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Capítulo 38

Cuando superó la angustia de la aparición del traslador, Sirius miró a su alrededor. Los contornos se fueron dibujando poco a poco. Se hallaban cerca de la Torre Eiffel, a orillas del Sena. Era de noche, miles de lucecitas iluminaban la capital francesa y en algún lugar un violinista acariciaba con su arco los compases de un valls. Corría una agradable brisa húmeda por la proximidad del río y la luna en cuarto creciente completaba la estampa de la ciudad más famosa del mundo. Apenas había transeúntes. Sirius contempló lo que sin duda resultaba más hermoso del lugar sin saber qué decir. No se atrevió a besarla por mucho que lo deseara, sabía que Bellatrix no estaba segura de sus intenciones.

-¿Qué ha cambiado desde que me dejaste? -preguntó la slytherin con suavidad pero también con cierto recelo.

-Me dijiste que buscara una causa por la que merezca la pena morir. Solo he encontrado una y eres tú. Así que tendré que aceptar tus locuras de poder... pero con calma. Y como te pase algo y te mueras, te mato; no sé cómo, pero te juro que lo haré -aseguró con firmeza-. De momento quiero casarme contigo, que seas mi familia de todas las formas posibles. No veo el inconveniente. Somos dos adultos libres, pertenezco a la familia de sangre pura más antigua y noble de Inglaterra y no tienes ni que cambiarte el apellido -comentó medio en serio medio en broma- ¿No te parece bien?

La bruja se perdió en sus ojos grises durante unos segundos. Saiph, oculto dentro de su capa, sacó la cabecita a ver qué pasaba. Finalmente, Bellatrix asintió con una sonrisa tímida nada habitual en ella y le dijo que luego hablaban, llegaban tarde a la cena. Le cogió de la mano y bajaron hasta un elegante restaurante a orillas del río. Le explicó con rapidez que la habían invitado la Ministra de Magia de Francia y el presidente de la Comisión Europea de Magia que también era francés. Eso último despertó una nueva angustia en el animago: cuando debió estudiar ese idioma, se hallaba muy ocupado huyendo de su familia y haciendo gamberradas con sus amigos. Así que recordaba poco y seguro que su prima lo dominaba perfectamente, su madre era francesa...

-¡Ah, Madame Black, la esperábamos! -exclamó el maître guiándolos hacia la mesa.

Viendo que hasta el camarero iba de etiqueta, Sirius se dio cuenta de que su look de expresidiario sexy rebelde desentonaba mucho en ese ambiente tan lujoso. A pesar de todo, su vanidad siempre se abría camino. Frenó a su prima -cuyo vestido encajaba de sobra- y le comentó que igual no iba adecuado a las circunstancias. La mortífaga frunció el ceño, le miró de arriba abajo y comentó: "Yo te veo bien". Sirius no pudo evitar sonreír, sabía que ese estilo le encantaba a Bellatrix, pero eso no lo hacía más elegante.

-Sé que soy un bellezón y tengo un pelo envidiable -empezó Sirius-, pero cuando me llevaste a la cena esa de la Fiesta de la Ascendencia tuve tiempo de arreglarme más...

La bruja se perdió en el recuerdo por unos segundos mientras seguían caminando hacia la mesa y al rato murmuró: "Ahora es verdad". El animago le preguntó a qué se refería.

-En esa cena le dijimos a la gente que eras mi prometido e íbamos a casarnos en una ceremonia íntima en un santuario de dragones. Ahora nos vamos a casar y he montado un santuario de dragones en casa...

Sirius lo pensó y se le olvidó hasta el drama de su ropa. Cuando llegaban a la mesa en la que ya aguardaban sus anfitriones, se acercó a ella y le susurró al oído: "Te quiero, Trixie". Ella sintió un escalofrío de placer y seguidamente recuperó su gesto altivo para saludar a la ministra y al presidente de la Comisión. Les presentó a su prometido y a su hijo y ambos respondieron con efusividad asegurándoles que era todo un honor tenerlos en su país. Poco tardó el animago en confirmar que la slytherin hablaba francés prácticamente a nivel nativo, a veces la odiaba por ser tan buena en todo... Él comentó lo justo con bastante acierto y se dedicó a escuchar y a acariciar la mano de la bruja bajo la mesa hasta que llegó la comida.

