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Capítulo 1

Nota: Este fic se sitúa al comienzo del séptimo libro. Todo se mantiene como en la historia original excepto que Sirius sobrevivió a la batalla del Ministerio y que tanto él como Bellatrix tienen 36 años. En el aspecto físico, mi versión de Sirius se corresponde con la descripción del libro del expresidiario sexy de melena oscura. He intentado mantener a todos en el personaje.

Empezó siendo un Bellamione, pero me di cuenta de que el romance tiene más sentido con Sirius. Si solo os gusta con Hermione podéis leer hasta el capítulo 18, aunque luego siguen siendo amigas. La relación de Bella con Sirius será coherente, así que tardará en suceder... Son primos, pero son adultos, son Black (en esa familia lo más normal es casarse entre primos para mantener la sangre pura) y sobre todo tienen los mismos traumas y caracteres muy parecidos, así que creo que tiene sentido. No me gustan los shipeos fáciles jaja.

Cualquier cosa, podéis escribirme y contestaré encantada. ¡Espero que os guste!

ACTUALIZACIÓN: He investigado sobre casarte con tu primo y NO es incesto. A los primos los une una relación de cuarto grado, lo suficientemente lejana para poder casarte sin problema (al menos en mi país). El incesto es por definición "tener relaciones con un pariente en un grado en el que está prohibido el matrimonio" y entre primos no lo está. Así que en el Bellarius no hay incesto.

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Por fin. Tras toda su vida en un hogar en el que nadie lo quería, Harry por fin iba a poder vivir con su padrino. Aún recordaba con amargura el final de su quinto curso, cuando Dumbledore desbarató sus planes. Insistió en que, gracias al sacrificio de su madre, la casa de sus tíos seguía siendo más segura que Grimmauld Place y debía quedarse ahí hasta su diecisiete cumpleaños. El amor era la forma de magia más poderosa... aunque para poderosas las dos hostias que le hubiese dado Sirius al director; si no sucedió fue porque Lupin inmovilizó a su amigo. Ahora, tras el asesinato del viejo mago y la mayoría de edad de Harry, nada impedía que viviesen juntos en Grimmauld Place. Pero no podían dirigirse ahí directamente: si algo salía mal, la sede de la Orden quedaría comprometida, así que realizarían una parada intermedia en el hogar de los Weasley.

-Rumbo a la Madriguera, nos reuniremos allí. A la de tres.

Tras esta última orden, Alastor Moody inició la cuenta atrás. Harry oyó como Hagrid le decía que se agarrara. Miró al resto de versiones de sí mismo que le rodeaban bajo los efectos de la poción multijugos. Sus rostros reflejaban determinación y procuraban ocultar el temor. Sintió mucho más miedo por ellos que por su propia vida. Su padrino, que cerraba la comitiva, le guiñó un ojo con una sonrisa. Ese gesto le tranquilizó, pero antes de poder responder, sintió como la motocicleta del gigante asaltaba el cielo nocturno de Little Whinging. No era así como pensó que comenzaría su séptimo y último año en Hogwarts. Ya no podían ni plantearse volver al colegio que había sido su hogar, estaba bajo el mando del traidor de Snape y los secuaces de Voldermort.

Todo sucedió como a cámara rápida. La nube de mortífagos que se abalanzó sobre ellos, los gritos de sus amigos, Hedwig muriendo para protegerle, los hechizos multicolores que estallaban como una suerte de fuegos artificiales siniestros, el descontrol por no saber quién atacaba entre la niebla... Intentó defenderse con un expelliarmus y un grito le identificó: "¡Es él, es el auténtico!". Hagrid aceleró y perdieron de vista a sus amigos. Comprobó horrorizado como Voldemort volaba detrás de ellos sin escoba alguna. Cuando parecía que iba a alcanzarlos, el núcleo compartido de sus varitas neutralizó el ataque del Señor Tenebroso y lo perdieron de vista al atravesar la barrera de seguridad que protegía la Madriguera. Tuvieron que parar unos segundos para recuperar el aliento.

-¡Harry! ¿Qué ha pasado? -exclamó Ginny corriendo hacía él.

En esa pregunta y en la expresión de la matriarca de los Weasley intuyó el moreno con horror que eran los primeros en alcanzar la meta. Se lo resumieron: el plan, la emboscada, la persecución y la separación. Antes de terminar la explicación, apareció Lupin con George sangrando por el orificio donde antes se localizaba su oreja. Confirmó que alguien los había delatado. Se les unieron al poco Shackelbolt y Hermione. Les siguieron Tonks y Ron y al momento Arthur Weasley y Fred. Harry corrió a abrazar a sus amigos. Mientras entraban a la casa para comprobar cómo evolucionaba el gemelo herido, aparecieron Bill y Fleur. Todos vieron la tristeza en sus rostros.

