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Epílogo

Mis hombros pesan, toda mi espalda duele, siento los dedos de mis manos dormidos y mi cabeza pulsa. De repente hay mucho ruido, todo a mi alrededor es ruidoso y hace a mi cabeza doler con mayor intensidad. ¿Esto es el cielo? ¿Así se siente morir? ¿En dónde está toda esa paz que decían que habría? ¿Es que me fui al infierno? ¿Donna tenía razón al decir que los gays irían hacia allá? Oh, joder.

La superficie es rústica, sólida, ahora son mis pies los que están dormidos y al moverlos cosquillean. No me molesto en abrir los ojos, decido calmarme. Lo que sea que sea esto sé que en algún momento acabará, no puedo recordar nada más allá de la última vez que vi a Frank. Él estaba en el patio del colegio, tocando una guitarra acústica y tenía sus uñas pintadas de negro. Con su sonrisa intacta. Intento recordarlo con los muchos tatuajes y su cabello largo, no puedo hacerlo, ¿por qué no puedo verlo? Hace nada estaba junto a él. Habíamos hecho el amor, y dijo que no temía al que yo muriese, porque nos encontraríamos en la siguiente vida, entonces-

— ¡Way!

Asustado doy un respingón, abriendo mis ojos abruptamente, dos de mis cuadernos caen al suelo. Me he golpeado la mano con la silla frente a mí y duele como la mierda. Jadeante sacudo la cabeza y con fuerza restriego mi cara. Escucho risas y aterrado bajo mis manos de mi rostro. Todos en el aula de clases están girados hacia mí, riendo. ¿Qué mierda es lo que ha pasado?

— ¿Way? —escucho nuevamente la voz de la profesora, tiene una ceja arqueada y sus brazos cruzados. Sin quitar mi expresión de terror la miro—. ¿Qué estaba diciendo?

Balbuceo.

— ¿Q-qué? ¿Disculpe?

—La clase, estaba dictando, ¿puede repetir lo último que dije?

Miro a mi alrededor, Ray está sentado atrás de mí y a un puesto más allá está Bob, luciendo divertido por mi comportamiento. Al ver mi rostro y cruzar miradas, su diversión se desvanece, ahora parece confundido. Entonces a la izquierda, entre los primeros puestos de adelante se encuentra Frank, y dejo de respirar.

—Gerard, sal de aula. Pondré una nota en la carpeta.

Miro a la profesora todavía luciendo alarmado, simplemente no comprendo nada de lo que ha pasado. En un momento estoy en Nueva York, con cáncer de colon y confesándole mi amor eterno a mi amor platónico de secundaria. ¿Lo último que sé? Estoy despertando de ese sueño en el aula de clases, todavía estando en secundaria, todavía con Frank como mi amor platónico y con la esperanza de no poseer ningún tipo de cáncer.

Tras mirar a la profesora con un gesto apenado, agradezco a la chica que me ayudó a recoger los libros del suelo y tomando mí mochila camino hasta la puerta. Hago contacto visual con Frank, esconde su sonrisa con los dedos de su mano. Desconcertado quedo varado en medio del enorme pasillo vacío y siento náuseas. Sorpresivamente puedo recordar el dónde queda mi casillero. Dejo mi mochila dentro y me dirijo al baño, todo está solo y puedo sentarme en silencio a hiperventilar sobre lo ocurrido.

Todo se ha sentido tan jodidamente real. Pude haber llorado mientras estuve dormido, ni siquiera sé por cuánto tiempo dormí, pero debió haber sido mucho tiempo si mi cabeza maquinó toda una jodida película de principio a fin. Se sintió tan real que quedé asustado. Estoy asustado, cagado. Recapitulo todo, tengo que decírselo a Ray y a Bob. Salgo del cubículo y voy al lava manos, hasta verme en el espejo resulta jodido. Soy el Gerard de dieciséis, y nunca existieron tales listas. Frank nunca las tuvo y...

¡Mikey!

Seco mi rostro mojado con mi suéter, corriendo voy a buscar mi mochila a mi casillero. La hora del receso está por comenzar y el timbre sonará en cualquier momento. Corriendo voy hacia la cafetería y me siento en una de las mesas, esperando a que todos salgan de clases. En mi sueño Mikey murió, lo cual fue trascendental porque mi vida se hizo miserable luego de eso. ¿Manos abajo? ¡Amo a mi hermano! Y si ese imbécil muere, claramente muero yo. Pero fue un sueño, nada más que un simple sueño.

— ¡Eh, Gee! —exclama Bob llegando a la mesa.

— ¡Oh, al fin! —casi grito, lo hago reír.

—Ésta vez me toca comprar el almuerzo, perrito —Raymond revuelve mi cabello—. Ya regreso.

Mi amigo el rubio y yo lo vemos alejarse, evito el hablar sobre el tema mientras Ray está en la fila y Bob revisa su celular, me tomo ese tiempo para mirar a mi alrededor. Billie Joe Armstrong está con Jared Leto y Mike Dirnt a un par de mesas de nosotros, y junto a ellos está Frank. Son sus mejores amigos, puedo creer que tienen una amistad similar a la de Ray, Bob, Mikey y yo. Suspiro observando más allá. Kellin Quinn junto a Victor Fuentes, Matthew Sanders en otra de las mesas con su equipo de básquetbol. Esto es insólito, a duras penas hablo con la mayoría de ellos.

—Gerard —llama Ray, doy un respingón girando a verlo. Mis amigos intercambian miradas, Ray desliza la bandeja con mi comida por la mesa y se sienta a un lado de Bob suspirando—. ¿Se puede saber qué demonios sucede contigo?

La expresión de terror nunca se borra de mi cara, creo que eso comienza a estresarlos.

— ¿Qué sucede conmigo?

— ¡Estás paranoico! —exclama Bob—. ¿No notaste que despertaste alarmado? Glorian es una perra por sacarte del aula.

— ¿Por cuánto tiempo dormí? —frunzo el ceño, Ray debate entre reír y seguir serio y preocupado.

—Dormiste casi toda la hora, y puedo asegurar que Mikey también se está cayendo del sueño. Durmieron hora y media anoche nada más con todo el tema de las nuevas series. Es estúpido que se hayan quedado despiertos hasta tarde, perdiste el examen de historia y matemática por estarte cayendo del sueño.

¿Historia y matemática? Pero yo estaba... haciendo listas que nunca existieron.

Doy un sonoro suspiro, picando mis ojos con los dedos.

—Tengo que contarles el sueño que tuve —digo con rapidez, antes de que sus atenciones se alejen de mí—. Bueno, no fue un sueño, fue como una visión, o una señal. ¡O más bien una pesadilla! Sueño, visión, señal, pesadilla, ¡misma mierda! Mikey moría de cáncer y luego yo también moría de cáncer, pero hay mucho más dentro de eso.

Ellos vuelven a mirarse entre sí, Ray sacude su cabeza y Bob me mira.

—Continúa, suena interesante. Pero come, no queremos que te desmayes, Donna se volvería loca.

— ¿En dónde está Mikey? —pregunto mordiendo un pedazo de pan, cae pesado en mi estómago, como si no hubiese comido en días.

Recuerdo el haberme quedado hasta tarde con Mikey viendo series, Donna no estaba en casa y no podía supervisarnos. Es tan ridículo para todo lo que ha pasado. O que jamás pasó realmente.

—Probablemente afuera también luciendo como un muerto viviente —Ray rueda los ojos, masticando—. ¿Terminarás de contarnos o sólo te quedarás ahí?

—Sí, sí, sí —asiento comiendo con rapidez, ellos sólo bufan—. Desde el principio. Es algo loco, demasiado loco. Mikey tenía cáncer, ahora que lo pienso bien creo que el ver Un Pedacito de Cielo con Kate Hudson hizo que eso pasara, porque recuerdo-

—Gerard —interrumpe Bob—, sólo tenemos veinte minutos libres, querido amigo. Resume.

—Idiota.

Comienzo a contar, y en la parte de Frank sonriéndome al salir del aula, Ray decide detenerme.

—Espera, espera, ¿Frank? ¿Frank Iero? —yo asiento—. Mierda, ¿te gusta Frank?

— ¿Qué si me gusta? —jadeo—. ¡Me...! —volteo a ver a Frank, está riéndose junto a Jared y denoto que ha agregado otro par de tatuajes a su brazo de derecho, suspiro—. Me encanta.

—Muy bien, muy bien —dice Ray—, el tiempo corre. Sigue.

—Bien. Ese día Mikey muere. El día del funeral Frank aparece, aparentemente yo dejo caer las listas sin darme cuenta, Frank se queda con las listas. Tú —apunto amenazante a Bob, el rubio frunce el ceño—, estás enamorado de mi hermano.

Empalidece.

— ¿Q-qué? N-no, no —sacude la cabeza—. Por favor, Gerard. Es Mikey. ¿Por qué mierda a mí me gustaría Mikey? Es como mi hermano también.

—Tú a mí no me jodes, Robert.

El ojiazul va a replicar cuando Ray lo interrumpe.

—Excelente, Bob está enamorado de Mikey, ¿qué más? Ya me interesó esto.

Bob lo golpea pero no dice nada al respecto, me deja continuar.

—De acuerdo. Mikey muere, Frank tienen las listas, pasan diez años-

— ¡Woh, ¿diez años en media hora?! —exclama el afroamericano—. ¿Cuál es el truco? Raymond quiere.

—Si no me dejas terminar voy a golpearte.

—Imbécil.

—Pasan diez años en los que Donna me rechaza por ser gay, tengo una adicción al alcohol, nos mudamos a Nueva York y soy el mejor jodido artista en la ciudad. Oh, y tú y yo éramos novios.

Bob suelta una carcajada, mientras que el castaño de gran cabello me mira irónicamente.

—Cómo se nota que era un sueño —resopla—. ¿Qué otra barbaridad soñaste, Way?

—Sanders era mi jefe, el director Grohl era mi doctor, Kellin Quinn era mi otro mejor amigo, Vic Fuentes era su novio, y un día en una subasta hice un retrato de Mikey versión adulta, se lo regalé a Bob, pero hice una réplica y esa réplica la compró Frank, ahí es cuando comienza nuestra retorcida historia de amor. Incluso Jared, Billie y Mike estaban ahí como trabajadores del local de tatuajes de Frank, pero Billie se había acostado con Frank, y Frank lo mandó a la mierda, pero aun así quedó trabajando en el local. Billie está resentido, le roba las listas a Frank, y me las entrega a mí el mismo día que descubro que tengo el mismo cáncer que tuvo Mikey, ¿están captando?

Ambos de mis amigos tienen sus labios entreabiertos y me observan con confusión. Ray titubea, Bob pestañea muchas veces y mi respiración se ha irregularizado.

—No sé si reír o llorar —murmura Ray—. Estás loco, Way.

—Demente —continúa Bob—, ¿eso fue un sueño?

— ¡Sí!

— ¿En toda la hora entre historia y matemática?

— ¡Exacto! Me estaba volviendo loco, iba a morir, ¿comprenden? Les juro que todo se sintió tan real —meto mi cabeza entre mis manos.

—Sueño el culo de tu perro muerto, eso claramente fue una pesadilla —espeta Ray—, ¿Sanders tu jefe? ¿Grohl tu doctor? ¡¿Yo tu novio?! Amigo, hermano, compañero del alma; me gustan las vaginas. Y Christa, la chica del equipo de kicking ball y club de lectura.

— ¡Ya lo sé! Al final me dejaste por ella y yo te dejé por Frank.

—Un segundo —Bob detiene a Ray antes de que diga algo más, internamente se lo agradezco—, entonces todo el punto del... sueño, o historia, como mierda quieras llamarle, ¿todo estuvo entorno a ti y a Frank?

—Absolutamente todo. Partiendo por las listas. Yo lo agregué a la lista de cosas que me gustan, él encontró la lista, la guardó por todo ese tiempo, y no entendí muy bien, pero al parecer utilizó eso como tesis universitaria. ¿Eso se puede hacer?

—Tú eres el que deberías saber, es tu sueño —bufa el rubio—. También dijiste que era una visión, o una señal.

—Sí, una visión porque todos éramos adultos, nosotros seguíamos siendo amigos y posiblemente ese sea nuestro futuro. Juro que todo estaba tan claro, chicos. Estaban ahí, los vi. Pero saltaba de una parte a otra, y todo fue muy confuso...

— ¿Y una señal porque...? —Ray mueve sus manos incitándome a proseguir.

— ¡Debo hablarle a Frank antes de que muera de cáncer de colon!

La campana suena, haciéndome sobresaltar.

—Eh, calma —Ray posa sus manos frente a mí—. El pánico es en la disco, no en una escuela de segunda.

—Necesito hablar con él, Ray.

—Lo sé, pero Frank no va a desaparecer, ¿sí? Escucha, nos faltan dos clases, entonces eres totalmente libre.

—Y deberías dejar tu paranoia, estás comenzando a asustarme —dice Bob con su boca llena, cuando termina de comer lleva sus manos a presionar mis hombros—. Gee, sólo fue un mal sueño, una pesadilla. Mikey y tú nunca han estado más vivos, Grohl sigue siendo el director, Sanders continúa en el equipo de básquet, si quieres hablarle a Kellin y Vic, hazlo, y tendrás todo el tiempo del mundo para Frank.

Ray lo secunda y respiro tomando en cuenta sus palabras. Le asiento, caminando fuera de la cafetería. En el aula mi vista va de Frank al reloj constantemente. No recuerdo haber estado tan desesperado. Cuando el profesor da la orden de salir Frank es uno de los primeros en retirarse, pero mi maña de sentarme hacia atrás sigue intacta y más real de lo posible, así que no es ninguna ventaja.

El pasillo se inunda de personas y apenas si puedo respirar. No veo a Ray o a Bob, y Frank desaparece entre la multitud. Una mano de la nada toma mi brazo, tirando y haciéndome caminar. En un instante estoy afuera.

— ¿Lindsey? —frunzo el ceño, ella me sonríe.

—De nada por sacarte de ahí. Luces bastante perdido, no prestaste atención a ninguna de clases y nunca te había visto así, ¿estás bien?

—Ajetreado —suspiro—. Es falta de sueño, voy a estar bien, sólo... ¿Sabes en dónde está Frank?

Ella asiente atentamente y revisa su alrededor, en busca del avellana. En mi sueño yo había perdido mi virginidad con ella, e incluso había sido mi novia. Me sonrojo ante el recuerdo. Sin embargo, sé que es una chica que está fuera de mi alcance como para llegarse a fijar en mí, lo dejaría en secreto por ésta vez.

—Allá —apunta a mis espaldas dando un pequeño salto, vuelve a sonreírme—. Espero que recuperes todo ese sueño, Gee. Hasta mañana.

—Gracias, Linz —le sonrío de vuelta. Frank está bajando las escaleras de la entrada, y para mi mayor suerte, se encuentra solo.

Me digo que tengo que tomar ese segundo para asegurarme del que es real, que está ahí, que no ha desaparecido, que sigue sin saber nada sobre mí y que sigo enamorado de él. Entonces corro interponiéndome en su camino. Él da traspiés por el susto, al verme su semblante se relaja.

—Frank... —ladeo mi cabeza, él suelta una risa cuando no digo nada más.

— ¿Gerard? —todas las palabras parecen haberse desvanecido en mi mente, así que opto por la última de las opciones: improvisación.

— ¡Frank, sí! —exclamo sonriendo, él vuelve a reír—. Te estaba buscando, necesitaba hablar contigo. Ah... ¿tienes... tiempo?

— ¿Necesitabas hablar conmigo? —yo asiento, hace una mueca tras encogerse de hombros—. Claro, seguro. ¿Qué necesitas?

Tomo aire antes de proseguir, y rezo a todos los santos habidos y por haber que esto no resulte un completo fraude. Esto ya no es un sueño; este soy yo, hablándole a Frank. El verdadero.

—Eh... Claro. Es algo rápido —él asiente atento—. Bien... Me preguntaba el... ¿qué piensas de las personas homosexuales? O en tal caso, ¿bisexuales?

Mi pregunta parece tomarlo por sorpresa, pero no se queda atrás, sacude su cabeza.

—Bueno, yo me consideraría alguien bisexual, en primer lugar, así que diría que estoy totalmente a favor. ¿Por qué?

—Eso es genial. Quería saber cómo invitar a un chico a salir —muerdo mi labio, sus cejas se alzan y asiente—. ¿Cuál crees que sería una buena idea? Me refiero a, ¿cómo lo invitaría? ¿Qué le diría para hacer? ¿O cómo debería actuar al momento de preguntárselo?

—... Bien, creo que debería ser algo sencillo. Quizás a ver una película a tu casa, nada sin otras intenciones, ¿entiendes? Y deberías actuar totalmente casual y natural, digo, ¿te gusta el chico, no?

—Sí, sí. ¿Entonces nada pesado?

—Toma en cuenta que es un chico y no una chica. Algunas chicas en ese punto son más exigibles, en cambio los chicos no lo son tanto. Con sólo pasar un buen rato los dos es suficiente, y si sale bien, entonces lo repites.

—Bien. ¿Y si justo ahora él no gusta de mí tanto como yo de él?

—Pues... Haz que guste de ti. Ya eso depende de ti y tus encantos —encoje el hombro sonriendo de lado. Reprimo mi sonrisa.

—Lo tomaré en cuenta. Gracias.

—Espero haberte ayudado —estira sus comisuras, hace resaltar el piercing en su labio. Le asiento. Con una seña se despide y comienza a caminar en dirección contraria. A casi dos metros de distancia decido detenerlo, camino hacia él.

— ¡Frank! —llamo haciendo que gire, frunce el ceño.

— ¿Uh?

—... ¿Quieres ir a ver una película en mi casa?

Irónicamente me ve, acaba por jadear una risa.

—Bien, aprendiste rápido. Eso sí que fue casual.

—Mi casa queda por este camino —sonrío, posando mi mano derecha tras mi espalda y señalando con la izquierda al lado contrario, imitando un gesto elegante. Y mi sonrisa se expande todavía más cuando al verlo al reír sus hombros se encogen con cada risa.

—Me convenciste, Way. Más te vale tener buenos encantos.

—Puedo probar.

Riendo comenzamos a caminar. Me doy un abrazo, una medalla y el primer lugar a mí mismo, porque considero que lo tengo merecido. Al cruzar la acera, Mikey está del otro lado, y siento a mi pecho dar un vuelco. Le digo a Frank que espere un segundo, y corro hacia dónde está mi hermano. Lo abrazo con fuerza.

—Oh, santa mierda, Mikes, Mikey Mike, Mike Mikey —lo estrecho hasta que sus pies dejan de tocar el suelo, él se queja.

— ¿Qué te pasa, Arthur?

—Eres el mejor hermano del mundo, ¿sabes? Te amo, realmente lo eres y realmente lo hago —digo presionando su hombro—. No tienes ni la menor idea de lo feliz que estoy porque estés vivo. Ésta noche dormiremos bien, y mañana comienzo a buscar entradas para la próxima Comic Con. Lo prometo.

Él alza su ceja frunciendo el ceño luego, se cruza de brazos.

—No le diré nada a mamá mientras no sea ilegal. Puedes decirme qué hiciste.

Río dejando relucir mi dentadura.

—Invité a Frank a casa, necesito que me cubras en tal caso de que las cosas avancen, ¿comprendes?

—Totalmente —sonríe frotando sus manos—. Estoy orgulloso de ti. Ve por él.

— ¡Gracias! —le doy otro abrazo, vuelve a quejarse. Hago el ademán de irme pero regreso a él—. Oh, y por cierto, Bob gusta de ti. Mucho. Nos vemos.

Y salgo corriendo, ésta vez en dirección a mi mejor amigo el rubio. Le hago otra seña a Frank y él sólo me sonríe.

— ¡Bobby! —alargo llegando a él—. Bob, Bobito, Burbujas, Bibiti Babiti Bú. Le dije a Mikey que gustas de él. Suerte con eso.

Y nuevamente salgo corriendo, a tiempo para poder escapar de él y dejarlo a la total mira de Mikey. Mi hermano se ha quedado postrado en el mismo lugar y cuando su mirada capta la de Bob, mi amigo luce bastante nervioso y mi hermano bastante anonado.

—Me lo van a agradecer en un futuro —sonrío entrelazando mi mano con la de Frank, él se ríe dejándose llevar por mí. Comparando al Frank de mi sueño con éste Frank, justo ahora prefiero a éste Frank.

*

Él está completamente concentrado en la película, pero ya yo la he visto un montón de veces y sólo quiero verlo a él. Así que eso es lo que hago. Kate Hudson y su pedacito de cielo ya no importan. Lo miro hasta que voltea y sus orbes colisionan con las mías. Su labio tiembla, mi vista recorre su nariz también perforada junto a su labio inferior, a centímetros de mí.

Inhalo y me acerco a él, tomando con sutileza su labio inferior. Queda gélido ante la sorpresa, pero me corresponde. Lleva su mano a mi cuello y me atrae más a él, deslizando lentamente su lengua por mi labio. Sin resistir hago a mi lengua buscar la suya, y cuando tomamos hilo del beso puedo inclinarme más hacia él para ahuecar el espacio bajo su oreja y ser yo quien guíe el beso.

Jadeante nos separamos del otro. Dejo un casto beso.

—Siempre quise hacer eso —susurro sobre sus labios.

— ¿Y por qué no lo hiciste antes?

—No sabía que querías que lo hiciera —vuelvo a besarlo, sonríe.

—Me gustas desde el primer año, Gee. No puedes decirme que no he sido obvio.

—Lo disimulas bastante bien, para ser sincero. También me gustas desde el primer año.

— ¿Y cuatro años después parece el momento indicado?

—Créeme, llegué justo a tiempo —río regresando mis labios a él.

Está la probabilidad que el Gerard de mi sueño si haya sido real. Probablemente Mikey murió, probablemente yo morí. Probablemente Frank también lo hizo, después de mucho tiempo. Probablemente nos amamos con toda aquella locura y probablemente ambos sufrimos tal cómo yo lo he sentido. Probablemente no fue un sueño.

Probablemente, ésta es nuestra otra vida.

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