La chica rara del salon 3-2
Su simple roce y apoderamiento de mi cabello para acercarme más a su cuerpo fueron más que suficiente para derretirme por completo. No tome más tiempo y sin dignidad imite sus acciones pero con más ganas de la que él ejercía.
Era una fantasía sexual hecha realidad pero no me sentía plena, necesitaba esa sensación de que soy yo la que se está apoderando de él, quiero verlo sufrir, sentir que no quiere, y me ruegue. Demonios estoy loca pero ¡Caray! Me gustaba apoderarme de las cosas que no eran mías. Incluso se me hizo raro que la zorra está de su novia no estuviera tras de él como una sanguijuela.
—¿Piensas follarme aquí? —me aparte de él mirándolo con una exquisita sensualidad.
—No pienso durar mucho. Solo ábrete las piernas y lo resolvemos —eso debería de dolerme un poco.
—Que caballeroso eres —Digo con sarcasmo.
—No habló enserio estúpida —me da una palmadita en la cara —Vamos adentro.
Se aleja y camina en dirección a la casa donde estaba la fiesta.
Cae al suelo dejando su cuerpo en los hechizos de la inconsciencia cuando repentinamente lo golpeé fuertemente en la cabeza con un pedazo de tronco que había en el suelo. Sonreí de lado saboreando lo bien que me salió el golpe, las clases de boxeo que había tomado le dieron la fuerza en los brazos para derribar tal musculoso y sexy hombre. Mire a mi alrededor lo menos que quería era sospechoso merodeando por la costa. Al no notar a nadie fuera de lo normal proseguí a lo siguiente.
—Ahora si estás exquisito. Eres todo mío querido crush —no podía borrar la deliciosa sonrisa macabra que estaba en mis labios.
Tome sus dos piernas y sin importarle una mierda de sí sé rasgunaña con la tierra y las ramitas del lugar, lo arrastre hasta llegar a la avenida.
Me paré en la a aceras para detener a un taxi y llevarlo a otro lugar.
—Podría ayudarme a entrarlo. El muy estupido se alcoholizó hasta más no poder para luego entrar a una pelea —finjo molestia he indignación.
La cara de pocos amigos del taxistas no parecía importarle ni una mierda lo que estaba diciendo, solo bajo del auto subió en la parte trasera a mi sexy crush y sin decir más que "Adónde los dejo" prosiguió en silencio.
Mire el rostro de Adonis —un príncipe tiene que tener un nombre de príncipe — estaba algo sucio por el lodo, pero de eso me encargo más tarde. Deslizó mis dedos por su bello y Perfecto rostro envidiando cada estructura que lo componía.
Ya en el lugar el taxista me acompaña a dejarlo —después de haberle rogado y sobornado de que le pagaría el doble — Justo en la cama de una casa abandonada que había encontrado dias atrás cuando salí a correr. Le di un vistazo al taxista y parecía mi inmutarse del lugar, le di su dinero más propina por tan grande favor y se largo sin sospechas. No podría levantar ese costal de papas ni por qué quisiera, pesa demasiado.
Saque mi bolsa un frasquito de Zolpidem para alargar un poco más si somnoliensa. Continué con mi plan y debajo de la cama —que había comprado hace varios meses para esta ocasión— saqué unos cuerdas que me había robado de la universidad, y ate fuertemente sus manos y pies en cada costado de los respaldos de la cama.
Ya terminado de atar a la presa me siento hasta esperar que se despierte. Dios había deseado este momento tanto que tenerlo Sucediendo me enloquecía. Me levanté de la silla de hierro y me aproxime a su cuerpo, su respiración era lenta y tranquila muy parecido a las veces que reposaba su cabeza en sus brazos para dormir en las clases de desarrollo cognitivo en la universidad. Era la única clase que compartíamos por desgracia, pero eso no me impedía verlo a cada momento, perseguirlo se avía convertido en uno de mis mejor pasatiempos.
Fui al baño tome agua, un trapo, y una tijera de trauma. Empecé por cortarle la ropa ya que no pida quitárselo, dejándolo completamente desnudo cuando rompí también sus calzones, si polla estaba tranquila dure un buen rato viendo aquella majestuosidad, creo que de alguna forma su novia tenía razón al echar gritos tan fuertes en los vestidores de hombres del equipo de Joqui de nuestra facultad.
Deslice mis manos junto con la toalla mojada por sus pies, subiendo aún más llegue a su maravilloso pene dándole una pequeño apretón. Proseguir hasta su cara y brazos, donde la limpie de todo exceso de lodo. Ya limpio deje un vasto beso en sus labios, echo un suspiro, me aleje un poco para ver cómo aquellos vellos ojos verdes me contemplaban enseñados para luego pasar de horror cuando al mover vio sus manos atadas.
—Que demonios es esto —preguntó horrorizado.
—Buenos días cariño —emití ignorando sus pregunta —digo, buenas noches aún no ha amanecido —corregí acercándome aún más a él.
—¿por qué me tienes atado? —pregunta sin entender.
—Solo es un juego tu solo tranquilízate —sonrió de lado.
Echa un suspiro tratando de cabreo.
—No se como te llamas ni me interesa ahora suéltame de una ¡Puta vez! —grita lo ultimo perdiendo la paciencia.
—No estás en el derecho de exigir nada. Cariño —le miro seria.
—No te lo estás exigiendo. ES UNA PUTA ORDEN —grita exasperado.
—YA HE DICHO QUE NO —le repetí cansada de sus gritos —Como se siente pedir algo y que no te hagan caso. ¿Es hermoso verdad? —agregó con calma.
—De qué demonios hablas
—Como recordar a la chica huesuda y gótica de la secundaria que tus compatriotas jodian acada rato. No, no creo que tú magnífico cerebro se acordaría de alguien tan plano je insignificante —digo con amargura.
Está historia estaba por recobrarse y el final feliz la viviría yo, esta viveza yo reiría de último.
—¿Quien eres? —me mira horrorizado
—Eso no importa —chasqueo la lengua.
Me subo enzima de él quedando de cuclillas.
—¿Que haces? —se mueve inútilmente.
—Haciendo lo que dijiste que nunca harías cariño —lo beso.
Al principio no emitió ninguna reacción pero luego me correspondió.
—Por qué demonios tienes que traerme este lugar y amarrarme si de todas formas quieres que te folle. Ambos queremos lo mismo —Emite.
Le suelto una cachetada sonora en el rostro asiendo eco en la habitación.
—Solo cierra la boca, tú no le pones reglas a este juega a mí juego. La únicas palabras que quiero escuchar de tu voz, es la que me ruega por qué me detenga —Sonó mas frío y cruel de lo que él esperaba.
Sus ojos casi se salen de su órbita cuando tome las tijeras de la mesita de noche y lo acerque a su rostro.
—Que...Que vas hacer —los nervios en su voz mojaron mis bragas.
¡Demonios! Amo este momento. Sonrió macabramente.
Tobe continuará....
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Los amo gominolas😍😍😍
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