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Capítulo 9

Al entrar al local, lo primero que me extraña es el silencio. No hay música, no hay voces, no hay sonidos de máquinas tatuando algún cuerpo o agujereando algún otro, ni siquiera se siente la presencia de mis colegas.

Dejo la carpeta sobre el mostrador y con el ceño fruncido dejo mi mochila y todo lo demás en mi puesto de trabajo. Me dirijo hasta la puerta que da hacia la sala de descanso y pego mi oído, entonces voy a girar el pomo de la puerta. Cerrado.

Frunzo mi labios con enojo creciente y me abstengo de gruñir.

— ¡¿Billie?! ¡¿Mike?! ¡¿Jared?! —golpeo la puerta con fuerza—. ¡¿Se puede saber qué coño están haciendo allá adentro?!

Cuando no obtengo respuesta, voy camino a buscar la llave de repuesto para abrir la puerta. Al llegar me encuentro con la puerta ya abierta y un Billie con su ropa mal arreglada junto a una pelinegra con sus pechos al aire, ella se pone su camisa y se las arregla para ir a la sala de espera del local. Le doy una mirada de cabreo al tatuado lanzando la llave bruscamente sobre el mostrador.

El hijo de puta sólo sonríe y responde al despido de la mujer cuando ésta de retira.

— ¿En dónde están los otros dos miserables? —me cruzo de brazos.

—Salieron a almorzar, ya deben estar por regresar.

— ¿Y por qué el letrero de abierto está encendido? ¿Qué te he dicho sobre meter a tipas al local mientras están a cargo? Joder, Billie-

—Eh, amiguito, calma esa marea. ¿Tú no deberías estar en la universidad?

—Pedí tiempo porque algo me decía que traerías el jodido negocio abajo.

Su reclamo es interrumpido por un rubio y un barbudo, ambos ojiazules, vienen conversando entre ellos y bastante sonrientes. Sus sonrisas desaparecen cuando me ven.

—Frank —alarga Mike fingiendo una sonrisa y tono de sorpresa. Jared intenta imitarlo, no lo logra, sus miradas furtivas hacia Billie lo delatan de sobremanera.

—Los voy a joder —murmuro pausadamente, enseguida Mike se alarma.

— ¡Fue su idea el que fuésemos a almorzar afuera! —apunta a Billie, él rueda los ojos apoyando su espalda de la pared—. Dije que no era necesario, pero el capitán huevos de acero necesitaba follar.

Billie lo remeda, sacándole su dedo medio como insulto. Jared rueda sus ojos, pero no dice nada, va a apoyar sus codos de la barra. Me giro a Billie.

— ¡Mi culo sobre de quién fue la idea! Tú y yo vamos a tener que hablar, seriamente —me giro al otro par—. Y ustedes, si no quieren estar en las mismas mejor ni se les ocurra volver a confiar en su palabra.

—Estás exagerando —bufa el pelinegro aun a mi lado.

—Tú mejor ve a trabajar —con mi mentón apunto al grupo de tres chicas que acaba de entrar. Él no tiene de otra que rodar los ojos e ir a hacer lo que le estoy diciendo. Le conviene no abrir su boca ante mí y lo sabe. Respiro hondo, ni Mike ni Jared se han movido de su puesto, Billie desaparece y yo restriego mi rostro con mis manos.

— ¿Por qué tanto frustre? —pregunta Jared con una sonrisa vacilante sobre su rostro, Mike decide seguirle. Jadeo apuntando por donde se ha ido Billie—. ¿Qué tiene?

—No lo soporto, Jared. No lo soporto.

—Sabías que en algún momento te costaría el tener a tu ex-pareja trabajando en el mismo lugar que tú —sonríe Mike, puedo oír su risa luego. Ruedo los ojos.

— ¡Que no fue mi pareja! —mascullo—. Estaba borracho, y era estúpido, y él vio otras intenciones. Él necesitaba trabajo y ustedes lo saben, puedo ser un idiota pero lo hice tal cual hice como ustedes. Ya no jodan.

—Eso no hará que deje de colmarte la paciencia —Jared hace un mohín—. Desde que comenzaste con todo este tema sobre Gerard se ha puesto más intenso de lo que usualmente es.

—Lo cual es mucho —señala Mike.

—Muchísimo —recalca el barbudo del otro lado de la barra—. Comenzó a querer echarnos casi a las patadas de acá para meter a cualquier persona y coger. Tú sólo has llegado en un buen momento para sacar a quien sea que haya estado aquí hoy.

Suspiro metiendo mi cara entre mis manos de nuevo. Esto no puede ser posible. Este tipo acabaría con la poca paciencia que poseo, en cualquier momento. Osa de joder de mí siempre que se le viene en gana y cree que porque soy compasivo no puedo patear su culo tatuado lejos de aquí. No si me afecta a mí.

—Va a terminar trayéndome el jodido local hacia abajo, chicos —murmuro acercándome a ellos—. Por favor, mientras yo no esté aquí sólo puedo confiar en ustedes. Jared, necesito que lo pongas en su lugar, no cuento con nadie más, son mi mano derecha en este negocio, créanme que no quisieran estar haciendo otra cosa además de tatuar y hacer perforaciones, ¿de acuerdo? Trabajo asegurado.

—Trabajo asegurado —murmuran ambos tras asentir y hacer muecas de lado. Es claro que tengo razón. Billie no puede ganar en mi juego, puedo aplastarlo en cualquier segundo.

—Necesito seguir con esto y sin interrupciones —blandeo la carpeta que he dejado anteriormente sobre el mostrador—, tengo dos horas hasta que tenga que volver a la universidad y hay que concentrarse. Después me las arreglaré para venir para acá de nuevo.

— ¿Qué es eso? —pregunta Mike apuntando a la carpeta, Jared también se muestra interesado en saber. Suspiro sacudiendo la cabeza.

— ¿Ustedes qué creen?

Jared es el primero en chasquear con su lengua, entonces niega en desaprobación y lo veo en interrogación.

—Frank, ¿vas a seguir con eso?

— ¿Acaso pretendes que pare? Jared, ya conseguí mitad de lo que quería. He estado saliendo con Gerard y todo ha salido bien.

—Sí, a base de mentiras —asiente en tono posesivo. Jared es la clase de persona que si se molesta, hace de todo por no estallar, y cuando lo hace, usualmente da miedo porque es un encanto de hombre. Verlo enojado es como ver a ese oso de peluche ser malo en Toy Story 3.

—Lamento tener que decir que estoy a favor de Jared —Mike presiona sus labios, el barbudo levanta sus cejas con ironía—. Frank, le estás mintiendo. Sea lo que sea que le hayas dicho, puedo asegurar que le has mentido en más de una cosa.

—No le dije nada que no haya considerado necesario, ¿está bien? —frunzo mi ceño—. Sé lo que hago, no tienen por qué estar siempre al tanto de mí.

—Sólo estamos cuidando que ese tipo no salga herido —dice Jared—. ¿Qué le dijiste, Frank? Hasta ahora, ¿qué es lo que le has dicho?

Vuelvo a suspirar pesadamente. Jared lo sabe todo. No porque me haya hecho decírselo, o porque necesitara decírselo a alguien —aunque en una parte puede que sea así—, pero sino porque podría considerarlo mi mejor amigo. Yo se lo decía todo, y era el que pateaba mi culo siempre que me salía del camino, me devolvía a mis casillas, todo desde que me mudé a Nueva York. Y lo sigue haciendo, 5 años después.

—No sabe que tengo las listas.

Cierra sus ojos casi al momento en que presiona su mandíbula con fuerza, la palabra "indignación" se forma en un arcoíris sobre su cabeza y debo fruncir mi ceño cuando la reacción de Mike es totalmente diferente a la suya. El rubio sonríe de aquí a Saturno, dándose un paseo en bicicleta con esa canción de Twenty One Pilots de fondo. Frota sus manos y de repente la extiende hacia el barbudo.

—Mi dinero —sonríe hacia Jared, que se nota a leguas que intenta controlar todo su ser interior para no golpear a su amigo.

Y yo estoy muy confundido.

—No te voy a dar una mierda —gruñe el castaño golpeando las manos de Mike hacia un lado, enseguida su semblante decae.

—Apostamos —me explica Mike—. Jared decía que Gerard ya sabía que tenías las listas, pero la lógica nunca falla; yo dije que no podía saberlo porque ha pasado muy poco y que tú eras muy imbécil y de paso lento como para hacérselo saber tan pronto.

—Ya te habías tardado... No sé —Jared finge un gesto pensativo—, unos... diez años, más o menos, en acercarte a Gerard, y sin darte cuenta unas putas listas de mierda están a nada de traerte abajo más rápido de lo que Billie podría estar haciéndolo con este negocio. No puedes seguir con ésta farsa, Frank.

—Te va a ver como un acosador —sigue Mike—, un psicólogo acosador. Sentirá que lo tienes sólo para un experimento, yo que te lo digo. Como esas... ratas de laboratorio, yo qué voy a saber. Sé que es tu tesis, y que puedes hacer muchas cosas analizando a Gerard junto a esas listas gracias a su comportamiento-

—Pero hay diez años de diferencia, Frank —interrumpe Jared alargando sus palabras—. ¿Tú qué sabes si la manera de ser de Gerard ha cambiado en todo este tiempo? Tenía dieciséis cuando las escribió-

— ¡Y yo estoy en ellas! —exclamo exasperado cuando consigo un espacio en donde entrometerme sin ser interrumpido—. Yo... Estoy en esas listas, Jared, lo estoy —abro la carpeta sacando a tientas uno de los papeles desvencijados y arrugados por el paso del tiempo. Cuando encuentro lo que busco, señalo—. "Cosas que me gustan. Número dieciocho: Frank" —blandeo el papel, me doy cuenta de que mi respiración se ha irregularizado—. Le gusta gustaba Frank, chicos. Siempre le gustó Frank.

Ellos se miran entre sí, conozco la palabra con la que me describirían: "desaliñado". Todo este tema me tiene completa y totalmente desaliñado, y al parecer soy el único que no termina de caer en cuenta. Yo no quiero a Gerard sólo para una bendita tesis de psiquiatría en la universidad. Él es una persona, no un experimento.

— ¿Y qué hay de Frank? —veo a mi amigo el castaño lacio encoger su hombro.

—... A Frank le gustaba Gerard —pronuncio en un hilo de voz, descendiendo mi mirada hacia el viejo papel con escritura casi prolija. Me quedo sin aliento—. Siempre le gustó Gerard.

—Entonces tienes que hacer algo para que no sigas mintiéndole —él hace un mohín, y por el rabillo sólo veo a Mike asentir. Tienen razón. Yo no puedo seguirle mintiendo a Gerard. Pero no se trata exactamente de mentir, sino de ocultar. Ocultar no equivale a mentir... ¿cierto?

—Yo... seguiré como voy, ¿de acuerdo? —ladeo mi cabeza, ellos ya no hacen nada para ocultar su molestia, y me enfada al punto de que no debería molestarles porque es mi asunto, no el de ellos. Lástima que no puedo ser así, yo comprendo su punto—. Sé que son mis amigos, que no quieren que Gerard salga herido y que es netamente estúpido seguir con estas listas colegiales, pero... Quiero a Gerard, igual que antes.

—Hay muchas otras maneras de acercarse a él, Frank —insiste Jared—. ¿Le dijiste que recién te habías mudado a Nueva York?

—Te lo comenté, sí —asiento apoyando mi espalda de la pared—, pero no le iba a decir que prácticamente me mudé aquí al par de meses que él, aunque eso sí fue coincidencia. Juro que no tenía ni la menor idea de que él se mudaría aquí también.

Y no miento, realmente no lo sabía. Fue una buena decisión al azar que al parecer fue más destinada de lo imaginado. Terminé junto a Gerard, fui de los primeros en comprar sus cuadros, soy un fiel comprador de sus obras y mi casa está llena de ellos, incluso hay algunos por la tienda de tatuajes y en mi consultorio de práctica en el hospital. Una vez terminase mi carrera de psiquiatría, yo podría moverme hacia allá y comenzar a impartir.

Es imposible no sonreír cada vez que observo su nombre en la parte inferior derecha de cada cuadro. He sido un admirador secreto por un largo tiempo, ya era hora.

—Frank...

—Lo necesito, Jared. Más allá de cualquier carrera universitaria, o listas absurdas, o diez años de diferencia; yo lo necesito. Quiero saber de él. Está roto, Jar.

— ¿Y eso qué? ¿Planeas arreglarlo?

—Gustábamos el uno del otro en la secundaria y ninguno jamás se acercó a decir nada, ¿tú qué piensas? Yo le escribía notas que siempre terminaban en la basura por voluntad propia, y él me dibujaba siempre en la parte trasera de su cuaderno, cada vez que intentaba verlo él lo escondía y yo jamás tuve la valentía de preguntarle nada. Fuimos dos cobardes que no supieron salirse con la suya.

— ¿Cómo sabías que eras tú y no otro? —Mike frunce su ceño.

—Al principio fue sólo el reflejo, pensé que era yo pero luego me dije que era demasiado bueno para ser verdad y me resigné.

— ¿Y qué te lo confirmó entonces?

Vuelvo a blandear la lista de "cosas que me gustan" en el aire. El rubio toma aire y lo boto asintiendo. Jared suspira, por un momento creo que me dará otro sermón como siempre suele hacer, pero no, no lo hace. Con desdén mira a Mike y entonces ambos se acercan a mí con sus brazos extendidos, recibo los abrazos extrañado.

—Más te vale ponerle un jodido anillo a ese tal Gerard de la secundaria, porque te estás llevando toda su vida por delante. Incluyendo a su noviesito. No creas que no te tenemos en la mira. Pero tranquilo, seguro no termina siendo gran obstáculo —Jared guiña un ojo y presiona mi hombro antes de darse media vuelta e irse a su puesto de trabajo. Mike ladea su cabeza y lo apunta.

—Lo que él dijo.

Me río regresando el papel a la carpeta junto a la otra lista y lo dejo bajo el mostrador, entonces me preparo para otro turno de trabajo antes de regresar a la universidad. Viéndolo bien, tendría todo el tiempo del mundo para poder preparar todo el bendito tema de la tesis.

He recibido el mensaje de texto con la dirección de su hogar. Cenaría con Gerard Way éste sábado, y mi cerebro sólo podía saltar de un lado a otro gritando "¡aleluya!".

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