Capítulo 17
Era una noche sin luna, con un viento frío que soplaba suavemente y jugaba a enredarse en la melena de la bruja. La brisa también revolvía aquel perfume tan familiar que ahora flotaba por todas partes. Bellatrix estaba ligeramente inclinada sobre la barandilla con la botella de whisky medio vacía entre las manos. No miró a Sirius cuando se situó a su lado, pero tampoco se movió.
-Hace buena noche -comentó el animago.
No hubo respuesta. Era evidente que aquel incidente no había cambiado nada. Al fin y al cabo, si no hubiese frenado el ataque, probablemente él hubiese muerto también; tenía más sentido pensar que lo había hecho por no dejar a Harry sin padrino que por proteger a su prima. Aún así, el animago intentó retomar la conversación que habían interrumpido horas antes.
-Siento muchísimo lo que te hice, es lo más rastrero que he hecho en mi vida. Fue cruel, egoísta y desproporcionado. Entiendo que me odies aún más y no tengo derecho a pedirte que me perdones.
Las palabras para Bellatrix nunca habían significado nada. El merodeador ni siquiera estaba seguro de que le estuviese escuchando, apenas se oía él mismo. No estaba acostumbrado a disculparse y se sentía realmente violento. Pero no sabía cuánto tiempo más les quedaba de convivir juntos y aquella guerra fría les estaba afectando a todos, así que ansiaba solucionarlo. Además Bellatrix era mucho más importante en su vida de lo que él mismo era capaz de reconocer.
-Haré lo que quieras para que te sientas un poco mejor. Si no fuera por el juramento, dejaría que usaras crucio en mí hasta que estuviésemos en paz.
Creyó que eso la animaría un poco o al menos provocaría alguna reacción, pero la duelista seguía con la mirada perdida en el horizonte nocturno. Parecía que únicamente su cuerpo estaba junto a él, su alma y sus pensamientos se hallaban muy lejos. Optó por un enfoque más realista e intentó justificar sus acciones:
-Sé que lo que hice no tiene excusa, pero me preocupé por Hermione y reaccioné mal. Sé que no le harías daño y ella es muy inteligente y eso, pero es joven. Aunque sepa mucho de magia y de cualquier tema académico, no creo que nunca haya vivido una experiencia sentimental profunda y me preocupó que se obsesionara contigo, sueles provocar ese efecto... Sus padres están desmemorizados en Australia, no tiene a nadie que se preocupe por ella. Lleva todos estos meses viviendo conmigo y siento que es casi como mi hija, hice lo que hice porque me preocupo por ella y...
-¿Y por mí, Sirius? -preguntó la bruja girándose finalmente hacia él- ¿Quién se preocupa por mí? Hermione te tiene a ti, a sus amigos que darían la vida por ella, a la Orden que la protegerá hasta el fin del mundo. Es la chica dorada, por el amor de Circe, ¡tiene a todo el país preocupándose por ella! Yo no tengo a nadie, no lo he tenido desde que murió papá. Estos últimos meses, como bebíamos juntos, hablábamos y todo eso creí que igual tú me... Pero no. Sé que haga lo que haga y me comporte como me comporte, nadie nunca se va a preocupar por mí.
De entre las posibles respuestas, desde luego Sirius no se había preparado para esa. Y hubiera dado su varita por saber en qué acababan los puntos suspensivos. Al principio creyó que era el whisky el que hablaba e incluso dudó de si le estaba tomando el pelo. Nunca sospechó que le importase lo más mínimo estar sola, creía que lo prefería. Pero comprendió que hasta la más fiel lugarteniente del Señor Oscuro necesitaba a alguien de su parte. Intentó corregir su último argumento porque no se le ocurrió nada mejor:
-Bueno, claro... Con Hermione y Harry es diferente... Pero nosotros ya somos mayores y...
-No, no te incluyas en esto -le interrumpió ella-. Esos dos críos se jugaron la vida por protegerte cuando huiste de Azkaban sin ni siquiera conocerte, al igual que Lupin y la Orden arriesgándose a esconder a un prófugo. Todos se preocupan por ti. De hecho, cuando hicimos el juramento pensé que antes que dejar en libertad a una violenta asesina, te condenarían a ti por haber hecho semejante pacto absurdo sin encomendarte a nadie. Pero ni lo dudaron. El amor que te tienen es superior al odio y al terror que me tienen a mí, es sorprendente...
Parecía genuinamente sorprendida de que su primo fuese tan apreciado. De nuevo el animago se quedó sin argumentos. Se percató de que la duelista tenía razón, no era consciente de la suerte que tenía al haber encontrado una segunda familia y haber recuperado a su ahijado. Lo había dado por sentado: tras una vida de miseria se lo merecía. Pero había gente que no conseguía ni eso. Nunca creyó que fuese la mortífaga más temida la que le haría darse cuenta de que debería dar gracias todos los días. Sintió lástima por ella e intentó disimularla para que no le tirara balcón abajo.
-Se trata de saber apreciar lo que tienes, Bellatrix, aunque no te des cuenta siempre hay alguien dispuesto a echarte una mano, aunque a veces te fallen porque somos humanos...
Hubo unos minutos de silencio hasta que al fin obtuvo una respuesta.
-Tienes razón -murmuró ella-, sí que tengo a alguien. Nos hemos tratado mal últimamente, hemos discutido mucho y nos hemos hecho daño pero... supongo que cuando en el fondo quieres a alguien, de la forma en que puedas, eso nunca desaparece.
Sirius la miró sorprendido. Tampoco esperaba ese giro. Parecía más serena, incluso reconfortada, como si realmente se hubiese dado cuenta de que había alguien que sí la había apoyado siempre, aunque fuese a su manera. Toda la esperanza de que se refiriera a él -o al menos a Hermione- se desvaneció con la siguiente pregunta:
-¿Crees que debería volver a su lado?
El animago al principio no lo comprendió. Segundos después, cuando cayó en la cuenta y vio que Bellatrix lo preguntaba con sinceridad, sintió que la sangre de sus venas se solidificaba y dejaba de circular. Antes de poder gritarle que ni se le ocurriera, que no se refería a eso y que nunca se había tratado de amor, su prima retomó la palabra contemplando el cielo vacío de estrellas.
-Cuando me echaste me quedé paralizada en el portal como dos horas, ahí, sentada en el suelo. Me di cuenta de que no tenía ningún sitio a dónde ir. Nadie me quiere, nadie querría esconderme ni por dinero. Desde que murió papá, solo una persona se preocupó por mí. ¿Cómo de patética es mi vida para que mi mejor opción fuera volver con el hombre que me ha torturado física y psicológicamente durante décadas? Aún así, aunque no pueda quererme como yo le quiero, Tom me enseñó todo lo que sé, me convirtió en quien soy y dedicó mucho tiempo a ello, así que algo debo importarle...
La bruja se mordió el labio inferior nerviosa y sus ojos volvieron a los de su primo.
-Sé que os he ayudado con lo de los horrocruxes y eso, pero... No quiero que muera, Sirius. No quiero que el único hombre al que he amado muera.
Sintió el dolor y la desgarradora sinceridad en sus palabras. El animago no supo qué contestar. Quería gritarle que eso no era amor y darle bofetadas hasta que lo entendiera; pero también deseaba abrazarla y susurrarle que él la protegería. Sabía que ambas opciones únicamente desencadenarían rabia y odio. Si lo hubiese sabido entonces, la noche que pilló a Hermione besando a su prima no las hubiese obligado a dejarlo sino a casarse. Pero evidentemente ya era tarde... Aún así, intentó colar una última mentira:
-Pero aún no es tarde... Puedes encontrar a alguien mejor que te quiera como mereces y...
-¿Cómo merezco? -rió la bruja- ¡Merezco el beso del dementor una vez tras otra!
El moreno tampoco supo qué replicar ante otro argumento certero. Tenía razón, obviamente, pero él quería algo mejor para ella... ¿Por qué tenía que ser tan complicado? Desde pequeña había sido excepcionalmente inteligente, muy guapa, encantadora en el sentido literal, divertida, valiente y fuerte como nadie... No podía existir nadie tan perfecto, por eso la maldad recubrió todas sus virtudes. No supo contestar a tiempo y Bellatrix salió del balcón tras una breve despedida:
-Te perdono, Sirius, yo habría hecho lo mismo. Te perdono por echarme a mí, pero nunca te perdonaré que incumplieras la promesa de proteger a Saiph, sabes que es lo único que me importa.
Sin saber qué decir y respetando su necesidad de soledad, él la observó alejarse con aquel vestido tan espectacular y nada más. Y nadie más. Deseó mil veces que en lugar de esas confesiones le hubiese lanzado tres crucios: esa era la Bellatrix a la que sabía manejar. Esta se le escapaba entre los dedos otra vez. Esa noche Sirius ni siquiera intentó irse a dormir.
Hermione, sin embargo, se duchó y se tumbó en su cama con una mezcla de alcohol y desconcierto. Ni una fiesta normal podían tener... Cerró los ojos e intentó relajarse pensando en cosas agradables. Lo bien que había estado la cena, lo que se había reído con Tonks y los gemelos, las felicitaciones que había recibido por la decoración, lo impresionantemente guapa que estaba Bellatrix... La había echado mucho de menos. Mucho, más de lo que estaba dispuesta a admitir. Simplemente verla, que le guiñara el ojo, le tomara el pelo, la hiciera olvidarse de todo...
"Yo también te he echado de menos, pequeña sangre sucia" susurró una voz en la oscuridad. Hermione dio un brinco y gritó. Encendió la luz de inmediato y vio a la mortífaga sentada al borde de su cama contemplándola sonriente. Llevaba aún el vestido de fiesta pero estaba descalza.
-¿Qué...? ¿Cómo...? -empezó la chica aturdida- ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has entrado? ¡No me llames sangre sucia?
-Uff, olvidaba cuánto te gusta preguntar tonterías, igual no te he añorado tanto... -respondió la bruja poniendo los ojos en blanco- Te respondo a una, elige.
Hermione frunció el ceño. Aún así, se rindió y le preguntó por el propósito de tu visita. La mortífaga fue sincera:
-Ese imbécil me ha hecho sentirme sola y cabreada. Entonces he recordado que también fastidió nuestro último encuentro... Y no quiero que el resto de tu vida recuerdes que la última vez que le metiste mano a la mujer más espectacular del mundo el subnormal de Sirius lo estropeó con su interrupción. Así que he pensado que si te apetece, podemos solucionarlo y crear un recuerdo mejor (y no hablo de legilimancia, por si vas a preguntar).
La sabelotodo se quedó sin palabras, no esperaba eso. También se ruborizó ligeramente al recordar su último manoseo en la biblioteca. No supo qué responder y Bellatrix perdió la paciencia:
-Bueno, ¿qué? ¿Te apetece o no?
La chica la miró. Su espectacular vestido, su maravilloso escote, su expresión salvaje que tanto dolor ocultaba, su brillante melena oscura... Solo con eso sintió un cosquilleo entre las piernas acompañado de cierta humedad. Ambas habían bebido, pero ella estaba perfectamente y era evidente que la bruja tampoco se hallaba perjudicada. Además tenía toda la razón en lo respectivo a su último encuentro. Pero la situación era tan extraña... Igual estaba dormida, no sería el primer sueño erótico que tenía con la mortífaga.
-Si quieres te lanzo un crucio y comprobamos si es real- sonrió la bruja.
-Genial, es real -protestó Hermione-, me amenazas y te metes en mi cabeza, en mis sueños no haces eso.
"¿Y qué hago en tus sueños?" susurró Bellatrix con voz seductora inclinándose sobre ella. Estaba tan cerca que volvía a oler su misterioso perfume y a sentir la magia negra envolviéndola. Hermione se avergonzó al darse cuenta de que había reconocido que fantaseaba con ella. Pero ya estaba hecho. Y además estaba cachonda y con el alcohol en sangre suficiente para adquirir más valor. Así que se arriesgó: "En mis sueños suelo hacerte cosas yo" confesó sin atreverse a mirarla. La slytherin alzó las cejas sorprendida. Aún así, bloqueó la puerta, silenció la habitación, dejó su varita en la mesilla y levantó los brazos en un gesto de rendición.
-Aquí me tienes -informó.
Hermione dudó poco. Abandonó la protección de sus sábanas y abrazó a la mortífaga para besarla con pasión. ¡Cuánto había echado de menos su boca! Le mordisqueó el labio inferior y la duelista le permitió introducir la lengua y recorrer su húmeda y caliente boca. Sabía a whisky y a chocolate. No quiso quitarle el vestido demasiado rápido: la mayoría de los invitados habrían fantaseado con eso y era ella la afortunada, pensaba disfrutar. Le acarició el muslo y le subió el vestido hasta llegar a las bragas. Le sobó el culo por encima de la tela sin dejar de besarla. Dirigió la otra mano a su apretado escote y acarició la parte superior de los pechos que escapaba del sujetador. Lo hizo con una mezcla de cariño y necesidad que nadie más despertaba en ella. Cuando con la respiración agitada y fuertes palpitaciones (en más de un órgano) se separó de su boca para coger aire, Bellatrix pudo ver la sudadera de gryffindor que usaba de pijama.
-Hasta yo tengo un mínimo -rezongó la bruja-, nada de esa ridícula casa.
Con un chasquido de sus dedos, la prenda de Hermione se desvaneció. Pese a quedarse en bragas frente a la bruja vestida no fue eso lo que le preocupó. Comprobó que la varita de la mortífaga seguía en la mesilla.
-¡¿Cómo has hecho eso?! -preguntó sorprendida- ¿Cómo haces magia sin varita? ¿Es por lo de la magia oscura, lo de que...?
-¡Joder, Hermione! -maldijo la bruja- Le quitas el morbo a todo con tus preguntas, haces que se me baje todo. Me tenías bastante cachonda con tu rollo dominante y ahora me sales aquí en plan alumna favorita de McGonagall y... Sí, es magia negra -suspiró-, me vale con que la varita esté cerca para que mi magia fluya. No lo intentes nunca, es peligroso.
-Ah... Lo siento -contestó avergonzada
-Estás haciendo que me sienta muy inútil, ¡te enseñé a follar muy bien! -gimoteó la slytherin- ¡Deja de disculparte y trátame como la mortífaga mala que soy!
Tanto por el creciente deseo como por demostrarle que sí era una buena alumna, Hermione se abalanzó de nuevo sobre ella, le agarró la mandíbula y la besó con fuerza. La empujó para que quedara debajo y le quitó el vestido (con cuidado, que era muy caro y a medida). El sujetador corrió la misma suerte segundos después. Dedicó varios segundos a contemplar su cuerpo desnudo. "Joder... Es perfecta" pensó casi con rabia. No pudo esperar más y cubrió sus tetas con sus manos. Las apretó cerrando los ojos y disfrutando desmesuradamente de la sensación. Hermione decidió que claramente era lesbiana y era mucho más de tetas que de culo.
-Eso lo piensas porque aún no me has sobado el trasero -comentó la mortífaga con una sonrisa burlona.
-¡Vas a cerrar la boca ahora mismo y a dejar de meterte en mi mente! -la reprendió Hermione- Y vas a llamarme... ama o...
-No dudes -la corrigió Bellatrix-. Ordénamelo con seguridad y retuérceme el pezón o algo para que vea que vas en serio. Y átame las manos, aunque yo pueda liberarme, en estas circunstancias nadie más podrá.
La castaña asintió en absoluto molesta con las correcciones. Desde el principio había sido así: la bruja oscura le había indicado cómo mejorar en ese campo igual que en el duelo. Estaba segura de que sus futuras novias alucinarían con su técnica. Lo repitió como se lo había indicado. Ató sus manos sobre su cabeza con un hechizo y al instante la bruja, con ojos atemorizados respondió: "Sí, ama". Hermione adoraba lo bien que fingía temor, la excitaba aún más. La besó sin dejar de estrujar y pellizcar sus tetas intentado reprimir los gemidos de placer. Después pasó a morderle el cuello con suavidad y deslizó las manos por sus costillas. Pasó a su espalda y le metió ambas manos dentro de las bragas. Le arañó y apretó el trasero (reconoció internamente que tenía razón y también esa parte la volvía loca) y aprovechó para pegar su cuerpo más al suyo. La sensación de sus tetas contra las de la duelista y sus pezones rozándose la volvía loca. No sabía en qué centrarse, no llegaba a todo.
-Cómo puedes estar tan buena, sucia mortífaga... -murmuró la chica intentando sonar firme.
-Porque soy de sangre pura -respondió ella con una amplia sonrisa.
Hermione sabía que la orden en esos casos era darle una bofetada, agarrarla por el cuello o algo similar. Pero fue incapaz. Recordó que había opciones de humillación más sutiles. Le bajó las bragas de encaje y se las dejó a la altura de las rodillas. Estaba completamente empapada. Se incorporó y la observó intentando imitar su sonrisa burlona.
-Así, con las bragas en las rodillas y casi chorreando por una sangre sucia pareces exactamente la... -Bellatrix asintió ligeramente para que la chica se atreviera a insultarla- la pu... prostituta que eres.
-Bueno, por lo menos no me has llamado meretriz... -suspiró la bruja.
En el fondo a la slytherin le encantaba la inocencia de la chica, pero aún adoraba más hacerla rabiar. Hermione, sabiendo que era parte del juego, gruñó molesta y volvió a besarla con rabia. Le quitó las bragas del todo y le metió un dedo. Bellatrix gimió de placer. La chica estuvo un rato jugueteando dentro de ella y al poco añadió otro.
-¿Te gusta así, mi sucia mortífaga?
"Sí, ama", respondió la morena, "A tu mortífaga sucia le encanta que la folles así". En realidad le gustaba más fuerte y más brusco, pero que la llamara sucia era un gran progreso. Hermione casi se corrió con su respuesta. Siguió provocándola lentamente, sin adoptar el ritmo enérgico que sabía que la haría terminar. Aún así, cuando vio que se acercaba, retiró los dedos y los observó.
-Me has dejado empapada... -murmuró- Abre la boca, vas a limpiarme.
Bellatrix obedeció. La castaña acercó los dedos a sus labios pero en el último instante se arrepintió. "No, mejor no, eres una mortífaga mala. No mereces que te dé de comer" murmuró lamiéndolos ella con avidez. Hermione se limpió la mano con detenimiento mientras meditaba que si existía una amortentia de sabores en lugar de olores, la suya sabría a aquello.
-Pero me muero de hambre, ama... -sollozó la duelista indicándole el siguiente paso.
"Bueno...", murmuró Hermione acariciándole la cara con suavidad y pellizcándole una teta con la otra mano, "Si te lo ganas, podrás comer". Se sentó en su cintura sin quitarse las bragas (aunque eran muy finas, poca tela había) y fue ascendiendo por su cuerpo restregando la humedad de su centro por todo su cuerpo. Recorrió su estómago y sus pechos hasta colocarse sobre su cara. Le indicó que podía empezar a alimentarse como pudiera. Sentía curiosidad por cómo lo haría. Sabía que iba a seguirle el juego y no soltaría las manos, pero quitarle las bragas con los dientes en esa posición era harto complicado.
Dos segundos después, ambas estaban completamente desnudas. Cosa de magia. Hermione abrió mucho los ojos con estupor. Al instante recibió una mirada que significaba: "Como se te ocurra preguntarme cómo lo he hecho, aquí no se corre nadie". La sabelotodo se aguantó las ganas pero tomó nota de interrogarla en una situación menos caliente. No le hizo falta darle más vueltas. En cuanto la lengua de la bruja rozó vagamente su clítoris, todos sus sentidos se nublaron y el placer lo invadió todo. Apoyó ambas manos en el cabecero para no perder el equilibrio y empezó a restregarse sin asomo de vergüenza contra el rostro de Bellatrix. La bruja succionó el órgano con fruición durante unos segundos y después pasó a lamer con detenimiento sus labios internos. Ambas sabían que la chica no necesitaba penetración, solo con su trabajo en el clítoris la slytherin la haría correrse. Y probablemente por eso había abandonado ese punto y recorría la zona con movimientos lentos. Hermione supo que lo hacía para provocarla. Intentó aguantar hasta que volviera al área importante pero al parecer la morena no tenía prisa. Ella sí.
-A ver, entiendo que mi putita favorita tiene las tetas mucho más grandes que el cerebro, pero o haces que me corra en menos de dos minutos o te juro que te...
Hermione no pudo acabar la frase. Su orden había sido tan satisfactoria para su maestra que esta volvió a succionar y acariciar con sus dientes su clítoris. Gracias a sus calentamientos previos le sobró minuto y medio. Alcanzó el orgasmo entre gritos de: "¡Sí, sí, así, Bellatrix, oh, Bella, sí!¡Bella, Bella!". La bruja siguió estimulando su zona hasta que la chica fue incapaz de mantener la posición. Entonces se liberó las manos, la tumbó boca arriba y le lamió la zona hasta limpiar el producto de su orgasmo. Hacía meses que Hermione no se sentía tan plena, tan satisfecha. La bruja sonrió y se sentó al borde de la cama. Le acarició la cara mientras la castaña intentaba volver a respirar y murmuró: "Estoy orgullosa de ti, has mejorado en esto mucho más que en el duelo. La siguiente chica será tremendamente afortunada". La besó en la frente y se levantó.
-¡No! -la detuvo Hermione al instante- ¡No te vayas!
-Hermione, sabes que me tengo que ir, era el trato. Por mucho que le odie, ha interceptado tres hechizos para protegerme, no quiero empeorar las cosas con Sir...
-Ya, ya, no puedes dormir aquí -la cortó ella-, pero tú ni siquiera te has corrido, no te he hecho nada. Yo he tenido el mejor orgasmo de mi vida pero...
-Con eso me vale -aseguró la bruja con una sonrisa.
-¡A mí no! -se opuso ella aún jadeando- Quiero hacértelo, por favor, quiero...
-Hermione, te cuesta hablar y respirar, no estás para hacerme nada.
-Es que había perdido el ritmo sin ti... ¡Pero dame unos minutos, puedo hacerlo! No quiero que la última vez tú te quedes sin nada. Mi parte favorita es cuando tú te corres. Dame un filtro vigorizante o un enervate o algo y...
-¡Ni de broma te voy a drogar para que me folles! -respondió la bruja airada- Pero si es tan importante para ti, puedo esperar un rato.
Hermione asintió agradecida y la cogió de la mano. No solo para evitar que se fuera, sino para transmitirle que la quería. Igual no en un sentido romántico profundo, pero desde luego sentía un enorme afecto hacía la mortífaga, no podía evitarlo. La morena se tumbó junto a ella y le acarició el hombro con afecto. El cariño -por mucho que a ella también le fastidiase- era mutuo. Pasaron varios minutos juntas, en silencio. Un cuarto de hora después, superado el agotamiento y ya incluso sobria del alcohol ingerido, Hermione volvió a besar a su compañera. Bellatrix reaccionó al gesto y le permitió tomar el control de su cuerpo.
La castaña no perdió el tiempo: se colocó sobre ella, le abrió las piernas con decisión e introdujo su cabeza entre ambas. Mientras con ambas manos le acariciaba los muslos y le sobaba el culo, empezó a lamer la humedad de su coño y a succionar el clítoris con ganas. Al poco introdujo un dedo y seguidamente otro. No pensaba hacerla esperar después de lo generosa que había sido. Adoptó un ritmo rápido y enérgico, curvándolos y dejándose guiar por los gemidos de placer de la bruja. Cuando vio que estaba cerca, añadió un tercero y siguió chupándole el clítoris. Unos minutos después, Bellatrix también llegó al orgasmo. Se besaron una última vez y finalmente, la bruja se vistió y se despidió. Cuando ya abría la puerta, Hermione la llamó de nuevo:
-Prométeme que nunca me dejaras del todo.
-Hermione, sabes que yo...
-Aunque te vayas a Afganistán o a la Antártida, me da igual. Prométeme que me escribirás, que vendrás alguna vez, que me avisarás si te da por volver a destruir el mundo. Que serás mi amiga. Aunque tardes y te cueste acostumbrarte, prométeme que en algún momento lo harás. ¡Por favor, Bella, por favor!
La mortífaga iba a negarse porque sabía que sería difícil de cumplir. Pero al ver la expresión de desesperación de la castaña y el sorprendente afecto que parecía profesarle, asintió y respondió: "Te lo prometo, Hermione. Pero sabes que me llevará tiempo". La chica asintió también, sonrió y le dio las gracias. Antes de salir, la morena le guiñó el ojo con su sonrisa seductora y la joven sintió que se derretía igual que la primera vez que la vio. Cerró los ojos mucho más tranquila y relajada.
Sirius pasó las pocas horas que restaban para el amanecer vagando por la biblioteca. En el rincón favorito de Bellatrix encontró un pergamino con el que la bruja había estado entretenida meses antes, no había permitido a nadie ver de qué se trataba. Lo desenrolló y lo contempló con fascinación. Era un retrato de Saiph extremadamente realista. Los ojos azules del dragón refulgían en un tono casi exacto al original y hasta el patrón de sus escamas era idéntico. Era evidente que el modelo había pasado horas posando orgulloso y que su prima no había perdido el don para el dibujo. Eso le dio una idea. Se guardó el pergamino y buscó a Hermione, que a pesar de estar exhausta, disimuló y colaboró. Trabajaron en la sala de pociones durante la hora antes del desayuno y después el animago les informó de que salía a hacer un recado. Abandonaba la casa en contadas ocasiones y siempre en su forma perruna para que no le reconocieran.
Volvió a la hora de comer. Harry y Hermione le contaron que la señora Weasley había acudido por la mañana para ayudarles a limpiar la sala de baile y para disculparse de nuevo por boicotear su propia fiesta. Aunque también había intentado maldecir a Bellatrix hasta que los chicos la frenaron, así que la cosa no estaba muy clara... Después de la comida, a pesar de que sentía un cansancio tremendo por la noche en vela y solo deseaba meterse en la cama, subió a ver a su prima. El daño que le había causado era más profundo de lo que el creyó y saberlo le impedía dormir, aunque sus sentidos ni siquiera funcionaran bien por la falta de sueño.
Llamó a la puerta y no obtuvo respuesta, pero sabía que la ocupante estaba dentro.
-Abre, te traigo algo.
Tras diez minutos esperando sin éxito a que se rindiera, Bellatrix abrió con un gesto de su varita. Estaba medio tumbada en la cama con la espalda apoyada en varios cojines. Se entretenía en acariciar a Saiph que parecía profundamente dormido. A Sirius le extrañó que ni siquiera abriera los ojos para gruñirle como acostumbraba a hacer. La bruja oscura comentó en un murmullo:
-Está enfermo. Le duele la tripa por haber comido demasiado chocolate.
La slytherin parecía realmente triste y preocupada aunque se tratase de un empacho común. Ni siquiera recordaba el odio hacia su primo, simplemente le ignoró. El animago pensó que igual se sentía culpable por no haberlo detenido a tiempo. Se acercó a la cama y le tendió a Bellatrix un pequeño frasco con un líquido verde.
-Es una poción para el dolor de estómago. Hermione me ha ayudado a adaptarla para que funcione en Saiph. Por si acaso la he probado yo y todo bien, también he obligado a Kreacher y sigue intacto (aunque eso no se lo cuentes a Hermione). En pocos minutos estará igual de agresivo y molesto que siempre.
La duelista le miró con el ceño fruncido sin tener claro si podía fiarse de él. "Y además lo hemos modificado para que tenga buen sabor y a tu monstruito no le importe beberlo" añadió él sonriente. La bruja destapó el frasco. Olía a vainilla y no parecía mortífero. Como de la sabelotodo sí se fiaba, decidió correr el riesgo. Despertó a Saiph con suavidad y le indicó que tenía que bebérselo para ponerse bueno. El dragoncito se sentó sobre el estómago de la bruja y abrió la boca. Se tragó toda la poción sin ningún problema, se relamió y volvió a acomodar su cabecita sobre el corazón de su compañera. La slytherin le dio las gracias de forma casi inaudible a su primo y rezó porque se marchase, pero no sucedió. Sirius se había prometido que no se iba de ahí sin hacer las paces y su prima a cabezota no le ganaba, igual le igualaba, pero no le ganaba.
-Escucha, Bella, cuando me nombraste padrino de tu hijo me dijiste que siempre habías sido la que peor me caía de tus hermanas... No es verdad. Siempre fuiste mi favorita. Después de mis tres amigos (o más bien mis dos amigos y la maldita rata traidora) tú eras con quien mejor me lo pasaba. Te odiaba y quería mucho más a Andrómeda, pero aún así tu eras mi favorita. Yo... yo quería salvarte, Bella. Creí que podría hacerlo, que podría evitar que te juntaras con los mortífagos y te unieras a Él.
-Nunca he necesitado ni he querido que nadie me salve. Tomé mis decisiones libremente, tú no podías hacer nada.
-Lo sé, pero aún así... Te estoy agradecido porque no sería en absoluto tan buen duelista de no ser por ti y no habría tenido mi legendaria fama de chico malo si no hubiese estado castigado todas las semanas por tu culpa...
-Era culpa tuya.
-¡Y un cuerno era culpa mía! Eras tú la que siempre...
Se interrumpió al ver que el dragoncito abría los ojos y se sacudía para despertarse del todo. Su madre le preguntó si se encontraba bien. Como respuesta, el animal fijó su objetivo y de un salto estaba mordiendo los dedos del visitante. Sirius se lo permitió con una sonrisa y como recompensa Saiph le dejó marcas de sus colmillos en ambas manos pero no le hizo sangre. "Veo que ya estás perfectamente, monstruito" comentó el animago. La bruja protestó ante el apelativo pero su primo la hizo callar. Volvió a colocar a la criatura sobre el estómago de Bellatrix y empezó a desabrocharse la camisa ante la mirada perturbada de su prima.
-Para que veas que me preocupo por mi ahijado y en el fondo le quiero...
Completamente ojiplática la mortífaga observó el nuevo tatuaje casi a tamaño real que empezaba en la clavícula izquierda y terminaba justo en el pecho. A diferencia del resto de marcas rúnicas que lucía el animago, la imagen de Saiph era en color y totalmente realista. Se trataba de una copia exacta del retrato que la bruja oscura le había hecho. Los tatuajes en el mundo mágico eran muy dolorosos y no existía posibilidad alguna de eliminarlos. Ambos lo recordaban cada vez que veían en el espejo su numero de preso grabado en el cuello. Bellatrix no supo qué decir. Sin embargo, su hijo empezó a dar saltitos satisfecho. Al parecer se había reconocido y se gustaba. No quedó más remedio que aceptarlo.
-Parece que él también te perdona... -suspiró ella.
Sirius imitó la habitual sonrisa burlona de la mortífaga al darse cuenta de que había logrado su objetivo. Se cerró la camisa y no se le ocurrió ninguna otra excusa para no marcharse. Cuando se giró hacia la puerta, su prima le frenó:
-Acuéstate conmigo.
-¿Qu... qué? -preguntó él inquieto.
La bruja oscura se movió con Saiph hacia el otro lado de la cama y le señaló el sitio vacío. "Necesito criticar a todos los asistentes de la fiesta de anoche y no tengo a nadie, así que túmbate y sé mi nueva Cissy". Desconcertado pero sin ninguna objeción, Sirius se descalzó y se tumbó junto a ella. Había algo en esa posición y en el olor de Bellatrix en la almohada que le producía un extraño cosquilleo, pero como a ella no le afectaba en absoluto, enseguida empezó con el tema que los ocupaba. Comenzó por la señora Weasley y su vulgaridad tanto al vestir como al cocinar. Siguió con sus hijos, que le resultaron repelentes y medio bobos, salvo los gemelos que le habían caído bien. Lo único del evento que le había parecido maravilloso era la decoración estelar de Hermione, aunque obviamente porque se había basado en uno de sus temas favoritos. Sirius simplemente asentía de vez en cuando, no tenía claro cuál era su papel como Narcissa Malfoy en esa conversación.
-Y luego está Andrómeda... ¿Viste qué desastre? ¿Qué le pasa? Le saco dos años y sin embargo parece que tenga diez más que yo...
-Su marido murió asesinado hace pocos meses, Bella... Lo lleva como puede.
-El mío también. Es más, por mucho que los carroñeros asesinaran al sangre sucia de Andy, me juego mi fortuna a que Roddy sufrió muchísimo más. Pero yo lo sobrellevo con dignidad y estoy más fabulosa que nunca.
Sirius no pudo evitar reírse ante lo macabro del comentario. No había caído en el paralelismo entre la viudedad de ambas hermanas, aunque se abstuvo de aclararle que igual la relación de sus matrimonios no era la misma. Terminó de despellejar a su hermana y pasó a Fleur, que le generaba una desconfianza absoluta. No entendía qué demonios hacía una veela casada con alguien tan feo y soso como Bill Weasley.
-Ahí estoy de acuerdo -comentó Sirius-, son una pareja extraña. Aunque no todos los matrimonios son como los Malfoy con las melenas a juego...
-Lucius usa muchos más productos para el pelo que Cissy, me pone enferma -replicó la duelista-. Pero tienes razón, la hija esa de mi ex hermana y el hombre-lobo tampoco pegan nada. No aguanto a esa cría, pero creo que hasta ella merece un marido menos deprimente... Además, siempre pensé que Lupin se casaría contigo.
-¿¡Qué!? -exclamó Sirius.
La bruja le miró extrañada por lo excesivo de su reacción. "No me mires así, lo pensaba toda la gente que os conocía. Estáis todo el día juntos, os complementáis bien, sois amigos desde la infancia... Él es un lobo y tú un perro, podríais salir a trotar juntos" comentó la slytherin divertida.
-No me gustan los hombres, Trixie. Es mi mejor amigo y ya está.
-No te cierres puertas, Siri, yo lo he probado todo y...
"¡No quiero saberlo!" la frenó su primo de inmediato. La bruja se encogió de hombros y cerró la boca. Al rato Sirius le preguntó por el enfrentamiento de la noche anterior, aparte de las afectadas era el único al no había engañado ni por un momento. "¿Estabas dispuesta a recibir un hechizo solo para hacerlas quedar mal?" le preguntó girándose sobre la almohada para contemplarla. Su prima imitó el gesto y respondió mirándole a los ojos: "Estaba dispuesta a recibir tres hechizos". Lo soltó con tal solemnidad que ambos se echaron a reír.
-Creo que lograste engañar con tu falsa inocencia hasta a Harry y a Hermione... Lástima que me desmayara, me hubiese gustado ver las reacciones del resto.
Aprovechando que sus ojos seguían en los suyos, la bruja se metió en su mente. En lugar de usar la legilimancia para curiosear en sus recuerdos, colocó los suyos propios para que pudiera ver lo que se había perdido la noche anterior. La sensación de tener a Bellatrix invadiendo su cabeza y ver todo desde su punto de vista era extraña pero no desagradable. No pudo evitar reírse al comprobar lo buena actriz que era.
-¿Para qué demonios me examinaste el pulso? Sabías de sobra que no era grave...
-¡Para mantener la imagen de pobre víctima inocente preocupada por su primito! Y porque tenía tantas ganas de echarme a reír que agacharme y mirar al suelo fue la única forma de disimularlo.
El animago puso los ojos en blanco pero no pudo evitar reír de nuevo. Estuvieron en silencio durante varios minutos. Fuera se fraguaba una tormenta y la lluvia empezaba a golpear las ventanas produciendo un agradable repiqueteo. Bellatrix siempre había preferido evitar la conversación, no le gustaba mancillar el silencio con temas banales y en aquella ocasión Sirius estuvo de acuerdo. A pesar de que detestaba la lluvia, no recordaba la última vez que había sentido tanta calma... Duró poco.
La calma del animago se rompió cuando notó que Bellatrix comenzaba a desabotonarle la camisa. Quiso preguntarle qué hacía pero tenía la boca seca y temía que su voz le traicionara. Cuando le abrió la prenda del todo y volvió a quedarse embobada con el tatuaje, se sintió estúpido. Por supuesto que era eso lo que pretendía. "Es el más guapo del mundo hasta en una dimensión" murmuró embelesada. La bruja recorrió el dibujo de Saiph con las yemas de sus dedos. Bastó ese leve contacto para que la incomodidad del animago aumentara como no lo había hecho desde antes de Azkaban. Tuvo que cruzar las piernas discretamente para que su prima no notara el despertar fisiológico que su roce había desencadenado. Desde que salió de la cárcel, ocupado en esconderse, proteger a Harry y evitar ser detenido no había retomado la actividad física en pareja. Llegó a creer que esa necesidad había desparecido en él, pero acababa de comprobar que en absoluto. Cuando ella decidió pasar del tatuaje al sujeto original y se distrajo jugando con el dragoncito, el animago cerró los ojos y se centró en ralentizar su respiración. Evocó la imagen de Snape que empleaba cuando necesitaba enfriar sus instintos. No fallaba nunca.
Abrió los ojos cuatro horas después. Ni siquiera fue consciente de cuándo se quedó dormido. Al despertar de la siesta, se sintió profundamente relajado y descansado. Se giró y vio que Bellatrix dormía a su lado con su hijo entre los brazos como un peluche. Era realmente adorable. Los mechones oscuros que aún no habían recuperado su curvatura original le caían por la cara y su expresión de paz la hacía parecer mucho más joven e inocente. "Lástima que tenga que despertarse" pensó Sirius con ironía. Dedicó varios minutos a observarla dormir aun sabiendo que si le pillaba, adiós cuello. Fue su hijo quien le cazó mirándolos. El dragoncito se liberó con suavidad de los brazos de su madre y se acercó a él. Intentando evitar que volviera a morderle, recordó el hechizo con el que le gustaba entretenerse. Cogió su varita y sin pronunciarlo ejecutó el encantamiento avis. Al instante varios pájaros dorados empezaron a revolotear sobre la cama.
Saiph los vigiló unos segundos. Después, alzó el vuelo, asesinó con sus garras a la mitad y volvió a posarse en la cama. El animago pensó que se había cansado, pero no fue así. Quería utilizar su nueva técnica de aniquilación. Abrió las fauces y tras tres pequeñas llamaradas no quedó ninguno. La sensación de calor unida al rugido victorioso de su cachorro despertó a Bellatrix. Cogió al dragoncito y con voz infantil empezó a decirle:
-¿Quién es mi asesino favorito? ¿Quién es el asesino de mamá? ¡Túúú! ¡Claro que tú, mi pequeñín!
Saiph saltó feliz sobre su estómago y Sirius sacudió la cabeza una vez más:
-Estás loca, Trixie.
La bruja no contestó, estaba muy ocupada jugando con su hijo. Sirius miró el reloj y vio que era hora de cenar. Le pidió a su prima que bajara con él y así cenaban con Hermione y Harry. Ella contestó de inmediato que no le apetecía. Tras años sin poder parar quieta cumpliendo las misiones de Voldemort ahora disfrutaba muchísimo pasando días enteros en la cama sin mover un dedo. El animago, que sabía como manipularla, comentó con tranquilidad:
-Vale, pero igual critican a tu hermana y a las otras dos por portarse tan garrafalmente mal contigo...
-¡Me ducho y voy! -exclamó la bruja levantándose de un salto.
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