Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Pocas palabras 3-2





Sin tener intensiones de quedarse pasmado agarro sus nalgas de una manera territorial cuando se dio cuenta que ella pensaba alejarse.

Berenice entendió que no fue una locura desvergonzada cuando el la levantó —cosa que pensó que ningún chico podría hacer por qué ella se creía lo suficientemente gorda como para ser cargada por alguien— y la sentó en el respaldo de los lavamanos mientras la besaba con una necesidad desmedida. Se alegró al no aver arriesgado su dignidad por aquel fugaz arrebato, pero es que sintió que si no lo hacía perdería la oportunidad de follarsélo y arrepentirse, no pensaba en arrepentirse de no hacerlo.

Sus manos navegaron en sus abdomen para estacionar en sus senos y aprisionarlos fuertemente entre las manos mando una descarga desgarrarte por toda las venas de su cuerpo. Aunque no estuvo con muchos hombres sabía que esto era lo que tanto necesitaba para su cuerpo y el estrés universitario, familiar y todo lo que le había pasado durante que entró a la adultes sintió la necesidad de desparramarse de ellos.

Connor no se quedó atrás, por qué sintió que aquella chica de mirada coqueta pero tímida, así que su deseo floreciera aún más y la ganas de sentir que todas las partes de su cuerpo eran solo suyo, por lo que apretaba sus cuerpo con las manos tan fuerte que en algunas ocaciones ella soltaba algunos gemidos de dolor pero no se quejaba en lo absoluto de lo que le hacía, degusto cada rincón de sus labios, saboreó cada punto de su lengua, le gustó a todo lo que sabe.

Agitados deciden cortar el beso deseando no hacerlo.

—Te parece si vamos a otro lugar —dice luego de que alguien entrara orinara se lavará las manos y luego se fuera sin ponerle ni la mínima atención a ellos.

—Sí —segura de sí sin remordimiento a lo que pasará.

Se fue y no Yam lejos del bar a unos pocos centímetros había un hotel que para el gusto de Berenice era muy acogedor y lujoso no quiso admirar más de lo debido, concentró toda su atención el los pálpitos de su vagina y el calentamiento de su atmósfera.

Sentía una burbuja excitante que se reducía a los dos, tenía ganas de que esooo pasara y sintió que el camino para llegar a la habitación fue eterna.

La sorpresa al abrir la puerta la dejó estática no pudo dar ni un solo paso a lo que vio ante sus ojos.

—No hagas caso a nada de lo que veas. Solo fue una estupidez que no volverá a ocurrir —una fugaz tristeza cruzó en los ojos del chico desconocido transmitiéndose en ella.

Lo que estaba viendo la dejo tiesa en su posición, pétalos de rosas formando un hermoso ¿Quieres casarte conmigo?...
Miro a su diestra y puto notar algunas velas en el baño.

—¿Que sucedió?

Por alguna extraña razón esa chica le brindaba seguridad y sin darse cuenta termino contándole su horrible historia mientras bebían una botella de William sentados en el suelo con la espalda reposando en el cama. Risas, historias tras historias tristes de los dos que decía mucho y a la nada de ellos.
Berenice había quedado perpleja al escuchar de los labios de Connor que había sido rechazado por su mejora amiga, él estaba enamorado de ella, mejor dicho sigue enamorada de ella pensó en él lindo pasó de pedirle no ser novio si no casarse con ella. Pero ella prefiero pal estupido de su ex novio que la golpeaba, narró amargamente mientras terminaba con pudor la botella de ron.

—La vida y las personas son una mierda. Al fin y al cabo no puedes esperar más por las personas que se creen menos —Expresó Berenice agria, sin creer que aquel chico había sido rechazado.

Pensó un momento que sería de ella, que no era ni la mitad de guapa.

—ni que lo digas —dijo mirándola a los ojos.

—Quiero follarte ahora, ya son las 4am —Berenice no tenía idea de donde había salido esa palabrota.

—tienes razón es estúpido hablarte de mis desgracias.

