Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 1

Viernes. Septiembre 02, 2005.

Lista de cosas que me gustan:

1. Me gusta el silencio.

2. Me gusta leer.

3. Me gusta hacer reír a las personas que aprecio.

4. Me gusta escribir.

5. Me gusta dibujar.

6. Me gusta darle sentido filosófico y literario a la mayoría de las cosas. (Lo hace más interesante y menos aburrido para una patética vida).

7. Me gustan las películas con subtítulos.

8. Me gusta seguir una rutina.

9. Me gusta ser tomado en cuenta.

10. Me gusta la música.

Aburrido. Lista aburrida de los mil demonios. Giro mi vista, hay una hoja blanca de sobra. Respiro antes de tomarla, apartando la primera.

El profesor está explicando la clase, suelo intentar prestar atención. Nunca puedo.

Lista de cosas que no me gustan:

1. No me gustan los números.

2. No me gusta tener las manos sucias.

3. No me gustan las personas molestas.

4. No me gusta sentirme inútil (aunque por gran parte lo soy).

5. Detesto el colegio. ("Detestar" es sinónimo de "no gustar" para ).

6. Detesto a la mayoría de las personas en el colegio.

7. No me gusta la música luego del 2000.

8. No me gusta seguir las modas. (Es ridículo y te hace uno más del montón).

9. No me gusta admitir que me gusta la atención. (Me hace ver absurdo, frío, plástico, hueco, vacío, etc. Simplemente no es bueno e intento evitarlo).

10. No me gusta ser dramático. (Suelo negarlo, pero inconscientemente lo soy. Y quizá exagerado también. Sólo un poco).

Demasiado por esta. No quiero regresar a la primera. ¿Qué demonios podría gustarme a mí en primer lugar?

Suspiro.

Lista de cosas que me gustan:

11. Me gusta ser partícipe (más no me gusta sentir vergüenza cuando todo no sale como he planeado en mi cabeza. Quizá deje de hacerlo por eso).

12. Me gusta aparentar ser una persona madura. (Por lo cual siempre intento serlo. No soy el mejor, pero puedo decir que hago mi mejor esfuerzo).

13. Me gustan las malas palabras. (Menos maldecir, mientras más evite maldecir, mucho mejor. No el porqué, sólo es así).

Aparto la hoja. Una verdadera porquería.

Lista de cosas que no me gustan:

11. Detesto ser bueno en lo que no debería y ser malo en lo que no debería.

12. No me gusta saber lo que no debería saber y no saber lo que debería a saber. (Similar al anterior, y por ende, mismo significado en situaciones diferentes).

13. No me gusta que la mayoría de las veces me importe lo que las personas piensen de . (Después de todo, no es relevante. Puede que ya esté odiando a esa persona, incluso antes de siquiera haberse dirigido a principalmente).

14. No me gusta cuando mamá confunde a mis amigos con mis compañeros de clase. (Empezando porque puedo contar a mis amigos con los dedos de una mano y no es difícil de recordar).

15. Detesto pensar demasiado (los resultados siempre son malos).

El profesor de matemática sale, e historia entra. Me estremezco ante el escándalo que se forma sin razón aparente. Quisiera inmutarlos a todos. Tomo con frustre la primera hoja.

Lista de cosas que me gustan:

14. Realmente me gusta el silencio.

15. Me gusta tratar a las personas de la misma manera en la que ellas me tratan a . (Aunque si ésta rebasa el límite de inmadurez, no me rebajaré. Con la inmadurez viene la ridiculez, la ignorancia y todos sus derivados. Una persona inmadura es todo eso).

Silencio. Preciado silencio. Se han callado. Respiro antes de que el estruendo comience de nuevo. Deslizo la segunda hoja.

Lista de cosas que no me gustan:

16. Detesto pensar en lo inútil que soy, saberlo, pero no hacer nada al respecto para cambiarlo. (Creo estarme acostumbrarme a la desgracia, lo cual para la directora de mi institución, sería un claro disparate. Si lo es para , puedo imaginarlo para ella. Seis años de verle la cara de culo ha de enseñarte algo).

17. Me avergüenza que haya personas que hablen antes de pensar. (No entra junto al tema, pero seguro entra en la lista de cosas que me desagradan. Además, ¿cómo mierda se habla sin pensar antes? ¿Tan fuera de tu cordura has de estar?)

18. Detesto a los profesores. (Y siento que tengan que soportar el odio de casi cuarenta estudiantes por sección en una preparatoria donde la prioridad de la mayoría es ser importante y reconocido entre ellos. Probablemente debería agregar eso a la lista).

Lista de cosas que me gustan:

17. Me gusta pensar antes de hablar.

18. Me gusta ser preciso.

Lista de cosas que no me gustan:

19. No me gusta que la lista de "no me gusta" supere en creces la lista de "me gusta". (Por más que dejé de escribirla hace un buen rato porque ésta es la ira, el coraje, la desesperación y la ansiedad en su punto de ebullición. Y realmente quisiera estar seguro de si todas las palabras anteriores se relacionan entre ).

20. No me gusta sentirme irresponsable.

21. Detesto recordar sólo lo que realmente me interesa. (No es específicamente malo tener una mente impecable en recuerdos, pero quisiera que cosas como las matemáticas, la física y la química quedaran trabadas en mi cabeza como casi todas las mil canciones que, estoy seguro, ).

22. Detesto el dinero y todo lo que tiene que ver con él. (Considero una verdadera desgracia existencial que un pedazo de papel sea una de las razones del porqué el mundo es tan mierda. Si existiera algo tal como una lista de desgracias existenciales, el dinero tomaría el segundo lugar enseguida. El segundo, porque el cáncer tomaría el primero).

—Way.

Alzo la vista. El salón está vacío. ¿Cómo no me di cuenta cuando todos se fueron? Estúpido.

Oigo que alguien se ríe, y quiero esconderme cuando voy hacia donde proviene. Es Frank. Frank se está riendo.

— ¿Te vas a quedar toda la noche aquí, o también quieres cumplir castigo con Iero? —cuestiona la profesora-me-vale-mierda-su-nombre.

—N-No... No —tartamudeo—. Ya me voy.

Y me siento todavía más estúpido cuando no hayo la manera de acomodar mis cosas en mi mochila. Frank, la profesora y yo somos los únicos que quedamos, y su risa sólo se prolonga al verme ser torpe, como otras veces.

Quizá esté sonrojado, mi estómago da punzadas y mis vellos se erizan. Giro a verlo y le sonrío. Puedo sonreírle.

—No deberías ser tan distraído, Way —imita Frank a la profesora cuando camino por uno de los pasillos hacia la puerta. Tengo la manía de sentarme casi al final de la sala. Tomo la libertad de reírme. También puedo reírme.

Puedo sonreír y reír, ¿cierto?

—Y tú no deberías meterte en tantos problemas, Iero —salgo del salón, pero lo escucho decir "no prometo nada" antes de que la puerta se cierre.

Voy por los pasillos parcialmente vacíos con una sonrisa tonta postrada en el rostro, aun sostengo los libros con las hojas de las listas encima. Jamás debí hacer esas ridículas listas.

Continúo distraído por lo ocurrido recientemente en el aula. Debo contarle a Mikey.

Mi sonrisa y el ápice de ánimo que había tomado decae cuando Donna, mi madre, está en el estacionamiento, esperando por mí fuera del auto. Borro mi sonrisa real para regalarle una algo más forzada. Enseguida me percato de que no debo hacer eso. Sí le sonrío, y ella a mí.

Debemos ir a la clínica antes de que se haga más tarde, porque sino nos botan. Sí, nos botan. Entonces no podremos pasar todo el tiempo deseado junto a Mikey y él se enoja. No es el hecho.

El auto va en movimiento, pero mis libros y las terribles listas siguen en mi regazo. Mamá va concentrada en el camino como para darle importancia a lo que hago. Le miento sobre mi día en el colegio siendo bueno —como siempre— antes de tomar la primera hoja. La observo.

Cuando nos detenemos en un semáforo, paso mechones de mi cabello tras mis orejas y decido agregar una última cosa.

Lista de cosas que me gustan:

18. Frank.

Sí, me gusta Frank.

*

Realmente no escucho a la enfermera cuando me da las indicaciones de qué no debo hacer una vez esté con Mikey, me lo ha explicado desde que lo internaron, pero me cree lo suficientemente idiota como para olvidarlo.

No miento cuando digo que la odio. Es bastante molesta, y me reconforta que mi hermano piense igual.

—Mikes —alargo, enseguida su rostro se levanta y me sonríe, le devuelvo la sonrisa, por más que deteste hacerlo. Le estoy mintiendo. Yo no puedo mentirle a Mikey.

—Gee, ven a ver, ven —masculla desde la cama regresando a su teléfono. Mamá entra luego y se sienta en el sofá donde se queda la mayoría de las noches. A veces me quedo yo, y otras veces vienen Ray y hasta Bob, pero al rubio le cuesta quedarse sin lanzarse a llorar en medio de la noche.

Ray y yo lo notamos, más no decimos nada. No es como si pudiésemos. Termino llorando yo también, pero el caso de Bob es muy diferente al mío. Simplemente no puedo imaginarme estar enamorado de alguien con una enfermedad terminal. Sin embargo, puedo comprenderlo.

Él me hace un espacio en su cama y prácticamente salto a ella. Mamá nos da una mala mirada, a ella no le gusta que hagamos eso, y es la razón por la cual lo hacemos.

—Iré por algo de comer —avisa ella antes de salir de la habitación. Mikey y yo nos miramos, es momento de las charlas en privado que deben ser rápidas porque a mamá no le gusta dejarnos tanto tiempo a solas porque cree que traeremos el hospital abajo. Como si nosotros, los panes de Dios, fuésemos capaces de tal cosa.

—Vienes feliz —me dice picando mis mejillas con sus dedos. Suelto una risita.

—Tú también te ves feliz —intento hacer lo mismo, pero me logra esquivar. Por lo menos sus reflejos siguen intactos.

—Estuve hablando con Bob un rato —ladea su cabeza al mismo tiempo que el aparato en su mano—. Dice que vendrá mañana, pero necesito que estés aquí también, mamá sospecharía algo. ¿Fue a clases hoy?

—Sí, creo haberlo visto en el receso. Y puedes contar conmigo, no es como si tuviese opción de ir a alguna otra parte. Mamá no sospechará nada, Mike.

Me regala una pequeña sonrisa sin mostrar sus dientes que tomo en forma de agradecimiento. Nos acomodamos en la cama de una plaza de manera que ambos quedamos recostados de espaldas, su cabeza recostada sobre mi hombro y mi cabeza recostada de la suya. Mi mano izquierda se entrelaza con la suya derecha y así nos quedamos por un rato.

—Hoy vi a Frank —murmuro, capto su atención enseguida—. Estaba haciendo unas listas tontas y no vi cuando todos salieron del aula. Sólo quedábamos él, una profesora y yo. Ahora mismo debe estar cumpliendo algún castigo. Me sonrió antes de que saliera, dijo que dejara de ser tan distraído.

Me encuentro sonriendo tontamente de nuevo. Él alarga un "uh" que bien sé va en burla y ambos acabamos riendo.

— ¿Seguro que no pasó más nada? —sacudo mi cabeza frunciendo mis labios a un lado—. Bueno, te sonrió. Es un proceso. Debes hablarle.

—No voy a hacerlo, Mike —niego antes de oír la puerta abrirse. Callo abruptamente pensando en que es Donna, pero es sólo el doctor con la misma sonrisa enferma de siempre. Todos en este hospital me dan asco. Sin contar a Mikey, por supuesto.

—Chicos, saben que no es bueno eso de que Gerard se suba a la cama. Tampoco que utilices tanto el celular. Te hace más daño.

Tanto Mikey como yo soltamos un bufido de molestia. Debo aguantar mis ganas de rodar los ojos y entonces de un salto bajo de la cama. Me siento en la incómoda silla de plástico al borde de la cama.

—Como si eso fuese posible —bufa mi hermano a las últimas palabras del doctor. Sin embargo, el doctor Dewees le vuelve a regalar la misma sonrisa cínica, como si nadie en esta habitación estuviese muriendo.

—Usted sólo está en contra del afecto entre hermanos —acuso entrecerrando mis ojos.

—Para nada.

—Para nada —imito, sin poder evitar que mis ojos rueden.

—Sólo intenta prologar lo inevitable, Gee —Mikey gira su cabeza hacia mí. Pellizco su brazo—. ¡Auch! ¡Imbécil, eso duele!

—Vuelve a decir mierdas como esa.

—Vocabulario —parece reprender el doctor, ninguno le hace caso. Una vez parece haber anotado y revisado todo lo que tenía que revisar se vuelve a nosotros—. Por acá todo bien. Nada de volverse a subir a la cama y mucho menos nada de celulares. No me obligues a confiscarlo, Michael.

—Sí, doctor Dewees —coreamos fingiendo una sonrisa.

—Pórtense bien, niños. Regreso más tarde.

No esperamos ni dos minutos de que el doctor saliera, Mikey vuelve a hacerse a un lado y yo retomo mi puesto entrelazando nuestras manos y juntando nuestras cabezas. A la mierda con todos.

— ¿Sobre qué eran las listas que me dijiste?

—Cosas que me gustan y cosas que no —resoplo—. Porquería.

—No me digas que pusiste a Frank en la lista de cosas que te gustan.

—... De último.

—Obvio.

— ¿Y tú qué? Apuesto a que si hicieras una pondrías a Bob de primero.

Él sonríe, pero no lo niega. Si hay algo que me destroza, es ver cómo uno de mis mejores amigos y mi hermano se van enamorando cada vez más mientras sufren. Siento algo de lástima por Bob, pero se trata de mi hermanito. Que sea feliz con lo que le venga en puta gana.

—No seas duro con mamá, Gee.

—Lo intento. De verdad, lo intento. Pero no sé cómo quieres que haga si apenas y me dirige la palabra. Yo prefiero no molestarla. Mientras menos peso tenga encima verás que estará mejor.

—No actúes como si fueses tú el que se está muriendo, Gerard.

—Michael-

—Gee, no necesito que tomes mi lugar —saca su cabeza fuera de mi hombro para sacudirla. Un nudo se forma en mi garganta—. Tengo catorce y mitad de mis neuronas quemadas, pero aun no soy tan idiota. Tienes una vida por delante, yo sólo no tuve mucha suerte. ¿Estoy muriendo? Sí. ¿Quiero que vivas? También. No puedes sólo desaparecer y pretender que no estás ahí. Mamá te necesita tanto ahora como después. Igual que nuestros amigos. Es hora de que lo aceptes.

Y lo intento. Intento aceptarlo. Intento adaptarme al hecho de que mi mejor amigo se va para siempre. Intento adaptarme al hecho de que me quedaré solo, que Ray y Bob no estarán siempre a mí alrededor. Que Bob amó con locura al igual que hizo Mikey, y que aprovecharon tanto como pudieron.

Beso su frente y volvemos a recostarnos en silencio hasta que una enfermera entra a suministrarle medicina. Como las noches anteriores sólo me siento en esa silla y tomo su mano con fuerza. Mamá entra casi treinta minutos después, y en lo que se recuesta del sillón cae rendida, supongo que ha sido un día muy ajetreado para ella.

—Gee —susurra Mikey mirándome. Acaricio su cabeza con delicadeza.

— ¿Uh?

— Háblale a Frank.

—Primero Donna me mata antes de siquiera aceptar que sus hijos son más gays que el mismo infierno.

Ambos reímos por lo bajo. Apoyo mi barbilla en mi antebrazo, siento que juega con los dedos de mi mano, y quiero retener mis lágrimas cuando su agarre se hace cada vez menos fuerte.

—Si lo hace, procura que sea con un arma. Podría jurar que un disparo en la sien duele menos —sus ojos se cierran en su risa. Llevo la mano que tiene entrelazada con la mía a mis labios, beso el dorso dejando caer las primeras lágrimas—. Rápido y seguro.

—No digas eso, Mike —ahogo una risa. Con su otra mano despeja mi frente de mechones de cabello. Se inclina para dejar un beso luego.

—Háblale a Frank —me susurra nuevamente—. Te vas a arrepentir si no lo intentas.

—Prefiero no hacerlo, Mikey —sacudo mi cabeza. Él hace un sonido con su garganta de desaprobación—. ¿Mike?

— ¿Uh? —deja salir en una larga exhalación.

— ¿Tienes miedo?

Él me mira por un buen rato. Es la primera vez que formulo esa pregunta en voz alta, he querido preguntárselo desde hace semanas. Sólo que no he tenido la valentía y ahora parece ser un buen momento. Me sonríe sin mostrar su dentadura, sólo estira sus comisuras y me parece más que suficiente.

—No. Ya no.

Y comienzo a sollozar por lo bajo. Vuelve a hacerme un espacio en su cama y ahora es él quien me da fuerzas a mí. Me repite que me ama y que siempre estaría orgulloso de mí, y un sinfín de cosas más que sólo me hace sentir eufórico y a la vez tranquilo. Él no tiene miedo.

Y justo para cuando sus brazos dejan de apretarme, su corazón late cada vez menos fuerte, ya no siento su aliento golpear mi frente y el electrocardiograma tiene un pitido constante:

Yo tampoco tengo miedo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro