Tengo unas palabras para ti mujer: el amor no es algo que se pueda fingir, lo que pasa es, que cuando uno está enamorado se desespera y muy fácil puede ser engañado. No te lo digo porque yo haya caído en algo tan bajo como engañar a una dama, sino porque reconozco a los canallas insensibles que sí lo hacen, los cuales abundan en está tierra.

Puede ser que todos los chicos con los que saliste siempre buscaron el pequeño momento en el que te distrajeras para robarte el beso fugaz de tus labios, o ese momento en el que te pueda dar una nalgueada, con cada foto tuya imaginarte sin una prenda de ropa encima, completamente desnuda de los pies a los hombros, sin embargo, esos son unos tontos que no saben cómo valorar a una mujer: es la primera cita y ya te desnudan con la mirada. ¡No saben cómo respetar a una señorita!

Lo que pasa es, que confunden el hacer el amor con el Amor.

Existen aún las damas que les gusta que le regalen flores y chocolates, que le cubran la cama de pétalos de rosas, que la saluden con un beso en la mano. Aún hay de esas mujeres que le gusta que la inviten a bailar o ver una película —no a una cabaña— aún hay de aquellas chicas que le gusta le besen suavemente y profundo —no que solo le devoren la boca— que le compren un helado, la hagan reír de cualquier tontería... aún hay de esas.

Existen mujeres que les gusta le besen cada parte del cuerpo antes del acto —desde los dedos de los pies hasta su boca— ¿Oh acaso es mentira que le gustan los poemas y las cancioncitas de amor todavía? No. Aún están las románticas, a esas que le gustan le recuerden que son hermosas con pijama o vestido, con tacones o descalza, bien peinada o recién levantada: que le digan que es una reina y le besen la frente. Y es que no, no todos los hombres son infieles.

Esa mujer es la que cuida bien a sus hijos, la que guarda comida hecha sin importar que el hombre llegue tarde a la casa, la que le prepara la ropa de ir a trabajar, la que le pone los botones de la camisa al hombre que ama antes de que se vaya al trabajo, la que no mira el hombre de la vecina, la que no anda pendiente a hombres famosos en las redes, no, esa he la que es fiel.

Esa mujer es la que no le importa comprar la comida con su dinero, la que en las noches ora porque ese hombre llegue bien a sus brazos, la que cuida al hombre cuando se enferma, la que consciente con amor, la que escucha los problemas que tenga ese hombre y le dice: no te preocupes, ya veremos qué hacer con los gatos de la casa... en vez de exigir.

Puede ser que hayan hombres que eso no lo valoren, que no consientan a esa mujer, no valoren que esa es la que le mantiene limpio los calzones que se pone y la casa. En cambio, hay otros que esperan por aquella mujer llegué a su vida, aquella por la cual estar en sus días loco por verla y besarle, decirle viéndole a los ojos: tú eres mi reina.

Hay hombres como yo, que soñamos con esa mujer, que daría mi descanso por ver a esa mujer en mi vida, velaría por su bienestar, su sueño, su felicidad junto a mí. No soportaría ver a esa mujer llorar, estresada, con miedos... No, velaría porque en sus labios siempre haya una sonrisa.

El cuerpo de una mujer no solo es para tener coito, ahí también aguarda a las vidas que luego vienen al mundo, no solo es coito, también ahí guarda el más puro amor después del de la mamá... Es tú pareja para toda la vida.

Yo siempre soy el malo de la historia. 

Yo, por ser un hombre. Cuando yo solo amaría a una mujer y siempre, siempre la cuidaría, la amaría. Pues en eso pensó el que creo el amor.