Capítulo 10
El día siguiente empezó con otra situación surrealista protagonizada por la habitual reina del caos. Lupin había acudido a primera hora para solucionar un encargo de la Orden -sospechaban que simplemente quería asegurarse de que seguían vivos a pesar de su inquilina- y aprovechó para desayunar junto a Sirius y los chicos. Cuando terminaban, la bruja oscura apareció enfurecida con su compañero en el hombro:
-¿Dónde está Fafnir? -bramó.
-¿Quién? -preguntó Harry extrañado.
-El dragón que jugaba al quidditch, ¡dónde está! -exclamó de nuevo.
-Nada, la hemos perdido del todo -suspiró Sirius sacudiendo la cabeza en un gesto dramático- Llamad a San Mungo para que vengan a buscarla.
Tras dirigir una mirada cargada de odio a su primo y obviando las expresiones obtusas del resto de comensales, la morena sacó una carpeta que había bajado de su habitación. Hermione la reconoció al instante y un escalofrío recorrió su cuerpo. La bruja desplegó sus dibujos infantiles por la mesa y explicó sin tranquilizarse:
-Se los estaba enseñando a Saiph y falta uno, falta Fafnir. Era verde, de slytherin, iba a ser jugador de quidditch profesional en la Universidad de Dragones.
-Bellatrix, ¿te estás escuchando? -preguntó Lupin con tranquilidad.
-Claro que sí, me escucho siempre, es uno de mis mayores placeres. ¡Y os digo que falta uno!
-Estás loca, prima -suspiró Sirius.
-¡No estoy loca! ¡No estoy loca! -chilló ella en un tono que se desautorizaba a sí misma.
El hombre-lobo intentó tranquilizarla y le sugirió que igual lo había perdido o no se acordaba bien. Ella aseguró que no, que faltaba uno, todos sus dibujos formaban parte de una narrativa que solo tenía sentido en su cabeza y se rompía sin Fafnir. Hermione maldijo la memoria eidética de la mortífaga y observó con curiosidad que el pequeño Saiph parecía igual de enfadado que ella. La chica le dedicó a Sirius una mirada suplicante de auxilio y al instante el animago recordó que lo habían sustraído ellos el primer día. Intentó escurrir el bulto.
-Lo perderías en algún momento, Bellatrix. No es por nada, querida, pero nunca has sido muy buena con la organización...
La bruja le miró a los ojos y se calmó. Los más inocentes creyeron que había colado.
-Tienes razón, soy un desastre organizándome... -concedió ella- Sin embargo, siempre he sido muy buena con la legilimancia. ¡Vamos a ver qué tal se os da a vosotros la oclumancia! -exclamó divertida.
Incluso los que no habían tomado parte en el robo, sintieron un ligero temor. El propio Voldemort había entrenado a Bellatrix en las artes de la lectura y el bloqueo de la mente y con Dumbledore muerto, probablemente era la segunda persona más capacitada. La duelista sabía perfectamente cuándo le mentía su primo y no se le habían escapado los gestos nerviosos de Hermione. Así que decidió torturarlos lo máximo posible. Centró su mirada en Lupin. A lo que él se dio cuenta, ya había quedado descartado. De inmediato, la morena pasó a Harry que empezó a agobiarse intentando recordar lo poco que había aprendido con Snape. Hermione no pudo aguantar más y exclamó:
-¡Para, para! ¡Fui yo!
Harry frunció el ceño y le susurró entre dientes: "Hermione, no alimentes sus paranoias, no la ayudas". Por mucho que lo hubiese dicho en voz baja, la duelista lo captó de inmediato y al segundo siguiente su varita curva estaba apuntado al chico. Y acto seguido las de Lupin y Sirius la apuntaban a ella, que parecía totalmente indiferente a la amenaza mientras Saiph calculaba los metros que le separaban del cuello de los merodeadores. Hermione se horrorizó por completo.
-¡Bajad las varitas todos, por favor! -suplicó la chica.
Lupin obedeció. Los dos Black siguieron apuntándose un rato y mirándose desafiantes pero finalmente las bajaron con reticencia. La sabelotodo comenzó a justificar su hurto:
-El primer día que subimos a verte cogí el dibujo de tu cuarto, creí que como tenías muchos...
-¿Por qué? -preguntó la duelista mirándola a los ojos.
No podía decirle que para tenerle menos miedo, eso aún la haría crecerse más. Así que optó por adornar un poco la verdad.
-Me... me gustó mucho... Creo que dibujas muy bien...
-¿Te gustó tanto un dibujo que hice con cinco que años que te arriesgarte a robármelo? -preguntó con incredulidad- ¿A una mortífaga? ¿Se os está pegando la estupidez de este o qué?
Sirius soltó un bufido. La chica asintió avergonzada mientras el resto la miraban sin saber cómo reaccionar. Cada día con Bellatrix era una nueva aventura de final incierto. Murmuró que lo tenía en su cuarto, que ahora mismo subía a buscarlo. La slytherin la frenó. "Te lo puedes quedar hasta que decida publicar mi obra" informó con gesto altivo y desapareció con su hijo. La castaña suspiró aliviada, había temido un desenlace mucho más trágico. Nadie se atrevió a bromear sobre la publicación de la obra artística de Bellatrix Lestrange. En cuanto calculó que la afectada estaría ya en su planta, la gryffindor recuperó la conversación:
-¿De verdad se ha metido en vuestra mente? -les preguntó a Lupin y Harry.
-No -contestó Lupin-, lo ha fingido para poneros nerviosos. Es muy buena legimente pero también una gran manipuladora, signo de identidad de los Black, supongo.
Sirius resopló de nuevo, pero no pudo rebatirlo. Guardaron silencio durante unos minutos mientras terminaban el desayuno. Fue Harry el que al rato resumió el dilema general:
-No sé si es un genio o está completamente chalada.
-En ella pueden darse las dos cualidades a la vez perfectamente -murmuró su padrino echando un chorro de whisky en el café.
El día transcurrió sin más sobresaltos. Lupin se marchó y por la tarde Harry y Hermione decidieron subir al cuarto de entrenamiento para practicar con Sirius. Les enseñaba hechizos defensivos pero también ofensivos, hacían circuitos para mejorar su velocidad y procuraban ayudarse entre ellos. Ese día se centraron en el duelo. Evidentemente Sirius, por su experiencia y edad era raramente derrotado. Sin embargo, Harry era el mejor de la clase en "Defensa contra las Artes Oscuras" y su estilo de vida le procuraba ocasiones de probarlo. Combatir no era el fuerte de Hermione: ella prefería la teoría y los métodos más pacíficos, era la única materia en la que no era la más aventajada. A pesar de ello se esforzaba mucho y los duelos resultaban intensos y emocionantes.
Durante esa jornada, los dos jóvenes se enfrentaron primero el uno contra el otro. Tras un prolongado y reñido combate, ganó el chico y le tocó enfrentarse a su padrino. A pesar de que la veteranía de Sirius era un punto a favor, ambos estaban familiarizados con el estilo del otro y por tanto cada sesión al animago le costaba más derrotar a su ahijado. El combate se hallaba en su punto álgido cuando Harry desestabilizó a Sirius con una bombarda y casi logró derrotarlo.
-Eres casi tan lento como idiota y no controlas bien las distancias. Te va a ganar un crío.
Nadie supo cuánto rato llevaba Bellatrix apoyada en el marco de la puerta, pero todos dieron un respingo al percatarse de su presencia. Sirius se recuperó el primero y respondió con altanería:
-Me sentiré orgulloso si gana él, eso quiere decir que le he enseñado bien.
-Primero, dudo que tú hayas enseñado nunca nada bueno a nadie. Y segundo, ¿quién te enseñó a ti? -preguntó la bruja con tono burlón.
-¡Perseguir a alguien por el Bosque Prohibido lanzándole crucios no es enseñar! -bramó el animago.
La bruja sacudió la cabeza: "Eras muy lento en todos los aspectos, tuve que tomar medidas desesperadas". Los chicos no sabían cuándo había empezado aquel duelo dialéctico pero miraban de uno a otro sin saber a qué atenerse. Sirius pareció tener una idea. Dio por terminado su práctica con Harry y miró a su prima. Le preguntó si aceptaba un duelo con él para demostrarles a los chicos cómo se hacía o si le daba demasiado miedo. Con una carcajada cruel, la bruja aceptó. Ella nunca rechazaba un combate. Sirius se colocó en posición de inmediato, sin embargo, su contrincante se lo tomó con más calma. Se quitó la capa y se acercó a un banco lateral bastante alejado. Colocó la prenda formando una especie de nido y metió la mano en su escote. Saiph salió y se acomodó en el sitio. La bruja lo protegió con un potente escudo por si acaso.
-Ahora vas a ver a mamá darle una paliza a tu tito idiota -murmuró con cariño acariciándole la cabecita.
El dragón emitió un ronroneo de satisfacción. Harry que se había apartado junto a Hermione le preguntó si, técnicamente, Sirius no sería el primo segundo del dragón. La chica se encogió de hombros y replicó:
-Puede ser su tío perfectamente, no descarto que por algún lío de los Black estos dos sean hermanos.
-¡Eh! -protestó Harry- Sirius es más... No ha matad... Nunca ha... ¡No ha torturado a nadie! -exclamó feliz de encontrar un argumento válido.
La bruja oscura chasqueó la lengua y comentó desde lejos:
-En lo único en lo que me ha ganado este traidor es en la competición que teníamos por ver quién torturaba más a Snape.
Harry se calló de inmediato y Hermione disimuló el gesto de suficiencia que se le había formado con ese nuevo dato que apoyaba su teoría. Sirius le dirigió una mirada asesina a su prima por desacreditarlo ante su ahijado. La bruja estaba ocupada recolocándose el escote del vestido tras sacar al dragón y él decidió que era un motivo tan bueno como cualquier otro para burlarse de ella:
-Un sitio muy normal para guardar las cosas -comentó con ironía.
-Así es -asintió la mujer-. Antes guardaba aquí mi daga y me la he tenido que quitar por él, si eso no es amor... Lo que me recuerda, por cierto, que aún la tienes tú. Cuando te gane, me devuelves mis armas.
-Si me ganas -corrigió Sirius-, te las devuelvo. Si gano yo... me readmites en el tapiz de los Black.
La bruja le miró extrañada y frunció el ceño. Su primo siempre había considerado a su familia un atajo de bobos obsesionados con la sangre pura y se enorgullecía de haber huido de ahí. No tenía sentido que quisiera recuperar su puesto. El hombre se apresuró a explicárselo:
-No es que quiera reclamar nada, es solo para fastidiarte, querida, para que tengas que incluir a un traidor de sangre en tu noble linaje.
Eso tenía más sentido. La bruja aceptó, pocas dudas tenía de ganar. Aún así, el hombre no parecía confiar en su palabra...
-No me fio de ti, mortífaga. Deberíamos jurarlo.
-¡Por Morgana, tienes razón! -exclamó ella de inmediato- Granger, saca tu varita.
Tanto Harry como Hermione empalidecieron. ¿En serio iban a hacer otro juramento inquebrantable por semejante tontería? ¿Era acaso posible realizar uno cada pocos meses como parecían hacer ellos? El primero ya les había causado suficientes problemas y quebraderos de cabeza, ninguno de los dos quería repetirlo. Pero recriminárselo a los afectados -incluso a Sirius- les daba bastante miedo. Ambos empezaron a balbucear y a buscar una forma suave de hacerlos cambiar de idea. Los dos adultos aguardaban con una mezcla de seriedad e impaciencia. El chico miraba a la sabelotodo sin saber qué hacer y el gesto de ella tampoco resultaba más tranquilizador.
Fue Sirius el primero que se echó a reír. Bellatrix aguantó un par de segundos más pero enseguida igualó el regocijo y la profundidad con la que su primo se carcajeaba de los aturdidos muchachos. Entendieron que les habían tomado el pelo, también ellos habían tenido de sobra con un juramento. Intentaron afearles la conducta pero el animago prácticamente se estaba retorciendo en el suelo al recordar sus caras y Bellatrix lloraba tanto que tuvo que usar un hechizo para arreglarse el maquillaje. Harry tuvo que reconocer que cada vez cobraba más fuerza la teoría de que podrían ser hermanos en lugar de primos. Si no fuera por lo emocionante que se presentaba el duelo, los estudiantes se hubiesen retirado ofendidos. Pero aguantaron. Y cuando quince minutos después cesaron las carcajadas, comenzó el combate. En el último segundo, Harry los detuvo:
-¡Un momento! Si os hacéis daño ¿no incumpliréis el juramento?
La sabelotodo no pudo resistirse y se adelantó a recitar lo que había leído:
-No. El juramento reconoce la intención. Ellos no pretenden herirse sino practicar o enseñarnos, así que no hay ningún riesgo.
Los dos adultos asintieron con tranquilidad como si ya contasen con esa información y convencieron a los chicos de que así era, pero los dos vieron en los ojos del otro que habían estado apunto de jugarse la vida tan tranquilos y sin pensarlo. Rechazaron ese pensamiento y comenzó el juego.
Efectuaron la reverencia inicial con una elegancia que ni el propio Dumbledore mostró en sus días. Fue Bellatrix la que ejecutó el primer ataque que Sirius rechazó de inmediato. Ambos calibraron el terreno sin lanzar grandes ofensivas. La expresión el hombre era de concentración absoluta pero también de diversión; mientras que la de ella mostraba placer, el duelo era el terreno donde mejor se movía. Era evidente que ambos disfrutaban profundamente de aquello. Hubo ataques y contraataques y algunos hechizos que los chicos jamás habían presenciado. Apenas pronunciaban ninguno, ambos eran duchos en magia no verbal. Parecían estar simplemente tanteando el terreno. Los jóvenes los contemplaban maravillados y en su fuero interno cada uno apoyaba a uno. A Hermione le extrañó que siendo ese el campo en el que Bellatrix era experta, estuviesen tan igualados. Estaba segura de que si fuese una competición para ejecutar un patronus o algo menos oscuro el animago vencería en pocos segundos. Mientras veía a la slytherin esquivar un confringo en el último segundo, desarrolló dos hipótesis: o su fama era inmerecida o realmente le gustaba jugar con su comida antes de devorarla.
Quince minutos después se resolvió su incógnita. No estaba segura de que si Bellatrix no era tan hábil o es Sirius era más sobresaliente de lo que creían, pero tras lanzar varias ráfagas de ataques seguidos y defenderse de otras tantas, el animago logró inmovilizar a Bellatrix con un incarcerous. Al instante, invocó la varita de la mortífaga que voló hacía él. Antes de dar el duelo por terminado no pudo evitar burlarse:
-Vaya... Mi loca favorita ha perdido facultades... El duelo ya no es lo tuyo, Bella, quizá puedas dedicarte a la botánica o a la astrología...
La bruja murmuró algo ininteligible como respuesta. Harry estaba exultante y no cabía en sí de orgullo por su padrino. A la chica le sorprendió que realmente la bruja no pudiera moverse. Cierto que se trataba de un hechizo muy avanzado y casi nadie podía soltarse sin ayuda... Pero ella les había contado que Rodolphus usó ese mismo conjuro en ella varias veces y siempre se liberó.
Entonces comprendió que lo que la duelista había murmurado no había sido una respuesta a la burla. Vio con sorpresa que la varita curva de la bruja resbalaba de la mano de Sirius, pero en lugar de volver a su dueña, apuntó al animago y sin ninguna mano que la sujetara un torrente de agua cayó sobre él. Antes de que pudiera liberarse, un viento huracanado se apoderó de la sala. Sirius actuó rápido y lo dispersó con su varita. Pero entonces la tierra tembló bajo sus pies. Miró al suelo y cuando levantó la vista unas llamas de fuego de varios metros de alto lo rodeaban. Mientras sudaba intentando sofocar el fuego, sintió como el propio suelo arrastraba su cuerpo. Las llamas se apagaron de inmediato y dejó de sentir sus extremidades.
Ese final ya tenía más sentido para Hermione. La bruja oscura estaba sentada sobre Sirius inmovilizándolo, con su varita en una mano y la del animago en el escote donde le gustaba guardar cosas. Cuando consiguió sacudirse el mareo y volver a centrarse en la realidad, lo único que vio el dueño de la casa fue la sonrisa burlona de su prima sentada sobre él. Intentó quitársela de encima, pero tanto sus brazos como sus piernas estaban inmovilizados. El hombre gruñó enfadado. La bruja soltó una carcajada.
-Dilo -exigió ella.
Ya habían pasado por aquello. El animago sabía que era la única opción de recuperar su libertad, pero le molestaba tener que pronunciar aquellas palabras delante de su ahijado. Mirando hacia otro lado y en voz lo más baja posible, murmuró:
-Bellatrix Black es la bruja más poderosa del mundo mágico, la mejor duelista y la más guapa. Tengo suerte de tener una prima tan maravillosa a pesar de ser un idiota traidor de sangre.
