—¿Te gustaría ver televisión, princesa? — me preguntó Ayato a la vez que encendía la Tv

Ambos estábamos en la sala, yo de pie y él frente al televisor. Me sonreía tiernamente y yo solo pude sonrojarme.

—¿Te gustaría comer algo durante la película?  — comentó. Iba a poner una película de comedia según parecía ya que estaba en esa categoría.

—Claro, yo traigo las palomitas si quieres — dije con normalidad y me dirigí a la cocina.

Justo ahora, comenzaba a acostumbrarme al lugar, siendo este mi segundo hogar.

Ayato me había comprado ropa hace poco, muy linda y cómoda así que ya no vestía su ropa vieja. También, él me había dado más confianza, siendo tanta que incluso me dejaba salir al jardín. Se podía decir que... Ya éramos algo normales.

Incluso... Una pareja.

Fui a la cocina a preparar las dichosas palomitas. Las saqué de la alacena y las metí en el microondas. Mientras esperaba, vi de reojo el lugar : una cocina pequeña pero con todo lo necesario, una encimera en el centro y... Unos cuchillos encima de esta...

Antes, mi primer movimiento sería tomar uno y así lograr escapar pero... Ahora, lo único que quiero es volver con él.. ¿Qué había cambiado en mi? Ya no me siento como una prisionera, ahora él me hace sentir como una princesa, siendo amable y trayendome obsequios de vez en cuando.

Mientras mi mirada seguía fija en los cuchillos, el sonido del microondas anunciando que las palomitas estaban listas me despertó de mis pensamientos. Di un pequeño brinco y volví en mi.

Las saqué , coloqué en un bol y me dispuse a volver con él. Estaba sonriendo sin darme cuenta, él me devolvió la sonrisa y se sentó en el sofá, hizo una señal para que me sentara a su lado y yo fui.

Poco después la película comenzó, él en lugar de ver la película me miraba a mi, aunque era algo vergonzoso, me hacía sentir especial

—¿Sabes? Se que no te gustan las de terror, así que puse de comedia. Es mejor siempre ser feliz y sonreír a tener miedo, ¿no es así?

—Supongo que si, cualquiera quiere ser feliz

—Exacto. Aún si los medios no son los correctos — murmuró eso último y volteó a ver la película.

Horas después, esta terminó y ambos subimos a su habitación. Encendió las luces y él se acercó a la ventana, yo me quedé en el marco de la puerta.

—Ven, hoy la luna está hermosa — comentó y señaló esta a través de la ventana

Luego, extendió su mano y yo con una sonrisa nerviosa fui con él y tomé su mano.

—___, te quiero mucho — susurró en mi oído y me abrazó. Minutos después me dio un beso tierno al que yo correspondi

—Ayato... — susurre

—Shh, espera un momento. Iré a traer algo para ti — antes de decir algo, me interrumpió y poco después salió de la habitación.

Yo me quedé de pie frente a la ventana, mi corazón latía a mil por hora, no era nada como la primera vez que me besó , ahora era diferente; mis mejillas ardían e incluso me gustaba siempre que lo hacía...

Toqué mis labios y sonreí ligeramente. Vi al cielo unos segundos, pensando en lo que sucedía pero luego bajé la mirada, hacia la calle, sentía como si me observaran.

Por un momento creí haber visto a un fantasma. De pie, detrás de un poste y viéndome fijamente estaba Ryo, ¿esto era real? ¿O solo imaginación mía?

Él no se movía ni apartaba la mirada de mi, se veía demacrado y algo nostálgico.... No, él no puede ser, él no está...

Él está muerto.

Me afirmé a mí misma que estaba muerto y que era solo imaginación mía.

Detrás mío escuché pasos de Ayato por lo que rápidamente cerré las cortinas.

Es cierto, él está muerto para mí.

—Perdón por hacerte esperar, ¡te traje un regalo! —dijo con emoción

Nuevamente volví al mundo en que era una princesa para él, un mundo en el que solo existimos nosotros dos, para siempre.

Solo nosotros dos