Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 17

¿Sabes cuando estás bajo el agua? Hay mucha... calma. Todo sonido es amortiguado. Las ondas se sienten suaves y frías contra tus manos y pies. Como si desearas con todas tus fuerzas el poder respirar bajo ella, sin la necesidad de un objeto que haga eso posible. Abres tus ojos, todo es tranquilo, vuelves a cerrarlos, pero la calma continúa ahí. Por un momento sientes que realmente no necesitas respirar, que estás bien, que nada importa. Y que puedes estar ahogándote, pero que no puedes prestarle atención a algo como eso. Toda la tranquilidad que alguna vez quisiste se encuentra ahí. ¿Qué es respirar, de todas formas?

Camino con las manos en mis bolsillos, hay demasiada gente, y creo que estoy teniendo un ataque de ansiedad, pero dije que me encontraría con este tipo en una de las cafeterías del centro. ¿Por qué acepté? Será vergonzoso el que me vea así, con el nerviosismo a roce de pétalo. Mi boca y garganta están secas, veo a muchas personas ir de un lado a otro, pero no las escucho a ninguna. Resulta tan insignificante.

Inhalando entrecortadamente abro la puerta de la cafetería, es cuando dudo el realmente entrar. No conozco a este tipo, pero ha dicho que es amigo de Frank, y que tiene algunas dudas sobre algo con respecto a él. Me extrañó al momento, ¿por qué me llamó a mí? ¿Qué puedo saber yo de Frank que no pueda saber él? Me confundió bastante, pero el hombre sonó muy amable.

De igual manera, sé que no debo estar aquí. No después de la noticia del doctor Grohl. Me estremezco al recordar. No. No puedo estar aquí. Necesito irme. Necesito estar con Bob, con Kellin, Ray. Incluso Vic. No puedo estar aquí.

Me doy media vuelta para salir, cuando toman mi brazo y tiran de él hasta girarme. De lo primero que me percato es este hombre de estatura media. Su cabello es negro y sus ojos verdes, pero son oscuros. Creo que es el maquillaje alrededor de estos lo que los hacen ver tan pesados. También tiene tatuajes en sus brazos y luce de mi edad. Mis manos tiemblan al igual que mis piernas y mandíbula. No puedo estar aquí.

— ¿Gerard? —pregunta. Sabe mi nombre. Enseguida llego a la conclusión que este es el amigo de Frank. Lo veo de arriba hacia abajo rápidamente antes de asentir. Él sonríe—. Yo fui quien te llamó. Ven, sígueme a una mesa, por favor.

Sé que quiero decirle que no puedo, que necesito irme, pero tampoco es como si él me diese la oportunidad; me da la espalda y entonces comienza a caminar en dirección a una mesa. Las palabras no salen de mi boca en ningún momento, me veo resignado a seguir sus pasos.

— ¿Apeteces algún café? —niego de inmediato—. Oh, está bien. En tal caso será sólo uno para mí.

—Disculpa —logro decir por fin—, no quiero sonar... irrespetuoso, o algo así, ¿pero te conozco? ¿Para qué me llamaste? ¿Qué tengo que ver yo con que quieras saber algo sobre Frank? Si es tu amigo, ¿por qué simplemente no le preguntas a él y ya? ¿Era necesario el que yo viniese?

—Eh —alarga él, posando sus manos frente a mí y luego soltando una risa. No le veo la parte graciosa a lo que he dicho—. Calma, por favor. No quiero que me tengas como alguien entrometido, porque no lo soy. Lamento si esa es la imagen que te he dado. Y siento que la llamada haya sido tan imprevista, pero realmente quise saber sobre esto y bueno... Sabía que eras la persona indicada. Me disculpo si te causé controversias.

»Mi nombre es Billie Joe Armstrong, y te preguntarás por qué estás aquí, hablando conmigo si no me conoces y todo eso —suelta otra risa, parece una más nerviosa ahora, puedo verlo en su sonrisa también. Doy un profundo suspiro y le asiento—. Sí, bueno. No vine para saber algo sobre Frank, no exactamente. Como podrás saber, soy paciente del doctor Frank Iero, y pensarás que realmente soy bastante entrometido, pero cuando supe de tu caso hace algunos años, me di cuenta de que tú y yo pasamos por lo mismo y me vi bastante identificado contigo-

—Espera, ¿qué? —lo detengo, él calla abruptamente—. ¿Doctor... Frank Iero? ¿Mi... Mi caso? Yo- yo no sé... De qué hablas, Billie, yo-

— ¿No? —su ceño se frunce, desviando su mirada hacia el suelo. Parece bastante desconcertado, y yo sólo no lo comprendo. ¿A qué se refiere con que Frank es doctor? Frank no es doctor, Frank es tatuador, él me lo dijo. ¿Y mi caso? ¿Cómo es posible que yo tenga un caso? Este tipo ha perdido la cabeza—. ¿Tú eres Gerard Way, cierto?

—... Sí, así es.

Lo veo quitarse fugazmente su bolso de encima de los hombros y luego posarlo en la mesa, de él saca una carpeta amarilla. Deja el bolso abajo, abriendo la carpeta. Me tiende dos hojas.

—Tú fuiste el que hiciste éstas listas.

Mi ceño se frunce, y al momento de tomar las hojas mis manos siguen temblando. Mi estómago da un vuelco a ver el contenido de éstas.

Son mis listas. Las de cosas que me gustan y cosas que no. Las escribí cuando estaba aún en el colegio. Recuerdo ese día perfectamente: las clases eran aburridas, así que decidí hacer un par de listas tontas, una de las profesoras me llamó al final, Frank estaba castigado, y me sonrió al salir, yo le sonreí de vuelta. Me dijo que no fuese tan distraído, yo le dije que dejara de meterse en problemas. Fue el mismo día que Mikey murió.

— ¿Co-cómo tienes es-esto? —balbuceo hacia el pelinegro, todavía con mi vista en ambas hojas. Son las mismas, el papel está amarillento y desgastado, las marcas de doblaje son más notorias y el grafito es un poco más claro, pero es mi letra la que se lee ahí—. ¿De dónde las tienes?

Billie titubea en decirme. Mi reacción no le ha parecido buena del todo y ahora luce más nervioso que hace un minuto.

—Yo... las tomé del consultorio del doctor Iero. Él las ha tenido todo este tiempo, creo que años. Te juro que no tuve la más mínima intención de invadir propiedad ajena, es que... En serio quería hablar contigo. Me refiero a que, tú fuiste el primer caso del doctor Iero, tiene... estas listas, y él me ha hablado de ti ya que tenemos situaciones... similares. ¿De verdad no recuerdas nada?

Puedo sentir la culpa en su voz, y hace que mi pecho duela. ¿Frank me ha estado mintiendo todo este tiempo? ¿Todo lo que está diciendo Billie es cierto? ¿Frank no tiene ningún local de tatuajes? ¿Ha tenido éstas listas todo este tiempo? ¿Desde cuándo exactamente?

Siento a mi cabeza comenzar a pulsar al ritmo de mi corazón, que sin lugar a dudas, se ha acelerado lo suficiente como hacer sentir a mi cabeza estallar.

— ¿A qué te refieres cuando dices "situaciones similares"? —pestañeo varias veces, él se ve bastante perturbado con esto. Como si realmente esperaba que yo lo fuese a ayudar de alguna forma, me desespera el que haya venido aquí y no haya podido encontrar nada sólo porque... Frank ha estado mintiendo como un jodido imbécil.

—Bueno... tu hermano falleció de cáncer cuando eras joven, es lo que tengo entendido. Y mi padre falleció cuando yo tenía la misma edad de tú en ese entonces, también de cáncer. Sé que tuviste muchos problemas, pero que lograste salir adelante y que ahora eres un gran artista aquí en Nueva York, pero que a pesar de todo eso, tú sigues siendo alguien real, ¿comprendes?

Mis ojos muestran lágrimas al instante, las desaparezco con el dorso de mi mano. La palabra con "C" me hace estremecer nuevamente. Asiento.

»Para mí es lo que éstas listas significan, y el doctor Iero lo ha puesto de ejemplo. Lo utilizó como caso para su tesis universitaria y se graduará dentro de poco. Tiene muchos de tus cuadros en su consultorio, y en su casa también, no me malinterpretes, me lo ha comentado —ríe—. Tú resultaste ser el mejor de sus casos y yo... sólo esperaba poder conversar contigo... —encoje su hombro—, lamento que esto haya quitado todo tu tiempo.

—No... —murmuro, intentando dejar mis lágrimas dentro—. No tienes porqué. Yo lo lamento en tal caso... Vengo del... hospital, y... Yo lamento el no poder ayudarte, Billie.

—Créeme, has ayudado más de lo que piensas —sonríe de lado—. Y es extraño que no reconozcas tu caso, ni al doctor Iero, disculpa que te lo diga. Es sólo...

—No, no —sacudo mi cabeza interrumpiéndolo—, sí lo reconozco. Pero hace tiempo que no sabía sobre éstos papeles, digo —suelto una risa ante mi mentira—. Gracias por... traerlas. ¿Está bien si me las llevo?

—Son tuyas, después de todo —vuelve a encoger su hombro—. No creo que el doctor Iero las necesite de ahora en adelante ya que supongo que hizo todo lo que tenía que hacer, o si no me metería en graves problemas. No son tan importantes, ¿o sí?

—No lo creo —presiono mis labios, decido levantarme de la silla, doblando los papeles torpemente hasta meterlos a mi bolsillo—. Fue un gusto conocerte, Billie. Me tengo ir.

—Que te vaya bien, Gerard —estrecha mi mano, tomando su bolso del suelo—. Gracias por venir.

—No es problema. Adiós.

Y salgo de ahí, tomo un taxi que me deja frente a mi edificio y corro hasta el ascensor. Con manos apresuradas abro la puerta y de un portazo la cierro, apenas si me he quitado la chaqueta cuando estoy en el baño frente al retrete, sacando cualquier cosa que haya comido hoy, e incluso ayer. Mi estómago duele con demasía y lloro. Como un jodido idiota lloro. Porque Frank me ha estado utilizando, me ha visto la cara de idiota y sólo le he dado a ver que soy vulnerable ante él.

¿Tesis universitaria? ¿Se graduará dentro de poco? ¿Mis cuadros en sus consultorios? ¿Mi caso fue el mejor? Se burló de mí todo este tiempo.

Seco el sudor de mi frente con mis manos, haciendo a los mechones de cabello a un lado. Recuesto mi espalda de la pared, y me tengo que arrastrar hasta tomar mi cacheta a un lado de la puerta abierta, saco los papeles del bolsillo. Hago memoria de una de nuestras últimas conversaciones; cuando llegamos de la colonoscopia, me quedé dormido en sus brazos porque le pedí que se quedara, pero me hizo preguntas.

Y todas tienen que ver con lo escrito aquí. Me siento estúpido. Bajo el agua. Sin respirar. Pero no hay calma, por primera vez, estando bajo el agua, no siento calma. Mis sollozos son interrumpidos por otra arqueada que me regresa al retrete, y estoy tan metido en mi faena que no escucho la puerta abrir y cerrar.

— ¿Gerard? —es la voz de Bob. Jamás he estado tan feliz de escuchar la voz de Bob—. Estamos aquí, ¿en dónde estás?

Intento comunicarle mi ubicación, pero me es imposible. Aun así, sí puedo sentir sus pasos acercarse.

— ¿Gerard? —es Kellin el que ahora pregunta, se oye más cerca y sé que está en la habitación. Grito hasta que mi garganta duele, entonces sus pasos se aceleran y pronto está la puerta abierta del baño—. ¡Gerard! ¡Oh, mierda! ¡Bob! ¡Bob!

Bob llega en un micro segundo y ambos se lanzan a mi lado, preguntando un sinfín de cosas a las que no puedo responder; me veo junto a mi mejor amigo el rubio, ambos en el suelo, él sujetándome en sus brazos. Y yo no puedo hacer más que llorar todo lo que no he llorado en los últimos diez años.

Creo que me he equivocado.

Mikey nunca me escuchó.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro