Capítulo 3
POV. ALEXANDER AMBROSETTI
-La firma está mal, dile a tu jefe que venga a mi oficina- dije serio.
Ella asintió y salió de ahí.
Suspiré molesto. Nadie podía hacer bien su trabajo.
Seguí redactando unos informes que faltaban por llenar. Mi mente estaba calmándose cuando unos toques en la puerta llamaron mi atención.
Rodeé los ojos.
-Adelante-
Entró mi secretario, era nuevo, apenas tenía dos semanas trabajando.
-¿Qué pasa ahora?- pregunté irritado.
-Su padre llamó, quiere cenar con usted esta noche- respondió rápidamente.
Pude ver sus manos temblorosas, la ligera capa de sudor que lo cubría, su mirada y su postura. Aquel hombre me tenía miedo.
-¿Qué le has dicho?- cuestioné mirándolo fijamente.
Me gustaba que las personas me temieran, me sentía poderoso. Sentía que nadie podía lastimarme.
-Que se lo diría y le regresaría la llamada- aclaró mas que lleno de miedo y nervios.
-Esta bien- solté regresando la vista a los documentos.
Regresó a su lugar de trabajo apresuradamente.
No podía darme el lujo de perder otro secretario, con este era el número 20 en dos años. Ellos renunciaban o yo los despedía por ineptos. Sabía que debía calmar mi carácter y mi genio, pero no podía evitarlo.
Nuevamente volvieron a llamar a la puerta.
¡Genial! Otro idiota con quien lidiar.
-Pasa-
Un Aarón muy alegre entró a la oficina.
-¿Para qué soy bueno?- preguntó.
-Para nada- respondí.
Él soltó una carcajada.
-Mi secretaria me dijo que querías verme-
Tomé los papeles que recientemente me habían traído y se los entregué.
-Firmaste este contrato en un lugar equivocado, tu firma tiene que ir a un lado- aclaré.
Él revisó los documentos y se percató de su error.
-Lo voy a corregir, pero no creo que me hayas llamado solo por esto- dijo viéndome.
Suspiré.
-¿Qué darías de regalo por diez meses de aniversario?- pregunté cansado.
Una sonrisa se asomó en su rostro.
-¿Para Anna?- cuestionó.
Asentí con la cabeza.
-Ve a una joyería, cualquier cosa que cueste más de 5 dígitos le va a gustar- respondió.
-Hablas de ella como si fuera una interesada- comenté un poco molesto.
-No hay peor ciego que no quiere ver la realidad-
-Mejor dejemos de hablar de mí, y hablemos sobre ti- desvié el tema.
-No hay nada de que hablar-
Ahora yo sonreí.
-¿Qué hay de aquella chica del sábado?- cuestioné burlón.
Aarón se puso rojo, y no sabía que decir. Un milagro que se quedara callado.
-Es solo una amiga, te puedo jurar que no pasó nada entre los dos. Mi juramento sigue de pie- aclaró.
Mi amigo había hecho un juramento desde hace casi dos años, no se enredaría con una mujer, a menos que supiera que ella fuera la indicada. No tuve mucha fe en él al principio, pero supe que iba en serio cuando lo vi en un club rechazar la invitación de una mujer a su casa. Desde la partida de Claudia, Aarón no había tenido nada de nada con una mujer, ni siquiera una noche rápida.
-No sé como llevas casi dos años sin sexo- dije sorprendido.
-Ni siquiera yo sé cómo lo hago- contestó.
-Ve a trabajar, aunque hemos estado bajando un poco, creo que podemos volver a subir en ventas el próximo mes- dije preocupado.
-Ojalá, porque si seguimos bajando en los siguientes tres meses, nos iremos a la ruina-
Intenté no pensar más en ese tema, y solo dejé que Aarón se fuera.
Trabajé en silencio unas horas más, hasta que el reloj marcó la hora de comida.
Tomé mi sacó y salí de mi oficina.
Pasé de largo a mi secretario, solo me importaba que acabara su trabajo, y si no tenía nada importante que decirme, no valía la pena hablar con él.
Al abandonar la empresa, Bruno me llevó a un restaurante francés a las afueras de la ciudad.
-Gracias- dije al bajarme. Él cerró la puerta detrás de mí y regresó al auto.
Entré al establecimiento y vi a Anna sentada en una de las mesas del balcón. Me dirigí hacia donde ella estaba.
-Hola cariño- saludó dándome un pequeño beso.
-Hola- saludé de regreso. Me senté frente a ella y tomé su mano.
-Gracias por invitarme hoy a comer, de verdad te extrañaba- mencioné sonriente.
-Gracias a ti por aceptar-
Ordenamos la comida y hablamos sobre nuestro fin de semana. Mas bien, ella habló sobre su fin de semana.
Anna era una mujer muy linda. Tenía el cabello largo, y de color café. Unos ojos color miel y una piel canela brillante. Su cara angelical y una mirada intensa. Todo mundo me decía que tenía un parecido a Elena, pero yo lo negaba. Eran muy diferentes física y mentalmente.
La conocí en un bar un año atrás. Salimos por dos meses, y finalmente nos hicimos pareja. No nos veíamos tan seguido, pues yo era alguien ocupado, pero intentaba verla algunas veces en la semana. Raquel se dedicaba a mantener su imagen, pues era la modelo de una nueva marca de ropa, por lo tanto, verse bonita era su "dedicación", según ella.
Si soy sincero, no estaba con ella porque estuviera enamorado; si la quería y me gustaba, pero no para pasar el resto de mi vida junto a ella. La razón por la que seguía en esta relación era porque me daba miedo estar solo, pero tampoco quería andar con distintas mujeres. Anna fue mi solución: tenía su compañía y sabía que si la llamaba ella estaría ahí, pero también sabía que no era la indicada. Aarón decía que era comodidad, y tal vez tenía razón.
-El sábado es nuestra cena por un mes más- dijo emocionada.
-¿A dónde quieres ir?- pregunté.
Ella lo pensó.
-Tengo muchas ideas de donde quiero que me lleves-
Sonreí.
-Avísame para planear algo, pero que sea a tiempo, no quiero estar una noche antes haciendo reservaciones- aclaré.
Seguía siendo una persona que odiaba estar apresurado. Todo era mejor si lo hacíamos a tiempo.
-Claro que sí, ¿quieres que llamé a tu secretario?- preguntó burlona.
-Tiene suficiente trabajo para planear un aniversario, aunque es parte de su trabajo- contesté.
Continuamos con la comida de una manera tranquila. Yo la escuchaba sobre los nuevos pendientes que se había comprado, y después comenzó a hablar sobre la nueva colección de ropa que se venía.
Normalmente yo le prestaba atención, y ella solo hablaba. A veces me desesperaba un poco, pues yo también quería platicar con alguien que me realmente me escuchará y no estuviera más atenta al color de sus próximas uñas.
Claro que había momentos donde deseaba terminar con ella, pero recordaba que yo era el que maneja el paso al que íbamos, y sabía que no encontraría al alguien así. Era cuando seguía con la relación.
Pagué la cuenta y salimos de ahí.
-Nos vemos después- se despidió.
Me dio un beso en los labios. Se sentían suaves y carnosos.
-Cuídate- dije tranquilo.
-Te quiero- dijo antes de subir a su auto y alejarse de ahí.
Vi como su coche se iba por la carretera.
No quería regresar a la empresa, solo quería ir a casa y descansar un poco, pero tenía cosas que hacer. Tal vez si me apresuraba, podía irme antes.
Los ojos me ardían mucho, tal vez era por el brillo del computador o por leer tantos papeles.
Claramente no había pasado lo de irme antes a casa, porque decidí hacer parte del trabajo de mañana para descansar un poco.
Cuando lo noté, ya era hora de irme a cenar.
El personal se había ido hace como una hora, incluso Aarón, quien tenía una cena familiar.
Cerré mi laptop y la guardé en el ultimo cajón. Estaba a punto de cerrarlo cuando noté una foto en el fondo de este.
Era una foto de Elena y mía el día de nuestra boda. Era la fotografía que tenía en mi escritorio antes del divorcio. La quité de ahí unas semanas después de la separación, y al no sentirme preparado para tirarla, la guardé. Al igual que todas sus cosas.
Acaricié su rostro y sonreí.
¿Qué habrá sido de su vida?
No supe nada de ella después de que se fuera de casa. Y no es que no quisiera, pues muchas veces quise llamarla y preguntarle por cómo estaba, pero al no recibir ninguna llamada de ella, entendí que le iba bien y no necesitaba arruinarle su paz.
Aún la extrañaba, pues la conexión que tenía con ella, era mágica. Hace mucho no sentía ese tipo de química con alguien.
Ya no era el mismo hombre que era cuando se fue, porque había avanzado con mi vida, y esperaba que ella también lo hubiera hecho.
Sin embargo, a pesar de lo que había sanado, no sabría que decir si la tuviera enfrente.
Estaba a punto de tirar la foto a la basura, cuando me detuve.
La volví a guardar rápidamente en el cajón y lo cerré con llave.
Con algunos recuerdos, salí de mi oficina, listo para seguir con mi vida...
Nota autora:
¡Hola gente bonita! Hoy ando tan de buenas que me dieron ganas de dejar este capítulo por aquí.
Ojala les guste, y lo disfruten.
¡Nos leemos el fin de semana!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro