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Capítulo XXIV

Cuando estaban limpiando los salones, descubrieron uno apartado de los demás, se notaba que hacía tiempo no servía para dar clases en el, al parecer ellas tenían una fuerza que las atraía a los lugares abandonados.

Ese salón contenía un alrededor de cinco sillas bastante malogradas, la mitad de un escritorio y un pizarrón roto. Sabrá Dios qué fue lo que le ocurrió al lugar para terminar así. Becky no quería salir y exponer a la mayor, si era posible evitaría cualquier mínimo contacto con cualquier persona, Freen ya sufría lo suficiente en casa como para seguir sufriendo en la preparatoria.

El salón era frío, todas sus ventanas se encontraban atoradas lo cual le daba un ambiente aún más frío puesto que la luz del sol apenas y entraba. Ambas decidieron limpiar un poco para mantenerse cómodas y no estar sacudiéndose el polvo cada dos segundos.

—Freen Rak, deja eso, te vas a lastimar.

Bueno, Freen también quería limpiar, pero Rebecca sobre protectora Armstrong no la dejaba.

Freen tenía la intención de empujar una silla solo un poco para que no estorbara tanto el paso, pero ni bien sus dedos tocaron el material y Becky ya estaba al lado suyo empujando dicha silla.

Después de múltiples "te vas a lastimar" "deja eso, es pesado" "yo puedo hacerlo, mejor limpia otra cosa" "mejor no limpies, hay mucho polvo" Freen se decidió por quedarse sentada en una zona cercana al pizarrón esperando que Becky termine de limpiar.

Freen se sentía inútil y una carga, odiaba sentirse así.

"—No eres más que un maldito estorbo, de haber sabido que terminaríamos así mejor hubiera usado un jodido condón."

Esas palabras llegaron a su cabeza sin ella así quererlo, su padre decía muchas cosas feas de ella cuando el alcohol no lo dejaba pensar claro, siempre se quejaba de que no sabía limpiar ni cocinar, que era un mierda para los estudios y su único propósito en la vida era estorbar a la gente que conocía.

Y Freen lo comprobó. Por una vez en su vida, su padre tenía razón.

Becky siempre fue como un caballero de cuentos de hadas con ella, le llevaba comida, le regalaba cosas, incluso procuraba mantenerla cálida cuando hacía frío, curaba sus heridas, se aseguraba de distraerla cuando se sentía triste, estaba con ella en la mayoría de sus ataques de pánico ¡incluso salió de su casa estando con malestar estomacal sólo para defenderla!

Y Freen... Freen ni siquiera podía darle un abrazo como agradecimiento.

Se sentía débil, vulnerable y una escoria, Becky merecía otra mejor amiga, una que en verdad valga la pena, no una chica con problemas familiares, depresión y ansiedad.

—Saro... ¿qué está mal? —Levantó su mirada que anteriormente estaba en el suelo y observó el rostro preocupado de Becky sin entender su pregunta ¿le habrá leído la mente? —¿por qué lloras?

Tras esas últimas tres palabras cayó en cuenta de que sus mejillas se sentían húmedas y su nariz sorbia cada cierto tiempo, tan acostumbrada estaba a llorar que ya ni siquiera se daba cuenta de cuándo lo hacía.

—Y-yo. —Su voz sonaba temblorosa a causa del llanto. —N-no sé.

Él en realidad sí lo sabía, pero no quería decirlo.

Becky soltó la escoba que anteriormente usaba para limpiar cayendo descuidadamente en el piso. A pasos rápidos se sentó al lado de la pelinegra escuchando claramente cada uno de los sollozos, Becky no sabía que hacer, no tenía idea del porqué de sus lágrimas.

—Princesa, sabes que puedes contarme lo que sea. —Becky tomó la mano de Freen y enredó sus dedos dando un pequeño apoyo de esa forma.

Freen sabía que podía contarle a Becky lo que sea, pero eso no significaba que no se sentía mal atormentando a la alegre chica con sus "pequeños" problemas. Pensó un momento si contarle o no, entre ellas no había secretos hasta ahora y se sentiría aún peor si le ocultaba algo cuando Becky le decía de todo a ella.

Finalmente tomó una bocanada y comenzó a hablar.

—¿Te estorbo? —La pregunta se le salió de los labios, tenía planeado decirle que ella se sentía así pero primero quería asegurarse de que Becky no se brule de ella.

—¿Que si me estorbas? ¿cómo se te ocurre semejante ridiculez? —Habló con un semblante confundido. —Claro que no lo haces, tú alegras mi día, me haces compañía, eres la única persona en la que confío en su totalidad, eres todo para mi menos un estorbo. Por favor, no vuelvas a pensar eso de ti.

Freen se golpeó mentalmente. Después de tres años Becky siempre le recordaba lo especial que era para ella, jamás la vio como un error del mundo y aun así, Freen tenía miedo de que algún día le dijera que no servía para nada. Se quedó callada ante la confesión, sin palabra alguna que se formule en su cabeza, solo tenía unas enormes ganas de acurrucarse contra ella como lo había hecho el día anterior.

No lo pensó más, simplemente lo hizo.

Su mano libre se sujetó del brazo de Becky pegando más sus cuerpos, a Freen le gustaba la sensación de necesitar la calidez de otra persona para sentirse completa. Becky se sorprendió apenas por la acción, se dejó abrazar como la otra vez y una gran sonrisa se escapó de sus labios al ver que Freen estaba progresando sin la ayuda de un psicólogo.

—¿Por qué piensas que eres un estorbo? —Preguntó con cautela, debía asegurarse de que nada pueda dañarla, pero para hacer eso debía saber lo que la dañaba.

—Mi padre me lo dice a veces. —Confesó con tranquilidad. —Y no me dejaste hacer nada aquí, creí que tal vez solo estorbaba porque no hacía las cosas bien.

Becky quería golpear al padre de Freen, pero primero se golpeará a sí misma.

—Lo siento, no quería que te sintieras así, es solo que tu brazo aún no se cura por completo y tienes algunas heridas en tu rostro y en el otro brazo. —Cuando Freen volvió a casa el día en el cual fue golpeada, su padre se dio cuenta de las nuevas heridas que en definitiva no se las había hecho él, ese día la golpeó por haberse peleado con alguien y haber perdido.

—No importa.

—Sí lo hace, si te sentiste mal por mi culpa claro que importa, todo lo que te ocurra es importante para mí.

Freen ya no podía seguir reteniendo sus lágrimas, era realmente complicado acostumbrarse a lo que Becky le hacía sentirse.

Valiosa, amada y protegida.

—¿P-por qué?

—¿Mmm? ¿por qué qué? —Respondió Becky sin entender la pregunta.

—¿Por qué e-eres tan buena c-conmigo? —Freen deseaba, que aunque sea por una vez, las lágrimas no tomaran posesión de sus ojos.

—¿Por qué no lo sería? —Apretó más el agarré de manos. —En verdad he perdido la cuenta de cuántas veces te he dicho lo importante que eres para mí. Eres más que solo mi mejor amiga, Freen, eres como mi otra mitad, sin ti siento que una parte mía estaría muerta. —Becky dejaba fluir sus palabras con facilidad, son muchas las cosas que le gustaría decirle a Freen y no tenía planeado desperdiciar el momento.

>>> Te lo voy a repetir las veces que sean necesarias, no me importa si tenemos cincuenta años y tú sigues dudando de esto, te quiero como nunca había querido a una amiga, eres realmente especial para mí y joder, en verdad agradezco tu existencia ¿quieres que te nombre las cosas por las que eres tan importante? me tomaría una vida entera para decírtelo, pero no importa, mereces que te reconozcan. Primer punto; tu fortaleza, eres increíblemente fuerte para seguir de pie después de tantas caídas. Segundo punto; tu valentía, a pesar de que sabes que si confrontas a tu padre las cosas no pueden salir bien prefieres defender a tu madre, ese yeso es la prueba de aquello. Tercer pun-.

—B-Becky.

La nombrada sonrió.

—¿Si?

—N... N-no sigas...

Por milésima vez, Freen fue conmovida por las palabras de su mejor amiga. Su corazón dolía de una forma tan hermosa que no podía explicarla, sus lágrimas no paraban de salir y no eran de tristeza porque eso era lo último que sentía con Becky, su pecho subía y bajaba con cada sollozo viniendo desde el fondo de su garganta, sus manos se aferraron fuertemente a su mejor amiga con el miedo inminente de que si la soltaba se iría.

Y Freen no quería que se vaya, la quería con ella toda la vida, rogaría a todos los seres divinos que la gente creaba si era posible para mantenerla siempre en el mismo destino que el suyo.

Sus párpados se cerraron en un vago intento de bloquearle el camino a las lágrimas y, al darse cuenta de que aquello no servía de nada, estampó su rostro en el brazo de Becky que poco a poco se fue humedeciendo por las lágrimas.

Aunque no me lo digas, sé que también me quieres, Becky pensó para sí misma.

Freen llenaba el salón de su llanto, uno que Becky sí podía soportar porque las lágrimas que soltaba no eran por una tristeza incontrolable, sino porque la felicidad se desbordaba de sus preciosos ojos causándole gruesas gotas saladas resbalarse por sus mejillas y morir en la manga del uniforme de Becky.

Cuando llantos así ocurrían, a Becky realmente le gustaría ser una lagrima de la pelinegra la cuál, nacía en sus ojos y se separaba de ellos solamente para acariciar la dañada y blanca piel de sus mejillas para finalmente, morir en esos labios que la vuelven loca incluso sin ella darse cuenta. Sus ganas de abrazarla son cada vez más hasta el punto de temer de sí misma, temer de no poder controlarse y estrechar fuerte y protectoramente a Freen entre sus brazos y acurrucarla contra su pecho.

Con el paso de los minutos los sollozos van perdiendo fuerza al igual que las pequeñas manos al sujetarse de su uniforme, incluso llegó un momento en el que Becky dejó de sentir los dedos de su mejor amiga y lo único que pudo escuchar fueron los suaves jadeos que escapaban despreocupadamente de los rojizos labios.

Freen se quedó dormida de tanto llorar.

Becky se río ligerito ya acostumbrada de esa situación. Aprovechando el estado inconsciente en el que Freen estaba deslizó lentamente su brazo al otro lado del cuerpo de la pelinegra, sus dedos dudaron un segundo en sí posarse encima de hermosa chica, pero al final, pudo tomar valentía y su mano descansó en la cintura contraria dándole a Freen una posición más cómoda para dormir.

—Debe ser una jodida broma que hasta haciendo nada causes de todo dentro de mí. —Sonrió burlona ante sus propias palabras.

Y es que Freen no era especial por nada, nunca había sentido tal emoción de admirar tanto a una persona inclusive si esta solamente estuviera haciendo una acción tan simple como dormir. Pasó sus dedos por el gorro amarillo reconociendo la suave textura de la lana, bajó un poco más rozando la punta de sus dedos con el lacio cabello negro y estos finalmente terminaron debajo de la barbilla de Freen.

Becky pasó su pulgar suavemente por encima del labio inferior de Freen. Este se encontraba rojizo como una tentadora y jugosa fresa, tan esponjosas como un suave algodón de azúcar, tan brillantes como un perfecto rubí, Becky en realidad creía que no había tentación más grande como la de aquellos labios tan hermosos al igual que el rostro el cual tenía la fortuna de portarlos.

Quiso acercarse y saborear semejantes labios contra los suyos, pero no debía sin el consentimiento de Freen, así que se conformó dejando un suave beso en la frente de la mayor.

Becky sabía que algo en ella había cambiado cuando sus labios quisieron acariciar los de Freen de una forma tan hermosa.

⋯⋯⋯ ⊰ ᯽ ⊱ ⋯⋯⋯

Para mala suerte de la castaña, todo lo bueno terminaba algún día.

Las clases finalizaron y era fin de semana por lo que tardaría dos largos e insoportables días para ver de nuevo el bonito rostro de Freen. Aunque por otro lado esos dos días le servirían para pensar mejor las cosas.

—¿Hija? ¿estás bien? ¿quién se murió? —Escuchó la voz de su madre en el marco de la puerta de su habitación, Becky llegó a casa hace apenas media hora, su rostro estaba hundido en el colchón preguntándose a sí mismo que estaba mal con ella.

—Estoy bien, mamá. —Respondió con la voz ahogada.

—Becky, sabes que no puedes mentirme a mí. —La señora Armstrong tomó asiento en la cama de su hija, acarició los castaños mechones con verdadera preocupación. —¿te sientes mal? ¿qué ocurre? háblame, cariño.

Becky suspiró, una ayuda de un adulto no le vendría mal. Levantó su rostro unos centímetros para que su voz se escuche clara

—¿qué sentiste cuando te enamoraste de papá?

Rawee ya sabía por dónde iba la conversación.

—¿qué sentí? bueno, al principio algo de duda, tu padre era casi como un hermano para mí, siempre me cuidaba y estaba conmigo, supe que mis sentimientos por él cambiaron cuando comencé a celarlo, también cuando lo veía como el ser más perfecto del mundo aun cuando él solamente estuviera respirando. —Tanto madre como hija rieron ante eso. —Si quieres saber si amas a Freen yo no puedo decirte eso, el amor nos llega de diferente forma, en diferentes ocasiones y con la persona que menos esperamos.

Becky sintió sus mejillas e incluso sus orejas arder por la mención de su mejor amiga.

—¿Cómo sabes que-.

—Soy tu madre, lo sé todo y no te preocupes por nada, jamás te juzgaría, hija.

Becky no pudo estar más agradecida con las palabras de su madre al igual que con su apoyo, sin duda se había sacado la lotería con su familia.

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