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Capítulo 45

Nota: Este es el último capítulo que tenía escrito, así que durante unas semanas no habrá actualizaciones en esta historia. No sé si terminará aquí o habrá más capítulos (tengo más ideas pero ahora estoy vaga). En cualquier caso quiero daros las gracias de todo corazón por vuestro apoyo. Me hacéis feliz en el sentido literal y eso es muy, muy difícil.

Gracias a TrixQueen por ser la primera siempre; a FranchizRdz  por ser la mejor, te adoro; a Merlina_Black por lo genial que eres y por lo que me río contigo; a Shamadb por ser mi media langosta y pillar todas mis referencias; a Val_her2803 por estar siempre. Gracias con todos mis órganos a FernandaPBarrios y a su abuelita porque os admiro y amo infinito; a Blondy34 por hacer el increíble esfuerzo de leerme sin saber español; a doliAlucino por los emotis caseros y tus historias súper graciosas; a Nairiquero por lo que me río contigo; a EmilethBlackG por leerme a pesar de lo ocupada que estás; a adriannapaez por estar desde el principio; a Chicadelosmilmundos, ¡por las escamas de Saiph, te adoro!; a QueenRL por todos tus votos y lecturas.

Gracias a todos los que habéis leído, votado o comentado y a los que me seguís desde el primer fic, os amo. Y sobre todo GRACIAS a quienes os ha gustado el ship Bella-Sirius: cada vez que me habéis comentado que os encantan y os he respondido que me habéis alegrado la vida ha sido completamente real, os adoro con todo mi ser. 

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Las despedidas de soltero fueron bastante bien (o bastante aburridas en opinión de Sirius). Ambos grupos fueron por separado a cenar en elegantes restaurantes londinenses y después cada uno se quedó en una planta de Grimmauld Place bebiendo y bromeando sobre diversos temas. Sirius, que se había limitado al champán, meditó si pese a todo no era hora de volver al whisky. Quería a Harry y deseaba que lo pasase bien en su celebración, pero una fiesta con gente como Arthur Weasley era... bueno, simplemente no era una fiesta.

Se preguntó si Bellatrix habría acudido a la de las chicas. Sabía que Hermione y Luna le habían pedido que se pasase aunque fuese a las copas en casa de después de cenar, pero estando también la señora Weasley... Aunque igual había asistido solo por fastidiar. Cuando volvió a la realidad, los invitados trataban de ayudar a Harry con consejos para alcanzar el éxito en su matrimonio:

-Lo importante es que conozcáis el carácter del otro y seáis conscientes de cuándo necesita su espacio -comentó Fred.

-Y que tengáis cosas en común y busquéis tiempo para hacerlas juntos -aconsejó Lupin.

-Y que seas cariñoso con ella todos los días de tu vida – intervino Arthur dejando claro que hablaban de su hija.

Harry asintió agradecido por la información y tomó nota mental. Sirius se puso nervioso pensando que él era su padrino -de bautizo y de boda- y debería ser quien le diera buenos consejos. Pensó en alguno inspirado en su relación como los de todos los demás, pero respecto a ser pacientes o respetuosos, su matrimonio no era un gran ejemplo... Aunque qué demonios, ¡eran la pareja más guapa, inteligente y maravillosa del mundo mágico, cualquier consejo estaría bien! Así que se lanzó:

-La clave es que si tu mujer es muy buena usando crucio, nunca tendrás que pagar en los sitios -aseguró el animago.

Se dedicó una amplia sonrisa a sí mismo realmente satisfecho de su consejo y se arrellanó en el sillón. El resto le dedicaron miradas asesinas que él ignoró con habilidad. Cuando su compañero merodeador se disponía a afearle la conducta, como si la hubiesen invocado, apareció la maestra del maleficio torturador. La mayoría de los reunidos se tensaron y se miraron nerviosos. Fue Ron el primero que le indicó -con notable temor- que era una despedida de soltero y no aceptaban mujeres. Bellatrix le dirigió una mirada despectiva, se sentó en el regazo de su marido y comentó:

-Me han echado de la otra. Cierta ama de casa oronda ha insinuado que su matrimonio es más estable que el mío, así que la he convertido en un jersey con mi inicial. La cortarrollos de Granger me ha obligado a revertirlo y luego me ha echado -protestó con una mueca triste-. Aunque cuando me iba me ha susurrado que si podré enseñarle a transformar personas en objetos y Luna me ha asegurado que los rotsys se quedaban tristes sin mí... Así que he recibido señales contradictorias -comentó ladeando la cabeza-. Además, estoy segura de que me he tirado a más tías que todos vosotros y mucho más buenas. Por tanto tengo pleno derecho a estar aquí.

Los hombres la miraron sin saber qué responder a nada. Solo Sirius se rió y decidió entretenerse jugando con sus rizos. Como vio que el resto no reaccionaban, la mortífaga les animó a seguir con la conversación:

-¿De qué hablabais? ¿Técnicas para la noche de bodas? Porque es lo único que me falta por enseñarte, Potter. Mira, lo importante es...

-¡No! -la cortó Sirius tapándole la boca- Eran simplemente consejos para que el matrimonio funcione.

-¡Ah! Ah... Pues... -murmuró ella pensando en alguno- ¡Mi consejo es que te cases con alguien que parezca tu hermano para que la gente alucine cuando os metáis mano en un recital de poesía!

Todos la miraron estupefactos. Ella asintió satisfecha por su gran aportación mientras cogía la copa de Sirius y se la bebía de un trago. El animago sonrió y siguió jugando con su pelo, a él también le pareció un comentario muy útil. Harry fue el primero en reaccionar y los miró pasmado:

-¿Fuisteis a un recital de poesía?

-¿Os dejaron entrar a un recital de poesía? -corrigió Lupin.

El resto asintieron inconscientemente apoyando la pregunta del hombre-lobo. Aunque no les conocieran y no abrieran la boca, ambos Black tenían un aspecto peligroso y problemático que generaba intranquilidad solo con verlos. Los dos se ofendieron. Sirius respondió a la pregunta de su ahijado:

-Fue culpa mía. Pasamos por la puerta y hablaban raro, como del revés, así que pensé que era algún ritual esotérico y nos pareció interesante.

Los ahí congregados los contemplaron atónitos, lo de menos era que no supieran distinguir la poesía del satanismo... Y la cosa no mejoró cuando Bellatrix respondió a la pregunta de Lupin respecto al acceso.

-Soy Bellatrix Black, entro donde quiero, no necesito permiso de nadie.

-O sea, que no os dejaron entrar -interpretó Harry.

-¡Que sí! -insistió la bruja- Con estas tetas entras a todas partes, Potter.

El chico se ruborizó y Sirius añadió: "Sí, con eso o con crucios, nunca sabremos qué fue más eficaz". Su mujer asintió distraída. Al instante, el hombre-lobo se puso serio y empezó a echarle la bronca a la bruja por usar una maldición imperdonable. Pero ella le cortó con aburrimiento indicando que no fue ella quien la lanzó. Todos miraron al animago horrorizados y él les devolvió una mirada desafiante.

-¿Qué? ¡El tío de la puerta se estaba comiendo a mi mujer con los ojos! ¿¡Qué queríais que hiciera!? -protestó el moreno.

-Sirius... Tú nunca habías usado esa maldición... -murmuró Lupin preocupado.

-¡Oh, fue adorable, ni siquiera sabía, le tuve que enseñar! -saltó Bellatrix alegremente.

Antes de que su marido pudiera protestar, la mortífaga le besó en la boca para incomodar al resto. Él jamás podía resistirse a eso. Así que estuvieron enroscándose un rato en el sillón mientras el resto de invitados carraspeaban y se sentían crecientemente violentos. Salvo los gemelos, que los vitoreaban cual partido de quidditch con frases como "Gryffindor se arriesga a introducir lengua con notable resultado" y "Slytherin mete mano por debajo de la camisa con determinación". Ambos Black disfrutaron más de la tensión del resto -y de la retransmisión- que del propio beso. Fue Lupin el primero que comentó que si la idea era ofrecer un espectáculo público, tendrían que echar también de su fiesta a la duelista. La bruja se encogió de hombros y se levantó para irse. Se despidió de todos, le guiñó un ojo a su marido y salió por la puerta (no sin antes robar discretamente una botella de whisky). Todos miraron al animago sabiendo lo que iba a pasar. Aún aguantó cinco segundos antes de lo inevitable.

-Eh... ¡Buenas noches a todos, una fiesta genial, nos vemos mañana! Tranquilo, Remus, va a salir todo genial -exclamó alegremente.

-¡No se casa él, me caso yo! -protesto Harry.

-Eso, Harry quería decir -se corrigió distraído mientras partía en busca de su mujer.

Todos le dirigieron miradas de reproche; salvo Fred y George, que aunque apostaban por el equipo rival, le animaron a dejar el pabellón de gryffindor bien alto. Aseguró que se esforzaría por ellos, pero que slytherin había ganado la copa hacía varios partidos...

Cuando se despertó al día siguiente, Sirius se preparó para salir con Harry hacia la Madriguera, tenía que ayudarle a arreglarse y principalmente a calmarse. Cogió una botella de alcohol por si acaso. Antes de salir, se sentó en la cama y besó en la frente a su mujer que dormía con su hijo enroscado en su cuello. "Nos vemos luego, cielo" le susurró. La bruja y Saiph gruñeron como respuesta. Decidió tomarlo por un "Claro, Siri, te adoro" y bajó a buscar a Harry. Desayunaron juntos y se aparecieron en la Madriguera donde ya les esperaban algunos de sus amigos. Dispusieron de una habitación para los últimos arreglos. El joven estaba casi más nervioso que el día antes de la guerra. Su padrino tuvo que usar el whisky antes de lo previsto. Cuando apareció Neville para desearle suerte y poco después Lupin, intentaron calmarlo también:

-Tranquilo, Harry, todo va a salir a la perfección -le aseguró Lupin- Es normal estar nervioso, todo el mundo lo está el día de su boda.

