Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 7 "Algo de los dos"


La habitación de paredes grisáceas y cortinas verde oscuro lo recibía con una fría familiaridad. Había dormido aquí todos los días de su vida hasta los once años, cuando la carta de Howgarts llegó y su nueva vida en el castillo empezó.

Draco intentó evocar lindos recuerdos de su tiempo en la Mansión Malfoy, y no mentiría diciendo que no tenía buenas memorias. Había sido el único hijo de sus padres, y tener los apellidos Malfoy Black incluía una serie de malcriadeces consentidas que él había disfrutado. También habían arruinado del todo su personalidad.

Narcissa había cuidado a Draco con amor y lo había consentido en todo porque era su pequeño dragón furioso. Lucius había cedido a cada capricho solo por demostrar que un Malfoy siempre tendría lo mejor. Draco había sentido el amor de su madre hacía él y, a su manera, creía que su padre también lo amaba. Pero era ese punto de incertidumbre lo que no quería que sintiera su hijo respecto a él.

—Dragón —llamó Narcissa desde fuera de la habitación.

—Adelante, madre —Draco mantuvo las manos en sus bolsillos y relajó los hombros cuando Narcissa se unió a él, cerrando la puerta a sus espaldas—. No tienes que pedir permiso, ¿sabes? Esta es tú casa y yo ya no vivo aquí.

—Esta siempre será tu casa también, Draco. La Mansión Malfoy es tuya por herencia. Y esta es tu habitación, sería una falta absoluta de respeto de mi parte entrar sin tu permiso —expresó Narcissa, con esa sutil firmeza que no dejaba apertura para discusiones. Draco sonrió—. ¿Pensando en el bebé?

—Sí, o bueno, no exactamente —Draco frunció el ceño, sus músculos perdiendo la dolorosa tensión cuando su madre se sujetó a su brazo y ambos giraron para observar la habitación—. Estaba pensando en todos los cambios que se le hicieron a la habitación desde que la recuerdo.

—Cuando eras pequeño estaba llena de adornos flotantes de seres marinos que habitan en el fondo del Lago Negro de Howgarts —comentó Narcissa con una sonrisa melancólica, acariciando el brazo de Draco—. A veces me pregunto si no habremos impuesto la personalidad Slytherin en ti sin dejarte opción.

—No, madre; soy un Slytherin, de eso no hay discusión —rebatió Draco con una risa queda. Amaba a su madre tanto como esperaba que su hijo lo amase a él—. Tengo miedo, madre. No quiero repetir los errores de mi padre.

—Los errores de tu padre no fueron solo suyos, yo también fallé —corrigió Narcissa de forma apagada—. Sé que no fui tan severa como él, pero en mi falta de actuar y sumisión, permití todo el daño que se te hizo. Pero sé que Harry y tú no cometerán esos errores. Tendrán los suyos propios, porque ser padre no es fácil, pero no serán los nuestros.

—Quería agradecerte, madre —susurró Draco, sacando sus manos de los bolsillos y envolviendo las delicadas manos de Narcissa entre las suyas—. Me protegiste y defendiste durante la guerra, y me has apoyado sin vacilación después de esta. Has aceptado mi relación con Harry con una naturalidad pasmosa y me has hecho sentir seguro de lo que estoy haciendo.

—Oh, Draco, mi querido dragón —dijo Narcissa, su voz desgarrándose ante la intensidad del momento—. He sabido de tu obsesión por Harry Potter desde siempre. Tu padre pudo ser ciego, pero yo te veía. Sé que nada ahora enmienda los errores del pasado, pero no permitiré que sientas que no puedes contar conmigo de nuevo, o que te juzgaré de ninguna forma. Estoy muy feliz por ti… por ustedes.

No hubo lágrimas, porque los Malfoy no lloraban en momentos emotivos y eso estaba profundamente grabado en ellos. Aun así, Draco abrazó a su madre con fuerza, envolviéndola entre sus brazos como si fuera una figura de cristal delicado que podría romperse.

Narcissa se aferró a su hijo con fiereza, apretando sus cuerpos juntos y casi asfixiándolo. Una sonrisa despejó la tristeza plasmada en su rostro cuando sintió a Draco devolverle el abrazo con igual fuerza, enterrando su rostro en su cuello como si ella no fuera demasiado pequeña a su lado. Su dragón había crecido mucho.

—Madre —susurró Draco, con su rostro oculto detrás del plateado cabello en el cual ya no se diferenciaban las canas del rubio de su juventud—. Hay algo que he de pedirte.

Harry estaba cocinando. ¿Por qué? Porque estaba aburrido y cocinar le gustaba. Era algo que sabía hacer bien y no lo abrumaba como las demás tareas del hogar. Probablemente tuviera que ver con su traumática infancia, pero había un placer en cocinar todo lo que quisiera y poder comerlo. No vivir de las sobras.

—Amo Potter, el Amo Malfoy me ordenó que yo hiciera las labores de la casa —regañó Kreacher por quinta vez en la última hora.

—Ya te dije que no. Yo también soy tu amo y yo te ordeno que vayas a ocuparte en otra cosa —respondió Harry en el mismo tono cansino que había usado desde el principio.

—Estos amos irresponsables. Voy a decepcionar al Amo Malfoy. Debí de permanecer lejos. Absurdo. Estúpido.

Harry sonrió escuchando al elfo alejarse maldiciendo y quejándose. Se había acostumbrado a su presencia en la casa y que Draco también viviera allí, siendo hijo de Narcissa Black, parecía haber transformado la actitud del elfo. Seguía siendo insufrible y bocón, pero de forma más liviana. Además, Harry agradecía la ayuda.

El ambiente dentro de la casa cambió por un instante y Harry sintió la magia tan familiar contra su cuerpo. Draco estaba en casa. Limpiándose las manos para no tocar al rubio con restos de comida, pues sabía que entonces tendría que escucharlo quejarse por media hora, Harry dejó todo apagado y refrescándose en la cocina antes de dirigirse a la habitación.

—Bienvenido a casa —saludó Harry, viendo a Draco parado frente al armario, sacando una muda de ropa de Harry—. ¿Qué haces? —preguntó, acercándose a este para aceptar el abrazo refrescante de Draco.

—Quiero llevarte conmigo a un sitio y si dejo que escojas la ropa, probablemente irás con ese pijama —explicó Draco, ampliando su sonrisa cuando Harry frunció el ceño e hizo un puchero.

—Mi pijama es cómodo —protestó Harry, sonriendo al sentir en su pecho el retumbar de una risa suave.

—Lo sé, pero luego estarás muy consciente de tu ropa y te quejarás.

—¿A dónde vamos? —preguntó Harry, soltándose del abrazo para tomar la ropa apartada.

—Es una sorpresa —respondió Draco, con aquella característica sonrisa serpentina que auguraba una trampa. Harry se erizó—. ¿Asustado, Potter?

—Ya quisieras.

Harry aceptó la mano de Draco, sonriente. La sensación de succión e ingravidez duró apenas unos segundos y, luego, Harry sintió el suelo firme. Aun sujetándose de Draco, Harry tardó unos instantes en pasar la sensación de nauseas que lo atacó y culpó al embarazo por su debilidad. Cuando abrió los ojos, solo pudo mirar en derredor, asombrado.

—No se puede aparecer en Howgarts —comentó Harry, sin poder creer que estaban en la Torre de Astronomía del castillo, con el sol cayendo en el horizonte y las estrellas destellando en el cielo que se oscurecía.

—Digamos que la posición de padre de tu hijo me consiguió algunos beneficios con la nueva directora —explicó Draco con una expresión traviesa, sus dedos entrelazados a los de Harry y tirando de este hacia el barandal.

—No sabía que la Directora McGonagall se había vuelto tan blanda —bromeó Harry, apoyando la espalda en la baranda y sonriendo mientras Draco encerraba su cuerpo con sus brazos.

—Te volviste un punto suave para ella después de la guerra, Potter, no finjas no saber.

Harry sonrió triunfante, sus dedos enredándose en los mechones perfectos que reposaban sobre la nuca de Malfoy y acercando sus rostros. Había algo infantil y pícaro en besarse en el balcón de la Torre de Astronomía, sus labios moviéndose en tándem con una suavidad impropia de ellos y sonrisas partiendo sus besos, acompañadas de pequeñas risitas que les hacían sentir ser adolescentes de nuevo.

¿Qué tan diferente habría sido su tiempo en Howgarts si hubieran estado haciendo esto?

—Supongo que no me trajiste aquí solo para observar el atardecer, ¿no es así, Malfoy? —cuestionó Harry, divirtiéndose con la expresión entre frustrada y bromista de Draco.

—No, no lo hice —admitió Draco, su rostro mutando a una forma más relajada mientras la tensión se elevaba de su cuerpo.

Harry podía sentir la forma en que Draco contraía los músculos de sus brazos, sus manos apretando la baranda hasta que sus nudillos se pusieron blancos y el nerviosismo palpable que empezaba a preocupar a Harry. En total contradicción, las luces gryffindorescas del cielo al atardecer destellaban en el acero de su mirada, que detonaba una adoración asfixiante, sobrecogiendo a Harry.

—Potter, no sé si alguna vez, mirando ese mapa acosador tuyo, estabas despierto buscando mi nombre y me encontraste aquí. Quiero pensar que, de haber venido con tu capa de invisibilidad, te habría sentido; pero no estoy seguro de eso. Estaba en un lugar tan oscuro cuando empecé a refugiarme lejos de las mazmorras de Slytherin, que no hubiese notado nada en medio de mi constante paranoia.

Harry guardó silencio, un nudo seco creciendo en su garganta ante el dolor de Draco. Él lo había visto y, en lugar de ayudarlo, lo había condenado. ¿Habría sido todo diferente si no lo hubiera atacado? ¿Si lo hubiera ayudado? Harry no podía afirmarlo con certeza.

—Lo que te puedo asegurar es que todas esas noches que pasé aquí, pensé en ti —confesó Draco en un suspiro—. En medio de mi soberbia y, posterior a eso, mi miedo y desesperación, siempre pensé en ti. A veces te maldecía, otras te observaba correteando feliz con tus irritantes amigos; lo que hoy sé que eran celos se convirtieron rápido en mi constante compañero; pero, en su mayoría, pensaba en cómo se sentiría estar cerca de ti.

Habían lágrimas en sus ojos ahora, sus manos temblaban sobre las solapas perfectamente planchadas y su peso descansaba en el barandal. Harry no emitió ni un sonido, totalmente embelesado con las palabras de Draco.

—Imaginé todas las posibilidades si hubiéramos sigo amigos. Cuando Voldemort apareció, agradecí que no fuera así. Sabía que nunca hubiese podido elegir entre mi familia y tú. Eso me hubiera matado.

Draco suspiró, el peso de todos esos años cayendo de sus hombros en un estruendoso silencio. Sus manos relajaron su agarre y, con una elegancia innata, envolvió con sus dedos las manos temblorosas de Harry.

—Hoy ya no tengo que elegir —afirmó, impostado, sonriendo con veneración pura—. No puedo reescribir el pasado, pero mi presente es maravilloso y estoy seguro que mi futuro también. Tú eres mi familia, por eso quería traerte aquí, donde tantas noches me desvelé refugiándome en pensamientos solo tuyos.

Harry rompió en un sollozo cuando Draco soltó una de sus manos, buscando algo en su bolsillo y sacando dentro un pañuelo rojo sangre con bordados dorados. En su mano refinada yacía, sobre la delicada tela, un anillo en cuyo aro se torcía el oro como raíces de un árbol y envolvía un conjunto de diamantes, hasta encerrar en forma de dientes una gema hexagonal de diferentes matices de verde entremezclados.

—No necesito que te cases conmigo, ni has de tomar mi apellido —reafirmó Draco, asegurándose de dejarle saber a Harry que estaba cómodo con ir a su paso—. Pero me gustaría que tuvieras esto. Mi padre lo creó para mi madre. Tiene un hechizo que lo transforma en la mejor expresión de la unión de ambos amantes. Si verdaderamente se aman. Y yo te amo, Potter.

Harry nunca había sido de muchas palabras. Podía ser sarcástico la mayoría de las veces, brutalmente honesto o sincero hasta el límite del descaro; pero expresar sus verdaderos sentimientos a través de extravagantes oraciones no era algo en lo que fuera bueno. Era excelente entrando en acción, eso sí, porque su mente no controlaba ni tenía filtro y él solo se dejaba llevar. Así que eso fue lo que hizo.

Sus manos temblorosas acunaron las de Draco y permitió en silencio que aquel anillo se alojase en su dedo anular izquierdo. Una promesa, una realidad. El mundo podría haber implosionado en ese mismo instante, para Harry no existía nadie más que Draco y su universo mismo se reducía a él. No, se magnificaba.

El león rugió en sus adentros y sus manos temblorosas se aferraron a las solapas de Draco, atrayendo al Slytherin hacia él con una desesperación que rasgaba lo desquiciado. Su espalda se arqueó contra el borde del barandal cuando sus labios se unieron en movimientos hambrientos, sonidos húmedos que crecían con sus voraces movimientos.

Draco enterró sus dedos en la espalda de Harry, pegándolo tanto a él que casi parecían fundirse. En el horizonte el sol se ocultó del todo y el rojo del cielo desapareció, dejando un azul profundo bañado en estrellas. En la Torre de Astronomía, Harry jadeaba sobre los labios de Draco y tiraba de su cabello hasta que un latigazo de dolor quemó en el rubio.

El gruñido gutural de Draco al romper el beso le hizo saber a Harry que había logrado su objetivo. Las manos de Draco descendieron en un arrastre férreo, apretando sobre los muslos de Harry y cargándolo. Sus piernas se envolvieron alrededor de las caderas de Draco y sus brazos rodearon su cuello, su lengua recreándose en la humedad de la boca contraria con la facilidad de la nueva posición.

Un último pensamiento coherente pasó por la mente de Draco, que se derretía en el calor de Harry, y se aferró a su cuerpo para mantenerlo sujeto mientras daba pasos hacia atrás. Era de noche, pero aquello seguía siendo un colegio y, si sus días de escuela eran algo por lo que guiarse, no había seguridad de que los estudiantes cumplieran el toque de queda.

Harry sintió la dureza de la madera en sus nalgas cuando Draco lo sentó sobre el escritorio más cercano. Sus manos separaron ansiosamente las solapas del blazer negro y lo deslizaron fuera de los firmes hombros de Draco, tirando la cara prenda al suelo. Desabotonando la camisa, Harry sintió a Draco sacar su varita del bolsillo de su pantalón y murmurar sobre sus labios sin romper del todo el beso un encantamiento Fermaportus y Muffliato.

Una risa cómplice interrumpió el beso por parte de Harry, cortándose abruptamente ante un jadeo cuando Draco tiró de su cuerpo más cerca contra el suyo, sus endurecidos miembros todavía contenidos friccionándose entre sí. Harry dejó su cabeza caer hacia atrás, sus manos deleitándose en la fría piel de Draco, recorriendo el camino sobre su abdomen que ya conocía de memoria y embebido en los músculos definidos en el marco de aquella esbelta y delgada figura escondida por una camisa abierta.

La varita de Draco quedó olvidada a un lado del escritorio, y sus movimientos ya incoherentes lucharon por retirar la ropa de Harry, logrando lanzar a cualquier parte la jodida chaqueta que no hacía más que molestar. Sus labios crearon un camino de fríos besos húmedos que erizaron la piel de Harry ante su toque, recorriendo la extensión de su cuello expuesto y sintiendo su ego henchirse con cada gemido.

