Capítulo 18
Nota: Desde aquí, el romance es un slow burn entre Bella y Sirius como ya advertí. Hermione estará con Pansy pero más adelante y será una trama secundaria (me aburre mucho escribir sobre cualquiera que no sea Bella, lo siento). Os aviso por si no os gusta que lo podáis dejar. ¡Muchas gracias por vuestros comentarios y votos, os adoro!
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La semana siguiente transcurrió sin anécdotas relevantes. Bellatrix se relacionaba más con el resto de residentes y solía comer con ellos e incluso asistir a algún entrenamiento. Aunque seguía haciendo cosas extrañas como enseñar oclumancia a Saiph, estudiar rumano para hablarle en su idioma natal o desayunar alitas de pollo bañadas en whisky. Su sentido del humor entre lo irónico y lo macabro les hacía reír y se divertían mucho más cuando ella los acompañaba. Pero seguían teniéndole un miedo enorme y no olvidaban sus crímenes, lo cual los colocaba en una posición bastante incómoda. A veces estaban carcajeándose de algún comentario ingenioso y de repente recordaban que se trataba de la misma mujer que torturó a los padres de Neville. El jolgorio frenaba en seco. No sabían si la mortífaga no se daba cuenta o le hacía gracia provocar en ellos esa mezcla de emociones. Lo que tenían claro era que cuando terminara la guerra se ceñirían al odio anterior que le guardaban y que juzgaban que merecía.
Para Sirius aún era más complicado. Era familia suya y no podía evitar ese deseo infantil de salvarla, de convertirla a su causa y liberarla del lado oscuro. Sabía que era ridículo e imposible, Bellatrix nunca cambiaría, llevaba la maldad muy dentro de su ser. Pero aún así, cuando la veía entrenando a los chicos o jugando con Saiph no podía evitar sentir que aún quedaba un resquicio de esperanza. Además habían llegado a un punto en el que hasta Harry reconocía que ambos Black eran iguales: mismo sentido del humor, mismo carácter temerario y orgulloso, misma tendencia preocupante al alcoholismo... Sirius meditaba mucho qué habría sido de él si en lugar de estar en gryffindor con James y Remus se hubiese hecho amigo de Lucius Malfoy y los Lestrange. También había reflexionado sobre su familia: si él hubiese querido a su padre como Bellatrix al suyo, no habría huido de casa. Y probablemente también habría aceptado un matrimonio concertado e incluso se habría unido a los mortífagos para complacerle y que se sintiera orgulloso. Quería pensar que la culpa no solo era de su prima, también de las circunstancias que le habían tocado.
En eso pensaba desvelado de madrugada cuando recibió un patronus urgente de Shacklebolt. Estaban sufriendo ataques simultáneos de mortífagos por todo Londres y no daban abasto. Necesitaban refuerzos en el callejón Diagón. Cada vez que había algún ataque le preocupaba que se tratase de una distracción o alguna estratagema para llegar hasta Harry. Sabía que estaban bien protegidos, pero no lograba apartar esos pensamientos de su cabeza, era su mayor obsesión. En alguna ocasión había decido quedarse a proteger a los chicos, pero por suerte ahora tenía ayuda. Aunque no estaba seguro de que la "ayuda" fuese a colaborar.
Eran las seis de la mañana, nadie se despertaba tan pronto en Grimmauld Place, pero aún así utilizó el encantamiento homenum revelio para localizar a su prima. Al parecer estaba en la biblioteca. Llegó a la sala con rapidez y la encontró medio dormida en un sillón. Probablemente antes de que entrase él estaba dormida del todo. Tenía prisa y decidió posponer el recordatorio de que tenía una cama de dos metros para echar cabezadas. Le resumió la situación y la urgencia y como había temido, la bruja exclamó de inmediato que iba con él. Ella jamás renunciaba a una pelea, aunque ni siquiera tuviese claro en qué bando luchaba. Intentó explicarle que él estaría mucho más tranquilo si ella se quedaba con los chicos. Al instante la duelista sugirió que se quedara él, que ya le sustituía en lo de matar gente que se le daba mejor que cuidar niños.
-¡Por favor, Bella, por favor! -suplicó él- Precisamente porque se te da mejor necesito que te quedes. Dumbledore nos dijo que Harry es nuestra única esperanza, lo más importante es protegerle a él y sé que tú lo harías mejor que yo. Por favor...
Hubo unos segundos de silencio. "De acuerdo" suspiró Bellatrix decepcionada por perderse la sangre. Ella misma era consciente de que en cualquier momento podían entrarle ganas de atacar a su sobrina -la costumbre más que nada- o al propio Shacklebolt y la cosa no iría bien... Mejor evitar la tentación.
-¿En serio? -preguntó Sirius sorprendido de haberlo conseguido.
-Sí, lárgate antes de que me arrepienta.
El animago le dio las gracias y abandonó Grimmauld Place. Después de pasar la mañana batallando en el famoso Callejón, la Orden tuvo que acudir a varios sitios más, pero ningún enfrentamiento fue grave. Era evidente que buscaban sembrar el caos previo a la guerra y desestabilizarlos. Hubo bajas en ambos bandos pero ningún miembro destacado, los más desfavorecidos solían ser los nuevos reclutas. Varios jóvenes aurores tuvieron que pasar por San Mungo. Lo más positivo para el bando de Harry fue que capturaron a Dolohov: Shacklebolt confió en poder sacarle información sobre los aliados de Voldemort y cuándo pensaban atacar. El Señor Oscuro había tomado el Ministerio y no podían llevarlo a ningún edificio oficial, tampoco a Grimmauld Place pues descubrirían su sede. Así que Arthur se ofreció a trasladarlo a los terrenos de La Madriguera -tras quitarle la varita e inmovilizarlo- para poder interrogarlo. En cuanto les diera la información, lo desmemorizarían y lo encerrarían en San Mungo o donde fuese hasta poder devolverlo a Azkaban.
Como el equipo de aurores iba a encargarse del mortífago, Sirius pudo volver a Grimmauld Place cuando ya casi era la hora de cenar. Kreacher, que estaba mucho más amable desde que su Black favorita vivía con ellos, le contó que "La señorita Bella se ha hartado de la preocupación de los tres críos por el amo Sirius y ha subido a entrenar con ellos". El animago corrió hacía la sala de práctica. Imaginó que los chicos se habrían alarmado al conocer la situación de los ataques y la falta de aurores y habrían desquiciado a su cuidadora intentando huir para ayudarlo. Bellatrix entrenando de mal humor le asustaba mucho más que una manada de mortífagos en plena guerra. Sus sospechas se confirmaron en cuanto entró en la sala.
La bruja oscura había retirado los encantamientos que acolchaban suelo y paredes y disminuían el daño de quien recibía un hechizo. A juzgar por las caras, los moratones y las heridas de los miembros del trío dorado, llevaban ahí horas. Nadie molestaba a "la señorita Bella" y salía indemne. Aún así se sintió orgulloso de ellos: los tres chicos, completamente sudorosos y doloridos se enfrentaban a la duelista con toda la energía que les quedaba. Literalmente. Estaba seguro de que al terminar no iban a poder ni llegar a la ducha. Tan concentrados estaban que no le vieron ni le oyeron entrar. Su sádica prima -ilesa y sin apenas una gota de sudor- le dirigió una sonrisa burlona mientras rechazaba los hechizos de los tres chicos que la atacaban a la vez. Sirius se apoyó contra la pared para observarlos. La anestesiada parte racional de su cerebro le gritaba que parara aquello antes de que alguno se desmayara, pero por otro lado, era evidente que les quedaba muy poco. Y además internamente tenía curiosidad por ver quién aguantaba más.
El primero que salió disparado contra un muro fue Ron. La bruja había empleado un encantamiento espejo y le alcanzó su propio confundus. El pelirrojo ni siquiera se levantó, mejor declararse cadáver y que aquella loca le dejara en paz. A Hermione y a Harry les dio más miedo la sonora carcajada de Bellatrix que el darse cuenta de que ahora eran uno menos y los ataques tocaban a más. Aunque lo preocupante era que la slytherin ni siquiera atacaba, solo se defendía y les devolvía sus propios hechizos. La idea de tener que crear un escudo defensor para frenar un conjuro lanzado por ellos mismos les rompía la cabeza. Cuando el moreno intentó lanzar un expelliarmus y antes de pronunciar la tercera sílaba su varita voló hasta su enemiga, se retiró de inmediato. La bruja oscura le dirigió a Hermione una sonrisa preocupantemente salvaje. La chica decidió utilizar el órgano que tenía más desarrollado, su preciado cerebro, y se rindió a la vez que su amigo. A veces, una retirada a tiempo suponía una victoria.
-¿Cuánto tiempo lleváis aquí? -preguntó Sirius al ver que los tres chicos se tumbaban en el suelo dispuestos a caer en coma ahí mismo.
-¿Tres días? -preguntó Hermione con el último aliento.
Ese fue el momento en que el trío se dio cuenta de que el animago había regresado. Lo oyeron más que verlo porque ninguno se molestó en abrir los ojos, sería un desperdicio de fuerza. Bellatrix se alisó el vestido y se atusó un poco el pelo. Y ya. Le devolvió su varita a Harry que la agarró sin mover un músculo extra. Saiph, que hasta entonces había estado destrozando el envoltorio de una rana de chocolate (era evidente que ya había superado su empacho de dulce), voló hasta su dueña que comenzó a hacerle monerías. Su primo rompió el bonito momento.
-¿Era necesario que los torturaras así, psicópata?
-¿Tú crees que esto es lo que yo considero torturar, idiota? -preguntó ella con su expresión burlona- Me estaban volviendo loca porque no volvías, ¡a mí, con lo cuerda que estoy! Era esto o atarlos y amordazarlos y así por lo menos me he desahogado. Con todo, no lo han hecho mal... Salvo Weasley, para ese no albergo mucha esperanza -comentó como si el chico no estuviera ahí.
Sirius iba a echarle la bronca por su falta de tacto pero parecía que Ron casi roncaba, así que probablemente no la habría oído. Harry y Hermione intentaron preguntarle qué tal le había ido, pero no lograron completar la frase entera. El animago llamó a Kreacher y le pidió tres pociones vigorizantes para que los chicos pudieran al menos llegar hasta sus cuartos. Seguidamente, les narró los diferentes escenarios de las batallas.
-Así que salvo tres jóvenes aurores que están en el hospital, no ha habido grandes daños. Y Shacklebolt y Tonks están interrogando a Dolohov, así que mañana ya sabrán lo que necesiten y...
Una carcajada de la bruja oscura le interrumpió.
-Dol no dirá nada.
Por algo, la familiaridad con que la bruja oscura tuteaba a Dolohov le molestó. Le explicó que estaban entrenados para sacar información a los mortífagos y que tenían métodos muy variados y eficaces para lograrlo. Bellatrix volvió a reírse.
-A mí me interrogaron largamente, ¿recuerdas? Lo que los aurores consideran "métodos eficaces" es lo que nuestro Señor llama "Buenos días". Nada de lo que hagan, ningún tipo de tortura física o psicológica, privación o amenaza resulta comparable a las técnicas de Él.
A pesar de que los moribundos chicos creían que nunca más recuperarían la capacidad de sentir, en ese momento un escalofrío recorrió sus cuerpos. Era evidente que la slytherin hablaba desde la experiencia. Sirius no supo qué replicar y solo respondió que lo averiguarían al día siguiente cuando les contaran cómo había ido. La duelista añadió una última sentencia:
-Dol no dirá una palabra. Literalmente, ni una. Ni "no voy a hablar" o "Dejadme en paz", ya lo verás. Y ahora mi pequeñín y yo nos vamos porque esos tres huelen fatal. Y tú también, Siri, dúchate o serás un chucho pulgoso sin necesidad de transformarte.
-Al menos yo tengo autocontrol al entrenar con adolescentes -contestó con tono venenoso.
"Sobrevalorado" canturreó la duelista mientras abandonaba la sala de entrenamiento con Saiph sobre su hombro. En cuanto llegó Kreacher con las pociones revitalizantes, Sirius se las dio a los chicos. Unos minutos después y ayudándolos de uno en uno consiguió dejarlos en sus respectivas habitaciones. Tuvieron que retrasar la cena varias horas para que antes se echaran una siesta. La bruja oscura no cenó con ellos, por lo tanto, aprovecharon para criticarla. Ron estaba seguro de que intentaba matarlos poco a poco, haciéndolos sufrir hasta que terminaran peor que los Longbottom. Sus dos amigos también consideraban que el entrenamiento había sido una salvajada. Pero reconocieron que les había ayudado mucho con los hechizos no verbales y que ahora se sentían capaces de derrotar a todos los mortífagos que Voldemort quisiese mandarles.
-¿Será por el dragón, por eso tiene tanta energía? -preguntó Hermione.
-Igual eso ayuda, pero no es el principal motivo -respondió el animago-. Ya os lo conté: al dejar que la magia oscura la controle a ella y no al revés, sus músculos apenas realizan esfuerzo, es su núcleo mágico el que se encarga de luchar. Nunca se ha cansado con el duelo.
Los integrantes del trío dorado empezaron a plantearse la posibilidad de cambiar de bando, esa forma de luchar parecía mucho más cómoda. Como si les leyera el pensamiento, Sirius añadió:
-Salvo ella y Quien-vosotros-sabéis no conozco a nadie más que domine esa técnica. El resto de mortífagos se cansan prácticamente igual que nosotros y encima enloquecen.
Meditaron durante unos minutos. No, no merecía la pena pasarse al lado oscuro sin la garantía de dejar de sudar. Después de cenar, como a pesar del cansancio aún mantenían la adrenalina del combate, decidieron ir al salón a comentar la velada. Harry aceptó jugar una partida de ajedrez contra Ron mientras Hermione seguía pensando que ese pasatiempo era absurdo y violento.
-Harry -le avisó su amiga-, se te ha caído algo del bolsillo.
Era un cromo de Morgana le Fay. Lo recogió y se lo dio, pero el anodino objeto había captado la atención de todos.
-¿Por qué llevas un cromo de rana de chocolate? -preguntó Ron.
-Eh... Es mi amuleto de la suerte, me lo regaló Saiph.
Ante las miradas extrañadas de sus dos amigos y su padrino, Harry les contó la historia. Cuando Sirius intentó burlarse de él por confiar su suerte a un trozo de cartón, el chico se defendió:
-¿A que a vosotros nunca os ha regalado nada un dragón? Pues eso, os fastidiáis.
-¿Qué hay escrito por detrás? -preguntó Hermione con curiosidad.
El chico que sobrevivió se sonrojó ligeramente e intentó escurrir el bulto. Eso únicamente aumentó la curiosidad de los otros tres. No le quedó otra que rendirse y murmurar:
-Bellatrix se ofreció a firmármelo. Sé que es una psicópata, pero también es una leyenda como bruja -se defendió él- ¡No me miréis así! Fred y George también me lo pillaron y me informaron de que hay gente dispuesta a pagar más de diez mil galeones por un autógrafo de la mortífaga más temida. Me ofrecieron ir a medias.
-¿Y no aceptaste? -inquirió Ron frunciendo el ceño.
-¡No! Ya os he dicho que fue un regalo de Saiph.
-Vale... ¿Te atreves a pedirle que te firme unos cuantos más? Porque podríamos...
La mirada asesina de Harry silenció la propuesta empresarial de Ron. Entonces Hermione leyó la dedicatoria en voz alta. A pesar de lo pequeño del cromo, a Bellatrix aún le había cabido una frase: "Con amor, de tu Black favorita. Bellatrix". Al instante, el Black de la habitación, en un arrebato infantil digno de su prima, protestó amargamente: "¿Ahora ella es tu Black favorita?". El chico miró a su amiga recordando su conversación sobre la similitud entre el carácter de los primos.
-Lo decidió ella. Y me da miedo, no iba a protestar, no soy tan estúpido.
-Muy bien. Si quieres te lo firmo yo también y así tienes a tu segundo Black favorito -contestó Sirius con retintín.
-Eh.. De hecho eres el tercero. ¿Ves este arañazo detrás del cromo? Es el autógrafo de Saiph Black, él es el segundo. Y no es por nada, pero es más relevante que tú, él sí aparece en el tapiz familiar.
Hermione y Ron se echaron a reír. El aludido por el contrario se enfurruñó y decidió ignorar a su ahijado durante el resto de la noche. Se centró en su viejo amigo el whisky de fuego y no le quedó otro remedio que escuchar a Hermione desarrollar su tesis de por qué los elfos domésticos deberían poder fundar su propio partido político. Cuando se cansó de sus cachorros los mandó a la cama alegando que había sido un día duro para todos. Los chicos protestaron aduciendo que ya eran mayores de edad y él recurrió al clásico "Mientras viváis bajo mi techo...". Harry se atrevió a replicar que le había donado la propiedad de Grimmauld Place, pero el gesto casi colérico de su tercer Black favorito le obligó a obedecer.
El animago abandonó la biblioteca poco después y se fue también a dormir. El problema fue cuando dieron las tres y seguía dando vueltas en la cama. Le desquiciaba no poder descansar, solía pasarle cuando eventos como los de ese día le llevaban a preocuparse por su ahijado. Y eso que esta vez había sido menos duro: saber que Bellatrix estaba en Grimmauld Place le había aportado mucha más tranquilidad. Curioso que la lugarteniente de Voldemort hubiese conseguido lo que nadie más hasta esa fecha... Al pensar en ella se preguntó si también sería víctima del insomnio. Media hora después, decidió probar.
Salió de la cama y subió al cuarto piso procurando no hacer ruido. Al llegar hasta su habitación no quiso llamar a la puerta por si estaba dormida. Como tenía muy buen oído, optó por probar a llamarla con suavidad para no despertarla en el caso de que ella lo hubiese conseguido. "Bella" susurró "¿Estás despierta?". Pocos segundos después, la puerta se abrió mágicamente.
-Perdona, ¿estabas dormida? No consigo...
Se interrumpió al verla. Estaba despierta, leyendo en la cama. El problema era que llevaba un camisón negro, corto y ajustado bastante revelador. "Snape", pensó Sirius, "Snape duchándose. Snape lavándose el pelo. Snape en una pose sensual...". Su prima levantó la vista del libro y le miró. Sacudió la cabeza en un gesto de reproche al ver su pijama con los colores de gryffindor nada digno de un Black.
-¿Qué lees? -preguntó el animago intentando centrarse en otra cosa.
-Torturas mágicas en la Edad Media -informó ella alegremente-. Mira, tiene dibujos.
Sirius se acercó a la cama y se inclinó sobre ella. Cuando la visión de su profundo escote empezaba a causar estragos en su serenidad, posó la vista en el libro. Aquella barbaridad de cuerpos desmembrados a todo color logró calmar sus ánimos. "Estás enferma, Trixie" suspiró rindiéndose. Ella se encogió de hombros y le preguntó por qué no podía dormir.
-No sé. Estoy preocupado por Harry, es muy valiente y fuerte (y más después de haber sobrevivido a tus torturas), pero tengo la sensación de que la guerra puede... puede acabar mal para él. En días en los que hay alguna misión o cosas así nunca consigo dormir.
-¿Pesadillas?
Sirius asintió.
-¿Tú también las sigues teniendo?
Bellatrix asintió. Por mucho que Sirius adoraba a Harry y a sus amigos, solo su prima entendía los traumas que Azkaban había grabado en su subconsciente. Aunque desde que escapó tenía nuevas preocupaciones y miedos, todos se ambientaban siempre en aquella prisión en medio del colérico océano. Ni siquiera las pociones para no soñar ayudaban. Había noches en las que evitaba dormir para no volver a su celda.
Bellatrix se mordió el labio inferior. Estaba segura de que la batalla final no acabaría bien para Potter, sabía que tenía que morir. Del mismo modo, estaba segura de que Sirius no la elegiría a ella para buscar consuelo. No se le ocurrió cómo animarlo sin mentirle. Así que sin molestar a Saiph que roncaba suavemente sobre una almohada, se movió hacía el otro lado de la cama y le alargó un libro de su mesilla. Sirius aceptó la invitación y se tumbó a leer junto a ella asegurándose de taparse con las mantas hasta las costillas. Se dio cuenta de que ese libro no pertenecía a la biblioteca de Grimmauld Place, debía ser de Bellatrix. Era una recopilación de cuentos de hadas para adultos, bastante oscuros. Estaba muy bien escrito y al animago, a pesar de no ser aficionado a la lectura, le atrapó. Cuando iba por el tercero, notó que había pequeñas marcas en algunas partes y el ejemplar parecía bastante usado.
-No conocía este libro -comentó.
La bruja, muy centrada en sus historias de tortura, tardó un rato en responder:
-Lo descatalogaron hace años porque los cuentos de hadas no interesan a los adultos y era considerado demasiado salvaje para los niños. Papá me lo leía por las noches. Mira, mi favorito era este.
La bruja dejó su libro momentáneamente y se inclinó sobre Sirius. Ahora además de sentir su olor por todas partes y aun evitando mirarla, experimentó el roce de su piel contra su pecho y sintió un calor asfixiante. Y eso que estaban viviendo un año especialmente frío... La slytherin, ajena a sus dramas internos, pasó las páginas hasta que llegó al séptimo cuento. Volvió a su sitio y retomó su lectura. Sirius empezó a leer con curiosidad. Trataba de una pequeña bruja de dudosa moralidad que se había criado en el bosque entre animales y luego nadie la aceptaba. Así que con ayuda de sus amigos cuervos y una manada de lobos iba asesinado a todos aquellos que la habían tratado mal. Desde luego no era un cuento para niños, pero la belleza de la escritura y de cada escena era indudable. Y entendió claramente porqué era el favorito de Bellatrix.
-¿Qué edad tenías cuando tu padre te lo leía?
-No sé, empezó cuando tenía cuatro o cinco aunque yo no entendía bien las historias, pero siguió leyéndomelo muchos años, era mi libro favorito. Fue lo primero que busqué cuando salí de Azkaban, para intentar recuperar los recuerdos que me habían quitado.
Sirius asintió. En su caso había sido una foto con sus amigos lo que había buscado para recordar su vida anterior. Pese a que la anécdota le dio mucha pena, también le pareció una burrada que le leyeran ese libro a una niña de cinco años (o incluso a una de quince). Era evidente que todas esas pequeñas cosas habían influido en Bellatrix hasta confluir en un problema mucho más grande. Siguieron leyendo y cuando les entró sueño, sin decir una palabra, la mortífaga apagó la luz y se durmieron.
Esa noche ninguno de los dos tuvo pesadillas. Quizá porque por primera vez ambos sintieron que no estaban solos para luchar contra sus demonios.
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