I promise
⚫SusanEvans⚫
Rosilli es el nombre del restaurante al que he venido con Josh, no es muy grande y es bastante acogedor, ya he venido varias veces junto a mi familia debido a lo extremadamente cerca que se encuentra de mi casa.
Son alrededor de las ocho y media de la noche, había pensado que eran las seis por lo rápido que había pasado el tiempo, tal vez lo sentí así por haber pasado todo el día junto a Josh.
Inevitablemente una gran sonrisa se plasma en mi rostro al recordar las horas pasadas.
—¿pasa algo?— me pregunta Josh al ver mi sonrisa de estúpida enamorada.
— No, nada— le respondo tratando (y fallando) de achicar mi sonrisa.
Nos sentamos en una de las mesas más cercanas al centro del restaurante; ordenamos, y veo como el mesero se retira con una sonrisa cansada.
—Y...bueno, ¿ya se han calmado las cosas? Digo, ya sabes, me refiero a lo de Keits y...eso— toma un trago de agua. Subo la mirada — no es que te quiera incomodar tratando de hacerte recordar esas cosas, porque sé que te hicieron daño— habla rápido y algo nervioso— yo— da un suspiro—, solo quiero saber si te siguen molestando, ya sabes que te puedo ayudar—.
—Lo sé— digo mirándolo a los ojos, a esos profundos y hermosos ojos. Él sonríe de lado—, pero no te preocupes, las cosas ya se calmaron—.
— Me alegro — dice sonriendo— y...bueno, por cierto ¿conoces a Melanie?—.
—¿Melanie, la castaña de ojos verdes que va en nuestro grado?—.
— Sí, esa misma —.
— Sí, se podría decir que la conozco, está en mi clase de Inglés. Por cierto ¿por qué lo preguntas?—.
— Pues...porque ella, ¿puedo confiar en ti, no es así?—.
— Claro, por supuesto. Puedes decirme lo que quieras, para eso están los amigos—.
"Amigos, amigos, amigos". Esa palabra resuena en mi mente en este momento como si de eco se tratase. ¡yo no quiero una amistad contigo Josh! ¿es que acaso no soy lo suficientemente obvia? ¡Te amo imbécil!, te- a-mo, y tú no te das cuenta de eso, ¿sabes qué fue lo primero que hice cuando me pediste venir aquí? Imaginar que me pedias matrimonio, sí, así de loca me tienes, imaginé que ponías el anillo justo en el medio del pan; yo me asombraba y aceptaba sin que tuvieras tiempo de pedírmelo. Porque te amo imbécil, nunca antes había estado así por alguien antes, y todo es tu culpa. Tú no tenías porque volver a aparecer en mi vida y hacerme sentir como si valiera la pena, como si fueras alguien indispensable para que yo pueda respirar. Porque sí, ya te has vuelto indispensable en mi vida, necesito tu compañía porque no quiero volver a estar sola, necesito de tus palabras de aliento cada vez que me vengo abajo, necesito de tus palabras de consuelo cada vez que alguien me dice algo estúpido o me hacen una cruel broma, necesito que me defiendas porque aunque yo pueda hacerlo sola tú lo haces mejor, y...¡joder! Necesito que me des el valor suficiente como para decirte todo esto a la cara y dejar de pensarlo para que ya no tengas que esperar una respuesta de mi parte como lo estas haciendo ahora.
—¡hey! Tierra llamando a Susan— Josh pasa su mano frente a mi cara de un lado a otro, tratando de captar mi atención.
Parpadeo varias veces y trato de adivinar lo que me había dicho anteriormente...y no, no lo consigo.
—Lo siento, ¿qué me decías?—
—Bueno— me mira a los ojos y sonríe de lado. Coloca su mano sobre la mía y siento como la sangre deja de fluir por mi organismo. Abro los ojos y contengo la respiración—, te decía que—
—Que...— cruzo los dedos de la mano que no tiene sujetada para que me diga que le gusto, solo eso; que le gusto ¿acaso es eso mucho pedir?
—Que me gusta—.
—¡¿qué?! ¿quién?— pregunto desconcertada. Por favor que sea yo, por favor que sea yo, por favor, por favor, por favor.
—Pues ¿quién más? Melanie—.