El animago no entendía el propósito de esa reunión. Era evidente que ambos mandatarios estaban fascinados con Bellatrix, pero no comprendía qué sacaba ella aparte de la cena gratis. Hasta que escuchó al hombre asegurarle a la bruja que sería un honor que formase parte de la Comisión Europea de Magia, él mismo le cedería la presidencia si era necesario. La Ministra le suplicó que aceptara, que todos los miembros estaban seguros de que como mucho en un año la propondrían para el Consejo Mundial y con sus ideas y su pasión el mundo mágico iría mucho mejor. Con un cinismo muy propio de los Black, la duelista comentó que no estaba interesada en política, que necesitaba tranquilidad. Sirius estaba a punto de soltar un comentario irónico cuando sintió la mano de su prima en su entrepierna, no en un gesto erótico sino amenazante. "O cierras la boca o va a ser una velada muy incómoda para ti" fue el significado de aquel movimiento. El animago obedeció y la mortífaga bajó la mano a su rodilla.

"¿De verdad quiero casarme con la única persona capaz de manipularme con tanta facilidad?" se preguntó el gryffindor. Se contestó que sí, ya que ejercía tanto poder sobre él, mejor tenerla de su parte. Cuando terminó su reflexión, Bellatrix ya había aceptado -solo por hacerles un favor a sus anfitriones- el puesto en la Comisión Europea. Iba a dominar el mundo y se lo estaban poniendo en bandeja. Decidieron brindar para celebrar el nuevo cargo. Tras entrechocar su copa con los demás, el merodeador meditó si era inteligente volver a beber. Decidió que podía hacerlo con moderación: una cosa era renunciar a los excesos de antes y otra cosa volverse una persona sobria y racional. Así que disfrutó del carísimo champán francés.

Cuando terminaron de cenar, informaron a los Black de que les habían reservado la suite de un hotel por si no querían volver a Estocolmo esa misma noche; el uso de trasladores era agotador y no se recomendaba su uso muy seguido. Ellos aún no sabían qué hacer pero les agradecieron el gesto y se despidieron. Cuando sus anfitriones se desaparecieron, Bellatrix se giró hacia su primo y le preguntó si prefería quedarse o volver a su mansión de la montaña.

-Prefiero ir a casa, lo he echado mucho de menos. ¿Pero podemos dar antes una vuelta, ya que estamos aquí?

La mortífaga respondió que por supuesto. Mientras paseaban por París, Bellatrix le contó cómo había ido su gira internacional y cómo evolucionaban sus tramas para dominar el mundo (preocupantemente bien). Lo positivo era que al paso que iba no necesitaría ninguna guerra: el mundo se doblegaría ante ella sin problemas. Luego le preguntó qué había hecho él durante esos meses y Sirius le habló de Teddy y del resto de sus escasas actividades. A pesar de que la bruja odiaba a los críos, le dejó contárselo y le escuchó con interés; porque era él, por nada más. Después hablaron de Saiph, de sus planes de futuro y bromearon sobre sus tonterías habituales.

"Trixie" murmuró Sirius cogiéndola de las manos y obligándola a detenerse. Ella le miró con curiosidad. "Quiero hacer esto bien, no te mereces menos" añadió el animago metiendo una mano en el bolsillo y extrayendo una cajita de cuero negro con el emblema de la joyería más cara de Londres. La miró a los ojos con fervor y se declaró en condiciones:

-Bella, toda mi vida he buscado a alguien como tú, que fuera excepcional, que se saliera de lo común y me hiciera sentir que nada importa. Te adoro porque a tu lado parece que yo soy mucho más responsable y razonable, además, eres el único ser humano que tiene una belleza comparable (aunque siempre inferior) a la mía -la bruja sonrió sin dejar de mirarle-. Quiero cuidarte y protegerte y asesinar a todo el que intente tocarte. Sé que ambos llevamos años rotos, pero igual juntos podemos recomponer algo. Así que, Bellatrix Black, mejor duelista del mundo y madre de un monstruito, ¿me harías el honor de casarte con tu primo?

La bruja esperaba el tradicional anillo de pedida de oro con un diamante, pero el que le dio el animago se salía de la norma por completo (buen reflejo de ambos). Representaba a un thestral en oro negro con dos brillantes por ojos. Era hermoso y siniestro, como su nueva propietaria, y hacía juego con los complementos de serpientes y dragones que la bruja siempre llevaba.

-Claro que sí, Siri -respondió quitándose el anillo que del anular para que le pudiera poner el nuevo -Me casaré contigo, seré tu mujer.

-No quiero que seas mi mujer -murmuró él colocándole el anillo-. Quiero que seas mi reina, mi vida entera, mi lugar en el mundo.

-Lo seré -susurró ella besándolo-, conquistaremos el mundo juntos.

El animago había echado tanto de menos aquello... Respondió al beso, la abrazó con fuerza y disfrutó de la calidez de su boca durante varios minutos. "Te quiero, loca" murmuró él cuando al fin separaron sus lenguas. "Te quiero, idiota" respondió ella sin dudar. Sirius se dio cuenta de que era la primera vez que se lo decía. Decidió celebrarlo solo internamente porque si no la bruja era capaz de retirarlo. Le acarició el pelo mientras la vista de la mortífaga se perdía en la noche parisina. Odiaba la capacidad de su primo de lograr que todas esas escenas le quedaran románticas y espectaculares, la hacía sentir que nunca iba a estar a la altura.

-¿Cuánto tiempo llevabas planeando esto?

-En realidad no he planeado nada -confesó el animago-. He ido a tarde a la presentación de tu libro solo por verte. En mi inmensa estupidez creí que no me afectaría, que podría verte y luego largarme. Pero... resulta que he cubierto el cupo de veces que estoy dispuesto a alejarme de ti, así que no quedaba otra que pedirte matrimonio.

-Claro, es lo lógico -rió la bruja-. ¿Entonces cómo llevabas el anillo? -preguntó contemplando la deslumbrante joya.

-Eh... Digamos que lo tengo hace un tiempo y lo llevaba encima como amuleto, no sé, por si surgía la situación... -comentó él mirando hacia otro lado.

-¿Cuánto tiempo?

-¿Recuerdas la noche en que apareciste en Grimmauld Place ensangrentada tras haber matado a los Lestrange?

-Sí... -respondió la bruja extrañada.

-Pues desde la mañana siguiente no... Porque eso sería raro, ¿verdad?

La mortífaga rió de nuevo y sacudió la cabeza. "Haces que parezca que yo estoy cuerda" murmuró. Tras eso, decidieron que era el momento de volver a casa. La morena sacó de su bolso una funda de terciopelo con la runa encantada que los llevó de nuevo a Estocolmo. Les costó un rato largo recuperarse: dos trasladores en la misma tarde provocaban una sensación altamente desagradable. Cuando por fin pudo centrarse, Sirius contempló la montaña de Bellatrix. La primavera había hecho florecer los bosques con árboles de colores fantasiosos, desde dorados a violetas, y se escuchaba el murmullo de la hierba agitada por la brisa nocturna. Los recuerdos de las Navidades junto a Bellatrix emergieron con fuerza. No le importaría en absoluto convertir ese lugar en su hogar para siempre.

-He echado de menos esto -murmuró mientras Bellatrix liberaba a su dragón.

Saiph echó el vuelo y entró a la mansión para molestar a los elfos, su hobby favorito. "¿Es lo único que has echado de menos?" preguntó Bellatrix mirando al animago con una mueca triste cruzando los brazos tras la espalda.

Sirius iba a responder alguna obscenidad pero optó por no perder segundos en ello. Agarró a la bruja y la levantó en brazos. Empezó a besarle y morderle el cuello mientras entraban a la Mansión. Corrían el riesgo de estamparse contra una pared por no mirar, pero bien valía la pena. Una vez en el recibidor, sin separar la boca de su pálida piel, no se vio capaz de subir hasta sus habitaciones en la segunda planta. La bruja no pesaba nada y le encantaba llevarla en brazos, pero la necesidad de ambos no podía esperar tantos escalones. Así que abrió una de las puertas de la planta baja sin ni siquiera saber qué era. El rumor de una cascada y la visión de las paredes de piedra le recordó que era una de las piscinas de agua natural que entraba de los manantiales de fuera. Le pareció perfecto; aunque en su estado también se lo hubiese parecido la alacena de los elfos.

-Yo sí que te he echado de menos... -susurró la bruja arañándole el pecho con suavidad.

El animago dejó que le quitara la camisa -ella lo hacía mucho más rápido- mientras él le desataba los lazos de la espalda para soltar el vestido. Pronto, la ropa interior también dejó de ser un problema. Bellatrix contempló descaradamente la erección de su compañero y se mordió el labio inferior. Sirius se metió al agua mientras ella se recogía el pelo en uno de sus caóticos moños. El agua no estaba muy caliente, pero seguía siendo extremadamente agradable sentirla en su cuerpo después del agitado día.

-Ven conmigo, princesa -murmuró extendiendo el brazo.

Con una elegancia innata, Bellatrix se metió al agua y nadó hasta él. El animago la abrazó y la besó larga y profundamente. Ella respondió apasionadamente gimiendo satisfecha mientras clavaba las uñas en su espalda. Sirius la cogió del culo para levantarla y ella enroscó las piernas en su cintura. Él aprovechó para lamer las gotas de agua de sus pechos y morder y succionar sus rosados pezones. Ella hundió una mano en su pelo sin dejar de arañarle los hombros con la otra. Tras disfrutar de las tetas de su prima, el gryffindor la tumbó sobre la superficie del agua sumergiendo su maravilloso trasero. Se montó sobre su cuerpo dándole tiempo para que, con ayuda de su magia, se estabilizara. La slytherin lo logró en pocos segundos. Y aunque sin duda él estaba preparado para penetrarla en ese mismo segundo, no pudo resistirse y volvió a pellizcar y retorcer los pezones de la bruja con ambas manos. Bellatrix gimió sabiendo que eso aún lo ponía más cachondo y cerró los ojos disfrutando de la sensación. Sirius sabía que si se dejaba usar así y cedía temporalmente el control era porque quería algo cambio. Así que al poco la liberó, se colocó entre sus piernas y utilizó su lengua para succionar el clítoris de la mortífaga.

-Joder, Siri -gruñó ella- ¡Justo así!

El moreno creyó que se iba a correr solo con escucharla. Lamió sus labios vaginales disfrutando de su sabor mezclado con el agua dulce. La mordisqueó con cuidado y la intensidad de sus gemidos aumentó. La sujetó del culo estrujando ambas nalgas mientras seguía chupando. Bellatrix, cansada de chapotear, se liberó. Pasó los brazos por su cuello -porque a esa profundidad a ella le costaba hacer pie- y enroscó las piernas en su cintura. En esa posición, ordenó simplemente: "Tú polla. Ya". Se la agarró con la mano y ella misma introdujo la punta. Sirius la penetró por completo de un empujón. Él empezó a embestir salvajemente, más de lo que le hubiera gustado, pero llevaba meses muriéndose por estar de nuevo dentro de ella. Y desde luego la slytherin no se quejó, le encantaba hacerlo brusco.

-Joder, Bella, estás tan estrecha para mí...

Estaba estrecha, caliente y completamente húmeda, no solo de agua. La bruja se agarró con más fuerza a sus hombros mientras le mordisqueaba el cuello. Aún así, separó su boca para responder. "Calla y fóllame bien, que me has tenido meses a dos velas, maldito idiota" gruñó ella sin dejar de moverse sobre sus caderas. Sirius apenas la escuchó, le encantaba la sensación de su cuerpo húmedo contra el suyo. Sin quitar la mano que tenía en su trasero para sujetarla, utilizó la otra para acariciarle la espalda. A los pocos segundos él le advirtió de que se iba a correr, no podía aguantar más. Sintió como los músculos de la vagina de su prima se contraían con fuerza: estaban de acuerdo. Ambos se corrieron gritando y gimiendo para sellar su compromiso, así, con romanticismo.

A pesar del moño, varios mechones sueltos le caían a Bellatrix por la cara mientras jadeaba en el éxtasis post orgasmo. Sirius parecía incluso más agotado por haber tenido que hacerlo de pie en el agua sujetándola, pero a la bruja le dio igual.

-Como te decía, me abandonaste aquí y me debes varios polvos, así que apañátelas para que se te ponga dura otra vez -comentó con tono burlón.

El hombre la miró sin saber cuándo sería capaz de reponerse. Le fascinaba que fuese tan femenina y salvaje a la vez. La mortífaga se apartó el pelo de la cara y al hacerlo se quedó contemplando su nuevo anillo. Para ella el dinero no significaba nada, pero se dio cuenta de que a Sirius le habría costado más que su propio apartamento. Así que juzgó que le debía una... además, le encantaba hacerlo.

-Siéntate ahí - ordenó la bruja señalando el suelo de roca que rodeaba la piscina.

El animago obedeció porque no tenía fuerzas ni para protestar. A pesar del agotamiento, la imagen de su prima emergiendo del agua con los largos mechones oscuros cubriéndole el pecho como una siniestra sirena bastó para que su cuerpo entero se reanimara. La bruja le acarició con suavidad y la flacidez se perdió casi por completo. En cuanto se metió la punta entre sus labios, el endurecimiento fue notable. Bellatrix fue chupando poco a poco, mirándole a los ojos y acariciándosela con las yemas de los dedos. Sirius deseaba metérsela hasta el fondo de una vez, pero sabía que no era él quien mandaba y si lo intentaba, no le dejaría correrse. La bruja vio la lucha en sus ojos y sonrió internamente. Era capaz de mantener el poder en cualquier situación, ambos lo sabían.

-Bella, por favor... -suplicó él.

Ella se apiadó y se la introdujo casi entera a pesar de su notable tamaño. Cuando se acostumbró a la sensación, succionó con ganas mientras la acariciaba con su lengua. Y en mucho menos tiempo del que le hubiera gustado, entre gruñidos Sirius la avisó de que se iba a correr. Al instante, ella separó sus labios y le miró con inocencia.

-Fuiste malo y me dejaste. Me dijiste que estaba loca y que no valía la pena estar conmigo... -susurró ella con ojitos lastimeros.

Sirius quería darse cabezazos contra las paredes de roca. ¡Buen momento para discutir aquello! Sabía que aunque fuese verdad y eso le hubiese dolido, lo que ella deseaba era que suplicara. Él nunca lo había hecho, pero tenía claro quién era su excepción. Así que suplicó, le aseguró que había sido idiota y no la merecía y que cualquier cosa valdría la pena por estar con ella. Ella ladeó la cabeza como meditándolo y al rato, cuando el animago pensó que iba a tener que terminar él solo, la bruja preguntó: "¿Dónde quieres acabar, en mi boca o en mi coño?".

-¿No pueden ser ambas? -preguntó él.

La bruja rió y volvió a succionar con ganas. Segundos después, llegó el orgasmo. Ambos coincidieron en que era cómodo hacerlo en una piscina: podían limpiarse al momento. Sirius volvió al agua pero apoyándose en la pared para recuperar el aliento.

-Eh, eh, no te relajes -advirtió ella-, que me has dicho que también querías acabar en mi coño.

El mago intentó decir algo pero le faltaba el aliento. Además no sabía si llamarla loca o gritarle que la amaba con todo su ser. La bruja nadó hacia la orilla, cogió su varita y contempló el agua dulce de la piscina. Volvió hacia Sirius y le besó.

-Siempre he querido follar bajo el agua.

-Eso es físicamente imposible, Bella -jadeó él aún sin aliento-. Aunque puedas respirar con el encantamiento burbuja, no se puede...

"Yo creo que sí. Basta con reducir la densidad del agua para que el empuje sea menor" murmuró la morena mientras cogía su varita. Él la dejó probar mientras recuperaba algo de fuerza. No estaba nada seguro de ser capaz de hacerlo una tercera vez. Menos mal que llevaba toda la vida entrenando para ello... Cuando la slytherin cesó de murmurar conjuros, sin darle tiempo a preguntar, se enroscó en su cuerpo y le empujó hacia abajo. La piscina tenía una profundidad de unos tres metros y casi alcanzaron el fondo. El hombre se dio cuenta de que, increíblemente, funcionaba. Podrían mantener la posición y respirar -más o menos-. Sabía que esos hechizos que manipulaban las leyes físicas eran extremadamente complicados. "¿Cómo puede ser tan brillante?" se preguntó. Se arrepintió de haber perdido su juventud convirtiéndose en animago y no practicando hechizos para mejorar su vida sexual. Hasta que se dio cuenta que tenía asuntos más urgentes de los que ocuparse. A pesar de la dificultad, consiguieron cumplir el sueño de la mortífaga y correrse los dos bajo el agua.

Cuando terminaron, salieron y Sirius creyó que iba a morir, nunca se había sentido tan agotado. Pasaron un rato abrazados en el suelo de roca de aquella especie de cueva para recuperar la movilidad. Cuando al fin lo consiguieron, en un último esfuerzo, subieron a la habitación de la bruja y se metieron en la cama. Se durmieron de inmediato.

Hermione sin embargo pasó dos días descansando mal y bastante intranquila. No sabía si había sido buena idea aceptar la cita con Pansy. Por un lado, deseaba que realmente hubiese una justificación para su comportamiento; con que admitiera que era una cría egoísta e inmadura le valdría. Pero dudaba mucho que la orgullosa slytherin fuese a confesar algo así... Varias veces estuvo a punto de anularlo. Finalmente decidió que no perdía nada por ir, como mucho reavivar algunos sentimientos que le había costado desterrar...

El día en cuestión se planteó hasta la ropa que debía llevar: ¿Un vestido elegante? ¿La minifalda que le regaló? "Por Dios, Hermione, ¡que la que se tiene que esforzar es ella!" se regañó internamente. Se puso los vaqueros con una camiseta y deportivas para parecer lo más muggle posible, que se aguantara. Incluso decidió llegar diez minutos tarde para hacerla esperar. Con lo que no contó fue con que su compañera optó por retrasarse un cuarto de hora.

-¡Ya estoy! -exclamó Pansy alegremente- ¿Llevas mucho tiempo esperando? -preguntó con falsa preocupación.

Hermione le dirigió una mirada desdeñosa. Mal empezaban. Se encogió de hombros mientras la morena escrutaba su look. Una reprimió la mueca de desprecio ante la vulgaridad de su atuendo y la otra le pidió con hastío que fuese al grano. Pansy le indicó que al menos la dejara sentarse. Eligieron una mesa en un rincón y cuando el camarero acudió a tomar nota, la slytherin pidió una cerveza de mantequilla y la gryffindor el vino más caro de la carta. La morena miró a Hermione frunciendo el ceño, sabia que no solía beber y menos a las cuatro de la tarde.

-Vas a pagar tú -la informó la castaña-, así que he supuesto que querrías estirarte.

Pansy puso los ojos en blanco. Pero finalmente murmuró: "Vale, no eres tonta. Entiendo que aproveches la situación cuando por fin tienes una amiga con poder adquisitivo". La sabelotodo chasqueó la lengua con fastidio, su compañera tenía un don para entrelazar cumplidos con insultos. Mantuvieron un incómodo silencio hasta que les sirvieron las bebidas. Dando un sorbo al vino (que a Hermione le supo igual que los del supermercado muggle), le exigió que hablara de una vez. La morena no parecía saber cómo abordar el tema, pero se lanzó a ello para quitárselo cuanto antes.

-Bueno, a ver... No sé muy bien cómo empezar... Bueno, el problema es que tú no sabes cómo funcionan las familias de sangre pura, pero...

-Sé perfectamente cómo funcionan -murmuró la castaña con desgana- y preferiría que no me soltaras el rollo sobre la importancia de preservar la sangre, elegir un buen marido y todas esas estupideces.

Pansy abrió la boca pero volvió a cerrarla y frunció el ceño. Hermione se lo estaba haciendo pasar mal y lo sabía, pero ¡al cuerno! Era ella quien la había rechazado, estaba disfrutando el momento. Además lo decía en serio, tanto Bellatrix como Sirius le habían hablado de sobra sobre esos temas (cada uno en un tono muy diferente, por supuesto). No iba a aguantar una tercera versión.

-Vale... -comentó algo resentida- Cuando salí con Draco mis padres se pusieron muy contentos, los Malfoy son una gran familia. Pero cuando lo dejamos, se frustraron y empezaron a agobiarme con posibles candidatos. No es que no me gustaran, había algunos monos y ricos, pero claro, ninguno es suficiente para mí.

-¡No, claro! -exclamó Hermione de forma dramática- La única persona que he conocido con un ego y actitud semejantes a los tuyos fue Lockhart y me temo que sigue demenciado en San Mungo.

-Creo recordar -murmuró Pansy- que hasta tú babeabas por él en clase.

"¡No es verdad!" mintió Hermione abochornada, pero decidió devolverle el golpe: "O igual sí, al parecer tú has estado siempre más atenta a mi vida que yo misma...". Viendo que su compañera se ruborizaba también y empezaba a negarlo, le pidió que se dejara de conversaciones absurdas y volviera al tema. Pansy obedeció:

-Como te decía, me buscaron múltiples candidatos pero ninguno me gustaba. Cuando este verano vieron que salía todas las tardes, como me conocen y saben que no tengo muchos amigos (porque nadie está a mi altura, obviamente), sospecharon que había conocido a alguien. Son bastante sobreprotectores, soy su única hija y siempre he hecho todo lo posible para que estén orgullosos de mí. Como te dije, la cafetería en la que quedábamos es de mi familia y mi padre interrogó al camarero. Él le contó que me veía contigo, con una sangr..., con una hija de muggles y...

-¿Cómo sabe el camarero que soy hija de muggles? -preguntó frunciendo el ceño.

-¡Por Circe, eres la chica dorada! El mundo entero sabe que sin ti Potter no solo no habría derrotado al Señor Oscuro, sino que habría muerto en su primer curso.

-¡Oh! -exclamó Hermione algo avergonzada- Vale... ¡Gracias por el cumplido!

-No era ningún cumplido -bufó Pansy-. Obviamente a mi padre no le hizo ninguna gracia. No solo tu sangre, sino que obviamente tú y yo no íbamos a...

Como el bochorno le impidió terminar la frase, Hermione resaltó lo evidente: "No íbamos a tener descendencia, es evidente". La castaña sabía que en las familias nobles la homosexualidad tampoco estaba bien vista. De hecho, no sabía si era peor eso o lo de la sangre. La slytherin asintió con rapidez sin mirarla y prosiguió.

-Mi padre no me dijo nada y yo no creí que sospechara. Les conté que quedaba con una amiga y era verdad. Pero el día de la fiesta, les comuniqué a dónde iba y a qué hora volvería, si no no me hubieran permitido asistir. Da igual la edad que tenga, mientras viva bajo su techo y quiera su herencia... -suspiró- ¿Recuerdas que cuando nos despedimos en la calle había un búho en un árbol cercano?

-En absoluto. Recuerdo que fuiste una borde de mierda.

-Ya, ya, eso ya quedó claro -replicó Pansy con los ojos en blanco-. Pues lo había. Un búho real, es el animago de mi padre. Cuando vi que me estaba espiando me quedé paralizada. Entonces tú me... bueno, intentaste... Me puse nerviosa porque me daba miedo que montara una escena o se enfadara y por eso reaccioné así. Pero es evidente que me excedí y no supe gestionar la situación...

Aunque creo que volvería a hacer lo mismo, sinceramente, yo quiero que papi me quiera.

La sabelotodo había pasado del aburrimiento al asombro y de ahí a la rabia. No sabía qué opinar de toda esa historia. Hizo memoria y evocó aquella escena que había confinado en el olvido. Recordó que le extrañó que con la lluvia que cayó durante toda la noche hubiese un búho posado en una rama al descubierto. No le pareció muy inteligente por parte del animal. Así que era verdad... ¿Cambiaba eso las cosas? Pansy le había dado a entender que se arrepentía y, seguidamente, que actuaría igual en una escena similar. Esa chica era imposible.

-¿Qué pasó cuando llegaste a casa?

-Mamá pasó del tema y se emborrachó, pero papá se enfadó mucho. Me echó una bronca tremenda, me prohibió volver a verte,me castigó durante todas las Navidades sin...

-¿Te pegó o algo así? -preguntó la castaña asustada recodando a los padres de Sirius.

-¡No, claro que no! -replicó Pansy indignada- Mis padres son severos pero no violentos. Y además lo hacen porque quieren lo mejor para mí.

-Oh, claro, ¡y una sangre sucia no es lo suficientemente buena!

-Yo no he dicho eso -replicó la slytherin- y quiero que volvamos a ser... amigas. Así que ¿estamos bien ahora que te lo he explicado? -preguntó nerviosa.

"Ni siquiera has pedido perdón" murmuró Hermione aún deliberando. Que no plantara cara a sus padres la hacía detestarla un poco, pero entendía que la chica los quería y deseaba complacerlos y que se sintieran orgullosos de ella. Podía entender eso. Por supuesto le repugnaba el clasismo y el esnobismo de los Parkinson, pero después de haber convivido con los Black entendía un poco mejor que no era culpa de la hija. La familia en la que naces condiciona tu vida para el resto de tus días. Al menos parecía que la slytherin se había vuelto más flexible en ese aspecto... Respecto a su última valoración, Pansy murmuró:

-Entonces, si contrariamente a todos mis principios me disculpo, ¿terminamos ya y olvidamos este malentendido?

-"Malentendido" es el eufemismo de año... -se burló la gryffindor- Pero de acuerdo, si pides perdón por primera vez en tu vida, hacemos como que esto no ha pasado.

-Muy bien... Entonces, Hermione, quiero pedirte perdón porque sé que te morías de ganas de besarme y pasar conmigo el resto de tus días y...

-¡¿Pero qué clase de disculpa es esa?!

-La primera de mi vida, si no te ha gustado es la falta de práctica. Pero he cumplido. ¡Así que todo arreglado! -exclamó felizmente.

La sabelotodo la miró entrecerrando los ojos decidiendo si lanzarle un avada. Esa chica era el epítome del carácter rastrero y desdeñoso de los slytherin. Pero aún así se había disculpado, sabía que no le iba a sacar más. Y, a su forma, estaba segura de que lo sentía. Así que masculló un "te perdono" ante la mirada sonriente de su compañera. Entrechocaron sus copas para celebrar la reconciliación. Sin embargo, Hermione no pudo evitar preguntarle de nuevo:

-Pero... No ha cambiado nada, ¿no? A tus padres seguiré sin parecerles bien. No quiero que se enfaden contigo por mi culpa.

Ambas eran realistas: el tópico "abandonaré a mi familia y mi hogar por tu amor" estaba muy bien para las novelas, pero en la realidad era un despropósito que acababa repercutiendo en la pareja. Si tuvieran que elegir entre su novia y sus padres, las dos chicas optarían por sus padres. Pansy tamborileó un dedo sobre su mejilla como hacía cuando estaba nerviosa. Meditó la respuesta con cautela. Recordó la duodécima discusión que tuvo con su progenitor cuando volvió de las Navidades. El hombre estaba muy agobiado porque nada más terminar la guerra, Shacklebolt abrió una investigación para dilucidar cuáles de las grandes familias habían tenido trato con Voldemort. Ellos en alguna ocasión le habían prestado su influencia y su dinero; no se habían involucrado mucho pero lo justo para provocar repercusiones negativas. El varón le echó en cara a su hija que les diera más preocupaciones cuando ya tenían suficiente con ese frente. La inteligencia de Pansy acudió al rescate y se le ocurrió cómo sacar rendimiento a la situación:

-Papi -había empezado con dulzura-, precisamente por eso lo hice. Quiero ayudar a que nuestra familia salga indemne de la investigación y se me ocurrió que Hermione podría ser una gran baza a nuestro favor. Es la chica dorada, el mundo entero la admira y respeta, le han ofrecido cargos en todos los departamentos del Ministerio sin haber terminado los estudios. Y es una sangre sucia. Si la gente ve que somos amigas y nos llevamos bien y además me gano su favor, el Ministro lo pensará dos veces antes de tocarnos. Daremos la imagen de ser tolerantes y abiertos, hay que saber unirse al bando ganador.

Su padre la había mirando frunciendo el ceño durante varios minutos. Finalmente, se rindió con un "Cómo se nota que eres una slytherin" y aprobó su plan. Aunque Shacklebolt dimitió, la investigación seguía en curso y a pesar de que la nueva ministra era más favorable a su causa, mejor no confiarse. Obviamente Pansy no se había acercado a su compañera con esa idea... Pero si esa excusa valía para retomar su relación sin perder a su familia (y su herencia) le parecía más que maravilloso. No obstante, no podía contárselo a Hermione. Ignoraba cómo de compresiva sería la chica y se acababan de reconciliar... Sabía que para que una relación funcionara debía cimentarse sobre la sinceridad, resultaba fundamental. Pero aún más fundamental era saber cuándo ocultar la sinceridad bajo la capa.

-A mis padres les parece bien. Me costó pero conseguí convencerlos, les dije que si me quieren deberán aceptar que elija a quien quiera. Al final se dieron cuenta de que por mucho que importe la sangre, lo que más desean es ver feliz a su hijita. También piensan que es un fase y se me pasará, si eso les hace felices... Así que no van a incluirte en el tapiz familiar, pero lo tolerarán. De hecho, mami da una fiesta este sábado y me ha dicho que te invite si quieres.

Hermione la contempló casi con la misma extrañeza con la que miró a McGonagall cuando la informó de que era bruja. No sonaba creíble. Ya no la aceptación de los Parkinson, sino el coraje de Pansy para defender así su relación. O igual la guerra la había vuelto demasiado paranoica y ahora veía conspiraciones en todas partes... Decidió dejarlo pasar y aceptó acudir al evento. Brindaron de nuevo, apuraron sus bebidas y abandonaron el bar. Salieron al callejón Diagon y mientras se despedían se miraron nerviosas. Aquella situación ya les era familiar, aunque ahora no había búhos a la vista...

-Gracias por el vino -sonrió Hermione.

-De nada, me sobra el dinero -respondió la morena nerviosa.

Redujeron la distancia que las separaba. La castaña apoyó una mano en el hombro de Pansy, la chica colocó la suya en su cintura. Se miraron a los ojos para asegurarse de que esta vez era mutuo. Hermione ladeó la cabeza con sutileza, la slytherin separó sus labios ligeramente y acercó su boca a la de ella. Justo en el momento en que iban a rozarse, la gryffindor se separó y exclamó alegremente:

-Ya sabes lo que se siente, ahora estamos en paz. ¡Nos vemos el sábado!

Mientras la veía alejarse, Pansy maldijo a Hermione en todos los idiomas que sus padres la habían obligado a estudiar. Haber hecho las paces no le valía una mierda si la que se alejaba con expresión burlona no era ella.

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