-Moody ha muerto y Mundungus ha desaparecido.

Hubo silencio. Parecía una mala broma que el veterano auror artífice del plan disuasorio hubiese caído en aquella batalla. Tonks abrazó a Lupin mientras lamentaba la muerte de su mentor. Durante unos minutos nadie habló, como pactando un luto silencioso por el poderoso Ojoloco. Fue Arthur Weasley quien decidió que no podían permitirse dedicar más tiempo a los ausentes:

-Lo importante es que hemos trasladado a Harry con éxito y...

-¡No! -exclamó el chico de inmediato que no se había separado de la puerta y escrutaba el exterior- ¡Falta Sirius, todavía no ha vuelto!

Se miraron intranquilos, había pasado bastante tiempo.

-Lo he perdido de vista cuando nos ha atacado Yaxley -informó Lupin- ¿Alguien sabe algo de él?

Nympadora tragó saliva con cierto nerviosismo. En aquella atmósfera tan tensa el gesto no pasó desapercibido y todos los rostros se giraron hacia ella.

-Bellatrix... Nos perseguía junto a su marido, pero cuando hemos conseguido herir a Rodolphus ella se ha desviado para atacar a Sirius. No hemos podido retroceder...

-¿Alguien lo ha vuelto a ver? -preguntó Shackelbolt.

Todos negaron con la cabeza. "Se habrá entretenido" aseguró Hermione intentando tranquilizar a Harry, "seguramente aparecerá de un momento a otro". Recibió unos pocos gestos de asentimiento y todos dirigieron sus miradas hacia la entrada de la Madriguera como esperando que apareciera en ese preciso instante. No sucedió. Harry y Lupin salieron fuera. En seguida se les unieron Ron, Hermione y Shackelbolt.

-Esa maldita loca... Casi acaba con él en la batalla del Ministerio, teníamos que haberla matado ahí -maldijo Harry entre dientes.

Todos recordaron aquel enfrentamiento durante su quinto curso. Cuando intentaban recuperar la profecía y resultó ser una trampa (otra trampa). Habían luchado en un completo caos hasta que aparecieron Voldemort y Dumbledore. Ajenos a ellos, los dos miembros de la familia Black siguieron batallando. El enfrentamiento terminó con un hechizo ofensivo de la bruja oscura que alcanzó a su primo en el pecho y le lanzó por los aires hasta colapsar contra una pared. El chico lanzó un crucio a la bruja pero no tenía lo necesario para ejecutar la maldición imperdonable y apenas se tambaleó. Sirius perdió el conocimiento y estuvo ingresado en San Mungo durante una semana. Por suerte, se recuperó sin secuelas. El padrino de Harry nunca quiso volver a hablar del tema.

Intentaron apartar aquel recuerdo de sus mentes. Optaron por debatir sobre quién podía haberlos traicionado en un intento desesperado por amenizar la espera. Hermione miraba a su amigo de reojo, parecía dispuesto a salir corriendo a por su último familiar aunque no supiera ni hacia dónde correr. Se cargaría así la misión, la esperanza de la Orden y la muerte de Ojoloco, de Dumbledore y de tantos otros antes habrían sido en vano. A pesar de que estaba vigilándolo, no fue lo suficientemente rápida en lanzarse sobre él cuando el chico salió disparado hacia la negrura de la noche. Intentaron detenerlo hasta que se dieron cuenta de lo que pasaba.

-¡Sirius! -exclamó el moreno corriendo hacia su padrino que acababa de aparecer en el perímetro.

-Harry Potter, no pensarías que iba a abandonarte, ¿verdad? -exclamó el animago.

El resto suspiraron tranquilos y avisaron a los que se habían quedado dentro de que ya estaban todos. Sirius parecía intacto, si ninguna herida visible y demostró con su patronus canino que era él. Eso los tranquilizó bastante y le resumieron lo que había pasado con Moody y la oreja de George. El hombre no parecía tener muchas ganas de hablar, aunque eso no fue óbice para que le hicieran la pregunta obvia:

-¿Y a ti qué te ha pasado, por qué has tardado tanto?

-Me entretuve luchando con varios mortífagos, me desorienté y tuve que desviarme bastante para que no me siguieran -explicó de forma vaga sin dar ningún nombre.

-Pero ¿y Bellatrix? -preguntó Harry.

Sirius lo miró ocultando su sorpresa al ver que poseía esa información.

-Tonks nos ha contado que te persiguió -aclaró Hermione.

-Ah... Sí, la despiste también y la perdí.

Le hicieron algunas preguntas más referentes a si había logrado alcanzar a su prima o si ella le había dado a él pero solo obtuvieron breves negativas. La mayoría achacaron su falta de locuacidad al cansancio y a las vivencias de la noche. No obstante, Harry, Ron y Hermione comentaron cuando el trío se quedó solo que algo en su actitud parecía extraño. Por supuesto se habían asegurado de su identidad y no había duda al respecto, pero aún así, algo no encajaba del todo. O quizá era solo que estaban paranoicos con tantos misterios y traiciones.

El día siguiente lo dedicaron a planear el traslado a Grimmauld Place -que sería con magia, mucho más sencillo- y los planes para el próximo curso. El trío dorado debatió sobre los horrocruxes junto a Sirius, que era el único al que habían confiado esa información. Dumbledore les aconsejó que no se fiaran de absolutamente nadie, pero Harry no quiso dejar fuera a su padrino. Ahora que todos eran mayores de edad les sería más fácil la búsqueda, pues no estaban limitados por el rastro que registraba todos sus hechizos. Pero eso seguía dejando el problema de que los únicos horrocruxes que conocían eran el diario de Tom Riddle y el anillo de Marvolo Gaunt que Dumbledore destruyó con ayuda de Harry. No tenían ni idea de por dónde empezar a buscar el resto. Eso les causaba no poca desesperación.

A la hora de la cena la mayoría de residentes temporales de la Madriguera se fueron a sus respectivas casas y solo quedaron en la casa los Weasley, Harry, Hermione y Sirius. Este último había insistido en quedarse para escoltar al día siguiente a los chicos hasta Grimmauld Place. Habían convenido que era un refugio mucho más seguro protegido por encantamientos de Moody y del propio Dumbledore. A pesar de que podían aparecerse sin problema, el hombre prefirió quedarse para acompañarlos y todos estuvieron de acuerdo.

-Buenas noches, chicos -bostezó Ron subiendo a su habitación.

Los otros dos miembros del trío junto con Sirius le desearon también buenas noches. El resto de residentes llevaban ya varias horas durmiendo. El animago intentó convencer a Harry y a Hermione de que siguieran el ejemplo de su amigo y se fueran a dormir, pero ambos estaban demasiado nerviosos por todo lo vivido durante la velada para poder relajarse. Cómo Ron podía seguir comiendo y durmiendo como si nada era algo que escapaba a su entendimiento. Ambos se hallaban entretenidos leyendo los cuentos de Beedle el Bardo cuando Harry observó que su padrino se escabullía hacia la puerta. Llevaba todo día vigilándolo discretamente porque aunque el resto no lo notaran, él sentía que actuaba raro. Parecía más nervioso e inseguro que de costumbre y tenía menos ganas de hablar y bromear.

-¿A dónde vas? -preguntó el chico en cuanto el hombre rozó el pomo de la puerta.

-A tomar el aire, después de lo de estos días, me siento un poco agobiado aquí adentro.

-¡Ah, te acompaño! -exclamó Harry haciendo amago de levantarse.

-¡No! -le frenó su padrino de inmediato- Estaré por aquí, no me alejaré. Me quedo mas tranquilo si sé que estás con Hermione, después de lo que hemos pasado para traerte hasta aquí, no me voy a arriesgar.

Harry asintió despacio con la cabeza y el hombre salió. Los dos chicos se miraron con un gesto de extrañeza. Esa reacción y la correspondiente explicación habían sido definitivamente raras. Sirius Black no era un hombre a quien le importara correr riesgos. Tras unos minutos de duda, el chico subió a su habitación a por su capa de invisibilidad y le comunicó a la castaña que iba a asegurarse de que todo iba bien. Hermione le intentó disuadir sin mucha energía: no parecía haber mucho peligro, las formas de Sirius le habían parecido extrañas y sabía que intentar hacer cambiar al chico de opinión era darse cabezazos contra un muro. Por desgracia, habían crecido y ya no cabían los dos bajo la capa, así que ella aceptó quedarse en casa. Harry le aseguró que la avisaría al más mínimo problema. Pero olvidó pronto aquella promesa pues no contaba con la magnitud y la naturaleza del problema.

Salió al exterior y miro alrededor. Le había dicho que se iba a quedar cerca, pero no le veía por ninguna parte. La sensación de peligro se agudizaba por momentos. Barrió con la vista los campos de alrededor iluminados únicamente por el reflejo del firmamento nocturno y avanzó lentamente. Tras unos minutos de vagar entre altos maizales, le pareció oír la voz de su padrino. Siguió el rumor y se acercó sigilosamente. Frenó en seco cuando escuchó que hablaba con alguien (no era extraño que el trastornado animago discutiera solo). Era una voz de mujer que le sonaba vagamente. Retomó el camino con más precaución y con cuidado para no tropezarse con la capa. Entonces alcanzó un claro entre aquellos campos. Se trataba de un área circular oculta entre la espesura y despejada de toda maleza. Lo desértico del paraje le permitió confirmar sus peores augurios.

