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Un nuevo día, una nueva oportunidad para hacer que las cosas se presenten lo mejor posible.
- Uhh, qué hora es, qué hora es.- repetí buscando mi celular.- ¡Llegaré tarde, no!
Sí... hacer las cosas lo mejor posible.
Me levanté de mi cama, fui al baño para asearme y me cambié de ropa. En cuando terminé bajé a la cocina a comer algo; sea como sea, yo nunca y por ningún motivo me salto las comidas.
- Uh... algo rápido.- di vueltas por el lugar.- ah ¡sólo coge algo y ya!- me grité a mí misma.
Cogí un yogur natural junto a dos tostadas para desayunar, y una manzana; cogí mi mochila que ya la tenía lista desde la noche anterior y salí de casa no sin antes llevar a la mano mis llaves y mi celular.
- Son las siete y treinta y seis, tengo tiempo.- hice una mueca y subí a mi carro para ir lo más rápido posible al instituto.
Al llegar, estacioné correctamente el vehículo y fui corriendo a clases.
- Señorita Haneúl.- me saludó el de seguridad.
- Buen día, señor Jones.- saludé amablemente, a lo que él me sonrió.
Terminé por ingresar al salón de la primera hora, pero no había ningún maestro dentro del lugar.
- ¿Qué hora es?- pregunté para mí y vi la hora en mi reloj, las 7:56.- tres minutos antes de clase, ¿y no está la profesora?- estaba confundida.
- Oh, Haneúl; llegaste.- se acercó una compañera.
- Sí... disculpa, ¿no tenemos clase?
- La maestra tuvo un contratiempo, parece que sí.
- Qué suerte.- suspiré y me senté en mi pupitre.
- ¡Hannie!- se me acercó mi mejor amigo.
- Adrián, ¿cómo estás?- lo abracé.
- Algo cansado, pero bien.- sonrió separandose.- ¿y tú?
- Igual, me desperté muy tarde, gracias al cielo la maestra aún no llega.
- ¿Ya aprendiste la nueva coreografía?
- Estoy en eso.
- Ojalá.- se burló.- Haneúl, lo siento, tengo que ir a estudiar una presentación que me dejaron a cargo.
- Oh, anda a estudiar. Suerte.- saqué mi celular cuando él se fue, me puse los audífonos y escuché música mientras creaba letras de canciones.
Luego de un rato, llegó la maestra.
- Buenos días, estimados estudiantes; lamento la demora.- dejó su bolso en su mesa.
- Buenos días.- todos nos levantamos de nuestros asientos y hablamos en unísono.
Luego de un rato, la clase concluyó de lo más normal, nada nuevo.
- Haneúl.- me llamó mi mejor amigo.
- ¿Sí?- lo miré.
- ¿Y si en el receso practicamos la coreografía?
- Trato, no tenía algo qué hacer de igual manera.
- ¿Qué hiciste ayer?- me preguntó.
- Oh, pues, realmente al regresar a casa tomé un té y me fui a dormir.- dije recordando lo cansada que me encontraba en ese entonces.
- Es comprensible, ayer terminamos nuestras clases demasiado tarde; pero yo tuve ganas de bailar, así que eso hice el resto de la noche. Ayer fue un día agotador.
- Sí, pero logramos lo que quisimos ¿no? Una muy buena nota va directo a nuestro promedio.
- Exacto, y no me arrepiento.- reí.
Antes de que Adrián pudiera seguir la conversación, llegó la profesora que nos tocaba esa hora, por lo que se fue corriendo a sentarse en su sitio.
Y otra aburrida clase volvió a terminar sin, otra vez, nada nuevo.
- ¿Sabes? Tenemos que hacer algo, si no, me moriré de aburrimiento.- le dije a Adrián.
- Uhm, ¿cómo qué?- respondió.
- ¿Preguntas?
- Siempre jugamos a eso, de todos modos, creo que ya sabemos absolutamente todo de los dos.
Hice una mueca, era verdad. Saqué mi celular y coloqué la primera canción de recomendados.
- Ey, Haneúl, ¿qué haces?- preguntó aterrado Adrián.
- Shh, tú tranquilo, yo sé lo que hago.- le quiñé el ojo.
Me levanté de mi pupitre y comencé a improvisar pasos de baile. Le extendí mi brazo a mi mejor amigo para que me acompañe.
- ¡Esa es mi mejor amiga, y no la comparto!- gritó Adrián, a lo que todos reímos junto a él.
Llamé a los demás de mis compañeros y la mayoría comenzamos a bailar y cantar como si la próxima clase no estuviera a tan solo minutos de empezar.
- Por cierto, me encanta cómo limitan el desorden.- dije por último y me senté.
Guardé mi celular y todos volvimos a nuestro lugar. Aún se podían escuchar las risas de los demás.
- Se supone que ya no deberías sorprenderme.- dijo mi mejor amigo.- pero lo sigues haciendo.
- Tengo mucho qué mostrar, chico.- fingí sensualidad, aunque no me duró.- mentira, ni siquiera sé cómo hice eso.- reímos un poco más.
Y gracias a eso, al llegar la maestra ya todos estábamos más relajados y atentos. Genial ¡salvé el mundo, mamá!
Y así pasó la mañana, ya no tan aburrida como estaba prevista.
- Ya es receso ¿vamos a practicar, Hannie?
- Sí, espera que arreglo mis cosas.- después de hacerlo, lo miré.- ahora sí, ¿qué debemos bailar?
- La coreografía que estuvimos creando ayer.
- Genial.- cogí mi manzana, me levanté de mi asiento y salí del salón junto a Adrián.
- Me sorprende cómo te cuidas tanto, aquí venden hamburguesas y a uno se le antoja demasiado.
- Eh.- me quedé por un momento sin saber que responder.- sufrí de sobrepeso cuando era pequeña, luego hice una dieta que me llevó a la anorexia. Tranquilo, ya lo he superado... pero sigo prefiriendo una manzana a una hamburguesa, aunque deberías saber que cuando como chatarra no me limito.- intenté romper la tensión que se había formado.
- Definitivamente eres la mejor de las guerreras, porque actúas como si nunca hubieses sufrido.- dijo Adrián.
Me sentí tan querida con esas palabras. Sonreí un poco.
- Debieron haber sido tiempos muy difíciles.- continuó.
- Lo fueron. Tal vez, estés disgustado por no habértelo dicho antes; pero no me gusta recordar... esa debilidad que tuve. Ni siquiera puedes imaginarte todo lo que ocurrió pero trato de seguir adelante. Porque... de eso se trata, ¿no? - posé mi mano en mi nuca sobándola levemente.
Él me abrazó.
- Tienes miedo a recaer.
- Por el cielo, todavía no puedo creer cómo puedes leerme la mirada tan bien.- lo abracé con más fuerza.
- Te prometo que yo me aseguraré que seas la chica más saludable de este mundo.- habló con firmeza en sus palabras.
- Vale.- sonreí.- y con sólo estar contigo soy la más feliz. Hablando de comida... eh, ¿vamos al cine y a comer este fin de semana?
- Sí, definitivamente me encantaría.
- Que así sea, chico bonito.- respondí riendo.
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