El metálico sonido de la hebilla de su cinturón siendo abierta por los dedos de Harry de forma apresurada llevó la mente de Draco al borde. Sus dientes se enterraron en el hueco entre el cuello y el hombro de Harry, y sus oídos fueron bendecidos con el grito agónicamente placentero que resonó en aquella aula.

Rozando el límite de su precario raciocinio, Draco abrió el cierre de los pantalones de Harry, gruñendo de forma casi dolorosa cuando sintió aquellos cálidos dedos envolver su pene. Estaba duro y goteante, latiendo ante el deseo por enterrarse profundo en el interior de Harry. Sabía que no era el único que se caía a pedazos, Harry temblaba con cada caricia y su cuerpo se alejó de forma instintiva para permitirle a Draco bajar sus pantalones y ropa interior.

Molesto por la lentitud, pese a la apurada desesperación de sus actos, Draco soltó una maldición en francés que Harry no conocía y tiró de la bota de Harry sin desatar el nudo flojo que la mantenía cerrada. El aliento se estancó en su pecho ante la etérea imagen delante suyo. No importaba cuántas veces lo tuviera así solo para él, nunca sería suficiente, siempre temblaría y sentiría como su sangre se convertía en lava al ver a Harry expuesto y ansioso, necesitándolo.

La mirada hambrienta de Draco, depredadora incluso, erizó la piel de Harry e hizo que sus caderas de movieran de forma imperceptible, su pene temblando en su caliente rigidez y más líquido preseminal goteando de la punta. Añoraba ser tocado, necesitaba sentir a Draco sobre él, dentro de él, en todas partes.

Su mano apretó con más fuerza el pene de Draco, el líquido blanquecino y espeso ayudando al constante movimiento de sus dedos por la carne dura y haciendo a Harry sentirse poderoso. Nunca se sentía más en control que cuando veía a Draco desmoronarse bajo su toque. No estaba en ellos ser sumisos y el sexo era siempre así, una lucha de voluntades que buscaban fracturarse, solo para sanarse en los brazos del otro.

Draco sonrió de esa forma salvaje que avisaba problemas y llevó sus dedos a la boca de Harry, su mano envolviendo el duro calor del miembro ajeno mientras su propio pene temblaba al sentir la húmeda boca de Harry. Los jadeos escapaban de su boca ya descontrolados con cada giro de la lengua de Harry sobre sus dedos, embadurnándolos en saliva, y con su otra mano empapándose en los fluidos de Harry.

Había algo jodidamente excitante en tenerlo allí, con sus temblorosas piernas abiertas para él y rodeando sus caderas, su goteante miembro envuelto en un llamativo contraste de color contra sus blanquecidos dedos, un hilo de saliva corriendo desde la comisura de aquella boca lasciva hasta su barbilla mientras sus dedos bailaban contra su lengua. Draco apenas podía pensar.

Enterrando sus dientes en los dedos de Draco con una demanda eufórica, Harry sonrió malcriado al ver el negro comerse el gris en los ojos de la serpiente. Draco retiró sus dedos y un hilo de saliva colgó como puente entre los inflamados labios y estos. Una mano de Harry se apoyó contra la madera del espacio que quedaba detrás de él en el escritorio y la otra continuó torturando a Malfoy con movimientos lentos y precisos, convirtiéndose Harry en la viva imagen de la tentación personificada.

Draco dejó escapar un gruñido entre molesto y excitado, y sonrió jadeante al ver a Harry contorsionarse sobre el escritorio en el momento en que dos de sus dedos se hundieron profundamente en él hasta sus nudillos. Era brutal y apresurado. Ambos lo amaban. Harry gritó, porque su voz ya no le pertenecía. Todo se cuerpo se fue hacia atrás y ahora solo yacía allí, abierto para ser tomado mientras Draco golpeaba continuamente su próstata.

La corriente corría bajo su piel con violencia, sentía quemarse desde dentro con cada golpe directo a ese punto de placer que iba combinado con los constantes movimientos de Draco sobre su pene. Su abdomen ligeramente abultado estaba al descubierto con su suéter subido hasta su pecho, su cabello enredado creaba un halo oscuro alrededor de su rostro y sus ojos llorosos se mostraban desenfocados detrás de los espejuelos torcidos. Draco se sintió embriagado.

—Draco, joder… —farfulló Harry, sus nudillos ahora blancos ante la fuerza con la que se aferraba al borde del escritorio.

—Dime lo que quieres, Potter —demandó Draco jadeante, apenas siendo capaz de contenerse más.

—Quiero… ¡Mierda! —Harry mordió su labio inferior, soltándolo tan pronto sintió una presión casi dolorosa en el agarre sobre su miembro—. Te quiero a ti.

—Tendrás que ser más específico, Potter.

Era una broma malvada, pero Draco adoraba ver a Harry perderse. Sus dedos golpearon dos veces más la próstata sensible antes de retirarse del interior de Harry y su húmedo pene se frotó contra el apretado anillo de músculos que se contraía alrededor de la nada, demandando ser llenado. Harry gritó una maldición y se impulsó hacia adelante hasta quedar a milímetros de distancia, sus dedos envolviendo el cuello de Draco tan duro que sintió como el otro dejó de respirar.

—Te quiero en mi culo, Malfoy.

La mente de Draco se quebró. Un gruñido gutural acompañó el grito saciado de Harry cuando Draco se hundió dentro de él en un solo movimiento fluido, hasta que sus caderas chocaron con las nalgas de Harry, no pudiendo ir más adentro. No hubo pausa ni descanso, sus dedos esparcieron manchas purpureas por la piel de Harry en su fiero agarre, mientras Draco embestía brutalmente en su interior.

Harry gritaba, sus dedos retorciendo la camisa de Draco en su espalda, sus piernas cruzadas alrededor de sus caderas que se balanceaban con cada penetración violenta, su otra mano controlando la respiración de Draco y llevándolo al límite. El sudor bañaba sus cuerpos, sus cabellos se pegaban mojados a sus pieles y ambos creaban una sinfonía de gemidos agónicamente placenteros, acompañados del golpe de carne contra carne.

Debajo de su peso, el escritorio temblaba con la amenaza de destrozarse. Afuera de la Torre de Astronomía, la luna se alzaba más alto en el cielo y había calma. Allí, en la burbuja que ellos mismos habían creado, solo había un fuego volcánico que los destrozaba. Cada penetración era tan profunda y lo estiraba tanto que Harry sentía romperse. Era magnífico.

Las paredes de Harry se apretaban alrededor de su endurecido pene como si no quisieran dejarlo ir, contrayéndose salvajemente y haciendo a Draco ver estrellas detrás de sus párpados cerrados. La mano de Harry soltó su camisa y tiró de su cabello, una demanda implícita que Draco no dudo en cumplir. Sus miradas desenfocadas y lujuriosas se encontraron, nubladas por el placer extenuante que los cubría, y el mundo se distorsionó entre temblores.

El éxtasis arrasó con sus consciencias, el calor del semen de Harry golpeando sus abdómenes sudados mientras su culo era llenado en un gruñido animal. Se sentía pleno así: cansado, sudado, jadeante y, sobre todo, lleno de Draco Malfoy. Allí pertenecían, a ese momento enrollados entre sus brazos, unidos como uno solo. Mismas partes de un todo.

***********●●●●●●●●●●●●*************
Opción 1: Un obsequio especial.

Dudo grandemente que esto fuera lo que tenían en mente quienes hicieron el Agosto Mpreg challenge que yo estoy siguiendo, pero soy la misma persona que tiene un libro de historias basadas en las confesiones a medias de la app Mi secreto, así que es de esperar que mi imaginación vaya por su cuenta.

¿Opiniones?

Le dedico este cap a Rya_Angie_964, por siempre comentar para hacerme saber que le gustó el capítulo. 💖

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro