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Capítulo 12

Sus manos terminan por sacar mi camisa, entonces estoy completamente desnudo y a su merced. Sus labios vuelven a atrapar los míos y esta vez me aseguro de hacer que el contacto dure más. Realmente he tenido toda una vida esperando por probar sus labios, y me satisface saber que saben y se sienten tal cual siempre lo imaginé.

Con la misma desesperación se deshace de su camisa, es cuando lo veo por completo. Mis lienzos, mis cuadros; todo mi trabajo se vuelve nada a un lado suyo. Su cuerpo cubierto de tinta es una obra de arte que no se puede comparar ni al más bello retrato, y cuando mis manos delinean los primeros tatuajes por sus brazos, encuentro mi inspiración para los próximos meses, o posiblemente años.

Jamás he visto nada tan hermoso en mi vida. Y desearía estar jugando.

Quisiera estar totalmente sobrio. Quisiera poder recordarlo con claridad a la mañana siguiente. Sé que este es el alcohol actuando por mí nuevamente, y no lo creo justo. Frank merece ser recordado de pies a cabeza. Así que lo beso, lo beso como siempre he querido besarlo y siento perderme en él. Sus pantalones y su ropa interior desaparecen, y su lengua colisiona con mi cuello, vuelvo a enredar mis dedos por su cabello y alzo mis caderas, haciendo a mi erección rozar con la suya.

Se levanta separándose de mí y tantea sus pantalones en el suelo en busca de algo, aprecio los tatuajes en su espalda en ese par de segundos y cuando me enseña el condón entre sus dedos le sonrío, me dejo caer de espaldas sobre la cama de nuevo, dejándome para él.

Separa mis piernas, acariciando al mismo tiempo que muerde sus labios. La erección de mi casi orgasmo otorgado por su sexo oral y mi pre-masturbación sigue intacta, pero parece que ante su mirada crece más. Su mano izquierda se posa a un lado de mi cabeza, dejando su brazo estirado y a su otra mano separar un poco más para tantear mi entrada con su dedos. Lo observo en todo momento, por lo cual estoy ahí para verlo meter su dedo medio e índice a su boca.

Parece saber lo que hace así que no me preocupo, mi mano se escabulle para acariciar su pierna. Introduce el primer dedo y casi enseguida introduce el otro, arrancándome otro gemido. Dejo mi cabeza caer hacia atrás cuando siento que comienza a mover sus dedos, su lengua vuelve a refugiarse en mi cuello y mis dedos se incrustan en su pierna. Hago una seña para indicarle que estoy listo y mi mano izquierda viaja hasta su mandíbula, trayéndolo hacia mí para besarlo.

— ¿Alguna vez has sido activo? —pregunta haciéndose paso nuevamente entre mis piernas. Suelto una risa irónica.

—La última vez que fui activo aún creía que me gustaban las mujeres.

— ¿Lindsey? —ríe rasgando el aluminio del condón con sus dientes—. Tenías catorce.

—Ella fue mi primera, única y última vez como hetero, y por lo tanto activo —ladeo mi cabeza, observando cómo desliza el preservativo por su extensión. Bien podría calcular un poco más de 18 centímetros ahí, y puedo asegurar que no estoy ni cerca de adivinar la medida exacta.

— ¿Y no planeas serlo nunca más?

Con un rápido movimiento estira sus piernas sobre la cama, quedando sentado y dándome la oportunidad de montarlo. Muerdo mi labio tomando sus hombros, paso mi rodilla por su cintura, quedando sobre él nuevamente.

—Yo realmente disfruto el ser pasivo, ¿sabes? —sonrío, me imita tras soltar una risa, y su aire seductor continúa ahí—. Además, ¿por qué lo preguntas? ¿Pretendes que sea activo contigo?

—Puede que sí —articula con su voz rasposa, acaricio su cuello antes de acercarme a besarlo, sus manos rodean mi cintura y alínea su pene a mi entrada.

— ¿Y darme la dicha de sentirme hombre? —su risa me hace reír, nos damos cuenta de que no es un buen momento para estarnos riendo sobre algo como eso, pero también nos percatamos de que poco importa. Tendríamos mucho tiempo para cualquier cosa que nos propongamos; mientras que yo sólo ruego por el poder recordar todo esto cuando despierte mañana por la mañana—. No tienes cara de pasivo.

—Es porque no me has visto.

Un gemido que hace a mi garganta doler abarca toda la habitación cuando se hunde en mí sin previo aviso, con un movimiento fuerte y adulador. Se mueve con parsimonia, tomando mi cintura y empujándome hacia él cada cuanto. No pierdo la oportunidad de invadir su cavidad bucal con mi lengua. Me permito cerrar mis ojos y disfrutar, a penas si puedo recordar la última vez que me sentí tan bien.

Es la primera vez que me siento tan vivo después de tanto tiempo, y Frank ha vuelto a tomar el puesto número uno en mis mejores razones.

Con esfuerzo hace que me acueste, y sin salir de mí se posa encima. Con una mano hace que pase mi pierna por su cintura y con la misma agilidad entrelaza sus dedos con los míos, subiendo nuestros brazos por encima de mi cabeza.

Y así es como te reciben en el jodido cielo.

Sus embestidas aumentan y sus gemidos son ahogados por mi lengua, mi erección está entre su abdomen y el mío, lo que hace la fricción perfecta para correrme. Entre jadeos se lo hago saber, estoy al borde y él regulariza sus movimientos para volver a acelerar. Presiono los dedos de mis pies, y cuando llego él está ahí para besar mis labios de manera dulce y su lengua los delinea casi de la misma forma en la que puedo jurar mis pinceles han hecho con cientos de mis obras favoritas.

He quedado exhausto, y sé que cuando sale de mí sólo está esperando a que yo diga algo, pero no lo hago, y él va a hacerlo, pero ya no lo oigo.

Justo antes de caer en los brazos de morfeo, puedo sentir sus labios besar mi frente con delicadeza.

Y sólo sé que Ray no merece algo como esto.

                               

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