—No para nada me encantó escucharte, me sirvió para darme cuenta qué hay mujeres estúpidas en este mundo —Debatió sincera

El río y la beso

Ante la cavidad de sus deseos sumergidos en el frenesí de sus latidos. Inquietos, como dos adolescentes, ante el juego de sentir cada cavidad de sus cuerpos, de descubrirse la piel y los misterios. De sorprenderse ante la complicidad de los gestos, ante la lujuriosa excitación de las caricias.

Berenice quedó extasiada ante el cuerpo tan majestuoso que se escondía bajo una camisa desabotonada y poco preocupada, desnudo, dibujando las dunas suaves, calientes... se sintió sediente ante tu piel.

Las fichas de puzzle encajaban y solo restaba seguir jugando, porqué ambos leían el mismo libro.

El cuerpo en plena danza sensual, se deja acariciar y moldear por el aire como un pañuelo de seda. La armonía se presiente en el ambiente, engulléndonos todos los momentos en un mismo acorde. Llegaron a ese punto en el que el retorno ya no es una opción. En el que el éxtasis por vivir, por sentir, por tatuar en la mente y la piel, se hace una necesidad invariable.
El tiempo, nos marca la partitura y se acelera acorde a los latidos del corazón. Una persecución al deseo, frenesí dulce que nos arrebata el aire y nos sosiega uno en brazos del otro. Y todo se vuelve vibración expansiva.

En sus manos contuvo, por un momento absoluto, todo lo que habían deseado. El anhelo de todo lo que podrían vivir si fueran... más allá... allí donde se fundirían en uno y dejarían de ser dos desconocidos para encontrar el propio lenguaje de sus latidos. La sinfonía perfecta para su deseo.

En la intimidad de la penumbra eran amantes exhaustos. Que inhalaban el aire sabiendo que les faltaba oxigeno. Sumergidos en la fiebre de los acontecimientos que se superponen creando una cadena sin sentido y sin fin. Afrodisíaco juego de caricias, besos que se estiran inertes a los latidos del tiempo, fuego que abraza y quema, y consume, y exalta...

Con esa fragilidad en la mirada, ese miedo en los gestos, esa inseguridad en el ambiente. Ella quizo apaciguar su angustia y transmitirle la tranquilidad y sosiego a su alma. Susurrarle templeza y ternura sin invadir su espacio, permitiéndole respirar a su antojo, hasta encontrar su propio ritmo.

—Perdóname por mi impaciencia. Por tenerte ahí y sucumbir a la tentación de acercarme —dijo en medio de un repentino silencio donde se entrelazaban su respiración.




Aún no había sucedido pero se lo había imaginado tantas veces en su mente..., que hasta sintió que en cada poro de su piel iba hacer inolvidables.

Ante la insinuosa línea del horizonte de tu silueta que abre un abanico de posibilidades en su mente, de que si él sentía al igual que ella esa química sin frenos.

Por un instante se adentró en sus ojos y leyó todo lo que sus anhelos pintaban. Descubrió sus deseos y sorprendida, se ruborizó, ante la semejanza de los suyos.

Sinergia de miradas furtivas que despiertan esa capacidad de curiosear en el otro, buscando, que se yo, quizás el espejo de uno mismo. Sí, era sólo sí ambos sentían la misma necesidad de volver sus cuerpos uno, acariciar cada parte de su anatomía desglosar cada parte de su boca y no soltarla hasta que se viniera una y otra vez. Eran dos desconocidos que se encontraron en un bar, una chica universitaria y un fotógrafo con un corazón roto por el rechazo, él no lo sabía ni ella tampoco,pero eso no impidió de que el deseo se fructificara en ambos.

Se des hizo de las prendas que tenía dejándola desnuda a su merced, las luces no permitían ver mucho, pero si lo suficiente como para saber que no era un cuerpo esculturas, ni fuera de sí. Era un cuerpo natural de una chica que tenía bajos y subidas de peso, de ello venían las estrías, que por su haraganería no iba al gimnasio por la flacidez de algunas partes de su cuerpo, o simplemente no tenía la motivación de hacer, tenía algunas que otras cicatrices en su cuerpo, como alguien normal que se cae, que le pica un mosquito nada fuera de lo normal. Sonrió ante eso por qué nunca había visto un cuerpo tan natural como la de ella.

Al parecer ella no sintió lo mismo por que se cubrió con sus manos, acto que le pareció confuso, ella era hermosa, no tanto como las chicas que había conocido antes pero si la más real.

—Podrías dejar de mirarme de esa forma me estás poniendo nerviosa —Se escucho su voz en el silencio, apenada.

—No deberías te ves muy bonita, hace rato que quería quitarse esa ropa que me dejaba mucho a la imaginación—Confesó con descaro.

—¿Este es el momento donde te agradezco por tu diferencia? —Escupió con sarcasmo.

El no pudo entender de donde había venido su mal humor y luego recordó que las mujeres son bipolares, así que no decidió pesarlo mucho.

Tomo su cara y la miro fijamente a esos túnel oscuros llamado ojos.

—Si tú te avergüenzas de tu desnudes nadie se energullesera por ello. Deberías sentir privilegiada por no ser un estereotipo aburrido —Su voz sonó seria y sincera.

—Su pongo que este no es el momento de que seas mi terapeuta sicológico —no entendió por qué actuaba así.

—¿Eres tan sarcástica siempre? —preguntó pícaro tratando de apaciguar la tensión que cubrió el ambiente.

—Sí.

—Vale la pena .

—Sí.

—No lo creo.

—No me importa.

—¿Enserio? — preguntó divertido mientras deslizaba sus manos por su vientre hasta llegar a su vagina recién afeitada.

—S...si —Titubeó

—Te gusta ser sarcástica —Entre abrió con sus dedos los labios de su vagina provocando en ella lo que él quería. Un coñito mojado y evitado.

Al principio no pudo responder, por la aceleración de su respiración. Fingiendo no haber escuchado su respuesta la hizo repetirla.

—Que... que... qué Sí —Dijo jadeante

—No creo que seas así. ¿Te gusta lo que sientes? —preguntó él sabiendo la respuesta por la manera tan alocada que se movían sus pupilas.

—No —respondió ella para molestarlo.

—¿A no? — con formar circulatorias masajeaba con sus dedos su clitorias, tubo que sostenerla por que sus piernas empezaron a temblar.

—No... no ten... tengo pruebas, pero tan poco... du...dudas —Refutó en un hilo de voz apenas audibles.

Intensificó el masaje en esa zona, asiéndole sentir cosas que nunca se dio el lujo de sentir, Berenice sintió que cada roce era que se abría a sabores exquisitos y necesarios para su ser. No tuvo ni la mínima intención de hacerle parar lo que parecía un maltrato erótico eminente.

Connor, detuvo su acto dejando una necesidad por qué continuará, le tomó de las manos para acompañarle hacia la cama y poder efectuar lo que desde hace rato quería.

Le abrió las puertas no sin antes estimularla con besos, caricias rasguños y actos posesivos que ella no se negó en lo absoluto, al contrario se creería loca si detuviera aquello.

Pero en un auto clic empezó a sentir la respiración de aquel chico en su parte íntima, se puso algo nervioso y se recordó a sí mismo que ya se había preparado para esto y que la etiqueta del jabón íntimo con olor a chocolate surgía efecto por 10 hora y ella tenía pocas horas allá. Y qué se había encargado de depilarse bastante bien su coñá.

Su respiración se detuvo reprimiendo un grito al sentir algo frío apoderarse de sus labios vaginales, la sensación fue explosiva al instante, millones de volcanes de erupción amenazaron con desquiciarla de excitacion si él seguía moviendo su lengua de la forma en que lo hacía en ese instante. Ella sentía como si estuviera derritiéndose en una piscina de placer, mientras su mano llegaba al suave pelaje de su pubis y luego ponía un dedo en la parte superior de su raja, donde empezó a dibujar círculos. Cuando él alcanzó el lugar en el que se producen los rayos que la estremecen, ella gimió y se arqueó. Él fue más abajo, encontró la entrada a su tibia y húmeda cueva e ingresó". Movimiento deliciosos, exquisitos y cálidos con sus dedos. Connor sintió la desesperación de su cuerpo, le daba algo de gracia la forma que ella tragaba los gemidos y los reprimía ¿Acaso le daba vergüenza hacerlo? Se preguntó mientras dejaba sude acariciar los labios de su vagina. Volvieron los besos apasionados y las caricias sensuales y ella regresar todo lo que le acaba de hacer, quiso hacerlo gozar, besar todo su cuerpo, a hacerle cosquillas con la lengua: en las pestañas, en las orejas, en el ombligo; él, sintiéndose cada vez más excitado, comentó que tenía una lengua "deliciosa"; mientras ella bajaba por  el cuello; los hombros; el pecho, en el que gozaba enredando sus finos dedos entre la oscura vellosidad; que a ella le excitaba acariciar, y que empezaba en un triángulo tupido en el pecho, se angostaba en un sendero que tenía un remolino en el ombligo y terminaba en otro triángulo, más tupido. Berenice siguió el sendero con su lengua y por fin llegó al lugar que  él esperaba y donde ella se dio vuelo, "mariposeando" con su lengua de arriba a abajo, de un lado a otro.

