Siempre Conmigo
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Ese día todo había cambiado para ella, aunque no lo recordara.
Al salir por ese extraño túnel volvió a ser la misma que era antes de entrar: una niña asustadiza y nada aventurera, a la cual le hubiese sido imposible creer que alguna vez fue la heroína no sólo de sus padres, sino de un mundo entero, un mundo especial que alguna vez tuvo la fortuna de conocer.
Ella es Chihiro Ogino.
La misma que, siendo una niña, se enfrentó a la bruja de la casa de los baños, exigiéndole empleo; que se ganó la simpatía de todos los trabajadores e incluso logró, con su valentía, salvar al mismísimo Sin cara y en especial, ganarse la amistad de un chico muy singular.
¿Amistad? ¿En serio quedó todo encerrado en ese término?
De cualquier manera, ella ya no puede recordar ahora nada de su épico viaje.
Han pasado 6 años desde aquel "pequeño incidente en el túnel", o al menos como sus padres lo solían llamar; Chihiro ahora tenía 16, ya había crecido. Acerca de ese asunto, sólo podía acordarse de un misterioso túnel, con una pequeña estatua igual de tenebrosa a la entrada de éste. Prefería no recordarlo, pues por alguna razón se sentía vacía y con una extraña sensación de que había olvidado algo muy importante.
Otra cosa que recordaba era que su liga con la que se recogía el cabello había cambiado, pues le daba la impresión de que lo habían hecho manualmente, además de que ahora era de un color violeta brillante. Lo más extraño era que, al quitársela, sentía de pronto mucha inquietud y sólo se mantenía tranquila si la llevaba atada a su cabello.
Al menos llevaba una vida normal, asistía al colegio y tenía muchos amigos, pero aún así sentía que ella misma estaba esperando algo.
Pero, ¿qué era?
Mientras tanto, en una montaña se encontraba un joven de cabellera castaña y ojos verdes practicando lo que parecía ser magia.
Estaba hojeando diversos libros y leyendo atentamente lo que decían unos viejos pergaminos.
— ¡Aja! — Exclamó con entusiasmo el chico, tomando uno de los pergaminos — ¡Lo encontré!, al fin podré regresar... — Hizo una pausa en su emoción, para mirar al horizonte — Y al fin... cumplir con mi promesa.
Puso manos a la obra, se dirigió hacia la entrada del túnel y, en cuanto llegó, comenzó a recitar en voz alta lo que aquel antiguo papel tenía escrito.
La alarma sonó de manera estridente, despertando a Chihiro.
Ya eran las 11:00 Am, debía levantarse e ir a la librería para devolver un ejemplar que había pedido prestado un par de días atrás para una tarea de la escuela.
Por suerte, era sábado. Seguramente tendría algo entretenido que hacer el resto del día, algo mucho más interesante que ir a la biblioteca.
Se levantó con algo de dificultad y se arregló para salir. Se puso una ropa casual y se amarró el cabello. Bajó a la cocina y, después de decirle a su madre que saldría, salió por la puerta de atrás. Caminó por la acera, observando atentamente a la gente que pasaba. Sentía que algo muy especial estaba a punto de suceder, y buscaba con la mirada lo que probablemente la estaba llamando.
Llegó a la librería sin darse cuenta, entró y rápidamente devolvió el libro. Al salir, se quedó parada pensando en si debía volver a casa tan temprano. De nuevo tenía la sensación de que alguien la esperaba, sólo... tendría que buscarlo.
Con ese pensamiento bien incrustado en la mente fue a tratar de perder el tiempo recorriendo las calles y los locales de la ciudad donde vivía. Después de un largo rato de andar deambulando, y visitando lugares de los que ni ella misma sabía de su existencia, se rindió y decidió volver a casa. Su madre la estaría esperando, pues sólo le había dicho que saldría a la librería y ya habían pasado más de 5 horas; seguramente se lo reprocharía al llegar.
Aunque no era demasiado tarde, ya no había más por hacer. Viajó de regreso en subterráneo para tardarse menos, pero algo pasó.
Uno de los pasajeros del tren le resultaba un tanto familiar. Era un chico que parecía ser un par de años mayor que ella. No lo reconocía en ninguno de sus recuerdos, pero sabía que lo había visto antes.
Iba parado a pesar de que habían asientos disponibles. Parecía también buscar algo con la mirada. Ella clavó sus ojos en él de manera discreta durante casi todo el trayecto, y no fue hasta la penúltima estación cuando él y ella cruzaron miradas.
Él sonrió. Ella se sorprendió. Y así se quedaron por unos segundos que parecieron ser una eternidad.
Hasta que ella tuvo que bajarse del tren.
El misterioso chico la siguió por todo el camino, pero a unas cuadras de llegar a su casa, Chihiro pasó por el parque para verificar de que aquel extraño la estaba siguiendo.
Y su deducción fue correcta. Entró al parque después de ella y la persiguió hasta que la castaña se detuvo en la cima de una pequeña colina, con un gran árbol en su centro.
— ¡Oye!, ¿¡Qué te sucede!?, ¿¡Por qué me persigues!? — Exclamó por fin, encarando al supuesto "acosador" — ¿¡Qué es lo que quieres conmigo!?
El chico la miró sorprendida.
— ¿D-de qué hablas?... ¿No me recuerdas? — Preguntó él, algo confundido.
— Claro, te recuerdo como el chico acosador que acabo de conocer en el tren — Dijo sarcásticamente, cruzándose de brazos — Aún no me respondes, ¿Qué quieres conmigo?, ¿Por qué me estás siguiendo? — Preguntó con desesperación.
— Entonces... Supongo que no me recuerdas Chihiro.
Ella cambió su expresión de ira por una más seria — ¿Cómo... cómo sabes mi nombre?.
— Porque te conozco, de hecho, te conozco desde que eras muy pequeña — Lo que dijo sólo comenzó a asustar a la chica — Lo suponía... — Se puso a pensar — Al cruzar de un mundo a otro perdiste tus recuerdos, es por eso que no tienes ni idea de quién soy.
Chihiro no solía sacar conclusiones apresuradas, pero estaba totalmente segura de que el tipo que tenía enfrente no estaba bien de la cabeza. El miedo comenzaba a apoderarse de ella y retrocedió lentamente, pero antes de que pudiera estar lo suficientemente lejos, el desconocido la tomó de los hombros y la acercó a él.
— Creo... que ya recuerdo cómo solucionar esto — Dijo el chico mientras sonreía.
Se adelantó antes de que la castaña pudiera protestar. La besó, de manera dulce y tierna durante un pequeño rato. Ella, sorprendida, le correspondió.
En cuanto se separaron, todo volvió a su mente. Recordó de pies a cabeza toda la historia de su épica aventura; recordó a Lin, a Kamaji, al Sin Cara, e incluso a Yubaba y Zeniba. Pero sobretodo recordó a Haku, aquel chico que la había ayudado y que ahora tenía frente a ella.
— Haku — Dijo ella al borde de las lágrimas — Tú... volviste.
— Claro. Después de todo, te lo había prometido.
— ¡Haku! — Exclamó alegremente mientras se lanzaba hacia él.
Chihiro había olvidado todo el asunto de la casa de los baños y a todos sus amigos, pero Haku nunca la olvidó y por muchos años trató de hallar la manera de poder cumplir con su promesa, y así estar para siempre con ella. Ahora, lo había logrado.
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