La bruja rió satisfecha. Llevaban con ese ritual desde los trece años y pocas veces había sucedido al revés. Se levantó de un saltó, retiró los hechizos y le tendió la mano a su primo. Él la aceptó y se levantó. "Le diré a Kreacher que te suba tus dagas" añadió él y Bellatrix le devolvió la varita. Los chicos los miraban sin entender bien lo que había pasado. Harry no comprendía cuándo habían cambiado las tornas y Hermione estaba incluso asustada ante semejante despliegue de magia oscura. Solo uno de los espectadores parecía profundamente encantado con el resultado. Saltó de su sitio y voló torpemente hacia su mamá para felicitarla. Bellatrix lo cogió en brazos y frotó su nariz contra el morro de Saiph. Nadie se atrevió a interrumpirla. Sirius se acercó a sus discípulos y Hermione comenzó a preguntarle casi sin respirar:
-¿Qué ha pasado, cómo lo ha hecho? ¿Cómo ha usado su varita sin sujetarla? ¿Cómo se ha liberado? ¿Qué hechizo ha usado para atacar con los cuatro elementos?
"Parecía que ya la tenías" fue lo único que murmuró Harry.
-Es lo malo de Bellatrix, juega contigo. Desde el principio sospechas que no vas a ganar, pero intenta hacerte creer que sí para manipular tu moral y tu energía. Es capaz de anticiparse a cualquier movimiento, por eso es la mejor duelista. Y los hechizos... tendrás que preguntárselo a ella, nunca los había empleado conmigo.
A Sirius le costó bastante confesar aquello, pero era un gryffindor y no iba a ser injusto. Además, por mucho que jamás lo reconociera, una parte de él se enorgullecía de que alguien tan capaz fuese familia suya. Y en tercer lugar, tenía la esperanza de que la aludida se quedara un rato más para ayudarle con el entrenamiento de los chicos. A Hermione le daba miedo preguntarle directamente a la mortífaga, sobre todo tras el conflicto que habían sufrido con el dibujo. Pero reunió valor y con más calma y orden que a Sirius le repitió las preguntas.
-Al igual que puedes resistirte a la maldición Imperius, puedes liberarte de un incarcerous, pero se necesita un control de tu magia muy fuerte y mucha experiencia. Las cincuenta primeras veces que no consigues liberarte son bastante... desagradables.
-Haber estado años inmovilizado en Azkaban ayuda mucho a esa práctica -comentó Sirius.
La bruja asintió, los estudiantes se estremecieron.
-No he lanzado el hechizo sin sujetar la varita, lo he ejecutado cuando aún la tenía pero con la intención de que surtiera efecto unos segundos después. Es uno de los conjuros más complejos que he inventado, trata de ralentizar al máximo el momento en que se produce la magia para que ataque a quien te desarme y le pille desprevenido. Está basado en aresto momentum, que minimiza el movimiento de un objeto pero aplicado al propio encantamiento. Es muy arriesgado porque tienes que dejar que te desarmen sin la garantía de que vaya a funcionar. Sinceramente, nunca me había salido tan bien, es evidente que ahora tengo ayuda.
El dragoncito rugió orgulloso sobre su hombro.
-¿En serio has notado su energía? -preguntó Hermione incrédula.
-Por supuesto que sí. Igual que él aprende mucho más rápido que cualquiera de su especie, yo siento que mis habilidades mágicas son mucho más fuertes y precisas. Si no estuviera él, no me habría arriesgado a usar ese hechizo porque de haber fallado, el idiota me habría ganado. Estoy segura de que junto a Saiph podría volver loco a alguien de un solo crucio.
Todos tragaron saliva. Esa información no ayudaba precisamente a disminuir la inquietud que la inestable bruja les provocaba. Los dos hombres le dirigieron a Hermione un gesto de: "¿Eres consciente de lo que has hecho?". Ella respondió con una mirada de disculpa e intentó cambiar de tema preguntándole por el último hechizo.
-Es una combinación de varios: incedio, aqua eructo, alarte ascendare y terra locomotor. Conseguí unirlos todos en uno para que los propios elementos ataquen a tu oponente. Depende de donde estés, si hay cerca fuego, agua, aire o tierra, una parte es más poderosa que otra. En esta habitación predomina la tierra, por eso este se ha desmayado y ha quedado atrapado en ella sin necesidad de un incarcerous.
Los tres la escuchaban con fascinación. Hermione se dio cuenta de que les daba las claves de sus hechizos pero no les explicaba la palabra ni la acción exacta para proteger sus secretos. Se sentía profundamente admirada de que alguien pudiera haber creado conjuros tan poderosos. Snape había inventado varios hechizos mortíferos a los dieciséis; era evidente que la bruja oscura tampoco había perdido el tiempo. Después de que ella se lo pidiera para ahorrarle otra humillación a Sirius, Bellatrix aceptó quedarse a presenciar su entrenamiento.
Los dos Black se retiraron a un lado y dejaron que los chicos volvieran a batirse en duelo para que la mortífaga pudiera verlos. Con menos tacto que su primo pero con más precisión (a ella no le importaba en absoluto herir sus sentimientos) la bruja oscura les fue haciendo correcciones. Si bien los estudiantes estaban notablemente nerviosos, Hermione sentía una necesidad imperiosa de impresionar a su visitante. Se esforzó mucho más que en cualquier otro entrenamiento y, finalmente, logró derrotar a Harry. No esperaba una felicitación muy efusiva por parte de la slytherin, pero tampoco la pregunta que le lanzó mirándola extrañada:
-¿Qué pasa contigo, qué problema tienes?
-¿Có... cómo? -preguntó Hermione confundida- Le he ganado...
La bruja hizo un gesto con la mano como quitándole importancia a ese detalle. Se separó de la pared y se acercó a ella.
-El resultado es indiferente, ¿por qué no disfrutas? Este idiota os está entrenando mal, no estáis a lo que estáis.
La chica la miró aún más nerviosa por la proximidad sin tener claro qué responder a aquello. ¡Claro que no disfrutaba de las peleas! Era algo totalmente contrario a su carácter, de ser por ella batirse en duelo estaría prohibido. Solo practicaba para estar preparada para la guerra. La morena no esperó su respuesta y prosiguió la explicación:
-Si no disfrutas con lo que haces, nunca llegarás a dar lo mejor de ti. Si eres la más brillante de tu generación en todo lo demás, no es solo porque conoces la teoría sino porque disfrutas con ello. Pero esto te pone nerviosa e incómoda, impides que la energía de los hechizos fluya a través de ti. Así nunca serás tan buena como Potter, en él es innato a pesar de que no domine la parte técnica tan bien como tú.
Sirius percibía que Hermione temblaba más que el sauce boxeador, pero por otro lado, nunca había visto a la duelista esforzarse por enseñar a alguien que no fuese ella misma, así que no intervino y las dejó seguir. Harry también lo notaba, pero había decidido tomarse la última frase de la duelista como un cumplido y estaba disfrutando del momento. La chica tuvo que reconocer con voz temblorosa que no llegaba a entender lo de la energía, la fluidez y todo eso. La slytherin se colocó a su espalda, peligrosamente cerca de ella y le exigió que le lanzara un hechizo a su oponente:
-¿Cu... cuál? -preguntó la castaña intentando serenarse.
-¡A mí que me importa! -exclamó la duelista perdiendo la paciencia- Desmaius, expelliarmus, avada kedavra... ¡El que quieras pero antes de que Sirius parezca aún más viejo de lo que ya es!
Su primo le dedicó una mirada de desprecio que ella ignoró. Hermione hizo lo que la bruja le había pedido. Alternó entre las dos primeras opciones pero Harry los bloqueó uno tras otro. Obviamente, la morena no quedó satisfecha. Con una mezcla de terror y placer, la sabelotodo sintió que Bellatrix pegaba su cuerpo al suyo. Le explicó algo muy cerca de su oído, pero no fue capaz de escucharla. Sus cinco sentidos estaban sobrecargados: tenía la boca seca y no lograba pronunciar palabra; veía la mirada sorprendida de los dos hombres; notaba la suavidad del pecho de la bruja contra su espalda y su cadera contra la suya; la envolvía un olor mezcla de ámbar y jazmín, algo oscuro y misterioso que solo podía ser el perfume de la mortífaga; y en sus oídos oía un zumbido que nublaba todo lo demás. Sintió que la obligaba a levantar el brazo de la varita con su propio brazo y apuntaba a Harry. El chico, en previsión del ataque, creó de inmediato un sólido escudo. La bruja murmuró "Desmaius" y atravesó sin esfuerzo alguno la defensa del moreno, que salió disparado contra la pared.
