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-¿Haneúl, sabe jugar ajedrez?- me preguntó el niño.
-¿Ah?- me di cuenta de que me hablaba a mí.- pues... un poco.
Me sorprendió, el hecho de sepa pronunciar la palabra "ajedrez" era impresionante.
-¿Quiere jugar?- me propuso con una sonrisa.
-Claro que sí.- respondí, mientras me sentaba a su lado.
Pasó un buen rato, y al fin llegué a sentir que estaba ganando, a pesar de no ser buena en ese juego de mesa.
-¡Bien! jacke mate, Gael.- alcé un poco mi voz, ya que me caí en cuenta de que hice una de mis mejores jugadas en el ajedrez.
-¡No!- el niño analizó el tablero.- no puedo; ganas tú, Haneúl.- hizo un pequeño puchero.
-¿Sabes qué es lo mejor que puedes hacer a parte de ganar? perder de buena manera.- le aconsejé, mientras acariciaba su cabello.- en la vida se gana y se pierde, y eso está bien.
Él me miró con una sonrisa y me respondió con un asentimiento de cabeza.
-La próxima vez, ganaré yo.-  afirmó.
-Que gane el mejor.- respondí, mientras chocábamos las palmas de nuestras manos.
-Oh, Haneúl, ya es algo tarde.- MiSuk regresó a la sala.- no quisiera que te suceda algo malo, creo que es hora de que te vayas.- se acercó a mí.
-Sí, tienes razón.- le contesté, mientras me levantaba de la mesa y revisaba mi celular.- ¡son las diez y media!- me sorprendí a más no poder.
Agarré mis cosas y me despedí lo más rápido que pude.
-Hasta pronto, Haneúl.- Gael movía su manito en señal de despedida.
-Hasta pronto, lindo Gael.- le sonreí, mientras revolvía un poco su cabello.
MiSuk y yo nos dimos un abrazo y me dirigí hacia mi automóvil.
Algunos minutos después, llegué a mi hogar y entré con ayuda de la llave que ya tenía en manos.
-¿Adrián?- fue lo primero que dije al ingresar.- ¿estás despierto?
-No, verás... estoy hablando mientras duermo.- Adrián apareció frente a mí, sorprendiéndome.
-¡Me asustaste!- le di un pequeño golpe en el brazo.
-Te estaba esperando.- me explicó.
-Lo supuse.- le respondí, mientras me sentaba en el mueble más cercano.- estoy muy cansada.- comenté, mientras me recostaba en el lugar.
-Fue un día agotador ¿no?
-Sí, definitivamente.
-¿Conociste al niño?
-Sí, y ¡wow! Es demasiado inteligente, no sé cómo logra ser así.- expresé.
-De seguro MiSuk le ayuda en eso.
-Eso esta claro.- contesté.
-¿Qué hiciste allá?- preguntó, mientras se sentaba a mi lado.
-Pues... jugué ajedrez con Gael, y MiSuk me dio un tour por toda su casa.
-¿Es tan grande?
-Demasiado; por eso me quedé en la sala... sino, estaba segura de que me iba a perder.- me reí, a lo que Adrián me respondió con el mismo gesto.
-¿Vamos a dormir?
-Sí, hagamos eso.
Nos levantamos al mismo tiempo y nos dirigimos a nuestra respectiva habitación.
-Buenas noches, Haneúl.
-Buenas noches, Adrián.
Al llegar al lugar, lo primero que hice fue sacarme los zapatos y tirarme a mi cama. Estaba demasiado cansada como para ponerme ropa para dormir. Casi me duermo.
-¡La alarma!- me levanté, haciendo un gesto de horror.- por poco y me olvido...- me tranquilicé, para luego colocarla en mi reloj y regresar a mi cama.
Me levanté temprano, gracias al hecho de que me acordé del detalle que aún no acostumbraba a hacer. Me dirigí a la habitación de Adrián.
-¡Hey! levántate, el día ya amaneció, el sol regresó y la luna ya se metió.- reí, mientras me tiraba encima de su cuerpo y comenzaba a moverme con brusquedad para despertarlo.
-¿Qué horas son?
-Las ocho de la mañana.- le respondí.
-¡¿Qué?!- se levantó instantáneamente.- ¡es muy tarde!
Comencé a carcajear por su reacción.
-¡Claro que no, tonto!- le respondí, ya que me veía con mirada confundida.- son las seis.
-¡Ay, no te pases!- me golpeó levemente con ayuda de una almohada.
-Eso dolió.- le respondí, mientras imitaba su acción.
-Pues, te lo tienes merecido.- se volvió acostar.- levántame a las siete.
Refunfuñé.
-Podemos hacer muchas cosas en la mañana.- lo moví un poco.
-Hazlas tú.- se dio la vuelta.
Volví a refunfuñar, para luego levantarme y regresar a mi habitación.
-Él es lo pierde.- me dije a mí misma.
Vi la mini librería que tenía en ese lugar, y tomé uno de aquellos libros.
"Una Vida Para Sarah" desde que lo vi me causó gran impresión, así que comencé a leerla.
Pasó una hora, y cerré el libro para ir a despertar a Adrián.
-¡Son las siete de la mañana! y esta vez no es broma.- le dije, ya no hice más porque también tenía que apurarme.
Volví al mismo lugar y comencé a arreglarme para ir a la universidad. Luego de media hora ya estaba lista.
-¿Y bien?- entré a su habitación y lo encontré colocándose sus zapatos.
-Solo me falta esto.- al terminar, se levantó del sitio.- ¿iré contigo?
-Claro, ¿para qué vas a gastar en pasajes si yo tengo carro?- le hablé con todo divertido.
-Cuando estoy yo, yo manejo.- corrió y se colocó rápidamente en el asiento del piloto.
Sonreí; para luego ir a colocarme al lado de él, en el lugar del copiloto.
-¿Ya te sientes mejor?- le pregunté.
-Claro que sí, un día de descanso es más que suficiente para mí ¿sabes?- dijo, sin dejar de mirar hacia adelante.
-Sí, lo sé.- sonreí, para luego sacar mi celular y comenzar a ver mis notificaciones.- quiero crearme un canal de youtube.- le comenté.
-Espera... ¿en verdad?- me miró, con gran asombro.
-Sí, en verdad.
-Vaya, eso sería espectacular.- sonrió, mientras volvía su mirada hacia donde estaba anteriormente.
-Lo sé.- pensé un poco.- podría ser.
-Sí, es una idea genial.- afirmó.
Sonreí, para luego comenzar a revisar en mi celular qué cosas necesitaría para hacerlo.
-No podré vivir con el dinero de mis padres por mucho tiempo.- reflexioné, en voz alta.- y no tengo mucho tiempo como para trabajar medio tiempo en algún lugar; sin embargo, tomaría el hacer vídeos como un pasatiempo y a la misma vez, ganar dinero.
-Vaya, que sí piensas demasiado.- Adrián se rió.- eres muy extrovertida, eres linda y tienes varios talentos.- comenzó a mencionar.- por lo que creo que sí podría funcionar.
-Gracias.- sonreí con emoción.- ¡Adrián! Nos pasamos de la universidad.- lo miré, con ojos desconcertados.
-Estamos hablando tan bonito... no quería interrumpirte.- se rió.
-Gracias, otra vez, pero ya vayamos a la universidad.- me reí.
-Como la dama desee.- al terminar de decir eso, dio la vuelta y comenzó a dirigirse a lo que debió ser nuestra parada.
-Tengo algo que... creo que debo decirte.- noté a Adrián algo desanimado.
-¿Qué es?- lo miré curiosa.- no me preocupes.
-No... no, no quiero hacerlo.- quería que me mirara, pero no lo hacía.- hoy en la noche, cuando estemos en tu departamento.
-De acuerdo...- suspiré, pensando en lo que había pasado.

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