El Guardián de los Sellos
(Este cuento pertenece al Ciclo del Kazaer, el Príncipe Abisal).
Sentía como lo perseguían, estaba siendo acechado como un animal, había sido así desde que venía en la nave por el espacio. Tan pronto miró frente de sí, entendió que había llegado, era su última oportunidad de salir con vida antes de que los Mors lo encontraran y lo ejecutaran por traición. Vio la entrada a la imponente y antiquísima torre que rebosaba en una tecnología que escapaba de su imaginación, y más allá de esta el espacio mostrando las estrellas en todo su esplendor con los tres gigantescos planetas de fondo, cada uno de colores fantásticos e inenarrables. Al mirar hacia el interior sintió una densa presencia que emanaba desde la antigua estructura metálica que parecía reaccionar con él, pero eso no lo detuvo ni un segundo, el gran edificio había sido esculpido hacía incontable cantidad de tiempo, y allí resguardaba algo de origen hasta ahora desconocido, este lugar era llamado La Cama de Dios, un lugar prohibido por los Génesis.
Al entrar, los Mors, quienes le seguían los pasos, se detuvieron de golpe frente a la puerta, paralizados por un miedo palpable al aire. El interior del edificio era grande, y tenía un enorme agujero en la mayor parte del suelo, del cual se levantaban peñascos de lo profundo en los que parecía haber anidado alguna criatura, aunque aparentemente estaba abandonado hacía mucho. La piedra y el nido estaban manchados con Sangre Negra, la Sangre de los Dioses, aunque hasta ahora se suponía que los dioses no sangraban.
A su costado había una escalera que descendía a lo más profundo de la desesperación, esta parecía acarrear algo que se arrastraba desde lo profundo, Kazaer entonces soltó palabras mientras miraba el negro vacío frente a sus pies, esperaba que los mecanismos activados por comandos de voz hicieran acto de presencia, sin embargo, en vez de ello, frente a él se levantó el gran e imponente Karayuqan que, al mostrarse en toda su horrible forma, calcinó los ojos de Kazaer al instante, quemándolos y esparciendo un hollín negruzco que se arrastraba por la piel del ente, era La Oscuridad. Tras de él, los Mors que lo perseguían cayeron muertos de solo ver su apariencia. Tenía una piel que parecía haber sido calcinada por el fuego, y facciones que denotaban horrendos apéndices deformados por la corrupción, todo ello era apenas el comienzo. El ente, resistiendo soltó una palabra en Honihen "Nefirilaem". La entidad se arrastró con sus enormes patas hacia él, caminando la estructura metálica cuesta arriba, emulando el habla de Kazaer con una voz retorcida. — Mi'phu Nefirilaem, Mi'phu Devetar, Lht Phrotirum Yd Tha San'blad Riyeos Nit Upherer Qmo Tha Te'hak. La piel del cuerpo de Kazaer se calcinó por completo absorbiendo este hollín que se arrastraba lentamente por su ser.
La entidad del espacio profundo se acercó a Kazaer y lo tocó, deformándolo aún más, esparciendo esa negrura mientras el metal a su alrededor soltaba la corriente que intentó iluminar pobremente la zona, aunque su color rojizo más pronto que tarde se tornó en un violeta mientras la estructura empezaba a cambiar de forma. —Mi'phos Cwd Tha Te'hak, Mi'phu Pryem Ara'xahe. Soltó de su boca Kazaer mientras sentía sus entrañas revolviéndose, y él se desvanecía precipitándose hacia lo más profundo de la oscuridad, Karayuqan entonces emitió un alarido estruendoso que desactivó las luces, que hablaban de la ruptura del protocolo y habían activado su modo de defensa, listos para destruir a los intrusos. Karayuqan arrastró a Kazaer a la zona más profunda, donde sería llevado a contemplar una verdad ancestral, una de las Tablillas Nefilim que había sido devorada por el Abismo.
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