NIÑERA
〔Sidon no puede decir dónde todo empezó a ir mal, pero sabe exactamente cuándo comenzó todo.〕
Sidon contempló con asombro el sartén caliente, observando como los brazos flexionados de Link salteaban expertamente la comida y con gran facilidad. Por encima de él, escuchó a Minami gritar de emoción, su cola (demasiado larga) golpeando la mejilla de Sidon mientras se movía.
De repente, el príncipe se dio cuenta –sentado al lado del hyliano, quien le enseñaba a cómo cocinar, mientras una pequeña niña Zora decidía trepar y equilibrarse en la parte superior de su gran cabeza– que estaba en problemas.
No podía decir con claridad en qué momento empezó todo..., bueno. Bien, eso era una completa mentira, podía decir exactamente en qué momento todo empezó ir cuesta abajo.
-----------------------
Comenzó poco después de la noche en que se confirmaron sus peores temores. Link y él conversaron con frecuencia durante el resto de su estadía, pero dentro de una semana, se había marchado junto a la princesa Zelda una vez más y Sidon apenas notó la punzada dolorosa en su pecho mientras veía al hyliano marcharse. ¿Estaba ahí? Sí, pero simplemente lo descartó como resultado de despedirse de un amigo cercano.
Sin embargo, el verdadero problema comenzó un mes después, cuando la campana de la tarde sonó desde la torre indicando que los niños y las crías más jóvenes salían al patio. Muchos niños chapoteaban en la fuente, algunos estaban jugando a la pelota (y Sidon se sintió un poco mal porque su saludo hacia Minami la distrajo lo suficiente como para ser golpeada en el costado con la pelota, pero se recuperó rápidamente), otros estaban sentados en silencio esperando a que sus padres los recogieran. Era una escena típica, llena de alegría que ocasionalmente devolvía a Sidon a sus recuerdos de infancia, aunque el príncipe no pudo evitar notar una oleada de jóvenes Zora que parecían terriblemente aterradas. Sintiéndome particularmente entrometido, pero tratando de interpretarlo más como un príncipe preocupado por su gente, se acercó al grupo.
—¿Todo está bien?
—¡Oh, príncipe Sidon! —Todas las mujeres se quedaron sin aliento, medio angustiadas y medio adulando un poco.
—No hay de qué preocuparse, mi príncipe —Una mujer más joven fingió una sonrisa, mirando nerviosamente detrás de ella hacia el patio donde los niños se estaban alejando, dejando a Nami sola con la pelota con la que había estado jugando. La niña miraba a su alrededor confundida.
—¿No deberían haber ya recogido a esa niña? —Sidon preguntó, más preocupado que por crítica, pero aun así se ganó un salto nervioso de todas las mujeres a su lado.
Algunas charlaban sin parar, dos estallaron en una discusión, finalmente fue Laflat quien suspiró y admitió:
—Fue el turno de Kodah y Kayden de cuidar a Minami esta semana, pero se fueron temprano a su luna de miel para evitar las tormentas.
—La cuidé la semana pasada, es el turno de otra persona. —resopló Tempa ferozmente. Eso provocó una sorprendente cantidad de veneno de los demás Zora presentes. Sidon las observó por un momento, terriblemente confundido. Sabía que era mucho el pedirle a la comunidad que ayuden a criar a una niña, pero...
—¿Minami es una carga? —Se encontró preguntado.
—¡Oh, para nada, mi príncipe! —Midra, otra Zora, rio nerviosamente —. Es sólo que..., bueno, es un giro inesperado y... ¡Ya sabe cómo pueden ser los Zora tiburones de niños!
Sidon sabía que Midra no pretendía ofender con sus palabras (o quizás así lo quería, pero no era específicamente para él la ofensa), aun así, no pudo evitar mostrar los dientes un poco frustrado mientras preguntaba a la defensiva:
—¿Qué es lo que quiere decir con eso?
—¡Midra! —Tempa siseó a su lado. —¡No es así como debes hablarle a nuestro príncipe!
—¡Oh! —Midra se cubrió la boca con los ojos muy abiertos. —¡Lo-lo siento mucho, mi príncipe! ¡No quise decir eso! Quiero decir, usted no es nada como-
—¿Nada como qué? —Sidon posicionó sus manos sobre su cadera, tratando de no gruñirle a la mujer. Había pasado tanto tiempo desde que los comentarios de burla habían sido dichos a su alrededor que casi se había olvidado de los susurros ligeramente prejuiciosos entre su propia gente.
