(Canción del capítulo: wanted - Hunter Hayes)
–¿Y no lo besaste? –me pregunta Ruth, por quinta vez consecutiva luego de haberle contado lo que paso con Nolan la otra noche.
–Te dije que no.
–Pues no te entiendo –la miro con el ceño fruncido. Ambas nos encontramos recostadas en mi cama, en su casa es todo un lio, asi que la invite a pasar la noche aquí– Si yo fuera tú, me hubiera lanzado a sus brazos, lo hubiera besado hasta no poder mas.
–Ruth, eso habría sido sucio.
No hace falta aclarar el por qué, Ruth sabe que es por Jude y por todo lo que siento.
–Si, en eso tienes razón. De todas maneras... estas empezando a sentir algo por él.
–¡¿Qué?! –por poco salto de la cama. Ruth se ríe y aplaude, como si estuviera en un show y yo sería el chiste.
–Te sonrojaste cuando recordaste la forma en que te miro.
–¿Y eso para ti es sentir algo?
–Si, porque no eres de sonrojarte seguido por las cosas que te dicen.
–Estas loca, no puedes decir que siento algo por Nolan. No cuando... ya sabes.
Me encojo de hombros y suspiro.
–Se a quien le dedicas la mayor parte de tus pensamientos, pero debes admitir que en un uno porciento, le estas dedicando un poco a Nolan, y eso me agrada –Ruth sonrie– Amiga, sin darte cuenta estás dejando un poco atrás al estúpido tatuado, y te estas fijando en el chico tierno con mirada intimidante –frunce el ceño– Pagaría por ver eso, lo juro –me mira– ¿No te mojaste?
–¡Ruth! –la empujo y se ríe.
–Oye, las miradas intimidantes tienen lo suyo.
–Estamos hablando de Nolan.
–Si, de tu futuro novio.
–No.
–Futuro marido.
–Basta.
–Futuro padre de tus hijos.
–Ruth, callate.
–¡Que linda historia! –grita felíz– Se conocieron de niños y van a terminar juntos –finge llorar de emoción– Nacieron para ser el uno para el otro, más allá de los obstáculos y personas que se presenten –suspira– Además, ambos nacieron de dos historias de amor muy hermosas –nuevamente finge llorar y cuando me mira le niego con la cabeza– Podría comunicarme con Nicholas Sparks y comentarle sobre esta historia.
–Quiero que te calles.
–Y yo que seas feliz.
Ruth me sonríe, y me encuentro suspirando, pensando en Nolan.
Yo tambien quiero ser feliz, quiero dejar de sentirme triste. Quiero dejar de sentir que me ahogo cada vez que respiro, pero para eso... debo superar.
Quien me diga que superar es fácil, es porque nunca sintió algo de verdad, porque cuesta como la mierda y todos sabemos eso. Ahora, si alguien tiene la receta de hacerlo fácil, que me lo pase. Le agradeceria de por vida.
Cada vez que me detengo a pensar en lo feo que puede ser el amor, observo a mamá y papá. Parece que la vida quiere demostrarme que no siempre puede ser así, que tiene su parte linda, porque cada vez que pienso así, ellos están ahí para demostrarlo.
Siempre los veo sonriendo, riendo y jugando como cuando eran jóvenes enamorados, sin ninguna idea del mundo, solo de su amor. Incluso hasta cuando discuten los veo felices, porque pasan de tener el ceño fruncido, a sonreír como si nada hubiera pasado.
Otra vez me encontré pensando en que el amor es una porquería mientras leía un libro de romance, que graciosa eres Zoey.
Deje de leer para pensar que el amor que estoy leyendo no existe, pero después, cuando levanté la vista, los vi a ellos. Mamá estaba limpiando la sala, y papá se le apareció por detrás para abrazarla. Ella sonrió y le dijo que la dejara limpiar en paz, que había mucho polvo que quitar. Papá la ignoró y le bailó, la hizo reír y finalmente se besaron. Se olvidaron el hecho de que estaba ahí, observandolos. El amor te hace olvidar del mundo que te rodea.
Cuando se separan, se dan cuenta de mi presencia y les sonrío.
–¿Me acompañas a la tienda? –me pregunta papá.
–Claro.
–No necesitamos nada de la tienda –dice mamá.
–Cállate, quiero tener un momento a solas con mi hija.
–No vuelvas a callarme.
–Sino ¿qué? –mamá se ríe– Además, nunca viene mal otro paquete de galletas de avena.
–¡Yo quiero dulces! –grita Dylan desde arriba– Ya que no fui invitado, quiero dulces –se asoma desde la escalera y me río.
Con papá salimos de casa con los pedidos especiales de mamá y Dylan. Ofendidos porque no fueron invitados, ofendidos en forma de broma, claro.
Siempre fue así, siempre fui más cercana a papá. Tengo una buena relación con mamá, es mi amiga, mi confidente, mi hermana, mi competencia en la repostería, lo es todo y me hace bien su presencia, pero con papá siempre tuve una relación más especial.
Es lindo volver a tener momentos con él luego de haberle fallado, y tratado fatal.
Luego de comprar las cosas en la tienda, nos detuvimos en una cafetería, para compartir así otro momento de padre e hija.
–¿Te gusta Ulises? –me pregunta.
–No está mal.
–Es un tipo genial, él ayudó mucho a Nathalie en su momento. Nos conoce de toda la vida.
Asiento y observo como la camarera anota la orden de un señor con traje.
–Vas a salir adelante, Zo –miro a papá– Siempre encuentras la forma de seguir.
–Cuanto más crezco, y mas conozco al mundo, más se complica.
–Es lo lógico de crecer. Lo que te afecta hoy, mañana no te va a afectar a este nivel, pero va a haber algo que te afectara de peor manera.
–Bueno, eso no es muy alentador –me río.
–Y no espero que lo sea, pero es algo que debes saber, porque la vida es así. Siempre vas a encontrar un nuevo obstáculo, vas a caerte muchas veces, vas a enojarte, pasarla mal y odiar al mundo más de una vez, pero es lo interesante de vivir. Si todo fuera más tranquilo en nuestras vidas, sería aburrido, monótono. Se que prefieres la tranquilidad, tal vez todos lo preferimos, pero hay que admitir que aprendemos más de los momentos duros. De los momentos difíciles crecemos como personas. Pero así como hay un momento difícil, hay uno bueno, uno que te hace sentir con vida de nuevo –papá suspira y se detiene en sus pensamientos– Va a doler lo que tenga que doler –dice al fin– Y te va a llevar el tiempo que realmente necesites, pero finalmente vas a salir adelante. Eres fuerte, sé que esa Zoey luchadora y valiente está en ti, ya la vas a encontrar. Y cuando finalmente levantes la cabeza, vas a ver que el camino está despejado, que hay colores que antes no veías –mis ojos se llenan de lágrimas– La tormenta no es eterna, el sol sale en algún momento y siempre nos sorprende un arcoiris –me sonríe y acaricia mi mano para darme aliento.
Guardo las palabras de papá, cada una de ellas, para luego poder repetirlas una y otra vez. Para recordarlas y decir en algún momento que tenía razón, porque siempre fue así, siempre en algún punto de mi vida le di la razón.
Cuando estuve mal por Trevor, me dijo "el dolor no será eterno, ya va a dejar de doler. Como cuando eras pequeña y llorabas porque te dolia la pansa, sabias que luego del té que te preparaba mamá te iba a dejar de doler. Ahora lo mismo, lloras porque duele, pero ya va a pasar"
Recuerdo que ese dia dije que estaba equivocado, creí que el dolor iba a ser eterno. Pero lo cierto es, que somos nosotros mismos los que hacemos eternos o no nuestro dolor.
–¿Puedo pedirte un favor? –le pregunto.
–Siempre.
–Cuentame tu historia con mamá.
Sonríe.
–¿Otra vez?
–Nunca me cansaría de escucharla.
–Y yo de contarla.
Luego de la sonrisa más feliz de todas, una sonrisa que me brinda paz, papá vuelve a contarme como el amor de mamá lo salvó.
Amo escucharlo. Amo la sonrisa que tiene mientras lo cuenta. Amo esta historia. Amo saber que el amor puede salvarte.
La historia de mis padres me hace sentir esperanzada.
–¿Sabes lo que necesitamos? –me pregunta luego de haber contado su hermosa historia.
–Dudo que sea un jugo de naranja –se ríe.
–¡Paintball! –grita feliz elevando sus brazos y varias personas lo miran. Me vuelvo a reír y me sumo a su festejo.
Otra cosa típica con papá; el paintball. Era el momento en donde dejaba de ser una niña para volverme violenta cual niño, papá siempre se rió de mi cambio de actitud en el juego.
Salimos de la cafetería y nos dirigimos al lugar.
Fue una hermosa tarde de padre e hija. Quiero que estos momentos sean eternos.
Estoy llorando, escondida en la casita del arbol, llorando porque me habia sacado una mala nota en la escuela y papá me había retado feo.
Me abrazo a mi misma, escondiendo mi cabeza entre las rodillas y lloro. Me habían castigado, y eso significaba que no iba a ir al cine con Ruth.
Alguien sube a la casita, y cuando levanto la vista, veo a Nolan.
–Sabía que estarías aquí –dice y se sienta a mi lado– No tienes que estar triste, es solo una nota mala.
–Pero tú no has visto como me regaño mi papá.
–No está enojado contigo, lo escuche decirle al mío que tiene muchas deudas.
–¿Es mi culpa? ¿es por haberle pedido que me compre el kit de maquillaje?
–No creo que sea tu culpa. Es solo una cosa de adultos, como dice mi papá.
–No me gustan las cosas de adultos, no me gusta que me reten a mi por eso. Ahora no podre ir al cine con Ruth...
Mis ojos se llenan otra vez de lágrimas, y Nolan me abraza.
–Tal vez podamos hablar con Hunter. Si le prometes levantar tu nota, te va a dejar ir.
–¿Y si no levanto mi nota y se enoja por eso?
Nolan se separa de mí, y seca mis lágrimas.
–Lo harás, yo creo en ti.
Y me vuelve a abrazar.
Abro los ojos, me había acostado a dormir la siesta luego de un dia largo de estudio para los futuros exámenes. Cuando mis ojos se adaptan a la claridad de la tarde, veo a Nolan. Me está observando y sonríe. Esa sonrisa estuvo en mi sueño y ahora está aquí.
–Buenas tardes –dice.
–¿Qué carajo? –se ríe– ¿Qué haces aquí?
Me siento en la cama y él observa detenidamente cada uno de mis movimientos.
–Me dijiste que necesitabas ayuda para estudiar, pero llegue y estabas durmiendo.
–¿Hace mucho estás aquí?
–Si.
–¡¿Por qué no me despertaste?!
–Porque me gusta verte dormir. Bueno, me gustas siempre.
Sonríe.
–Nolan...
–Además te veías tranquila, no iba a irrumpir tu sueño ¿con qué soñabas?
Cuando me lo pregunta recuerdo el sueño que tuve, o más bien el recuerdo representado en sueño. El recuerdo de cuando teníamos doce años y Nolan me dijo por primera vez que creía en mí.
–No lo recuerdo –miento y asiente.
–¿Empezamos?
–Recién me despierto y ya me estas atacando.
Se ríe.
–De acuerdo ¿has merendado? –niego con la cabeza– Ya traigo algo.
–Nolan, ya no tengo el yeso en mi pierna.
–¿Y?
–Que puedo traerlo yo.
–¿Y? –vuelve a repetir, y sonríe.
–O podemos simplemente bajar y merendar en la sala.
–¿Y perdernos de una merienda en la cama? ¿Estas loca o qué? –me río– Voy a buscar algo para comer, y no quiero quejas.
–Pero las tendrás –hago el intento de ponerme de pie, pero Nolan me empuja y vuelvo a caer en la cama– ¡Hey!
–Dije que iba yo a buscar algo –se cruza de brazos.
–Bueno, pero te ayudo.
–¿Te pedí ayuda?
Suena ofendido, como si realmente lo estaría, pero solo esta actuando.
–Basta, Nolan.
–Callate un poco, Zoey. Siempre tienes una queja para todo.
–¡Tú no me vas a callar!
–Puedo simplemente besarte si quieres –mis mejillas arden, queman, y Nolan sonríe– Si, lo pense ¿te vas a callar? –no digo nada– Mejor así, ya vuelvo.
Y sale de mi habitación. Juro que no entiendo cómo puede actuar de esta forma ¡se supone que es un chico timido! Pero resulta que el chico tímido es seguro de sí mismo, y estoy segura de que Paul tiene que ver con esto.
Nolan vuelve a la habitación con una bandeja repleta de dulces, lo miro enarcando una ceja y me sonríe.
–Es la mejor merienda de todas ¿o también tienes una queja para eso?
Le sonrío negando con la cabeza.
–Cuando se trata de comida no tengo queja alguna.
Nolan me sonríe y disfrutamos de nuestra merienda... no tan merienda.
Nos reímos porque hacemos las mismas tonterias que haciamos de niños, y una de ellas es competir por quién eructa más fuerte. Cuando éramos pequeños, a mamá no le gustaba que jugara así, pero lo cierto es que me divertía mucho, como ahora.
–¡Te gane! –le digo y cuando se me escapa un eructo sorpresa, Nolan se ríe.
–¿Podemos ahora simplemente dejar de comportarnos así y estudiar?
Suspiro.
–Eres un aburrido.
–Dudo que quieras ir en el verano al instituto.
–Estas en lo cierto –sonríe– ¡Pero odio economía!
–No es tan malo cuando la entiendes.
–Entonces sera malo de por vida.
Se ríe.
–Callate, yo creo en ti.
Si estuviera de pie, me habría caído por sus palabras. Las mismas que en el sueño, con la misma mirada, con la misma sonrisa de confianza. Con el mismo Nolan de siempre.
–¿Estas bien? –me pregunta.
–Si –miento, me siento mareada.
–Bueno, empecemos.
Nolan coge el libro y me empieza a explicar los temas de economía, pero mi mente no está aquí. Mi mente está en el sueño, en ese recuerdo, y me doy cuenta de que nada cambió.
Pese a los distintos caminos que hicimos, nos volvimos a cruzar, a reencontrar y es en este momento en el cual cada recuerdo se hace presente, donde cada momento del presente me hace sentir que siempre fue y sera asi.
Me siento demasiado mareada, y quiero correr. Siempre le quiero huir a algo, pero esta vez... esta vez siento que por más que corra lejos, él va a estar ahí. Y no va a estar como una molestia, creo que eso es lo más lindo de todo.
No se como Nolan me hace sentir de esta manera. Me hace querer olvidarme de todo, y disfrutar de su compañía, me hace sentir única, querida y a salvo. No se como lo hace, pero no creo que quiera que deje de hacerlo.
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