-¡Harry! -gritó la chica asustada- ¿¡Estás bien!?
Intentó correr hacia él pero la morena la sujeto por la cintura y la pegó más a su cuerpo impidiendo cualquier movimiento. Se tranquilizó (mínimamente) cuando vio que los hechizos que protegían la sala de entrenamiento habían suavizado el golpe y Harry se levantaba solo con un ligero aturdimiento. Bellatrix la obligó a volver a centrarse en ella:
-¿Sientes eso? ¿Sientes la energía en mi cuerpo?
La castaña sentía muchísimas cosas, la mayoría en su cuerpo y no precisamente en el cerebro... Con un esfuerzo sobrehumano, se centró de forma consciente en la figura que la sujetaba. De inmediato entendió a qué se refería. Una especie de electricidad recorría el cuerpo de la duelista, una energía oscura y adictiva que la estudiante no había experimentado jamás. Imaginó que sentirla dentro de ella aún sería más intenso. Era como si la propia magia circulara en libertad por su interior.
-Nunca he leído sobre nada así -murmuró Hermione epatada-, en Hogwarts no nos lo han enseñado... Tiene que ser magia negra... ¿Cómo lo haces?
-Los estándares de calidad en ese colegio han bajado bastante desde mi época -comentó la mujer- La magia no tiene colores, solo trata de poder y de energía. Eso es lo que sientes cuando lo haces bien, cuando eres una con tu magia y disfrutas siendo consciente de ello.
Se separó un poco de ella y le indicó que volviera a atacar a Harry que había recuperado su posición. Ahora sí que la castaña sentía que era imposible. A pesar de que se había alejado, el olor y la sensación de Bellatrix permanecían en su ropa y en su cuerpo, los restos de su magia chispeaban dentro de ella y no era capaz de controlarlo. Se sentía nerviosa, casi mareada. Le temblaban hasta las manos. Y su principal preocupación en ese momento no era tanto derrotar a Harry como confirmar que le atraían las mujeres. Así que intentó el hechizo tres veces sin grandes resultados. Bellatrix exclamó exasperada:
-¡Nada, no hay manera, me rindo!
Intentado echarle un cable a la chica y para evitar que su prima se fuese, Sirius intervino por fin:
-Es que Harry es su amigo, Bellatrix. Sé que no estás familiarizada con el concepto, pero cuesta mucho enfrentarse a alguien a quien quieres.
La slytherin que ya estaba cerca de la puerta se giró y mostró una sonrisa cruel. "Potter, aparta de ahí" le espetó al chico. Harry obedeció de inmediato, casi corrió junto a Sirius y compartieron una mirada de inquietud por el bienestar de su amiga. La bruja se colocó frente a la estudiante y desenfundó su varita.
-Atácame -ordenó simplemente.
Huelga decir que los tres gryffindors vieron que eso era aún peor que enfrentarse a Harry. La mortífaga demente Bellatrix Lestrange con la varita alzada no era alguien a quien quisieras tener enfrente. Aún así, la chica lo intentó. La bruja no necesitó ni su arma para desviar los hechizos, le bastó la mano. Decidió que necesitaba un estímulo. Con su voz infantil canturreó:
-¡Vamos, sangre sucia, atácame! He asesinado a cientos como tú y he disfrutado, sois todos igual de débiles...
Pese a que sabía que buscaba provocarla, en ese punto, por fin, el instinto de Hermione venció a su raciocinio. Lanzó un desmaius mucho más fuerte y seguro que todos los anteriores. Lo repitió tres veces con notable éxito. Por supuesto su oponente los desintegró todos, pero parecía mucho más satisfecha:
-¡Vamos progresando! -informó con cierta alegría- A pesar de que no eres una duelista nata, tienes algo bueno: a diferencia de nosotros tres, tú piensas lo que haces, no utilizas solo tu instinto y tu fuerza. Pero lo piensas demasiado. Me habría dado tiempo a matarte unas siete veces. Te repito que si no disfrutas del duelo y dejas que tus sentidos manden sobre tu cerebro, nunca serás realmente buena.
La chica asintió realmente agradecida por los consejos. Era la mejor clase práctica que le habían dado e intentó absorber cada palabra. Tras aquello, Sirius, que se aburría de la inactividad, decidió que él y Harry podían derrotar a Bellatrix y a Hermione. Todos aceptaron el desafío. Incluso la bruja oscura tuvo que reconocer en su fuero interno que hacía muy buen equipo con la sangre sucia. Su estilo agresivo e impulsivo era el contrapunto perfecto para el sistema defensivo y cauto de la chica. A los diez minutos, Harry estaba desarmado y Sirius otra vez en el suelo a los pies de su sonriente prima. El animago, que no parecía rendirse nunca, pidió la revancha. Su ahijado intervino:
-Esto... Sirius, no te lo tomes a mal, pero... esta vez ¿puedo ir yo con ella? -preguntó- Es que me estoy cansando de perder.
Al hombre no le quedó otra que aceptar y cuando la mortífaga cesó de burlarse de él porque hasta su más fiel defensor le abandonaba, empezó el duelo. A pesar de llevar meses entrenando con él, Hermione no se complementaba tan bien con el animago, no era como sentir la energía de la bruja impulsándola y potenciando sus ganas. Así que para alegría de Harry, esa batalla la ganó su equipo. Los chicos se felicitaron mutuamente. Mientras le ayudaba a levantarse, su prima le susurró al oído: "No te preocupes, Siri, aunque yo soy la mejor, sigues siendo un gran duelista, eres un Black al fin y al cabo". El animago sintió un escalofrío al notar su cálido aliento sobre su piel. El cumplido le pilló por sorpresa y no supo qué responder.
Tras la última victoria, la slytherin les informó de que Saiph y ella tenían cosas que hacer, así, sin dar más explicaciones. El dragoncito salió de su nido, agarró la capa con sus garras y se la llevó a su dueña volando con dificultad por el peso añadido.
-¡Oh, por favor, mirad que cosa más mona! -exclamó la mujer cogiendo la capa de inmediato y felicitando a su hijo por la hazaña.
Sirius intentó burlarse de ella pero estaba demasiado cansado y realmente la imagen era adorable, a Bellatrix le brillaban los ojos cuando miraba a su dragón. Así que no se le ocurrió ningún insulto antes de que salieran por la puerta. Los chicos también estaban sentados en el suelo intentando recuperar el aliento tras la intensidad de los duelos. Cuando lo consiguió, Hermione le preguntó a Sirius:
-¿Cómo lo hace, cómo tiene tanta energía? ¿Y por qué he podido sentirla? Nunca me había pasado con nadie.
-Cada mago o bruja pelea de una forma -contestó él intentando no jadear por el agotamiento- Bellatrix utiliza la energía, la suya y la de sus oponentes, por eso es tan fuerte. Por supuesto que lo que hace es magia negra. Lo natural es que un mago controle su varita y su magia pero en su caso, deja que la magia tome el control de sus actos. Si yo te diera el abrazo semi-erótico que te ha dado ella, no sentirías nada porque yo controlo mi magia, no permito que fluya libremente.
Ante el último comentario, Hermione no pudo evitar sonrojarse. El hombre prosiguió la explicación ajeno a las emociones que experimentaba la chica.
-Es muy arriesgado porque puedes volverte loco (no es que ella esté muy bien, es evidente) y hacerte adicto. Hay expertos en San Mungo dedicados únicamente a tratar a los afectados por ese tipo de brujería. Es así como el Señor Tenebroso seduce a sus seguidores, mostrándoles esa sensación tan adictiva, logrando que se sientan plenos con su magia pero sin contarles las consecuencias que eso tiene.
Los chicos asintieron intentando entenderlo.
-Entonces, ¿eso es lo que le pasó a Bellatrix, por eso se unió a Tom? -preguntó Harry.
-No creo que fuera eso... Por supuesto a Bella le atrae mucho esa forma de magia, pero siempre fue consciente de las consecuencias. Ella es de las pocas personas, junto al propio Vol... Señor Oscuro capaz de controlar esa técnica. Sin embargo, hay ocasiones excepcionales, cuando siente mucha ira o desesperación, en las que la magia cruda recorriendo su cuerpo la sobrepasa y no es capaz de parar. Es casi como estar bajo la maldición Imperius, dejas de ser consciente de tus actos. Siempre he creído que eso fue lo que le ocurrió con los Longbottom y lo que a Él le ocurrió contigo, Harry.
Los chicos asintieron y se entristecieron al recordar a Neville. También se sintieron inmensamente culpables por haber disfrutado tanto entrenando con la mujer que le dejó casi huérfano.
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