancia.
—Ya sabes lo que pienso de eso, Erika.
—Sí, y ya sabes que no es verdad. Ahora presta atención.
JONG HYUN
Estoy dispuesto a retirarme al departamento antes de que Erika me haga algún reclamo. Me lo ha repetido tantas veces esta mañana, y antes de la última clase, que no quiero generar otra pelea. Sin embargo, una voz insistente repercute a mis espaldas; puedo asegurar que será el causante de mis futuras disputas.
—Jong Hyun, ¿ya te vas?
—Sí, tengo que llegar temprano al departamento para ir a Busan.
Coloco mi mochila al hombro y avanzo lo más rápido que puedo para perderlo de vista. Él viene detrás. Esquiva a las personas que, como nosotros, tienen ganas de salir al campus.
—Quédate un rato más, por favor, quiero presentarte a alguien —Insiste.
—No puedo quedarme, se me hace tarde.
—Demorar solo depende de ti—Camina con la mochila hacia el frente intentando guardar los libros que tiene en la mano.
—No conoces a D'angelo enojada —rio—. Ella quiere ver a mi madre, se ha ido antes para tener todo listo.
—Jong Hyun, ¿cuándo te he pedido algo? —Sujeta mi brazo para detenerme.
—Cada día de tu vida, Min Wook—Lo ignoro.
—Ya basta de ser gentil, ¡ven aquí! —Me toma de los hombros—. Será rápido, lo juro.
Nunca puedo negarme ante su insistencia.
Tironea de mi brazo a la vez que relata sus planes. Dos chicas de intercambio llegaron hace unos días y él ha puesto el ojo en una de ellas. Por lo tanto, debo quedarme con la otra, así funciona. Es increíble que ya tuviese todo planeado sin decírmelo con antelación para tener una buena excusa; ahora no puedo evitarlo, estoy aquí.
Me presenta a Sarah, una rubia de ojos celestes con un cuerpo espectacular. Su inglés se escucha tan bien que el mío se oye como cavernícola, pero a ella parece divertirle, piensa que soy tierno y lindo. A veces las mujeres son raras.
El tiempo pasa, la plática avanza y Min Wook desaparece con Lily, la castaña de ojos esmeralda. Es la señal para invitar a Sarah a un lugar más tranquilo. No es un problema para ella, hasta toma mi mano a fin de no perderse en esta nueva ciudad.
Más de una vez he pensado que las chicas extranjeras tienen todo resuelto, son más directas y eso me gusta. Al contrario de otros, a mí no me importa el contacto físico o las muestras de cariño en público. Es un miedo que perdí hace años gracias a Erika. Y es mucho decir, porque ella es tímida en exceso.
Cuando se trata de chicas no tengo un control sobre mí, no interesa si no hablamos el mismo idioma, hay algunos gestos que solo se interpretan. Tampoco puedo medir el tiempo, no soy consciente de eso. He aquí el problema, ¡el tiempo! Llevo 3 horas de demora y estoy seguro de que D'angelo va a matarme apenas entre al departamento.
Manejo a la velocidad permitida. Por más que acelere las agujas del reloj no van a retroceder y mi amiga no va a dejar de estar enojada. Ya ha pasado esto antes, termino arrepentido e ignorado por días.
Estaciono en el garaje del edificio, bajo del auto, y a medida que avanzo hacia el elevador, pienso en qué excusa inventar para sonar convincente. Son 3 horas. Soy tan idiota que me va a descubrir de todas maneras.
—¡Erika-yah! —Levanto la voz al abrir la puerta.
Las luces se encuentran apagadas, todo está silencioso. En su dormitorio no hay rastros de ella, tampoco veo su valija ni la mochila rosa que lleva a Busan cada vez que viajamos.
Estoy asustado. Nunca ha viajado sola, mi padre me matará si presenta un solo rasguño. Desde aquí puedo oír los gritos atormentándome.
Regreso a la cocina para beber un poco de agua. No tengo idea de cómo voy a enfrentar esta situación, tanto frente a Erika como con mis padres y hermanos.
De pronto, observo un papel pegado en el refrigerador.
"Jong Hyun, maldito idiota, te dije que vinieras temprano, pero no te importó en lo absoluto. Me voy a Busan, ve si quieres, y si no, ¡jódete!"
Tomo el móvil y marco su número con precisión. Tengo que impedir que llegue a casa de mis padres sin mi compañía, eso no estaría bien.
—¡Erika! ¿Dónde estás? —digo antes de escuchar su voz desde el otro lado de la línea.
—Que te importa. ¿Qué quieres?
—Por favor, escúchame, ¡no vayas a Busan sola! —Le ruego—. ¡Papá se enojará conmigo!
—Es tarde, voy en camino—contesta cortante—. No me interesa que papá se enoje contigo. Ese es tu problema.
—Por favor, haré lo que tú quieras, ¡no llegues a Busan sin mí!
—¿Estás llorando? —Indaga con interés.
—No.
—Entonces me iré.
—¿Qué? ¡Sí, estoy llorando! —Miento—. Por favor, ¿dónde estás?
—Eres un tonto, Jong Hyun. —La escucho reír.
—Dime dónde estás... iré por ti.
—No, me iré, ¡y le diré que me abandonaste!
—Por favor, hablemos... Haré lo que quieras—Suplico desesperado.
—¿Lo que quiera? ¿Lo prometes?
—Sí, lo prometo. Dime donde estás e iré a buscarte.
—Primero, ve por tus cosas a la habitación, luego te digo cuando salgas del departamento.
Con el celular todavía en mi oído voy hacia mi habitación a buscar el equipaje para salir de aquí cuanto antes. Imploro que no me corte. Me inquieta saber que se encuentra sola.
Levanto la vista hacia la cama donde dejé el bolso, pero los planes cambian de un segundo a otro. Erika se encuentra recostada, de piernas cruzadas y una divertida sonrisa. Se acaba de burlar de mí, y me siento patético.
—¿Por qué me haces esto? —suspiro pesado, dejándome caer a su lado.
—Porque eres un idiota—responde sin pensarlo—. Sabía que no me buscarías en tu habitación.
—Nunca entras a mi habitación. —La abrazo una vez que el corazón deja de latirme a mil por hora.
—¿Por qué no venías? —inquiere con fastidio—. ¿Qué hacías?
—Perdón, me asusté cuando no te vi. ¡¡No me vuelvas a hacer esto nunca más!!
—Me tendría que haber ido. —Empieza su sermón—. Siempre te espero como una estúpida. No te importo en lo absoluto.
El tono utilizado es triste, me genera un sentimiento de culpa. La misma falla una y otra vez.
—No digas eso. Sí me importas, —Tomo su mano para entrelazar nuestros dedos.
—¡Déjame! —Se aparta de mí—. Quiero irme ya.
Se reincorpora en un intento de salir de la cama, entonces hago lo mismo. Sujeto su antebrazo para que voltee a verme y me deje pedirle disculpas como corresponde.
—¿Te acostaste con alguien? —Pregunta de repente, tomándome por sorpresa.
—¿Qué?
Finjo no haber escuchado, a pesar de carecer de tiempo para cambiar la respuesta.
—¡Vete a bañar ahora mismo, no me toques con tus manos asquerosas!
No me importaría que alguien más me hablara así, pero las opiniones de Erika sobre mi persona me destruyen con el paso del tiempo. Cada vez que menciona lo lindo que era, en comparación con mi actual versión, me hace reflexionar. A veces me lo cuestiono; sin embargo, fue necesario cambiar. Tuve que hacerlo.
Jeong es un idiota, ya no me sorprende. Le avisé a mamá que llegaríamos tarde porque teníamos cosas que hacer en la universidad. Es viernes, Min Wook acostumbra a presionarlo para salir. ¿Y cómo el grandioso Jeong Jong Hyun va a resistirse a una propuesta de Choi Min Wook? Ni en un universo paralelo.
Lo que me queda es cubrirlo, dejarlo como un chico responsable frente a la familia, y fingir que no ha ocurrido nada. Otra vez.
Tomo las llaves del auto que se encuentran sobre la mesa de la sala y aprovecho para ir hasta el garaje a guardar mi equipaje en la cajuela. Tengo que esperar que mi roommate se dé un buen baño y borre cualquier evidencia que alguien haya dejado en él. Espero que no haya marcas.
Apoyada sobre el capó me pongo al día con portales en español. Cuando tengo tiempo de sobra me gusta hacerlo; no quiero perder el idioma, a mi madre no le gustaría.
Minutos después, Jong Hyun deja su bolso junto al mío, por fin podemos emprender nuestro viaje. Subo en silencio del lado del acompañante, sigo enojada. A pesar de saber con anticipación que nunca cumple su palabra, siempre le doy la oportunidad para que cambie, pero sigue igual.
—Voy a poner música porque odio el silencio —expreso tajante.
—Podríamos hablar —Alude con calma.
—Sí, tienes razón... Te hablaré sobre los detalles que le voy a contar a papá cuando nos pregunte por qué llegamos tarde.
—Erika, por favor, no empieces...
—Dijiste qué harías todo lo que yo quisiera. ¡Voy a elegir la música que yo quiera, la vas a escuchar sin quejarte, y no me vas a dirigir la palabra en todo el camino!
—De acuerdo, está bien, ¡pon tu música de chicas de una vez! —Hace un ademán hacia el reproductor.
—Segundo, le dirás a mamá que yo te cuido mucho y que siempre me ocupo de ti.
—No voy a decirle eso —ríe—. Definitivamente no lo haré, porque es una gran mentira. Tú me maltratas. Tú eres enojona. Tú...
—Y le diré a papá que nos demoramos en venir porque tú estabas...
—Bueno, ya cállate. —Acepta ceñudo—. No hace falta mencionar nada.
—Finalmente, dejarás de salir a fiestas por un tiempo y no llegarás tarde a casa —Formulo con total seguridad, a sabiendas que es algo que jamás podré conseguir.
—No eres mi dueña, D'angelo.
—Tú tampoco eres el mío. Además, empiezas a darme asco—Suelto con hastío.
—¿Qué? —Me mira—. ¿Te doy asco?
—Si yo me acostara con medio mundo tal vez pensarías lo mismo.
—Pero si tú no... ¿o sí? ¡Erika, respóndeme!
—¡Cállate, que te importa! Harás lo que te pido o hablaré con papá.
—Está bien, nada de fiestas ni de chicas para que tú no te sientas asqueada con mi presencia. ¿Algo más señorita, D'angelo?
—Por el momento está bien así. —Sonrío con falsedad—. Ahora cállate y escucha mi lista de reproducción.
That One de Henry nos acompaña en la carretera. Jong Hyun se limita a escuchar sin generar interrupciones. Dudo que deje de salir a fiestas solo porque yo se lo pido, pero al menos ahora no estamos discutiendo.
Sé que prefiere que hablemos, pero algo me impide abrirme; en estos últimos años él cambió. Nuestra relación se mantiene, mas no es inquebrantable. No quiero arruinar las cosas. Sigo intentándolo.
JONG HYUN
Soportar su lista sentimental es lo de menos, no puedo evitar sonreír mientras de reojo la observo y permanece enojada. A veces es muy caprichosa, las cosas se deben realizar a su modo. No me quejo, se ve linda así, y a mí me hace falta un descanso de meter la pata.
El cielo se encuentra despejado, un hermoso atardecer nos atrapa en la autopista Gyeongbu. Mi acompañante insiste en guardar silencio, pero la música de Eric Nam armoniza el ambiente. Es maravilloso como su rostro se destensa y los ojos le brillan, trae el romance junto al destello de un mundo soñado a flor de piel.
Desde que tengo memoria, Erika es una cursi en potencia. No debe existir en este mundo libro o película empalagosa que haya dejado de lado, lo que me lleva a pensar en la cantidad de veces en las que me vi obligado a seguirla en sus relatos o verla llorar por situaciones inexistentes. Por fuera se hace la dura; no obstante, estoy seguro de que en el fondo sabe que intento mejorar.
Tras ir al servicio militar prometí servir a mi país y a mi familia. No hubo día en que no me cuestionara las cosas que había hecho mal, junto a las pésimas decisiones que habían afectado a Erika. Fui cobarde, impulsivo y poco empático en algunas ocasiones. Ahora quiero redimirme, aunque ha pasado un año intentando adaptarme a esta nueva vida en Seúl. Voy a lograrlo, voy a cumplir mi propósito.
Luego de dos horas hemos llegado a casa. Erika parece feliz, su cara cambia por completo y ya no hay rastros de aquella chica ceñuda mirando por la ventanilla para ignorarme.
Mis padres nos reciben con un gran abrazo, hace tiempo que no nos vemos, desde que regresamos a Seúl a estudiar meses atrás. Mis hermanos también se encuentran aquí, ellos me estrechan la mano y palmean mi espalda, pero con D'angelo es distinto. A ella la abrazan, la besan, giran cargándola en sus brazos como si fuera una pequeña niña. Esos dos la quieren tanto como yo.
Recuerdo el momento exacto en el que comenzó a vivir con nosotros, estaba feliz de tenerla conmigo. Éramos muy cercanos, siempre estábamos juntos; aunque después, con el pasar de los años, me alejé. Quizás por la edad, por querer pasar más tiempo con mis amigos y, por qué no, las malas decisiones. Pese a ello, Erika nunca dejó de quererme, incluso decidió, también por insistencia de mis padres, estudiar conmigo en Seúl.
Mi promesa más grande ha sido cuidarla, defenderla, apoyarla. Recibo a diario mensajes de mis hermanos, sobre todo de Jong Jin, el mayor. Asegura que no confía en mí lo suficiente, aun cuando sabe que jamás la lastimaría.
—¡Vamos! Pasen, ya está todo listo para cenar —expresa mamá.
Todo yace igual que siempre. Es lindo regresar a Busan.
Subo a nuestro cuarto a dejar el equipaje. El mío y el de Erika. Cuando estamos frente a mamá nos comportamos como dos hermanos solidarios para no preocuparla o, más bien, para que no me regañe, ya que D'angelo es un ángel que no causa problemas.
La mesa se encuentra servida, cada uno ocupa su respectivo lugar. Solo falto yo, al lado de mi mejor amiga y frente a mamá con su disposición para las charlas.
Mis hermanos preguntan por el viaje, papá interroga acerca de la velocidad en la autopista y el tránsito; finalmente, mamá nos dice que estamos lindos y grandes.
Hay una cantidad excesiva de comida para consentirnos, es una costumbre al tenernos a los cuatro juntos. Este banquete parece una celebración, pero es solo la bienvenida. A cada uno de nosotros nos costó alejarnos al principio; sin embargo, una vez que estamos aquí se siente el calor del hogar y la despedida se vuelve difícil.
La charla familiar se extiende con miras a no terminar. Hay mucho por contar, mis hermanos hablan de negocios y papá continúa a la par de ellos. Por mi parte escucho, entiendo a la perfección, mas no intervengo, mi madre detesta que hablemos de estas cosas en la cena. D'angelo sigue el minuto a minuto del debate, algo de experiencia tiene respecto a la empresa; no obstante, también prefiere quedar al margen.
—Bueno, suficiente —Se queja mi madre—. Después pueden hablar de eso.
—Yo lavo los platos esta vez, ¿sí? —propone Erika, poniéndose de pie para evitar un conflicto.
—Está bien —asiente mamá—. Las dos iremos juntas, necesitamos hablar de algo.
—¿De qué? —Preguntamos los tres al unísono.
—Cosas de mujeres—Recogen los platos con ánimo y prisa.
Las vemos alejarse y sonreímos con la atención puesta en mi padre que solo hace una mueca fingiendo cerrar sus labios. Somos unos curiosos, lo hacemos para molestar.
A lo lejos oímos a mamá relatar lo que ha sucedido en el vecindario en las últimas semanas, algo respecto a unas flores que le dio la señora Min, la vecina. Deduzco que no tiene a otra persona con quién platicar cosas tan banales como esa. Pobre D'angelo, le toca aprender de jardinería.
En menos de lo pensado, mencionan las series televisivas. Mis hermanos desisten de ser unos chismosos entrometidos, aunque yo decido acercarme a la cocina.
—Entonces, ¿ellos no se quedan juntos al final de la serie? —pregunta Erika un poco decepcionada.
—¡No! Él pierde la memoria y ella decide dejarlo ir.
—¿Por qué ella no se lo dijo? ¡Hizo mucho para quedarse a su lado!
No tengo la menor idea de cuál de todos los dramas se trata; aun así, sus debates me divierten. La objetividad la dejan a un lado.
—Tal vez le hizo un favor, él no la amaba lo suficiente—Justifica mamá.
—Sí, es cierto—continúa D'angelo—. A lo mejor hay una segunda temporada y sea el momento de que él la enamore de nuevo.
¡Qué optimistas! Si el pobre hombre perdió la memoria, ¿por qué debería enamorarla? ¡Que lo haga ella!
—Extrañaba hablar contigo—confiesa al acercarse a Erika.
—Yo también, mamá—responde D'angelo mientras lava los platos—. No tengo con quien hablar.
—¿Jong Hyun no habla contigo?
—Sí lo hago, mamá —respondo desde el marco de la puerta.
—¿Por qué estás escuchando nuestra conversación? —Se queja.
—Vine a ayudar —Miento con picardía en tanto recurro a los brazos de mi madre—. Mamá, Erika me trata mal —Hago un puchero para fastidiar—. Ella siempre me está peleando y ensucia la casa cuando yo limpio.
—¡Ay, por favor! —Carcajea la mencionada—. Cuéntale lo que me hiciste hoy.