Un escalofrío se adueñó de su espina dorsal al descubrir que la persona con la que Sirius parecía discutir acaloradamente era su demente prima Bellatrix Lestrange. No supo cómo reaccionar, si descubrirse, volver a por ayuda o seguir espiando. Optó por la última, era la más factible en su recién adquirido estado de semi parálisis. Necesitaba entender qué pasaba, esa escena no pintaba nada bien para su ser querido. Igual Sirius se hallaba bajo la maldición Imperius y por eso llevaba dos días tan raro. Era lo único que se le ocurría para explicar que el hombre no detuviera a la mortífaga y la entregara a la Orden de inmediato. Desde su posición no llegaba a entender ninguna frase, solo veía los gestos desesperados de su familiar y las carcajadas histéricas que de vez en cuando profería la temida duelista. Avanzó muy despacio para intentar escuchar algo. Y lo escuchó, ¡vaya si lo escuchó!

-¡Me has mentido, maldito traidor, te dije que vinieras solo! -gritó Bellatrix encolerizada.

Harry volvió a sentir que su corazón se detenía y la sangre se congelaba en su cuerpo volviéndolo más pesado. Era imposible que le hubiera visto. Comprobó que se hallaba completamente cubierto por la capa y así era, ni un pelo fuera. Agarró su varita con fuerza dispuesto a atacar en cualquier momento. Sirius parecía absolutamente desconcertado.

-¿Qué dices? Aquí no hay nadie - murmuró mirando a su alrededor y volviendo a los ojos de su enemiga como si estuviera loca (probablemente lo estaba).

-¿Crees que soy idiota, creíais que no me daría cuenta? -gritó mirando a todas partes como una posesa- No sé que truco o encantamiento habéis usado, pero olvidas que tras media vida en Azkaban soy capaz de detectar cualquier ruido a kilómetros.

-Bellatrix, no me arriesgaría a...

-¡Te mato! -chilló la duelista interrumpiéndole- ¡Cómo pude fiarme de un maldito traidor de...! -

Se calló durante un microsegundo para seguidamente gritar: "¡Protego!". Al instante, un hechizo aturdidor se desintegró contra el sólido escudo de la duelista. Sus ojos de depredador siguieron el camino de la luz azulada del conjuro frustrado y sin pronunciar palabra, devolvió el ataque hacía la oscuridad. Sirius miraba desconcertado sin entender qué pasaba y a dónde demonios apuntaba Bellatrix. No tuvo que esperar demasiado. El potente hechizo alcanzó a Harry que salió volando varios metros hacia atrás y perdió la capa en el trayecto. Su padrino abrió los ojos alarmado debatiéndose entre correr a socorrerle o enfrentarse a su iracunda prima.

-¿Creías que el pequeño bebé Potter podría hacerme algo? -se burló ella con voz infantil- Supongo que me has facilitado la decisión: te mato a ti y le entrego a Potter, ¡mi Señor va a ponerse muy contento!

-¡No, no! ¡Me habrá seguido, no lo sabía! -intentó justificar el animago desesperado- ¿Crees que arriesgaría su vida así?

Su oponente parecía que ni siquiera escuchaba sus palabras, tal era su furia por creerse engañada. Cuando su varita curva apuntó hacia su primo, para sorpresa de todos, el arma salió volando de la mano de la duelista y aterrizó a los pies de Hermione que llegaba corriendo. La chica no se había fiado de Harry y siguió sus pasos a una distancia prudencial. La había despistado por un momento, pero en cuanto perdió la capa al recibir la ofensiva de Bellatrix, supo que tenía que hacer algo. Comprobó con alegría que su expelliarmus había tenido éxito. Recogió el arma y recorrió los pocos metros que la separaban de su amigo para asegurarse de que estaba bien. Así era. Le ayudó a ponerse en pie y Hermione suspiró aliviada. Por unos momentos el asunto había pintado muy mal. Pero las tornas habían cambiado, no solo estaban a salvo y la amenaza estaba neutralizada, sino que la guerra pintaba mucho mejor al detener a la mejor lugarteniente de Voldemort.

Sirius había contemplado la escena con estupor sin saber cómo actuar para ayudar a los chicos sin encolerizar más a su prima. Experimentó también un alivio inmenso cuando vio que su protegido se levantaba del suelo y se sacudía el polvo. Esa distracción fue su error. 

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