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Y ella solo se fue 3-3

Aquel chico de ojos grisáceos nunca antes había tenido esa sensación de unión, pertenencia, comunión, ser uno solo; de lograr lo que todos buscamos de una u otra forma: unir dos seres en uno, aunque sea sólo por un instante.

La chica de cabello corto, piel morena, y una sonrisa radiante con una boca picante y sarcástica, vivió esos momentos como en cámara lenta, subjetivamente aquello duró mucho tiempo; todo era maravillosamente lento. "Fue exquisito", quizo decirle, pero no quizo auméntale su orgullo.

Dispuesto a dejar la tortura de un buen sexo oral practicado por ambas partes, satisfaciendo y estimulando las necesidades que tenían.

Entre besos, jadeo, caricias, mordidas y zumos excesivos de pasión, lo que Berenice había deseado por tanto tiempo estaba apunto de pasar, lo comprobó cuando los ojos ardientes de Connor le miraron fijamente a los ojos con una necesidad monstruosa que se transmitió en seguida a la chica.

Connor, acomodó sus piernas en cada lado de su costado para así tener mejor vista de su monte de Venus, deslizó sus manos en ese zona intensificando su deseo por lo mojada y cachonda que se encontraba. Quedo desconcentrado al notar que la chica de pelo castaño y ojos grandes azabache desviaba la mirada, eso no le gustó, sus pechos subían de una manera acelerada y rítmica, el sudor de su cuerpo morena le incitaba hacer lo que tanto deseaba, unir sus cuerpos y volverse solo uno, no por amor si no por deseo. Pero la mirada ida de Berenice en un lugar fijo de la pared.

—¿Hola? —Llamó su atención

Berenice miro su rostro, pensó en lo bello que era, sus ojos, su rostro tan Perfecto, sin marcas, sin rasguños tan ilustre como la pintura blanca recién echa, simple y perfectamente hermoso. Su piel estaba esculpida por los Dioses, bronceada y tonificada sin exageraciones.

No sabía si era por el alcohol pero un sentimiento de nostalgia y pensamientos negativos se metieron a martillazos en su cabeza, de pronto sintió ganas de llorar pero se contuvo de no hacer el ridiculo.

—¿Por qué te detienes? —Fingió una sonrisa.

El solo echo de pensar que solo así podría tener aquel Adonis en su zona apuntó de follarla, solo así le dirigiría un pedazo de sus segundos. Se sintió asqueada de ella misma.

—Te siento lejos de esta situación ¿He echo algo que no te gustara? —Preguntó él con aflicción en su voz.

Sin querer explicar si quiera lo que estaba pasando con sus nostalgias y sentimientos que nada tenían que estar asiendo en su cama mientras él estaba apunto de follarla, decidió apoyarse de su codo para impulsarse y besarlo lento con una pasión necesaria. Ojos grises no se quejó a tal acción al contrario agarro de su cabello apretándola fuertemente hacia su cuerpo para envolverla en sus brazos.

Un gemido ahogado emitió de lo profundo de Berenice, al sentir la no exagera polla de Connor, cuando lo vio la primera vez se dio cuenta que no era nada extraordinario de los que allá visto antes, pero el color rosado y limpio que radicaba en el glande de su pene, la incitaba aprobar. Al meterlo dentro de su boca descubrió que encajaba casi perfectamente en ella, el glosar de su polla le había dejado la boca apretada, tenía que dejar una pequeña parte de su pene fuera para así por ser realizarle el sexo oral con los movimientos requeridos.

Su corazón volvió a latir con rapidez al sentir que algo que no eran los dedos de Connor, deslizarse suavemente en la línea que dividía sus labios vaginales, arque la espalda emitiendo un sonido sordo.  Apretó muy fuertemente las sábanas y cubrió sus labios uno con otros para no gritar.

—No reprimas los gritos, me excita saber lo rico que lo haces —Susurro Connor al notar tal acción.

Berenice sonrió un poco a su pedido, y serró los ojos fuertemente esperando a lo que estaba apunto de pasar y había deseado tanto.

Al principio sintió algo introducirse de una manera lenta, y podía describir las sensaciones como si estuvieras rasgando una tela vieja. Le dolía quiso reprimir un grito cuando Connor entró dentro de ella con un salvajismo inhumano , pero fue imposible.

Las lágrimas no dudaron en soltarse de sus ojos. Se sintió estúpida por eso.

— Lo siento ¿Te he echo daño? —Dice Connor deteniéndose por el asombro de aquel grito que no fue de placer.

—No. no me has echo daño sigue —Respondió con las voz entre cortada y ronca por la adrenalina.

—¿Segura? —la preocupación se notaba en su voz.

—Sí

Connor toma su piernas izquierda, la acercó hacia él y la puso en en sus hombros. Se acercó a ella aún más y con movimientos muy lentos empezó a envestirla. No sabía si era por el alcohol pero ella estaba tan estrecha que aquella brusquedad utilizada por él fue casi para romper algo inexistente que tenía allá bajo, no supo que era. Le encantaba lo rico que estaba apretada su coña tanto, que metérsela era un éxtasis para él. Gemidos sordos procedían de sus labios.

Berenice sentía que no había placer hasta que las embestida fueron multiplicándose y el dolor se apaciguaba con excitacion de su cuerpo.

Sensaciones intensificadas empezaron a formarse en partes inexistentes para ella, no podía describir extamente donde lo que sí sabía era que era, delicioso, enfermo, lujurioso y que quería más y más. Le ardía, le dolía pero también le gustaba.

Movió sus cadera en un grito ahogado para que aquel chico de cabello negro la envistiera aún más rápido y saciara su dolor en ganas. Connor entendió el mensaje he hizo lo que estaba deseando hacer desde que se lo metió. Había decidido envestirla lento para así liberar espacio y así no le doliera más que gustar.

La miro a la cara, los ojos desorbitados y la manera tan sutil que mordía sus labio le hizo entender que su trabajo está noche había dado resultado. Decidió intensificar sus movimientos, tomó sus dos piernas y las puso en su hombro, Berenice se encontraba ella misma enrollándolas en su cuello sin emitir ningún farfullo. Le agarro de la cintura y acto seguido se la metió con suavidad y rapidez toda dentro.

Las envestidas era salvajes, lo único que se escuchaban en aquella habitación, no eran los gritos de llanto de cocodrilo de la mejor amiga de Connor diciendo que no pida casarse con él, por qué había tomado la decisión de volver con su ex novio y que la disculpara, que la culpa había sido de ella por qué le había seducido, y aprovechado el amor indescriptible que él sentía por ella, para así saciar el despecho que le tenía a su Ex-novio. Sé sintió furioso con tal pensamiento, sintiéndose culpable que en un momento como este, esta chica no me reciba que mientras la follaba a ella estuviera pensado en otra. Las manos pequeñas y frías de la chica le apretaron fuertemente su muñeca clavándole las uñas, entendió lo que pasaba cuando sintió el estremensimiento de su cuerpo, uniéndose a ella desgarraron hasta la última gota de placer que tenían en su interior.

Le pareció estupendo venirse dentro de ella, y ella dentro de él. Se detuvo por el cansancio dejándose caer en el pequeño cuerpo de la chica. Sus respiraciones aceleradas, sus corazones latiendo aún millar por segundo, un deseo, unas ganas y ellos dos envolvidos en un solo orgasmo.

No se dieron cuenta cuando callaron en un sueño profundo, habían tomado demasiado y sin refutar estaban el golpe de ebrio.

Berenice no pudo entender dónde estaba hasta que abrió sus ojos y vio a su costado la cara que más linda que había visto jamás, sintió vergüenza al darse cuenta que se encontraban desnudos los dos. Quiso cubrirse pero no quería despertarlo y las sábanas estaban dejando de él.

Escudriñó sus ojos con las palmas de las manos he quiso despertar en aquel imposible sueño, pero lo único que pudo hacer era recordar que aque, chico de color de piel platinada fue suyo anoche y que ella fue silla y que no fue una sola vez, fueros números incontables. Se sintió alegre, lentamente se paró de la cama tomó su ropa, entró al baño, se vistió, lavó su cara quitándose todo el excesos de maquillaje y se fue.

Sin despedirse. ¿Para que hacerlo? . Sin dar las gracias. Creo que el orgasmo que tuvo anoche fueron el mejor agradecimiento que ella le pudo dar. Pasó por la farmacia y sin importarle una mirada la opinión de los ojos que la veían compró una pastilla del día después, se la tomó y se largo.

Se sentía plena, después decepcionada de no haber tenido una aventura de estas desde hace tanto tiempo por qué veneraba su pulcritud y el que dirá. Ahora, ahora solo le importaba una reverenda mierda y se comería el mundo si era necesario.

Los rayos del sol ardían en su piel, y fueron el motivo de despertarlo en tan dulce sueño. Froto sus ojos y los recuerdos de la madrugada vienen a su cabeza dejándole un sabor agridulce en los labios. Pasó la mano por la cama buscando su acompañante pero no encontró nada. El pensamiento de qué tal vez tuviera en el baño, se esfumó cuando fue a buscarla y no encontró nada, ni dentro del baño ni en ninguna parte de la habitación. Se sintió solo y una tristeza embarcó dentro de él.

Se paró frente a la cama y se quedó un rato mirando algo escrito en las sábanas, al levantar las sábanas algo lo dejo pasmado m, y fue la cantidad de sangre que había manchada en las sábanas blancas. Intento hacer memoria pero en ningún momento recordó que ella tenía el periodo.

Se acercó más y leyó la nota escrita en las sábanas.

Gracias por hacerme sentir las sensaciones de la mejor noche de mi vida. Y gracias por ser tan cuidadoso al quitarme la virguinidad.

Att: B

No podía siquiera creerlo, en qué momento dejó que algo así ocurriera. Recuerdo la manera, tan graciosa que ella bebía los cócteles en el bar, sus movimientos repetitivos que la hacían ver nerviosa cuando estaba en el taburete de la barra. Las bebidas uniforme tomadas bruscamente. Sus nervios, y sobre todo el grito que había soltado cuando se lo había metido por primera vez. El no pudo salir del asombro.

Se sintió estupido al nunca preguntarle su nombre, ni nada referente a su identidad. Ni siquiera puede saber si es mayor d edad o no. Era muy pequeña, de carita tierna y ojos brillos. Pero recordó que la seguridad en esa discoteca era primordial.

Aquella noche en la discoteca él había ido a un lanzamiento de una nueva modelo y marca de su empresa, obviamente que no quería ir, pero él era el fotógrafo primario hacía que su jefe le había obligado a asistir para celebrar su éxito. Se sentía lo suficientemente maldito como para intentar hacer algo más que celebrar.

Resignado a no volverla nunca más decidió guardar esos recuerdos en lo más profundo de su ser. Por primera ves en su vida se había sentido tan pleno. Trato de convencerse que hacía era la vida y que había cosas que pasaban sin avisar cosas que pasaban sin avisar.

Zzzzzzzzzzzzzzzz

Gracias chicos por leer esta novela. Este es el fin de esta parte.

Escribiré novelas cortas de tres capítulos, de diferentes personajes así que disfrútenlo y no olviden comentar y recomendárselo a sus amigos

Adiós Gominolas

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