Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 14


—Buenos días, Lexa —saludo a la recepcionista con un asentimiento de cabeza y una sonrisa. La veo fruncir el ceño pero no se inmuta, regresa el saludo. ¿Qué tengo? ¿Hay algo mal conmigo? Como sea, no quiero saber.

Camino hasta el ascensor, saludando a todo rostro conocido que se me cruce por el camino. Incluso a la chica que está obsesionada con Kellin y el trigueño le tiene miedo. No importa cuántas veces le diga que es gay, la pobre seguirá besando sus pies, porque sin ofender; es bastante tonta.

— ¡Eh! —exclama Vic al verme entrar a la oficina. Acomoda papeles sobre su escritorio. Jamás he sabido con exactitud sobre su trabajo aquí, él mío resulta ser más importante y no me he interesado en él. Ese es el trabajo de Kellin.

— ¡Eh! —le imito dejando mis pertenencias sobre mi escritorio, suspiro cayendo sobre mi silla. Esta semana no tendré que hacer cuadros ni ningún trabajo que requiera de mi creatividad. Al parecer Matt ha conseguido que varios se exhiban en Detroit, y que mientras ésta exhibición se llevase a cabo, yo tendría tiempo libre. Sin embargo, hoy me he levantado con el humor suficiente para venir, aun si no tengo trabajo por delante.

Matt no me manda, soy mi propio jefe. Puedo hacer cuantas obras me venga en gana sin su consentimiento, me lo va a agradecer en un futuro.

— ¿Por qué de tan buen humor? —se acerca hasta mi escritorio, apoya sus manos—. ¿Pasó algo con Ray?

El nombre de Ray me persigue. Sinceramente he estado intentado no pensar en él, sobre todo si es Frank el primero que viene a mi mente. Tengo tres días sin saber de mi novio —si es que sigue siéndolo— desde esa vez que salió de mi apartamento luego de nuestra extraña conversación, que a pesar de que quedó flotando en mi conciencia, él ni siquiera ha llamado o enviado algún mensaje.

—No ha pasado nada —miento—, ¿acaso no puedo mostrarme alegre sin que parezca extraño? Hasta Lexa me vio raro cuando entré.

Su ceño se frunce.

— ¿Sabes quién es Lexa?

—Vic, por favor —resoplo—, siempre he sabido quién es Lexa. Llevo trabajando aquí más tiempo que tú.

—Sólo decía —alza sus manos en defensa—. Nunca sueles saludarla. A nadie, en realidad. Ni siquiera mí. Hoy llegaste respondiendo a mi saludo. ¿Seguro que estás bien?

—Eres el novio de uno de mis mejores amigos, Victor, me conviene tratarte bien.

—Vale, sólo por conveniencia, puedo con eso. ¿Matt te habló sobre la exhibición en Detroit?

—Así es —suspiro—. Me dijo que podía faltar si quería, pero mis cuatro paredes no son interesantes.

Él piensa por un momento en el que calla, parece que me analiza con su mirada. Sólo entrecierra sus ojos y me ve. Frunzo el ceño cuestionando su acción sin ninguna palabra. Chasquea con su lengua.

—Bien, voy a decir algo, creo que esto de que Matt te tenga como artista estrella está dañando toda tu imagen. Te está agotando. No te ves muy bien. Gerard, ¿has ido a un médico últimamente?

Hago una mueca pensativa.

— ¿Mi vecina la ginecóloga cuenta?

*

—Gerard —sonríe el doctor—. No es un gusto verte. Pensé que te había dicho que no quería que regresaras acá en los próximos seis meses.

—Doctor Grohl —regreso la sonrisa—. Parece que mi sistema ha estado jodiendo un poco. He estado tomando mis medicinas. Son un asco, pero no puedo hacer más nada.

—Tu sistema es algo débil, creo que lo sabes.

—Cree muy bien —hago un mohín. Él presiona sus labios en una sonrisa movilizándose por la habitación.

El doctor Grohl es este hombre de 48 años que no ha dedicado toda su vida a la medicina pero sí los últimos trece años de ella. Su cabello largo y su barba son agradables, sin embargo. Tiene cierto sentido del humor y no te hace pensar que estás a nada de saber una buena o mala noticia. Creo que en sus buenos años de juventud perteneció a una banda de rock. No me sorprendería, tiene todas las de llevar.

—Excelente, y dime, ¿ahora qué te trae por acá? ¿De nuevo problemas estomacales?

— ¿Cómo sabe que tengo problemas estomacales?

—Tienes un expediente. Y lamento no poder haber estado acá la última vez que viniste. Mis hijas y sus actos escolares son primordiales, no me perdonaría el faltar ni a uno solo.

—No es problema. ¿Qué tal la bonita Ophelia?

—Hermosa, y cada vez más grande. Pero estoy en el trabajo, Gerard, sigues sin decirme qué te trae por aquí.

—Problemas estomacales —suspiro—. Un compañero de trabajo dijo que comenzaba a lucir bastante agotado y me veía de la mierda. Jodió todo el día para que viniera, así que aquí estoy.

—Uh, me suena a Vic.

—Fue Vic.

—Jaque —mueve su cabeza, yo sonrío—. ¿La última vez que viniste?

—Ah... ¿Harán tres meses?

—Cuatro.

—Cuatro —concedo. A veces no sé el por qué pregunta si él ya lo sabe de todas formas. Igual no me quejo, él sabe lo que hace, supongo.

—Muy bien. Mira hacia arriba —me pide, apuntando a mis ojos con la luz de una pequeña linterna—. Has bajado de peso, ¿correcto?

—Sí, eso es... correcto.

— ¿Hay sangre en tus deposiciones?

—Sí, he estado... teniendo un poco de ese sangrado... que usted dice —sacudo mi cabeza, no tengo ni la menor idea de qué ha dicho, pero yo he visto sangre, así que lo confirmo.

—Acuéstate de espaldas. Voy a examinar tu abdomen, ¿de acuerdo? Sólo relájate.

—Está bien.

Me recuesto, encontrando una posición cómoda al instante. Tengo la suerte y el don de no tener cosquillas, lo que imagino que hace su trabajo fácil. No imagino la cantidad de pacientes —sobre todo, femeninos— que han llegado acá, han examinado su abdomen y se han muerto de la risa por el simple hecho de ser cosqui-

— ¡Ah! —exclamo en dolor, llevando mi vista alarmado hacia mí abdomen—. ¿Qué mierda fue eso?

—Joder —masculla—. Haremos algunos estudios, Gerard. Llamaré a una de las enfermaras y ella se guiará a la siguiente sala, cuando terminen tus estudios te llamaré para que vengas buscar los resultados.

*

"Prelaxin" es este laxante que ha de limpiar mi estómago para que metan una jodida cámara en mi trasero, porque según el doctor Grohl: la colonoscopia es la única manera de saber qué mierda sucede conmigo y qué es lo que me está afectando.

—Vamos, debes beberlo —Bob me tiende el vaso con el líquido rosa, enseguida una mueca de disgusto se planta en mi cara. A millas el olor es reconocible, y desagradable—. Es por tu propio bien.

—De haber querido una madre, ahora mismo estaría en Summit, Robert —reprocho, pero tomo el vaso de cristal. Kellin y Vic intercambian miradas. Saben que es cierto. Algunas veces Bob parece mi madre en vez de mi mejor amigo.

—Primero —el rubio me apunta—, vuélveme a comparar con tu madre y te patearé el culo. Te patearía las nalgas, pero no tienes. Y segundo, perdiste. Por regla debes beber del jugo rosa.

—Todo con tal de saber qué mierda es lo que te tiene así —Kellin sacude su cabeza al momento que tira los dados del ludo—. Igual ya no queda nada. Un galón es un galón, y llevas la mitad.

— ¿No sientes nada todavía? —Vic hace una mueca, a su pesar disiento—. Mierda.

—A eso es lo que sabe —me estremezco apartando el vaso de mi boca. Ellos se ríen.

—Velo como goma de mascar líquida con sabor a orina —sonríe Kellin, le lanzo uno de los cojines haciendo que la botella de cerveza que posa sobre sus labios se desvíe y ensucie toda su camisa.

— ¡Imbécil hijo de perra! —devuelve el cojín, entre risas lo esquivo.

—Y eso es lo que soy —me encojo de hombros—. ¿Se van quedar a cenar?

—No lo creo, el hermano de Vic llegó ayer de viaje y nos está esperando, pero quisimos venir. Esto es más importante.

—Eh, mi hermano es importante —replica Vic—. Mike sólo es algo... —Kellin lo mira expectante esperando por su respuesta—. El punto es que sí es importante, ¿está bien? Es mi hermanito.

—Puaj, hermanito —Kel rueda los ojos—. El muy idiota no para de decir ridiculeces.

—Esperemos que no te oiga, porque está llamando —avisa Bob observando el celular de Vic. Él bufa.

—Eso es que ya nos vamos —el Mexicano presiona sus labios, levantándose del suelo y luego ayudando a su novio a lo mismo.

—Esperemos que la mierda ésta del laxante haga efecto —mi amigo se acerca a abrazarme, pero lo echo hacia un lado, corriendo como gacela con artritis hacia el baño—. Y ahí va. Nos vemos, Bobby.

—Adiós —escucho reír al rubio y luego la puerta cerrarse. No falta nada para que vaya a tocar la puerta del baño—. ¿Gerard?

— ¡¿Qué?!

— ¿Llegaste a tiempo? —por su tono sé que está reteniendo sus ganas de reír. Es un imbécil.

— ¡Sí!

—Vale. Yo sí me quedaré para la cena, ¿está bien? Prepararé algo ligero.

— ¡Como sea!

Y riendo lo escucho alejarse. No alcanzo a decirle que probablemente tenga que cenar solo. Esto puede tomar toda la noche. 




Con una mano en el estómago, una expresión de desagrado, sudando hasta el alma y quizá un poco mareado, salgo de baño. Vivo. Sí, estoy vivo después de la jornada del mal. Bob me recibe con una sonrisa y toma mi plato de comida para irlo a meter al microondas, ha tenido que cenar solo, pero parece ser que el que yo luzca como un muerto viviente es su recompensa por casi cinco horas de soledad.

— ¿Cómo te sientes?

—Bueno —ladeo mi cabeza—. Empezando por la irritación en el culo, primeramente quiero agradecer el ser gay, porque de no ser así estaría llorando del bendito dolor. Obviando eso, me siento bien. Gracias por la cena.

Él se ríe encogiendo sus hombros. Me hace recordar a Frank. Esta mañana dejó el apartamento y no apartó su mirada de mí hasta que estuvo en el ascensor. Lo sé, patético, pero hizo inolvidable, no sólo mi día, sino que mi fin de semana también.

—Pues, de nada —sonríe—. ¿Supiste que Ray viajó?

—Uh, ¿sí? No hablo con él desde... El sábado en la mañana.

Enseguida sus hombros caen, y en mi conocimiento sobre los últimos veinte años de mi vida, cuando se trata de Bob eso no es algo bueno.

— ¿Qué ha estado pasando, Gerard?

— ¿Ya vas a empezar a regañarme? Mierda, Bob, no soy un niño. No es mi culpa no haber sabido nada de Ray en todo el fin de semana, no voy a estar sobre él todo el tiempo, ¿sí?

—No es por eso, Gee, sabes a qué me refiero. Tuviste tu cena con Frank el sábado en la noche, ¿no es así?

—Pues... sí, pero no tiene nada que ver.

—Claro —asiente con toda la ironía desbordando de sus poros—. Y yo nací ayer, ¿cierto?

—Bob-

—No me jodas, Gerard.

— ¡Es que ni yo me preocupo tanto por eso!

— ¡Sólo lo digo porque Ray es importante!

— ¡Sí, pero Ray ha estado distante! ¿Sí lo sabías?

—Tú comenzaste a estar distante primero.

—Es porque sigo enamorado de Frank, Bob, ¿está bien?

El silencio se torna torrencial, ambos callamos abruptamente luego de eso, pero ha llegado a mis nervios y me ha hecho estallar. Ya no podía parar partiendo desde aquí.

»Ray y yo... tuvimos esta conversación ese sábado, y me dejó con muchas dudas. Me hizo pensar que todo este tema de nuestra relación siempre ha sido una confusión. Somos mejores amigos, Bob, nos amamos, ¿pero qué si no nos amamos como pareja? Quería refugio, Ray me lo dio, quería estabilidad, Ray me la dio, Ray es más importante de lo que tú o cualquiera crea, pero lo amo más como amigo que como persona.

—... Así que... —muerde sus labios—. ¿Terminarás con él?

—Bueno —suspiro entrecortadamente—. Luego de este fin de semana... No creo que pueda con el peso de conciencia. Tendré que hablarlo con él en algún momento.

— ¿Peso de conciencia? —su ceño se frunce. Y no le toma nada llegar a una conclusión; sus labios se abren a la par de sus ojos, y sus dedos dejan ir el tenedor, cayendo con un solo ruido sobre el plato—. Te acostaste con Frank.

Dejo que el silencio hable y se explique por mí, en cierta parte. Doy una sonrisa por lo bajo y abro mis manos a los costados, algo en señal de "¡tadá!" que no me sale tal cual pensé, pero al menos intenté.

» ¿Cuántas veces, Gerard?

— ¿Tan puta me crees? —llevo mi mano a mi pecho haciéndome el ofendido.

—Putísima. ¿Cuántas veces, Gerard?

—Cabrón... Dos. Y media.

— ¡¿Y media?! —sus ojos se abren—. Define "y media", por favor.

—... Me dio sexo oral, ¡pero...! —exclamo cuando su gruñido llena el espacio—. Bob, ¡en los últimos dos años Ray nunca hizo nada como eso! Incluso fui activo, ¡activo! Y comprendo que tener sexo con el casi tres veces seguidas fue un exceso de mal gusto, pero... me dejé llevar. No pude decirle que no a algo que he tenido parte de mi vida deseando.

—Eres una vergüenza, Arthur —bufa levantándose de la mesa, veo que se dirige al balcón, así que me levanto y lo sigo.

—Bobby —jadeo llegando a su lado—, no tienes idea de todo lo que sentí, por favor.

—No, Gerard, yo nunca tengo idea de lo que sientes, tú eres el de todas las ideas, a ti te fascinan las ideas, ¿pero sabes algo? Métete tus ideas por donde menos te quepan.

—Eres como mi jodida madre. Realmente te estás convirtiendo en Donna. Por Dios, Bob, yo necesito tu apoyo, ya hablamos de esto, no podemos discutir un tema que ya había dado por zanjado.

—Ya lo sé, pero es que... Yo sólo... Gerard, yo... —balbucea, interrumpiéndose a sí mismo. Acaba por dejar sus hombros caer—. Lo lamento mucho. Estoy... siendo un maldito egoísta. Frank es todo lo que siempre has necesitado y realmente no termino de meterme a la cabeza que Ray apenas si ha dado parte de todo eso. Digo, mírate. Vic me dijo ayer llegaste al trabajo saludando a todos —mueve sus manos haciéndome reír—, ¡y tú no saludas a nadie por voluntad propia! Frank hizo más en tres días de lo que Ray ha hecho en tres años.

—Como mi pareja.

—Como tu pareja —asiente—. Prométeme que hablarás con él antes de volver a verte con Frank.

—Lo prometo —suspiro—. Igual sabía que tenía que hacerlo en algún momento.

—Excelente. Porque te aseguro que si no soy yo, será tu conciencia la que te estará torturando.

—Eso ni lo dudes.

—Y ahora toda esta mierda del laxante y tus dolores estomacales. No quería traerlo a la conversación, Gerard, pero así comenzó Mikey, y si a ti te pasa algo, me voy a morir. No es jodiendo. Si es la única manera de tenerte a ti y a Mikey de nuevo como hace diez años, no me importa absolutamente nada.

—Bob, ya basta.

—Ya basta mi culo. Yo no tengo nada, Gee. Un trabajo y un apartamento. He tenido novias de mierda, y ninguna es Mikey.

—Nadie nunca será Mikey, Bobby —susurro apoyando mis codos de la baranda de cemento.

—Exacto. Y nadie nunca será Gerard, así que mejor ve ajustándote los huevos y cumpliendo con todo aquello que te diga el doctor Grohl.

—... Lo prometo.

Paso mi brazo por sus hombros y lo atraigo a un confortante abrazo. No quiero asustarlo, no quiero asustar a nadie, a decir verdad, pero hasta hace poco yo tampoco tenía mucho. Y de tener lo mismo que Mikey, probablemente no esté preocupado, ni mucho menos asustado.

Hace mucho que dejé de tener miedo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro