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Capítulo XXXVII

Becky no notó el momento en el que se quedó dormida junto a Freen. Se despertó por el sonido de la conocida alarma resonando por su habitación.

Becky no supo ni cómo fue que Freen logró convencerla de irse y abandonar la calidez de sus brazos, tal vez fueron esas súplicas desesperadas, o esas dolorosas lágrimas, tal vez fueron las pequeñas manos sosteniendo su brazo con fuerza, no sabía exactamente cómo fue que tuvo el valor de dejarla ir.

Tanto ella como Freen se despidieron con todo el dolor de su alma, ninguna quería separarse de la otra en esos momentos de debilidad, pero a petición de Freen esto tenía que ser así. Becky le ofreció un aventón a Freen y, aunque esta se negó, de todos modos, la llevó. Se despidieron con un corto abrazo los cuales Freen comenzaba a apreciar.

La menor observó a través de la ventana del coche como su mejor amiga se dirigía a su casa a pasos lentos y débiles, como si nunca quisiera llegar.

Y es que Becky tampoco quería que Freen llegue, Becky quería que Freen se diera la vuelta y regrese con ella, Becky quería haber tenido el valor para negarse a dejarla ir nuevamente.

⋯⋯⋯ ⊰ ᯽ ⊱ ⋯⋯⋯

El día de hoy, la mesa estaba extrañamente silenciosa.

Siempre que el desayuno familiar tocaba sus inicios la mesa se llenaba de risas y conversaciones amenas que le daban el toque cálido al ambiente en familia.

Hoy todo estaba callado.

No era incómodo para nadie más que para Becky. Rawee comía tranquilamente unos huevos fritos con tocino, su rostro denotaba cansancio y las bolsas bajo sus ojos delataban su falta de sueño, Robin se veía similar a su esposa, solamente concentrado en cortar bien sus alimentos para digerirlos de una forma correcta. El pequeño Richie se veía bastante feliz y animado, sus pequeños pies se mecían de adelante para atrás en la silla mientras devoraba animadamente su cereal de aritos de colores.

Y, por último, la hija mayor; Rebecca. Becky se asemejaba más a sus padres, se veía algo demacrado, con pequeñas ojeras bajo sus ojos y su rostro, a diferencia de los demás integrantes de la familia, se notaba triste y pensativa, apenas y había probado bocado de sus panqueques bañados en miel.

La adolescente suspiró levemente pensando en Freen, en sí estaría bien ahora, si tal vez la encontraría con nuevas heridas el lunes, si había logrado comer bien y muchas cosas más. Muchas cosas lograban desorientarla, como si aquellos pensamientos fueran filosos cuchillos que la atravesaban y lograban sacarle un quejido de dolor ante lo dolorosas que se sentían. Suspiró nuevamente metiendo un pedazo del panqueque a su boca para luego masticarlo lentamente, bebió un poco de su jugo de naranja para ayudar a pasar la comida.

—Becca durmió con la princesa ayer. —Comentó Richie sin poder aguantar más tiempo lo que vio, además de que notó que su hermana no tenía intenciones de decir aquello.

Becky escupió su jugo logrando mojar a una señorita que venía a recoger los platos de los mayores.

—Y-yo, lo siento, lo siento mucho. —Becky se apresuró a buscar servilletas limpias para tratar de limpiar el uniforme de la mujer.

—No se preocupe, señorita. —Sonrió demostrando que no estaba enojada. —Permítame, iré a cambiarme. —Hizo una reverencia a las cuatro personas para luego dirigirse a un baño cercano para cambiar su uniforme.

—Lo siento. —Volvió a susurrar Becky tras verla alejarse.

Richie se cubría la boca con ambas manos tratando de no soltar una estruendosa carcajada por la reacción de su hermana, el pequeño baño de naranja de una trabajadora y por los ojos bien abiertos de su padre.

El hombre mayor aclaró su garganta con intenciones de llamar la atención de su hija, claramente lo consiguió

—Así que ¿dormiste con una... princesa? —Cuestionó con una ceja levantada al no entender completamente la información.

Becky se sonrojó fuertemente tras escucharlo, no sabía cómo se lo tomaría su padre ya que aún no le había dicho que le gustaba una... una chica.

—Becky tiene una amiga llamada Freen, Richie dice que es muy bonita y que se parece a una princesa.

—No, no se parece, lo es. —Aseguró el pequeño tras la explicación de su madre. —Rawee le sonrió a su hijo

—Tú la has visto. —Esta vez se dirigió a su marido. —La joven que le hizo una reverencia a Richie cuando dejamos a Becky en la preparatoria la última vez. —Habló lo más tranquila que pudo, de cierta manera le causaba emoción que su hija avance en su relación con aquella muchacha, pero a la vez sentía a su lado maternal salir a flote cuando escuchó el "durmió con una princesa".

—Para resumir, Becky durmió ayer con una de sus amigas. —Aclaró mirando cautelosamente a su hija.

Becky bajó la mirada y asintió levemente.

—¿Y por qué no nos dices nada? no me parece correcto que metas personas a la casa sin nuestra autorización, jovencita. —Recriminó tratando de no sonar intimidante.

Becky esperó algún comentario más antes de responder, pero simplemente no llegó, solo consiguió la mirada curiosa de su hermanito, la mirada intrigada de su madre y la mirada paciente de su padre.

—¿E-es todo? —Preguntó cautelosa.

—¿Qué más quieres que te diga? —Rio levemente. —Está bien que invites a tus amigas a la casa, pero por lo menos debes informarnos a tu madre y a mí que la traerás o que estuvo aquí.

Becky se sorprendió, solo un poco. Sus padres siempre fueron de mente abierta, más aún su madre, pero aún tenía un poco de duda con respecto a su progenitor. Creyó que tal vez tendrían una pequeña charla por aquello, pero ni siquiera había indicios de enojo en los ojos de su papá.

—Lo siento, lo haré para la próxima. —Sonrió de igual manera mostrando los hoyuelos que tanto la caracterizaban.

El desayuno de los hermanos no fue callado esta vez, Becky esperó a que sus padres se levantasen para interrogar a su pequeño hermano teniendo como resultado un:

"Quería leer un libro antes de dormir, pero no lo alcanzaba, fui a tu habitación para pedirte ayuda, pero ya estabas dormida con la princesa ¡se veían muy tiernas!"

Becky se pasó la mayoría del día escuchando las teorías de su hermanito acerca de que si Becky le pedía matrimonio a Freen ambas se convertirían en reinas.

Richie estaba creciendo con una mente igual de abierta que toda la familia Armstrong y eso sin duda la ponía orgullosa.

⋯⋯⋯ ⊰ ᯽ ⊱ ⋯⋯⋯

Becky en serio, en serio odiaba los días donde no tenía que asistir a la preparatoria.

Su corazón no estaba tranquilo si no tenía una dosis de su tan anhelada droga: Freen. Necesitaba verla, hablarle, tocarla, quería poder, aunque sea hablar con ella por medio de mensajes, pero ni siquiera eso podría hacer ahora. Becky incluso sentía sus dedos doler por todas las veces que tecleó un mensaje distinto en su conversación con Freen.

Princesa ❤️

Freen, despertaste ya?

Ya comiste?

Estás bien?

Que pereza hacer
tarea

Puedo llamarte?

Puedo escuchar tu voz?

Hablame cuando puedas

Te extraño

La mañana se resumió en ese tipo de mensajes. Por lo general, Freen se tardaba un par de horas en responder puesto que no era fácil con su padre merodeando toda la casa y aún menos contando que su madre ya no estaba para cuidarla. Esperó paciente, estando ya acostumbrada al debido tiempo que tomaba una contestación de Freen.

La aguja del reloj marcó las diez, luego las once, después las doce y por último la una, la tarde había comenzado hace ya unas dos horas y Freen aún no veía los mensajes que fueron entregados hace cinco horas.

—Rebecca. —La voz de un hombre se logró escuchar al otro lado de la puerta junto con unos leves golpes en la madera de la misma.

La adolescente, que estaba recostada en su gran cama y con los audífonos puestos aún si estos no reproducían música alguna logró escuchar hasta el tercer llamado, su atención siendo robada en su totalidad por el aparato electrónico que sostenía entre sus dedos.

—¿Sí? —Preguntó levantando ligeramente la voz.

—Su tía está aquí.

—Gracias, en un momento bajo. —El hombre, al escuchar esto, se retiró a hacer limpieza en otros cuartos de la casa.

Cuando sus padres no estaban él era el "encargado de la casa", aunque la verdad lo era uno de los tantos trabajadores ahí, Becky no sabría que hacer sin el señor de casi 30 años dirigiendo a todo el personal, le dolía la cabeza de solo imaginarse a ella dando órdenes a distintas personas.

Aventó suavemente su móvil en el colchón haciendo que este rebote ligeramente, acomodó su ropa y sus castaños mechones en un intento de lucir decente. Sus pies recorrieron los pasillos y bajaron las escaleras hasta llegar a la gran y elegante sala.

—¡Becky! —Seoul se abalanzó hacia ella apenas la vio a unos metros de ella. —¡qué grande estás!

—Tía. —Una de sus manos se posó en la espalda de la mujer. —Nos vimos hace poco.

—Hace poco es mucho. —Se quejó haciendo más presión.

Becky rio suavemente y su vista fue a parar a un hombre de la misma edad que la mujer con un bebé en brazos, este veía con la misma sonrisa que Becky a su esposa. Ambos cruzaron la mirada y se sonrieron como diciendo "hola".

—Cariño, ya es suficiente, deja respirar a la pobre. —Tomó a la mujer de la cintura con intenciones de apartarla.

Seoul miró a su marido con el ceño fruncido que no duró mucho, pues la risa de un bebé hizo que las tres personas ahí posaran su atención en tan lindo y pequeño ser.

—¿No hay un abrazo para Jungwon? —Patrick, hermano de su padre, levantó al bebé hasta la altura del pecho de Becky invitándola a cargarlo.

La historia de amor de sus padres y sus tíos era realmente bonita en su opinión, ambos hermanos Armstrong se enamoraron de las hermanas Kang formando un lazo muy fuerte entre los cuatro. Cuando Becky nació, Seoul y Patrick la cuidaron como unos segundos padres en lo que sus verdaderos padres trataban de sacar adelante su reciente y pequeña familia. Para cuando Richie nació no le faltó nada, los ingresos eran elevados al punto de poder remodelar la casa si algo no le iba bien al pequeño niño, el también aprecio a sus tíos como unos segundos padres pues cada que podían se quedaban a dormir unos cuantos días para pasarla todos en familia.

Total, habitaciones sobraban.

Becky tomó a Jungwon en brazos, el bebé soltó un chillido al reconocer a su prima

—También te extrañé, Jungwonnie. —Confesó meciéndolo de un lado para el otro.

—¿Y Richie? —Patrick preguntó con ansias de aplastar las mejillas del adorable niño.

—Está arriba viendo la televisión. Pueden ir a verlo, yo puedo pedir que me ayuden a llevar sus maletas.

—Eres un ángel, Rebe. —Agradeció Seoul.

La pareja subió las escaleras en busca del adorable niño. Becky supo que lo encontraron cuando se escuchó un "¡tíos!" muy agudo por casi toda la casa.

Rio levemente.

—Oh, P'Jin. —Llamó Becky al verlo acercarse. —¿podría ayudarme a llevar las maletas de mis tíos a su habitación?

—Claro, Rebecca. En un momento pido que las lleven.

—Muchas gracias, Phi.

Y es que el "puedo pedir a alguien que me ayude" era en realidad un "me da mucha flojera llevar las maletas, puedo pedirle a alguien que las lleve" y claro que Jin sabía eso, por eso le dio unas palmaditas en la castaña cabellera cuando la muchacha sonrió traviesa.

— Ahora solo somos tú y yo. —Le habló al bebé que estaba demasiado ocupado en descubrir a qué sabían sus dedos para prestar atención a lo que pasaba en su entorno. —Subamos, así tengo la excusa de que tengo un bebé en brazos y no puedo llevar las maletas.

Jungwon solo metió un dedo más en su pequeña boca como respuesta.

Al poco rato, Becky observó a las personas que llevaban las maletas y les agradeció dándoles un tiempo libre, después de todo no era desagradecida.

⋯⋯⋯ ⊰ ᯽ ⊱ ⋯⋯⋯

De la una de la tarde a las nueve de la noche, sus padres y sus tíos se habían encontrado hace unas horas, Jungwon dormía plácidamente en los brazos de Rawee y Richie en los de Patrick. Ambas hermanas hablaban del progreso en el crecimiento del bebé, que ya le salieron sus primeros dientes y podía saludar cuando se lo pedían, Patrick escuchaba atentamente orgulloso de su propio hijo.

Becky trataba de encajar en ese ambiente. Ama todos los momentos con esa pequeña/gran familia y no los cambiaría por nada.

O nunca creyó que llegaría el momento en el que prefiera estar con alguien más aparte de su familia.

Encendía su móvil a cada segundo con la intención de ver si Freen le había contestado ya, el volumen estaba hasta el tope y su sistema nervioso se encontraba más nervioso de lo común.

—Becky. —Llamó su padre.

Mierda, maldijo internamente al ser descubierta.

—¿Sí? —Levantó la mirada unos segundos y la volvió a bajar para revisar discretamente si aún no tenía un mensaje.

—Acompáñame a lavar los platos, hija. —Ordenó en un tono suave.

Becky no pudo negarse cuando el mayor se levantó. Imitó sus acciones dejando a los otros tres adultos retomar la conversación.

En todo el camino a la cocina no pudo evitar mirar de nuevo la pantalla de su móvil, anhelando con todas sus fuerzas de al menos tener por seguro de que
Freen leyó el mensaje.

Pero no, nada, absolutamente nada.

Se dio cuenta de que su padre no la llevaba a la cocina cuando se encontraron a la mitad de las escaleras, su mirada confundida miró el lugar donde su padre le dijo que irían, el personal se estaba encargando ya de hacer el aseo de todos los platos, vasos y cubiertos utilizados.

Observó a su padre entrar a su propia habitación, lo siguió con recelo, siguieron caminando hasta detenerse en el balcón. En seguida la brisa fresca los saludó y sus cabellos le respondieron ondeándose de un lado para el otro.

Becky miró el perfil de su padre, sus facciones estaban totalmente relajadas, su pecho subiendo y bajando lenta y suavemente, sus codos apoyados en el barandal. Imitó su posición tratando de descubrir por qué la había llevado hasta allá.

—¿Ella te gusta? —Preguntó sintiendo la inquietud de su hija.

Becky se sintió más confundida aún

—¿quién?

Robin soltó una suave risa por lo despistada que podía llegar a ser su primogénita.

—La "princesa". —Hizo comillas con sus dedos. Volteó su cabeza y logró ver el momento justo en el que un fuerte sonrojo se apoderó del rostro de la menor, tan fuerte que se podía apreciar aún con las luces apagadas y sólo la luz de la luna iluminando todo.

Becky se quedó callada, sus labios temblaban indecisos de que decir, sus inquietas pupilas mirando a todas las direcciones posibles y su nervioso pie moviéndose de arriba y abajo.

—Y-yo... ¿está bien si me gusta? —Preguntó suavemente, pues si bien su padre no mal interpretó el que ambas adolescentes durmieran juntas quería escuchar salir de sus labios algo que le confirme que no estaba enojado por los inicios de su enamoramiento con una mujer, con su mejor amiga.

—¿Está bien que tú madre y yo nos hayamos enamorado?

—Sí, claro que sí, si se querían enamorarse fue algo predecible.

—Tú misma te respondiste. —El señor Armstrong nuevamente enfocó su vista al frente notando las brillantes estrellas. —Hija, sé que muchas personas piensas que eso está mal, pero en realidad no, no estás haciendo nada malo, solo estas amando, no comentes un asesinato ni nada de eso.

Becky suspiró aliviada al confirmar que su padre no tenía ningún tipo de enojo contra ella y sus sentimientos.

—Es ese caso... —El rubor volvió a tomar fuerza en sus mejillas. —Sí, Freen me gusta mucho.

Después de decir aquello, el silencio tomó lugar en ambos, no un silencio incómodo sino uno de tranquilidad, en donde ambos pueden soltar todo lo que su mente codifique, pero al mismo tiempo donde pueden guardar secretos que silenciosamente les gusta guardar y solo decirlas con la persona indicada.

—Invítala a cenar algún día. —Ofreció pasando su brazo por los hombros de su hija apretando uno de ellos de forma cariñosa.

Becky creía aquello lindo, pero antes necesitaba decirle a la misma Freen de sus sentimientos.

Ah, pero antes de eso, necesitaba lograr contactarla. Habían pasado más de diez horas y Freen aún no respondía ni veía su mensaje, algo que logró preocupar a Becky. 

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