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DÉJATE LLEVAR

〔Sidon comienza a darse cuenta de lo vago que era su plan como niñero.

Si es que tenía un plan.

No tenía un plan.

No estaba acostumbrado a tener planes.


A la mañana siguiente, Sidon aprendió de la manera más difícil lo importante que era asegurarse de que un niño se acostara a la hora adecuada.

Siempre había sido alguien que se despertaba con el sol, sin importar lo poco que había dormido la noche anterior. Esa mañana no había sido diferente, ya que los rayos del sol hicieron que los ojos del príncipe se abrieran. Sin embargo, su cuerpo se sentía como plomo y le tomó toda su fuerza levantarse y prepararse.

El gemido descontento que provenía de la niña que dormía sobre su pecho llamó la atención de Sidon.

—Nami —murmuró, tratando de sentarse correctamente—, es hora de levantarse.

Lo dicho inmediatamente sacó quejas de ella.

—Hey, ahora. —Intentó levantarla, pero sus garras se clavaron en sus escamas y sus quejas se convirtieron en lloriqueos de ayuda.

—Estoy tan cansaaada —balbuceó, enterrando su rostro en la forma de Sidon. El príncipe Zora se quedó quieto durante varios minutos, demasiado atontado para comprender completamente la situación y mucho menos para saber cómo manejarla.

—Nami, los dos tenemos días muy ocupados hoy —Intentó razonar con ella—. Mejor nos levantamos.

La nombrada cedió por un momento y permitió que Sidon la dejara a su lado. Luego él se puso de pie y comenzó a recoger sus pertenencias primero, después buscó las de Nami para poder empacar la mochila escolar como Laflat le indicó. La niña sacó las mantas del sofá y se envolvió con las mismas, caminando lentamente mientras seguía a Sidon por sus habitaciones. Si el príncipe no hubiera mirado el reloj y hubiera entrado en pánico por el tiempo que le llevó convencerla de que se levantara, porque de repente no tenía idea de cómo prepararse para su día con menos tiempo de lo habitual, habría visto los charcos de lágrimas que brotaban de los ojos de Nami.

Los charcos se convirtieron en resoplidos y, en lugar de arrodillarse para consolarla de alguna forma como debería haberlo hecho, Sidon llamó al asistente para que les trajera el desayuno, pensando que una buena comida la despertaría.

Aparentemente, ese no era la acción correcta.

Sidon había apartado su atención de Nami por un breve momento para tomar la comida del asistente y agradecerle cuando escuchó un pequeño chapoteo en la habitación de invitados. El príncipe giró la cabeza para encontrar la manta tirada en el suelo donde Minami había estado parada.

Su desconcierto duró solo un momento antes de que el asistente le preguntara.

—¿Cuánto durmió anoche?

—Bueno, fue bastante difícil llevarla a la cama, se podría decir. —Sidon lanzó un suspiro.

—Oh, querido —gruñó el asistente—. Va a ser difícil llevarla a la escuela, mi príncipe.

Sidon le dirigió al hombre una mirada burlona antes de encogerse de hombros y explicar:

—Mi esposa y yo tenemos tres pequeños y es una pesadilla enviarlos cuando no se acuestan a tiempo. Si quieres, puedo ayudarte--

—Oh, no, no, está bien —sonrió Sidon. Definitivamente no estaba bien, pero había sido tan insistente con su padre el día anterior de que podía manejar la situación de cuidar a una niña mientras vigilaba sus deberes personales al mismo tiempo. Sería condenado si se derrumbara tan pronto.

—¿Estás seguro? —El asistente frunció el ceño, luciendo bastante preocupado—. Mi príncipe, no sería ningún problema en absoluto--

—¿No dijiste que tienes tres pequeños? —dijo amablemente—. Su esposa podría necesitar ayuda para llevarlos a la escuela, ¡no es justo de mi parte alejarte de eso!

—Eres demasiado amable, mi príncipe —se inclinó el asistente—, pero diré, si necesitas ayuda en algún momento, no dudes en hacérmelo saber. Además, creo que si dejas que los pequeños descansen unos minutos mientras recoges sus cosas, se despertarán un poco más de camino a la escuela.

—Gracias —asintió—. Aprecio el consejo.

Después de que el asistente se fue, Sidon siguió el consejo y empacó la mochila de Nami.

Sin embargo, no estaba preparado para saber qué hacer si encontraba que la niña no estaba descansando, sino que estaba completamente dormida en la piscina en la habitación de invitados.

Oh, cielos.

Sidon observó al reloj de la sala y se mordió el labio. La escuela empezaba a la misma hora a la que debía encontrarse con su padre para recibir a la princesa Zelda y a Link, así que debía dejarla quince minutos antes en el patio.

Ya eran quince minutos antes.

Y no estaban en el patio.

Sidon se arrodilló y pasó una mano por la cabeza de Nami, intentando despertarla.

—Minami, por favor, despierta. —Le suplicó.

Ella se movió ligeramente, pero volvió a quedarse dormida.

—¡Nami! —dijo Sidon un poco más fuerte—. Vas a llegar tarde a la escuela.

Ante eso, los ojos de Nami se abrieron un poco durante un momento antes de hundir su cabeza en el agua caliente y susurrar.

—Nami--

—No me siento bien —lloriqueó. Sidon hizo todo lo posible para no decirle que era debido a que no fue a la cama a tiempo, mientras la sacaba de la piscina, pero los susurros de la pequeña rápidamente se convirtieron en lloriqueos a la vez que intentaba esconderse entre la nuca del cuello de Sidon. Sin saber que más hacer, se balanceó hacía atrás lentamente, abrazándola mientras lloraba como si fuera una cría.

Diez minutos antes de que comience el día.

Mierda.

Después de unos cuantos minutos de intentar organizar sus cosas y ponerse su armadura real con un brazo y una niña obstruyendo la parte delantera de su cuerpo, donde necesitaba abrocharse el cinturón, Nami finalmente se calmo lo suficiente y levantó la cabeza. Se frotó los ojos, su labio tembló como si estuviera tratando de controlarse.

Gentilmente, intentó sonreírle mientras le limpiaba las lágrimas de sus mejillas antes de volver a sentarla.

—Ahora, dulce niña, ¿estarás bien? —preguntó. Nami no le dio ninguna respuesta, pero continuó gruñendo sus ojos.

Sentándose sobre sus pies, Sidon nuevamente se encontraba perdido, ignorando el reloj.

¡No podía llevar a la pobre llorando!

—No es necesario llorar —dijo Sidon, sintiéndose realmente incómodo y realmente confundido acerca de cómo iba a consolar a una niña que lloraba por una pequeña razón aparte de que sólo quería volver a la cama—. Porque sé que estarás bien, ¡estarás más que bien! ¡Estarás fantástico! ¿Sabes cómo lo sé?

Nami sollozó, dándole a Sidon una mirada muy confundida.

—¡Porque eres fantástica! ¡Tremenda, incluso! ¡Y vas a ir a la escuela y pasarás un hermoso día con tus compañeros y maestros! —Sidon anunció carismáticamente mientras acercaba su mano a un puño y realizaba su característica pose.

No tenía idea de cuál sería la reacción de Nami, pero honestamente no esperaba que la niña comenzara a gritar debido a sus fuertes sollozos.

—¡Oh, no, no! ¡Nami, no! —Agitó las manos frenéticamente mientras intentaba rogarle a la sollozante niña sólo para darse cuenta de que sus esfuerzos eran inútiles.

Al diablo con sus deberes, la niña tenía tres minutos para llegar a la escuela.

Sin estar seguro de cuál era la decisión correcta, tomó a Nami en sus brazos, agarró su mochila y su pelota para el recreo, y salió volando por la puerta mientras intentaba ignorar las miradas confusas (y ligeramente... groseras) que eran arrojado a su dirección. Era una fresca mañana de otoño y el viento que soplaba en la cara del príncipe ciertamente hizo algo para despertarlo un poco más de lo que había estado.

En realidad, hizo maravillas que despertaron finalmente a Nami y en cuestión de minutos ella estaba tratando de escapar de su alcance y jugar con él.

¿Qué? ¿así que sólo necesitaba llevarla afuera si estaba tan cansada?

Sidon contuvo un gruñido y bajó a Nami mientras trotaban las escaleras hacia el patio donde esperaban Laflat y los otros maestros.

—¿Un inicio tardío? —adivinó Laflat, Sidon se deslizó sobre sus rodillas y ayudó a Nami a enderezarse y entregarle la mochila.

—Sólo unos pequeños problemas para levantarnos esta mañana —dijo, no queriendo admitir que había permitido que una niña se quedara despierta después de la medianoche. Volvió a mirar a Nami, que todavía parecía un poco adormilada—. Muy bien, Nami, aquí está tu mochila. Puse todo en él, tus libros, tu tarea...

—¿Su lonchera? —Laflat preguntó.

—Tu... —Se detuvo y se sintió como si un millón de rayos lo hubieran asesinado a tiros en ese mismo momento—. ¡Tu lonchera! Oh, por el amor de Dios, Nami, ¡lo lamento mucho! ¡Regresaré a casa y lo prepararé enseguida--!

Antes de que Sidon pudiera girar por completo en pánico, Laflat levantó una bolsa de papel marrón con el nombre de Nami escrito claramente en la parte delantera.

—Preparé esto por si las dudas —explicó, luciendo bastante entretenida ante la situación. Laflat se lo pasó a Sidon, quien suspiró aliviado cuando se lo entregó a Nami.

—Y... tu lonchera, querida —sonrió Sidon, sintiendo de repente su propio agotamiento.

La brillante y hermosa sonrisa de Nami finalmente regresó cuando tomó la bolsa del almuerzo, agradeciendo a Sidon. Lo miró con esos grandes ojos dorados y el príncipe sintió que su calor lo derretía por completo. Eran cálidos como el sol y él nunca entendería por qué no había encantado a otros indefensos zora y había sido adoptada aún.

Para empeorar las cosas, Nami dio unos pasos hacia adelante y envolvió sus pequeños brazos alrededor del cuello de Sidon, riendo alegremente, y el príncipe no había conocido nada más puro y bueno en toda su vida.

—Que tengas un buen día en la escuela, Minami —dijo Sidon, abrazando a la niña. Él le dio un fuerte apretón por si acaso, con el corazón acelerado por la risa más fuerte que surgió de ella en respuesta, antes de dejarla ir y decir:

—Ahora, será mejor que te vayas.

—¡Adiós, Sidon! —Nami sonrió, corriendo hacia las aulas mientras le decía adiós y Sidon dejó escapar un suspiro de satisfacción mientras se levantaba.

Sólo para encontrarse con una mirada muy engreída de Laflat.

—¿Qué? —preguntó indignado.

—Conozco esa mirada —sonrió—. Cuidado, príncipe, podrías enamorarte.

Sidon se rio de eso y se cruzó de brazos, mirando a los otros niños reunirse con sus maestros. Es gracioso, pensó, Laflat había llegado demasiado tarde con esa advertencia.

Las campanas sonaron en la distancia, señalando el comienzo del día cuando, de repente, Laflat trajo a Sidon de vuelta a la realidad.

—¿No deberías estar con tu padre en este momento?

El príncipe Sidon casi saltó fuera de su piel.

—¡Oh, Dios mío! —Sidon se golpeó la cara con las manos y se dio la vuelta inútilmente—. ¡Oh, no! ¿¡Cómo se me hizo tan tarde!?

—Cuidando a la niña, príncipe —señaló Laflat—. Esa es la razón.

—¡Laflat, por favor! ¡Le dije a mi padre que manejaría ambas tareas sin ningún problema! —Sidon casi gimió—. Oh, ¿qué debo hacer? Él va a--

El sonido de las trompetas congeló al príncipe Sidón en su lugar y su cabeza giró hacia las grandes escaleras que conducían al patio. Su sangre se congeló cuando vio la parte superior de dos cabezas rubias y orejas élficas emerger de las escaleras mientras se preguntaba cómo demonios iba a explicarle a la princesa Zelda que no estaba donde necesitaba estar cuando sabía muy bien que ella debía llegar--

Un momento.

Estaba en la entrada del dominio Zora.

Justo cuando llegaban.

Alabado sea Hylia, ¡Había esperanza de salvar al príncipe Zora de sus errores después de todo!

Sidon se enderezó y se aclaró la garganta mientras caminaba hacia adelante, sintiéndose bastante satisfecho consigo mismo mientras saludaba:

—¡Princesa Zelda! ¡Y maestro Link! ¡Es excelente verlos a los dos!

—Príncipe Sidón —sonrió Zelda, quitándose largos mechones de cabello de la cara—. ¡Qué agradable sorpresa ser recibida en la entrada principal!

—¡Oh, pero por supuesto! —Sidón hizo una reverencia ante la princesa— ¡Sólo deseo ofrecer la más cálida hospitalidad a unos invitados tan estimados y queridos!

Charlaron sin cesar sobre cosas sin importancia durante todo el camino hasta la sala del trono. Zelda había estado parloteando una y otra vez sobre la tensión político entre los hilianos y la tribu Sheikah, nada que haya afectado realmente a alguien más, pero parecía ser frustrante para Zelda, así que la dejó despotricar y asintió con la cabeza, mirando de vez en cuando a Link, quien avanzaba pesadamente detrás de ellos, luciendo agotado.

Había querido preguntar si algo estaba mal, pero se distrajo cuando entró en la sala del trono, se palmeó mentalmente la espalda y saludó:

—¡Padre! ¡Nuestros estimados invitados han llegado!

El rey Dorephan emitió un ruido brusco y le lanzó a Sidon una mirada oscura sólo por un breve momento antes de enderezarse y sonreír a los hilianos.

—¡Sidon! No había previsto que los saludarías en la puerta de entrada esta mañana.

—Oh, bueno, han viajado mucho y desde muy lejos, simplemente quería asegurarme de que sus pertenencias fueran llevadas a los cuartos de huéspedes de inmediato y que podría aliviarles cualquier carga de sus viajes lo antes posible —dijo Sidon sonriendo, sintiéndose mal por dejar que las mentiras salieran claras entre sus dientes, pero de igual manera estando demasiado satisfecho consigo mismo que de alguna manera hizo que todo saliera bien como para preocuparse.

El rey Dorephan le dio a Sidon una mirada escéptica por un largo momento, tarareando para sí mismo. Intercambió una mirada ilegible con Muzu antes de que estallara en una gran carcajada.

—¡Ja, ja! ¡Ese es mi chico! ¡Realmente me vas a superar en un abrir y cerrar de ojos!

Sidon resopló ante eso, bajando los brazos para ocultar el hecho de que sus agallas se habían avergonzado por la declaración.

—Yo... no diría que superar es la palabra correcta, padre. —Sidon apretó los dientes. Bien, ahora estaba empezando a importarle el hecho de haberle mentido.

Y mucho.

Odiaba mentirle a su padre.

Sin embargo, Sidon no tuvo tiempo de preocuparse por el pasado, ya que comenzaron con el asunto que Zelda quería discutir: Vah Ruta.

La mujer soltó todo como un torbellino y Sidon se sorprendió de que nunca parecía cansarse. Link, por otro lado, definitivamente se veía peor por el desgaste y el príncipe Zora comenzaba a entender por qué.

Había estado en el dominio por sólo dos horas cuando anunció que quería comenzar su búsqueda del próximo campeón de la Bestia Divina de inmediato.

Definitivamente, el cansancio lo sobrecogió por haberse quedado despierto hasta tan tarde, dejarse llevar por una niña, permitiendo que dicha niña duerma con él, ni siquiera durmiendo en su propia piscina, sino que se acomodó en el sofá (aún podía sentir una torcedura en su cola que no podía estirar correctamente) y luego luchando para llevarla a la escuela a tiempo, Sidon sólo había captado la mitad de la conversación. Sin embargo, cuando escuchó a Zelda hacer la solicitud, su cabeza se alzó sorprendido.

—¿Perdón? —Sidon preguntó—. ¿Quieres comenzar la búsqueda ahora?

—Bueno, ese es el asunto —dijo Zelda, con un brillo extraño en los ojos mientras hablaba—. Basado en los hallazgos que hemos tenido en las otras regiones, ya no creo que sea necesario buscar a alguien que pueda apaciguar a la Bestia Divina.

—¿A qué te refieres? —El rey Dorephan preguntó con recelo.

—Bueno, hasta ahora solo hemos probado esto con Vah Neboris y Vah Medoh, pero tengo una hipótesis —explicó la princesa—. Después de muchas pruebas en las dos regiones de las bestias respectivas, los campeones terminaron siendo la matriarca gerudo Riju y Teba de los Rito. Ambos eran individuos que ayudaron a Link a apaciguar a las bestias y liberar a los espíritus de los campeones anteriores cuando estábamos luchando contra Ganon, por lo que no sería una suposición irracional decir que, dado que el príncipe Sidon ayudó a Link a apaciguar a Vah Ruta, él debería ser el próximo campeón.

Cuanto más hablaba Zelda, más enfermo se sentía Sidon. El vacío en su estómago lo envolvió como una nube de tormenta mientras apoyaba su mano sobre la mesa.

Ni las gerudo ni los rito eran personas que vivieron la vida lo suficiente como para comprender por completo lo horrible que había sido el gran cataclismo. Pero los Zora lo sabían.

Sidon lo sabía.

La lluvia torrencial.

Los guardianes demoníacos.

Los rugidos distantes de Vah Ruta.

Los soldados entraron corriendo, gritando, pidiendo ayuda mientras cargaban a los heridos sobre sus espaldas.

«¿Dónde está la princesa Mipha?», alguien lloró.

«¡Tenemos que salvarla!», rugió su madre cuando su padre intentó contenerla.

«¡No hay nada que podemos hacer!», su padre insistió entre lágrimas. «¡La Divina Bestia se ha vuelto contra nosotros!»

«¡Pero es mi hija!», se lamentó su madre.

Esa fue la primera vez que vio llorar a Madre.

Tampoco sabía que sería la última vez.

—¿Sidon? —La voz suave que raramente usaba Link atravesó la memoria de Sidon como un cuchillo, devolviendo al príncipe al presente con un sobresalto.

—¡Oh! perdóname —Sidon sacudió los sentimientos de malestar mientras parpadeaba varias veces—. ¿Cómo decías?

—Quiero probar mi hipótesis lo más rápido posible —dijo Zelda, un poco molesta—. Deberá llevarnos a la bestia divina y ver si puede activar el panel de control principal en el interior.

Sidon todavía estaba en un estado de agotamiento e incredulidad y no podía preguntar más que un «¿Ahora?».

—Bueno, no ahora, por supuesto —se rió Zelda, como si hubiera contado un chiste—. Después de que Link y yo desempaquemos en una hora o por ahí.

—En una hora —dijo Sidón, tratando de no parecer grosero. De manera inconsciente miró a un lado el reloj del abuelo y se mordió el interior del labio. Necesitaba recoger a Nami para entonces—. Me disculpo, princesa, pero tengo mucho por atender esta tarde. ¿Podríamos esperar hasta mañana por la mañana?

—¿Mañana por la mañana? —Zelda se burló con frialdad—. ¡Para entonces habríamos perdido el tiempo de una tarde entera en la cual podría estar entrenandote!

Sidon echó la cabeza hacia atrás con sorpresa

—Espera un momento, esta mañana estábamos hablando de buscar un nuevo campeón, ¿ahora acabas de decidir que soy yo y que hay que entrenar?

—¡Naturalmente! —Zelda replicó—. Por lo que sabemos, Calamity Ganon podría regresar más fuerte que nunca. ¡Por lo que sabemos, él podría regresar mañana y debemos estar listos!

—¡Pensé que lo habías sellado!

—¡Lo hice! —Zelda escupió—. ¿Pero queremos desperdiciar varias generaciones más y arriesgarnos a que las bestias divinas se pierdan en la historia una vez más? ¡Necesitamos asegurarnos de que el conocimiento que hemos adquirido se transmita entre nuestra gente y para hacerlo debemos tener un campeón para cada bestia divina sin importar qué! ¡Eso debe comenzar de inmediato!

—Princesa Zelda. —Sidon dejó escapar un suspiro, tratando de evitar faltarle el respeto a la mujer.

Por mucho que respetara a la princesa Zelda y la mirara como una amiga, Sidon no pudo evitar admitir que de todas las responsabilidades de un rey Zora, razonar con ella era, por mucho, lo único que temía.

No había razonamiento con ella.

No importaba cuántas veces Sidon dijera que había cosas mucho más importantes para los Zora –¡y para los hylianos, especialmente los hylianos!– de qué preocuparse, su opinión no parecía importar en absoluto. En términos de estado, estaban en igualdad de condiciones y una vez que Hyrule fuera reconstruido adecuadamente y pueda haber una coronación adecuada, ella estaría en un terreno aún más alto y Sidon, sin importar cuán rápido fuera su ingenio, nunca podría mantenerse al día con la velocidad a la que Zelda operaba intelectualmente. ¡Simplemente no había forma!

Además, técnicamente, ella era mayor que él.

Y no importa cuántas veces Sidon haya expresado a Link que biológicamente, ella realmente no podía tener de diecisiete, aparentemente la cronología fue el argumento ganador porque ningún otro argumento tenía sentido para Zelda.

A menos que Link tratara de razonar con ella, porque a pesar de que definitivamente tenía tres o cuatro años con ella, ella seguía argumentando que había estado dormido todo el tiempo, por lo que su juicio no contaba.

Pero ese no era el problema actual, Sidon sólo se estaba distrayendo de sus verdaderas preocupaciones.

¿Qué demonios iba a hacer con Nami?

—Princesa Zelda —intervino repentinamente el rey Dorephan—. Entiendo tu deseo de moverte lo más rápido posible, pero ya ves, ha pasado tanto tiempo desde que hemos podido disfrutar de la compañía de nuestros queridos amigos hylianos. Los deberes a los que Sidon se refería, bueno, queríamos sorprenderte con un banquete en tu honor esta noche y lo había puesto a cargo de planear eso.

Ante lo dicho, Zelda se animó, sin palabras por una vez.

—O-oh. Bueno, eso es muy amable, pero rey Dorephan--

—Nos darías el honor de expresar nuestra gratitud por todo lo que has hecho, ¿no? —preguntó el rey Dorephan.

Zelda bajó la mirada hacia la mesa con los ojos muy abiertos, luego miró a Link, quien le dio un gesto de aprobación antes de decir:

—Pero, por supuesto, rey Dorephan. Me encantaría asistir, gracias. Príncipe Sidón, pospondré nuestro encuentro con Vah Ruta hasta la mañana, ¿está bien?

—Eso está perfectamente bien conmigo, princesa —respondió Sidón.

Poco después de eso, Zelda se excusó y Link la siguió de cerca. Una vez que salieron de la habitación, Sidon le dirigió a su padre una mirada burlona.

—No me dijiste que estaba planeando un banquete en su honor, padre.

—Oh, bueno, eso es porque no lo harás —el rey Dorephan tomó un sorbo de su vino, luciendo bastante satisfecho—. Haré que Muzu envíe invitaciones y Kapson organizará una pequeña fiesta. Honestamente, siempre y cuando nos aseguremos de que haya vino y licores, estará bien.

Sidon sólo se sintió más confundido.

—Sí, pero... ¿qué es lo que estás haciendo exactamente?

—Oh, lo mismo que pensaste hacer esta mañana —sonrió el rey Dorephan, con un brillo en los ojos—. Se llama "dejarse llevar".

Sidon frunció los labios, tratando de no ser humillado bajo la mirada de su padre, pero también se dio cuenta de que, de alguna manera, el rey ni siquiera necesitaba ver cuán agitada la noche anterior había sido para saber que su hijo estaba fuera de sí y había estado perdido la mayor parte del día.

—Verás, hijo mío —el rey Dorephan dejó su cáliz sobre la mesa—, cuando eres padre, tus deberes como rey o príncipe o cualquier título queda en segundo plano. Sí, tu gente es importante. Pero tu niña, ahora tu hija, eso es lo que realmente importa. Ese es el futuro de nuestra gente el que estás cuidando y eso es lo que debes priorizar. Mientras desempeñes tus deberes como padre con tu mejor esfuerzo, las otras responsabilidades... no necesitan ser perfectas. Además, después de unos años, el niño crece, son más autosuficientes y también pueden comenzar a ayudar a administrar el reino con su mejor esfuerzo.

Sidon cruzó las manos detrás de la espalda, rebotando sobre los talones con ansiedad mientras intentaba reconstruir lo que su padre estaba insinuando.

—Entiendo, padre... pero en esta semana sólo soy un cuidador de una niña. Es solo temporal. Quiero decir, por supuesto, deseo hijos, padre, siempre lo he hecho... y entiendo lo que estás tratando de decir, pero... Minami no es mi hija.

El rey Dorephan recogió su cáliz y tomó un largo sorbo de su vino antes de decir más:

—Todavía estás aprendiendo, Sidón —dijo simplemente—. Y eso es de lo que debes preocuparte. En cuanto a esta semana, aprenderás a trabajar con las cartas que se te entregan perfectamente. Tómate esta noche para cuidar de Minami y yo me encargaré del resto hasta la mañana. Si puedes manejar tus deberes como lo hiciste esta mañana, todo estará bien.

Sidon asintió, agradeciendo a su padre antes de darse la vuelta para irse. Cuando salió de la puerta, sin embargo, el rey Dorephan lo detuvo una vez más.

—¿Y Sidon?

—¿Si, padre? —Sidon preguntó, volviendo a mirar a su padre.

Dorephan sonrió juguetonamente y agregó:

—Lo más importante que debes saber es que nunca se puede razonar con la familia real de Hylia. Pero se les puede coquetear. Si alguna vez estás en desacuerdo con Zelda cuando seas rey y ella no cede, hazle una fiesta. Le dará tiempo para ordenar sus pensamientos y le permitirá tranquilizarse y ser mucho más fácil de persuadir. Confía en mí, su padre era igual.

Sidon se rió de eso, sacudiendo la cabeza.

—Gracias, padre.

Con eso, regresó al patio para recoger a Nami y se sintió tan a gusto cuando ella lo saludó con el abrazo más fuerte que alguna vez haya recibido. Mientras tomaba de la mano a la niña en el camino a casa y ella hablaba sin cesar sobre todo lo que había aprendido, Sidon de alguna manera se convenció de que lo peor había pasado.

〒 Me siento tan realizada cuando termino de traducir esto;; son muchas palabras y a veces me confundo sola. Pero ya está uwu, traté de traducir tantos capítulos como pude, porque la cuarentena me tiene mal en todos los aspectos.
Cuídense en esta cuarentena, traten de hacer rutinas que los despejen y cuiden de su salud mental de igual manera:).

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