-No todo el mundo... -masculló el joven mirando con envidia a su padrino.

Sirius, que se hallaba ocupado sonriéndose en el espejo y atusándose el pelo, se giró al darse cuenta de que hablaban de él.

-Qué queréis que os diga... De las cosas que he hecho con mi prima, casarme era lo que menos nervioso me ponía.

Los tres sacudieron la cabeza y Lupin, que sería el segundo padrino de Harry, salió con Neville para ir colocándose en sus puestos. Sirius le preguntó si se encontraba bien. El chico aseguró que sí, pero que seguía teniendo nervios. "Y... dudas..." confesó al rato algo avergonzado. Sirius le aseguró que no pasaba nada, era muy joven y a su padre le había sucedido lo mismo el día de su boda. Todo saldría bien. Eso y otro chupito de whisky ayudaron a calmarlo. Finalmente salieron ellos también hacia la tienda exterior donde iba a celebrarse el enlace.

Los campos próximos ya empezaban a verdear con la primavera y el día era cálido con un sol resplandeciente. La decoración era muy similar a la de la boda de Bill y Fleur: una gran carpa blanca en cuyo interior se veían largas hileras de sillas doradas colocadas a ambos lados de una alfombra granate. Estaba decorado con pequeños ramos de flores blancas y se oía la suave música de una pareja de violinistas. Era muy bonito, pero tanto Sirius como Harry pensaron que la boda de los Black estaba a años luz.

Los invitados más precavidos ya habían tomado asiento y poco a poco iban entrando el resto. El chico avanzó hasta el final y se colocó en el centro del pasillo, con su padrino reconfortándole a pocos metros. En seguida Lupin se colocó junto a su compañero merodeador. Hermione apareció con un elegante vestido rosa pálido seguida de Pansy de verde esmeralda (quien no parecía muy contenta de estar ahí y mantenía su expresión desdeñosa). Le indicó a su novia cuál era su asiento -junto a Millicent y Ron- y se acercó a saludar a su amigo. Abrazó a Harry y le aseguró que Ginny estaba deseosa de verle: "Es la novia más guapa que he visto..." aseguró. Pero como no quería mentir añadió: "...vestida de blanco".

Todos captaron las connotaciones. Harry y Lupin sacudieron la cabeza y Sirius se rió. No obstante, él también se encontraba algo intranquilo. Quedaban escasos minutos para el comienzo de la boda y Bellatrix todavía no estaba ahí. Temía que se hubiese arrepentido y al final no acudiese...

-¡Qué hay, Harry! ¡Estás muy elegante! -le saludó Tonks con el pelo rosa brillante.

Los gemelos hicieron lo propio y se sentaron con Tonks y Angelina en primera fila. No habían dividido los dos laterales entre amigos del novio y de la novia: habían preferido que cada uno se sentase donde quisiese; además así se disimulaba el hecho de que Harry apenas tenía familia (los Dursley habían declinado amablemente su invitación como él esperaba). Al poco Molly saludó cariñosamente a Harry y se sentó también. Faltaban un par de minutos para que empezase la ceremonia y el chico cada vez estaba más agitado. Se centró en saludar discretamente a los últimos invitados que tomaban asiento y en estirar con nerviosismo las mangas de su camisa. Los merodeadores no habían cesado en su empeño de calmar a su protegido:

-Ginny es una chica genial -le aseguró Lupin-. Es valiente, inteligente, guapa y...

-¡JO-DER! -exclamó Sirius mirando hacia la entrada- No tan guapa como esa, ¡ojalá casarse con ella!

Cuando la última invitada apareció casi fuera de tiempo -probablemente a propósito-, a distintas velocidades todas las cabezas se giraron hacia ella. Llevaba un vestido dorado con la espalda descubierta y mangas de encaje semitransparente, la falda caía con vuelo hasta la rodilla y desprendía destellos dorados a cada movimiento. Las sandalias de tacón de aguja hacían juego en el mismo tono y el único complemento era una serpiente de plata que se enroscaba en su cuello. La melena oscura le caía en suaves ondas hasta la cintura y contrastaba con la palidez de su piel y su áurea vestimenta. Apenas llevaba maquillaje y aún así sus rasgos se distinguían perfectamente marcados. Un orgulloso dragón lo contemplaba todo con aire de superioridad desde su hombro. Avanzó hasta la mitad de la alfombra con innata elegancia. Hubo varios silbidos de admiración y estupefacción reflejada en expresiones sencillas: "¡Hostia!", "¡Quién es esa!", "¿Es la novia?", "¡Tiene un dragón!". Sirius, a quién le resultaba casi imposible cerrar la boca, volvió a comentar con alegría:

-¡Eh, espera! ¡Sí que estoy casado con ella!

Si apartar los ojos de Bellatrix, se acercó a ella y le pasó un brazo por la espalda desnuda. La besó como si después los fuesen a condenar al beso del dementor. Le dio las gracias por acudir y le susurró al oído lo espectacular que estaba, ni siquiera fue capaz de bromear. Ella le confirmó que él también era el más atractivo del lugar. Nadie había dejado de mirarlos. Fue Hermione la que reunió valor. Se acercó a ellos, carraspeó y les susurró que intentaran por una vez no ser los protagonistas.

-Tendría más valor si no me lo dijeras mirándome el escote, globulito -le sonrió la bruja- y eso que hoy voy casi más tapada que McGonagall... Aunque tú también estás muy guapa, se nota que eres casi hija nuestra.

La chica se alejó entre halagada y desesperada con sus indecentes flirteos y volvió a ocupar su puesto de dama de honor. Los gemelos avisaron a la bruja de que le habían guardado un sitio entre ellos y Sirius la acompañó hasta el asiento. Para cumplir el deseo de Harry, Saiph se mudó al hombro de su padrino y se acomodó ahí (fue sobornado con grajeas de chocolate y aún así propinó varios mordiscos). Sirius le soltó la mano a la mortífaga con reticencia y volvió junto a su ahijado. Por mediación de los gemelos, Bellatrix y Tonks aprovecharon la proximidad para establecer una tregua: sabían que Sirius las adoraba a las dos y decidieron hacerlo por él. La mortífaga dio gracias de que su hermana no hubiese acudido, su traición no pensaba perdonarla jamás.

Un minuto después apareció Ginny con un vestido blanco de raso con una pequeña cola, romántico y sencillo. Llevaba el pelo recogido en un moño y estaba preciosa pero... Hermione no pudo evitar mirar de reojo a Bellatrix que le devolvió la mirada con un gesto de superioridad como diciendo "Soy lo más impresionante de este lugar". La chica puso los ojos en blanco y disimuló una sonrisa. Bellatrix le guiñó un ojo y le lanzó un beso. La castaña se sonrojó. Miró de reojo a Pansy que, sentada entre Millicent y Neville, la vigilaba con el ceño fruncido sin entender por qué se ruborizaba. La castaña se alegró internamente de ser por una vez la causante de los celos y no al revés.

La ceremonia fue breve y bonita, los novios se dieron los votos (no hubo espiral ni rituales mágicos ya que Harry era mestizo) y seguidamente el sí quiero. Saiph le entregó las alianzas a Harry -ignorando por completo a la pelirroja- y el chico se emocionó visiblemente. Desde el hombro de Sirius, el dragoncito miró a Bellatrix como diciendo: "¿Has visto lo bien que lo he hecho, mami?". Al instante la mortífaga asintió con una enorme sonrisa. Sirius le rascó la barriga mientras el oficiante daba permiso a los novios para besarse. Obedecieron y la ceremonia terminó entre llantos de emoción y aplausos. Los recién casados salieron los primeros camino al banquete y el resto de invitados les siguieron. Sirius recuperó la mano de Bellatrix y Lupin se les unió. Le alegraba ver que Nymphadora parecía muy feliz con Fred, no merecía menos, pero eso le hacía sentirse aún más solo.

-¿Cuándo vas a venir a visitarnos, cortarrollos? -le preguntó la bruja burlona- Quiero presentarte a una de mis dragonologistas que es igual que tú: pesimista, moralista y... comparte tu pequeño problema.

Lupin la miró sorprendido, no sabía de ninguna ninguna mujer con licantropía. Al moreno también le interesó: conocía a la mayoría de dragonologistas e ignoraba ese dato. Le preguntó a Bellatrix cuál de ellas era. "Cindy, la que le regaló a Saiph su peluche del lobo" respondió la bruja. Sirius hizo memoria.

-¿La rubia de ojos violetas? -preguntó sorprendido- Está demasiado buena para Lunático...

-¡Oye! -protestó su amigo golpeándole en el brazo- ¿Por qué ibas tú a ayudarme a...?

-Para devolverte el favor -le cortó la bruja- ¡Tú apoyaste nuestra relación desde el principio!

El ex profesor bajó la mirada avergonzado pero Bellatrix siguió:

-Si no te hubieses negado con tanta intensidad y no le hubieses repetido a Siri lo mala idea que era, no habría querido casarse conmigo. Habría pensado que si nuestro matrimonio no le convertía en un rebelde descarriado y temerario no merecía la pena y se hubiese buscado a otra más zumbada. A Umbridge o algo así...

Sirius resopló, sonrió y la atrajo hacia sí. "No existe nadie más zumbada que tú, vida mía" le susurró al oído. Lupin les preguntó a ese respecto si alguien había sabido algo de la antigua Suma Inquisidora. La mortífaga comentó que había oído que un centauro cojo la había adoptado como mascota.

-¿Es importante el dato de la cojera? -inquirió Lupin.

-Lo es -aseguró la bruja-. Como apenas puede andar, lo que más le gusta es pasar el día jodi...

"¡Vaaale!" la cortó el hombre-lobo que no quería escuchar el final para no tener pesadillas. Sirius rió de nuevo sorprendido y no comentó nada: sospechó que si su mujer lo sabía era porque había tenido algo que ver. Pero esa arpía torturó a su ahijado, así que todo maravilloso.

La comida también salió bien. Para alivio de todos, Bellatrix ignoró a los Weasley pero no atacó a nadie. Ayudó mucho que Harry hubiese diseñado un menú especial para su pequeñín y le hubiesen colocado su propio asiento entre ella y Sirius en la mesa presidencial. El animago vio evidente que eran la familia perfecta. Por su parte, Hermione y Pansy se sentaron en una mesa con sus excompañeros. Aunque la mayoría eran gryffindor, la chica les había presentado a su novia y la habían acogido con amabilidad olvidando antiguas rencillas. Pareció trabar especial amistad con Neville, pese a lo opuesto de sus personalidades. Cuando la comida terminó ya era de noche. Salieron al exterior a disfrutar de la brisa nocturna con diferentes cócteles mágicos.

Hermione estaba hablando con los recién casados cuando vio al fondo a Pansy con Neville. Se dio cuenta de que su novia pretendía ponerla celosa, porque no era normal en ella acariciarle el brazo o sonreírle coqueta a absolutamente nadie. Y menos susurrar cosas al oído del desconcertado gryffindor... Se disculpó con sus amigos y se acercó a ellos. A medio camino se detuvo. No quería ser la típica novia celosa, pero tampoco le gustaba que la slytherin disfrutara tanto con aquel juego de hacerla rabiar. Sabía que ella sería incapaz de pagarle con la misma moneda. O eso creía. Cuando la sabelotodo estaba dispuesta a fingir desinterés, notó como alguien que había presenciado la escena juntaba sus labios con los suyos y la besaba con detenimiento. Pansy apartó a Neville de un manotazo y abrió la boca sin dar crédito.

A la castaña le costó poco reconocer esa boca y el misterioso perfume que nubló sus sentidos. Con una consciencia bastante atenuada le pasó a la bruja un brazo por la espalda y juntó su cuerpo al suyo. Quería a Pansy, claro que sí, y estarían juntas durante mucho tiempo. Y también estaba Sirius, a quien adoraba y temía: estaba loco por su esposa en todos los sentidos. Pero había echado tantísimo de menos a su amante favorita... Sintió como Bellatrix le acariciaba la mejilla y el pelo con un cariño que nunca antes le había mostrado. Su boca sabía a chocolate y champán y Hermione sintió algo muy parecido al éxtasis. Cuando la bruja finalmente se separó, le sonrió de oreja a oreja. Ella no supo cómo reaccionar. Le estaba costando horrores volver a la tierra. Su novia fue más rápida en actuar. Se acercó a ellas con grandes zancadas dispuesta a defender su orgullo.

-¿¡PERO qué...!? -bramó la joven.

Más bien bramó la primera palabra. La segunda apenas la balbuceó. Bastó una mirada de la mejor lugarteniente de Voldemort para que perdiera toda su rabia y coraje. Bellatrix se relamió lentamente sin dejar de mirarla a los ojos. "¿Querías algo?" le preguntó con una sonrisa torcida. La chica abrió y cerró la boca varias veces. Hermione sabía que debía intervenir, debía salvar a su novia y frenar a la mortífaga. Pero no fue capaz. Por un lado, aún estaba aturdida y por otro, estaba disfrutando cruelmente. Estaba segura de que después de aquello Pansy se abstendría de coqueteos, se lo había buscado ella sola.

-Ma... Madame.... -balbuceó la morena.

Ni siquiera pudo elegir un apellido. En su cabeza sonaba el temido "Lestrange", pero sabía que ahora era "Black"; lo cuál le daba más miedo porque esa familia era aún más poderosa y trastornada. Para su terror, Bellatrix se acercó a ella y a escasos centímetros de su rostro murmuró con frialdad:

-Escúchame bien, mocosa: no eras lo suficientemente buena para mi sobrino y tampoco lo eres para mi sangre sucia. Como me entere de que le haces daño de alguna forma, el más mínimo daño, puedes estar segura de que habrá consecuencias. ¿Me he expresado con suficiente claridad?

-Sí.. sí, madame -contestó la chica con un hilo de voz.

La mayor le dirigió una última mirada de desdén y se alejó en busca de más alcohol. Se giró una última vez y le guiñó el ojo a Hermione. Aprovechando que Pansy seguía con la mirada fija en la hierba intentando dejar de temblar, la sabelotodo le dirigió a la duelista una mirada de profunda gratitud. Eso era lo que le gustaría que sus propios padres o sus amigos hubiesen hecho. De una forma u otra, amaba a esa mujer. Por desgracia, Sirius también la amaba y había presenciado la escena estupefacto. Se acercó a su esposa y la agarró del brazo.

-¡¿Se puede saber qué acabas de hacer?!

-Asegurarme de proteger a nuestra hija adoptiva -respondió la bruja altiva-, ya que no lo has hecho tú, he tenido que ocuparme yo. No la he criado y entrenado durante meses para que ahora se aprovechen de ella.

-¡Oh, genial! ¿¡Y comerle la boca es la clase de cosas que haces con nuestra hija!?

-Tienes razón... -murmuró la bruja alicaída- No ha sido adecuado... ¡A partir de ahora me abstendré de toda forma de incesto!

Sirius suspiró con desesperación ante su sonrisa burlona. Reconoció internamente que el cariño y la preocupación que la bruja sentía hacia una sangre sucia era un maravilloso milagro. "Te odio, loca" le espetó. "Yo también te odio, idiota" susurró ella sonriente. Era su forma favorita de decirse que se querían. Varios metros más allá, por fin Pansy recobró el valor e interrogó a su novia. Entendió que esa era la misteriosa primera novia, a ella correspondía la "B" grabada en su antebrazo. Bellatrix Black, la slytherin más famosa, prácticamente la bruja oscura más famosa, la mortífaga más temida... ¿Cómo era posible que la buena e inocente Hermione Granger hubiese estado con ella?

-Ya sabes -respondió Hermione como si fuese obvio-. Nunca he conocido a nadie que esté tan buena como ella, es muy inteligente, increíblemente valiente... me ponen mucho esas cualidades y son difíciles de encontrar. Así que le pedí que me enseñara a follar, aunque me advirtió que después de estar con ella todo iría cuesta abajo, evidentemente.

El esfuerzo que hizo para no reírse de la expresión de su novia fue supino. La slytherin no sabía si abofetearla o pedirle un autógrafo. Aunque le apetecía más la primera opción, podía ser cobarde pero no estúpida: la amenaza de la mortífaga había sido muy clara. Y temía y admiraba a aquella mujer a partes iguales. Así que simplemente agarró a Hermione con brusquedad y la besó con rabia. El beso fue fiero y pasional y tuvieron que apoyarse contra un árbol mientras se metían mano. Cuando Pansy paró para coger aliento preguntó: "¿Estás pensando en ella?". Antes de que Hermione pudiera responder, la morena añadió: "Yo desde luego sí". No hubo tiempo a réplica porque la chica volvió a atacar sus labios. Solo pasados varios minutos decidieron salir a la pista de baile para intentar enfriar un poco la pasión y no desnudarse ahí mismo.

Sirius estaba decidiendo con Lupin cuando iría a visitarlos a Estocolmo cuando Harry le pidió si podían hablar un momento a solas. Al momento el hombre-lobo se alejó. Caminaron juntos hasta un bosque cercano contemplando las libélulas que pululaban en la noche. Al fin, cuando estaban lo suficientemente alejados del resto, Harry extrajo algo de su bolsillo y miró a su padrino.

-Creo que es el momento de deshacerse de esto. Ahora tengo mi propia familia y es peligroso remover el pasado.

Con ciertos reparos porque su moralidad era mucho más liviana que la de su ahijado, Sirius mostró su aquiescencia. Había olvidado aquel objeto que salvó su vida. "Pero antes, una última vez..." murmuró el chico. Apretó en su mano la piedra de la resurrección y los fantasmas de sus padres aparecieron junto a él igual que lo hicieran durante la guerra.

-Tengo que despedirme, de momento... -sonrió Harry con tristeza-. Pero quiero que sepáis que soy feliz y os tengo presentes cada día de mi vida.

-Lo sabemos, Harry -respondió su madre con dulzura-. Estamos muy orgullosos de ti, del hombre en que te has convertido. Y volveremos a vernos.

-Recuerda que siempre estaremos contigo, hijo -aseguró James.

La sonrisa del chico se hizo más amplia y sincera. Sirius contemplaba la escena fascinado de volver a ver a su mejor amigo. Su antiguo compañero no perdió la oportunidad de bromear por última vez:

-Vaya, vaya, Canuto -le reprendió James-. Te veo muy contento, ¿te da igual que tu mejor amigo esté muerto?

-Oh, ¡cállate! -se quejó Sirius- ¡Me tragué doce años en Azkaban porque no supiste defenderte y luego me volví loco hasta que la rata murió!

-¡Tú ya estabas loco antes! -replicó su amigo.

Ambos rieron, a ninguno le hizo falta añadir nada más. Harry y su madre se miraron sin saber si regañarles por lo brutos que eran o sonreír por su eterna complicidad. Fue Lily la que tomó la palabra y se dirigió a su antiguo compañero de colegio.

-Gracias por cuidar tan bien de nuestro hijo, eres el mejor padrino que podíamos haber elegido -aseguró ella.

El aludido asintió y confirmó con orgullo que así era. El padre de Harry, que incluso más allá de la vida seguía conociendo al animago mejor que nadie, decidió rebajar la emotividad del momento:

-Así que al final conseguiste tirarte a tu prima, ¿eh?

-¡Eh! ¡No hables así de mi mujer!

-¿¡QUÉ!? ¿¡Te has casado con ella!?- exclamó Lily horrorizada- ¡Pero si esa chica siempre estuvo trastornada y....!

-Sí -la cortó James-, Bellatrix siempre fue una pirada, engreída, vanidosa, descarriada y peligrosa... Exactamente igual que nuestro querido Canuto.

Su mejor amigo no tuvo claro si maldecirle o darle las gracias. Optó por su sonrisa arrogante emblema de los Black. James también sonrió con superioridad. Lily sacudió la cabeza y añadió finalmente:

-El mundo está peor de lo que pensaba si podemos afirmar que Sirius es el responsable y maduro de su matrimonio.

Todos se rieron y asustaron a partes iguales. Los dos merodeadores se miraron y se dirigieron un solemne "¡Travesura realizada!". Harry se despidió de sus padres y el hechizo se desvaneció. Padrino y ahijado permanecieron unos minutos en silencio, sin necesidad de comentar la magia y altamente impactados por volver a ver a esas dos personas que tanto querían. Decidieron que tenían que superar el shock, era el momento de deshacerse de la reliquia. Justo entonces oyeron que alguien se acercaba canturreando y dando saltos por el bosque. No había duda de quién era. Al poco apareció Bellatrix jugando con Saiph. Miró a los dos hombres que seguían conmovidos tras el encuentro. Saltó sobre la espalda de Sirius y les preguntó que qué hacían. El animago pasó un brazo para sujetarla pero no supo bien qué responder.

-¿Qué os pasa? -se extrañó la mortífaga- Parece que hayáis visto un fantasma...

Ambos abrieron los ojos como bludgers y la miraron sorprendidos por la acertada metáfora. Ella soltó una carcajada.

-Saiph os estaba espiando y ha venido a contármelo. Menos mal que me lo he perdido, seguro que ha sido más empalagoso que un vómito de unicornio -comentó alegremente-. No te ofendas, Potter, tus padres nunca me cayeron bien. Aunque me hubiera gustado derrotar a James en un duelo... pero cada vez que intentaba luchar contra él, este idiota estaba en medio -comentó apoyando la barbilla en el hombro de Sirius.

El animago puso una mueca de indiferencia y miró hacía otro lado intentando dar la impresión de "Sí, sí, fue casualidad. Nada que ver con mi obsesión contigo". La bruja se cansó de la falta de respuesta y gritó al oído de su marido: "¡Ven a bailar para humillar al resto!". Tras darle un golpe en las costillas por dejarle sordo, aceptó encantado y le pidió que le diera un minuto para terminar un asunto con Harry. Sabía que después de lo vivido, ambos necesitaban reunir coraje para deshacerse de la piedra. La mortífaga aceptó pero no se movió.

-Necesito que bajes de mi espalda, Trixie.

-De acuerdo, Siri, pero para eso tendrás que quitar la mano de mi trasero.

El merodeador, avergonzado al darse cuenta de que su ahijado seguía ahí, la soltó. La duelista bajó, se alejó para darles privacidad y volvió a centrarse en sus juegos con Saiph. Sin ser capaz de borrar la sonrisa, el animago la observó marcharse dando saltitos y se le ocurrió una idea. No tuvo claro si buena o mala... Pero sabía que era lo único de lo que Bellatrix se había arrepentido en toda su vida y creyó que la haría feliz. Le pidió el favor a Harry. Tras meditarlo un poco, el chico se lo concedió y volvió a la celebración. Sirius le mandó un patronus a la bruja que reapareció trotando pocos segundos después.

-¿Vamos? -preguntó sonriendo.

-Una cosa antes -dijo él colocando la piedra en su mano.

Ella le miró sin entender.

-Solo apriétala y podrás despedirte.

En cuanto lo comprendió, le miró estupefacta y casi con temor. Dejó de sonreír. Intentó devolverle el objeto de inmediato: "No, no, no quiero...". Él la miró con cariño y la agarró por la cintura para que no huyera. La obligó a mirarle a los ojos y ella supo que no se iba a rendir. Así que se lo explicó:

-No quiero. Le decepcioné, fui a la cárcel y no estuve en sus últimos años. Seguro que se avergonzó y dejó de estar orgulloso de mí -murmuró sin mantenerle la mirada.

-Bella... Bella, mírame.

Obedeció.

-Tu padre no era un hombre fácil, ni dulce, ni cariñoso. Era un patriarca de sangre pura como el mío y tantos otros. Pero nunca he visto a un miembro de una familia noble querer tanto a alguien como él te quería a ti, aunque jamás te lo dijera. Dudo mucho que eso cambiara nunca... pero puedes comprobarlo tu misma -comentó extendiéndole la piedra de nuevo.

Dudó durante varios minutos. Al final, sabiendo que su marido tenía razón y que ella era de todo menos cobarde, apretó la piedra en su mano y pensó en la persona a la que más había querido en su infancia. Sirius hizo ademán de retirarse para darles privacidad pero la bruja le suplicó que se quedara junto a ella. Él la abrazó por la espalda y la besó en el cuello sin moverse de su lado. Pocos segundos después, Cygnus Black III apareció ante ellos. La mortífaga no acertó a decir nada. Simplemente le miró y por primera vez en mucho tiempo, lloró. Lo único que acertó a decir fue "Papi...". Sonó profundamente triste. Su padre tardó un rato en responder mientras contemplaba a la que fue su hija favorita.

-Siempre estuve orgulloso de ti, Bella -respondió al fin-. Nadie tuvo nunca la pasión que tenías tú, tu fuerza y tu capacidad de sacrificio. Luchas hasta el final, asumes las consecuencias y nunca agachas la cabeza ante nadie. Eres una auténtica Black, la mejor de todos.

-Te fallé, papi. Fui a Azkaban, te avergoncé...

-Gracias a tu hermana y a tu primo, el término deshonra se devaluó hace mucho para los Black -comentó el hombre con sorna-. Jamás me avergoncé de ti, siempre supe que sobrevivirías y te abrirías camino.

Bellatrix abrió mucho los ojos mirándole con devoción. Cygnus continuó hablando con su voz grave y profunda:

-Y mírate ahora. Eres la bruja más poderosa del mundo, la mejor duelista, siempre lo fuiste. Incluso has cumplido tu sueño de tener un dragón, hasta yo te dije que eso jamás lo conseguirías.

Saiph rugió y desplegó las alas orgulloso sobre el hombro de su ama. Bellatrix rió en medio de su llanto. En ese momento, su padre apartó la mirada y se dirigió a su yerno. Por mucho que solo fuese un espectro, aquel hombre seguía infundiéndole más temor que su propio padre.

-Y tú, traidor de sangre, más te vale cuidar a mi niña.

No necesitó más para hacer temblar al arrogante Sirius Black, que asintió de inmediato y respondió: "Sí, señor. Por supuesto, señor". Cygnus asintió lentamente como comprobando la veracidad de sus palabras. Pareció quedar satisfecho y finalmente decidió que era el momento de despedirse de su hija. "Te quiero, estrella" aseguró desvaneciéndose.

-Te quiero, papi -susurró ella.

Cuando hubo desaparecido del todo, Bellatrix cerró los ojos sin parar de llorar y abrazó a Sirius. Él la protegió entre sus brazos y estuvieron así varios minutos. Después, Bellatrix se secó las lágrimas y contempló la piedra de la resurrección. "¿Seguro que tenemos que deshacernos de ella?" preguntó. Sirius sonrió y la besó en la mejilla recuperando el objeto y dejándolo caer en la tierra. Le preguntó si estaba lista para volver, ella asintió y emprendieron la vuelta. "Gracias, Siri" le susurró al oído. Él la besó de nuevo y la cogió de la mano.

Por supuesto bailaron con más elegancia que nadie y hasta Molly y Arthur se retiraron de la pista derrotados. Pansy y Hermione hacía rato que habían desaparecido en busca de intimidad. Los Black danzaron juntos hasta que Harry le preguntó a Bellatrix si le concedía un baile. "Prometo no pisarte esta vez" murmuró el chico. "Más te vale, Potter, o la pelirroja se queda viuda antes de su noche de bodas" le amenazó ella. Harry asintió con nerviosismo y le ofreció su mano. La mortífaga la aceptó y tuvo que reconocer que había mejorado bastante, aunque obviamente era todo mérito suyo. Sirius los contempló sin dejar de sonreír sabiendo que ambos lo hacían por él.

Un par de horas después, Harry y Ginny se aparecieron en un hotel del centro de Londres desde donde saldrían al día siguiente a su luna de miel en México. Bellatrix había acabado con las reservas de whisky de la fiesta y había bailado con Luna una extraña danza para ahuyentar nargles durante más de media hora. Decidió buscar a su marido a quien había perdido hacía rato. Lo encontró en una zona algo alejada, tumbado en uno de los sofás de jardín que habían dispuesto para la fiesta. Sobre su estómago descansaba Saiph a quien estaba enseñando las constelaciones. La bruja contempló la escena embobada antes de acercarse.

-Y esa es el can mayor -le explicaba el animago-, ahí está mi estrella, claramente es esa. Esa otra es la constelación de Orión, esa es la estrella de mamá, la que más brilla. La de al lado es la tuya.

El dragoncito miraba hacia el cielo con interés mientras su padrino hablaba con tono profesional:

-Esa otra constelación es la del hipogrifo cojo, ¿ves que tiene una pata de menos y está como caído? Es porque una vez tuvo una batalla contra un dragón de ojos azules y obviamente perdió.

Saiph rugió con alegría. La bruja no pudo evitar reírse, Sirius no había dado ni una. Se acercó junto a ellos y los contempló con cariño.

-En verano el can mayor es invisible en esta latitud -aseguró ella- y durante estos meses Orión no puede verse en este hemisferio. Y por supuesto todas las demás te las has inventado.

Sirius le dirigió una mirada de reproche y masculló: "Trixie, no me dejes mal delante de nuestro hijo". La bruja reprimió las ganas de gritarle que le amaba con todas sus fuerzas. No hizo falta, él lo sabía con solo mirarla. Se tumbó junto a él y Saiph se reacomodó sobre ambos mientras la bruja invocaba una manta para taparlos a los tres.

-Está bien -susurró ella- Sigue contándonoslo.

El hombre la estrechó junto a su cuerpo y continuó inventándose las constelaciones sin reparo alguno. Pronto, los tres se quedaron dormidos justo en el lugar donde el juramento inquebrantable unió sus destinos.

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