—¿Qué le hiciste, Jong Hyun?
—¡Nada, está mintiendo!
Una guerra de miradas comienza. Con los años hemos desarrollado una especie de telepatía; con solo vernos sabemos las amenazas del otro.
—¡Ya dejen de pelear y traigan el postre! —Grita mi hermano desde la mesa.
—¡Ya vamos, deja de estar escuchando conversaciones ajenas!—respondo.
ERIKA
Hace horas que Jin quiere hablar conmigo y no ha encontrado el momento. Le propuse dormir en la habitación que comparto con Jong Hyun para platicar a gusto sin interrupciones, pero creo que fue mala idea.
—¿Y yo dónde voy a dormir? —Se queja.
—Duerme en mi habitación—responde el mayor—. ¿Dónde más? ¡Es solo una noche!
—¿Siempre van a estar peleando? —Interviene Hwan—. Erika, ¿él es así todo el tiempo?
Son insoportables, entre los tres se pelean por cualquier cosa. Por lo general las controversias suelen llevarse a cabo entre el mayor y el menor de los hermanos, dejando a Jong Hwan como el único centrado y racional; aunque a veces él también se involucra.
—Bueno, me voy a dormir—Se pone de pie—. Los dejo para que tengan su plática y se cuenten secretos.
—Jong Hyun-ah no te enojes —Lo molesta Hwan—. Deja de ser un controlador. Solo será por esta noche, ellos quieren hablar.
—¿Pero por qué no me consultan antes? ¡Es mi habitación! —Guarda silencio—. Perdón, nuestra habitación.
—Oppa, tal vez podríamos quedarnos aquí en la sala. —Le pido a Jin para evitar un conflicto.
—No, D'angelo —dice Jong Hyun—. Vayan al dormitorio los dos.
—Pero si tú no quieres está bien, la habitación es tuya en realidad.
—No, es nuestra—Corrige—. Pueden quedarse ahí.
Deja un beso sobre mi frente y luego sube las escaleras para trasladar sus cosas de una habitación a otra.
Jong Hyun es un poco impulsivo, pero analiza la situación de manera rápida cuando se lo propone.
Jin se asegura de que nadie se haya quedado merodeando por los pasillos antes de cerrar la puerta del cuarto. No tengo idea qué es lo que oculta como para cerciorarse tantas veces de no ser escuchado.
—Bueno, al parecer todos están acostados —susurra.
—Deja de alargar esta confesión ¿Qué es? ¿Qué hiciste?
—Tengo novia—sonríe.
—¿Qué!? ¿Desde cuándo? ¿Ya se lo contaste a mamá?
—No—niega por lo bajo—. Quería contártelo primero, ya que tú siempre me las espantas.
—¡Cállate!
—¡Pero es cierto, me hiciste la vida imposible! —Reclama con descaro.
—¿Y tú a mí no?
—No, jamás. Al menos nunca solo.
—Después hablamos de eso. ¡Ahora muéstrame una foto de ella, quiero conocerla!
La chica es hermosa, su nombre es Bang Haneul. La conoció en un viaje de negocios en Estados Unidos cuando la empresa de mi padre envió al personal a hacer una capacitación. La compañía donde ella trabaja es la competencia directa, pero eso no les impidió hablar y formalizar algo posteriormente, siendo Jin el hijo del CEO. Están saliendo hace meses, pero no la presenta en casa por ese motivo.
Ambos sabemos que a papá no le importan esas cosas; aun así, Jong Jin solo se siente incómodo ante la situación.
Hablaron sobre sus familias, lo que le llevó a contar que tenía una pequeña hermana que, aunque no era de sangre, la quería demasiado. Ahora ella quiere conocerme.
—¿Qué tal si mañana salimos juntos a desayunar y te la presento?
—Claro —asiento—. Gracias por contarme esto, te mereces lo mejor del mundo. De seguro tu novia me caerá muy bien.
—Eso espero, no me la espantes como a las demás —reímos.
—Prometo no hacerlo.
...
¡Hola! Por fin publico esta historia tan esperada.
Perdón por la demora, pero acá estoy, y espero que se queden a leerla.
¿Qué les ha parecido el primer capítulo? ♥¿Les gustan los nombres de los personajes?
No se olviden de guardar la historia en su biblioteca y de votar (que eso es mucho muy importante jaja)
Si hacen edits, memes, dibujos, etc, me los envían (como siempre)
GRACIAS POR TANTO AMOR 💜
JK
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