Auch. Felicidades Josh, te has ganado el premio al mejor rompecorazones del año ¿dónde quieres tu altar? Eres fantástico, tú si sabes como acabar con las esperanzas de una chica, desgarrarle el corazón en cuestión de segundos y todo eso con una sonrisa en el rostro. Eres, solo...sumamente asombroso. No sabes el inmenso esfuerzo que estoy a siendo para no romper en llanto en este momento.
—Oh...— es lo único que logra salir de mis cuerdas vocales.
—¿qué? ¿qué opinas? Tú sabes ella es tan— suelta un suspiro—, tan ella. Ya sabes ¿no?—.
— Sí, ya lo sé— menciono algo cabizbaja.
—Ella es tan linda— divaga mirando hacia arriba— e inteligente— más que yo—, se lleva bien con todos— ¿acaso es una indirecta para mí?—, es tan amable— lo cual no soy— y... y bueno, tú ya la conoces.
— Sí, sé que es muy buena persona, simpática— menciono al tiempo que trazo dibujos abstractos con mis dedos sobre la mesa—, siempre que la veo esta sonriendo, es como si todo el tiempo estuviera feliz—.
También sé que nunca hablarás de mí, como lo haces de ella.
—Amo eso de ella—.
— Sí, todo el mundo ama eso de ella, creo que a todo el mundo le agrada— y todo el mundo me odia.
—¿a quién no le caería bien? Ella es perfecta —.
Todo lo que no soy— ya sé porque te gusta tanto— digo en un intento fallido de sonreír.
Lágrimas amenazan con salir de mis ojos; necesito salir rápido.
— Sí— sigue perdido en su mundo— ...hey, ¿qué haces?— pregunta al ver que me levanto de la silla.
—Es— trato de buscar una excusa rápida—, es que no me siento bien—.
—Pero si hace unos minutos te veías fenomenal—.
— Sí bueno, ha llegado de repente. De verdad lamento irme así, pero me siento horrible. No sabes cuanto— susurro esta última oración.
Se levanta de la silla— está bien—.
—Espera, ¿qué haces? —
—Te voy a llevar a casa. Yo te traje, así que también te llevo—.
—No, descuida, yo puedo irme sola, sabes lo cerca que queda mi casa, no serán ni cinco minutos de camino— bajo la cabeza, al borde del llanto.
— Pero, has dicho que te sientes muy mal y si es así tengo que asegurarme de que llegues bien a tu casa, no me perdonaría si te ocurre algo—.
No, no, no Josh, joder, no puedes seguir haciéndome esto. Me acabas de romper el corazón y con esto has unido con cinta dos pedacitos de él y no quiero que me lleves para que sigas uniendo los pedazos, no cuando sé que mañana lo volverás a romper.
—No. Solo, solo no lo hagas ¿si? Necesito hacer esto sola, digo irme, irme sola, porque, porque también... También tengo que hacer algo de camino y, y es muy urgente, si, así que por favor no me sigas ¿si? Por favor—.
— Está bien. Pero si ocurre algo me llamas, ¿si?—.
— Sí— digo casi en un susurro.
Salgo del restaurante del cual hasta hace menos de una hora había guardado los mejores recuerdos de mi infancia y ahora solo guarda el recuerdo de mi primer corazón roto.
Las calles estan alumbradas por las luces de navidad que adornan las casas.
Sorbo paro la nariz y limpio dos gotas de lágrimas que se deslizan por mis mejillas. Estoy tratando de pensar en algo, no sé en que, solo trato de buscar algo para distraerme, dejar de pensar en lo sucedido, pero no puedo, no encuentro nada.
Camino a paso rápido y... ¿qué demonios?
Si no me equivoco y juro que creo que no me equivoco, estoy viendo a los hermanos Gil (Mónica y Eduardo) besándose. Es bastante gracioso si recuerdo el discurso que hizo su madre en la escuela el año pasado hacia el incesto y todo solo porque se supo que dos primos se estaban besando en la cancha de básquetbol; no dijo nada bonito que yo recuerde. Y ahora que me pongo a recordar, recuerdo muy bien que ellos dos fueron unas de las primeras personas en decirme que lo que hacía era asqueroso ("acostarme con tantos chicos").
Una sonrisa diabólica se forma en mi rostro.
—¡los acusare con su madre!— les grito desde aproximadamente un metro de donde ellos se encuentran.
—¡¿qué?!— gritan al unisono.
— Jajajaja— me estoy riendo como foca retrasada.
—¡auch!— grita Eduardo al golpear se con el árbol que está detrás de él.
— Jajajaja— pongo una mano sobre mi estómago a causa del dolor causado por reírme tanto. Siento mis ojos aguarse y una lágrima en mi mejilla derecha. Juro que no sé si estoy llorando de la risa o por lo de Josh.
Y...de vuelta al inicio. Yo si sé como deprimirme en un momento tan ¿épico? no creo que sea la palabra pero si se acerca. Probablemente no vuelva a estar en una situación parecida con los Gil y yo solo lo arruino pensando.
—¡ni te atrevas a decírselo maldita perra!— grita Mónica, apuntándome con su dedo índice.
— Primero que nada, deberías de cortarte las uñas. Segundo: si yo fuera tú cuidaría mi vocabulario, porque en cualquier momento, cuando se me antoje, puedo ir con tu prejuiciosa madre y contarle que sus adorables hijos práctican lo que ella llama "aberración."— digo sin quitar mi mirada de sus ojos.
— ¡Já! Tú de verdad crees que le va a creer a la chica más zorra de todo el estado — auch, debo de admitir que talvez me dolió un poco— en lugar de a su adorable hija— termina con una sonrisa de campeona y choca las manos con un Eduardo que aún se está sobando la cabeza a causa del anterior golpe con el árbol.
Puedo irme en este momento pero...
— Es cierto, puede que a mí no me crea pero a las fotos de mi teléfono si— alzo mi mano sujetando el celular para que puedan verlo.
Esto sí que es épico. Sus bocas se encuentran en forma de O, por un lado estoy a punto de estallar de la risa y por el otro temo que me pidan que enseñe las fotos, así que creo que será mejor que me vaya.
Me doy la vuelta con una sonrisa triunfal y vuelvo a caminar en dirección hacia mi casa.
—¡hey! ¡perr- digo, Susan!— grita Mónica, yo solo muevo mi mano (sin voltear me) en forma de despedida.
—¡no te vayas, podemos hablar como personas civilizadas!— esta vez es Eduardo.
—¡hey, Susan!—.
Y así siguieron hasta que estuve lo suficientemente alejada de ellos como para que sus voces no sean más que un simple y gracioso recuerdo.
Llego a casa y justo cuando abro la puerta, los recuerdos del restaurante vuelven a mí como un balde de agua fría.
— Susan, ¿cielo eres tú?— oigo a mi madre decir desde la sala, pero prefiero ir hacia mi dormitorio, no quiero que vea mis ojos hinchados y se dé cuenta que he estado llorando.
Me lanzo hacia mi cama y hundo mi cara en la almohada.
—Hey, Susan— dice mi hermano casi en un susurro entrando a mi dormitorio— ¡despierta!— grita al tiempo que se lanza sobre mí.
¡demonios! El enano pesa y se lanza sobre mí como si fuera un jodido colchón, me siento tan tentada a estrangularlo en este momento. Pero no puedo, ¿o si?...
— Baja, mamá, papá y yo hicimos las compras de navidad, ven a verlas— dice claramente emocionado.
—No quiero, las veo mañana— respondo contra la almohada.
— Pero mamá dijo que te llame y si no bajas se enojará—
— No quiero bajar Andrew, me siento mal—
—¿por qué? ¿qué tienes? ¿pasó algo con Josh? ¿la comida te cayó mal?— y ahí está la razón por la cual no lo estrangulo, a veces es tan adorable.
—No, no es eso. Y ya bájate que pesas—
—Ya— se coloca al lado de mí— ¿qué pasó?—. También puede llegar a ser muy chismoso.
— Nada. Solo— suspiro— , solo tuve una pequeña pelea con Josh, no es nada, no te preocupes–.
— No parece que haya sido una pequeña pelea. Se comportan como si fueran novios ¿lo sabías?–.
Esto de verdad duele.
— No, no lo sabía. ¿qué me recomiendas que haga?—
—Solo espera a que las cosas mejoren. No te preocupes mucho—.
—¿tú crees que las cosas vayan a mejorar?—
— Sí, te lo prometo—.
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