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Capitulo 9- la caída.


La vida siempre cuando va de caída puede subir;

es la ley... Te recuperas y vuelves estar en la cima, pero en mi vida todo era lo contrario...

Iba de caída directo en picada hasta el fondo.

"Cuando las cosas no podían ir bien...

siempre había una forma directa de ir directo a lo peor", esta frase estuvo golpeando mi inocencia mas fuerte de lo que imaginaba-

El día del examen paso sin ningún problema iba a ir de maravilla ya que era una buena nota obvia la que había obtenido, el problema de la beca no seria ningún inconveniente grave por lo que me había confiado y estaba feliz, feliz por todo lo que me pasaba.

- Dereck dijo que irías con él al baile.—Dijo Richard mientras me jalaba de la oreja para molestarme.

- Oye, ¡déjame.!. y yo no iré a ningún baile con él— me queje molesta apartándolo de mi lado.

- ¿ No sabes bailar O no tienes un vestido nuevo ? —Preguntó curioso Richard mientras me daba una banana en las manos ¿y esto que? Pregunté mirándolo extrañada.

—Si no lo has visto lo más nuevo que tengo son mis tenis de hace 3 años menos voy a tener un vestido y no me llama la atención además — contesté mientras le daba un mordisco a La banana, estaba bastante dulce por lo que me sorprendió ¿era importada? Me preguntaba saboreandola.

—¿No te llama la atención Dereck?— Preguntó curioso.

- Yo.. yo..—, respondí tartamudeando sonrojada —, la idea del baile.. solo deja de molestarme, eres igual que tu prima —, contesté molesta mientras me iba corriendo por los pasillos avergonzada, no me di cuenta por donde seguía y me golpeé con alguien en la frente.

- ¿Ey? Así de veloz serás cuando vengas al baile conmigo? —Preguntó réndose Derek . Yo lo mire sonrojada y me aparté hacía atrás.

- Yo te dije que no iré contigo yo me tengo que ir – respondí Trabándome un poco. Estaba nerviosa, demasiado nerviosa por lo que las siguientes clases lo evitaba.

Al otro día de clases cada vez que lo miraba me sonrojaba tanto que mi rostro era mucho más rojo que las manzanas que maduras en la ciudad.

- "Señorita Brown a la dirección"— repetían dos veces en el parlante del colegio, estaba sorprendida y fui corriendo hacia la oficina de la directora.

- Buenos días – dije sonriendo, pero la secretaria me miro con disgustó como si traía la peste negra conmigo.

- Pase adelante —dijo ella con tan solo mirarme una vez y retornando a sus actividades.

Yo entre a la oficina y mire en el lugar, alli estaba Cristina y la profesora Hilda estaba mirando hacia el piso mientras que el subdirector y la directora me miraban como si tenía la peste.

¿había pisado algo que olía mal? Pensé nerviosa tratando de olerme.

- Nos llegaron las pruebas que hiciste trampa. —Dijo la directora.

- ¿Yo? —Pregunté riéndome y volvi a verlos con sus rostros serios.— ¿Qué ocurre? —.

Estaba sorprendida por la situación ya que verlos asi y decirme esa semejante historia, no era algo bueno.

- La señorita de Souza encontró un examen en tu carpeta al salir de clases durante el examen y casualmente se te cayó cuando te paraste para entregar ella lo trajo para acá porque se dio cuenta que eran el mismo examen. Lo que indica que robaste este examen y por eso sacaste puntaje perfecto.— Dijo la directora.

- ¡Yo... yo no robe nada! se lo digo de verdad.—. Reclamé entre lágrimas.

- Las pruebas hablan más que mil palabras, llamaremos a su padre para que venga por usted y estará expulsada por dos meses del colegio, además perderá la beca que tiene por la fundación y peligrara la otra-...— sentenció furiosa la directora.

- Pero si tenemos de clases solamente 1 mes—le susurro en voz baja la señorita Hilda.

- Muy bien. Nos veremos el otro año.— Dijo ella secamente.

- Por favor no llame a mi padre, se lo ruego,yo me puedo ir sola, se lo ruego – le rogaba llorando desesperada.

- Ya tu padre viene en camino —dijo la profesora Hilda yo mire el rostro de cada uno y mire a Cristina, la satisfacción no la podía ocultar sonreía como si no hubiera un mañana.

Del terror yo tenía ganas de vomitar y de llorar, no lo soportaba, no soportaba esta situación y a los 20 minutos llego mi padre que apenas si podía estar de pie.

- Vámonos Oliver. —Ordenó él y yo aguantaba las lágrimas aunque era difícil.

- No soy Oliver, soy yo... Olivia— contesté temerosa haciendo que se enfureciera más por haberle respondido.

—Esta mariquita, vamos te lo dije— ordenó tomándome del brazo y arrastrándome a la salida de la dirección. —Espera afuera y más te vale que no me engañes maldito. — Me gritó él enfrenté de todos y estos desviaron su mirada.

Espere afuera sentada, mientras el Hablaba con la directora y luego salió incluso más furioso que cuando había entrado.

- Ya verás cuando llegues a la casa bastardo —me amenazó mientras me arrastraba del brazo por los pasillos, sentía las miradas curiosas de los niños y los de secundaría que me miraban estaba en el centro del ojo del huracán, yo trataba de aguantar las llagrimas para no pasar tanta vergüenza al salir del edificio de primaria sentía como poco a poco mi niñez era arrancada.

Al llegar a nuestra pequeña casa solo pude sentir el olor del cuero del cinturón y la sangre mezclada en el ambiente, me había mandado a quitar la camisa para golpearme ya que le satisfacía ver mi piel golpeada y sangrando, con temor me quité la camisa con miedo y así vio un pequeño secreto que yo guardaba, los cambios del paso de la niñez a la adolescencia por lo que la golpiza sería aún más grande...

Y mucho más dolorosa y salvaje.

Cuando entro en cuenta que poco a poco me convertiría en adolescente despertó algo en él que sería peor que recibir los golpes con el cinturón.

-Desvístete... esta vez   toda— ordenó arrastrando las palabras por culpa del alcohol. 



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