El perdió la conciencia de todo lo que no fuera sentir.  Murmuraba cosas que ella no entendía, la mayoría de sus palabras eran inaudibles, pero a ella no le interesaba nada que no fuera disfrutar al máximo lo que estaba haciendo.  Jamás pensó llegar a excitarse así con una relación oral, nunca creyó que su boca tuviera esa sensibilidad para el erotismo, porque verdaderamente estaba loca de pasión.  Connor, por su parte, trataba de alargar el placer y no quería terminarlo, pero su control andaba perdido en algún lugar de su conciencia, que también andaba perdida.

Cuando lo sintió llegar al "punto sin retorno", dudó por una fracción de segundo, pero recordó que ella quería vivir esa experiencia, así que no se movió porque ahora, que estaba tan excitada, era el momento ideal para realizar su deseo.

Cuando él se dejó ir, ella se sintió inundada de una tibieza con reminiscencia de sabor a guayaba.  Fue algo placentero y emocionante; fue un acto de amor, un acto de entrega y aceptación ¿de quién a quién?, no importaba, ambos se entregaron al amor del otro. La expresión de Berenice fue de sorpresa total al tener entre su boca aquel líquido, nunca había echó llegar a ningún hombre al orgasmo mediante el seco oral, se sintió poderosa, el alcohol había sacado una Diosa escondida que no tenía idea qué estaba ahí.

Aquel chico de ojos grisáceos nunca antes había tenido esa sensación de unión, pertenencia, comunión, ser uno solo; de lograr lo que todos buscamos de una u otra forma: unir dos seres en uno, aunque sea sólo por un instante.

La chica de cabello corto, piel morena, y una sonrisa radiante con una boca picante y sarcástica, vivió esos momentos como en cámara lenta, subjetivamente aquello duró mucho tiempo; todo era maravillosamente lento. "Fue exquisito", quizo decirle, pero no quizo auméntale su orgullo.

Dispuesto a dejar la tortura de un buen sexo oral practicado por ambas partes, satisfaciendo y estimulando las necesidades que tenían.

Entre besos, jadeo, caricias, mordidas y zumos excesivos de pasión, lo que Berenice había deseado por tanto tiempo estaba apunto de pasar, lo comprobó cuando los ojos ardientes de Connor le miraron fijamente a los ojos con una necesidad monstruosa que se transmitió en seguida a la chica.

Connor, acomodó sus piernas en cada lado de su costado para así tener mejor vista de su monte de Venus, deslizó sus manos en ese zona intensificando su deseo por lo mojada y cachonda que se encontraba. Quedo desconcentrado al notar que la chica de pelo castaño y ojos grandes azabache desviaba la mirada, eso no le gustó, sus pechos subían de una manera acelerada y rítmica, el sudor de su cuerpo morena le incitaba hacer lo que tanto deseaba, unir sus cuerpos y volverse solo uno, no por amor si no por deseo. Pero la mirada ida de Berenice en un lugar fijo de la pared.

—¿Hola? —Llamó su atención

Berenice miro su rostro, pensó en lo bello que era, sus ojos, su rostro tan Perfecto, sin marcas, sin rasguños tan ilustre como la pintura blanca recién echa, simple y perfectamente hermoso. Su piel estaba esculpida por los Dioses, bronceada y tonificada sin exageraciones.

No sabía si era por el alcohol pero un sentimiento de nostalgia y pensamientos negativos se metieron a martillazos en su cabeza, de pronto sintió ganas de llorar pero se contuvo de no hacer el ridiculo.

—¿Por qué te detienes? —Fingió una sonrisa.

El solo echo de pensar que solo así podría tener aquel Adonis en su zona apuntó de follarla, solo así le dirigiría un pedazo de sus segundos. Se sintió asqueada de ella misma.

—Te siento lejos de esta situación ¿He echo algo que no te gustara? —Preguntó él con aflicción en su voz.

Sin querer explicar si quiera lo que estaba pasando con sus nostalgias y sentimientos que nada tenían que estar asiendo en su cama mientras él estaba apunto de follarla, decidió apoyarse de su codo para impulsarse y besarlo lento con una pasión necesaria. Ojos grises no se quejó a tal acción al contrario agarro de su cabello apretándola fuertemente hacia su cuerpo para envolverla en sus brazos.

Un gemido ahogado emitió de lo profundo de Berenice, al sentir la no exagera polla de Connor, cuando lo vio la primera vez se dio cuenta que no era nada extraordinario de los que allá visto antes, pero el color rosado y limpio que radicaba en el glande de su pene, la incitaba aprobar. Al meterlo dentro de su boca descubrió que encajaba casi perfectamente en ella, el glosar de su polla le había dejado la boca apretada, tenía que dejar una pequeña parte de su pene fuera para así por ser realizarle el sexo oral con los movimientos requeridos.

Su corazón volvió a latir con rapidez al sentir que algo que no eran los dedos de Connor, deslizarse suavemente en la línea que dividía sus labios vaginales, arque la espalda emitiendo un sonido sordo.  Apretó muy fuertemente las sábanas y cubrió sus labios uno con otros para no gritar.

—No reprimas los gritos, me excita saber lo rico que lo haces —Susurro Connor al notar tal acción.

Berenice sonrió un poco a su pedido, y serró los ojos fuertemente esperando a lo que estaba apunto de pasar y había deseado tanto.

Al principio sintió algo introducirse de una manera lenta, y podía describir las sensaciones como si estuvieras rasgando una tela vieja. Le dolía quiso reprimir un grito cuando Connor entró dentro de ella con un salvajismo inhumano , pero fue imposible.

Las lágrimas no dudaron en soltarse de sus ojos. Se sintió estúpida por eso.

— Lo siento ¿Te he echo daño? —Dice Connor deteniéndose por el asombro de aquel grito que no fue de placer.

—No. no me has echo daño sigue —Respondió con las voz entre cortada y ronca por la adrenalina.

—¿Segura? —la preocupación se notaba en su voz.

—Sí

Connor toma su piernas izquierda, la acercó hacia él y la puso en en sus hombros. Se acercó a ella aún más y con movimientos muy lentos empezó a envestirla. No sabía si era por el alcohol pero ella estaba tan estrecha que aquella brusquedad utilizada por él fue casi para romper algo inexistente que tenía allá bajo, no supo que era. Le encantaba lo rico que estaba apretada su coña tanto, que metérsela era un éxtasis para él. Gemidos sordos procedían de sus labios.

Berenice sentía que no había placer hasta que las embestida fueron multiplicándose y el dolor se apaciguaba con excitacion de su cuerpo.

Sensaciones intensificadas empezaron a formarse en partes inexistentes para ella, no podía describir extamente donde lo que sí sabía era que era, delicioso, enfermo, lujurioso y que quería más y más. Le ardía, le dolía pero también le gustaba.

Movió sus cadera en un grito ahogado para que aquel chico de cabello negro la envistiera aún más rápido y saciara su dolor en ganas. Connor entendió el mensaje he hizo lo que estaba deseando hacer desde que se lo metió. Había decidido envestirla lento para así liberar espacio y así no le doliera más que gustar.

La miro a la cara, los ojos desorbitados y la manera tan sutil que mordía sus labio le hizo entender que su trabajo está noche había dado resultado. Decidió intensificar sus movimientos, tomó sus dos piernas y las puso en su hombro, Berenice se encontraba ella misma enrollándolas en su cuello sin emitir ningún farfullo. Le agarro de la cintura y acto seguido se la metió con suavidad y rapidez toda dentro.

Las envestidas era salvajes, lo único que se escuchaban en aquella habitación, no eran los gritos de llanto de cocodrilo de la mejor amiga de Connor diciendo que no pida casarse con él, por qué había tomado la decisión de volver con su ex novio y que la disculpara, que la culpa había sido de ella por qué le había seducido, y aprovechado el amor indescriptible que él sentía por ella, para así saciar el despecho que le tenía a su Ex-novio. Sé sintió furioso con tal pensamiento, sintiéndose culpable que en un momento como este, esta chica no me reciba que mientras la follaba a ella estuviera pensado en otra. Las manos pequeñas y frías de la chica le apretaron fuertemente su muñeca clavándole las uñas, entendió lo que pasaba cuando sintió el estremensimiento de su cuerpo, uniéndose a ella desgarraron hasta la última gota de placer que tenían en su interior.

Le pareció estupendo venirse dentro de ella, y ella dentro de él. Se detuvo por el cansancio dejándose caer en el pequeño cuerpo de la chica. Sus respiraciones aceleradas, sus corazones latiendo aún millar por segundo, un deseo, unas ganas y ellos dos envolvidos en un solo orgasmo.

No se dieron cuenta cuando callaron en un sueño profundo, habían tomado demasiado y sin refutar estaban el golpe de ebrio.

Berenice no pudo entender dónde estaba hasta que abrió sus ojos y vio a su costado la cara que más linda que había visto jamás, sintió vergüenza al darse cuenta que se encontraban desnudos los dos. Quiso cubrirse pero no quería despertarlo y las sábanas estaban dejando de él.

Escudriñó sus ojos con las palmas de las manos he quiso despertar en aquel imposible sueño, pero lo único que pudo hacer era recordar que aque, chico de color de piel platinada fue suyo anoche y que ella fue silla y que no fue una sola vez, fueros números incontables. Se sintió alegre, lentamente se paró de la cama tomó su ropa, entró al baño, se vistió, lavó su cara quitándose todo el excesos de maquillaje y se fue.

Sin despedirse. ¿Para que hacerlo? . Sin dar las gracias. Creo que el orgasmo que tuvo anoche fueron el mejor agradecimiento que ella le pudo dar. Pasó por la farmacia y sin importarle una mirada la opinión de los ojos que la veían compró una pastilla del día después, se la tomó y se largo.

Se sentía plena, después decepcionada de no haber tenido una aventura de estas desde hace tanto tiempo por qué veneraba su pulcritud y el que dirá. Ahora, ahora solo le importaba una reverenda mierda y se comería el mundo si era necesario.

Los rayos del sol ardían en su piel, y fueron el motivo de despertarlo en tan dulce sueño. Froto sus ojos y los recuerdos de la madrugada vienen a su cabeza dejándole un sabor agridulce en los labios. Pasó la mano por la cama buscando su acompañante pero no encontró nada. El pensamiento de qué tal vez tuviera en el baño, se esfumó cuando fue a buscarla y no encontró nada, ni dentro del baño ni en ninguna parte de la habitación. Se sintió solo y una tristeza embarcó dentro de él.

Se paró frente a la cama y se quedó un rato mirando algo escrito en las sábanas, al levantar las sábanas algo lo dejo pasmado m, y fue la cantidad de sangre que había manchada en las sábanas blancas. Intento hacer memoria pero en ningún momento recordó que ella tenía el periodo.

Se acercó más y leyó la nota escrita en las sábanas.

Gracias por hacerme sentir las sensaciones de la mejor noche de mi vida. Y gracias por ser tan cuidadoso al quitarme la virguinidad.

Att: B

No podía siquiera creerlo, en qué momento dejó que algo así ocurriera. Recuerdo la manera, tan graciosa que ella bebía los cócteles en el bar, sus movimientos repetitivos que la hacían ver nerviosa cuando estaba en el taburete de la barra. Las bebidas uniforme tomadas bruscamente. Sus nervios, y sobre todo el grito que había soltado cuando se lo había metido por primera vez. El no pudo salir del asombro.

Se sintió estupido al nunca preguntarle su nombre, ni nada referente a su identidad. Ni siquiera puede saber si es mayor d edad o no. Era muy pequeña, de carita tierna y ojos brillos. Pero recordó que la seguridad en esa discoteca era primordial.

Aquella noche en la discoteca él había ido a un lanzamiento de una nueva modelo y marca de su empresa, obviamente que no quería ir, pero él era el fotógrafo primario hacía que su jefe le había obligado a asistir para celebrar su éxito. Se sentía lo suficientemente maldito como para intentar hacer algo más que celebrar.

Resignado a no volverla ha verla  nunca más decidió guardar esos recuerdos en lo más profundo de su ser. Por primera ves en su vida se había sentido tan pleno. Trato de convencerse que hacía era la vida y que Sinergia de miradas furtivas que despiertan esa capacidad de curiosear en el otro, buscando, que se yo, quizás el espejo de uno mismo. Sí, era sólo sí ambos sentían la misma necesidad de volver sus cuerpos uno, acariciar cada parte de su anatomía desglosar cada parte de su boca y no soltarla hasta que se viniera una y otra vez. Eran dos desconocidos que se encontraron en un bar, una chica universitaria y un fotógrafo con un corazón roto por el rechazo, él no lo sabía ni ella tampoco,pero eso no impidió de que el deseo se fructificara en ambos.

Se des hizo de las prendas que tenía dejándola desnuda a su merced, las luces no permitían ver mucho, pero si lo suficiente como para saber que no era un cuerpo esculturas, ni fuera de sí. Era un cuerpo natural de una chica que tenía bajos y subidas de peso, de ello venían las estrías, que por su haraganería no iba al gimnasio por la flacidez de algunas partes de su cuerpo, o simplemente no tenía la motivación de hacer, tenía algunas que otras cicatrices en su cuerpo, como alguien normal que se cae, que le pica un mosquito nada fuera de lo normal. Sonrió ante eso por qué nunca había visto un cuerpo tan natural como la de ella.

Al parecer ella no sintió lo mismo por que se cubrió con sus manos, acto que le pareció confuso, ella era hermosa, no tanto como las chicas que había conocido antes pero si la más real.

—Podrías dejar de mirarme de esa forma me estás poniendo nerviosa —Se escucho su voz en el silencio, apenada.

—No deberías te ves muy bonita, hace rato que quería quitarse esa ropa que me dejaba mucho a la imaginación—Confesó con descaro.

—¿Este es el momento donde te agradezco por tu diferencia? —Escupió con sarcasmo.

El no pudo entender de donde había venido su mal humor y luego recordó que las mujeres son bipolares, así que no decidió pesarlo mucho.

Tomo su cara y la miro fijamente a esos túnel oscuros llamado ojos.

—Si tú te avergüenzas de tu desnudes nadie se energullesera por ello. Deberías sentir privilegiada por no ser un estereotipo aburrido —Su voz sonó seria y sincera.

—Su pongo que este no es el momento de que seas mi terapeuta sicológico —no entendió por qué actuaba así.

—¿Eres tan sarcástica siempre? —preguntó pícaro tratando de apaciguar la tensión que cubrió el ambiente.

—Sí.

—Vale la pena .

—Sí.

—No lo creo.

—No me importa.

—¿Enserio? — preguntó divertido mientras deslizaba sus manos por su vientre hasta llegar a su vagina recién afeitada.

—S...si —Titubeó

—Te gusta ser sarcástica —Entre abrió con sus dedos los labios de su vagina provocando en ella lo que él quería. Un coñito mojado y evitado.

Al principio no pudo responder, por la aceleración de su respiración. Fingiendo no haber escuchado su respuesta la hizo repetirla.

—Que... que... qué Sí —Dijo jadeante

—No creo que seas así. ¿Te gusta lo que sientes? —preguntó él sabiendo la respuesta por la manera tan alocada que se movían sus pupilas.

—No —respondió ella para molestarlo.

—¿A no? — con formar circulatorias masajeaba con sus dedos su clitorias, tubo que sostenerla por que sus piernas empezaron a temblar.

—No... no ten... tengo pruebas, pero tan poco... du...dudas —Refutó en un hilo de voz apenas audibles.

Intensificó el masaje en esa zona, asiéndole sentir cosas que nunca se dio el lujo de sentir, Berenice sintió que cada roce era que se abría a sabores exquisitos y necesarios para su ser. No tuvo ni la mínima intención de hacerle parar lo que parecía un maltrato erótico eminente.

Connor, detuvo su acto dejando una necesidad por qué continuará, le tomó de las manos para acompañarle hacia la cama y poder efectuar lo que desde hace rato quería.

Le abrió las puertas no sin antes estimularla con besos, caricias rasguños y actos posesivos que ella no se negó en lo absoluto, al contrario se creería loca si detuviera aquello.

Pero en un auto clic empezó a sentir la respiración de aquel chico en su parte íntima, se puso algo nervioso y se recordó a sí mismo que ya se había preparado para esto y que la etiqueta del jabón íntimo con olor a chocolate surgía efecto por 10 hora y ella tenía pocas horas allá. Y qué se había encargado de depilarse bastante bien su coñá.

Su respiración se detuvo reprimiendo un grito al sentir algo frío apoderarse de sus labios vaginales, la sensación fue explosiva al instante, millones de volcanes de erupción amenazaron con desquiciarla de excitacion si él seguía moviendo su lengua de la forma en que lo hacía en ese instante. Ella sentía como si estuviera derritiéndose en una piscina de placer, mientras su mano llegaba al suave pelaje de su pubis y luego ponía un dedo en la parte superior de su raja, donde empezó a dibujar círculos. Cuando él alcanzó el lugar en el que se producen los rayos que la estremecen, ella gimió y se arqueó. Él fue más abajo, encontró la entrada a su tibia y húmeda cueva e ingresó". Movimiento deliciosos, exquisitos y cálidos con sus dedos. Connor sintió la desesperación de su cuerpo, le daba algo de gracia la forma que ella tragaba los gemidos y los reprimía ¿Acaso le daba vergüenza hacerlo? Se preguntó mientras dejaba sude acariciar los labios de su vagina. Volvieron los besos apasionados y las caricias sensuales y ella regresar todo lo que le acaba de hacer, quiso hacerlo gozar, besar todo su cuerpo, a hacerle cosquillas con la lengua: en las pestañas, en las orejas, en el ombligo; él, sintiéndose cada vez más excitado, comentó que tenía una lengua "deliciosa"; mientras ella bajaba por  el cuello; los hombros; el pecho, en el que gozaba enredando sus finos dedos entre la oscura vellosidad; que a ella le excitaba acariciar, y que empezaba en un triángulo tupido en el pecho, se angostaba en un sendero que tenía un remolino en el ombligo y terminaba en otro triángulo, más tupido. Berenice siguió el sendero con su lengua y por fin llegó al lugar que  él esperaba y donde ella se dio vuelo, "mariposeando" con su lengua de arriba a abajo, de un lado a otro.

El perdió la conciencia de todo lo que no fuera sentir.  Murmuraba cosas que ella no entendía, la mayoría de sus palabras eran inaudibles, pero a ella no le interesaba nada que no fuera disfrutar al máximo lo que estaba haciendo.  Jamás pensó llegar a excitarse así con una relación oral, nunca creyó que su boca tuviera esa sensibilidad para el erotismo, porque verdaderamente estaba loca de pasión.  Connor, por su parte, trataba de alargar el placer y no quería terminarlo, pero su control andaba perdido en algún lugar de su conciencia, que también andaba perdida.

Cuando lo sintió llegar al "punto sin retorno", dudó por una fracción de segundo, pero recordó que ella quería vivir esa experiencia, así que no se movió porque ahora, que estaba tan excitada, era el momento ideal para realizar su deseo.

Cuando él se dejó ir, ella se sintió inundada de una tibieza con reminiscencia de sabor a guayaba.  Fue algo placentero y emocionante; fue un acto de amor, un acto de entrega y aceptación ¿de quién a quién?, no importaba, ambos se entregaron al amor del otro. La expresión de Berenice fue de sorpresa total al tener entre su boca aquel líquido, nunca había echó llegar a ningún hombre al orgasmo mediante el seco oral, se sintió poderosa, el alcohol había sacado una Diosa escondida que no tenía idea qué estaba ahí.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro