Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 20

Tras chequear el reloj una segunda vez me digo que debo dejar de ser tan imbécil y esperar. Frank no llegaría tarde, sólo he llegado temprano por ser un desesperado sin remedio. He decidido citarlo en otra cafetería, una diferente y lejos de donde me ha citado Billie la última vez. No me gustaría traer malos recuerdos, he descartado esa cita de mi mente hace unos cuantos días. Le da un punto en sí a Frank, pero le haría caso a Bob; dejaría que se explicara.

El enojo se me ha pasado, ahora sólo siento curiosidad de qué fue lo que lo llevó a tomar esos papeles, cómo los consiguió, desde cuándo los tiene consigo. Aclarar el tema del "doctor Iero" y por qué ese tal Billie hizo lo que hizo, entre otras cosas.

Quizás a los tres minutos de revisar por última vez el reloj, lo veo adentrarse a la cafetería. Y espero que sea cosa mía, porque su rostro ha tomado color al verme. Ha entrado totalmente pálido y llega a mí estando sonrosado, como si estuviese preocupado.

—Gee —en su voz se escucha ese tono, y es cuando sé que sí está preocupado—. Yo... pensé... ¿en dónde...? ¿Por qué no has contestado mis llamadas ni mensajes? ¿Estás bien? ¿Cómo te sientes?

—Frank, Frank —tomo sus manos por encima de la mesa, eso lo hace permanecer tranquilo y cerrar la boca. Su pecho sube y baja con pesadez—. He estado ocupado últimamente. Lo siento. No planeaba preocuparte. Estoy bien, todo está bien.

— ¿Seguro?

¿Estoy seguro? No lo sé, quizás sólo esté muriendo. Pero sí, considero estar bastante seguro. Es genial.

—Sí —asiento—, seguro. Has ido a mi apartamento y no he estado. No ha sido a propósito, he estado mucho con Bob estos días, lo he considerado necesario.

—Gerard, me has estado evadiendo —articula firme, yo niego con mi cabeza—, sí, sí lo has estado haciendo. En dos semanas has podido responder un simple mensaje, o contestar una mísera llamada. Pero ahora sólo me has citado aquí y ni siquiera sé para qué. Necesito que me digas por qué te estás escondiendo de mí.

Presiono mi mandíbula, poco a poco voy soltando sus manos y de mis piernas tomo la carpeta amarillenta. La poso con lentitud en la mesa, el papel cae con un sonido sordo y puedo ver cómo todo el color que había tomado desaparece. Suspira, cerrando sus ojos y bajando su cabeza. Evita el contacto visual.

—Primero que nada, quiero que sepas que no estoy enojado, probablemente algo ofendido, pero es lo de menos. No te diré nada, sólo dejaré que te expliques, porque en serio creo en el que tienes una buena explicación.

Su mandíbula se presiona y le da paso a otro suspiro, pestañea varias veces tras tragar.

—No preguntaré el cómo tienes esto, porque me hago una idea y está bien. Empezaré desde cero, pero no quiero hacerlo aquí. Necesito un lugar más privado.

—Vayamos a tu casa —sugiero enseguida, el pensamiento de mis cuadros en las paredes de su hogar me llama bastante la atención. Su reacción es repetitiva, puesto a que vuelve a presionar la mandíbula y se vuelve un manojo de suspiros.

Se toma un momento para asentir y se levanta de la mesa, lo sigo hasta afuera. Me detengo cuando él se detiene, frente a un auto. Con una seña me dice que suba, así que le hago caso. El camino es silencioso y parece que en cualquier momento lloverá, muerdo mis labios con nerviosismo. Llegamos a una residencia y nos detenemos en una bonita casa, es simple, nada fuera de lo normal. Al entrar luce como un hogar común y corriente, lo que me tranquiliza. Sin embargo, no veo ninguno de mis cuadros. Nos guía ahora hasta el sillón de la sala y por primera vez en todo ese tiempo me mira a los ojos.

—Desde cero —truena sus dedos, yo asiento—. Bien... El cómo tengo las listas —hace silencio por otro largo rato en el que no lo presiono—. En el funeral de Mikey te hablé. A ti, a Ray y a Bob, pero Bob salió corriendo y Ray se fue atrás de él. Tú giraste a verme y tu mirada era tan vacía que yo sabía que tú no estabas ahí. Simplemente no estabas. Miraste por encima de mi hombro, me agradeciste el haber asistido al funeral irónicamente y luego te alejaste. Te llamé, me ignoraste, me acerqué a ti, te apartaste, y me sentí devastado, porque esa fue la última vez que te vi. Y tú no estabas ahí. ¿Pero quién era yo para juzgarte en ese entonces?

»Cuando regresé al lugar en donde habíamos estado anteriormente, había un papel tirado en el suelo, la curiosidad mató al gato: Frank obtuvo ambas listas. Las dejaste caer antes de irte. No sé por qué las tenías en ese momento, tampoco me importa. Con el paso del tiempo las cuidé, porque conocía tu letra, sabía que eran tuyas y que ese eras tú. ¿Tienes idea de cómo me sentí cuando leí mi nombre? —suelta una risita—. Gerard... fue... horrible. Todo ese tiempo me quisiste y yo nunca lo supe, siendo que yo también te quería y jamás lo supiste. El saberlo fue-

— ¿Por qué ese tal Billie llegó a mí diciendo tantas cosas que no sabía sobre ti?

Él titubea, pero cuando retoma su postura parece enojado y desconcertado.

—Sabía que había sido él —gruñe—. ¿Qué fue lo que te dijo?

Dudo en decirle, pero lo sabría de todas formas, así que no tengo otra opción.

—Que era tu paciente, que robó las listas de tu consultorio, que yo había sido tu primer caso y de por sí el más importante, que se vio identificado con él. Ese tipo sabía muchas cosas de mi vida, Frank. Y no lo había visto jamás.

— ¿Y por qué fuiste a donde te dijo? —masculla—. Gerard, pudo ser peligroso. No sólo si se trataba de Billie, ¡cualquier idiota pudo lastimarte!

— ¡Sólo fui, ¿está bien?! Necesitaba saber qué quería.

—Billie es este idiota que trabaja en mi local de tatuajes, está resentido porque hace dos años me acosté con él y luego lo mandé a la mierda, pero no soy tan mierda como para dejar a una persona sin empleo. Usa de hacerme la vida imposible siempre que tiene la oportunidad y desde un principio supe que él había tomado la carpeta cuando la busqué y no la encontré. No soy doctor, no aun, ni siquiera he obtenido mi título, por amor a Dios. Conseguí un consultorio de práctica, al que planeo moverme una vez comience a impartir, me asignan casos pequeños cada cierto tiempo, pero Billie no es más que un hijo de puta.

—Me utilizaste, Frank.

—No, no lo hice, es lo que Billie dijo que estaba haciendo, pero no es cierto.

— ¿Por qué tuviste que mentirme en cuanto a tu carrera? No me importan las jodidas listas, no me importa si tienes una carrera universitaria, o si te basaste en la actitud de un niño de dieciséis años para realizarlo. A mí me importas tú. Pero de haberte aparecido en mi puerta hace cuatro años, yo no hubiese tenido ningún problema, Frank.

Se paraliza. Sus labios entreabiertos, su semblante confundido y su ceño fruncido. ¿Es buen momento para lanzarme a él y besarlo? Jode admitir que lo he extrañado lo suficiente.

— ¿Cómo...?

— ¿Sabías que tienen una página de Facebook? —frunzo mi ceño—. Tu local se inauguró hace cuatro años, Frank. Y Jared es bastante agradable, tuve la oportunidad de hablar con él. Mike también cree que hacemos bonita pareja.

—... ¿Es la razón por la cual no estás asesinándome ahora mismo?

—Dice que de nada —suspiro—. Y le que debes mucho —alzo mis comisuras, pero él no se ve contento del todo.

Jared se ha tomado ese tiempo de explicarme las cosas en sólo una noche de Chat por Facebook. Realmente quería hacérmelo saber, porque hizo todo lo que estuvo a su alcance para lograr convencerme. Es sinónimo de lo que un buen amigo es.

Veo a Frank levantarse del sillón luciendo atareado, desacomoda un poco su cabello con sus manos y restriega su rostro con frustración.

—Juro que voy a matarlos. Sobre todo a Billie. Lo voy a joder, realmente me tiene hasta el culo-

No lo dejo terminar; paso mis brazos alrededor de su cintura y dejo mi mentón caer sobre su hombro, teniendo la ventaja de nuestra diferencia de estatura. Siento a su respiración paralizarse y sus manos van a entrelazarse con las mías. Acaricio su cuello con la punta de mi nariz, esparciendo besos por donde se me permita.

—No quiero que le hagas nada a Billie. No tengo nada en contra de él. Sólo debemos evitarlo, si lo evitas no será problema. Él no importa, Frankie. Nada importa. Sólo tú.

Con cuidado se gira, llevando sus manos a acariciar mi rostro. Sus ojos se han cristalizado y su pequeña nariz se mueve de un lado a otro, probablemente evitando el llorar. Junto su frente con la mía.

—Tú también eres importante, Gee. Eres... fuerte, y valiente. Y encantador, y sonríes bonito, además. Eres perfecto.

— ¿Por qué dices que soy fuerte y valiente? Como... —seguiré con mi sentencia, cuando ésta toma sentido. Entonces me obligo a callarme.

—... Como si estuvieses muriendo —murmura, diciendo mis palabras por mí. Nos sumimos en un breve silencio, repentinamente hemos cambiado de papeles. Ahora es él quien sabía cosas que yo no sabía que él sabía. Presiono mi mandíbula—. Cuando no apareciste por todo este tiempo, sentí que algo pasaba y fui a ver al doctor Grohl. Hago pasantías en el mismo hospital, así que de vez en cuando paso por ahí. Es por eso que me has estado evitando, ¿no? Además de lo de las listas. No querías decirme.

—No sabía cómo lo tomarías —susurro en un hilo de voz—. Bob lloró, Ray lloró el doble de lo que hizo Bob, Kellin se hizo el fuerte, pero sé que Vic lo consoló después. Y tú...

—Yo estaré contigo todo lo que reste —sube mis manos hasta sus labios, depositando un beso en cada una—. Porque te amo. Más de lo que crees. Y me disculpo por no haberlo dicho antes cuando tuvimos tiempo.

Mi mandíbula tiembla, pronto soy yo el que está derramando lágrima tras lágrima. Mi primer instinto es besarlo, así que lo hago. El beso se profundiza, es él quien comienza a dar los primeros pasos hacia atrás y yo me dejo guiar. Mis manos se refugian en su cabello y las suyas van a remover mi chaqueta, nos adentramos a un pasillo y separa sus labios de los míos.

—No mentí cuando dije que tenía tus cuadros en mi casa —sonríe, giro mirando a mi alrededor y sonrío cuando puedo ver tres de mis cuadros en cada pared. El retrato de Mikey se aprecia al final de este—. Lo puse en un lugar especial —me dice cuando observa que lo he quedado mirando—, cada vez que pasara por aquí lo vería, y sería perfecto.

—Es perfecto —asiento, acercándome a él nuevamente—. Demasiado perfecto.

Mi boca vuelve a colisionar con la suya, él termina de llevarnos por el pasillo hasta la última puerta y al entrar sólo la luz de una lámpara está encendida. Caemos con cuidado sobre la espaciosa cama y sus manos comienzan a desaparecer mi ropa. Me hace sentir seguro. Frank tiene ese poder.

—Prometo ser cuidadoso —susurra antes de perderse en mí.

Sus manos recorren cuanto espacio le es permitido, su boca se apodera de mi cuello y lo beso sin dejar de mirarlo. Separa mis piernas sutilmente y las acaricia con parsimonia, su tacto me hace estremecer y en un rápido movimiento me tiene encima de él. Todo dolor desaparece, mi estómago cosquillea y mi pecho se contrae, mis manos trazan los tatuajes sobre su pecho y sus manos tintadas van a pellizcar mi trasero, no evito reír cuando nuestras lenguas se encuentran.

Nunca dejo de verlo, y sólo sé que me he enamorado del hombre más hermoso que ha podido existir. No lo tendría nunca, pero justo ahora da la casualidad de que parezco tenerlo; no quiero dejarlo ir. Me siento afortunado de poder poseerlo, de poder acariciarlo. ¿Quién más tiene esta dicha?

Cuando llega al orgasmo abre su boca, dejando su cabeza caer hacia atrás y me permito el observarlo por un segundo antes de pasar mi lengua por su manzana de Adán. Desliza sus manos por mi espalda con fuerza, atrayéndome a él luego para besarme con profundidad.

La respuesta es: que nadie tiene la dicha que tengo yo. Nadie jamás la tendría, y nadie jamás la tendrá.

— ¿Mencioné que haces la misma cara de orgasmo cuando tocas la guitarra? —murmuro rato después con mi rostro escondido en su cuello. Con su pulgar acaricia mi brazo, soltando una risa entre dientes.

—Sabía que me espiabas.

—Era mi imagen favorita. Se repetía constantemente en mi cabeza, era totalmente excitante. Realmente no mentía cuando te dije que solía masturbarme con sólo verte o imaginarte.

—Nunca dije que mintieras —responde llevando su mirada a la mía, con la yema de su dedos acaricia mi mejilla. Beso su mentón—. No tengo miedo a que mueras, Gee. Porque para mí no morirás. Creo en eso de "vida después de la muerte", no es que te convertirás en un fantasma y recorrerás un solo lugar por el resto de la eternidad, sino que nos encontraremos en otra vida. Y todo va a ser mejor. Y si no es en esa, entonces en la siguiente.

— ¿Pretendes esperar dos vidas más por mí?

—Veinte si de ti se trata. Lo vales.

Tras verlo con fijeza por un momento, me inclino a besarlo. Sus manos se aferran a mí y las mías a él.

—Te amo —susurro sobre sus labios—. Y ten por seguro que te amaré incluso más en la siguiente vida. Y la siguiente. Y la siguiente.

Besa mis labios nuevamente con una sonrisa. Besa mis manos, mi nariz, párpados y frente. Con Frank lo tengo todo. Si él no teme, es una razón más para el yo no temer. Y si su teoría de la siguiente vida es cierta, entonces estoy ansioso por encontrarlo allá.



FIN.

Miércoles, 17 de mayo de 2017. 7:32am.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro