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Capítulo XVII

El maltrato en casa de Freen disminuyó ligeramente, aún sufrían su madre y ella de golpes, pero estos solamente lograban dejar moretones o una que otra marca de color rojo, Freen no sabía la razón, pero estaba agradecida por no sentir de nuevo su piel siendo abierta dejando escapar gotas de sangre de esta.

Becky también estaba agradecida con ello, su tía hacía un muy buen trabajo con Freen y no sabía si fue cuestión de suerte el que la violencia haya disminuido ligeramente.

Freen ya se encontraba en la preparatoria esperando por Becky, llevaba su único suéter negro el cual lograba cubrir algunos de los moretones que manchaban sus brazos, era casi imposible que su padre deje de golpearla, pero aunque sea no la hería con gravedad.

—Lo siento, Richie quería venir porque hoy no tiene clases, su maestra se enfermó o algo así, quería verte de nuevo. —Becky habló del otro lado de la línea, ella llamó a la pelinegra para disculparse por su retraso sabiendo que Freen no estaba cómoda en ningún lugar si no tenía su presencia.

—No te preocupes, es lindo que siga creyendo que soy una princesa. —Sonrió ligero. Esa era una de las cosas que también había podido lograr Seoul, que Freen sonría más a menudo.

Él me dijo que agendara tu número como princesa, dijo que era para buscarte más rápido en mi teléfono.

—¿Lo hiciste? —Freen sabía la respuesta pues sí había recibido indicios del pequeño, indicios en forma de adorables audios, pero aun así, quería escucharlo de los labios de Becky.

. —Una avergonzada risa sonó.

Freen sintió su estómago revolverse y sus manos temblar, también sintió un leve ardor en sus mejillas, por un minuto creyó que tendría un ataque de pánico, pero al parecer a su cuerpo le gustó las cálidas palabras de su mejor amiga y su hermanito.

—Voy a colgar, llego en cinco, no tardo.

—Está bien.

Y después de eso la llamada fue cortada.

Guardó su móvil de nuevo en su mochila en espera de la castaña. Freen divisó de nuevo al anterior grupo de amigos de Becky y se sintió mal, ya había perdido la cuenta de cuántas veces se le han querido acercar para ser los cinco un grupo de amigos, pero simplemente Freen no podía. Aceptó a Becky porque técnicamente estaba obligada a hablar con ella por el trabajo escolar, después de un tiempo comprendió que Becky no le haría daño y decidió arriesgarse y aceptar ser su amiga, ella le presentó a Orntara, Nutt y Opp.

A Freen no le agradaron.

Opp tiene una cara seria e inexpresiva a pesar de ser muy bromista con sus amigos, a Freen le asustó la frialdad en su rostro. Nutt y Nam eran otra cosa, ambos muy energéticos y parlanchines, inclusive podían gritar en vez de hablar y a Freen la incómodo eso. Recuerda haber escuchado a Becky disculparse con los tres menores por ya no pasar tiempo con ellos, también recuerda una frase que le dolió y al mismo tiempo tranquilizó.

"Si me necesita, siempre estaré para ella"

Aquello fue un "ella es más importante" que Nutt, Opp y Nam tomaron indirectamente y lo comprendieron, no por nada la preparatoria entera apodaba de rarita a Freen.

Un sonido muy conocido para ella sonó por todo el lugar haciendo a varios alumnos ver a su dirección. Su mejilla ardía por la cachetada que acababa de recibir.

Una cachetada demasiado fuerte.

Freen, quien se encontraba sentada debajo del árbol abrió en demasía sus ojos, su cabeza quedó mirando de lado por el repentino golpe y los nervios y miedo no tardaron en hacerse presentes.

—¡¿Por qué quieres robarme a Becky?! —La fuerte voz de una mujer se escuchó llamando la atención de absolutamente todos los alumnos que se encontraban ahí. —¡Becky es mía!

Freen temblaba, sentía que el aire no era suficiente y no se atrevía a abrir los ojos, sus manos se aferraron a su pantalón enterrando sus cortas uñas en la tela.

—¡No te acerques a ella! —Otra cachetada fue depositada en la misma mejilla que comenzaba a tornarse de un rojo vivo. —¡Ella es mía!

Heidi levantó su mano nuevamente buscando dar una tercera cachetada, sin embargo, esta nunca llegó.

Antes de que mueva un centímetro más su mano sintió un agarré realmente fuerte en su muñeca.

—Becky... —Heidi dijo con temor.

Freen quiso voltear para ver el rostro de su mejor amiga, pero tenía mucho miedo, su rostro fue oculto en sus rodillas y las lágrimas simplemente fluyeron a causa de los tortuosos recuerdos de tales golpes.

—No la toques, no la mires, no le hables. —Habla lento y duramente, sus orbes cafés tomaron un color más oscuro demostrando toda la ira contenida en su ser.

—Be-Becky, m-me lastimas. —Heidi sostenía la mano de la adolescente la cual atrapaba su muñeca con una fuerza impresionante.

—Eso también va para mí; no me toques, no me mires, no me hables. —Sin ella quererlo hizo más presión en su agarre sacándole un quejido de dolor a la chica.

—Beck... —Sus ojos se aguaron, aún sentía su orgullo caer ya que su amor no correspondido prefería a esa chica rarita de la preparatoria antes que salir con ella.

—Lárgate. —Y con su ego y orgullo totalmente pisoteados se fue corriendo de ahí cuando su muñeca fue liberada.

Becky les dedicó una mirada casi asesina a todos aquellos que miraban sorprendidos la escena, los estudiantes dejaron de verlos por el temor de la nueva actitud de la castaña, ninguno había visto a Becky tan enojada.

—Freenky. —Su voz se escuchó tranquila nuevamente. Se agachó con la intención de que Freen la mirase y así poder revisar su nuevo golpe.

Lo que en definitiva Becky no se esperó es que Freen se encogiera más en su lugar tratando de esquivar el tacto de la menor.

—Freen... ¿por qué...

Beck-Becky, m-me lastimas.

Las palabras que Heidi había dicho llegaron a su cabeza y al parecer, también retumbaban en la de Freen.

—Oh Freen, tranquila, sabes que jamás te haría daño. —Freen quería confiar, pero la palabra "lastimas" y "Becky" en la misma oración la había impactado más de lo que debería. —Freen, por favor, déjame ver tu mejilla.

Becky se acercó lentamente y sintió un alivio cuando la mayor no se alejó, simplemente se quedó quieta.

—Princesa, mírame.

Freen sintió su corazón dar un fuerte palpitar tras el apodo, si bien la castaña siempre lo decía de broma por las inocentes palabras de Richie ahora parecía ir en serio. Tuvo un debate en sí levantar su cabeza o no, no quería exponerse más, se sentía segura hecha bolita.

Trató de mentalizarse a sí misma que Becky no le haría daño, jamás lo había hecho e incluso Seoul le confirmó aquello, Becky jamás haría algo que la dañara.

Su cabeza se movió muy lentamente dejando ver sus ojos hinchados por el llanto anterior. Observó el rostro de su mejor amiga, está vez no con una confianza total sino, con un muy leve porcentaje de temor. La castaña le sonrió cuando el rostro de Freen fue descubierto en su totalidad.

—Tu mejilla está muy roja. —informó con la mirada triste.

Becky dejó su mochila caer en el césped para facilitar su búsqueda de una crema muy conocida para ambas. Encontró el botiquín y dicha crema rápidamente, untó la cremosa consistencia en la mejilla roja sin querer esperar más tiempo.

—Vueltas a la izquierda, vueltas a la derecha, hace que el temor se pierda y el dolor en Freenky ya no acecha. —Por un momento ambas creyeron que tal vez no vuelvan a escuchar esas palabras pues los golpes que ahora recibía Freen eran insignificantes, pero en definitiva Heidi sacó toda su fuerza para golpear de semejante manera a la pelinegra sin contar las largas uñas que habían raspado ligeramente la piel.

Becky le sonrió de nuevo a su mejor amiga cuando sintió como se relajaba a su toque, temió que Freen desconfíe de ella, pero al parecer confiaba más de lo que ella creía. Freen vio a través de sus mechones rebeldes un curioso agujerito formarse en ambas mejillas de Becky, siempre que sonreía aparecían y más de una vez se tentó en tocarlas, decidió aprovechar que sus rostros estaban cerca y Becky no la miraba sino a su mejilla concentrada en su trabajo. Su mano se elevó dudosamente hasta donde el hoyuelo había aparecido con anterioridad y una vez logró estar lo suficientemente cerca colocó la punta de su dedo justo ahí esperando a que de nuevo aparezca el pequeño hoyuelo.

Becky paró de untar la crema cuando sintió el piquete en su mejilla, miró a Freen buscando la razón de sus acciones y la comprendió cuando pudo ver los curiosos ojos de su mejor amiga justo donde uno de sus hoyuelos aparecía.

Sonrió lo más que pudo haciendo aparecer de nuevo el hoyuelo.

Freen sintió a su dedo unirse, la sensación era graciosa, tanto que se negó a quitar su dedo, Becky sonrió aún más encantada de cómo Freen la veía con sus ojos brillosos.

No sonreía, pero con tan solo verla a los ojos sabía que se encontraba en paz y feliz.

⋯⋯⋯ ⊰ ᯽ ⊱ ⋯⋯⋯

Seoul les había dado el día a ambas amigas, sus dos horas de diversión juntos se disminuían a una cuando ambas iban al psicólogo, Freen a tratarse y Becky a esperarla y apoyarla.

La psicóloga notó un cambio en Freen, de pronto ya no se sentía cómoda en su consultorio ni con su presencia, fue como si hubieran borrado todas las sesiones que habían tenido y tendría que empezar de nuevo.

—¿Te duele?

—No.

Ambas se encontraban de nuevo en el viejo edificio, encontraron una zona parecida a un balcón el cual estaba destrozado por la mitad. Sus pies colgaban al estar sentados en la orilla de donde al parecer se había roto por el tiempo. No era tan diferente como sentarse en el árbol, ninguna pesaba tanto como para que se fuera a terminar de romper.

—Lo siento. —Susurró Freen con la mirada en sus tenis desgastados.

—¿Por qué?

—Por mí culpa no pasas tiempo con tus demás amigos y tampoco tienes un novio o novia.

Becky en serio quería apretujar el cuerpo de Freen contra el suyo pues sus palabras lograron conmoverla.

—No tienes porqué disculparte, yo elegí esto, si yo quisiera podría dejarte aquí, regresar a mi antiguo grupo de amigos y aceptar salir con Heidi.

Freen no dijo nada, sentía que no tenía derecho a decirle que por favor no haga eso. Una intensa oleada de sentimientos se le vino encima al analizar las palabras, Becky tenía razón, ella era libre, podía hacer lo que le venga en gana y si eso implica dejar de ser su amiga no podía quejarse, no debía hacerlo pues Becky jamás le había dado motivos para quejarse, ella había sido una especie de heroína para Freen, un fuerte pilar que la había sostenido todos estos años. La simple idea de no tener a Becky con ella la dejaba con un mal sabor de boca, no se imaginaba su vida sin su mejor y única amiga.

—Pero como dije. —La castaña interrumpió los mortíferos pensamientos de la mayor. —Yo elegí esto, porque ellos son menos importantes que tú, te volviste mi prioridad cuando me dejaste llamarte amiga. —Miró a Freen unos momentos, esta no la miró de regreso, sus ojos estaban concentrados en analizar cómo el sol bajaba tomándose su tiempo. —No quiero que pienses esas cosas, soy feliz mientras me permitas una vida a tu lado.

Tras esas palabras, Freen sintió una mano en el dorso de la suya. Bajó la mirada hasta su muslo (que es donde apoyaba su mano) y sintió un gran confort ver a la mano de Becky cubrir la suya. Los pensamientos, las emociones y sentimientos se cruzaron bloqueando su capacidad para poder responder ante su confesión, quería decir tantas cosas, pero nada salía, no sabía cómo describir cuán agradecida estaba.

Lo único que pudo hacer fue tomar la mano de la menor esperando que la entienda como un profundo e infinito agradecimiento. Becky sonrió ante la seguridad del apretón de Freen, su agarre podía ser interpretado como un "no me dejes" o un "gracias por quedarte", no sabía con exactitud cuál de los dos podría ser, pero estaba conforme con ello. Pasaron la primera hora en silencio, no fue uno incómodo, todo lo contrario, fue un muy cómodo y relajante silencio con sus manos unidas, el leve soplido del viento haciendo bailar a sus mechones, la anaranjada luz dándole un contraste cálido a sus cuerpos y lo mejor de todo, ambas juntas con el mismo cariño de siempre.

O no, no tenían el mismo cariño de siempre porque con el pasar de las horas ese cariño aumentaba.

Freen sintió una luz alumbrarle el ojo derecho haciendo que por inercia lo cierre, bajó la mirada para investigar el causante de ese brillo. La posición del sol había quedado en un ángulo perfecto para que sus rayos rebotaran en el brazalete de oro de Becky e impacten justo en uno de sus ojos. Apreció lo bonito que se veía su nombre grabado en el pequeño dije, a ella también le gustaría mostrarles a todos que tenía el nombre de Becky en el suyo, pero por precaución era mejor no hacerlo, su padre podría encontrarlo, venderlo y usar el dinero para sus vicios.

Sus ojos recorrieron el camino que la pequeña cadena tenía, los óvalos se cruzaban de una manera perfecta dándole un hermoso toque al brazalete. Freen miró por arriba del accesorio encontrándose con la blanca muñeca de su mejor amiga, subió un poco más y se encontró con su propia mano tomando la de Becky. Notó el leve doblez que la muñeca de la menor ejercía, creyó que tal vez se sentía incómodo estar así y pensó en una forma en la que ambos estuvieran cómodos.

Deslizó su mano por la palma alertando a la castaña quien miró primero su rostro y luego el movimiento de ambas manos. Freen logró hacer que sus manos dejen de sostenerse y a continuación escabulló cuatro de sus dedos en la unión de cada dedo de Becky. Becky la miró asombrada, creía que ese simple agarré sería el máximo avance que tendría con Freen sobre el contacto físico, pero ver sus dedos entrelazados le confirmaba que estaba equivocada.

Y cuánto amó estar equivocada en ese momento.

Sonrió inconscientemente ante la bonita imagen de tener un toque más íntimo con Freen, a este paso tal vez lograría convencerla de un abrazo, quién sabe. Elevó la mirada y se encontró con los brillantes ojos miel y no pudo pensar en otra cosa que no sea el cielo, tan oscuro de noche, pero siempre con pequeños puntitos brillantes acompañándolo para que no se una en una oscuridad total.

Freen se sentía más seguro así, sosteniendo la mano de Becky con todos sus dedos asegurándose para evitar que se suelten.

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