Capítulo XXXVIII
Había llegado el lunes y Freen aún no contestaba ni veía los mensajes.
¿Freen está bien? quién sabe ¿Becky lo está? definitivamente no.
La castaña se la pasó todo el domingo llenando el móvil de Freen con más de treinta y ocho llamadas perdidas y ciento veintitrés mensajes. Freen no atendía y eso la atemorizaba de tal forma que sentía el respirar como una tarea complicada.
"Ella se fue"
Becky tenía pánico de que ella también lo hiciera.
Asistió a la preparatoria con los ánimos por el suelo, pero con un leve brillo de esperanza con poder ver de nuevo a Freen, tal vez se le averió el móvil, su carga se acabó, su padre la descubrió y lo vendió, en serio esperaba que sea cualquiera de esas cosas y no que Freen estuviera en peligro.
Alumno tras alumno, rostro tras rostro, cabellera tras cabellera, los ojos de Becky analizaban a cada alumno como si de un halcón localizando a su presa se tratase. Cabello negro, labios gruesos, ojos oscuros pero grandes, manos vendadas o inclusive el singular brazalete de oro en el tobillo, algo, cualquiera de ellas estaba bien, sólo pedía tener un indicio de que Freen estuviera entre la multitud de todos los alumnos.
Logró ver varias cabelleras negras, pero no eran las mismas que las de su amiga, llegó a ver labios gruesos pero ningunos tan preciosos y rojizos como los de Freen, joyas brillantes también llamaron la atención de sus ojos, pero ninguna estaba en el tobillo ni tampoco eran de oro.
Becky estaba frustrada, molesta, nerviosa y preocupada.
El timbre sonó y Becky se quedó sentada en las escaleras, se negaba a irse de ahí hasta poder asegurar que Freen no iría definitivamente. Pasó un minuto, dos, tres, pasaron diez, quince y veinte, Freen no apareció y Becky no podía seguir perdiendo el tiempo de clases.
Se levantó sacudiéndose el polvo y miró por última vez la entrada, anhelando ver ahí la hermosa presencia de Freen, su preciosa silueta aparecer entre la oscuridad que ella misma se creó para alumbrarla, su inigualable belleza calando hasta sus huesos para llegar directamente a su corazón haciéndolo palpitar cada vez más rápido volviéndolo un desastre en todo su sistema.
Becky esperó unos segundos más, pero ella no apareció, Freen no fue a clases ese día, ni al siguiente, ni tampoco las dos semanas siguientes.
⋯⋯⋯ ⊰ ᯽ ⊱ ⋯⋯⋯
—Haz algo, eres psicóloga, nunca la había visto así. —Rawee hablaba en un susurro hacia su hermana.
—Ra, ten calma. Becky es una chica muy alegre, no creo que sea nada que la lleve a una depresión tan repentina. —Tranquilizó, aunque casi podía adivinar el porqué del comportamiento desanimado de su sobrina últimamente. —Déjamelo a mí, solo no te preocupes de más.
Un fuerte abrazo bastó para que la madre de Becky suelte una pequeña lágrima al ver así a su hija, tan decaída, tan triste y sin ganas de hacer nada. Ambas mujeres decidieron encontrarse casualmente enfrente de la puerta de la habitación de la chica así que solo fue cuestión de tocar suavemente la puerta para que se escuche un leve "¿quién?" adentro.
—Soy yo, Rebe ¿puedo pasar? —Seoul habló lo más tranquila posible para no alertar a la menor. Rawee decidió dejar a su hija en manos de su hermana sabiendo los increíbles dotes de esta, podía confirmar plenamente.
Un débil "sí" fue lo necesario para que la mujer ingrese a la habitación. Ella cerró la puerta para dar más privacidad a su charla, sabía que no a todos les gustaba decir lo que sentían a todo el mundo.
—¿Estás bien? —Preguntó directamente con una sonrisa de apoyo.
Becky se encontraba recostada boca abajo en su cama, con su móvil en una mano y su rostro oculto entre las mullidas almohadas.
—Lo estoy. —Afirmó con voz ahogada puesto que sus labios estaban bloqueados por el colchón.
—Vamos, ambas sabemos que no es cierto, dime en qué piensas. —Seoul acarició los largos mechones castaños dando un confort necesario en la mente de la pobre chica desolada.
—No pienso en nadie. —Aseguró dejándose llevar por las caricias.
—Oh. —Rio. —Así que es un alguien y no un algo. —Fingió demencia.
Becky bufó por lo bajo al ser descubierta.
—Es esa chica ¿no? Freen.
El corazón de Becky, que antes palpitaba sin muchas fuerzas, comenzó a bombear sangre a gran velocidad con sólo escuchar el nombre "Freen" en voz alta.
—¿Becky?
La aludida soltó un sollozo, se apresuró a sentarse al lado de la mujer, su cabeza descansaba en el hombro de la mujer y sus manos abrazaban su cuerpo dándose auto confort. Por su parte, Seoul acarició el cabello de Becky y frotó suavemente su brazo con su mano desocupada, justo como cuando Becky era una pequeña niña que lloraba por horribles pesadillas.
Ella esperó pacientemente a que hablase, presionarla no era una forma de lograr calmarla y animarla de nuevo, solamente tenía que ser paciente.
Becky suspiró sintiendo nuevamente la agradable sensación de estar entre los brazos de alguien conocido, alguien a quien la crio una parte de su vida, sin duda alguna amaba a sus tíos.
—Cuando dejamos de ir a sus consultas contigo. —Comenzó. —Traté de hacer que se olvide de lo que sufría o por lo menos de que no lo tome en cuenta cuando estaba conmigo. Lo logré, ella reía más y se sentía cómoda, incluso me dejaba besar su frente. —Se sonrojó al darse cuenta de ese último comentario, Seoul sólo escuchó y en ningún momento paró con sus caricias. —Hace unas semanas, me dijo... me dijo que su pa- el señor con el que vive. —Se corrigió negando a decir que ese miserable sujeto era el padre de un ser tan precioso como lo era Freen. —Mató a su madre.
Seoul paró con sus caricias anonada por la noticia.
—Ese día estaba perdida, no prestaba atención a nada, ni siquiera a mí, fue como si fuera la primera vez que hablamos en su vida. —Agradeció que Seoul volvió a retomar las caricias, necesitaba consuelo en esos momentos de angustia. —Logré hacer que vuelva en sí. —Se saltó la parte donde casi la atropellan, no quería recordar ese suceso. —Y la traje para que durmiera en un lugar caliente y cómodo. Cuando despertó tuvimos que despedirnos para que ella volviera a su casa, no quería, pero ella tenía miedo y yo también.
Becky cerró los ojos, no quería que alguna traviesa lágrima escapase, pero eso resultaba ser difícil.
—Esa fue... La última vez que la vi, no ha ido a la preparatoria, no contesta mis mensajes y llamadas, ni siquiera los ve. Sé que no me está ignorando, siento que me está pidiendo ayuda en silencio, pero no sé qué hacer ¿qué puedo hacer? esto me sobrepasa.
Becky terminó de desahogarse y Seoul la miró con tristeza. Crio a su sobrina como su propia hija, la crio con todo el amor que le pudo ofrecer y de la mejor manera también. Sus propios conocimientos fueron depositados en la cabeza de la pequeña Becky, aquello logró que la joven de ahora sea inteligente y madura para alguien de su edad. Los valores también fueron parte fundamental en su aprendizaje, le enseñó a respetar, a ser bondadosa, a dar sin esperar nada a cambio, también le enseñó a amar con el alma y al parecer, este último lo estaba haciendo tan bien como el resto.
Becky pensaba que nadie más a parte de sus padres sabían de su enamoramiento con Freen pero que equivocada estaba. A simple vista se puede notar como sus facciones se relajan de sólo pensar que está bien, como miles de estrellas aparecen en sus ojos al admirar la silueta de su mejor amiga acercarse, sus labios curvarse para arriba con el simple hecho de escuchar la suave voz de la mayor, sus dedos moverse inquietos por tocar esa suave y lastimada piel que solo lograba alterarla cuando por fin tenía el ansiado contacto.
Becky no estaba enamorada de Freen, Becky estaba lo siguiente al enamoramiento porque su amor por Freen simplemente no se puede explicar con palabras conocidas.
—Eres muy valiente, pequeña. —Seoul habló después de un largo momento de silencio. —No cualquiera se quedaría con una chica como Freen por tanto tiempo, en verdad estoy orgullosa por lo que eres ahora. —Sonrió aun arrullando a Becky, la diferencia en cuando la consolaba cuando era una niña y ahora era simplemente graciosa, Becky ahora era más alta que su tía y se veía adorable ver a una grandota como ella acurrucada entre sus brazos. —Pero aún estás empezando tu vida, aún estás enfrentando los verdaderos problemas y creo que te tocó uno demasiado grande. A pesar de eso no te rindes, aún quieres ayudarla y te entiendo, yo también quiero hacerlo, pero es algo que está fuera de nuestras manos.
Becky suspiró, no quería que el problema sea más grande que sus posibilidades de ayudar.
—Te propongo algo. —Becky prestó más atención y su ánimo incrementó ligeramente al escuchar una posible solución. —Envíale un último mensaje, si a las doce de la noche aún no contesta nosotros mismos iremos a vigilar que todo esté en orden.
Becky asintió convencida de que esa era una muy buena idea.
Ese mismo día, en la noche, le envió un último mensaje lleno de esperanzas a la causante de sus suspiros. Le envío un simple y corto "contéstame por favor".
Después de presionar "enviar" dejó su móvil en la mesita de noche al lado de su cama y cerró los ojos en busca de un necesitado descanso, para su sorpresa logró conseguirlo en unos instantes después de enviar el mensaje.
Pero unos instantes antes de que su teléfono suene con una notificación distinta a las demás, una notificación que anunciaba un mensaje de Freen.
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