Capítulo 23
Cuando ahijado y padrino llegaron al Gran Comedor todo era caos. Gente luchando, corriendo, chillando... Sirius enseguida se lanzó a la batalla y de vez en cuando se reía y burlaba de una forma preocupantemente similar a la de su prima. En el exterior del castillo pocos grupos superaban la barrera defensiva de McGonagall y Bellatrix, sin duda las dos brujas más poderosas del país. La mortífaga tenía los ojos brillantes de la emoción, amaba el duelo más que ninguna otra cosa. Ellas solas (con ayuda de Saiph y sus llamaradas) se estaban enfrentado a siete mortífagos cuando la directora vio que su compañera sacaba una daga hechizada de su cintura y la lanzaba en otra dirección a varios metros de ahí. No entendió por qué desviaba su atención, ya tenían de sobra con ese frente. Hasta que Fred y George llegaron corriendo hacia ellas, las ayudaron con su combate y en cuanto se libraron de los atacantes, abrazaron a la falsa Fleur y le dieron las gracias emocionados por haber salvado a Fred. Ambos gemelos estaban bajo el efecto de un hechizo paralizante y apunto de recibir un avada kedavra de Rookwood cuando una daga se clavó en su pecho.
-Para unos Weasley que merecen la pena... -murmuró la duelista.
Los chicos rieron y volvieron a darle las gracias. Ella extendió el brazo y la daga volvió volando a su mano. La limpió en la ropa de uno de los cadáveres y la guardó. Dentro del castillo, Hermione y Sirius luchaban contra los hermanos Carrow mientras Harry perseguía Voldemort para localizar a Nagini. Fue ahí cuando presenció el asesinato de Snape a manos de su Maestro y recogió sus lágrimas. Volvió a Hogwarts y corrió al pensadero. Cuando las revelaciones terminaron, asumió finalmente su destino: debía morir. Bajó al Gran Comedor y en ese momento se escuchó la voz de Voldemort prometiéndoles que la guerra pararía si le entregaban a Potter. Harry tuvo que convencer a sus amigos de que era la única manera. Logró que con lágrimas en los ojos respetaran su voluntad. Todos menos uno que salió corriendo tras él.
Le daba igual que fuese la única salvación del mundo mágico: era su ahijado, el hijo de su mejor amigo al que juró proteger. Sirius no iba a permitir que se sacrificara de nuevo, ¡al cuerno la humanidad! Ya en el exterior, Harry intentó explicárselo y suplicarle que le dejara ir, pero el animago jamás lo permitiría. Sabiendo que solo una persona podría detenerlo, el Elegido buscó con sus ojos a Fleur y le dirigió una mirada desesperada. Ella asintió levemente. Con un último esfuerzo, se zafó de su padrino y salió corriendo hacia el Bosque Prohibido donde la muerte le aguardaba. Físicamente el moreno tenía mucha más fuerza que su prima, así que supo que solo con magia podría frenarlo. Le lanzó un hechizo inmovilizador y de inmediato el animago se congeló en el sitio. Bellatrix corrió hacia el y le abrazó por la espalda para que no intentara liberarse y supiera que no estaba solo. Lo único que podía mover eran los músculos faciales y lo aprovechó:
-¡Suéltame, no pienso dejar que muera! -chilló él desesperado.
-Lo siento, Sirius, tiene que ser así, es la única forma -respondió ella con voz suave y tranquila-. Harry es muy valiente y en el fondo siempre ha sabido que era su destino.
-¡Que tú seas una zorra insensible no quiere decir que todos seamos como tú, no voy a dejar morir al hijo de James!
La morena le explicó que una parte del Mago Oscuro vivía en el chico, pero no sirvió de nada.
-¡Retira el hechizo o te juro que te asesinaré a ti, a tu dragón, a tus hermanas y a cualquier cosa que jamás hayas querido!
Por mucho que los insultos y amenazas fueron cada vez peores, la mortífaga no cedió ni se separó de él. Lupin, que había salido con todos los demás, agradeció que fuese ella la que desempeñase ese papel tan duro. No sabía si él hubiese sido capaz de mantenerse firme. Hermione lloró por Harry, pero también lloró al ver cómo ambos primos intentaban contener las lágrimas; al ver cómo Sirius gritaba que prefería morir antes que perder a Harry y cómo Bellatrix sentía que por primera vez los insultos de alguien le dolían. Además, la fuerza de él tanto física como mágica estaba dificultándole mucho a la duelista mantenerlo inmovilizado. Hubo un momento en que consiguió debilitar el hechizo y propinarle un fuerte codazo. Un hilo de sangre brotó de su boca pero no movió un dedo. Cerró los ojos y se centró en mantener el encantamiento y en sujetar a su primo. Como Harry hacía varios minutos que se había perdido en la oscuridad camino al bosque, todos los demás miembros del bando luminoso contemplaban la escena con fascinación morbosa. Nadie entendía por qué tenía tanto interés Fleur en proteger a Sirius.
-Es mi tía, ¿verdad? -susurró una voz al oído de Hermione.
La chica dio un respingo y vio que Draco Malfoy tenía los ojos fijos en la rubia. Asintió y el slytherin le dio las gracias. Notó su alivio al comprobar que tal y como sospechaba su madre, Bellatrix seguía viva. Tomo una decisión. Le pasó su varita a Hermione y le susurró:
-Dásela a Potter.
La chica frunció el ceño sin entenderlo pero la acepto. En ese momento apareció la siniestra comitiva. Voldemort y sus mortífagos llevaban a Hagrid encadenado mientras el gigante sostenía el cuerpo de Harry. McGonagall gritó y Ginny profirió un chillido desgarrador, solo superado por el de Sirius, que al instante rompió a llorar y a blasfemar.
-¿Ya estás contenta? -le preguntó a su prima- ¡Nunca has dejado de estar de Su parte! ¡Suéltame de una vez, maldita asesina!
El animago tuvo la sensación de que una lágrima se deslizaba por su cuello justo en la zona donde la duelista tenía apoyada la cabeza. Pero para alivio de todos, la slytherin siguió reteniéndole. Era evidente que lo único que deseaba ya el animago era lanzarse contra Voldemort para buscar su muerte. El mago oscuro se acercó y pronunció su discurso. Les perdonaría la vida si se unían a él. Draco aprovechó el momento y con la cabeza gacha corrió hacia su madre. Le susurró algo y Hermione vio como Madame Malfoy miraba a Fleur y asentía con la cabeza antes de marcharse con su marido y su hijo. Bellatrix le devolvió el gesto y pareció aliviada al ver que huían indemnes.
"No dejaremos que la muerte de Harry haya sido en vano..." empezó su discurso Neville. Antes de que pudieran darse cuenta, desenvainó la espada de Gryffindor y degolló a Nagini de un golpe certero. Voldemort aulló y se retorció de forma animal: su último horrocrux. Cuando levantó su varita para vengarse del chico, Harry saltó de los brazos de Hagrid y le lanzó un hechizo para aturdirlo. El grito de sorpresa y emoción al ver que El Elegido seguía vivo fue unánime. Antes de que el Mago Oscuro pudiera atacar a su némesis, Mcgonagall, Kingsley y Slughorn se plantaron frente a él y empezaron a lanzar hechizos. El joven, con la piedra de la resurrección todavía en la mano, aprovechó para correr hacia su recién liberado padrino. Se abrazaron con más fuerza de la que a ambos les quedaba. Sirius se dio cuenta de que su ahijado buscaba a Bellatrix con la mirada y vocalizaba un "Gracias". De golpe el animago se sintió profundamente culpable. En toda su vida no había pronunciado tantos insultos como los que le había soltado a su prima en pocos minutos (y eso que con Snape había ensayado...). En cuanto Harry y él se separaron, se giró para pedirle perdón, pero la batalla se había reactivado y la mortífaga ya no estaba a su espalda.
Mientras Sirius buscaba a Bellatrix, Hermione salió del castillo para localizar a Ron, que se había extraviado hacía rato. Lo vio con sus hermanos en un estado aceptable. Suspiró aliviada. Iba a volver a entrar cuando descubrió que tras encerrarlos en las mazmorras por orden de McGonagall, habían liberado a los slytherin. Unos se habían unido al bando que defendía Hogwarts y otros a los mortífagos. Sin embargo, Pansy Parkinson había optado por huir. Como en Hogwarts no se podía aparecer, había salido corriendo para intentar alcanzar las puertas. Hermione comprobó que a pocos metros de ella una enorme acromántula había acorralado a su compañera. Si bien Pansy era hábil en el duelo, aquella criatura gigantesca era un enemigo demasiado poderoso. La gryffindor corrió a su lado.
-¡Atácala desde la izquierda, no tienen visión periférica! -gritó Hermione lanzando hechizos junto a ella.
La slytherin la miró algo sorprendida, pero asintió y obedeció. Les costó unos minutos de lucha conjunta y bastante coordinada. Finalmente el monstruo cayó muerto boca arriba. Pansy jadeó intentando recuperar el aliento después del enorme esfuerzo. Hermione la contempló algo incómoda. Su enemiga, con cierta vergüenza, murmuró:
-Podría haberlo hecho sola, pero... gracias.
-De nada -respondió Hermione obviando su desacuerdo.
La morena asintió nerviosa. "Debo buscar a mis padres" murmuró. "Sí, claro. Suerte" respondió Hermione. Se miraron y asintieron con una sonrisa incómoda de despedida. La castaña volvió al colegio y buscó a sus amigos para asistirlos en sus combates.
Por su parte Sirius logró localizar a Bellatrix en el Gran Comedor. No era difícil: las carcajadas siniestras en el cuerpo de Fleur aún resultaban más llamativas. Más de una persona se sorprendía al ver estilo agresivo y letal de la veela.
-Me extraña que no venciera en el Torneo de los Tres Magos... -murmuró con admiración un mago junto a Sirius.
El moreno ni le oyó. La mandíbula se le descolgó varios centímetros al ver a Tonks abrazando a la falsa Fleur que parecía sentirse tremendamente violenta (probablemente Dora lo estaba haciendo por eso). El animago pensó que igual no recordaba que era su tía. Entonces, Remus se acercó a él y murmuró: "La acaba de salvar de quedarse viuda, así que la ha semi perdonado". Su amigo frunció el ceño intentando desentrañar esas palabras: "¿Quieres decir que te ha...?". Lupin le contó que mientras Tonks derrotaba sola a dos mortífagos, Greyback se había lanzado sobre él y estaba apunto de desgarrarle la garganta cuando Bellatrix le lanzó un avada kedavra. A ojos de la metamorfomaga, la salvación del padre de su hijo la redimió de sus delitos anteriores. Al menos durante la batalla.
Cuando por fin la pilló sola y antes de que localizara al siguiente enemigo, Sirius se acercó a ella:
-Siento lo de antes, Bella, gracias por cumplir la voluntad de Harry y hacer lo que nadie más hubiera podido.
"Tranquilo, no ha sido nada" murmuró ella sin mirarle forzando una ligera sonrisa. Supo al instante que algo iba mal. El animago la agarró por el hombro para evitar que se escabullera y le levantó la barbilla para obligarla a mirarle a los ojos. Se dio cuenta de que de su boca aún manaba un fino hilo de sangre por el golpe que él mismo le había asestado. Se odió con mucha intensidad. Le pasó el pulgar por la herida para limpiarle la sangre. Le resultó realmente extraño tener aquel gesto con Fleur. Aún así, en los ojos azules de la veela había un brillo oscuro que solo su prima poseía.
-Sabes que es mentira, ¿no? No pienso nada de lo que te dije. Me volví loco creyendo que iba a perder a Harry y lo pagué contigo, pero tú sabes que no siento nada de todo eso, ¿verdad, Bella?
La bruja asintió nerviosa, apartando la mirada de nuevo e intentado liberarse de él. Sirius se dio cuenta de que no era así, a Bellatrix le había dolido su odio. En lo relativo a los afectos la mortífaga nunca había distinguido la realidad de la ficción, ni había sabido ver quién la quería y quién no. Por mucho que estuviera más que acostumbrada a que la insultaran, había experimentado por primera vez cómo era cuando lo hacía alguien a quien apreciaba. Y no había sido agradable. Antes de que el animago pudiera añadir nada más, Walden Macnair se abalanzó sobre ellos y la duelista aprovechó el caos para perderse de nuevo entre la multitud. Al moreno no le quedó otra que rezar para que ambos salieran con vida y poder disculparse en condiciones.
Hubo poco tiempo para combates intermedios. Pronto, a la entrada de Hogwarts, Harry Potter y Lord Voldemort levantaron sus varitas. Con la diferencia de que esta vez el chico no iba a dejarse matar.
-No quiero que nadie intente ayudarme -aseguró Harry cuya voz se propagó en medio de aquel profundo silencio-. Tiene que ser así. Tengo que hacerlo yo. Ninguno de los dos podrá vivir mientras el otro siga con vida y uno de los dos está a punto de despedirse para siempre.
Había tal firmeza y determinación en la voz del chico que hasta su padrino obedeció. Su oponente borró ligeramente la sonrisa pero aún así, le increpó y le espetó que de no ser por las manipulaciones de Dumbledore, habría muerto hace tiempo. Harry replicó con tranquilidad que era el amor, el amor de su madre, el amor por el que estaba dispuesto a dejarse matar para librar al mundo de su tiranía lo que le había salvado. Voldemort se burló de él y le recordó que tenía la varita más poderosa jamás creada. El chico relató para sorpresa de todos las revelaciones que Snape le había legado. Le contó también que quien desarmó al difundo director fue Malfoy, quien había legado su varita a Harry.
-¿Sabe la varita que tienes en la mano que a su anterior dueño no es quien tú has matado? -preguntó Harry sacando la varita que Draco le había dado- Porque si lo sabe, yo soy el verdadero dueño de la varita de sauco.
Todos vieron por primera vez el miedo en las pequeñas pupilas rojas del Señor Tenebroso. Pareció calibrar la veracidad de aquellas palabras pero segundos después, recuperó la calma.
-Aunque así fuese, aunque mi varita te obedeciera, no vale con tener la magia. Hay que saber usarla, tener la fuerza necesaria, no te valdrá con un expelliarmus. No fuiste capaz ni de lanzar un crucio, mucho menos vas a poder ejecutar un avada kedravra -respondió con desprecio.
-Creo que si voy a poder, Tom -respondió él saboreando la venganza-, me ha enseñado la mejor.
El chico dirigió una mirada a la falsa Fleur que contemplaba la escena con interés. El gesto no pasó inadvertido a Voldemort que fijó sus ojos en aquella joven a la que no conocía. No la conocía, sin embargo, la amplia sonrisa burlona y la superioridad de su expresión... No era posible. Utilizó sus habilidades de legilimente y su lugarteniente le permitió entrar en sus recuerdos. En pocos segundos presenció el pacto con Sirius, la tortura y asesinato de los Lestrange, los entrenamientos con el trío dorado y varios crímenes más en contra de su causa. Pareció olvidarse de Harry al instante: era Bellatrix la que debía morir primero. En cuanto levantó la varita hacia ella, el chico lanzó un avada kedavra y el mago oscuro se vio obligado a responder. La tensión duró poco. Cuando la varita de sauco se escapó de sus manos y el rayo verde del joven ganó la batalla, Voldemort se desintegró con un espantoso chillido. Todos los que estaban al tanto del pacto supieron que le había dado más rabia la traición de su más leal seguidora que su propia muerte.
Bellatrix contempló aquel montón de cenizas que minutos antes conformaban a su Maestro, al gran amor de su vida. Pese a la tortura del último año, no siempre fue así, no todo había sido malo. Aunque nunca la quiso ni le prestó la más mínima atención, le enseñó artes oscuras y le dio un propósito a su vida cuando más perdida se hallaba. Se secó una lágrima con discreción y se despidió sabiendo que una parte de ella moría también con él. "Adiós, Tom. Te recordaré siempre" susurró. Los dedos le temblaron ligeramente cuando se subió la manga de la camiseta: ya no había marca (a pesar de la poción multijugos, minutos antes la calavera seguía en su muñeca). Contuvo otra remesa de lágrimas intentando salir de su parálisis y volver a la realidad.
Los mortífagos que quedaban desaparecieron al instante en un continuo tráfico de resplandores oscuros. La gente empezó a gritar y a exclamar con alegría. La guerra había terminado y habían ganado los buenos. Mientras la mayoría volvían al castillo para cuidar a los heridos, Harry sonrió a su padrino que le devolvió el gesto y corrió hacia él. Antes de alcanzarlo, una luz verde impactó contra Sirius. Harry se quedó paralizado sin comprenderlo.
El animago no tuvo tiempo ni de gritar. Cayó al suelo de inmediato. Las pocas personas que aún quedaban fuera del edificio buscaron aturdidas de dónde había venido el ataque. Descubrieron que aunque los mortífagos habían desaparecido, lo que quedaba de la manada de Greyback -tres grotescos hombres-lobo- se habían quedado para vengar la muerte de su líder. El cabecilla lucía una sonrisa cruel con la varita todavía apuntado hacia ellos. Probablemente era a Fleur a quien quería haber alcanzado, ella había matado a Greyback, pero al correr hacia Harry, el animago se cruzó en su camino. A pesar de que estaba mucho más lejos que el chico, fue Bellatrix la que llegó primero y cayó al suelo sobre él.
-¡Joder, Siri, Siri, no me puedes hacer esto! -gritó ella casi entre lagrimas abofeteando a su primo- ¡Vuelve, joder! No me dejes sola... Por favor, Sirius... No puedo perderte a ti también...
El final fue casi un ruego, una súplica a una fuerza superior en la que la bruja nunca había creído, quizá eso a lo que llamaban amor. Ni siquiera se dio cuenta de que la poción multijugos había dejado de hacer efecto. Harry se agachó junto a su padrino más sereno que la bruja y también intentó reanimarlo. Los pocos espectadores que quedaban no se atrevieron a intervenir hasta que vieron aparecer a la temida Bellatrix Lestrange. Al momento, Shacklebolt los detuvo asegurando que estaba de su parte. Les dio igual creérselo o no: agradecieron disponer de una excusa para no tener que enfrentarse a la más demente mortífaga. En ese momento, los tres hombres-lobo se acercaron a ellos y volvieron a alzar sus varitas. Harry hizo ademán de levantarse para vengar a su padrino pero la morena se lo impidió. Recuperando al instante la serenidad y la sangre fría, se incorporó dispuesta a cumplir su promesa: protegería al ahijado de su primo.
-Quédate con él, Potter. Yo me ocupo.
Había tal seguridad y odio en su voz que Harry no dudó en obedecer. Shacklebolt y el resto decidieron que el conflicto entre la bruja oscura y los hombres-lobo no era su guerra, así que también se quedaron al margen. Al darse cuenta de la mutación de su oponente, los tres atacantes perdieron cierta serenidad y dudaron. Al instante, una ráfaga de hechizos tras otra empezó a caer sobre ellos. La mortífaga se aseguró de lanzar un hechizo anti aparición y no les quedó otra que salir corriendo. La slytherin corrió tras ellos chillando y riendo a carcajadas como una demente que ha perdido la última hebra de cordura. Saiph, que había disfrutado de la batalla tanto como su madre y se hallaba por las proximidades rematando enemigos, se acercó. Observó a quien fue su padrino, rugió con rabia y salió volando hacia su madre sin dejar de escupir fuego por las fauces.
Pronto Harry los perdió de vista, pero los ininterrumpidos destellos de luz roja y los gritos de "¡Crucio!" le dieron una idea bastante clara de cuál era la estrategia de ataque de la duelista. Se olvidó de ella y volvió a contemplar el cuerpo sin vida de su único familiar.
-Vuelve, Sirius, vuelve -susurró Harry con tristeza.
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