Los susurros nunca debieron ser dañinos, de eso no había duda y Sidon lo sabía. Sin embargo, hubo algunas diferencias claves entre Zora de origen tiburón y mamíferos. Las diferencias eran pequeñas, pero aún existían como recuerdos de una época en que su especie casi se dividió en dos. Algunas historias sugirieron qué originalmente habían sido especies separadas que finalmente se unieron cuando se establecieron en el dominio Zora, pero había sido hace tiempo que lo habían dejado de lado como una tradición. Los Zora con apariencia de tiburón habían sido la raza más común durante generaciones, y la mayoría se había convertido en orgullosos soldados y caballeros que servían a una familia real basada en mamíferos.
Pero entonces el padre de Sidon conoció a su madre, la hija feroz proveniente de varias generaciones de guerreros. Era demasiado joven para recordarlo, pero su padre a menudo le contaba sobre tiempos pasados, cuando la reina había sido duramente criticada por su comportamiento. Era demasiado abrasiva, demasiado feroz, demasiado agresiva y demasiado fuerte como para ser una reina efectiva. Ella no era tan gentil como su marido y sus suegros mamíferos. No era como si la gente viera algo malo en ser un Zora tiburón, simplemente no vieron el trono como el lugar para la raza. Sin embargo, los susurros se extinguieron rápidamente una vez que ella y Dorephan fueron coronados y Mipha nació, y la madre de Sidon se ganó el amor y las alabanzas de toda su gente.
Pero cuando Sidon nació, aunque sabía que tenía el amor de su gente, le había llevado bastante tiempo ganarse su respeto. Era temerario, imprudente, terco, todo lo que se esperaba de un niño de origen tiburón, pero ciertamente el comportamiento impropio para un príncipe. Las cosas sólo empeoraron después de la Gran Calamidad; algo en las aguas cambió y la tasa de los zora tiburones que nacieron y sobrevivieron pasado la infancia disminuyó a un ritmo alarmante, y muchos adultos cayeron gravemente enfermos después de regresar de nadar. Cientos de niños crecieron enfermos y conocieron su fin demasiado pronto, hasta que sólo nacieron crías de mamíferos y los únicos Zora tiburones que quedaron eran de la edad de Sidon o mayores.
Y aunque Sidon y los soldados mayores fueron respetados, el estigma contra su raza sólo había aumentado. Había sido un shock cuando Minami nació con su larga cola y dientes afilados, y aunque hubo un gran regocijo por su nacimiento y salud, a Sidon todavía le parecía que ser la única niña tiburón, además de ser la única huérfana, no era una buena combinación para la pobre niña.
—Hm —Sidon se cruzó de brazos en un pensamiento profundo. La mujer había estado conversando nerviosamente, disculpándose profusamente cuando él finalmente los rechazó con una sonrisa paciente —. Oh, todo está bien, gente. Sé lo que intentabas decir y no me ofende.
Las Zora que lo rodeaban suspiraron en alivio, pero contuvieron el aliento cuando el príncipe ofreció de repente:
—Bueno, todos ustedes están haciendo todo lo posible para cuidar de Minami, pero dado que Kodah y Kayden no están aquí, ¿por qué no la cuido por esta semana?
—¡Oh, no, no! ¡Príncipe, no es necesario que usted lo haga!
—No, de verdad, insisto —dijo Sidon, tratando de alejarse del creciente grupo para así llegar a Nami. Laflat fue quien levantó la mano y lo detuvo, dándole una severa mirada.
—¿Sabe siquiera lo básico para criar a un niño? —preguntó indignada. Como secretaria de su familia, profesora y consejera cercana, Sidon nunca fue ignorante de su sabiduría, sin embargo, en este momento, se sentía particularmente terco.
—Oh, está bien —sonrió—. ¡Es una niña independiente, sólo necesita que alguien la cuide durante la semana, es todo!
—Mi príncipe —El rostro de Laflat se torció levemente cuando dijo—: No pretendo ser grosera, pero realmente recomiendo no hacer esto-
Sidon no tenía la intención de ignorar a Laflat por completo, pero la visión de la pequeña Nami sentada junto a la fuente con ojos llorosos lo llevó a empujarla y caminar hacia la niña.
—Buenas tardes, Nami —saludó Sidon, captando su atención mientras se arrodillaba a su lado. —¿Cómo estás?
—Nadie viene por mí —señaló Minami, mirando hacia la entrada. Parpadeó varias veces antes de suspirar—: ¿Crees que mis padres volverán alguna vez?
Frunció el ceño por un momento ante esa pregunta. Reprimiendo cualquier duda, el príncipe extendió la mano y sonrió mientras ofrecía:
—¿Por qué no vienes a casa conmigo esta noche?
La cabeza de Nami se alzó y miró a Sidon con los ojos muy abiertos.
—¿En serio?
—Oh, claro —dijo Sidon, sonriendo ampliamente cuando Nami colocó su pequeña mano en la suya—, esta semana cuidaré de ti.
La forma en que la expresión de Nami se iluminó, calentó el corazón del príncipe Zora, y su energía mientras saltaba a casa era entrañable. Cuando ella subió corriendo las escaleras hacia las habitaciones reales, chillando emocionada mientras saltaba sobre Muzu y preguntando por cada detalle hasta que tropezó en la sala del trono antes de que Sidon pudiera correr tras ella y explicarle a su padre por qué una niña había vuelto a casa con él. Comenzaba a ver por qué las mujeres estaban preocupadas por su energía y su falta de experiencia.
Minami se deslizó hacia el rey Dorephan, y sólo después de mirarlo, se dio cuenta que tal vez, y sólo tal vez, debería haber seguido el paso de Sidon.
—Hola —saludó nerviosamente.
El rey asintió vacilante hacia la niña cuando Sidon entró, aclarando su garganta y preparándose para algún tipo de charla que no había escuchado desde que era un bebé.
—Padre —saludó Sidon, sonriendo nerviosamente—, debo informarte sobre-
—Veo que has tomado a Minami por la semana —señaló el rey. Sonrió amablemente a la niña, pero cuando su vista alzó hacia Sidon, sus ojos se entrecerraron. —, y en la semana que la princesa Zelda y Link deben visitarnos.
—Uhm —tosió—. Kayden y Kodah se marcharon temprano por su luna de miel y los demás están demasiado ocupados, así que pensé-
—¿No pensaste que estarías igual de ocupado? —cuestionó el rey. Volvió a mirar a Nanami sonriéndole cálidamente— Querida niña, perdóname si mi tono te asusta, ¿te encuentras bien?
Minami hizo una cortés reverencia.
—Sí, su majestad.
Dorephan se rio de eso antes de dar instrucciones.
—Bueno, entonces, como invitada de mi hijo, me ocuparé de que descanses bien. Muzu, ¿la llevarías al cuarto de huésped?
Minami levantó la cabeza y de repente miró a Sidon nerviosamente.
—¿Puedo seguir con el príncipe Sidon?
—Me temo que el príncipe estará bastante ocupado durante su estadía, querida —Se disculpó el rey Dorephan—, pero no tienes de qué preocuparte, cuidaremos de ti.
Sidon echó un vistazo a la angustiada mirada de Nami y apretó los dientes.
—¡Padre, me disculpo por mi precipitación, pero Nami es una niña, no una cría! ¡Soy más que capaz de cuidarla y atender mis deberes! Hice una promesa y la cumpliré tal y como lo hago con todo lo demás.
El rey Dorephan miró escéptico a Sidon como si él mismo fuera un niño (aunque, en el gran esquema de las cosas, Sidon era bastante joven para afirmar que era capaz de cuidar a una niña pequeña, pero por el amor de Dios, estaba cuidando a la niña, no criándola como su hija). Cambiando su mirada, Dorephan miró a Muzu quien simplemente se encogió de hombros y dijo:
—Sería bueno para él.
—Sí, pero en una visita tan importante —suspiró el rey—, Zelda está en busca de nuevos campeones para pilotar a las bestias divinas después de todo.
—Padre, estaré bien —insistió Sidon con seriedad. El rey Dorephan miró a Sidon y estalló en una sonrisa de repente.
—Te pareces tanto a tu madre —dijo— ¿Lo sabías?
Sidon sonrió ante eso.
—Me lo dices casi todos los días, padre.
—Muy bien, entonces te daré la tarea de cuidar a nuestra invitada especial —señaló hacia Minami, quien se rio con entusiasmo—. Pero escucha bien mi advertencia, es extremadamente importante que no dejes de lado tus otros deberes. Al menos mientras la princesa de Hyrule esté aquí. No estás acostumbrado a dividir tu atención entre dos tareas muy importantes como estas.
—Sí, padre —asintió, y con eso, llevó a Nami a su propia habitación.
A pesar de estar en el palacio real, el espacio en que vivía Sidon se parecía más a un pequeño apartamento, lo que le permitía sentir un poco de independencia como un adulto, mientras aún podía permanecer del lado de su padre como el príncipe. También le permitió una habitación donde Nami podía dormir, pero rápidamente se hizo evidente que, cuando la niña comenzó a saltar emocionada, el sueño podría ser algo que Sidon no iba a conseguir esta noche.
—Nami, ¿no estás cansada? —preguntó Sidon después de la cena. Siempre había insistido en cocinar para sí mismo a pesar que él, de ninguna manera, era un chef experto, pero después de quemar lo que Minami pidió y darse cuenta que no era un cocinero adecuado para un niño, se conformó con llamar a uno de los asistentes para traerles algo para comer. Había estado intentado, sin éxito, concentrarse en sus estudios mientras redactaba un plan de Vah Ruta basado en lo que los Zora sabían y lo que Link le había contado, pero Nami seguía tirando de su brazo y distrayéndole.
A pesar que al principio aceptaba tal distracción con gusto, disfrutando mientras pretendía que tenía tan pocas preocupaciones en el mundo como la niña. Nami nunca se cansó y su energía seguía creciendo.
Y Dios, era ciertamente más fuerte que cualquiera de los otros niños con los que Sidon jugaba y sabía cómo usar esa fuerza para su ventaja cuando quería atención.
Trató de llevarla a la cama al menos tres veces antes de rendirse y decirle a Nami que podía quedarse despierta junto a él, esperando que eso pudiera tranquilizarla. Pero luego siguió tirando de sus aletas o hurgando a sus pies y metiéndose en casi todo lo caro que tenía.
Probablemente debería haber pensado en encontrar juguetes con los que ella pudiera jugar.
Casi pierde la calma cuando Nami arrojó su pelota, con la intención de que rebotara en la pared, sólo para fallar su objetivo y golpear una pintura de su familia de cuando Mipha y su madre aún estaban vivos, casi haciendo que se caiga de la pared.
—¡Lo siento! —gritó por reflejo. Sidon contuvo un gruñido, pero no pudo evitar que un resoplido feroz escapara de sus labios cuando sus agallas se movieron amenazadoramente.
—¡Nami, por favor! —espetó finalmente, arrojando su pluma— ¡Ya es pasado la media noche y tienes que irte a la cama!
Su arrebato sorprendió a la niña y ella lo miró con ojos lastimosos.
—Lo siento —Nami agachó la mirada—, no quise ser una carga.
—¿Qué? —Sidon fue tomado por sorpresa por el repentino cambio y su ira se disipó —¡No, no! ¡Nami, eres todo menos una carga!
—Sí, pero te estoy distrayendo —Nami pateó el suelo—. Me voy a la cama ahora...
—Espera un segundo —Se levantó de su asiento y se arrodilló junto a la niña—. Empecemos de nuevo. Lamento haberte gritado, estoy cansado, eso es todo y tengo mucho trabajo por hacer. Todo lo que quiero es que estés bien y descansada para la escuela mañana.
Puso una mano gentil sobre el hombro contrario, y sintió que todo el cuerpo de Nami se sacudía mientras decía:
—No quiero ir a la cama...
—¿Y por qué?
—No me gusta sentirme sola —susurró Nami.
Sidon realmente debió saber que su siguiente movimiento iba a revelar una de sus mayores debilidades. Aún así, cargó a Nami en sus brazos y la sentó en su regazo—. Bien, entonces, ¿por qué no duermes conmigo?
—¿De verdad? —Nami preguntó.
—Por supuesto —sonrió—, pero será mejor que te comportes, tengo un montón de cosas que aún debo hacer.
—Está bien —Nami secó sus ojos húmedos a la vez que presionaba su frente contra el pecho de Sidon—. Gracias, príncipe Sidon.
—No hay necesidad de agradecerme, querida —sonrió Sidon ante lo que tenía que ser lo más lindo que había visto en su vida—. Intenta dormir ahora.
—Buenas noches —tarareó Nami, restregando su rostro contra el príncipe nuevamente.
La niña quedó profundamente dormida en los brazos de Sidon al miso tiempo en que él fue capaz de quedarse dormido. La había llevado a la habitación de invitados, pero se detuvo en la puerta mientras miraba a la niña en sus brazos.
No quería estar sola...
Mordió su labio, volteando a ver de nuevo el cuarto. Algo en su mente le decía que si la dejaba continuar durmiendo junto a él sería una mala idea. Aun así...
Resoplando para sí mismo, Sidon se reclinó contra el gran sofá de la sala de estar, apoyó a Nami sobre su pecho, balanceándola con la mano que puso sobre su espalda y se acomodó en su propio sueño.
Realmente debería haber tenido una mejor previsión para saber que esa simple decisión conduciría a la situación alarmante en la que más tarde se encontró.
〔〒 Me tomó menos de lo que pensé¿¿ De todas formas, nuevo capítulo, si hay fallos, agradecería un montón el que me digan uwu.
Se les quiereu, adiós.〕
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro